lunes 8 AGOSTO 2016. 19ª semana DEL T. ORDINARIO
de la profecia de Ezequíel (1,2-5.24–2,1a):
El año quinto de la deportación del rey Joaquín, el día cinco del mes cuarto, vino la palabra del Señor a Ezequíel, hijo de Buzi, sacerdote, en tierra de los caldeos, a orillas del río Quebar.
Entonces se apoyó sobre mí la mano del Señor, y vi que venia del norte un viento huracanado, una gran nube y un zigzagueo de relámpagos. Nube nimbada de resplandor, y, entre el relampagueo, como el brillo del electro. En medio de éstos aparecia la figura de cuatro seres vivientes; tenían forma humana. Y oí el rumor de sus alas, como estruendo de aguas caudalosas, como la voz del Todopoderoso, cuando caminaban; griterío de multitudes, como estruendo de tropas; cuando se detenían, abatían las alas. También se oyó un estruendo sobre la plataforma que estaba encima de sus cabezas; cuando se detenían, abatían las alas. Y por encima de la plataforma, que estaba sobre sus cabezas, había una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecia un hombre. Y vi un brillo como de electro (algo así como fuego lo enmarcaba) de lo que parecía su cintura para arriba, y de lo que parecía su cintura para abajo vi algo así como fuego. Estaba nimbado de resplandor. El resplandor que lo nimbaba era como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra.
de la profecia de Ezequíel (1,2-5.24–2,1a):
El año quinto de la deportación del rey Joaquín, el día cinco del mes cuarto, vino la palabra del Señor a Ezequíel, hijo de Buzi, sacerdote, en tierra de los caldeos, a orillas del río Quebar.
Entonces se apoyó sobre mí la mano del Señor, y vi que venia del norte un viento huracanado, una gran nube y un zigzagueo de relámpagos. Nube nimbada de resplandor, y, entre el relampagueo, como el brillo del electro. En medio de éstos aparecia la figura de cuatro seres vivientes; tenían forma humana. Y oí el rumor de sus alas, como estruendo de aguas caudalosas, como la voz del Todopoderoso, cuando caminaban; griterío de multitudes, como estruendo de tropas; cuando se detenían, abatían las alas. También se oyó un estruendo sobre la plataforma que estaba encima de sus cabezas; cuando se detenían, abatían las alas. Y por encima de la plataforma, que estaba sobre sus cabezas, había una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecia un hombre. Y vi un brillo como de electro (algo así como fuego lo enmarcaba) de lo que parecía su cintura para arriba, y de lo que parecía su cintura para abajo vi algo así como fuego. Estaba nimbado de resplandor. El resplandor que lo nimbaba era como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra.
El año quinto de la deportación del rey Joaquín, el día cinco del mes cuarto, vino la palabra del Señor a Ezequíel, hijo de Buzi, sacerdote, en tierra de los caldeos, a orillas del río Quebar.
Entonces se apoyó sobre mí la mano del Señor, y vi que venia del norte un viento huracanado, una gran nube y un zigzagueo de relámpagos. Nube nimbada de resplandor, y, entre el relampagueo, como el brillo del electro. En medio de éstos aparecia la figura de cuatro seres vivientes; tenían forma humana. Y oí el rumor de sus alas, como estruendo de aguas caudalosas, como la voz del Todopoderoso, cuando caminaban; griterío de multitudes, como estruendo de tropas; cuando se detenían, abatían las alas. También se oyó un estruendo sobre la plataforma que estaba encima de sus cabezas; cuando se detenían, abatían las alas. Y por encima de la plataforma, que estaba sobre sus cabezas, había una especie de zafiro en forma de trono; sobre esta especie de trono sobresalía una figura que parecia un hombre. Y vi un brillo como de electro (algo así como fuego lo enmarcaba) de lo que parecía su cintura para arriba, y de lo que parecía su cintura para abajo vi algo así como fuego. Estaba nimbado de resplandor. El resplandor que lo nimbaba era como el arco que aparece en las nubes cuando llueve. Era la apariencia visible de la gloria del Señor. Al contemplarla, caí rostro en tierra.
Salmo: Sal 148,1-2.11-12.13.14. R/. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos. R/.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños. R/.
Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra. R/.
Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R/.
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos. R/.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños. R/.
Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra. R/.
Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R/.
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos. R/.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños. R/.
Alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Su majestad sobre el cielo y la tierra. R/.
Él acrece el vigor de su pueblo.
Alabanza de todos sus fieles,
de Israel, su pueblo escogido. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,22-27):
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó: «Sí.»
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?»
Contestó: «A los extraños.»
Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»
Lectura del santo evangelio según san Mateo (17,22-27):
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó: «Sí.»
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?»
Contestó: «A los extraños.»
Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»
En aquel tiempo, mientras Jesús y los discípulos recorrían juntos Galilea, les dijo Jesús: «Al Hijo del hombre lo van a entregar en manos de los hombres, lo matarán, pero resucitará al tercer día.» Ellos se pusieron muy tristes.
Cuando llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto de las dos dracmas se acercaron a Pedro y le preguntaron: «¿Vuestro Maestro no paga las dos dracmas?»
Contestó: «Sí.»
Cuando llegó a casa, Jesús se adelantó a preguntarle: «¿Qué te parece, Simón? Los reyes del mundo, ¿a quién le cobran impuestos y tasas, a sus hijos o a los extraños?»
Contestó: «A los extraños.»
Jesús le dijo: «Entonces, los hijos están exentos. Sin embargo, para no escandalizarlos, ve al lago, echa el anzuelo, coge el primer pez que pique, ábrele la boca y encontrarás una moneda de plata. Cógela y págales por mí y por ti.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
El pueblo está en el destierro. El profeta Ezequiel, también. Y a orillas del río, el profeta tiene la primera visión misteriosa.
Una visión mezcla de elementos cósmicos (viento, nube, relámpagos) y misteriosos: cuatro seres vivientes, con estrépito de alas, y sobre todo uno en forma humana, rodeado de luz y fuego. El profeta nos explica esta figura: «era la apariencia visible de la Gloria del Señor».
Esto es lo principal: también allí, en tierra extranjera, les alcanza la mano bondadosa de Dios. Dios ha viajado con su pueblo al destierro. Se abre la puerta de la esperanza.
En los períodos más dramáticos de la historia, Dios sigue cercano a su pueblo, suscitando profetas que ayuden a sus hermanos y les transmitan su voz. Personas que viven las mismas dificultades que los demás, y así, desde esa solidaridad, ejercen su misión profética.
Ante una desgracias personal o colectiva, estaría mal hecha la pregunta: ¿cómo lo permite Dios? ¿dónde está Dios en este momento? Porque el primero que compadece (que «padece-con») es Dios. Como cuando su pueblo sufría en Egipto. Como cuando pasaba hambre y sed en el desierto. Como cuando está en el destierro. Nunca deberíamos perder esta convicción. Aunque no sepamos explicarnos el porqué de los males que nos pasan ahora.
Probablemente, no tendremos visiones de ciencia ficción como las de Ezequiel para transmitir a los demás. Pero, si tenemos fe, sabremos ver la cercanía de Dios en los acontecimientos, en las personas, en la Iglesia, en sus sacramentos. Jesús nos dijo: «yo estaré con vosotros todos los días», «donde dos o tres están reunidos en mi nombre estaré yo», «tomad este pan, es mi Cuerpo»
Con esta convicción, nos tiene que salir espontánea la alegría del salmista: «Alabad al Señor en el cielo... los jóvenes y también las doncellas, los viejos junto con los niños, alaben el nombre del Señor... él acrece el vigor de su pueblo». Pues nos hacen falta vigor y ánimos en nuestra vida.
EVANGELIO MATEO
a) Después de un nuevo anuncio de su muerte y resurrección -que entristece mucho a sus discípulos-, el pasaje de hoy se refiere al pago de un tributo por parte de Jesús.
Desde tiempos de Nehemías era costumbre que los israelitas mayores de veinte años pagaran, cada año, una pequeña ayuda para el mantenimiento del Templo de Jerusalén: dos dracmas (en moneda griega) o dos denarios (en romana). Era un impuesto que no tenía nada que ver con los que pagaban a la potencia ocupante, los romanos, y que recogían los publicanos.
Jesús pagaba cada año este impuesto a favor del Templo, como afirma en seguida Pedro. Cumple las obligaciones del buen ciudadano y del creyente judío. Aunque, como él mismo razona, el Hijo no tendría por qué pagar un impuesto precisamente en su casa, en la casa de su Padre. Pero, para no dar motivos de escándalo y crítica, lo hace. En otras cosas no tiene tanto interés en no escandalizar (el sábado, el ayuno). Pero no se podrá decir que apareciera interesado en cuestión de dinero.
Lo del pez resulta difícil de explicar: probablemente, se refiere a una clase de peces con la boca muy ancha y que, a veces, se encontraban con monedas tragadas. En esta ocasión, encuentran un «estáter», que valía cuatro dracmas, lo suficiente para pagar por Jesús y por Pedro, con quien se ve que tiene una relación muy especial.
b) El pequeño episodio nos recuerda, por una parte, cómo Jesús se encarnó totalmente en su pueblo, siguiendo sus costumbres y normas. Como cuando fue circuncidado o presentado por sus padres en el Templo, pagando la ofrenda de los pobres. También en lo civil recomendó: «dad al César lo que es del César».
Aunque la enseñanza principal de Jesús fue cumplir la voluntad de Dios sobre nuestra vida: les anuncia a los suyos su disponibilidad total ante la misión que se le ha encomendado, salvar a la humanidad con su muerte y resurrección.
También a nosotros nos toca cumplir las normas generales de convivencia social, por ejemplo, las referentes a los tributos. No sólo por evitar sanciones, sino porque «la corresponsabilidad en el bien común exige moralmente el pago de los impuestos, el ejercicio del derecho al voto y la defensa del país» (Catecismo n. 2240).
Y, como en el evangelio de hoy se trata de un impuesto religioso, el de la ayuda al culto del Templo, es útil recordar que todos nos deberíamos sentir corresponsables de las necesidades de la comunidad eclesial, colaborando de los diversos modos que se nos proponen: trabajo personal, colectas de dinero para el mantenimiento del culto, la formación de los ministros, las actividades benéficas, las misiones, etc.
7 AGOSTO 2016. XIX DOMINGO DEL T. ORDINARIO
del libro de la Sabiduría 18, 6-9
Aquella noche se les anunció de antemano a nuestros padres, para que tuvieran ánimo al conocer con certeza la promesa de que se fiaban.
Tu pueblo esperaba ya la salvación de los inocentes y la perdición de los culpables. Pues con una misma acción castigabas a los enemigos y nos honrabas llamándonos a ti.
Los hijos piadosos de un pueblo justo ofrecían sacrificios a escondidas y de común acuerdo se imponían esta ley sagrada: que todos los santos serían solidarios en los peligros y en los bienes; y empezaron a entonar los himnos tradicionales.
Sal 32, 1 y 12. 18-19. 20 y 22 R. Dichoso el pueblo a quien Dios escogió.
Aclamad, justos, al Señor,
que merece la alabanza de los buenos;
dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R.
Nosotros aguardamos al Señor:
él es nuestro auxilio y escudo;
que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como lo esperamos de ti. R.
Lectura de la carta a los Hebreos 11, 1-2. 8-19
Hermanos:
La fe es seguridad de lo que se espera,
y prueba de lo que no se ve.
Por su fe son recordados los antiguos:
por fe obedeció Abrahán a la llamada y
salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad.
Salió sin saber adonde iba.
Por fe vivió como extranjero en la tierra prometida,
habitando en tiendas
–y lo mismo Isaac y Jacob, herederos de la misma promesa–
mientras esperaba la ciudad de sólidos cimientos
cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios.
Por fe también Sara, cuando ya le había pasado la edad,
obtuvo fuerza para fundar un linaje,
porque se fió de la promesa.
Y así, de una persona, y ésa estéril,
nacieron hijos numerosos,
como las estrellas del cielo
y como la arena incontable de las playas.
Con fe murieron todos éstos,
sin haber recibido la tierra prometida;
pero viéndola y saludándola de lejos,
confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra.
Es claro que los que así hablan,
están buscando una patria;
pues si añoraban la patria de donde habían salido,
estaban a tiempo para volver.
Pero ellos ansiaban una patria mejor,
la del cielo.
Por eso Dios no tiene reparo en llamarse su Dios:
porque les tenía preparada una ciudad.
Por fe Abrahán, puesto a prueba,
ofreció a Isaac:
y era su hijo único lo que ofrecía,
el destinatario de la promesa,
del cual le había dicho Dios:
«Isaac continuará tu descendencia.»
Pero Abrahán pensó que Dios tiene poder
hasta para resucitar muertos.
Y así recobró a Isaac como figura del futuro.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 32-48
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
No temas, pequeño rebaño; porque vuestro Padre ha tenido a bien daros el reino.
Vended vuestros bienes, y dad limosna; haceos talegas que no se echen a perder, y un tesoro inagotable en el cielo, adonde no se acercan los ladrones ni roe la polilla. Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas: Vosotros estad como los que aguardan a que su señor vuelva de la boda, para abrirle, apenas venga y llame.
Dichosos los criados a quienes el señor, al llegar, los encuentre en vela: os aseguro que se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo.
Y si llega entrada la noche o de madrugada, y los encuentra así, dichosos ellos.
Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete.
Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis, viene el Hijo del Hombre.
Pedro le preguntó:
–Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?
El Señor le respondió:
–¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas ?
Dichoso el criado a quien su amo al llegar lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes.
Pero si el empleado piensa: «Mi amo tarda en llegar», y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse; llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles.
El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra, recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos.
Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.
LOS NECESITAMOS MÁS QUE NUNCA
Las primeras generaciones cristianas se vieron muy pronto obligadas a plantearse una cuestión decisiva. La venida de Cristo resucitado se retrasaba más de lo que habían pensado en un comienzo. La espera se les hacía larga.¿Cómo mantener viva la esperanza? ¿Cómo no caer en la frustración, el cansancio o el desaliento?
En los evangelios encontramos diversas exhortaciones, parábolas y llamadas que solo tienen un objetivo: mantener viva la responsabilidad de las comunidades cristianas. Una de las llamadas más conocidas dice así: «Tened ceñida la cintura y encendidas las lámparas».¿Qué sentido pueden tener estas palabras para nosotros, después de veinte siglos de cristianismo?
Las dos imágenes son muy expresivas. Indican la actitud que han de tener los criados que están esperando de noche a que regrese su señor, para abrirle el portón de la casa en cuanto llame. Han de estar con «la cintura ceñida», es decir, con la túnica arremangada para poder moverse y actuar con agilidad. Han de estar con «las lámparas encendidas» para tener la casa iluminada y mantenerse despiertos.
Estas palabras de Jesús son también hoy una llamada a vivir con lucidez y responsabilidad, sin caer en la pasividad o el letargo. En la historia de la Iglesia hay momentos en que se hace de noche. Sin embargo, no es la hora de apagar las luces y echarnos a dormir. Es la hora de reaccionar, despertar nuestra fe y seguir caminando hacia el futuro, incluso en una Iglesia vieja y cansada.
Uno de los obstáculos más importantes para impulsar la transformación que necesita hoy la Iglesia es la pasividad generalizada de los cristianos. Desgraciadamente, durante muchos siglos los hemos educado, sobre todo, para la sumisión y la pasividad. Todavía hoy, a veces parece que no los necesitamos para pensar, proyectar y promover caminos nuevos de fidelidad hacia Jesucristo.
Por eso, hemos de valorar, cuidar y agradecer tanto el despertar de una nueva conciencia en muchos laicos y laicas que viven hoy su adhesión a Cristo y su pertenencia a la Iglesia de un modo lúcido y responsable. Es, sin duda, uno de los frutos más valiosos del Vaticano II, primer concilio que se ha ocupado directa y explícitamente de ellos.
Estos creyentes pueden ser hoy el fermento de unas parroquias y comunidades renovadas en torno al seguimiento fiel a Jesús. Son el mayor potencial del cristianismo. Los necesitamos más que nunca para construir una Iglesia abierta a los problemas del mundo actual, y cercana a los hombres y mujeres de hoy. (J.A Pagola)
Sábado 06 de agosto de 2016
Transfiguración del Señor
Decimoctava semana del Tiempo Ordinario
De la segunda carta del apóstol san Pedro 1,16-19:
Cuando os dimos a conocer el poder y la última venida de nuestro Señor Jesucristo, no nos fundábamos en fábulas fantásticas, sino que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando la Sublime Gloria le trajo aquella voz: «Éste es mi Hijo amado, mi predilecto.» Esta voz, traída del cielo, la oímos nosotros, estando con él en la montaña sagrada. Esto nos confirma la palabra de los profetas, y hacéis muy bien en prestarle atención, como a una lámpara que brilla en un lugar oscuro, hasta que despunte el día, y el lucero nazca en vuestros corazones.
Sal 96,1-2.5-6.9 R/. El Señor reina altísimo sobre toda la tierra
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Porque tú eres, Señor,
altísimo sobre toda la tierra,
encumbrado sobre todos los dioses. R/.
Lectura del Evangelio según S. Lucas 9, 28b-36
En aquel tiempo Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos.
De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él. Mientras estos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que decía.
Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle”. Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio, y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.
PARA VIVIR ESTA PALABRA 6 AGOSTO
El significado central de esta página es la revelación del Hijo de Dios. A mitad de camino entre la teofanía del Jordán (bautismo) y los hechos pascuales (resurrección), la altura de la Transfiguración sirve de lugar privilegiado para contemplar en visión panorámica todo el misterio de Jesús. El redactor centra el foco de su intención pedagógica no precisamente en la glorificación del Señor sino en la iluminación de la fe de los tres discípulos. El punto de encuentro entre la revelación y la fe es la persona de Jesús, el Hijo de Dios. El mismo es la nueva ley viviente que el Padre promulga a la Iglesia.
Sobre la montaña aparecen Moisés y Elías hablando con Jesús (la ley y los profetas, dicen algunos); Pedro reacciona como siempre y se ofrece para hacer tres tiendas; quiere quedarse, permanecer allí, porque humanamente es mejor quedarse en la gloria de este monte que emprender el camino a Jerusalén. Después de esto, sigue como centro de la unidad la teofanía, con una doble manifestación: una visual y otra acústica, la nube y la voz desde la nube. Los dos signos visibles manifiestan la gloria de Dios, son signos reales de su presencia especial, actualizada, perceptible.
En esta teofanía el Padre proclama a Jesús ante la pequeña comunidad representada en los tres discípulos como siervo de Yahveh al mismo tiempo que Mesías, todo ello elevado a la definitiva revelación de que es hijo suyo en sentido propio y único. La voz de Dios "desde la nube" en un "alto monte" evoca la revelación de Yahveh a Moisés en el Sinaí: Jesús es el nuevo Moisés. Desde la nube, en el Sinaí, la palabra de Yahveh dio la ley a Moisés. En el alto monte, la voz le habla a la pequeña Iglesia para decirle la única palabra que el Padre dirige a los hombres en todo el Nuevo Testamento al presentar a Jesús como ley viviente: "Escúchadlo".
Este imperativo reconoce en Jesús el profeta prometido, el Maestro de quien los discípulos deben aceptar el mensaje acerca del seguimiento por el camino de la cruz. El alcance de este imperativo es universal, es la firma con que el Padre suscribe todo el mensaje de Jesús. Por eso, todos nosotros estamos llamados, como los discípulos, a bajar de la montaña y emprender el camino del hermano, del pobre, porque en su rostro es donde se revela la gloria del Padre.
Sobre la montaña aparecen Moisés y Elías hablando con Jesús (la ley y los profetas, dicen algunos); Pedro reacciona como siempre y se ofrece para hacer tres tiendas; quiere quedarse, permanecer allí, porque humanamente es mejor quedarse en la gloria de este monte que emprender el camino a Jerusalén. Después de esto, sigue como centro de la unidad la teofanía, con una doble manifestación: una visual y otra acústica, la nube y la voz desde la nube. Los dos signos visibles manifiestan la gloria de Dios, son signos reales de su presencia especial, actualizada, perceptible.
En esta teofanía el Padre proclama a Jesús ante la pequeña comunidad representada en los tres discípulos como siervo de Yahveh al mismo tiempo que Mesías, todo ello elevado a la definitiva revelación de que es hijo suyo en sentido propio y único. La voz de Dios "desde la nube" en un "alto monte" evoca la revelación de Yahveh a Moisés en el Sinaí: Jesús es el nuevo Moisés. Desde la nube, en el Sinaí, la palabra de Yahveh dio la ley a Moisés. En el alto monte, la voz le habla a la pequeña Iglesia para decirle la única palabra que el Padre dirige a los hombres en todo el Nuevo Testamento al presentar a Jesús como ley viviente: "Escúchadlo".
Este imperativo reconoce en Jesús el profeta prometido, el Maestro de quien los discípulos deben aceptar el mensaje acerca del seguimiento por el camino de la cruz. El alcance de este imperativo es universal, es la firma con que el Padre suscribe todo el mensaje de Jesús. Por eso, todos nosotros estamos llamados, como los discípulos, a bajar de la montaña y emprender el camino del hermano, del pobre, porque en su rostro es donde se revela la gloria del Padre.
Viernes 5 de agosto de 2016
Decimoctava semana del Tiempo Ordinario.
Memoria de la dedicación de la basílica de Santa María Mayor en Roma.
FELICIDADES POR EL NACIMIENTO DEL INSTITUTO DE LAS HIJAS DE MARIA AUXILIADORA EL 5 AGOSTO DE 1872 EN MORNESE.
CUMPLIMOS 144 AÑOS!! ¡ La fidelidad de Dios es estupenda !
Felicidades a las NIEVES hoy es su día.
Nehemías
Mirad sobre los montes los pies del heraldo que pregona la paz, festeja tu fiesta, Judá; cumple tus votos, porque el criminal no volverá a pasar por ti, pues ha sido aniquilado. Porque el Señor restaura la gloria de Jacob y la gloria de Israel; lo habían desolado los salteadores, habían destruido sus sarmientos. Ay de la ciudad sangrienta, toda ella mentirosa, llena de crueldades, insaciable de despojos. Escuchad: látigos, estrépito de ruedas, caballos al galope, carros rebotando, jinetes al asalto, llamear de espadas, relampagueo de lanzas, muchos heridos, masas de cadáveres, cadáveres sin fin, se tropieza en cadáveres. Arrojaré basura sobre ti, haré de ti un espectáculo vergonzoso. Quien te vea se apartará de ti, diciendo: "Desolada está Nínive, ¿quién lo sentirá?; ¿dónde encontrar quien te consuele?"
Dt 32
R/ Yo doy la muerte y la vidaEl día de su perdición se acerca
y su suerte se apresura,
porque el Señor defenderá a su pueblo
y tendrá compasión de sus siervos. R/
Pero ahora mirad: yo soy yo,
y no hay otro fuera de mí;
yo doy la muerte y la vida,
yo desgarro y yo curo. R/
Cuando afile el relámpago de mi espada
y tome en mi mano la justicia,
haré venganza del enemigo
y daré su paga al adversario. R/
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16,24-28
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Si uno quiere salvar su vida, la perderá; pero el que la pierda por mí la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria de su Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin antes haber visto llegar al Hijo del hombre con majestad".PARA VIVIR ESTA PALABRA
Las palabras de Jesús parecen como una continuación de la reprimenda que ayer había dirigido a Pedro, al que no le gustaba oír hablar de la cruz.
Jesús avisa a sus seguidores que, al igual que él mismo, en su camino hacia la Pascua, a todos ellos les tocará «negarse a si mismos», «cargar con la cruz», «seguirle», «perder la vida». Y así la ganarán y recibirán el premio definitivo. Parecen y son paradojas: pero se trata de los caminos de Dios, muy distintos de los nuestros.
Ese final («algunos verán llegar al Hijo del Hombre en majestad») no sabemos a qué se refiere: tal vez, a la escena de la transfiguración, que Mateo cuenta a renglón seguido (aunque nosotros no la leamos en esta lectura continuada).
b) El que mejor ejemplo nos ha dado de un camino hecho de renuncia y de cruz es el mismo Jesús. Como siempre, lo que enseña, lo cumple él el primero.
Pedro, quien, al principio, se mostraba tan reacio a aceptar a Jesús como «el Siervo que se entrega por los demás», después de la experiencia de la Pascua y de Pentecostés, será uno de los testigos más valientes de Cristo, orgulloso de poder sufrir por él, hasta su martirio en Roma, bajo Nerón.
Estamos avisados. Podrá resultarnos duro el camino de la vida cristiana, pero no nos debe sorprender. Jesús ya nos lo ha advertido, para que no nos llamemos a engaño. No nos ha prometido éxitos y dulzuras en su seguimiento. Eso si: no nos va a defraudar, porque «pagará a cada uno según su conducta», y no se dejara ganar en generosidad.
SANTA MARIA LA MAYOR EN ROMA
PRIMER SANTUARIO MARIANO. A lo largo de los siglos la basílica ha sido considerada como el primer santuario mariano del mundo, madre de las iglesias marianas, el monumento más espléndido que posee María —en opinión de Grisar— en la ciudad eterna, y como una segunda catedral del obispo de Roma (la primera catedral es San Juan de Letrán).
La basílica es un canto de alabanza y de acción de gracias al Señor por la solemne proclamación del dogma de la maternidad divina de María, que tuvo lugar en el concilio de Efeso del año 431. Podemos recordar la fecha: la basílica actual se comenzó exactamente un año después de la solemne proclamación, es decir, en el 432. De la primitiva basílica de Sixto III interesa particularmente el arco de triunfo, que es precisamente del s. v y que, a pesar de las restauraciones, no siempre afortunadas, ha llegado hasta nosotros en un estado muy satisfactorio. Este arco quiere ser la glorificación de la maternidad divina en la perspectiva de toda la historia de la salvación; en el centro destaca el trono del Señor con la cruz gemmata, la corona y el libro sellado, teniendo a sus lados a los apóstoles Pedro y Pablo; y a derecha e izquierda, las escenas de la anunciación y de la presentación de Jesús en el templo. Partiendo de la derecha y desde abajo hacia arriba, se van sucediendo estas escenas: Belén, los magos con Herodes, Jesús discutiendo con los doctores, los magos adorando a Jesús, la matanza de los inocentes, Jerusalén y Belén (las ovejas de Jerusalén representan a los convertidos del hebraísmo, mientras que las de Belén figuran a los convertidos del paganismo). En Belén y en Jerusalén es también fácil descubrir el comienzo y el fin (es decir, el nacimiento y la muerte) de la vida terrena de Jesús, así como el nacimiento de Cristo y el de la iglesia: el primero en la ciudad de David y el segundo en el cenáculo. Tanto en la primera como en la segunda ciudad María está presente y operante.
La basílica tiene la nave central formada por dos filas de un conjunto de 40 columnas monolíticas de mármol blanco y de estilo jónico, y el artesonado dorado, al parecer, con el primer oro procedente de América, ofrecido por España.
II. Datos históricos, dogmáticos
y artísticos de la basílica
La historia (hinchada a veces con datos legendarios tradicionales), el dogma y el arte se entrecruzan en la descripción del palacio de María; sigue siendo un tanto difícil distinguir unos aspectos de los otros. Intentaremos hacerlo [>Arte II, 3].
1. ORÍGENES, DESARROLLO, MODIFICACIONES Y RESTAURACIONES. El Esquilino, en donde había de surgir la basílica mayor entre las dedicadas a María en el mundo entero, se encontraba en los tiempos de la república fuera de los muros servianos; en tiempos del imperio, bajo Augusto, Mecenas hizo construir allí una grandiosa villa para hospedar a los artistas de Roma; al decaer el imperio continuaban levantándose allí grandes construcciones, entre ellas la basílica Liciniana, que se convirtió luego en lugar de encuentro de los cristianos. Fueron quizá los restos de esta basílica los que se descubrieron en 1886 en la plaza actual.
Por el Liber pontificalis sabemos que el papa Liberio (352-366) construyó en aquel lugar una basílica, pero ésta no sería la actual; según una graciosa leyenda popular, es sabido que la basílica habría sido construida después de una prodigiosa nevada que cayó sobre el Esquilino precisamente el 5 de agosto. Al morir el papa Liberio (366), aquel lugar fue un terreno de choque entre los que sostenían al antipapa Ursicino y los que apoyaban al verdadero papa, es decir, el papa Dámaso. De todas formas, la actual basílica siguió llevando el nombre de liberiana, aunque debería llamarse más bien sixtina, por el papa Sixto III (432-440), que la erigió, como se ha visto, en honor de la maternidad divina de María. El apelativo de sancta Maria ad praesepe o post praesepe es casi un siglo anterior a la importación de la supuesta cuna de Belén; en efecto, fue Juan VII el que en el s. VIII construyó la capilla de sancta Maria ad praesepe. El altar actual de la confesión, cubierto con 74 variedades de mármol nada menos, encierra en la zona inferior el precioso relicario que contiene las astillas que, según la tradición, constituían el pesebre en donde fue colocado el niño Jesús recién nacido; el relicario es de plata dorada y obra de Valadier (1802).
En las cercanías del altar papal reposan los restos de san Jerónimo, san Matías y otros santos.
El rincón más sugestivo de la basílica es la capilla del Santísimo Sacramento, llamada también sixtina, por tomar el nombre de Sixto V (Felice Peretti, 1585-1590), que en los brevísimos años de su pontificado demostró un gran fervor y energía incluso en el terreno artístico. La capilla fue ordenada por Peretti a Fontana en 1584, es decir, un año antes de subir al trono de san Pedro. Se trató ante todo de trasladar la capilla de la Natividad (praesepe) desde el fondo del ábside al centro de la misma capilla; y Fontana, con un mecanismo ideado por él mismo, logró trasladar la capilla medieval con todos sus fundamentos y con sus paredes. Era demasiado sugestivo aquel lugar y era preciso salvarlo íntegramente. Por encima del praesepe está el altar central, igualmente papal, coronado por un tabernáculo sostenido por cuatro ángeles, que reproduce a la misma capilla sixtina. A los pies de la escalera de la confesión, que conduce a la cripta, se contempla la estatua de san Cayetano de Thiene, de Bernini, en recuerdo de la aparición que tuvo el santo en la noche de Navidad de 1517, mientras rezaba ante las estatuas del belén de Arnolfo de Cambio. En los siglos pasados, en esta cripta, el papa celebraba la misa de la noche de Navidad. Volviendo arriba, en las paredes laterales de la capilla están los grandiosos monumentos fúnebres de san Pío V (1565-1572), el papa de Lepanto y del rosario, y de Sixto V (1585-1590), el creador de la capilla. En este punto conviene recordar que, además de san Pío V y de Sixto V, en la basílica mariana reposan los papas Pablo V, Clemente VIII, Nicolás IV y Clemente IX; asimismo descansan allí los restos de Bernini y sus familiares, los cardenales Rodríguez, Felipe y Agustín Favoriti, Cesi, Sforza, Pallavicini y Merlini.
Frente a la capilla de Sixto V, en el otro brazo de la basílica, está el otro gran tesoro: la capilla de la Salus populi romani, llamada también capilla paulina por haber sido hecha construir por el papa Pablo V (1605-1621). Desde el punto de vista artístico es celebérrima por la armoniosa fusión cromática de las diversas piedras; con esta finalidad el papa había hecho venir expresamente desde Flandes al orfebre Pompeyo Targoni; el arquitecto de la capilla fue Flaminio Poncio.
La basílica sufrió a lo largo de los siglos varios saqueos y ultrajes a partir del s. vii; se recuerdan en particular el saqueo por obra de las tropas del hereje emperador Heraclio; el atentado al papa Martín I por obra de un sicario de Olimpio, otro exarca de oriente; la agresión y el secuestro, la noche de Navidad de 1705, de san Gregorio VII, rescatado y devuelto en triunfo a la basílica aquel mismo día; finalmente, delante de Santa María la Mayor (y no en el Capitolio) Cola de Rienzo quiso ser solemnemente coronado en 1347.
La basílica no dejó de sufrir restauraciones a partir del s. xiii, viéndose continuamente renovada y embellecida. Nicolás IV (1288-1292) restauró la bella tribuna de la basílica haciéndola decorar con mosaicos del franciscano Jacopo Torriti. Gregorio XI (1370-1378) erigió el campanario de estilo románico ---que existe todavía , el más alto y quizá el más bello de todos los que hay en Roma, así como la fachada, tan escenográfica, que ha sido definida como la más hermosa de las iglesias de Roma. A finales del s. xv Julián de Sangallo ideó el famoso artesonado y lo adornó, según se dice, con el primer oro que había venido de América, recién descubierta, y que habían regalado los reyes católicos de España. El proyecto arquitectónico inicial, sin embargo, era de Miguel Angel. En la segunda mitad del s. xv1 se construyeron la capilla de la Asunción, sobre dibujos derivados de los prototipos de Miguel Angel, y las capillas de las que hablamos antes como de los tesoros más ilustres de la basílica; es decir, la capilla del Santísimo Sacramento o sixtina y la capilla de la Salus populi romani o paulina. Clemente X (1670-1676) ordenó a Carlo Rainaldi, sobre proyecto de Bernini, la fachada posterior; pero fue sólo casi un siglo más tarde, es decir, bajo el pontificado de Benedicto XIV (1740-1758), cuando la basílica asumió su aspecto actual, especialmente por obra del arquitecto florentino Ferdinando Fuga. La perspectiva que ofrece la fachada anterior es originalísima, sobre todo porque el conjunto aparece cerrado entre dos alas, en forma de palacios.
En la basílica trabajaron artistas de todo el mundo, pero en particular italianos, desde Algardi a Verschaffelt.
2. MARÍA, COMO MADRE DE DIOS, ES LA VENCEDORA DEL MAL. Puesto que la Theotókos era y sigue siendo considerada como la "vencedora de todas las herejías" y la destructora del mal, durante la edad media se acostumbraba quemar en la escalinata de la basílica los libros heréticos y los escritos del error y de la impureza; se observa una alusión a este uso en el bajorrelieve de G. B. Maini que se encuentra en el pórtico de la basílica.
III. La memoria litúrgica: historia y significado
La memoria litúrgica, antes de la reforma conciliar, seguía estando ligada a la leyenda de la aparición de la Virgen al patricio Juan, en el pontificado del papa Liberio, y a la nevada del mes de agosto en el monte Esquilino (cf lecturas del II nocturno del antiguo Oficio); el mismo título de la memoria --S. Maria ad nives— era una evocación del episodio legendario. Cabría entonces preguntarse: ¿por qué con la reforma del Vat II se ha conservado una memoria basada en una leyenda? La respuesta nos la da el mismo título nuevo de la memoria facultativa del 5 de agosto: "Dedicación de la basílica de Santa María la Mayor". El término dedicación es ya de suyo muy expresivo y en la liturgia renovada se utiliza para lo que antiguamente se llamaba la consagración de una iglesia. Nótese que el término dedicación, más que un valor objetivo, expresa un valor final, exactamente como el término ordenación (de diáconos, presbíteros u obispos). He aquí entonces que los dos términos dedicación e iglesia, referidos a María, adquieren un significado y un valor de la mayor importancia, es decir: María es la virgen, la dedicada exclusivamente al Señor (y precisamente por esto es por lo que ha recibido unos carismas singulares); además, María no sólo es la imagen y el tipo de la >iglesia, sino que se sitúa también en el origen de la misma iglesia, comunidad de los creyentes (cf Jn 2,11) y, en el triduo de la muerte del Señor, la iglesia era ella, esto es, la iglesia no podía identificarse más que con ella, puesto que la que realmente creía en la divinidad del Hijo en la inminencia de la resurrección era solamente ella; ella, en efecto, no había ido con las piadosas mujeres al sepulcro para... embalsamar el cuerpo del Señor (cf Mt 28,1-8; Mc 16,1-8; Lc 24,11; Jn 20,1-18). Así pues, María es en cierto sentido (después de Cristo) la misma iglesia en su plenitud y perfección: "La santa iglesia venera con amor particular a María santísima, madre de Dios, unida indisolublemente a la obra de salvación de su Hijo; en María admira y exalta el fruto más excelso de la redención y en ella contempla con gozo, como en una imagen purísima, lo que toda ella desea y espera llegar a ser" (SC 103). María es la imagen escatológica de la iglesia; es decir, ella es desde hoy, en la gloria, lo que la iglesia habrá de ser en el reino escatológico, cuando sea de forma perfecta la esposa del Cordero.
Es interesante destacar cómo el templo mariano es la casa de Jesús: de este modo María se convierte en el modelo del alma, templo vivo de la santísima Trinidad. Afirmaba el papa Pío XII: "Lo mismo que la devoción mariana se exterioriza en la construcción de templos en su honor, así también tiene que conducir a la práctica de la verdadera vida cristiana, que hace al alma templo vivo de la santísima Trinidad.
El templo material dedicado a María y guardián de Jesús eucaristía es también imagen de María, templo vivo del Espíritu, por ser una morada digna del Verbo hecho carne. Cada uno de los cristianos es un templo del Espíritu, destinado a acoger a Jesús eucaristía. ¿A quién otro sino a María se le ha confiado la tarea de llevarnos hasta la madurez de la plenitud de Cristo (cf Ef 4,13)?
y artísticos de la basílica
Jueves 04 de agosto de 2016
San Juan María Vianney
Decimoctava semana del Tiempo Ordinario
Jeremías 31,31-34:
Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No como la alianza que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto: ellos quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor –oráculo del Señor–. Sino que así será la alianza que haré con ellos, después de aquellos días –oráculo del Señor–: Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo. Y no tendrá que enseñar uno a su prójimo, el otro a su hermano, diciendo: «Reconoce al Señor.» Porque todos me conocerán, desde el pequeño al grande –oráculo del Señor–, cuando perdone sus crímenes y no recuerde sus pecados.Sal 50 R/. Oh Dios, crea en mí un corazón puro
h Dios, crea en mí un corazón puro,renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado, tú no lo desprecias. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 16,13-23:
En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?» Ellos contestaron: «Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremias o uno de los profetas.»Él les preguntó: «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?» Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.»
Jesús le respondió: «¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo.» Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías. Desde entonces empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenla que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, y que tema que ser ejecutado y resucitar al tercer día. Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo: «¡No lo permita Dios, Señor! Eso no puede pasarte.»
Jesús se volvió y dijo a Pedro: «Quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA 4 AGOSTO
Terminamos hoy la lectura de Jeremías, para empezar, desde mañana, la de otros profetas. Y la última página seleccionada es también optimista: nos anuncia una Nueva Alianza.
En el AT nunca se había dicho que fuera a haber otra Alianza distinta de la del Sinaí, tantas veces rota por el pueblo, pero mantenida siempre en pie por la fidelidad de Dios.
Ahora, el profeta, como fruto de una maduración espiritual de su fe, anuncia, de parte de Dios, que a esa primera Alianza le va a seguir otra, definitiva, mucho más profunda y personal: «meteré mi ley en su pecho, la escribiré en sus corazones, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo».
Si la de la primera se podio decir que había constituido un fracaso por parte del pueblo, Dios no ceja en su empeño y anuncia otra mejor, una Alianza de fe, de conocimiento de Dios, de perdón y reconciliación. Se trata de la interiorización de la Alianza.
«Vienen días...». Los cristianos estamos convencidos de que esa Nueva Alianza, que ha llevado a plenitud la del pueblo de Israel, se ha cumplido en Cristo Jesús.
Es la Alianza que él selló, no con sangre de animales, como la del Sinaí, sino con su propia Sangre en la cruz. Es la Alianza de la que nos ha querido hacer participes cada vez que celebramos el sacramento memorial de su Pascua, la Eucaristía: «tomad y bebed todos de él: éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la alianza nueva y eterna...».
Pero toda alianza, y más la Nueva de Cristo, nos compromete a un estilo de vida coherente. Participar de la Eucaristía supone una actitud concreta a lo largo de la jornada.
No vaya a ser que también de nosotros se tenga que quejar Dios como de Israel, por nuestra incoherencia.
El salmo nos sitúa en la dirección justa cuando apunta a un corazón renovado, humilde y alegre a la vez, un corazón vuelto a Dios: «Oh Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme... devuélveme la alegría de tu salvación...».
2. Mateo 16,13-23
a) La página de Mateo es doble: contiene una alabanza de Jesús a Pedro, constituyéndolo como autoridad en su Iglesia y, a la vez, una reprimenda muy dura al mismo Pedro, porque no entiende las cosas de Dios.
Ante todo, la alabanza. Jesús pregunta (hace una encuesta) sobre lo que dicen de él: unos, que un profeta, o que el mismo Bautista. Y, ante la pregunta directa de Jesús («y vosotros, ¿quién decís que soy yo?»), Pedro toma la palabra y formula una magnífica profesión de fe: «tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».
Jesús le alaba porque ha sabido captar la voz de Dios y, con tres imágenes, le constituye como autoridad en la Iglesia, lo que luego se llamará «el primado»: la imagen de la piedra (Pedro = piedra = roca fundacional de la Iglesia), la de las llaves (potestad de abrir y cerrar en la comunidad) y la de «atar y desatar».
Pero, a renglón seguido, Mateo nos cuenta otras palabras de Jesús, esta vez muy duras. Al anunciar Jesús su muerte y resurrección, Pedro, de nuevo primario y decidido, cree hacerle un favor: «no lo permita Dios, eso no puede pasarte»; y tiene que oír algo que no olvidará en toda su vida: «quítate de mi vista, Satanás, que me haces tropezar: tú piensas como los hombres, no como Dios». Antes le alaba porque habla según Dios. Ahora le riñe porque habla como los hombres. Antes le ha llamado «roca y piedra» de construcción.
Ahora, «piedra de escándalo» para el mismo Jesús.
b) En nosotros pueden coexistir una fe muy sentida, un amor indudable hacia Cristo y, a la vez, la debilidad y la superficialidad en el modo de entenderle.
No se podía dudar del amor que Pedro tenía a Jesús, ni dejar de admirar la prontitud y decisión con que proclama su fe en él. Pero esa fe no es madura: no ha captado que el mesianismo que él espera (fruto de la formación religiosa recibida) no coincide con el mesianismo que anuncia Jesús, que incluye su muerte en la cruz.
Todos tendemos a hacer una selección en nuestro seguimiento de Cristo. Le confesamos como Mesías e Hijo de Dios. Pero ya nos cuesta más entender que se trata de un Mesías «crucificado», que acepta la renuncia y la muerte porque está seriamente comprometido en la liberación de la humanidad. No nos agrada tanto que sus seguidores debamos recorrer el mismo camino. Como a Pedro, nos gusta el monte Tabor, el de la transfiguración, pero no, el monte Calvario, el de la cruz. A Jesús le tenemos que aceptar entero, sin «censurar» las páginas del evangelio según vayan o no de acuerdo con nuestra formación, con nuestra sensibilidad o con nuestros gustos.
Más tarde, ayudado en su maduración espiritual por Cristo, por el Espíritu y por las lecciones de la vida, Pedro aceptará valientemente la cruz: cuando se tenga que presentar ante las autoridades que le prohíben hablar de Jesús, cuando sufra cárceles y azotes, y, sobre todo, cuando tenga que padecer martirio en Roma. Valió la pena la corrección que Jesús le dedicó.
Miércoles 3 agosto de 2016. 18 ª Semana del T. ordinario
Jeremías 31,1-7:
En aquel tiempo –oráculo del Señor–, seré el Dios de todas las tribus de Israel, y ellas serán mi pueblo. Así dice el Señor: Halló gracia en el desierto el pueblo escapado de la espada; camina Israel a su descanso, el Señor se le apareció de lejos. Con amor eterno te amé, por eso prolongue mi misericordia. Todavía te construiré y serás reconstruida, Doncella de Israel; todavía te adornarás y saldrás con panderos a bailar en corros; todavía plantarás viñas en los montes de Samaría, y los que plantan cosecharán. «Es de día» gritarán los centinelas en la montaña de Efraín: «Levantaos y marchemos a Sión, al Señor nuestro Dios.» Porque así dice el Señor: «Gritad de alegría por Jacob, regocijaos por el amor de los pueblos; proclamad, alabad y decid: "El Señor ha salvado a su pueblo, al resto de Israel."»Salmo Jr 31,10-13 R/. El Señor nos guardará como pastor a su rebaño
Escuchen, pueblos, la palabra del Señor,anunciadla en las islas remotas:
«El que dispersó a Israel lo reunirá,
lo guardará como pastor a su rebaño.» R/.
Porque el Señor redimió a Jacob,
lo rescató de una mano más fuerte.
Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión,
afluirán hacia los bienes del Señor. R/.
Entonces se alegrará la doncella en la danza,
gozarán los jóvenes y los viejos;
convertiré su tristeza en gozo,
los alegraré y aliviaré sus penas. R/.
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 15,21-28:
En aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.» Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando.»Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.»
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió: «Señor, socórreme.» Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos.» Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.» Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.» En aquel momento quedó curada su hija.
PARA VIVIR ESTA PALABRA DEL 3 AGOSTO
No tiene desperdicio la página de Jeremías también para nosotros, si nos encontramos en situación de desánimo.
Por una parte, haremos bien en aprender las lecciones que nos da la historia, pensando que, seguramente, algo de culpa habremos tenido nosotros en el deterioro de las cosas.
Juan Pablo II, en su carta convocatoria del Jubileo 2000, invitaba a un examen de conciencia: «A las puertas del nuevo milenio los cristianos deben ponerse humildemente ante el Señor para interrogarse sobre las responsabilidades que ellos tienen también en relación a los males de nuestro tiempo... La indiferencia religiosa... La pérdida del sentido trascendente de la vida... La atmósfera de secularismo y relativismo ético. ¿Qué parte de responsabilidad deben reconocer también ellos, frente a la desbordante irreligiosidad, por no haber manifestado el genuino rostro de Dios, a causa de los defectos de su vida religiosa, moral y social?» (TMA 36).
Pero, a la vez, el profeta nos invita a la esperanza. El lenguaje es optimista: «halló gracia... camina al descanso... te construiré, serás reconstruida... te adornarás y saldrás a bailar... plantarás... cosecharás...». Eso no pasó sólo hace dos mil quinientos años. Dios quiere que pase también ahora lo que dice el salmo: «el que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño... entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos...».
No está hoy el mundo peor que en tiempos de Jeremías. Y tuvo solución, porque Dios lo seguía amando. Y ahora ¿quién nos separará del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús?
Que alguien suba hoy a la azotea y grite, con el profeta: «Es de día». E invite a todos: «Levantaos y marchemos al Señor nuestro Dios... gritad de alegría... el Señor ha salvado a su pueblo».
Mateo 15,21-38
Una mujer extranjera consigue de Jesús la curación de su hija. Es una escena breve, pero significativa. Jesús sale por primera vez fuera del territorio de Israel, a Tiro y Sidón, el actual Líbano.
Mateo no sólo quiere probar el buen corazón de Jesús y su fuerza curativa, sino también el acierto de que la Iglesia en el momento en que escribe su evangelio se haya vuelto claramente hacia los paganos. Eso sí, anunciando primero a Israel el cumplimiento de las promesas, antes de pasar a los otros pueblos.
Desde luego, Jesús no le pone la cosa fácil a la buena mujer. Primero, hace ver que no ha oído. Luego, le pone unas dificultades que parecen duras: lo de Israel y los paganos, o lo de los hijos y los perritos. Ella no parece interpretar tan negativas estas palabras y reacciona con humildad e insistencia. Hasta llegar a merecer la alabanza de Jesús: «Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla lo que deseas».
La mujer pagana es un modelo de fe. Su oración por su hija enferma, que ella cree que está poseída por «un demonio muy malo», es sencilla y honda: «Ten compasión de mí, Señor» (en griego: Kyrie, eleison).
No se da por vencida ante la respuesta de Jesús y va respondiendo a las «dificultades» que la ponen a prueba. Es uno de los casos en que Jesús alaba la fe de los extranjeros (el buen samaritano, el otro samaritano curado de la lepra, el centurión romano), en contraposición a los judíos, los de casa, a los que se les podría suponer una fe mayor que a los de fuera.
La fe de esta mujer nos interpela a los que somos «de casa» y que, por eso mismo, a lo mejor estamos tan satisfechos y autosuficientes, que olvidamos la humildad en nuestra actitud ante Dios y los demás. Tal vez, la oración de tantas personas alejadas, que no saben rezar litúrgicamente, pero que la dicen desde la hondura de su ser, le es más agradable a Dios que nuestros cantos y plegarias, si son rutinarios y satisfechos.
Martes 02 de agosto de 2016. Ntra sra. de los Ángeles. 18ª semana del Tiempo Ordinario
Jeremías 30,1-2.12-15.18-22:
Palabra que Jeremías recibió del Señor: «Así dice el Señor, Dios de Israel: "Escribe en un libro todas las palabras que he dicho. Porque así dice el Señor: "Tu fractura es incurable, tu herida está enconada; no hay remedio para tu llaga, no hay medicinas que te cierren la herida. Tus amigos te olvidaron, ya no te buscan, porque te alcanzó el golpe enemigo, un cruel escarmiento, por el número de tus crímenes, por la muchedumbre de tus pecados. ¿Por qué gritas por tu herida? Tu llaga es incurable; por el número de tus crímenes, por la muchedumbre de tus pecados, te he tratado así." Así dice el Señor: "Yo cambiaré la suerte de las tiendas de Jacob, me compadeceré de sus moradas; sobre sus ruinas será reconstruida la ciudad, su palacio se asentará en su puesto. De ella saldrán alabanzas y gritos de alegría. Los multiplicaré, y no disminuirán; los honraré, y no serán despreciados. Serán sus hijos como en otro tiempo, la asamblea será estable en mi presencia. Castigaré a sus opresores. Saldrá de ella un príncipe, su señor saldrá de en medio de ella; me lo acercaré y se llegará a mí, pues, ¿quién, si no, se atrevería a acercarse a mí? –oráculo del Señor–. Vosotros seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios."»Sal 101,16-18.19-21.29 y 22-23 R/. El Señor reconstruyó Sión, y apareció en su gloria
Los gentiles temerán tu nombre,los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.
Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.
Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia,
para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14,22-36:
Después que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y, después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar. Llegada la noche, estaba allí solo. Mientras tanto, la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. De madrugada se les acercó Jesús, andando sobre el agua. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, pensando que era un fantasma. Jesús les dijo en seguida: «¡Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!»Pedro le contestó: «Señor, si eres tú, mándame ir hacia ti andando sobre el agua.»
Él le dijo: «Ven.» Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua, acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó: «Señor, sálvame.» En seguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: «¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?» En cuanto subieron a la barca, amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él, diciendo: «Realmente eres Hijo de Dios.» Terminada la travesía, llegaron a tierra en Genesaret. Y los hombres de aquel lugar, apenas lo reconocieron, pregonaron la noticia por toda aquella comarca y trajeron donde él a todos los enfermos. Le pedían tocar siquiera la orla de su manto, y cuantos la tocaron quedaron curados.
PARA VIVIR ESTA PALABRA DEL 2 AGOSTO
El simpático episodio de Pedro, que se hunde en las aguas del lago, describe bien el carácter de este impetuoso discípulo y nos ayuda a sacar lecciones provechosas para nuestra vida.
Después de la multiplicación de los panes, Jesús se retira al monte a solas a orar, mientras sus discípulos suben a la barca y se adentran en el lago. Durante la noche se levanta el viento y pasan momentos de miedo, miedo que se convierte en espanto cuando ven llegar a Jesús, en la oscuridad, caminando sobre las aguas.
Ahí se convierte Pedro en protagonista: pide a Jesús que le deje ir hacia él del mismo modo, y empieza a hacerlo, aunque luego tiene que gritar «Señor, sálvame», porque ha empezado a dudar y se hunde. Pedro es primario y un poco presuntuoso. Tiene que aprender todavía a no fiarse demasiado de sus propias fuerzas (el evangelio no nos dice qué cara pondrían los demás discípulos al presenciar el ridículo de Pedro).
La presencia de Jesús hizo que amainara el viento. La reacción del grupo de apóstoles está llena de admiración: «realmente eres Hijo de Dios».
Ante todo, mirándonos al espejo de Jesús, aprendemos cómo compaginaba su trabajo misionero -intenso, generoso- con los momentos de retiro y oración. En el diálogo con su Padre es donde encontraba, también él, la fuerza para su entrega a los demás. ¿No será ésta la causa de nuestros fracasos y de nuestra debilidad: que no sabemos retirarnos y hacer oración? ¿es la oración el motor de nuestra actividad? No se trata de refugiarnos en la oración para no trabajar. Pero tampoco de refugiarnos en el trabajo y descuidar la oración. Porque ambas cosas son necesarias en nuestra vida de cristianos y de apóstoles.
Para que nuestra actividad no sólo sea humanamente honrada y hasta generosa, sino que lo sea en cristiano, desde las motivaciones de Dios.
La barca de los discípulos, zarandeada por vientos contrarios, se ve fácilmente como símbolo de la Iglesia, agitada por los problemas internos y la oposición externa (cuando Mateo escribe su evangelio, la comunidad ya sabe muy bien lo que son los vientos contrarios). También es símbolo de la vida de cada uno de nosotros, con sus tempestades particulares. En ambos casos, hay una diferencia decisiva: sin Jesús en la barca, toda perece hundirse. Cuando le dejamos subir, el viento amaina. En los momentos peores, tendremos que recordar la respuesta de Jesús: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo». Y confiar en él.
La aventura de Pedro también nos interpela, por si tenemos la tendencia a fiarnos de nuestras fuerzas y a ser un tanto presuntuosos. Por una parte, hay que alabar la decisión de Pedro, que deja la (relativa) seguridad de la barca para intentar avanzar sobre las aguas. Tenemos que saber arriesgarnos y abandonar seguridades cuando Dios nos lo pide (recordemos a Abrahán, a sus 75 años) y no instalarnos en lo fácil. Lo que le faltó a Pedro fue una fe perseverante. Empezó bien, pero luego empezó a calcular sus fuerzas y los peligros del viento y del agua, y se hundió.
La vida nos da golpes, que nos ayudan a madurar. Como a Pedro. No está mal que, alguna vez, nos salga espontánea, y con angustia, una oración tan breve como la suya: «Señor, sálvame». Seguramente Jesús nos podrá reprochar también a nosotros: «¡qué poca fe! ¿por qué has dudado?». E iremos aprendiendo a arriesgarnos a pesar del viento, pero convencidos de que la fuerza y el éxito están en Jesús, no en nuestras técnicas y talentos: «realmente eres Hijo de Dios».
REZAMOS por los jóvenes y el Papa en a JMJ-POLONIA
Lunes 01 de agosto de 2016
San Alfonso Mª de Ligorio
Decimoctava semana del Tiempo Ordinario
Jeremías 28,1-17:
Al principio del reinado de Sedecías en Judá, el mes quinto, Ananías, hijo de Azur, profeta natural de Gabaón, me dijo en el templo, en presencia de los sacerdotes y de toda la gente: «Así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: "Rompo el yugo del rey de Babilonia. Antes de dos años devolveré a este lugar todo el ajuar del templo que Nabucodonosor, rey de Babilonia, cogió y se llevó a Babilonia. A Jeconías, hijo de Joaquín, rey de Judá, y a todos los judíos desterrados en Babilonia yo los haré volver a este lugar –oráculo del Señor–, porque romperé el yugo del rey de Babilonia."»El profeta Jeremías respondió al profeta Ananías, en presencia de los sacerdotes y del pueblo que estaba en el templo; el profeta Jeremías dijo: «Amén, así lo haga el Señor. Que el Señor cumpla tu profecía, trayendo de Babilonia a este lugar todo el ajuar del templo y a todos los desterrados. Pero escucha lo que yo te digo a ti y a todo el pueblo: "Los profetas que nos precedieron, a ti y a mi, desde tiempo inmemorial, profetizaron guerras, calamidades y epidemias a muchos países y a reinos dilatados. Cuando un profeta predecía prosperidad, sólo al cumplirse su profecía era reconocido como profeta enviado realmente por el Señor."»
Entonces Ananías le quitó el yugo del cuello al profeta Jeremías y lo rompió, diciendo en presencia de todo el pueblo: «Así dice el Señor: "Así es como romperé el yugo del rey de Babilonia, que llevan al cuello tantas naciones, antes de dos años."»
El profeta Jeremías se marchó por su camino. Después que el profeta Ananías rompió el yugo del cuello del profeta Jeremías, vino la palabra del Señor a Jeremías: «Ve y dile a Ananías: "Así dice el Señor: Tú has roto un yugo de madera, yo haré un yugo de hierro. Porque así dice el Señor de los ejércitos, Dios de Israel: Pondré yugo de hierro al cuello de todas estas naciones, para que sirvan a Nabucodonosor, rey de Babilonia; y se le someterán, y hasta las bestias del campo le entregaré."»
El profeta Jeremías dijo a Ananías profeta: «Escúchame, Ananías; el Señor no te ha enviado, y tú has inducido a este pueblo a una falsa confianza. Por eso, así dice el Señor: "Mira: yo te echaré de la superficie de la tierra; este año morirás, porque has predicado rebelión contra el Señor."»
Y el profeta Ananías murió aquel mismo año, el séptimo mes.
Sal 118,29.43.79.80.95.102 R/. Instrúyeme, Señor, en tus leyes
Apártame del camino falso,y dame la gracia de tu voluntad. R/.
No quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos. R/.
Vuelvan a mi tus fieles
que hacen caso de tus preceptos. R/.
Sea mi corazón perfecto en tus leyes,
así no quedaré avergonzado. R/.
Los malvados me esperaban para perderme,
pero yo meditaba tus preceptos. R/.
No me aparto de tus mandamientos,
porque tú me has instruido. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo (14,13-21):
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar, vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos.Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: «Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer.»
Jesús les replicó: «No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer.»
Ellos le replicaron: «Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces.»
Les dijo: «Traédmelos.»
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
PARA VIVIR ESTA PALABRA DEL LUNES 1 AGOSTO
Jesús, al enterarse de la muerte del Bautista, intenta retirarse a un lugar solitario, pero la gente no le deja. A él, como siempre, «le dio lástima y curó a los enfermos». Su actividad misionera es intensa: predica la Buena Nueva de la salvación, cura a los enfermos, atiende a todos y, como vemos hoy, también les da de comer.
Es un milagro cargado de simbolismo. En el AT, Moisés, Elías y Eliseo dieron de comer a la multitud en el desierto o en períodos de sequía y hambre. Jesús cumple en plenitud las figuras del AT. Además, muestra un corazón lleno de misericordia y un poder divino como Enviado e Hijo de Dios.
El relato es también un programa para la comunidad de los seguidores de Jesús.
Ante todo, el lenguaje del evangelio se parece mucho al de nuestra Eucaristía: «tomó... pronunció la bendición... partió... se los dio...». No podemos no pensar en ese Pan que Jesús multiplica para nosotros cada vez que celebramos la Eucaristía, el signo sacramental que él mismo nos encargó que celebráramos en memoria de su Pascua.
Pero, cada vez que leemos esta escena, también aprendemos la lección de la solidaridad con los que pasan hambre, con los que buscan, con los que andan errantes por el desierto. La consigna de Jesús es sintomática: «dadles vosotros de comer». La Iglesia no sólo ofrece el Pan con mayúscula. También el pan con minúscula, que puede traducirse por cultura y cuidado sanitario y preocupación por la justicia en favor de los débiles y la solidaridad de los que tienen con los que no tienen...
En cada misa, el Padrenuestro nos hace pedir el pan nuestro de cada día, el pan de la subsistencia y, luego, pasamos a ser invitados al Pan que es el mismo Señor Resucitado que se ha hecho nuestro alimento sobrenatural. Hay un doble pan porque el hambre también es doble: de lo humano y de lo trascendente. Y la «fracción del pan» debería ser tanto partir el Pan eucarístico como compartir el pan material con el hambriento.
Jesús, con esta dinámica del pan material y del pan espiritual, ayuda a las personas a pasar del hambre de lo humano al hambre de lo divino. De la luz de los ojos a la luz interior de la fe, en el caso del ciego. Del agua del pozo al agua que sacia la sed para siempre, a la mujer samaritana. Lo mismo tendremos que hacer nosotros, los cristianos. El lenguaje de la caridad es el que mejor prepara los ánimos para que acepten también nuestro testimonio sobre los valores sobrenaturales.
Domingo 31 julio 2016. 18 del Tiempo ordinario
Eclesiastés 1, 2; 2, 21-23
Vaciedad sin sentido, dice el Predicador,
vaciedad sin sentido; todo es vaciedad.
Hay quien trabaja con destreza,
con habilidad y acierto,
y tiene que legarle su porción
al que no la ha trabajado.
También esto es vaciedad y gran desgracia.
¿Qué saca el hombre de todo su trabajo
y de los afanes con que trabaja bajo el sol?
De día dolores, penas y fatigas;
de noche no descansa el corazón.
También esto es vaciedad.
Sal 94, 1-2. 6-7. 8-9 R. Escucharemos tu voz, Señor.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
vitoreándolo al son de instrumentos. R.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No, endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto,
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque hablan visto mis obras.» R.
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 1-5. 9-11
Hermanos:
Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.
Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida nuestra, entonces también vosotros apareceréis, juntamente con él, en gloria.
Dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia, y la avaricia, que es una idolatría.
No sigáis engañándoos unos a otros.
Despojaos de la vieja condición humana, con sus obras, y revestíos de la nueva condición, que se va renovando como imagen de su creador, hasta llegar a conocerlo.
En este orden nuevo no hay distinción entre judíos y gentiles, circuncisos e incircuncisos, bárbaros y escitas, esclavos y libres; porque Cristo es la síntesis de todo y está en todos.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 12, 13-21
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús:
–Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
El le contestó:
–Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?
Y dijo a la gente:
–Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.
Y les propuso una parábola:
–Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha.
Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: «Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe, y date buena vida.»
Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado ¿de quién será?»
Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.
31 de Julio de 2016. 18 Tiempo ordinario (C). Lucas 12, 13-21
"DESENMASCARAR LA INSENSATEZ
El protagonista de la pequeña parábola del "rico insensato" es un terrateniente como aquellos que conoció Jesús en Galilea. Hombres poderosos que explotaban sin piedad a los campesinos, pensando sólo en aumentar su bienestar. La gente los temía y envidiaba: sin duda eran los más afortunados. Para Jesús, son los más insensatos.
Sorprendido por una cosecha que desborda sus expectativas, el rico propietario se ve obligado a reflexionar:«¿Qué haré?». Habla consigo mismo. En su horizonte no aparece nadie más. No parece tener esposa, hijos, amigos ni vecinos. No piensa en los campesinos que trabajan sus tierras. Sólo le preocupa su bienestar y su riqueza: mi cosecha, mis graneros, mis bienes, mi vida...
El rico no se da cuenta de que vive encerrado en sí mismo, prisionero de una lógica que lo deshumaniza vaciándolo de toda dignidad. Sólo vive para acumular, almacenar y aumentar su bienestar material: «Construiré graneros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come y date buena vida».
De pronto, de manera inesperada, Jesús le hace intervenir al mismo Dios. Su grito interrumpe los sueños e ilusiones del rico: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?». Ésta es la sentencia de Dios: la vida de este rico es un fracaso y una insensatez.
Agranda sus graneros, pero no sabe ensanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su riqueza, pero empequeñece y empobrece su vida. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso, la alegría ni la solidaridad. No sabe dar ni compartir, sólo acaparar. ¿Qué hay de humano en esta vida?
La crisis económica que estamos sufriendo es una "crisis de ambición": los países ricos, los grandes bancos, los poderosos de la tierra... hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades, soñando con acumular bienestar sin límite alguno y olvidando cada vez más a los que se hunden en la pobreza y el hambre. Pero, de pronto nuestra seguridad se ha venido abajo.
Esta crisis no es una más. Es un "signo de los tiempos" que hemos de leer a la luz del evangelio. No es difícil escuchar la voz de Dios en el fondo de nuestras conciencias: "Basta ya de tanta insensatez y tanta insolidaridad cruel". Nunca superaremos nuestras crisis económicas sin luchar por un cambio profundo de nuestro estilo de vida: hemos de vivir de manera más austera; hemos de compartir más nuestro bienestar." José Antonio Pagola.
31 de Julio de 2016. 18 Tiempo ordinario (C). Lucas 12, 13-21
El protagonista de la pequeña parábola del "rico insensato" es un terrateniente como aquellos que conoció Jesús en Galilea. Hombres poderosos que explotaban sin piedad a los campesinos, pensando sólo en aumentar su bienestar. La gente los temía y envidiaba: sin duda eran los más afortunados. Para Jesús, son los más insensatos.
Sorprendido por una cosecha que desborda sus expectativas, el rico propietario se ve obligado a reflexionar:«¿Qué haré?». Habla consigo mismo. En su horizonte no aparece nadie más. No parece tener esposa, hijos, amigos ni vecinos. No piensa en los campesinos que trabajan sus tierras. Sólo le preocupa su bienestar y su riqueza: mi cosecha, mis graneros, mis bienes, mi vida...
El rico no se da cuenta de que vive encerrado en sí mismo, prisionero de una lógica que lo deshumaniza vaciándolo de toda dignidad. Sólo vive para acumular, almacenar y aumentar su bienestar material: «Construiré graneros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come y date buena vida».
De pronto, de manera inesperada, Jesús le hace intervenir al mismo Dios. Su grito interrumpe los sueños e ilusiones del rico: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?». Ésta es la sentencia de Dios: la vida de este rico es un fracaso y una insensatez.
Agranda sus graneros, pero no sabe ensanchar el horizonte de su vida. Acrecienta su riqueza, pero empequeñece y empobrece su vida. Acumula bienes, pero no conoce la amistad, el amor generoso, la alegría ni la solidaridad. No sabe dar ni compartir, sólo acaparar. ¿Qué hay de humano en esta vida?
La crisis económica que estamos sufriendo es una "crisis de ambición": los países ricos, los grandes bancos, los poderosos de la tierra... hemos querido vivir por encima de nuestras posibilidades, soñando con acumular bienestar sin límite alguno y olvidando cada vez más a los que se hunden en la pobreza y el hambre. Pero, de pronto nuestra seguridad se ha venido abajo.
Esta crisis no es una más. Es un "signo de los tiempos" que hemos de leer a la luz del evangelio. No es difícil escuchar la voz de Dios en el fondo de nuestras conciencias: "Basta ya de tanta insensatez y tanta insolidaridad cruel". Nunca superaremos nuestras crisis económicas sin luchar por un cambio profundo de nuestro estilo de vida: hemos de vivir de manera más austera; hemos de compartir más nuestro bienestar." José Antonio Pagola.
Sábado 30 de julio de 2016
Decimoséptima semana del Tiempo Ordinario
Jeremías 26,11-16.24:
En aquellos días, los sacerdotes y los profetas dijeron a los príncipes y al pueblo: «Este hombre es reo de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como lo habéis oído con vuestros oídos.»
Jeremías respondió a los príncipes y al pueblo: «El Señor me envió a profetizar contra este templo y esta ciudad las palabras que habéis oído. Pero, ahora, enmendad vuestra conducta y vuestras acciones, escuchad la voz del Señor, vuestro Dios; y el Señor se arrepentirá de la amenaza que pronunció contra vosotros. Yo, por mi parte, estoy en vuestras manos: haced de mí lo que mejor os parezca. Pero, sabedlo bien: si vosotros me matáis, echáis sangre inocente sobre vosotros, sobre esta ciudad y sus habitantes. Porque ciertamente me ha enviado el Señor a vosotros, a predicar a vuestros oídos estas palabras.»
Los príncipes del pueblo dijeron a los sacerdotes y profetas: «Este hombre no es reo de muerte, porque nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios.»
Entonces Ajicán, hijo de Safán, se hizo cargo de Jeremías, para que no lo entregaran al pueblo para matarlo.
Salmo 68 R/. Escúchame, Señor, el día de tu favor
Arráncame del cieno, que no me hunda;
líbrame de los que me aborrecen,
y de las aguas sin fondo.
Que no me arrastre la corriente,
que no me trague el torbellino,
que no se cierre la poza sobre mí. R/.
Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.
Miradlo, los humildes, y alegraos,
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 14,1-12:
En aquel tiempo oyó el virrey Herodes lo que se contaba de Jesús, y dijo a sus ayudantes: «Ese es Juan Bautista que ha resucitado de entre los muertos, y por eso los Poderes actúan en él.»
Es que Herodes había mandado prender a Juan y lo había metido en la cárcel encadenado por motivo de Herodías, mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía que no le estaba permitido vivir con ella. Quería mandarlo matar, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta. El día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías danzó delante de todos, y le gustó tanto a Herodes, que juró darle lo que pidiera. Ella, instigada por su madre, le dijo: «Dame ahora mismo en una bandeja la cabeza de Juan Bautista.»
El rey lo sintió; pero, por el juramento y los invitados, ordenó que se la dieran; y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Trajeron la cabeza en una bandeja, se la entregaron a la joven, y ella se la llevó a su madre. Sus discípulos recogieron el cadáver, lo enterraron y fueron a contárselo a Jesús.
PARA VIVIR ESTA PALABRA del sábado 30 julio 2016
La figura patética de Jeremías anuncia la de Jesús ante los tribunales de su época. Él sí fue llevado a la muerte por su libertad al denunciar los males de su sociedad y proponer un estilo de vida que trastornaba los planes, sobre todo, de los dirigentes de su pueblo.
Jeremías es también figura de todos los profetas que han sido valientes, como el Bautista, como Esteban, como Pedro y Pablo, que se enfrentaron lúcidamente contra la terquedad o la malicia de algunos. Y de tantos otros, también contemporáneos nuestros, que elevan su voz para denunciar las injusticias sociales o la pérdida de valores humanos y cristianos.
¿Estamos convencidos de que vale la pena dar testimonio de los valores del evangelio en medio de nuestro mundo, a pesar de las dificultades que nos puedan sobrevenir? Nuestra situación, probablemente, no será tan dramática como la de Jeremías, que fue a parar al fondo de un pozo. No tendremos que recurrir personalmente a la angustiosa oración del salmo: «arráncame del cieno, que no me hunda, líbrame de los que me aborrecen y de las aguas sin fondo». Pero, tal vez, podremos decir con verdad: «que no me arrastre la corriente, que no me trague el torbellino».
2. Mateo 14,1-12
a) A Jesús le espera el mismo destino que a su precursor, Juan el Bautista. Un profeta auténtico no sólo es rechazado en su tierra -como decía Jesús ayer-, sino que ese rechazo termina, muchas veces, con la muerte.
A Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, hijo de Herodes el Grande (el de los inocentes de Belén), lo que oye contar de Jesús le recuerda a Juan el Bautista. No tiene la conciencia tranquila, porque le había hecho matar en la cárcel, por instigación de Herodías.
b) La figura del Bautista es recia y admirable, en su coherencia, en la lucidez de su predicación y de sus denuncias.
También en eso es Precursor de Jesús. Es valiente y comprometido. Dice la verdad, aunque desagrade.
Es figura, también, de tantos cristianos que han muerto víctimas de la intolerancia por el testimonio que daban contra situaciones inaguantables. Los profetas mudos prosperan. Los auténticos suelen terminar mal.
Jesús nos dijo que debíamos ser luz y sal y fermento de este mundo. O sea, profetas. Profetas son los que interpretan y viven las realidades de este mundo desde la perspectiva de Dios. Por eso, muchas veces, tienen que denunciar el desacuerdo entre lo que debería ser y lo que es, entre lo que Dios quiere y lo que los intereses de determinadas personas o grupos pretenden.
Un cristiano deberá estar dispuesto a todo. Ya anunció Jesús a los suyos que los llevarían a los tribunales, que los perseguirían, que los matarían. Como a él. Y, sin embargo, vale la pena ser coherentes y dar testimonio del mensaje de Jesús en nuestro mundo, empezando por nuestra familia, grupo o comunidad.
Viernes 29 de julio de 2016, Santa Marta, Decimoséptima semana del Tiempo Ordinario.
¡Felicidades Marta!
Jeremías 26,1-9
Al comienzo del reinado de Joaquín, hijo de Josías, rey de Judá, vino esta palabra del Señor a Jeremías: «Así dice el Señor: Ponte en el atrio del templo y di a todos los ciudadanos de Judá que entran en el templo para adorar, las palabras que yo te mande decirles; no dejes ni una sola. A ver si escuchan y se convierte cada cual de su mala conducta, y me arrepiento del mal que medito hacerles a causa de sus malas acciones. Les dirás: Así dice el Señor: Si no me obedecéis, cumpliendo la ley que os di en vuestra presencia, y escuchando las palabras de mis siervos, los profetas, que os enviaba sin cesar (y vosotros no escuchabais), entonces trataré a este templo como al de Silo, a esta ciudad la haré fórmula de maldición para todos los pueblos de la tierra.»Los profetas, los sacerdotes y el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras, en el templo del Señor. Y, cuando terminó Jeremías de decir cuanto el Señor le había mandado decir al pueblo, lo agarraron los sacerdotes y los profetas y el pueblo, diciendo: «Eres reo de muerte. ¿Por qué profetizas en nombre del Señor que este templo será como el de Silo, y esta ciudad quedará en ruinas, deshabitada?»
Y el pueblo se juntó contra Jeremías en el templo del Señor.
Salmo 68 R/. Que me escuche tu gran bondad, Señor.
Más que los pelos de mi cabezason los que me odian sin razón;
más duros que mis huesos,
los que me atacan injustamente.
¿Es que voy a devolver lo que no he robado? R/.
Por ti he aguantado afrentas,
la vergüenza cubrió mi rostro.
Soy un extraño para mis hermanos,
un extranjero para los hijos de mi madre;
porque me devora el celo de tu templo,
y las afrentas con que te afrentan caen sobre mí. R/.
Pero mi oración se dirige a ti,
Dios mío, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Ésta tenía una hermana llamada Maria, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra.Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.»
Pero el Señor le contestó: «Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
La memoria litúrgica de Santa Marta, la hermana de Lázaro y María, data del siglo XIII, cuando los franciscanos, custodios de los santos lugares de tierra santa, la introdujeron en el calendario de la iglesia, tal vez impresionados por las ruinas de la basílica cristiana que se levantaba sobre el supuesto lugar de residencia de esta familia de hermanos amigos de Jesús.
¿Quién eligió la mejor parte y amó más?
Haciendo lectura del texto evangélico, reparemos en el contraste que Jesús y nosotros mismos observamos entre las actitudes de Marta y María. Son dos hermanas en familia; una mayor en edad y otra menor; una más hacendosa en la casa y otra más propensa al coloquio con el huésped y amigo.
¿Cuál es más responsable? En la historia de la espiritualidad se acomodan este texto y los gestos concomitantes a la descripción simbólica de la llamada “vida activa” (Marta) y de la “vida contemplativa” (María).
¿Es ése su verdadero sentido original? Parece que no. Esa aplicación o relectura mística del texto no es más que acomodación artificial. Lo que parece decir el Señor a Marta, a María y a nosotros es que lo más importante en la vida del espíritu es escuchar, acoger y secundar la Palabra de Dios, pero sabiendo que no puede descuidarse lo demás, simbolizado en la atención, solicitud, delicadeza, servicio de María. Vale la verdad integral.
La amistad y confianza de Jesús con Marta y sus hermanos que quedan de manifiesto suponen una frecuencia de trato, puertas y corazones abiertos, admiración sincera y asimilación de la doctrina y mensajes de salvación.
Haciendo lectura del texto evangélico, reparemos en el contraste que Jesús y nosotros mismos observamos entre las actitudes de Marta y María. Son dos hermanas en familia; una mayor en edad y otra menor; una más hacendosa en la casa y otra más propensa al coloquio con el huésped y amigo.
¿Cuál es más responsable? En la historia de la espiritualidad se acomodan este texto y los gestos concomitantes a la descripción simbólica de la llamada “vida activa” (Marta) y de la “vida contemplativa” (María).
¿Es ése su verdadero sentido original? Parece que no. Esa aplicación o relectura mística del texto no es más que acomodación artificial. Lo que parece decir el Señor a Marta, a María y a nosotros es que lo más importante en la vida del espíritu es escuchar, acoger y secundar la Palabra de Dios, pero sabiendo que no puede descuidarse lo demás, simbolizado en la atención, solicitud, delicadeza, servicio de María. Vale la verdad integral.
La amistad y confianza de Jesús con Marta y sus hermanos que quedan de manifiesto suponen una frecuencia de trato, puertas y corazones abiertos, admiración sincera y asimilación de la doctrina y mensajes de salvación.
Marta es una buena amiga de Jesús y, por tanto, contribuyó a que
Jesús fuera lo que fue. Toda amistad es un milagro de reciprocidad.
Es una mujer acogedora, que sabe hacer un espacio en su casa y cuidar los detalles.
Es una mujer sincera y que se manifiesta como es; también dispuesta a escuchar lo que el Maestro le quiera decir.
Marta nos simboliza a cada uno y podemos calibrar y hacer nuestras las palabras que Jesús le dirige y que se han convertido en un eslogan universal: Solo una cosa es necesaria.
¡Si pudiéramos descubrir, en la barahúnda de nuestras preocupaciones, la verdad de las palabras de Jesús! ¡Hasta los psicoterapeutas perderían clientes!
No hay oposición entre el ser y el hacer, pero sí que hay un orden de prioridad, de precedencia: «María ha elegido la parte buena, que no le será quitada» (Lc 10,42).
Marta solícita, gracias por tu acogida y servicio.
Marta, amiga del Señor, gracias por tu fe.
Marta sufriente, gracias por tu confianza en Jesús.
Marta, amiga del Señor, gracias por tu fe.
Marta sufriente, gracias por tu confianza en Jesús.
Jueves 28 de julio de 2016
Decimoséptima semana del Tiempo Ordinario
Jeremías 18,1-6:
Palabra del Señor que recibió Jeremías: «Levántate y baja al taller del alfarero, y allí te comunicaré mi palabra.»
Bajé al taller del alfarero, que estaba trabajando en el torno. A veces, le salía mal una vasija de barro que estaba haciendo, y volvía a hacer otra vasija, según le parecía al alfarero.
Entonces me vino la palabra del Señor: «¿Y no podré yo trataros a vosotros, casa de Israel, como este alfarero? –oráculo del Señor–. Mirad: como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mi mano, casa de Israel.»
Sal 145 R/. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob
Alaba, alma mía, al Señor:
alabaré al Señor mientras viva,
tañeré para mi Dios mientras exista. R/.
No confiéis en los príncipes,
seres de polvo que no pueden salvar;
exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
ese día perecen sus planes. R/.
Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob,
el que espera en el Señor, su Dios,
que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en él. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,47-53:
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El reino de los cielos se parece también a la red que echan en el mar y recoge toda clase de peces: cuando está llena, la arrastran a la orilla, se sientan, y reúnen los buenos en cestos y los malos los tiran. Lo mismo sucederá al final del tiempo: saldrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los echarán al horno encendido. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. ¿Entendéis bien todo esto?»
Ellos les contestaron: «Sí.»
Él les dijo: «Ya veis, un escriba que entiende del reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
Cuando Jesús acabó estas parábolas, partió de allí.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Jeremías expresa su mensaje al pueblo con la «parábola en acción» de su visita al taller de un alfarero.
El alfarero, al moldear una vasija con barro, si no le sale como quería, vuelve a utilizar el mismo barro para otra que le salga mejor. La intención simbólica podría ser doble:
- o se está diciendo a Israel que no juegue con Dios, porque podría muy bien elegirse otro pueblo que le responda mejor (algo parecido a la parábola de los viñadores infieles de Jesús, que anuncia que Dios pasará su Reino a otros mejores),
- o se está acentuando que Dios tiene paciencia, como el alfarero, y si no le sale la forma que quería, vuelve a probar de nuevo con la misma arcilla.
Todos somos, en manos de Dios, como el barro o la arcilla en las del alfarero. Nos trata personalmente, uno a uno. Somos originales, irrepetibles, sin clonación alguna. Pero ¿nos dejamos moldear según la imagen que él quiere, o le defraudamos?
Deberíamos ser dóciles en sus manos de Artista supremo, disponibles a lo que él quiera: y ya sabemos que lo que quiere de cada uno de nosotros es una imagen de su Hijo. La lástima es que nos podemos resistir.
Pablo usaba el mismo lenguaje: «¿acaso la pieza de barro dirá a quien la moldeó: por qué me hiciste así? ¿o es que el alfarero no es dueño de hacer de una misma masa unas vasijas para usos nobles y otras no?» (Rm 9,20?)
Los santos son las «figuras» que mejor le han salido a Dios: como para exponerlas en un museo a la vista de todos. Empezando por María de Nazaret, la madre de su Hijo, la obra maestra de este taller divino de alfarería. Mientras que nosotros, tal vez, no le damos demasiadas satisfacciones y defraudamos al Alfarero, porque no nos dejamos moldear por sus manos.
Otro profeta, Isaías, usaba la misma comparación y nos sugería una oración humilde para que Dios no pierda la paciencia con nosotros: «Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros somos el barro, y tú eres el alfarero: todos somos obra de tus manos. No te irrites, oh Dios, demasiado, ni para siempre recuerdes la culpa» (Is 64,7-8).
Además, podríamos aprender la paciencia del alfarero cuando, en las obras que llevamos entre manos, algo nos sale mal. No se trata de romper, sino de volver a empezar.
Como hace Dios con nosotros, año tras año. Respetando los ritmos de las personas, y buscando su bien, no nuestra satisfacción.
2. Mateo 13,47-53
a) La de hoy es la última parábola de la serie, y resulta muy parecida a la de la cizaña.
Esta vez, la imagen está tomada, no del trabajo del campo, sino de la pesca en el lago.
Jesús compara su Reino -por tanto, su Iglesia- a una red que los pescadores recogen con peces buenos y malos, y la llevan a la orilla tal como está, sin preocuparse, de momento, de separarlos. Eso ya vendrá después, cuando llegue la hora de separar los buenos y los malos, el día de la selección, al igual que el día de la siega para separar la cizaña y el trigo.
b) De nuevo parece como si se nos quisiera disuadir de la idea de una Iglesia pura. Por el Bautismo hemos entrado en la comunidad de Jesús muchas personas. Pero no tenemos que creer que es comunidad de perfectos, sino también de pecadores.
El mismo Jesús trata con los pecadores, les dirige su palabra, les da tiempo, les invita, no les obliga a la conversión o a seguirle. También ahora en su Iglesia coexisten trigo y cizaña, peces buenos y malos. Es una comunidad universal. Jesús se esfuerza por decirnos que, si alguna oveja se descarría, hay que intentar recuperarla, y, cuando vuelve, la alegría de Dios es inmensa cuando logra reconducirla al redil. Y que no ha venido para los justos, sino para los pecadores. Como el médico está para los enfermos, y no para los sanos.
¿Cuál es nuestra actitud ante las personas que nos parecen débiles y pecadoras? ¿ante la situación de un mundo desorientado? ¿les damos un margen de rehabilitación? ¿o nos portamos tan drásticamente como los que querían arrancar en seguida la cizaña?
Claro que tenemos que luchar contra el mal. Pero sin imitar la presunción de los fariseos, que se tenían por los perfectos, y parecían querer excluir a todos los imperfectos o pecadores. Jesús tiene otro estilo y otro ritmo.
Ojalá, después de todas estas parábolas, podamos decir, como los oyentes de Jesús -no sabemos si con mucha razón- que sí le habían entendido. Que hemos captado la intención de cada una de ellas y nos disponemos a corregir nuestras desviaciones y ponernos en la dirección que él quiere.
(Tomado de J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21)
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 5
Tiempo Ordinario. Semanas 10-21)
Miercoles 27 de julio de 2016
Decimoséptima semana del Tiempo Ordinario
Jeremías 15,10.16-21:
Ay de mí, ¡madre mía!, ¿por qué me diste a luz? Soy hombre que trae líos y contiendas a todo el país. No les debo dinero, ni me deben; ¡pero todos me maldicen! Cuando me llegaban tus palabras, yo las devoraba. Tus palabras eran para mí gozo y alegría, porque entonces hacías descansar tu Nombre sobre mí, ¡oh Yavé Sabaot! Yo no me sentaba con otros para bromear, sino que, apenas tu mano me tomaba, yo me sentaba aparte, pues me habías llenado de tu propio enojo. ¿Por qué mi dolor no tiene fin y no hay remedio para mi herida? ¿Por qué tú, mi manantial, me dejas de repente sin agua?
Entonces Yavé me dijo: «Si vuelves a mí, yo te haré volver a mi servicio. Separa el oro de la escoria si quieres ser mi propia boca. Tendrán que volver a ti, pero tú no volverás a ellos. Haré que tú seas como una fortaleza y una pared de bronce frente a ellos; y si te declaran la guerra, no te vencerán, pues yo estoy contigo para librarte y salvarte. Te protegeré contra los malvados y te arrancaré de las manos de los violentos.»
Entonces Yavé me dijo: «Si vuelves a mí, yo te haré volver a mi servicio. Separa el oro de la escoria si quieres ser mi propia boca. Tendrán que volver a ti, pero tú no volverás a ellos. Haré que tú seas como una fortaleza y una pared de bronce frente a ellos; y si te declaran la guerra, no te vencerán, pues yo estoy contigo para librarte y salvarte. Te protegeré contra los malvados y te arrancaré de las manos de los violentos.»
Salmo 58,2-18 R/. Dios es mi refugio en el peligro
Líbrame de mi enemigo, Dios mío, protégeme de mis agresores;
líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. R/.
Mira que me están acechando y me acosan los poderosos.
Sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme. R/.
Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, oh Dios, eres mi alcázar;
que tu favor se adelante, oh Dios, y me haga ver la derrota del enemigo. R/.
Yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia:
porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro. R/.
Y tañeré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar. R/.
líbrame de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios. R/.
Mira que me están acechando y me acosan los poderosos.
Sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme. R/.
Estoy velando contigo, fuerza mía, porque tú, oh Dios, eres mi alcázar;
que tu favor se adelante, oh Dios, y me haga ver la derrota del enemigo. R/.
Yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia:
porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro. R/.
Y tañeré en tu honor, fuerza mía,
porque tú, oh Dios, eres mi alcázar. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,44-46:
En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: «El Reino de los Cielos se parece a un tesoro escondido en el campo: el que lo encuentra, lo vuelve a esconder, y, lleno de alegría, va a vender todo lo que tiene y compra el campo. El Reino de los Cielos se parece también a un comerciante en perlas finas, que, al encontrar una de gran valor, se va a vender todo lo que tiene y la compra.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA 27 JULIO 2016
La página de hoy es estremecedora, para Jeremías y tal vez para nosotros, en algún momento de nuestra vida.
Él se queja hasta de haber nacido («ay de mí, madre mía, que me engendraste»). Ya desde joven intentó ser fiel a la voz de Dios («tus palabras las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón»). Por su vocación profética renunció a los amigos y a la vida fácil en su pueblo («no me senté a disfrutar con los que se divertían»).
Pero hay momentos en que el mejor creyente, también uno que tiene vocación de profeta, se ve asaltado por dudas y oscuridades, y su entusiasmo se agota, y se cansa de ser bueno y de luchar contra corriente. Tal vez llegue, como Jeremías, a dudar de si en verdad Dios le llamaba, si Dios existía, si estaba o no cerca, o se trataba de «espejismos», «un arroyo engañoso, de aguas inconstantes».
La vocación cristiana no es siempre fácil. Hay días en que nos asalta el desánimo. Por problemas de fuera o de dentro. Son momentos en los que nos sale del alma la oración: «líbrame, Dios mío, líbrame de los malhechores, mira que me están acechando... porque tú, oh Dios, eres mi alcázar... yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia».
Tendremos que oír, una vez más, la palabra serenante de Dios: «estarás en mi presencia... lucharán contra ti y no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte y salvarte». Eso sí, en nuestra fidelidad a Dios debemos seguir sus caminos, y no, los del mundo: «que ellos se conviertan a ti, no te conviertas tú a ellos».
En los momentos de duda, nos salva la oración. Una oración a veces dramática, como la de Jeremías. O como la de Jesús: «aparta de mí este cáliz... ¿por qué me has abandonado?... pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».
2. Mateo 13,44-46
a) Dos parábolas más, muy breves, y ambas coincidentes en su intención: la del que encuentra un tesoro escondido bajo tierra y la del comerciante que, entre las perlas, descubre una particularmente preciosa. Los dos venden cuanto tienen, para asegurarse la posesión de lo que sólo ellos saben que vale tanto.
Hoy Jesús hubiera podido añadir ejemplos como el del que juega en bolsa y sabe qué acciones van a subir, para invertir en ellas, o el de un coleccionista que descubre por casualidad un cuadro o una partitura o una moneda de gran valor. Y no digamos, un pozo de petróleo.
b) SABIDURÍA/VALORES: VALORES/SABIDURÍA: Es una sabiduría rara -la verdadera sabiduría- la de descubrir cuáles son los valores auténticos en esta vida, y cuáles, no, a pesar de que brillen más o parezcan más atrayentes.
¿Qué es más importante: el dinero, la salud, el éxito, la fuerza, el gozo inmediato? ¿o la felicidad, el amor verdadero, la cultura, la tranquilidad de conciencia?
Pero todavía es más necesaria la verdadera sabiduría cuando se trata de descubrir cuáles son los valores del Reino que Dios más aprecia, cuáles sus planes sobre nosotros, los que nos conducen a la verdadera felicidad. A veces, son verdaderamente un tesoro escondido o una perla única.
Muchos cristianos, jóvenes y mayores, tienen la suerte de poder agradecer a Dios el don de la fe, o de haber descubierto en una determinada vocación el camino que Dios les destinaba, o de haberse encontrado con Cristo Jesús, como Pablo cerca de Damasco, o como Mateo cuando estaba sentado a su mesa de impuestos, o como los pescadores del lago que oyeron la invitación de Jesús.
Y lo han dejado todo y han encontrado la alegría y el pleno sentido de sus vidas. En la vida religiosa. O en el ministerio sacerdotal. O en una vida cristiana comprometida y vivida con coherencia, para bien de los demás.
Es una buena inversión. Aunque no sea aplaudida por este mundo ni cotice en la Bolsa.
Rezamos para que los jóvenes participantes en la JMJ de Cracovia tengan una buena experiencia de Dios y vuelvan reforzados a sus lugares. También por los que queriendo no han podido ir. Por la Paz en todo el mundo.
JMJ Comienza martes 26 de julio, 17.30, Parque Błonia
CEREMONIA DE APERTURA: SANTA MISA presidida por el arzobispo de Cracovia, cardenal Stanisław Dziwisz que, durante muchos años, fue secretario personal de san Juan Pablo II.
La página de hoy es estremecedora, para Jeremías y tal vez para nosotros, en algún momento de nuestra vida.
Él se queja hasta de haber nacido («ay de mí, madre mía, que me engendraste»). Ya desde joven intentó ser fiel a la voz de Dios («tus palabras las devoraba, tus palabras eran mi gozo y la alegría de mi corazón»). Por su vocación profética renunció a los amigos y a la vida fácil en su pueblo («no me senté a disfrutar con los que se divertían»).
Pero hay momentos en que el mejor creyente, también uno que tiene vocación de profeta, se ve asaltado por dudas y oscuridades, y su entusiasmo se agota, y se cansa de ser bueno y de luchar contra corriente. Tal vez llegue, como Jeremías, a dudar de si en verdad Dios le llamaba, si Dios existía, si estaba o no cerca, o se trataba de «espejismos», «un arroyo engañoso, de aguas inconstantes».
La vocación cristiana no es siempre fácil. Hay días en que nos asalta el desánimo. Por problemas de fuera o de dentro. Son momentos en los que nos sale del alma la oración: «líbrame, Dios mío, líbrame de los malhechores, mira que me están acechando... porque tú, oh Dios, eres mi alcázar... yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia».
Tendremos que oír, una vez más, la palabra serenante de Dios: «estarás en mi presencia... lucharán contra ti y no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte y salvarte». Eso sí, en nuestra fidelidad a Dios debemos seguir sus caminos, y no, los del mundo: «que ellos se conviertan a ti, no te conviertas tú a ellos».
En los momentos de duda, nos salva la oración. Una oración a veces dramática, como la de Jeremías. O como la de Jesús: «aparta de mí este cáliz... ¿por qué me has abandonado?... pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».
2. Mateo 13,44-46
a) Dos parábolas más, muy breves, y ambas coincidentes en su intención: la del que encuentra un tesoro escondido bajo tierra y la del comerciante que, entre las perlas, descubre una particularmente preciosa. Los dos venden cuanto tienen, para asegurarse la posesión de lo que sólo ellos saben que vale tanto.
Hoy Jesús hubiera podido añadir ejemplos como el del que juega en bolsa y sabe qué acciones van a subir, para invertir en ellas, o el de un coleccionista que descubre por casualidad un cuadro o una partitura o una moneda de gran valor. Y no digamos, un pozo de petróleo.
b) SABIDURÍA/VALORES: VALORES/SABIDURÍA: Es una sabiduría rara -la verdadera sabiduría- la de descubrir cuáles son los valores auténticos en esta vida, y cuáles, no, a pesar de que brillen más o parezcan más atrayentes.
¿Qué es más importante: el dinero, la salud, el éxito, la fuerza, el gozo inmediato? ¿o la felicidad, el amor verdadero, la cultura, la tranquilidad de conciencia?
Pero todavía es más necesaria la verdadera sabiduría cuando se trata de descubrir cuáles son los valores del Reino que Dios más aprecia, cuáles sus planes sobre nosotros, los que nos conducen a la verdadera felicidad. A veces, son verdaderamente un tesoro escondido o una perla única.
Muchos cristianos, jóvenes y mayores, tienen la suerte de poder agradecer a Dios el don de la fe, o de haber descubierto en una determinada vocación el camino que Dios les destinaba, o de haberse encontrado con Cristo Jesús, como Pablo cerca de Damasco, o como Mateo cuando estaba sentado a su mesa de impuestos, o como los pescadores del lago que oyeron la invitación de Jesús.
Y lo han dejado todo y han encontrado la alegría y el pleno sentido de sus vidas. En la vida religiosa. O en el ministerio sacerdotal. O en una vida cristiana comprometida y vivida con coherencia, para bien de los demás.
Es una buena inversión. Aunque no sea aplaudida por este mundo ni cotice en la Bolsa.
Rezamos para que los jóvenes participantes en la JMJ de Cracovia tengan una buena experiencia de Dios y vuelvan reforzados a sus lugares. También por los que queriendo no han podido ir. Por la Paz en todo el mundo.
JMJ Comienza martes 26 de julio, 17.30, Parque Błonia
Martes 26 de julio de 2016
San Joaquín y Santa Ana. Decimoséptima semana del Tiempo Ordinario
FelicidadeS ANA, JOAQUÍN!!
Jeremías 14,17-22:
Mis ojos se deshacen en lágrimas, día y noche no cesan: por la terrible desgracia de la Doncella de mi pueblo, una herida de fuertes dolores. Salgo al campo: muertos a espada; entro en la ciudad: desfallecidos de hambre; tanto el profeta como el sacerdote vagan sin sentido por el país. «¿Por qué has rechazado del todo a Judá? ¿Tiene asco tu garganta de Sión? ¿Por qué nos has herido sin remedio? Se espera la paz, y no hay bienestar, al tiempo de la cura sucede la turbación. Señor, reconocemos nuestra impiedad, la culpa de nuestros padres, porque pecamos contra ti. No nos rechaces, por tu nombre, no desprestigies tu trono glorioso; recuerda y no rompas tu alianza con nosotros. ¿Existe entre los ídolos de los gentiles quien dé la lluvia? ¿Soltarán los cielos aguas torrenciales? ¿No eres, Señor Dios nuestro, nuestra esperanza, porque tú lo hiciste todo?»
Sal 78 R/. Líbranos, Señor, por el honor de tu nombre
No recuerdes contra nosotros las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto, pues estamos agotados. R/.
Socórrenos, Dios salvador nuestro, por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados, a causa de tu nombre. R/.
Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso salva a los condenados a muerte
Mientras, nosotros, pueblo tuyo, ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
contaremos tus alabanzas de generación en generación. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 13,36-43:
En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se acercaron a decirle: «Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.»
Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema: así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA DEL MARTES 26 JULIO 2016
Jeremías llora e intercede. Un buen profeta se solidariza con su pueblo, le duelen sus fallos, se alegra con su bien.
Se ve que hubo una gran sequía, que afectó fuertemente al bienestar del pueblo. Hubo desolación y muerte, tanto para el ganado como para las personas con peligro de epidemias. Y eso que la tentación de siempre era adorar a Baal el «dios de la lluvia» y «de la fecundidad». Pues no les sirvió de nada ese dios falso («¿existe entre los ídolos de los gentiles quien dé la lluvia?»), y padecían el azote de la sequía y del hambre.
Jeremías se lamenta, habla de heridas y dolor en su alma: todo por culpa del pueblo y su pecado. Y se dirige a Dios en una oración muy sentida, intercediendo por todos: «Señor, reconocemos nuestra impiedad, pecamos contra ti. No nos rechaces, por tu nombre... recuerda y no rompas tu alianza con nosotros».
Mateo 13,36-43
a) Jesús mismo nos explica la parábola que leíamos el sábado, la de la cizaña que crece junto al trigo en el campo. O sea, es él quien nos hace la homilía.
Dios siembra buena semilla, el trigo. Pero hay alguien -el maligno, el diablo- que siembra de noche la cizaña. A los discípulos, siempre dispuestos a cortar por lo sano, Jesús les dice que eso se hará a la hora de la siega, al final de los tiempos, cuando tenga lugar el juicio y la separación entre el trigo y la cizaña. Entonces sí, los «corruptores y malvados» serán objeto de juicio y de condena, mientras que «los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre».
b) De nuevo se nos recuerda que el juicio no nos corresponde a nosotros. Le pertenece a Dios y lo hará al final. Mientras tanto, el bien y el mal coexisten en nuestro campo.
Parece la defensa de una comunidad que no sólo tiene «santos» y «perfectos», sino también personas pecadoras y débiles. Nuestra comunidad no debe ser elitista, con entrada exclusiva para los perfectos (naturalmente, según la concepción maniquea que solemos tener, nosotros seríamos los «perfectos» y los «justos»). Sino que en la Iglesia, como en el campo de la parábola, hay trigo y cizaña. Y en la red, peces buenos y malos, como nos dirá Jesús pasado mañana.
No nos deberíamos escandalizar demasiado fácilmente del mal que nos parece ver a nuestro alrededor. Y, en todo caso, hemos de ser tolerantes, con paciencia «escatológica».
Al que peor le tendría que saber que haya aparecido cizaña en su campo es al sembrador, Dios, o el mismo Cristo. Y nos enseñan que hay que saber esperar, respetando la libertad de las personas y el ritmo de los tiempos. Dios sigue creyendo en el hombre, a pesar de todo.
Eso sí, tenemos que discernir el bien y el mal -no todo es trigo- y luchar para que triunfen el bien y los valores que ha sembrado Jesús, y seguir rezando «venga a nosotros tu Reino» y «líbranos del mal (o del maligno)». Convivir con el mal no significa aceptarlo.
Pero todo eso lo hacemos con un talante no violento. Sin medidas drásticas ni coactivas.
Con la fuerza de una semilla que se abre paso y de un fermento que llegará a transformar la masa, según las dos parábolas de ayer. Conscientes de que el juicio -«arrancar la cizaña»- pertenece a los tiempos últimos y no nos toca a nosotros.
Lunes 25 de julio de 2016. Santiago, apóstol
Decimoséptima semana del Tiempo Ordinario
Hechos de los apóstoles 4, 33; 5, 12. 27b-33; 12, 2
En aquellos días, los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor y hacían muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Los condujeron a presencia del Sanedrín y el sumo sacerdote los interrogó: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.»
Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R/.
Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron: «Lo somos.»
Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»
Pedro y los apóstoles replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos. Más tarde, el rey Herodes hizo pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan.
Salmo 66 R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben
El Señor tenga piedad y nos bendiga,ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R/.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R/.
La tierra ha dado su fruto,
nos bendice el Señor, nuestro Dios.
Que Dios nos bendiga; que le teman
hasta los confines del orbe. R/.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4,7-15:
Este tesoro del ministerio lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Nos aprietan por todos lados, pero no nos aplastan; estamos apurados, pero no desesperados; acosados, pero no abandonados; nos derriban, pero no nos rematan; en toda ocasión y por todas partes, llevamos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. Mientras vivimos, continuamente nos están entregando a la muerte, por causa de Jesús; para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Así, la muerte está actuando en nosotros, y la vida en vosotros. Teniendo el mismo espíritu de fe, según lo que está escrito: «Creí, por eso hablé», también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también con Jesús nos resucitará y nos hará estar con vosotros. Todo es para vuestro bien. Cuantos más reciban la gracia, mayor será el agradecimiento, para gloria de Dios.Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 20-28
En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: «¿Qué deseas?»Ella contestó: «Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.»
Pero Jesús replicó: «No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber?»
Contestaron: «Lo somos.»
Él les dijo: «Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.»
Los otros diez, que lo habían oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: «Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»
SOLEMNIDAD DE SANTIAGO APOSTOL, PATRÓN DE ESPAÑA
¿PODEIS BEBER MI CALIZ?
1. "El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero. La diestra del Señor lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión con el perdón de los pecados" Hechos 4,33. Ete texto de los Hechos de los Apóstoles contiene el kerigma completo proclamado por ellos después de la resurrección, consiguientemente también por Santiago, que será el primero en derramar su sangre y participar plenamente en el cáliz redentor de Cristo, como respondió a Jesús que podía. Bajo la autoridad de Pedro y con el acuerdo de los doce, se distribuyen la tierra conocida para proclamar este mensaje de perdón y de salvación, como les había ordenado Jesús.
2. Según la tradición, a España, provincia del Imperio, viene Santiago el Mayor, uno de los hijos del Zebedeo, el hermano de Juan. De carácter fuerte y ambicioso, arrebatado, Hijo del Trueno, y predilecto del Señor. Hispania, culturizada por Roma, se había enriquecido con un cruce de colonizaciones y civilizaciones. Desde la Hesperia de los griegos y la Iberia de los cartagineses hasta de nuevo la Hispania romana, de vuelta al nombre de los fenicios, seguidores de los reyes del mito, Gerión, Gárgoris y Habis, su hijo incestuoso, amamantado por las ciervas del monte, como Rómulo y Remo por la loba de Roma, los iberos de Africa, antes de Argantonio, ya habían dado a nuestra patria el nombre primigenio de Iberia, como hija del padre Ebro, máximo exponente de la tierra. Del centro y del norte de Europa, llegaron después los celtas, hombres rubios y algo más refinados, en contraste con los africanos, que eran morenos y fuertes. Del mestizaje de los dos pueblos nacerán los celtíberos, que darán el nombre a Celtiberia. Los griegos también colonizan a Iberia, antes de que vengan los romanos e integren la península como Hispania, constituida ya colonia romana. Este cruce de invasiones dio lugar a un enjambre de paganismo y de religiones, necesitadas de evangelio y difíciles para recibirlo.
3. A este campo duro de siembra llega Santiago, y aquí, lejos de Oriente, en el "finis terrae" y confín del "mare tenebrosum", donde acaba la tierra, sembró las primeras semillas de las que brotaron los siete varones apostólicos, todos ungidos obispos de las primeras comunidades cristianas de España, que prepararán la gran gesta y la mayor evangelización de los nuevos pueblos de América, donde después de 1.500 años, España dejará la fe, la lengua, las costumbres y hasta el nombre de algunas ciudades, como Santiago de los Caballeros en la República Dominicana, Santiago en Cuba, en Brasil, en Panamá, en Costa Rica, en Paraguay, en Perú y en Chile. Sudor y zozobra. Angustia y desamparo. Tanto sufría Santiago que María, la madre del Señor, compadecida de la soledad del Apóstol y, seguramente con la recomendación de su hermano Juan, y su “hijo”, vino en carne mortal a Zaragoza, la Cesaraugusta de nombre imperial, situada en la orilla del Ebro, a confortar su espíritu, según mantiene la vieja y arraigada tradición. María fortaleció su corazón solitario, su siembra al parecer estéril, la tortura del Reino que no cuajaba. No hay soledad mayor que la del que habla un lenguaje que no es comprendido, ni él mismo comprende el lenguaje y la vida de aquellos a quienes trae la Vida, porque se expresan en códigos diferentes. Su siembra dolorosa fue fecunda: Santiago introdujo a María en España y España introducirá a María igualmente en América y con ella la fe, hoy tan firme y floreciente. Vuelto a Jerusalén, "el rey Herodes lo hizo decapitar para complacer a los judíos". A los que seguimos sembrando nos fortalece el pensar y ver que es verdad que el grano sembrado en tierra da mucho fruto, viendo la cosecha de la predicación del Apóstol, que parecía inútil.
4. Según el Codex Calixtinus del siglo XII, y la Leyenda aurea del siglo XIII, los discípulos del santo transportaron su cuerpo por mar hasta Galicia, y lo depositaron cerca de la ciudad romana Iria Flavia. Otra tradición hace protagonistas a los monjes andaluces que, huyendo de la invasión musulmana, subieron hacia arriba, llevando consigo los huesos de Santiago. Pero el hecho de la evangelización de España por Santiago consta ya en el Breviarium Apostolorum del siglo VII. Su sepulcro, como el de Jesús en Jerusalén, en las Cruzadas, y el de Pedro y Pablo en Roma, en las romerías, se convirtió en lugar de peregrinación, para conseguir la perdonanza atravesando el Pórtico de la Gloria del maestro Mateo. Allí nació Europa, y allí tiene sus raíces. A recobrar esas raices de su evangelización convocó Juan Pablo II a Europa, en el año 1982: "Europa, se tú misma". Venían de Europa los peregrinos, trasvasando fe, cultura y fraternidad. Con las multitudes vinieron también personajes como Carlomando y el Poverello de Asís. Desde Somport a Roncesvalles, llegando hasta Puente la Reina en Navarra, la tierra riojana, y la castellana hasta arribar por fin en Galicia, a Santiago, Campo de estrellas. Decían los alemanes: Grande fue nuestra devoción en Roma ante San Pedro y San Pablo, pero la mayor la sentimos ante el sepulcro de Santiago en Compostela. Y avanzaban cantando sin importarles mezclar el latín con el alemán: “Herru Santiagu, Got Santiagu, eutreia, esuseia, Deus aia nos”. “Señor Santiago, Divino Santiago, adelante, arriba, Dios nos ayude”.
5. Bien puede decir Santiago con Pablo que "el tesoro de la fe lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros". Por eso aunque "nos aprietan por todos lados, no nos aplastan". Y si "nos entregan a la muerte por causa de Jesús, es para que la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal" 2 Corintios 4,7. Como a él lo entregaron a la muerte, también a nosotros. Por tres veces fue corregido por Jesús: En Samaría, cuando quería hacer llover fuego de destrucción. Cuando interpuso la mediación de su madre pidiendo el puesto más apetecible a su entender. Cuando en Getsemaní, se durmió mientras Jesús agonizaba: “¿No habéis podido velar una hora conmigo?”.
6. Con el martirio de Santiago se cumple la palabra profética de Jesús: "Beberéis mi cáliz". Se lo dijo cuando estaba lejos de desear la muerte, sino un cargo sobresaliente en el reino de Jesús, concebido a la manera humana, en competencia con Pedro, quien, con su hermano Juan, eran los tres predilectos de Jesús: Les había elegido para que vieran la resurrección de la hija de Jairo, la transfiguración y su oración en el Huerto. "No sabían lo que pedían" Mateo 20,20. Ocurre hoy, como ayer y como siempre, cuando se busca, se pretende, se rodea el mundo y se interponen mediadores para conseguir los primeros puestos, sin darse cuenta de que el porrazo es más resonante, cuanto de más alto se cae. Ya dijo San Pío X, cuando le elevaron a obispo de Mántua: mientras el sacerdote lleva la cruz por dentro es soportable. Cuando la lleva por fuera, es intolerable. Pero al que lo procuró hay que recordarle la frase castellana: “Fraile mostén, tú lo quisiste, tú te lo ten”.
7. Los dos Zebedeos, Santiago y Juan, sobre todo el impetuoso Santiago, como los discípulos que se indignaron cuando oyeron su pretensión, estaban aún verdes para la cosecha del martirio. No había venido todavía el Espíritu que les haría fuertes a unos y a otros para dar testimonio de la muerte y la resurrección de Cristo.
8. Que nadie se desespere ante su inmadurez en la fe, sabiendo que esta fuerza viene de Dios, que constantemente trabaja nuestro corazón, si le dejamos, con la gracia, con el riego de la oración personal, con los sacramentos, y especialmente con el de la Eucaristía, que estamos celebrando, con el que nos unimos a la Pascua de Jesús. Con su fuerza "nuestra tierra dará su fruto, porque nos bendice el Señor, nuestro Dios" Salmo 66.
JESÚS MARTÍ BALLESTER
¿PODEIS BEBER MI CALIZ?
1. "El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándolo de un madero. La diestra del Señor lo exaltó haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a Israel la conversión con el perdón de los pecados" Hechos 4,33. Ete texto de los Hechos de los Apóstoles contiene el kerigma completo proclamado por ellos después de la resurrección, consiguientemente también por Santiago, que será el primero en derramar su sangre y participar plenamente en el cáliz redentor de Cristo, como respondió a Jesús que podía. Bajo la autoridad de Pedro y con el acuerdo de los doce, se distribuyen la tierra conocida para proclamar este mensaje de perdón y de salvación, como les había ordenado Jesús.
2. Según la tradición, a España, provincia del Imperio, viene Santiago el Mayor, uno de los hijos del Zebedeo, el hermano de Juan. De carácter fuerte y ambicioso, arrebatado, Hijo del Trueno, y predilecto del Señor. Hispania, culturizada por Roma, se había enriquecido con un cruce de colonizaciones y civilizaciones. Desde la Hesperia de los griegos y la Iberia de los cartagineses hasta de nuevo la Hispania romana, de vuelta al nombre de los fenicios, seguidores de los reyes del mito, Gerión, Gárgoris y Habis, su hijo incestuoso, amamantado por las ciervas del monte, como Rómulo y Remo por la loba de Roma, los iberos de Africa, antes de Argantonio, ya habían dado a nuestra patria el nombre primigenio de Iberia, como hija del padre Ebro, máximo exponente de la tierra. Del centro y del norte de Europa, llegaron después los celtas, hombres rubios y algo más refinados, en contraste con los africanos, que eran morenos y fuertes. Del mestizaje de los dos pueblos nacerán los celtíberos, que darán el nombre a Celtiberia. Los griegos también colonizan a Iberia, antes de que vengan los romanos e integren la península como Hispania, constituida ya colonia romana. Este cruce de invasiones dio lugar a un enjambre de paganismo y de religiones, necesitadas de evangelio y difíciles para recibirlo.
3. A este campo duro de siembra llega Santiago, y aquí, lejos de Oriente, en el "finis terrae" y confín del "mare tenebrosum", donde acaba la tierra, sembró las primeras semillas de las que brotaron los siete varones apostólicos, todos ungidos obispos de las primeras comunidades cristianas de España, que prepararán la gran gesta y la mayor evangelización de los nuevos pueblos de América, donde después de 1.500 años, España dejará la fe, la lengua, las costumbres y hasta el nombre de algunas ciudades, como Santiago de los Caballeros en la República Dominicana, Santiago en Cuba, en Brasil, en Panamá, en Costa Rica, en Paraguay, en Perú y en Chile. Sudor y zozobra. Angustia y desamparo. Tanto sufría Santiago que María, la madre del Señor, compadecida de la soledad del Apóstol y, seguramente con la recomendación de su hermano Juan, y su “hijo”, vino en carne mortal a Zaragoza, la Cesaraugusta de nombre imperial, situada en la orilla del Ebro, a confortar su espíritu, según mantiene la vieja y arraigada tradición. María fortaleció su corazón solitario, su siembra al parecer estéril, la tortura del Reino que no cuajaba. No hay soledad mayor que la del que habla un lenguaje que no es comprendido, ni él mismo comprende el lenguaje y la vida de aquellos a quienes trae la Vida, porque se expresan en códigos diferentes. Su siembra dolorosa fue fecunda: Santiago introdujo a María en España y España introducirá a María igualmente en América y con ella la fe, hoy tan firme y floreciente. Vuelto a Jerusalén, "el rey Herodes lo hizo decapitar para complacer a los judíos". A los que seguimos sembrando nos fortalece el pensar y ver que es verdad que el grano sembrado en tierra da mucho fruto, viendo la cosecha de la predicación del Apóstol, que parecía inútil.
4. Según el Codex Calixtinus del siglo XII, y la Leyenda aurea del siglo XIII, los discípulos del santo transportaron su cuerpo por mar hasta Galicia, y lo depositaron cerca de la ciudad romana Iria Flavia. Otra tradición hace protagonistas a los monjes andaluces que, huyendo de la invasión musulmana, subieron hacia arriba, llevando consigo los huesos de Santiago. Pero el hecho de la evangelización de España por Santiago consta ya en el Breviarium Apostolorum del siglo VII. Su sepulcro, como el de Jesús en Jerusalén, en las Cruzadas, y el de Pedro y Pablo en Roma, en las romerías, se convirtió en lugar de peregrinación, para conseguir la perdonanza atravesando el Pórtico de la Gloria del maestro Mateo. Allí nació Europa, y allí tiene sus raíces. A recobrar esas raices de su evangelización convocó Juan Pablo II a Europa, en el año 1982: "Europa, se tú misma". Venían de Europa los peregrinos, trasvasando fe, cultura y fraternidad. Con las multitudes vinieron también personajes como Carlomando y el Poverello de Asís. Desde Somport a Roncesvalles, llegando hasta Puente la Reina en Navarra, la tierra riojana, y la castellana hasta arribar por fin en Galicia, a Santiago, Campo de estrellas. Decían los alemanes: Grande fue nuestra devoción en Roma ante San Pedro y San Pablo, pero la mayor la sentimos ante el sepulcro de Santiago en Compostela. Y avanzaban cantando sin importarles mezclar el latín con el alemán: “Herru Santiagu, Got Santiagu, eutreia, esuseia, Deus aia nos”. “Señor Santiago, Divino Santiago, adelante, arriba, Dios nos ayude”.
5. Bien puede decir Santiago con Pablo que "el tesoro de la fe lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros". Por eso aunque "nos aprietan por todos lados, no nos aplastan". Y si "nos entregan a la muerte por causa de Jesús, es para que la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal" 2 Corintios 4,7. Como a él lo entregaron a la muerte, también a nosotros. Por tres veces fue corregido por Jesús: En Samaría, cuando quería hacer llover fuego de destrucción. Cuando interpuso la mediación de su madre pidiendo el puesto más apetecible a su entender. Cuando en Getsemaní, se durmió mientras Jesús agonizaba: “¿No habéis podido velar una hora conmigo?”.
6. Con el martirio de Santiago se cumple la palabra profética de Jesús: "Beberéis mi cáliz". Se lo dijo cuando estaba lejos de desear la muerte, sino un cargo sobresaliente en el reino de Jesús, concebido a la manera humana, en competencia con Pedro, quien, con su hermano Juan, eran los tres predilectos de Jesús: Les había elegido para que vieran la resurrección de la hija de Jairo, la transfiguración y su oración en el Huerto. "No sabían lo que pedían" Mateo 20,20. Ocurre hoy, como ayer y como siempre, cuando se busca, se pretende, se rodea el mundo y se interponen mediadores para conseguir los primeros puestos, sin darse cuenta de que el porrazo es más resonante, cuanto de más alto se cae. Ya dijo San Pío X, cuando le elevaron a obispo de Mántua: mientras el sacerdote lleva la cruz por dentro es soportable. Cuando la lleva por fuera, es intolerable. Pero al que lo procuró hay que recordarle la frase castellana: “Fraile mostén, tú lo quisiste, tú te lo ten”.
7. Los dos Zebedeos, Santiago y Juan, sobre todo el impetuoso Santiago, como los discípulos que se indignaron cuando oyeron su pretensión, estaban aún verdes para la cosecha del martirio. No había venido todavía el Espíritu que les haría fuertes a unos y a otros para dar testimonio de la muerte y la resurrección de Cristo.
8. Que nadie se desespere ante su inmadurez en la fe, sabiendo que esta fuerza viene de Dios, que constantemente trabaja nuestro corazón, si le dejamos, con la gracia, con el riego de la oración personal, con los sacramentos, y especialmente con el de la Eucaristía, que estamos celebrando, con el que nos unimos a la Pascua de Jesús. Con su fuerza "nuestra tierra dará su fruto, porque nos bendice el Señor, nuestro Dios" Salmo 66.
XVII Domingo del tiempo ordinario
24/07/2016
Génesis 18, 20-32
En aquellos días, el Señor dijo:–La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte y su pecado es grave: voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré.
Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán.
Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios:,
–¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa!, matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable– ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo ¿no hará justicia?
El Señor contestó:
–Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.
Abrahán respondió:
–Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?
Respondió el Señor:
–No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco.
Abrahán insistió:
–Quizá no se encuentren más que cuarenta.
–En atención a los cuarenta, no lo haré.
Abrahán siguió hablando:
–Que no se enfade mi Señor si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta ?
–No lo haré, si encuentro allí treinta.
Insistió Abrahán:
–Me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran veinte?
Respondió el Señor:
–En atención a los veinte no la destruiré.
Abrahán continuó:
–Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se
encuentran diez?
Contestó el Señor:
En atención a los diez no la destruiré.
Sal 137, 1-2a. 2bc-3. 6-7ab. 7c-8 R. Cuando te invoqué, Señor, me escuchaste.
Te doy gracias, Señor, de todo corazón;delante de los ángeles tañeré para ti,
me postraré hacia tu santuario. R.
Daré gracias a tu nombre,
por tu misericordia y tu lealtad,
porque tu promesa supera a tu fama.
Cuando te invoqué, me escuchaste,
acreciste el valor en mi alma. R.
El Señor es sublime, se fija en el humilde,
y de lejos conoce al soberbio.
Cuando camino entre peligros,
me conservas la vida. R.
Extiendes tu brazo contra la ira de mi enemigo
y tu derecha me salva.
El Señor completará sus favores conmigo:
Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos. R.
Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 2, 12-14
Hermanos:Por el bautismo fuisteis sepultados con Cristo
y habéis resucitado con él,
porque habéis creído en la fuerza de Dios
que lo resucitó.
Estabais muertos por vuestros pecados,
porque no estabais circuncidados;
pero Dios os dio vida en Cristo,
perdonándoos todos los pecados.
Borró el protocolo que nos condenaba con sus cláusulas
y era contrario a nosotros;
lo quitó de en medio, clavándolo en la cruz.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 11, 1-13
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:–Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
El les dijo:
–Cuando oréis decid: «Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación.»
Y les dijo:
–Si alguno de vosotros tiene un amigo y viene durante la medianoche para decirle:
«Amigo, préstame tres panes,
pues uno de mis amigos ha venido de viaje
y no tengo nada que ofrecerle.»
Y, desde dentro, el otro le responde:
«No me molestes; la puerta está cerrada;
mis niños y yo estamos acostados:
no puedo levantarme para dártelos.»
Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros:
Pedid y se os dará,
buscad y hallaréis,
llamad y se os abrirá;
porque quien pide, recibe,
quien busca, halla,
y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden?
"REAPRENDER LA CONFIANZA
Lucas y Mateo han recogido en sus respectivos evangelios unas palabras de Jesús que, sin duda, quedaron muy grabadas en sus seguidores más cercanos. Es fácil que las haya pronunciado mientras se movía con sus discípulos por las aldeas de Galilea, pidiendo algo de comer, buscando acogida o llamando a la puerta de los vecinos.
Probablemente, no siempre reciben la respuesta deseada, pero Jesús no se desalienta. Su confianza en el Padre es absoluta. Sus seguidores han de aprender a confiar como él: «Os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá». Jesús sabe lo que está diciendo pues su experiencia es ésta: «quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre».
Si algo hemos de reaprender de Jesús en estos tiempos de crisis y desconcierto en su Iglesia es la confianza. No como una actitud ingenua de quienes se tranquilizan esperando tiempos mejores. Menos aún como una postura pasiva e irresponsable, sino como el comportamiento más evangélico y profético de seguir hoy a Jesús, el Cristo. De hecho, aunque sus tres invitaciones apuntan hacia la misma actitud básica de confianza en Dios, su lenguaje sugiere diversos matices.
«Pedir» es la actitud propia del pobre que necesita recibir de otro lo que no puede conseguir con su propio esfuerzo. Así imaginaba Jesús a sus seguidores: como hombres y mujeres pobres, conscientes de su fragilidad e indigencia, sin rastro alguno de orgullo o autosuficiencia. No es una desgracia vivir en una Iglesia pobre, débil y privada de poder. Lo deplorable es pretender seguir hoy a Jesús pidiendo al mundo una protección que sólo nos puede venir del Padre.
«Buscar» no es sólo pedir. Es, además, moverse, dar pasos para alcanzar algo que se nos oculta porque está encubierto o escondido. Así ve Jesús a sus seguidores: como «buscadores del reino de Dios y su justicia». Es normal vivir hoy en una Iglesia desconcertada ante un futuro incierto. Lo extraño es no movilizarnos para buscar juntos caminos nuevos para sembrar el Evangelio en la cultura moderna.
«Llamar» es gritar a alguien al que no sentimos cerca, pero creemos que nos puede escuchar y atender. Así gritaba Jesús al Padre en la soledad de la cruz. Es explicable que se oscurezca hoy la fe de no pocos cristianos que aprendieron a decirla, celebrarla y vivirla en una cultura pre-moderna. Lo lamentable es que no nos esforcemos más por aprender a seguir hoy a Jesús gritando a Dios desde las contradicciones, conflictos e interrogantes del mundo actual." José Antonio Pagola.