Domingo II de navidad
4 enero 2015
del libro del Eclesiástico 24, 1-2. 8-12
La sabiduría se alaba a sí misma, se gloría en medio de su pueblo,abre la boca en la asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus Potestades.
En medio de su pueblo será ensalzada,
y admirada en la congregación plena de los santos;
recibirá alabanzas de la muchedumbre de los escogidos
y será bendita entre los benditos.
El Creador del universo me ordenó, el Creador estableció mi morada:
«Habita en Jacob, sea Israel tu heredad.»
Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré jamás.
En la santa morada, en su presencia, ofrecí culto y en Sión me establecí;
en la ciudad escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder.
Eché raíces entre un pueblo glorioso, en la porción del Señor, en su heredad,
y resido en la congregación plena de los santos.
Salmo 147 R. La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros.
2ª Lectura: de la carta a los Efesios 1, 3-6. 15-18
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo,que nos ha bendecido en la persona de Cristo
con toda clase de bienes espirituales y celestiales.
Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo,
para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor.
El nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya,
a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia,
que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo,
redunde en alabanza suya.
Por eso yo, que he oído hablar de vuestra fe en el Señor Jesús y de vuestro amor a todos los santos, no ceso de dar gracias por vosotros, recordándoos en mi oración, a fin de que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu de sabiduría y revelación para conocerlo. Ilumine los ojos de vuestro corazón, para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos.
Evangelio según san Juan 1, 1-18
En el principio ya existía la Palabra,y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.
La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo,
y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.
En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan:
éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz, sino testigo de la luz.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre.
Al mundo vino, y en el mundo estaba;
el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció.
Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios,
si creen en su nombre.
Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal,
ni de amor humano, sino de Dios.
Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo:
«Éste es de quien dije:
"El que viene detrás de mí pasa delante de mí,
porque existía antes que yo."»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia.
Porque la ley se dio por medio de Moisés,
la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.
A Dios nadie lo ha visto jamás:
Dios Hijo único, que está en el seno del Padre,
es quien lo ha dado a conoce
PARA VIVIR ESTA PALABRA
¡Cómo cambia todo cuando uno capta por fin que Jesús es el rostro humano de Dios!
Para servirte de ejemplo, Dios ha querido, siendo el más grande de todos, hacerse el más humilde y pequeño de todos.
Pues, ya está, no hay mucho más que decir, aunque sigamos haciendo discursos. Y el prólogo de san Juan da para ello.
Pero el cristianismo antes que muchos discursos o explicaciones, es un MODO DE VIDA que hay que probar en el día a día, con la mirada puesta en Él, en Jesús el hijo de María y por adopción también de José.
La mejor interpretación del mensaje es la vida de cada cristiano, por eso, los santos y santas son la mejor exégesis de la Palabra. La han escuchado, la han contemplado, la han llevado a la vida. En cada vida tiene un poder de "germinación", crecimiento y dar fruto.
Acoge la Palabra, cultívala en ti, contando con lo que tienes alrededor, con lo que te toca vivir aquí y ahora, con tu comunidad, familia y grupo, en tu realidad social, parroquial o de trabajo .... y lentamente... irás notando que con Ella eres y emerge tu mejor tu. Que tus debilidades y pobrezas son tus fortalezas, el "abono" que no impide que la Palabra crezca, sino al contrario que hace que crezca y de buen fruto.
3 enero 2015
de la primera carta de Juan 2,29;3,1-6:
Si sabéis que él es justo,
reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él. Mirad que amor nos
ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no
nos conoce porque no le conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún
no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste,
seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene
esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro. Todo el que comete
pecado quebranta también la ley, pues el pecado es quebrantamiento de la ley. Y
sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, y en él no hay pecado. Todo
el que permanece en él no peca. Todo el que peca no le ha visto ni conocido.
Salmo 97 R/. Los confines
de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios
Evangelio según san Juan 1,29-34:
Al día siguiente, al ver Juan a
Jesús que venía hacia él, exclamó: «Este es el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: "Trás de mí viene un
hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo
conocía, pero he salido a bautizar con agua es para que sea manifestado a
Israel.»
Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»
Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado el Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
La carta de Juan, después de haber insistido en la fe en Cristo
como garantía de comunión de vida divina, da un paso adelante y nos presenta la
condición de hijos que tenemos los cristianos. «Mirad qué amor nos ha tenido el
Padre para llamarnos hijos de Dios: pues lo somos». Es una afirmación gozosa,
atrevida, clara y profunda a la vez. Nuestro carácter de hijos no es metáfora,
es realidad. Misteriosamente renacidos del agua y del Espíritu, hemos sido
incorporados a la familia de Dios.
Es el mejor resumen de la Navidad. El Hijo de Dios se ha hecho
hermano nuestro, y por tanto todos hemos quedado constituidos hijos en el Hijo.
Ahora bien, el ser hijos nos exige no pecar. No hay nada más exigente que el
amor.
En el evangelio continúa el testimonio del Bautista. Juan puede
dar con certeza este testimonio porque lo ha sabido por el Espíritu: «yo no lo
conocía, pero he contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y
se posó sobre él».
Acabamos de celebrar el nacimiento de Jesús, y ya se nos presenta
como el profeta, el maestro, el que entregándose en la cruz, quita el pecado
del mundo, y el que bautizará en el Espíritu, no en agua. Navidad, Pascua y
Pentecostés: el único misterio de Cristo.
Llamarnos y ser hijos de Dios es la mejor gracia de la Navidad. Y
es también la mejor noticia para empezar el año. A lo mejor seremos personas
débiles, con poca suerte, delicados de salud, sin grandes éxitos en la vida.
Pero una cosa no nos la puede quitar nadie: Dios nos ama, nos conoce, nos ha
hecho hijos/as suyos, y a pesar de nuestra debilidad y de nuestro pecado, nos
sigue amando y nos destina a una eternidad de vida con él.
Todo esto no se nota exteriormente. Ni nosotros ni los demás
notamos esta filiación como una situación espectacular o milagrosa. Como sus
contemporáneos no reconocían en Jesús al Hijo de Dios. Pero eso son los
misterios de Dios: de verdad somos hijos suyos, y aún estamos destinados a una
plenitud de vida mayor que la que tenemos ahora.
Es una convicción que puede hacer que nos apreciemos más a
nosotros mismos, de modo que nunca perdamos la confianza ni caigamos en el
desánimo. Y también apreciar más a los demás porque también ellos lo son.
2 enero 2015
de la primera carta del apóstol san Juan 2,22-28
¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Cristo? Ése es el Anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre. En cuanto a vosotros, lo que habéis oído desde el principio permanezca en vosotros. Si permanece en vosotros lo que habéis oído desde el principio, también vosotros permaneceréis en el Hijo y en el Padre; y ésta es la promesa que él mismo nos hizo: la vida eterna. Os he escrito esto respecto a los que tratan de engañaros. Y en cuanto a vosotros, la unción que de él habéis recibido permanece en vosotros, y no necesitáis que nadie os enseñe. Pero como su unción os enseña acerca de todas las cosas –y es verdadera y no mentirosa– según os enseñó, permanecéis en él. Y ahora, hijos, permaneced en él para que, cuando se manifieste, tengamos plena confianza y no quedemos avergonzados lejos de él en su venida.Salmo 97 R/. Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios
Del evangelio según san Juan 1,19-28
Él confesó sin reservas: «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron: «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
Él dijo: «No lo soy.»
«¿Eres tú el Profeta?»
Respondió: «No.»
Y le dijeron: «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó: «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: «Entonces, ¿por qué bautizas si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió: «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
En la primera lectura, sigue el tema de los anticristos. Juan llama así a los que no creen en Jesús como el Mesías, el Ungido enviado por Dios, que ha asumido en verdad nuestra carne humana. Y si no creen en Cristo, tampoco creen en Dios Padre. Y al revés, el que confiesa su fe en Cristo, cree también en el Padre.
En su comunidad se ve que algunos, abandonando la doctrina que habían recibido desde el principio, habían ofuscado su fe en Cristo, tanto con herejías doctrinales como con una práctica descuidada en la vida. Juan quiere que sus lectores estén vigilantes y no se dejen seducir.
El verbo que más veces se repite en san Juan es «permanecer». Un verbo que habla de fidelidad, de perseverancia, de mantenimiento de la verdadera fe, sin dejarse engañar. Permanecer en la doctrina es permanecer en comunión con Cristo y con Dios Padre, ungidos y movidos por su Espíritu, y ésta es la clave fundamental para que nuestra vida sea un éxito y no tengamos que avergonzarnos en el encuentro definitivo con Él, cada día más próximo.
En el evangelio leemos el testimonio que Juan Bautista da de Jesús, siguiendo con la lectura del primer capítulo de Juan.
El Bautista, al que habíamos oído en el Adviento preparando los caminos del Señor, ahora lo señala ya presente en medio de Israel.
Con toda honradez da testimonio de que él, Juan, no es el Mesías: yo no soy.
Yo soy la voz que grita. Al que viene detrás de mí yo no soy digno de desatarle la correa de la sandalia. La Palabra es Jesús: Juan sólo es la voz. La luz es Cristo: Juan sólo es el reflejo de esa luz.
Y anuncia a Cristo: «en medio de vosotros hay uno que no conocéis, que existía antes que yo».
En los primeros días de este nuevo año, los que estamos celebrando en cristiano la Encarnación de Dios en nuestra historia, tenemos motivos para llenarnos de alegría y empezar el año con los pies sobre la Roca de la confianza en el Señor. El Dios-con-nosotros sigue siendo la base de nuestra fiesta, y permanecerle fieles la mejor consigna para el nuevo año.
Hemos aceptado a Cristo Jesús en nuestra historia, en nuestra existencia personal y comunitaria. No por eso sucederán milagros en nuestra vida, pero si el misterio de la Navidad continúa dentro de nosotros, y no sólo en los días del calendario, cambiará el color de todo el año.
El Señor saldrá a nuestro encuentro cada día, en la vida ordinaria, en los días felices y en los de tormenta, para darnos ánimos y sentido de vivir.
SANTA MARIA MADRE DE DIOS
del libro de los Números 6, 22-27
El Señor habló a Moisés:
–«Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:
"El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz."
Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré. »
–«Di a Aarón y a sus hijos: Ésta es la fórmula con que bendeciréis a los israelitas:
"El Señor te bendiga y te proteja,
ilumine su rostro sobre ti
y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti
y te conceda la paz."
Así invocarán mi nombre sobre los israelitas, y yo los bendeciré. »
Salmo 66 R. El Señor tenga piedad
y nos bendiga.
El Señor tenga piedad y nos bendiga,
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R.
ilumine su rostro sobre nosotros;
conozca la tierra tus caminos,
todos los pueblos tu salvación. R.
Que canten de alegría las naciones,
porque riges el mundo con justicia,
riges los pueblos con rectitud
y gobiernas las naciones de la tierra. R.
Oh Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman hasta los confines del orbe. R.
de san Pablo a los Gálatas 4, 4-7
Hermanos:
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Cuando se cumplió el tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que estaban bajo la Ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción.
Como sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: «¡Abba! Padre.» Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.
Evangelio según san Lucas 2, 16-21
En aquel tiempo, los pastores fueron
corriendo a Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el
pesebre. Al verlo, contaron lo que les habían dicho de aquel niño.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
Todos los que lo oían se admiraban de lo que les decían los pastores. Y María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Los pastores se volvieron dando gloria y alabanza a Dios por lo que habían visto y oído; todo como les habían dicho.
Al cumplirse los ocho días, tocaba circuncidar al niño, y le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.
¿Cómo vivir esta Palabra?
Contemplemos con María el rostro de Cristo: en aquel Niño… es Dios quien viene a visitarnos “para guiar nuestros pasos por el camino de la paz” (cf. Lc 1, 79). María lo contempla… interrogándose sobre el sentido de los prodigios que rodean el misterio de la Navidad.
La Navidad es misterio de alegría. Los ángeles… han anunciado el acontecimiento a los pastores como "una gran alegría, que lo será para todo el pueblo" (Lc 2, 10). (…) Alegría, a pesar de estar lejos de casa, a pesar de la pobreza del pesebre, a pesar de la indiferencia del pueblo, a pesar de la hostilidad del poder.
La Navidad es misterio de amor. Amor del Padre, que ha enviado al mundo a su Hijo unigénito, para darnos su misma vida (cf. 1 Jn 4, 8-9). Amor del "Dios con nosotros", el Emmanuel (cf. Mt 1,23), que ha venido a la tierra para morir en la cruz. En el frío Portal, en medio del silencio, la Virgen Madre presiente ya en su corazón el drama del Calvario… El Príncipe de la paz, que nace hoy en Belén, dará su vida en el Gólgota para que en la tierra reine el amor.
La Navidad es misterio de paz. Desde el portal de Belén se eleva hoy un llamamiento apremiante para que el mundo no caiga en la suspicacia, la sospecha y la desconfianza, aunque el trágico fenómeno del terrorismo acreciente incertidumbres y temores. Los creyentes de todas las religiones, junto con los hombres de buena voluntad, abandonando cualquier forma de intolerancia y discriminación, están llamados a construir la paz…
Junto a ti, Virgen Madre, permanecemos en contemplación ante el pesebre donde está acostado el Niño, para participar de tu mismo asombro ante la inmensa condescendencia de Dios. Danos tus ojos, María, para descifrar el misterio que se oculta tras la fragilidad de los miembros de tu Hijo. Enséñanos a reconocer su rostro en los niños de toda raza y cultura. Ayúdanos a ser testigos creíbles de su mensaje de paz y de amor, para que también los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, caracterizado aún por tensos contrastes e inauditas violencias, reconozcan en el Niño que está en tus brazos al único Salvador del mundo, fuente inagotable de la auténtica paz, a la que todos aspiran en lo más íntimo de su corazón. (Juan Pablo II)
31 diciembre
Séptimo
día de la octava de Navidad
de la primera carta del apóstol san Juan 2,18-21:
Hijos míos, es el momento
final. Habéis oído que iba a venir un Anticristo; pues bien, muchos anticristos
han aparecido, por lo cual nos damos cuenta que es el momento final. Salieron
de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los
nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de
manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis
ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque
desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene
de la verdad.
Sal 95 R/. Alégrese el
cielo, goce la tierra
Comienzo
del evangelio según san Juan 1,1-18:
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto
a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios.
Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se
ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz
brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado
por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de
la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo
de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo
vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no
la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la
recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Éstos
no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y
la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su
gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije: "El que
viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues
de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio
por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A
Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien
lo ha contado.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Terminamos el año escuchando el prólogo de san Juan, el magnífico resumen de todo el misterio de Cristo y de nuestra fe. La página que nos introduce a los grandes temas que luego va a desarrollar su evangelio.
La presentación teológica que Juan nos hace de Cristo nos lleva al mayor nivel de profundidad en nuestra celebración de la Navidad:
- estaba junto a Dios, era Dios desde toda la eternidad,
- era la Palabra viviente de Dios, la luz, la vida: y por él fueron hechas todas las cosas,
- un profeta, Juan Bautista, fue enviado por Dios como precursor y testigo de la luz, para preparar sus caminos,
- y al llegar la plenitud del tiempo, el Verbo, la Palabra que existía antes, se hizo hombre, se encarnó, y acampó entre nosotros, para iluminar con su luz a todos los hombres,
- pero los suyos no le recibieron, vino a su casa y no le reconocieron; siempre la contradicción que anunciara Simeón: el contraste entre la luz y las tinieblas,
- eso sí: los que creyeron en él, los que le acogieron, han recibido gracia sobre gracia, lo más grande que pueden pensar: el ser hijos de Dios, nacidos del mismo Dios.
Es la mejor teología de la Navidad, y a la vez el mejor estímulo para una vida cristiana llena de valores positivos.
Las dos lecturas nos han centrado en lo principal que estamos celebrando en la Navidad: el misterio de Cristo Jesús, el Dios encarnado. Así podemos acabar bien el año y disponernos a empezar el siguiente, porque Cristo es el centro de la historia.
Dios, por la encarnación de su Hijo, se ha introducido en la historia del hombre para redimirnos y comunicarnos su propia vida. Eso es lo que ha dado sentido a toda la historia y al correr de los años, que ha quedado impregnado de la presencia de Cristo Jesús.
Terminar el año y empezar otro en el ambiente de la Navidad, nos invita a pensar en la marcha de nuestra vida, cómo estamos respondiendo al plan salvador de Dios. Para que no vayamos adelante meramente por el discurrir de los días, empujados por el tiempo, sino dueños del tiempo, conscientes de la dirección del camino que vamos haciendo.
Es bueno que terminemos lúcidamente el año. En fechas como el fin de año necesitamos sabiduría para que nuestra historia personal y comunitaria no se desvíe de ese Jesús que, además de Niño nacido de María en Belén, se nos presenta como la Palabra y la Verdad y la Vida.
¡Feliz año nuevo!
Martes 30 de diciembre de 2014
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Se ve claramente que Juan, cuando habla del mundo, no se refiere a la creación cósmica, sino que esta palabra tiene aquí un sentido peyorativo. Lo describe como «las pasiones del hombre terreno, la codicia de los ojos, la arrogancia del dinero». El mundo son, por tanto, las fuerzas del mal, en cuanto que se oponen a Jesús y su Reino. Es dar la prioridad, no a Dios, sino al materialismo, al sensualismo, a las ambiciones del propio yo.
La anciana Ana es otro testimonio entrañable en el ámbito de la Navidad.
Además de Esteban, Juan, los Inocentes, el anciano Simeón, los pastores, los magos, y sobre todo José y María, ahora es esta buena mujer, sencilla, de pueblo, que desde hace tantos años sirve en el Templo, y que ha sabido reconocer la presencia del Mestas y da gracias a Dios, y después habla del Niño a todos los que la quieren escuchar.
Ana no prorrumpe en cánticos tan acertados como los de Zacarías o Simeón. Ella habla del Niño y da gloria a Dios. Es «vidente» en el sentido de que tiene la vista de la fe, y ve las cosas desde los ojos de Dios. Es una mujer sencilla, viuda desde hace muchos años. Y nos da ejemplo de fidelidad y de amor.
En lo sencillo y lo cotidiano anda Dios. Como también sucedió en los años de la infancia y juventud de Jesús. El evangelio de hoy termina diciendo que su familia vuelve a Nazaret, y allí «el niño iba creciendo y robusteciéndose y se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios lo acompañaba». Los vecinos no notaban nada. Sólo José y María sabían del misterio. Pero Dios ya estaba entre nosotros y actuaba.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
La presentación de Jesús en el Templo, cuya primera parte leemos hoy, es una escena llena de sentido que nos ayuda a profundizar en el misterio de la Encarnación de Dios.
José y María cumplen la ley, con lo que eso significa de solidaridad del Mesías con su pueblo, y lo hacen con las ofrendas propias de las familias pobres.
Natán respondió al rey: «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.»
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mi hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R/.
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R/.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
MARTES 23 de diciembre 2014
Martes 30 de diciembre de 2014
Sexto día de la Octava de Navidad
de la primera carta del apóstol san Juan 2,12-17:
Os escribo a vosotros, hijos míos, porque se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo a vosotros, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno. Os he escrito a vosotros, hijos míos, porque conocéis al Padre. Os he escrito, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo a vosotros, los jóvenes, porque sois fuertes, y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo –las pasiones del hombre terreno, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero–, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, con sus pasiones. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Salmo 95 R/. Alégrese el cielo, goce la tierra
Evangelio según san Lucas 2,36-40:
En aquel tiempo, había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Se ve claramente que Juan, cuando habla del mundo, no se refiere a la creación cósmica, sino que esta palabra tiene aquí un sentido peyorativo. Lo describe como «las pasiones del hombre terreno, la codicia de los ojos, la arrogancia del dinero». El mundo son, por tanto, las fuerzas del mal, en cuanto que se oponen a Jesús y su Reino. Es dar la prioridad, no a Dios, sino al materialismo, al sensualismo, a las ambiciones del propio yo.
La anciana Ana es otro testimonio entrañable en el ámbito de la Navidad.
Además de Esteban, Juan, los Inocentes, el anciano Simeón, los pastores, los magos, y sobre todo José y María, ahora es esta buena mujer, sencilla, de pueblo, que desde hace tantos años sirve en el Templo, y que ha sabido reconocer la presencia del Mestas y da gracias a Dios, y después habla del Niño a todos los que la quieren escuchar.
Ana no prorrumpe en cánticos tan acertados como los de Zacarías o Simeón. Ella habla del Niño y da gloria a Dios. Es «vidente» en el sentido de que tiene la vista de la fe, y ve las cosas desde los ojos de Dios. Es una mujer sencilla, viuda desde hace muchos años. Y nos da ejemplo de fidelidad y de amor.
En lo sencillo y lo cotidiano anda Dios. Como también sucedió en los años de la infancia y juventud de Jesús. El evangelio de hoy termina diciendo que su familia vuelve a Nazaret, y allí «el niño iba creciendo y robusteciéndose y se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios lo acompañaba». Los vecinos no notaban nada. Sólo José y María sabían del misterio. Pero Dios ya estaba entre nosotros y actuaba.
MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO PARA LA CELEBRACIÓN DE LA
XLVIII JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 1 DE ENERO DE 2015
NO ESCLAVOS, SINO HERMANOS
1. Al comienzo de un nuevo año, que recibimos como una gracia y un don de Dios a la humanidad, deseo dirigir a cada hombre y mujer, así como a los pueblos y naciones del mundo, a los jefes de Estado y de Gobierno, y a los líderes de las diferentes religiones, mis mejores deseos de paz, que acompaño con mis oraciones por el fin de las guerras, los conflictos y los muchos de sufrimientos causados por el hombre o por antiguas y nuevas epidemias, así como por los devastadores efectos de los desastres naturales. Rezo de modo especial para que, respondiendo a nuestra común vocación de colaborar con Dios y con todos los hombres de buena voluntad en la promoción de la concordia y la paz en el mundo, resistamos a la tentación de comportarnos de un modo indigno de nuestra humanidad.
En el mensaje para el 1 de enero pasado, señalé que del «deseo de una vida plena… forma parte un anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer».[1] Siendo el hombre un ser relacional, destinado a realizarse en un contexto de relaciones interpersonales inspiradas por la justicia y la caridad, es esencial que para su desarrollo se reconozca y respete su dignidad, libertad y autonomía. Por desgracia, el flagelo cada vez más generalizado de la explotación del hombre por parte del hombre daña seriamente la vida de comunión y la llamada a estrechar relaciones interpersonales marcadas por el respeto, la justicia y la caridad.Este fenómeno abominable, que pisotea los derechos fundamentales de los demás y aniquila su libertad y dignidad, adquiere múltiples formas sobre las que deseo hacer una breve reflexión, de modo que, a la luz de la Palabra de Dios, consideremos a todos los hombres «no esclavos, sino hermanos».
A la escucha del proyecto de Dios sobre la humanidad
2. El tema que he elegido para este mensaje recuerda la carta de san Pablo a Filemón, en la que le pide que reciba a Onésimo, antiguo esclavo de Filemón y que después se hizo cristiano, mereciendo por eso, según Pablo, que sea considerado como unhermano. Así escribe el Apóstol de las gentes: «Quizá se apartó de ti por breve tiempo para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido» (Flm 15-16). Onésimo se convirtió en hermanode Filemón al hacerse cristiano. Así, la conversión a Cristo, el comienzo de una vida de discipulado en Cristo, constituye un nuevo nacimiento (cf. 2 Co 5,17; 1 P 1,3) que regenera la fraternidad como vínculo fundante de la vida familiar y base de la vida social.
En el libro del Génesis, leemos que Dios creó al hombre, varón y hembra, y los bendijo, para que crecieran y se multiplicaran (cf. 1,27-28): Hizo que Adán y Eva fueran padres, los cuales, cumpliendo la bendición de Dios de ser fecundos y multiplicarse, concibieron la primera fraternidad, la de Caín y Abel. Caín y Abel eran hermanos, porque vienen del mismo vientre, y por lo tanto tienen el mismo origen, naturaleza y dignidad de sus padres, creados a imagen y semejanza de Dios.
Pero la fraternidad expresa también la multiplicidad y diferencia que hay entre los hermanos, si bien unidos por el nacimiento y por la misma naturaleza y dignidad. Como hermanos y hermanas, todas las personas están por naturaleza relacionadas con las demás, de las que se diferencian pero con las que comparten el mismo origen, naturaleza y dignidad. Gracias a ello la fraternidad crea la red de relaciones fundamentales para la construcción de la familia humana creada por Dios.
Por desgracia, entre la primera creación que narra el libro del Génesis y el nuevo nacimiento en Cristo, que hace de los creyentes hermanos y hermanas del «primogénito entre muchos hermanos» (Rm 8,29), se encuentra la realidad negativa del pecado, que muchas veces interrumpe la fraternidad creatural y deforma continuamente la belleza y nobleza del ser hermanos y hermanas de la misma familia humana. Caín, además de no soportar a su hermano Abel, lo mata por envidia cometiendo el primer fratricidio. «El asesinato de Abel por parte de Caín deja constancia trágicamente del rechazo radical de la vocación a ser hermanos. Su historia (cf. Gn 4,1-16) pone en evidencia la dificultad de la tarea a la que están llamados todos los hombres, vivir unidos, preocupándose los unos de los otros».[2]
También en la historia de la familia de Noé y sus hijos (cf. Gn 9,18-27), la maldad de Cam contra su padre es lo que empuja a Noé a maldecir al hijo irreverente y bendecir a los demás, que sí lo honraban, dando lugar a una desigualdad entre hermanos nacidos del mismo vientre.
En la historia de los orígenes de la familia humana, el pecado de la separación de Dios, de la figura del padre y del hermano, se convierte en una expresión del rechazo de la comunión traduciéndose en la cultura de la esclavitud (cf. Gn 9,25-27), con las consecuencias que ello conlleva y que se perpetúan de generación en generación: rechazo del otro, maltrato de las personas, violación de la dignidad y los derechos fundamentales, la institucionalización de la desigualdad. De ahí la necesidad de convertirse continuamente a la Alianza, consumada por la oblación de Cristo en la cruz, seguros de que «donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia... por Jesucristo» (Rm 5,20.21). Él, el Hijo amado (cf. Mt 3,17), vino a revelar el amor del Padre por la humanidad. El que escucha el evangelio, y responde a la llamada a la conversión, llega a ser en Jesús «hermano y hermana, y madre» (Mt 12,50) y, por tanto, hijo adoptivo de su Padre (cf. Ef 1,5).
No se llega a ser cristiano, hijo del Padre y hermano en Cristo, por una disposición divina autoritativa, sin el concurso de la libertad personal, es decir, sin convertirse libremente a Cristo. El ser hijo de Dios responde al imperativo de la conversión: «Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Hch 2,38). Todos los que respondieron con la fe y la vida a esta predicación de Pedro entraron en la fraternidadde la primera comunidad cristiana (cf. 1 P 2,17; Hch 1,15.16; 6,3; 15,23): judíos y griegos, esclavos y hombres libres (cf. 1 Co12,13; Ga 3,28), cuya diversidad de origen y condición social no disminuye la dignidad de cada uno, ni excluye a nadie de la pertenencia al Pueblo de Dios. Por ello, la comunidad cristiana es el lugar de la comunión vivida en el amor entre los hermanos (cf.Rm 12,10; 1 Ts 4,9; Hb 13,1; 1 P 1,22; 2 P 1,7).
Todo esto demuestra cómo la Buena Nueva de Jesucristo, por la que Dios hace «nuevas todas las cosas» (Ap 21,5),[3] también es capaz de redimir las relaciones entre los hombres, incluida aquella entre un esclavo y su amo, destacando lo que ambos tienen en común: la filiación adoptiva y el vínculo de fraternidad en Cristo. El mismo Jesús dijo a sus discípulos: «Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer» (Jn 15,15).
Múltiples rostros de la esclavitud de entonces y de ahora
3. Desde tiempos inmemoriales, las diferentes sociedades humanas conocen el fenómeno del sometimiento del hombre por parte del hombre. Ha habido períodos en la historia humana en que la institución de la esclavitud estaba generalmente aceptada y regulada por el derecho. Éste establecía quién nacía libre, y quién, en cambio, nacía esclavo, y en qué condiciones la persona nacida libre podía perder su libertad u obtenerla de nuevo. En otras palabras, el mismo derecho admitía que algunas personas podían o debían ser consideradas propiedad de otra persona, la cual podía disponer libremente de ellas; el esclavo podía ser vendido y comprado, cedido y adquirido como una mercancía.
Hoy, como resultado de un desarrollo positivo de la conciencia de la humanidad, la esclavitud, crimen de lesa humanidad,[4] está oficialmente abolida en el mundo. El derecho de toda persona a no ser sometida a esclavitud ni a servidumbre está reconocido en el derecho internacional como norma inderogable.
Sin embargo, a pesar de que la comunidad internacional ha adoptado diversos acuerdos para poner fin a la esclavitud en todas sus formas, y ha dispuesto varias estrategias para combatir este fenómeno, todavía hay millones de personas –niños, hombres y mujeres de todas las edades– privados de su libertad y obligados a vivir en condiciones similares a la esclavitud.
Me refiero a tantos trabajadores y trabajadoras, incluso menores, oprimidos de manera formal o informal en todos los sectores, desde el trabajo doméstico al de la agricultura, de la industria manufacturera a la minería, tanto en los países donde la legislación laboral no cumple con las mínimas normas y estándares internacionales, como, aunque de manera ilegal, en aquellos cuya legislación protege a los trabajadores.
Pienso también en las condiciones de vida de muchos emigrantes que, en su dramático viaje, sufren el hambre, se ven privados de la libertad, despojados de sus bienes o de los que se abusa física y sexualmente. En aquellos que, una vez llegados a su destino después de un viaje durísimo y con miedo e inseguridad, son detenidos en condiciones a veces inhumanas. Pienso en los que se ven obligados a la clandestinidad por diferentes motivos sociales, políticos y económicos, y en aquellos que, con el fin de permanecer dentro de la ley, aceptan vivir y trabajar en condiciones inadmisibles, sobre todo cuando las legislaciones nacionales crean o permiten una dependencia estructural del trabajador emigrado con respecto al empleador, como por ejemplo cuando se condiciona la legalidad de la estancia al contrato de trabajo... Sí, pienso en el «trabajo esclavo».
Pienso en las personas obligadas a ejercer la prostitución, entre las que hay muchos menores, y en los esclavos y esclavas sexuales; en las mujeres obligadas a casarse, en aquellas que son vendidas con vistas al matrimonio o en las entregadas en sucesión, a un familiar después de la muerte de su marido, sin tener el derecho de dar o no su consentimiento.
No puedo dejar de pensar en los niños y adultos que son víctimas del tráfico y comercialización para la extracción de órganos, para ser reclutados como soldados, para la mendicidad, para actividades ilegales como la producción o venta de drogas, o paraformas encubiertas de adopción internacional.
Pienso finalmente en todos los secuestrados y encerrados en cautividad por grupos terroristas, puestos a su servicio como combatientes o, sobre todo las niñas y mujeres, como esclavas sexuales. Muchos de ellos desaparecen, otros son vendidos varias veces, torturados, mutilados o asesinados.
Algunas causas profundas de la esclavitud
4. Hoy como ayer, en la raíz de la esclavitud se encuentra una concepción de la persona humana que admite el que pueda ser tratada como un objeto. Cuando el pecado corrompe el corazón humano, y lo aleja de su Creador y de sus semejantes, éstos ya no se ven como seres de la misma dignidad, como hermanos y hermanas en la humanidad, sino como objetos. La persona humana, creada a imagen y semejanza de Dios, queda privada de la libertad, mercantilizada, reducida a ser propiedad de otro, con la fuerza, el engaño o la constricción física o psicológica; es tratada como un medio y no como un fin.
Junto a esta causa ontológica –rechazo de la humanidad del otro– hay otras que ayudan a explicar las formas contemporáneas de la esclavitud. Me refiero en primer lugar a la pobreza, al subdesarrollo y a la exclusión, especialmente cuando se combinan con lafalta de acceso a la educación o con una realidad caracterizada por las escasas, por no decir inexistentes, oportunidades de trabajo. Con frecuencia, las víctimas de la trata y de la esclavitud son personas que han buscado una manera de salir de un estado de pobreza extrema, creyendo a menudo en falsas promesas de trabajo, para caer después en manos de redes criminales que trafican con los seres humanos. Estas redes utilizan hábilmente las modernas tecnologías informáticas para embaucar a jóvenes y niños en todas las partes del mundo.
Entre las causas de la esclavitud hay que incluir también la corrupción de quienes están dispuestos a hacer cualquier cosa para enriquecerse. En efecto, la esclavitud y la trata de personas humanas requieren una complicidad que con mucha frecuencia pasa a través de la corrupción de los intermediarios, de algunos miembros de las fuerzas del orden o de otros agentes estatales, o de diferentes instituciones, civiles y militares. «Esto sucede cuando al centro de un sistema económico está el dios dinero y no el hombre, la persona humana. Sí, en el centro de todo sistema social o económico, tiene que estar la persona, imagen de Dios, creada para que fuera el dominador del universo. Cuando la persona es desplazada y viene el dios dinero sucede esta trastocación de valores».[5]
Otras causas de la esclavitud son los conflictos armados, la violencia, el crimen y el terrorismo. Muchas personas son secuestradas para ser vendidas o reclutadas como combatientes o explotadas sexualmente, mientras que otras se ven obligadas a emigrar, dejando todo lo que poseen: tierra, hogar, propiedades, e incluso la familia. Éstas últimas se ven empujadas a buscar una alternativa a esas terribles condiciones aun a costa de su propia dignidad y supervivencia, con el riesgo de entrar de ese modo en ese círculo vicioso que las convierte en víctimas de la miseria, la corrupción y sus consecuencias perniciosas.
Compromiso común para derrotar la esclavitud
5. Con frecuencia, cuando observamos el fenómeno de la trata de personas, del tráfico ilegal de los emigrantes y de otras formas conocidas y desconocidas de la esclavitud, tenemos la impresión de que todo esto tiene lugar bajo la indiferencia general.
Aunque por desgracia esto es cierto en gran parte, quisiera mencionar el gran trabajo silencioso que muchas congregaciones religiosas, especialmente femeninas, realizan desde hace muchos años en favor de las víctimas. Estos Institutos trabajan en contextos difíciles, a veces dominados por la violencia, tratando de romper las cadenas invisibles que tienen encadenadas a las víctimas a sus traficantes y explotadores; cadenas cuyos eslabones están hechos de sutiles mecanismos psicológicos, que convierten a las víctimas en dependientes de sus verdugos, a través del chantaje y la amenaza, a ellos y a sus seres queridos, pero también a través de medios materiales, como la confiscación de documentos de identidad y la violencia física. La actividad de las congregaciones religiosas se estructura principalmente en torno a tres acciones: la asistencia a las víctimas, su rehabilitación bajo el aspecto psicológico y formativo, y su reinserción en la sociedad de destino o de origen.
Este inmenso trabajo, que requiere coraje, paciencia y perseverancia, merece el aprecio de toda la Iglesia y de la sociedad. Pero, naturalmente, por sí solo no es suficiente para poner fin al flagelo de la explotación de la persona humana. Se requiere también un triple compromiso a nivel institucional de prevención, protección de las víctimas y persecución judicial contra los responsables. Además, como las organizaciones criminales utilizan redes globales para lograr sus objetivos, la acción para derrotar a este fenómeno requiere un esfuerzo conjunto y también global por parte de los diferentes agentes que conforman la sociedad.
Los Estados deben vigilar para que su legislación nacional en materia de migración, trabajo, adopciones, deslocalización de empresas y comercialización de los productos elaborados mediante la explotación del trabajo, respete la dignidad de la persona. Se necesitan leyes justas, centradas en la persona humana, que defiendan sus derechos fundamentales y los restablezcan cuando son pisoteados, rehabilitando a la víctima y garantizando su integridad, así como mecanismos de seguridad eficaces para controlar la aplicación correcta de estas normas, que no dejen espacio a la corrupción y la impunidad. Es preciso que se reconozca también el papel de la mujer en la sociedad, trabajando también en el plano cultural y de la comunicación para obtener los resultados deseados.
Las organizaciones intergubernamentales, de acuerdo con el principio de subsidiariedad, están llamadas a implementar iniciativas coordinadas para luchar contra las redes transnacionales del crimen organizado que gestionan la trata de personas y el tráfico ilegal de emigrantes. Es necesaria una cooperación en diferentes niveles, que incluya a las instituciones nacionales e internacionales, así como a las organizaciones de la sociedad civil y del mundo empresarial.
Las empresas,[6] en efecto, tienen el deber de garantizar a sus empleados condiciones de trabajo dignas y salarios adecuados, pero también han de vigilar para que no se produzcan en las cadenas de distribución formas de servidumbre o trata de personas. A la responsabilidad social de la empresa hay que unir la responsabilidad social del consumidor. Pues cada persona debe ser consciente de que «comprar es siempre un acto moral, además de económico».[7]
Las organizaciones de la sociedad civil, por su parte, tienen la tarea de sensibilizar y estimular las conciencias acerca de las medidas necesarias para combatir y erradicar la cultura de la esclavitud.
En los últimos años, la Santa Sede, acogiendo el grito de dolor de las víctimas de la trata de personas y la voz de las congregaciones religiosas que las acompañan hacia su liberación, ha multiplicado los llamamientos a la comunidad internacional para que los diversos actores unan sus esfuerzos y cooperen para poner fin a esta plaga.[8] Además, se han organizado algunos encuentros con el fin de dar visibilidad al fenómeno de la trata de personas y facilitar la colaboración entre los diferentes agentes, incluidos expertos del mundo académico y de las organizaciones internacionales, organismos policiales de los diferentes países de origen, tránsito y destino de los migrantes, así como representantes de grupos eclesiales que trabajan por las víctimas. Espero que estos esfuerzos continúen y se redoblen en los próximos años.
Globalizar la fraternidad, no la esclavitud ni la indiferencia
6. En su tarea de «anuncio de la verdad del amor de Cristo en la sociedad»,[9] la Iglesia se esfuerza constantemente en las acciones de carácter caritativo partiendo de la verdad sobre el hombre. Tiene la misión de mostrar a todos el camino de la conversión, que lleve a cambiar el modo de ver al prójimo, a reconocer en el otro, sea quien sea, a un hermano y a una hermana en la humanidad; reconocer su dignidad intrínseca en la verdad y libertad, como nos lo muestra la historia de Josefina Bakhita, la santa proveniente de la región de Darfur, en Sudán, secuestrada cuando tenía nueve años por traficantes de esclavos y vendida a dueños feroces. A través de sucesos dolorosos llegó a ser «hija libre de Dios», mediante la fe vivida en la consagración religiosa y en el servicio a los demás, especialmente a los pequeños y débiles. Esta Santa, que vivió entre los siglos XIX y XX, es hoy un testigo ejemplar de esperanza[10] para las numerosas víctimas de la esclavitud y un apoyo en los esfuerzos de todos aquellos que se dedican a luchar contra esta «llaga en el cuerpo de la humanidad contemporánea, una herida en la carne de Cristo».[11]
En esta perspectiva, deseo invitar a cada uno, según su puesto y responsabilidades, a realizar gestos de fraternidad con los que se encuentran en un estado de sometimiento. Preguntémonos, tanto comunitaria como personalmente, cómo nos sentimos interpelados cuando encontramos o tratamos en la vida cotidiana con víctimas de la trata de personas, o cuando tenemos que elegir productos que con probabilidad podrían haber sido realizados mediante la explotación de otras personas. Algunos hacen la vista gorda, ya sea por indiferencia, o porque se desentienden de las preocupaciones diarias, o por razones económicas. Otros, sin embargo, optan por hacer algo positivo, participando en asociaciones civiles o haciendo pequeños gestos cotidianos –que son tan valiosos–, como decir una palabra, un saludo, un «buenos días» o una sonrisa, que no nos cuestan nada, pero que pueden dar esperanza, abrir caminos, cambiar la vida de una persona que vive en la invisibilidad, e incluso cambiar nuestras vidas en relación con esta realidad.
Debemos reconocer que estamos frente a un fenómeno mundial que sobrepasa las competencias de una sola comunidad o nación. Para derrotarlo, se necesita una movilización de una dimensión comparable a la del mismo fenómeno. Por esta razón, hago un llamamiento urgente a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, y a todos los que, de lejos o de cerca, incluso en los más altos niveles de las instituciones, son testigos del flagelo de la esclavitud contemporánea, para que no sean cómplices de este mal, para que no aparten los ojos del sufrimiento de sus hermanos y hermanas en humanidad, privados de libertad y dignidad, sino que tengan el valor de tocar la carne sufriente de Cristo,[12] que se hace visible a través de los numerosos rostros de los que él mismo llama «mis hermanos más pequeños» (Mt 25,40.45).
Sabemos que Dios nos pedirá a cada uno de nosotros: ¿Qué has hecho con tu hermano? (cf. Gn 4,9-10). La globalización de la indiferencia, que ahora afecta a la vida de tantos hermanos y hermanas, nos pide que seamos artífices de una globalización de la solidaridad y de la fraternidad, que les dé esperanza y los haga reanudar con ánimo el camino, a través de los problemas de nuestro tiempo y las nuevas perspectivas que trae consigo, y que Dios pone en nuestras manos.
Vaticano, 8 de diciembre de 2014 ----------- FRANCISCO
XLVIII JORNADA MUNDIAL DE LA PAZ 1 DE ENERO DE 2015
Quinto día de la octava de navidad
Lunes 29 diciembre 2014
de la primera carta del apóstol san Juan 2,3-11:
Queridos hermanos: En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: "Yo le conozco", y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él.
Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero en él y en vosotros-, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
Queridos hermanos: En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos. Quien dice: "Yo le conozco", y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud. En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él.
Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero en él y en vosotros-, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
Queridos, no os escribo un mandamiento nuevo, sino el mandamiento antiguo que tenéis desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra que habéis escuchado. Y, sin embargo, os escribo un mandamiento nuevo -lo cual es verdadero en él y en vosotros-, pues las tinieblas pasan, y la luz verdadera brilla ya. Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano está aún en las tinieblas. Quien ama a su hermano permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe a dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos.
Salno 95 R/. Alégrese el cielo, goce la tierra
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.
El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. R/.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.
El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. R/.
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R/.
Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R/.
El Señor ha hecho el cielo;
honor y majestad lo preceden,
fuerza y esplendor están en su templo. R/.
Evangelio según san Lucas 2,22-35:
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, corno dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, corno dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.»
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo, diciendo a María su madre: «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Una cosa es conocer y otra vivir en conformidad con lo conocido.
Juan nos dice dónde está la prueba de la verdadera fe: «en esto sabemos que le conocemos, en que guardamos sus mandamientos». Y no como los gnósticos de fines de primer siglo, contratos que escribeestacarta, que daban la prioridad absoluta al saber («gnosis», conocimiento), y con eso se sentían salvados, sin prestar gran atención a las consecuencias de la vida moral. No actuaban según ese conocimiento de Dios.
El que cree conocer a Dios y luego no vive según Dios es un mentiroso, la verdad no está en él. Mientras que «quien guarda su Palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud».
Más en concreto todavía, para Juan la demostración de que hemos dejado la oscuridad y entrado en la luz, es si amamos al hermano: «quien dice que está en la luz y aborrece al hermano, está aún en las tinieblas», «no sabe a dónde va» y seguramente tropezará, porque «las tinieblas han cegado sus ojos».
Es la consecuencia de haber conocido el misterio del amor de Dios en esta Navidad: también nosotros tenemos que imitar su gran mandamiento, que es el amor. La teoría es fácil. La práctica no lo es tanto: y las dos deben ir juntas.
La presentación de Jesús en el Templo, cuya primera parte leemos hoy, es una escena llena de sentido que nos ayuda a profundizar en el misterio de la Encarnación de Dios.José y María cumplen la ley, con lo que eso significa de solidaridad del Mesías con su pueblo, y lo hacen con las ofrendas propias de las familias pobres.
El anciano Simeón nos invita, con su ejemplo, a tener «buena vista», a descubrir, movidos por el Espíritu, la presencia de Dios-Amor en nuestra vida. Él la supo discernir en una familia muy sencilla que no llamaba a nadie la atención. Reconoció a Jesús y se llenó de alegría y lo anunció a todos los que escuchaban. En los mil pequeños detalles de cada día, y en las personas que pueden parecer más insignificantes, nos espera la voz de Dios-Amor, si sabemos escucharla.
28.12.2014
domingo de la SAGRADA FAMILIA
del libro del Eclesiástico 3, 2-6.12-14:
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Salmo 127 R/. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.
Colosenses 3,12-21:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
evangelio según san Mateo 2,13-15.19-23:
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.»
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.»
Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
ABIERT@S EL PROYECTO DE DIOSLos relatos evangélicos no ofrecen duda alguna. Según Jesús, Dios tiene un gran proyecto: construir en el mundo una gran familia humana. Atraído por este proyecto, Jesús se dedica enteramente a que todos sientan a Dios como Padre y todos aprendan a vivir como hermanos. Este es el camino que conduce a la salvación del género humano.
Para algunos, la familia actual se está arruinando porque se ha perdido el ideal tradicional de “familia cristiana”. Para otros, cualquier novedad es un progreso hacia una sociedad nueva. Pero, ¿cómo es una familia abierta al proyecto humanizador de Dios? ¿Qué rasgos podríamos destacar?
Amor entre los esposos. Es lo primero. El hogar está vivo cuando los padres saben quererse, apoyarse mutuamente, compartir penas y alegrías, perdonarse, dialogar y confiar el uno en el otro. La familia se empieza a deshumanizar cuando crece el egoísmo, las discusiones y malentendidos.
Relación entre padres e hijos. No basta el amor entre los esposos. Cuando padres e hijos viven enfrentados y sin apenas comunicación alguna, la vida familiar se hace imposible, la alegría desaparece, todos sufren. La familia necesita un clima de confianza mutua para pensar en el bien de todos.
Atención a los más frágiles. Todos han de encontrar en su hogar acogida, apoyo y comprensión. Pero la familia se hace más humana sobre todo, cuando en ella se cuida con amor y cariño a los más pequeños, cuando se quiere con respeto y paciencia a los mayores, cuando se atiende con solicitud a los enfermos o discapacitados, cuando no se abandona a quien lo está pasando mal.
Apertura a los necesitados. Una familia trabaja por un mundo más humano, cuando no se encierra en sus problemas e intereses, sino que vive abierta a las necesidades de otras familias: hogares rotos que viven situaciones conflictivas y dolorosas, y necesitan apoyo y comprensión; familias sin trabajo ni ingreso alguno, que necesitan ayuda material; familias de inmigrantes que piden acogida y amistad.
Crecimiento de la fe. En la familia se aprende a vivir las cosas más importantes. Por eso, es el mejor lugar para aprender a creer en ese Dios bueno, Padre de todos; para conocer el estilo de vida de Jesús; para descubrir su Buena Noticia; para rezar juntos en torno a la mesa; para tomar parte en la vida de la comunidad de seguidores de Jesús. Estas familias cristianas contribuyen a construir ese mundo más justo, digno y dichoso querido por Dios. Son una bendición para la sociedad.
LA VOZ DE PAPA
FRANCISCO
En la familia, la
fe está presente en todas las etapas de la vida, comenzando por la infancia:
los niños aprenden a fiarse del amor de sus padres. Por eso, es importante que
los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el
crecimiento en la fe de los hijos. Sobre todo los jóvenes, que atraviesan una
edad tan compleja, rica e importante para la fe, deben sentir la cercanía y la
atención de la familia y de la comunidad eclesial en su camino de crecimiento
en la fe.
27
diciembre
san JUAN EVANGELISTA
de la primera carta del apóstol san Juan 1,1-4:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.
Salmo 96 R/. Alegraos, justos, con el Señor
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R/.
Evangelio según san Juan 20,2-8:
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
¿Cómo vivir esta Palabra?
Juan, hijo de Zebedeo y Salomé, y hermano de Santiago, estaba con este y con su padre a orillas del lago, cuando, pasando Jesús por allí, llamó a los dos hermanos “y ellos, dejando la barca y a su propio padre, le siguieron” (Mt 4,21-23).
A Juan, el discípulo amado de Jesús (Jn 13,23), y a su hermano Santiago, los apodaban “Boanerges”, los hijos del trueno (Mc 3,17). El apodo hacía referencia a un fuerte carácter. Pero, Jesús los fue modelando con actitudes evangélicas, lo mismo que a los demás apóstoles.
Junto con Pedro y su hermano, Santiago, son testigos privilegiados de muchos acontecimientos vividos con Jesús. Aparecen junto a él en momentos importantes. Está junto a Pedro y Santiago cuando Jesús, en Cafarnaúm, entra en casa de Pedro para curar a su suegra (Mc 1,29); sigue con ellos a Jesús en la casa del jefe de la sinagoga, Jairo, cuya hija volverá a la vida (Mc 5,37); le sigue también cuando sube a la montaña para ser transfigurado (Mc 9,2); está a su lado cuando pronuncia el discurso sobre el fin del mundo y de la ciudad (Mc 13,3). Y está cerca de él cuando en el Huerto de Getsemaní se retira para orar con el Padre (Mc 14,33)... Veamos sólo dos detalles del Evangelio de hoy relacionados con Juan.
“Entró Juan en el sepulcro; vio y creyó”. Con esta sinceridad y sencillez nos cuenta Juan su fe. Porque, por mucha intimidad que tuviera con Jesús, hasta aquel momento no había entendido “que él había de resucitar”. ¿Qué es lo que vio Juan, que no hubiera visto antes, que le hiciera creer? Vio la muerte sin muerto, el sepulcro vacío.
Juan “vio y creyó”. Y, desde entonces, creer para él fue afirmar, defender y ser testigo de una salvación más allá de la muerte. Y aprendió también que creer en “las cosas de allá arriba” no era desentenderse de las de aquí abajo, sino todo lo contrario. Se lo había enseñado Jesús, con palabras, conducta y vida. Y Juan recordaba lo central para Jesús: EL AMOR DEMOSTRADO al hermano necesitado. Por eso dirá que quien no ama a su hermano a quien ve, no puede decir que ama a Dios a quien no ve.
LA VOZ DE SAN AGUSTÍN
Así, pues, la Vida misma se ha manifestado en la carne, para que, en esta manifestación, aquello que sólo podía ser visto con el corazón fuera también visto con los ojos, y de esta forma sanase los corazones. Pues la Palabra se ve sólo con el corazón, pero la carne se ve también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no lo éramos de ver la Palabra. La Palabra se hizo carne, a la cual podemos ver, para sanar en nosotros aquello que nos hace capaces de ver la Palabra… “Os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó” (1Jn 1,2).
26
diciembre
san ESTEBAN
La Sagrada Familia
Hechos de los apóstoles 6,8-10; 7,54-60
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»
Y, con estas palabras, expiró.
Salmo 30 R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu
Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirigeme y guíame. R/.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R/.
Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R/.
Evangelio según san Mateo 10,17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Al día siguiente de la solemnidad de Navidad, celebramos hoy la fiesta de san Esteban, diácono y primer mártir. A primera vista, unir el recuerdo del "protomártir" y el nacimiento del Redentor puede sorprender por el contraste entre la paz y la alegría de Belén y el drama de san Esteban... En realidad, esta aparente contraposición se supera si analizamos más a fondo el misterio de la Navidad. El Niño Jesús, que yace en la cueva, es el Hijo unigénito de Dios que se hizo hombre. Él salvará a la humanidad muriendo en la cruz. Ahora lo vemos en pañales en el pesebre; después de su crucifixión, será nuevamente envuelto con vendas y colocado en un sepulcro. No es casualidad que la iconografía navideña represente a veces al Niño divino recién nacido recostado en un pequeño sarcófago, para indicar que el Redentor nace para morir, nace para dar su vida como rescate por todos (cf. Mc 10,45).
San Esteban fue el primero en seguir los pasos de Cristo con el martirio; murió, como el divino Maestro, perdonando y orando por sus verdugos (cf. Hch 7, 60). En los primeros cuatro siglos del cristianismo todos los santos venerados por la Iglesia eran mártires. Se trata de una multitud innumerable, que la liturgia llama "el blanco ejército de los mártires"... Su muerte no era motivo de miedo y tristeza, sino de entusiasmo espiritual, que suscitaba siempre nuevos cristianos.
Para los creyentes, el día de la muerte, y más aún el
día del martirio, no es el fin de todo, sino más bien el "paso" a la
vida inmortal, es el día del nacimiento definitivo, en latín, el dies natalis.
Así se comprende el vínculo que existe entre el dies natalis de Cristo y el
dies natalis de san Esteban. Si Jesús no hubiera nacido en la tierra, los
hombres no habrían podido nacer para el cielo. Precisamente porque Cristo
nació, nosotros podemos "renacer". (Benedicto XVI, papa de 2005 a 2013
Ángelus del 26 de diciembre de 2006)
Natividad del Señor
Misa del día 25/12/2014
Isaías 52, 7-10
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies
del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la
victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan
a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a
coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a
Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y
verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
Salmo: Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6 R. Los confines de la tierra
han contemplado la victoria de nuestro Dios
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han
contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.
Lectura de la carta a los Hebreos 1, 1-6
En distintas ocasiones y de muchas maneras
habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta
etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y
por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo. de su
gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y,
habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de
su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más
sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío
eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mi
un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice:
«Adórenlo todos los ángeles de Dios.»
Lectura del santo evangelio según san Juan 1. 1-18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba
junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a
Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo
que se ha hecho. En la Palabra habla vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre
enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar
testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz,
sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, ,que alumbra a todo
hombre. Al inundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de
ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en
su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano,
sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos
contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia
y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije:
“El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se
dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el
seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
REFLEXIÓN SOBRE LA NAVIDAD (J.A Pagola)
La Navidad
es una fiesta llena de nostalgia. Se canta la paz, pero no sabemos construirla.
Nos deseamos felicidad, pero cada vez parece más difícil ser feliz. Nos
compramos mutuamente regalos, pero lo que necesitamos es ternura y afecto.
Cantamos a un niño Dios, pero en nuestros corazones se apaga la fe. La vida no
es como quisiéramos, pero no sabemos hacerla mejor.
No es sólo un sentimiento de Navidad. La vida
entera está transida de nostalgia. Nada llena enteramente nuestros deseos. No
hay riqueza que pueda proporcionar paz total. No hay amor que responda
plenamente a los deseos más hondos. No hay profesión que pueda satisfacer del
todo nuestras aspiraciones. No es posible ser amados por todos.
La nostalgia puede tener efectos muy
positivos. Nos permite descubrir que nuestros deseos van más allá de lo que hoy
podemos poseer o disfrutar. Nos ayuda a mantener abierto el horizonte de
nuestra existencia a algo más grande y pleno que todo lo que conocemos. Al
mismo tiempo, nos enseña a no pedir a la vida lo que no nos pueda dar, a no
esperar de las relaciones lo que no nos pueden proporcionar. La nostalgia no
nos deja vivir encadenados sólo a este mundo.
Es fácil vivir ahogando el deseo de infinito
que late en nuestro ser. Nos encerramos en una coraza que nos hace insensibles
a lo que puede haber más allá de lo que vemos y tocamos. La fiesta de la
Navidad, vivida desde la nostalgia, crea un clima diferente: estos días se
capta mejor la necesidad de hogar y seguridad. A poco que uno entre en contacto
con su corazón, intuye que el misterio de Dios es nuestro destino último.
Si uno es creyente, la fe le invita estos
días a descubrir ese misterio, no en un país extraño e inaccesible, sino en un
niño recién nacido. Así de simple y de increíble. Hemos de acercarnos a Dios
como nos acercamos a un niño: de manera suave y sin ruidos; sin discursos
solemnes, con palabras sencillas nacidas del corazón. Nos encontramos con Dios
cuando le abrimos lo mejor que hay en nosotros.
A pesar del tono frívolo y superficial que se
crea en nuestra sociedad, la Navidad puede acercar a Dios. Al menos, si la
vivimos con fe sencilla y corazón limpio. (Jose A. Pagola)
Miércoles 24 diciembre 2014
Cuarta semana de adviento.
¡¡ FELIZ y SANTA NOCHEBUENA!!
El anciano Simeón nos invita, con su ejemplo, a tener «buena vista», a descubrir, movidos por el Espíritu, la presencia de Dios-Amor en nuestra vida. Él la supo discernir en una familia muy sencilla que no llamaba a nadie la atención. Reconoció a Jesús y se llenó de alegría y lo anunció a todos los que escuchaban. En los mil pequeños detalles de cada día, y en las personas que pueden parecer más insignificantes, nos espera la voz de Dios-Amor, si sabemos escucharla.
28.12.2014
28.12.2014
domingo de la SAGRADA FAMILIA
del libro del Eclesiástico 3, 2-6.12-14:
Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra a su madre el Señor lo escucha. Hijo mío, sé constante en honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee, ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas. La limosna del padre no se olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Salmo 127 R/. Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.
Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.
Colosenses 3,12-21:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada. Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo. Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente. Cantad a Dios, dadle gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados. Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él. Mujeres, vivid bajo la autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, no sea que pierdan los ánimos.
evangelio según san Mateo 2,13-15.19-23:
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.»
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.»
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño.»
Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
ABIERT@S EL PROYECTO DE DIOSLos relatos evangélicos no ofrecen duda alguna. Según Jesús, Dios tiene un gran proyecto: construir en el mundo una gran familia humana. Atraído por este proyecto, Jesús se dedica enteramente a que todos sientan a Dios como Padre y todos aprendan a vivir como hermanos. Este es el camino que conduce a la salvación del género humano.
Para algunos, la familia actual se está arruinando porque se ha perdido el ideal tradicional de “familia cristiana”. Para otros, cualquier novedad es un progreso hacia una sociedad nueva. Pero, ¿cómo es una familia abierta al proyecto humanizador de Dios? ¿Qué rasgos podríamos destacar?
Amor entre los esposos. Es lo primero. El hogar está vivo cuando los padres saben quererse, apoyarse mutuamente, compartir penas y alegrías, perdonarse, dialogar y confiar el uno en el otro. La familia se empieza a deshumanizar cuando crece el egoísmo, las discusiones y malentendidos.
Relación entre padres e hijos. No basta el amor entre los esposos. Cuando padres e hijos viven enfrentados y sin apenas comunicación alguna, la vida familiar se hace imposible, la alegría desaparece, todos sufren. La familia necesita un clima de confianza mutua para pensar en el bien de todos.
Atención a los más frágiles. Todos han de encontrar en su hogar acogida, apoyo y comprensión. Pero la familia se hace más humana sobre todo, cuando en ella se cuida con amor y cariño a los más pequeños, cuando se quiere con respeto y paciencia a los mayores, cuando se atiende con solicitud a los enfermos o discapacitados, cuando no se abandona a quien lo está pasando mal.
Apertura a los necesitados. Una familia trabaja por un mundo más humano, cuando no se encierra en sus problemas e intereses, sino que vive abierta a las necesidades de otras familias: hogares rotos que viven situaciones conflictivas y dolorosas, y necesitan apoyo y comprensión; familias sin trabajo ni ingreso alguno, que necesitan ayuda material; familias de inmigrantes que piden acogida y amistad.
Crecimiento de la fe. En la familia se aprende a vivir las cosas más importantes. Por eso, es el mejor lugar para aprender a creer en ese Dios bueno, Padre de todos; para conocer el estilo de vida de Jesús; para descubrir su Buena Noticia; para rezar juntos en torno a la mesa; para tomar parte en la vida de la comunidad de seguidores de Jesús. Estas familias cristianas contribuyen a construir ese mundo más justo, digno y dichoso querido por Dios. Son una bendición para la sociedad.
de la primera carta del apóstol san Juan 1,1-4:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.
Salmo 96 R/. Alegraos, justos, con el Señor
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R/.
Evangelio según san Juan 20,2-8:
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
¿Cómo vivir esta Palabra?
Juan, hijo de Zebedeo y Salomé, y hermano de Santiago, estaba con este y con su padre a orillas del lago, cuando, pasando Jesús por allí, llamó a los dos hermanos “y ellos, dejando la barca y a su propio padre, le siguieron” (Mt 4,21-23).
A Juan, el discípulo amado de Jesús (Jn 13,23), y a su hermano Santiago, los apodaban “Boanerges”, los hijos del trueno (Mc 3,17). El apodo hacía referencia a un fuerte carácter. Pero, Jesús los fue modelando con actitudes evangélicas, lo mismo que a los demás apóstoles.
Junto con Pedro y su hermano, Santiago, son testigos privilegiados de muchos acontecimientos vividos con Jesús. Aparecen junto a él en momentos importantes. Está junto a Pedro y Santiago cuando Jesús, en Cafarnaúm, entra en casa de Pedro para curar a su suegra (Mc 1,29); sigue con ellos a Jesús en la casa del jefe de la sinagoga, Jairo, cuya hija volverá a la vida (Mc 5,37); le sigue también cuando sube a la montaña para ser transfigurado (Mc 9,2); está a su lado cuando pronuncia el discurso sobre el fin del mundo y de la ciudad (Mc 13,3). Y está cerca de él cuando en el Huerto de Getsemaní se retira para orar con el Padre (Mc 14,33)... Veamos sólo dos detalles del Evangelio de hoy relacionados con Juan.
“Entró Juan en el sepulcro; vio y creyó”. Con esta sinceridad y sencillez nos cuenta Juan su fe. Porque, por mucha intimidad que tuviera con Jesús, hasta aquel momento no había entendido “que él había de resucitar”. ¿Qué es lo que vio Juan, que no hubiera visto antes, que le hiciera creer? Vio la muerte sin muerto, el sepulcro vacío.
Juan “vio y creyó”. Y, desde entonces, creer para él fue afirmar, defender y ser testigo de una salvación más allá de la muerte. Y aprendió también que creer en “las cosas de allá arriba” no era desentenderse de las de aquí abajo, sino todo lo contrario. Se lo había enseñado Jesús, con palabras, conducta y vida. Y Juan recordaba lo central para Jesús: EL AMOR DEMOSTRADO al hermano necesitado. Por eso dirá que quien no ama a su hermano a quien ve, no puede decir que ama a Dios a quien no ve.
LA VOZ DE SAN AGUSTÍN
Así, pues, la Vida misma se ha manifestado en la carne, para que, en esta manifestación, aquello que sólo podía ser visto con el corazón fuera también visto con los ojos, y de esta forma sanase los corazones. Pues la Palabra se ve sólo con el corazón, pero la carne se ve también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no lo éramos de ver la Palabra. La Palabra se hizo carne, a la cual podemos ver, para sanar en nosotros aquello que nos hace capaces de ver la Palabra… “Os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó” (1Jn 1,2).
26
diciembre
Para algunos, la familia actual se está arruinando porque se ha perdido el ideal tradicional de “familia cristiana”. Para otros, cualquier novedad es un progreso hacia una sociedad nueva. Pero, ¿cómo es una familia abierta al proyecto humanizador de Dios? ¿Qué rasgos podríamos destacar?
Amor entre los esposos. Es lo primero. El hogar está vivo cuando los padres saben quererse, apoyarse mutuamente, compartir penas y alegrías, perdonarse, dialogar y confiar el uno en el otro. La familia se empieza a deshumanizar cuando crece el egoísmo, las discusiones y malentendidos.
Relación entre padres e hijos. No basta el amor entre los esposos. Cuando padres e hijos viven enfrentados y sin apenas comunicación alguna, la vida familiar se hace imposible, la alegría desaparece, todos sufren. La familia necesita un clima de confianza mutua para pensar en el bien de todos.
Atención a los más frágiles. Todos han de encontrar en su hogar acogida, apoyo y comprensión. Pero la familia se hace más humana sobre todo, cuando en ella se cuida con amor y cariño a los más pequeños, cuando se quiere con respeto y paciencia a los mayores, cuando se atiende con solicitud a los enfermos o discapacitados, cuando no se abandona a quien lo está pasando mal.
Apertura a los necesitados. Una familia trabaja por un mundo más humano, cuando no se encierra en sus problemas e intereses, sino que vive abierta a las necesidades de otras familias: hogares rotos que viven situaciones conflictivas y dolorosas, y necesitan apoyo y comprensión; familias sin trabajo ni ingreso alguno, que necesitan ayuda material; familias de inmigrantes que piden acogida y amistad.
Crecimiento de la fe. En la familia se aprende a vivir las cosas más importantes. Por eso, es el mejor lugar para aprender a creer en ese Dios bueno, Padre de todos; para conocer el estilo de vida de Jesús; para descubrir su Buena Noticia; para rezar juntos en torno a la mesa; para tomar parte en la vida de la comunidad de seguidores de Jesús. Estas familias cristianas contribuyen a construir ese mundo más justo, digno y dichoso querido por Dios. Son una bendición para la sociedad.
LA VOZ DE PAPA
FRANCISCO
En la familia, la
fe está presente en todas las etapas de la vida, comenzando por la infancia:
los niños aprenden a fiarse del amor de sus padres. Por eso, es importante que
los padres cultiven prácticas comunes de fe en la familia, que acompañen el
crecimiento en la fe de los hijos. Sobre todo los jóvenes, que atraviesan una
edad tan compleja, rica e importante para la fe, deben sentir la cercanía y la
atención de la familia y de la comunidad eclesial en su camino de crecimiento
en la fe.
27
diciembre
san JUAN EVANGELISTA
de la primera carta del apóstol san Juan 1,1-4:
Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que contemplamos y palparon nuestras manos: la Palabra de la vida (pues la vida se hizo visible), nosotros la hemos visto, os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó. Eso que hemos visto y oído os lo anunciamos, para que estéis unidos con nosotros en esa unión que tenemos con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos esto, para que nuestra alegría sea completa.
Salmo 96 R/. Alegraos, justos, con el Señor
El Señor reina, la tierra goza,
se alegran las islas innumerables.
Tiniebla y nube lo rodean,
justicia y derecho sostienen su trono. R/.
Los montes se derriten como cera
ante el dueño de toda la tierra;
los cielos pregonan su justicia,
y todos los pueblos contemplan su gloria. R/.
Amanece la luz para el justo,
y la alegría para los rectos de corazón.
Alegraos, justos, con el Señor,
celebrad su santo nombre. R/.
Evangelio según san Juan 20,2-8:
El primer día de la semana, María Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.»
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
¿Cómo vivir esta Palabra?
Juan, hijo de Zebedeo y Salomé, y hermano de Santiago, estaba con este y con su padre a orillas del lago, cuando, pasando Jesús por allí, llamó a los dos hermanos “y ellos, dejando la barca y a su propio padre, le siguieron” (Mt 4,21-23).
A Juan, el discípulo amado de Jesús (Jn 13,23), y a su hermano Santiago, los apodaban “Boanerges”, los hijos del trueno (Mc 3,17). El apodo hacía referencia a un fuerte carácter. Pero, Jesús los fue modelando con actitudes evangélicas, lo mismo que a los demás apóstoles.
Junto con Pedro y su hermano, Santiago, son testigos privilegiados de muchos acontecimientos vividos con Jesús. Aparecen junto a él en momentos importantes. Está junto a Pedro y Santiago cuando Jesús, en Cafarnaúm, entra en casa de Pedro para curar a su suegra (Mc 1,29); sigue con ellos a Jesús en la casa del jefe de la sinagoga, Jairo, cuya hija volverá a la vida (Mc 5,37); le sigue también cuando sube a la montaña para ser transfigurado (Mc 9,2); está a su lado cuando pronuncia el discurso sobre el fin del mundo y de la ciudad (Mc 13,3). Y está cerca de él cuando en el Huerto de Getsemaní se retira para orar con el Padre (Mc 14,33)... Veamos sólo dos detalles del Evangelio de hoy relacionados con Juan.
“Entró Juan en el sepulcro; vio y creyó”. Con esta sinceridad y sencillez nos cuenta Juan su fe. Porque, por mucha intimidad que tuviera con Jesús, hasta aquel momento no había entendido “que él había de resucitar”. ¿Qué es lo que vio Juan, que no hubiera visto antes, que le hiciera creer? Vio la muerte sin muerto, el sepulcro vacío.
Juan “vio y creyó”. Y, desde entonces, creer para él fue afirmar, defender y ser testigo de una salvación más allá de la muerte. Y aprendió también que creer en “las cosas de allá arriba” no era desentenderse de las de aquí abajo, sino todo lo contrario. Se lo había enseñado Jesús, con palabras, conducta y vida. Y Juan recordaba lo central para Jesús: EL AMOR DEMOSTRADO al hermano necesitado. Por eso dirá que quien no ama a su hermano a quien ve, no puede decir que ama a Dios a quien no ve.
LA VOZ DE SAN AGUSTÍN
Así, pues, la Vida misma se ha manifestado en la carne, para que, en esta manifestación, aquello que sólo podía ser visto con el corazón fuera también visto con los ojos, y de esta forma sanase los corazones. Pues la Palabra se ve sólo con el corazón, pero la carne se ve también con los ojos corporales. Éramos capaces de ver la carne, pero no lo éramos de ver la Palabra. La Palabra se hizo carne, a la cual podemos ver, para sanar en nosotros aquello que nos hace capaces de ver la Palabra… “Os damos testimonio y os anunciamos la vida eterna que estaba con el Padre y se nos manifestó” (1Jn 1,2).
san ESTEBAN
La Sagrada Familia
Hechos de los apóstoles 6,8-10; 7,54-60
En aquellos días, Esteban, lleno de gracia y poder, realizaba grandes prodigios y signos en medio del pueblo. Unos cuantos de la sinagoga llamada de los libertos, oriundos de Cirene, Alejandría, Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia. Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: «Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios.»
Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y, como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta invocación: «Señor Jesús, recibe mi espíritu.»
Luego, cayendo de rodillas, lanzó un grito: «Señor, no les tengas en cuenta este pecado.»
Y, con estas palabras, expiró.
Salmo 30 R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu
Sé la roca de mi refugio,
un baluarte donde me salve,
tú que eres mi roca y mi baluarte;
por tu nombre dirigeme y guíame. R/.
A tus manos encomiendo mi espíritu:
tú, el Dios leal, me librarás.
Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría.
Te has fijado en mi aflicción. R/.
Líbrame de los enemigos que me persiguen;
haz brillar tu rostro sobre tu siervo,
sálvame por tu misericordia. R/.
Evangelio según san Mateo 10,17-22
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: «No os fiéis de la gente, porque os entregarán a los tribunales, os azotarán en las sinagogas y os harán comparecer ante gobernadores y reyes, por mi causa; así daréis testimonio ante ellos y ante los gentiles. Cuando os arresten, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en su momento se os sugerirá lo que tenéis que decir; no seréis vosotros los que habléis, el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros. Los hermanos entregarán a sus hermanos para que los maten, los padres a los hijos; se rebelarán los hijos contra sus padres, y los matarán. Todos os odiarán por mi nombre; el que persevere hasta el final se salvará.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Al día siguiente de la solemnidad de Navidad, celebramos hoy la fiesta de san Esteban, diácono y primer mártir. A primera vista, unir el recuerdo del "protomártir" y el nacimiento del Redentor puede sorprender por el contraste entre la paz y la alegría de Belén y el drama de san Esteban... En realidad, esta aparente contraposición se supera si analizamos más a fondo el misterio de la Navidad. El Niño Jesús, que yace en la cueva, es el Hijo unigénito de Dios que se hizo hombre. Él salvará a la humanidad muriendo en la cruz. Ahora lo vemos en pañales en el pesebre; después de su crucifixión, será nuevamente envuelto con vendas y colocado en un sepulcro. No es casualidad que la iconografía navideña represente a veces al Niño divino recién nacido recostado en un pequeño sarcófago, para indicar que el Redentor nace para morir, nace para dar su vida como rescate por todos (cf. Mc 10,45).
San Esteban fue el primero en seguir los pasos de Cristo con el martirio; murió, como el divino Maestro, perdonando y orando por sus verdugos (cf. Hch 7, 60). En los primeros cuatro siglos del cristianismo todos los santos venerados por la Iglesia eran mártires. Se trata de una multitud innumerable, que la liturgia llama "el blanco ejército de los mártires"... Su muerte no era motivo de miedo y tristeza, sino de entusiasmo espiritual, que suscitaba siempre nuevos cristianos.
Para los creyentes, el día de la muerte, y más aún el
día del martirio, no es el fin de todo, sino más bien el "paso" a la
vida inmortal, es el día del nacimiento definitivo, en latín, el dies natalis.
Así se comprende el vínculo que existe entre el dies natalis de Cristo y el
dies natalis de san Esteban. Si Jesús no hubiera nacido en la tierra, los
hombres no habrían podido nacer para el cielo. Precisamente porque Cristo
nació, nosotros podemos "renacer". (Benedicto XVI, papa de 2005 a 2013
Ángelus del 26 de diciembre de 2006)
Ángelus del 26 de diciembre de 2006)
Natividad del Señor
Misa del día 25/12/2014
Misa del día 25/12/2014
Isaías 52, 7-10
¡Qué hermosos son sobre los montes los pies
del mensajero que anuncia la paz, que trae la Buena Nueva, que pregona la
victoria, que dice a Sión: «Tu Dios es rey»! Escucha: tus vigías gritan, cantan
a coro, porque ven cara a cara al Señor, que vuelve a Sión. Romped a cantar a
coro, ruinas de Jerusalén, que el Señor consuela a su pueblo, rescata a
Jerusalén; el Señor desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, y
verán los confines de la tierra la victoria de nuestro Dios.
Salmo: Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4. 5-6 R. Los confines de la tierra
han contemplado la victoria de nuestro Dios
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han
contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han
contemplado la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.
Lectura de la carta a los Hebreos 1, 1-6
En distintas ocasiones y de muchas maneras
habló Dios antiguamente a nuestros padres por los profetas. Ahora, en esta
etapa final, nos ha hablado por el Hijo, al que ha nombrado heredero de todo, y
por medio del cual ha ido realizando las edades del mundo. Él es reflejo. de su
gloria, impronta de su ser. Él sostiene el universo con su palabra poderosa. Y,
habiendo realizado la purificación de los pecados, está sentado a la derecha de
su majestad en las alturas; tanto más encumbrado sobre los ángeles, cuanto más
sublime es el nombre que ha heredado. Pues, ¿a qué ángel dijo jamás: «Hijo mío
eres tú, hoy te he engendrado», o: «Yo seré para él un padre, y el será para mi
un hijo»? Y en otro pasaje, al introducir en el mundo al primogénito, dice:
«Adórenlo todos los ángeles de Dios.»
Lectura del santo evangelio según san Juan 1. 1-18
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba
junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a
Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo
que se ha hecho. En la Palabra habla vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre
enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar
testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz,
sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, ,que alumbra a todo
hombre. Al inundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de
ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.
Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en
su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano,
sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos
contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia
y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Éste es de quien dije:
“El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo.”»
Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se
dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Hijo único, que está en el
seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
REFLEXIÓN SOBRE LA NAVIDAD (J.A Pagola)
La Navidad
es una fiesta llena de nostalgia. Se canta la paz, pero no sabemos construirla.
Nos deseamos felicidad, pero cada vez parece más difícil ser feliz. Nos
compramos mutuamente regalos, pero lo que necesitamos es ternura y afecto.
Cantamos a un niño Dios, pero en nuestros corazones se apaga la fe. La vida no
es como quisiéramos, pero no sabemos hacerla mejor.
No es sólo un sentimiento de Navidad. La vida
entera está transida de nostalgia. Nada llena enteramente nuestros deseos. No
hay riqueza que pueda proporcionar paz total. No hay amor que responda
plenamente a los deseos más hondos. No hay profesión que pueda satisfacer del
todo nuestras aspiraciones. No es posible ser amados por todos.
La nostalgia puede tener efectos muy
positivos. Nos permite descubrir que nuestros deseos van más allá de lo que hoy
podemos poseer o disfrutar. Nos ayuda a mantener abierto el horizonte de
nuestra existencia a algo más grande y pleno que todo lo que conocemos. Al
mismo tiempo, nos enseña a no pedir a la vida lo que no nos pueda dar, a no
esperar de las relaciones lo que no nos pueden proporcionar. La nostalgia no
nos deja vivir encadenados sólo a este mundo.
Es fácil vivir ahogando el deseo de infinito
que late en nuestro ser. Nos encerramos en una coraza que nos hace insensibles
a lo que puede haber más allá de lo que vemos y tocamos. La fiesta de la
Navidad, vivida desde la nostalgia, crea un clima diferente: estos días se
capta mejor la necesidad de hogar y seguridad. A poco que uno entre en contacto
con su corazón, intuye que el misterio de Dios es nuestro destino último.
Si uno es creyente, la fe le invita estos
días a descubrir ese misterio, no en un país extraño e inaccesible, sino en un
niño recién nacido. Así de simple y de increíble. Hemos de acercarnos a Dios
como nos acercamos a un niño: de manera suave y sin ruidos; sin discursos
solemnes, con palabras sencillas nacidas del corazón. Nos encontramos con Dios
cuando le abrimos lo mejor que hay en nosotros.
A pesar del tono frívolo y superficial que se
crea en nuestra sociedad, la Navidad puede acercar a Dios. Al menos, si la
vivimos con fe sencilla y corazón limpio. (Jose A. Pagola)
Miércoles 24 diciembre 2014
¡¡ FELIZ y SANTA NOCHEBUENA!!
del segundo libro de Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16:
Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.»Natán respondió al rey: «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.»
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor: «Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mi hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
Salmo 88 R/. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R/.
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R/.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R/.
Evangelio según san Lucas 1,67-79:
En aquel tiempo, Zacarías, padre de Juan, lleno del Espíritu Santo, profetizó diciendo: «Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo, suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán. Para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su presencia, todos nuestros días. Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos, anunciando a su pueblo la salvación, el perdón de sus pecados. Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos por el camino de la paz.»PARA VIVIR ESTA PALABRA
La narración bíblica de la primera lectura nos
sorprende por no ser previsible. Lo previsible hubiera sido que, después de que
David ha conquistado todo (un reino poderoso, Jerusalén como capital, la paz
con los enemigos), también él hubiera construido el Templo para Dios. La
sorpresa e imprevisibilidad está, precisamente, en que Dios le cierra el paso;
más aún, Dios tiene que corregir la primera palabra de aprobación que dice el
profeta Natán.
El profeta piensa como los
hombres, que David debe culminar su obra; pero esa misma noche corrige su
determinación la «palabra de Señor». Las promesas a David son promesas de Dios
a la humanidad entera.
En el evangelio también encontramos la sorpresa de que quien estuvo mudo ya puede hablar y lo que hace es alabar la acción de Dios Zacarías sale de su silencio bendiciendo a Dios, al Dios de Israel que se ha hecho presente, ha visitado a su pueblo y a él y su familia con el regalo de un hijo.
Zacarías reconoce la acción de Dios siempre beneficiosa y a favor. Las visitas de Dios no dejan indiferentes, sino que se hace notar por sus efectos buenos: es salvación, es liberación del miedo, es fuerza que ayuda a vencer, que camina por delante, que ejerce la misericordia.... Con un Dios así se puede caminar en la historia contentos y valientes, seguros y confiados, colaborando en su plan de salvación.
"Guíanos Señor por el camino de la Paz, no te canses de nuestras testarudez y cegueras. Que la luz de la Navidad nos haga dóciles a dejarnos guiar por Ti, como lo hizo tu madre María y san José y esta noche sea una noche Buena en toda la Tierra. Amén".
MARTES 23 de diciembre 2014
Cuarta semana de adviento
Jueces 13, 2-7. 24-25
Salmo 70 R/. Que mi boca esté llena de tu
alabanza y cante tu gloria
evangelio según san Lucas 1, 5-25
Medita la Palabra como MARÍA
Viernes 05 de diciembre de 2014
Así dice a la casa de Jacob el Señor, que rescató a Abrahán: Ya no se avergonzará Jacob, ya no se sonrojará su cara, pues cuando vea mis acciones en medio de él santificará mi nombre, santificará al Santo de Jacob y temerá al Dios de Israel. Los que habían perdido la cabeza comprenderán, y los que protestaban aprenderán la enseñanza.
¿A quién temeré? Una cosa pido al Señor,
eso buscaré: Habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida. R.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.R.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Qué hermoso el panorama que nos presenta el profeta ISAIAS. Dios quiere salvar a su pueblo, y lo hará pronto. Los sordos oirán. Lo que estaba seco se convertirá en un jardín.
Los que se sentían oprimidos se verán liberados, mientras que los violentos recibirán su castigo. Ya no tendremos que avergonzarnos de ser buenos y seguir al Señor. ¡Qué buena noticia para los pobres de todos los tiempos!
Los ciegos verán y la oscuridad dejará paso a la luz.
Es una página muy optimista la que hoy leemos. Nos puede parecer increíble y utópica. Pero los planes de Dios son así, y no sólo hace dos mil quinientos años, para el pueblo de Israel, sino para nosotros, que también sabemos lo que es sequedad, oscuridad y opresión.
Cuando leemos los anuncios de Isaías los leemos desde nuestra historia, y nos dejamos interpelar por él. Hoy podemos proclamar las páginas del profeta al menos con igual motivo que en la época de su primer anuncio. Porque seguimos necesitando esa salvación de Dios. También nosotros, con las palabras del salmo, decimos con confianza: «el Señor es mi luz y mi salvación», y eso es lo que nos da ánimos y mantiene nuestra esperanza.
Es una estampa muy propia de Adviento la de los dos ciegos que están esperando, y cuando se enteran que viene Jesús, le siguen gritando: «ten compasión de nosotros, Hijo de David».
Dos ciegos que desean, buscan y piden a gritos su curación.
Tal vez no conocen bien a Jesús, ni saben qué clase de Mesías es. Pero le siguen y se encuentran con el auténtico Salvador, quedan curados y se marchan hablando a todos de Jesús. Como tantas otras personas que a lo largo de la vida de Jesús encontraron en él el sentido de sus vidas.
Una vez más se demuestra la verdad de la gran afirmación: «yo soy la luz del mundo: el que me sigue no andará en tinieblas».
El Adviento lo estamos viviendo desde una historia concreta. Y las lecturas nos están diciendo que este mundo nuestro tiene remedio: éste, con sus defectos y calamidades, no otros mundos posibles. Que Dios nos quiere liberar de las injusticias que existen ahora, como en tiempos del profeta. De las opresiones. De los miedos.
Cuántas personas están ahora mismo clamando desde su interior, esperando un Salvador que no saben bien quién es: y lo hacen desde la pobreza y el hambre, la soledad y la enfermedad, la injusticia y la guerra. Los dos ciegos tienen muchos imitadores, aunque no todos sepan que su deseo de curación coincide con la voluntad de Dios que les quiere salvar.
de la profecía de Malaquías 3,1-4.23-24:
Así dice el Señor: «Mirad, yo os envió a mi mensajero, para que prepare el camino ante mí. De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis, el mensajero de la alianza que vosotros deseáis. Miradlo entrar –dice el Señor de los ejércitos–. ¿Quién podrá resistir el día de su venida?, ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata y a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido. Entonces agradará al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, como en los años antiguos. Mirad: os enviaré al profeta Elías antes de que llegue el día del Señor, grande y terrible. Convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir yo a destruir la tierra.»
Salmo 24,4-5ab.8-9.10.14 R/. Levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R/.
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R/.
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza. R/.
Evangelio según san Lucas 1, 57-66:
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.»
Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
El anuncio del profeta Malaquías, de que Dios enviará un mensajero, prepara en paralelo el relato evangélico del nacimiento de Juan.
El profeta, en el siglo V antes de Cristo, en un tiempo de restauración política, que él querría que fuera también religiosa, se queja de los abusos que hay en el pueblo y en sus autoridades. El culto del Templo es muy deficiente, por desidia de los sacerdotes. De parte de Dios anuncia reformas y sobre todo el envío de un mensajero que prepare el camino del mismo Señor. Su venida será gracia y juicio a la vez, será fuego de fundidor, que purifica quemando, para que la ofrenda del Templo sea dignamente presentada ante el Señor.
¿Quién podrá resistir el día de su venida?
Una de las características de la misión de este mensajero será que «convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres».
El salmo da mayor suavidad al tema y nos hace repetir con confianza, ante este día de la venida del Señor: «mirad y levantad vuestras cabezas: se acerca vuestra redención». Eso si, con un compromiso de caminar por las sendas de Dios, con lealtad y rectitud, guardando la alianza con Dios.
Los judíos habían interpretado a este mensajero anunciado por Malaquías como el profeta Elías, que vendría al final de los tiempos. Pero Jesús lo identificó con Juan Bautista.
Hoy escuchamos el relato del nacimiento de Juan, el precursor, que se completará mañana con el cántico de su padre Zacarías (el Benedictus) y así nos prepararamos a celebrar el inminente nacimiento de Jesús.
Dios ha decidido que ha llegado ya la plenitud de los tiempos y empieza a actuar. La voz corre por la comarca y todos se llenan de alegría. Tienen razón los vecinos: ¿qué será de este niño? Juan será grande. Durante bastantes días, en este Adviento, hemos ido leyendo pasajes en que se cantan las alabanzas de este personaje, decisivo en la preparación del Mesías: testigo de la luz, voz de heraldo que clama en el desierto y prepara los caminos del Señor, que crea grupos de discípulos que luego orientará hacia el Profeta definitivo, que predica la conversión y anuncia la inminencia del día del Señor.
El nombre, para los judíos, tiene mucha importancia. Juan significa «gracia de Dios», o «favor de Dios», o «misericordia de Dios». Nadie en la familia se había llamado así, y es que Dios sigue caminos siempre sorprendentes.
Ante la llegada del Señor ... ¿qué tal si preparamos la Navidad, por ejemplo, celebrando el sacramento de la reconciliación? entonces podremos cantar y celebrar litúrgicamente el Nacimiento de Jesús según los deseos de Dios.
Ojalá que nosotros mismos seamos evangelizadores, anunciadores de Cristo para el mundo de hoy, ejerciendo la función profética que todos los cristianos tenemos por el bautismo, y de modo especial los religiosos y ministros ordenados.
Ante la inminente Navidad, se hace más urgente nuestra súplica: ¡ven y sálvanos!
22
DICIEMBRE 2014
Cuarta
semana de Adviento
del primer
libro de Samuel 1,24-28:
En aquellos días, cuando Ana
hubo destetado a Samuel, subió con él al templo del Señor, de Siló, llevando un
novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. El niño era aun
muy pequeño.Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo:
«Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al
Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por
eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.» Después se postraron
ante el Señor.
1S 2,1.45.6-7.8abcd R/. Mi corazón se regocija por el Señor, mi
Salvador
Mi corazón se regocija por el
Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación.
R/.
Se rompen los arcos de los
valientes,
mientras los cobardes se ciñen
de valor;
los hartos se contratan por el
pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete
hijos,
mientras la madre de muchos
queda baldía. R/.
El Señor da la muerte y la
vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R/.
Él levanta del polvo al
desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre
príncipes
y que herede un trono de
gloria. R/.
Evangelio
según san Lucas 1,46-56:
En aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación
en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de
corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los
hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a
Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros
padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» María se quedó con
Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
La liturgia de hoy nos propone meditar el Magniticat de
María.
MAGNIFICAT es la primera palabra latina con que comienza el
cántico o himno de alabanza de María al visitar a Isabel.
Este canto habla de la misericordia de Dios, de su
preferencia por los pobres y por los humildes, de su fidelidad a las promesas.
María canta la gracia y la generosidad de Dios para con ella, su misericordia y
su poder, manifestados en la historia de la salvación. Este cántico es un
resumen de la Biblia, la síntesis de la historia de la salvación y conecta
totalmente con las Bienaventuranzas que Jesús proclamará en su vida pública. Y
es que antes las había vivido en Nazaret con su madre.
Al reflexionar sobre el Magnificat, más que pensar en una
composición de María, con ocasión de la visita a su pariente Isabel, los
estudiosos de la Biblia creen que es un cántico sagrado que viene de la
primitiva comunidad judeo-cristiana y que expresa la fe de aquellos primeros
seguidores de Jesús que ya se sentían también enamorados de su madre.
Aunque el Magnificat no haya sido compuesto por María, nos
basta saber que el evangelista le atribuye tales sentimientos. Esto ofrece una
base sólida para describir la figura teológica de la Madre de Jesús y la
importancia que este cántico ha tenido y tiene en la piedad de la Iglesia.
El Papa Juan Pablo II escribe que el cántico del Magnificat
ha salido de la fe profunda de María en la Visitación y que en él se vislumbra
"su experiencia personal, el éxtasis de su corazón. En estas sublimes
palabras resplandece un rayo del misterio de Dios, la alegría de su inefable santidad,
el eterno amor que, como don irrevocable, entra en la historia del
hombre".
El Magnificat es el cántico del alma henchida de
agradecimiento que en la austeridad de una vida sencilla pone su dicha en
sentirse predilecta de Yahvéh. El Magnificat celebra la pobreza de María, la
predilección de Dios por los hambrientos, los humildes, los pobres..., la
fidelidad de Dios.
El Magnificat es como la fotografía del corazón y del alma
de la Virgen. Es el espejo más fiel de su alma, el secreto de su inefable grandeza
y de su humillación insondable. Si ella ha sido elevada tan alta en los planes
de Dios, se debe a que ha sabido colocarse en el último lugar, entre los anawim del pueblo de Yahvéh. Cada cristiano ha de
hacer suya esta actitud de María y es llamado a hacer propio este cántico, el
cántico del pobre, del verdadero hombre de fe.
María se expresa como una persona habituada en la oración a
la contemplación del plan salvífico de Dios, familiarizada con su palabra y
abandonada plenamente a su voluntad.
Estos días previos a la Navidad y este misterio mismo es una
buena ocasión para entrar más en la oración de contemplación con María.
Domingo 21 de diciembre 2014
Cuarta semana de Adviento (B)
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia, y la felicitaban. A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.»
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.»
Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama así.»
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y escribió: «Juan es su nombre.»
Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: «¿Qué va a ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
El anuncio del profeta Malaquías, de que Dios enviará un mensajero, prepara en paralelo el relato evangélico del nacimiento de Juan.
El profeta, en el siglo V antes de Cristo, en un tiempo de restauración política, que él querría que fuera también religiosa, se queja de los abusos que hay en el pueblo y en sus autoridades. El culto del Templo es muy deficiente, por desidia de los sacerdotes. De parte de Dios anuncia reformas y sobre todo el envío de un mensajero que prepare el camino del mismo Señor. Su venida será gracia y juicio a la vez, será fuego de fundidor, que purifica quemando, para que la ofrenda del Templo sea dignamente presentada ante el Señor.
¿Quién podrá resistir el día de su venida?
Una de las características de la misión de este mensajero será que «convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres».
El salmo da mayor suavidad al tema y nos hace repetir con confianza, ante este día de la venida del Señor: «mirad y levantad vuestras cabezas: se acerca vuestra redención». Eso si, con un compromiso de caminar por las sendas de Dios, con lealtad y rectitud, guardando la alianza con Dios.
Los judíos habían interpretado a este mensajero anunciado por Malaquías como el profeta Elías, que vendría al final de los tiempos. Pero Jesús lo identificó con Juan Bautista.
Hoy escuchamos el relato del nacimiento de Juan, el precursor, que se completará mañana con el cántico de su padre Zacarías (el Benedictus) y así nos prepararamos a celebrar el inminente nacimiento de Jesús.
Dios ha decidido que ha llegado ya la plenitud de los tiempos y empieza a actuar. La voz corre por la comarca y todos se llenan de alegría. Tienen razón los vecinos: ¿qué será de este niño? Juan será grande. Durante bastantes días, en este Adviento, hemos ido leyendo pasajes en que se cantan las alabanzas de este personaje, decisivo en la preparación del Mesías: testigo de la luz, voz de heraldo que clama en el desierto y prepara los caminos del Señor, que crea grupos de discípulos que luego orientará hacia el Profeta definitivo, que predica la conversión y anuncia la inminencia del día del Señor.
El nombre, para los judíos, tiene mucha importancia. Juan significa «gracia de Dios», o «favor de Dios», o «misericordia de Dios». Nadie en la familia se había llamado así, y es que Dios sigue caminos siempre sorprendentes.
Ante la llegada del Señor ... ¿qué tal si preparamos la Navidad, por ejemplo, celebrando el sacramento de la reconciliación? entonces podremos cantar y celebrar litúrgicamente el Nacimiento de Jesús según los deseos de Dios.
Ojalá que nosotros mismos seamos evangelizadores, anunciadores de Cristo para el mundo de hoy, ejerciendo la función profética que todos los cristianos tenemos por el bautismo, y de modo especial los religiosos y ministros ordenados.
Ante la inminente Navidad, se hace más urgente nuestra súplica: ¡ven y sálvanos!
22
DICIEMBRE 2014
Cuarta
semana de Adviento
del primer
libro de Samuel 1,24-28:
En aquellos días, cuando Ana
hubo destetado a Samuel, subió con él al templo del Señor, de Siló, llevando un
novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. El niño era aun
muy pequeño.Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo:
«Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al
Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por
eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.» Después se postraron
ante el Señor.
1S 2,1.45.6-7.8abcd R/. Mi corazón se regocija por el Señor, mi
Salvador
Mi corazón se regocija por el
Señor,
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R/.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R/.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R/.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R/.
mi poder se exalta por Dios;
mi boca se ríe de mis enemigos,
porque gozo con tu salvación. R/.
Se rompen los arcos de los valientes,
mientras los cobardes se ciñen de valor;
los hartos se contratan por el pan,
mientras los hambrientos engordan;
la mujer estéril da a luz siete hijos,
mientras la madre de muchos queda baldía. R/.
El Señor da la muerte y la vida,
hunde en el abismo y levanta;
da la pobreza y la riqueza,
humilla y enaltece. R/.
Él levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para hacer que se siente entre príncipes
y que herede un trono de gloria. R/.
Evangelio
según san Lucas 1,46-56:
En aquel tiempo, María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi
salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me
felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes
por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación
en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de
corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los
hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a
Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros
padres en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.» María se quedó con
Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
La liturgia de hoy nos propone meditar el Magniticat de
María.
MAGNIFICAT es la primera palabra latina con que comienza el
cántico o himno de alabanza de María al visitar a Isabel.
Este canto habla de la misericordia de Dios, de su
preferencia por los pobres y por los humildes, de su fidelidad a las promesas.
María canta la gracia y la generosidad de Dios para con ella, su misericordia y
su poder, manifestados en la historia de la salvación. Este cántico es un
resumen de la Biblia, la síntesis de la historia de la salvación y conecta
totalmente con las Bienaventuranzas que Jesús proclamará en su vida pública. Y
es que antes las había vivido en Nazaret con su madre.
Al reflexionar sobre el Magnificat, más que pensar en una
composición de María, con ocasión de la visita a su pariente Isabel, los
estudiosos de la Biblia creen que es un cántico sagrado que viene de la
primitiva comunidad judeo-cristiana y que expresa la fe de aquellos primeros
seguidores de Jesús que ya se sentían también enamorados de su madre.
Aunque el Magnificat no haya sido compuesto por María, nos
basta saber que el evangelista le atribuye tales sentimientos. Esto ofrece una
base sólida para describir la figura teológica de la Madre de Jesús y la
importancia que este cántico ha tenido y tiene en la piedad de la Iglesia.
El Papa Juan Pablo II escribe que el cántico del Magnificat
ha salido de la fe profunda de María en la Visitación y que en él se vislumbra
"su experiencia personal, el éxtasis de su corazón. En estas sublimes
palabras resplandece un rayo del misterio de Dios, la alegría de su inefable santidad,
el eterno amor que, como don irrevocable, entra en la historia del
hombre".
El Magnificat es el cántico del alma henchida de
agradecimiento que en la austeridad de una vida sencilla pone su dicha en
sentirse predilecta de Yahvéh. El Magnificat celebra la pobreza de María, la
predilección de Dios por los hambrientos, los humildes, los pobres..., la
fidelidad de Dios.
El Magnificat es como la fotografía del corazón y del alma
de la Virgen. Es el espejo más fiel de su alma, el secreto de su inefable grandeza
y de su humillación insondable. Si ella ha sido elevada tan alta en los planes
de Dios, se debe a que ha sabido colocarse en el último lugar, entre los anawim del pueblo de Yahvéh. Cada cristiano ha de
hacer suya esta actitud de María y es llamado a hacer propio este cántico, el
cántico del pobre, del verdadero hombre de fe.
María se expresa como una persona habituada en la oración a
la contemplación del plan salvífico de Dios, familiarizada con su palabra y
abandonada plenamente a su voluntad.
Estos días previos a la Navidad y este misterio mismo es una
buena ocasión para entrar más en la oración de contemplación con María.
Domingo 21 de diciembre 2014
del segundo libro de Samuel 7,1-5.8b-12.14a.16
Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán:
– «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.»
Natán respondió al rey:
– «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.»
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:
– «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?
Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido, y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
Cuando el rey David se estableció en su palacio, y el Señor le dio la paz con todos los enemigos que le rodeaban, el rey dijo al profeta Natán:
– «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.»
Natán respondió al rey:
– «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.»
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:
– «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?
Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido, y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
– «Mira, yo estoy viviendo en casa de cedro, mientras el arca del Señor vive en una tienda.»
Natán respondió al rey:
– «Ve y haz cuanto piensas, pues el Señor está contigo.»
Pero aquella noche recibió Natán la siguiente palabra del Señor:
– «Ve y dile a mi siervo David: "Así dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella?
Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel.
Te pondré en paz con todos tus enemigos, te haré grande y te daré una dinastía. Y, cuando tus días se hayan cumplido, y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre."»
Salmo 88 R. Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.
«Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
"Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades."» R.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.
«Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
"Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades."» R.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R.
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.
«Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David, mi siervo:
"Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades."» R.
Él me invocará: «Tú eres mi padre,
mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R.
san Pablo a los Romanos 16, 25-27
Hermanos:
Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Hermanos:
Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
Al que puede fortaleceros según el Evangelio que yo proclamo, predicando a Cristo Jesús, revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora en los escritos proféticos, dado a conocer por decreto del Dios eterno, para traer a todas las naciones a la obediencia de la fe al Dios, único sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
san Lucas 1, 26-38
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
– «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
– «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel
– «¿Cómo será eso pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
– «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
– «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
– «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
– «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel
– «¿Cómo será eso pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
– «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
– «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
– «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo; bendita tú eres entre las mujeres.»
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél.
El ángel le dijo:
– «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel
– «¿Cómo será eso pues no conozco a varón?»
El ángel le contestó:
– «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.
Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.»
María contestó:
– «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.»
Y la dejó el ángel.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Un anuncio sorprendente
El ángel le dijo: Alégrate.
Lucas narra el anuncio del nacimiento de Jesús en estrecho paralelismo con el del Bautista. El contraste entre ambas escenas es tan sorprendente que nos permite entrever con luces nuevas el Misterio del Dios encarnado en Jesús.
El anuncio del nacimiento del Bautista sucede en «Jerusalén», la grandiosa capital de Israel, centro político y religioso del pueblo judío. El nacimiento de Jesús se anuncia en un pueblo desconocido de las montañas de Galilea. Una aldea sin relieve alguno, llamada «Nazaret», de donde nadie espera que pueda salir nada bueno. Años más tarde, estos pueblos humildes acogerán el mensaje de Jesús anunciando la bondad de Dios. Jerusalén por el contrario lo rechazará. Casi siempre, son los pequeños e insignificantes los que mejor entienden y acogen al Dios encarnado en Jesús.
El anuncio del nacimiento del Bautista tiene lugar en el espacio sagrado del «templo». El de Jesús en una casa pobre de una «aldea». Jesús se hará presente allí donde las gentes viven, trabajan, gozan y sufren. Vive entre ellos aliviando el sufrimiento y
ofreciendo el perdón del Padre. Dios se ha hecho carne, no para permanecer en los templos, sino para «poner su morada entre los hombres» y compartir nuestra vida.
El anuncio del nacimiento del Bautista lo escucha un «varón» venerable, el sacerdote Zacarías, durante una solemne celebración ritual. El de Jesús se le hace a María, una «joven» de unos doce años. No se indica donde está ni qué está haciendo. ¿A quién puede interesar el trabajo de una mujer? Sin embargo, Jesús, el Hijo de Dios encarnado, mirará a las mujeres de manera diferente, defenderá su dignidad y las acogerá entre sus discípulos.
Por último, del Bautista se anuncia que nacerá de Zacarías e Isabel, una pareja estéril, bendecida por Dios. De Jesús se dice algo absolutamente nuevo. El Mesías nacerá de María, una joven virgen. El Espíritu de Dios estará en el origen de su aparición en el mundo. Por eso, «será llamado Hijo de Dios». El Salvador del mundo no nace como fruto del amor de unos esposos que se quieren mutuamente. Nace como fruto del Amor de Dios a toda la humanidad. Jesús no es un regalo que nos hacen María y José. Es un regalo que nos hace Dios.
José Antonio Pagola
4 Domingo de Adviento – B
(Lucas 1,26-38)
Sábado 20 de diciembre 2014
Tercera semana de Adviento (B)
Isaías
7,10-14:
En aquellos días, el Señor
habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo
alto del cielo.»
Respondió Acaz: «No la pido, no
quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios: «Escucha,
casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi
Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está
encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa
"Dios-con-nosotros".»
Salmo 23 R/. Va a entrar el Señor, él es el Rey de
la gloria
Del Señor es la tierra y cuanto
la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos.
R/.
¿Quién puede subir al monte del
Señor?
¿Quién puede estar en el
recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y
puro corazón,
que no confía en los ídolos.
R/.
Ése recibirá la bendición del
Señor,
le hará justicia el Dios de
salvación.
Éste es el grupo que busca al
Señor,
que viene a tu presencia, Dios
de Jacob. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,26-38:
A los seis meses, el ángel
Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba María.
El ángel, entrando en su
presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se
turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le
dijo: «No temas, Maria, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en
tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande,
se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su
padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo
será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel,
que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que
llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí
está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Maria pronunció desde el fondo de su corazón un SÍ alegre y
confiado a Dios, su Dios y Dios de Israel!
¡El único!. Cada día rezaba el Shemá Israel sintiéndolo de veras,
sintiéndose ella misma Israel. La conciencia del hebreo es muy fuerte en este
sentido de pertenencia “Él nos hizo y somos suyos” y eso le alegraba el alma en
medio de muchas penurias y dificultades. Sabe que Alguien la quiere y está por encima
de todo lo puramente terreno.
Cuando Dios se dirige a Ella en aquella experiencia-vocación tan
sorprendente e inesperada, aún cuando ya ella tenía sus propios planes, se pone en total disponibilidad al querer de Dios, al sueño de Dios sobre ella, pregunta, reflexiona y se entrega con gozo diciendo :
“¡He
aquí la sierva del Señor! Hágase en mí según su Palabra”.
Maria se autodefine con el título de Sierva del Señor. Este
título viene de Isaías. Israel se sabe “siervo del Señor”. Es un título que
presenta la misión del pueblo de Israel no como un privilegio, sino como un servicio a los
otros pueblos (Is 42,1-9; 49,3-6).
Más tarde, Jesús definirá también su misión como un servicio: “No
vine para ser servido, sino para servir” (Mt 20,28). Jesús tuvo
una buena “escuela” ¡Aprendió de su Madre! Y también de san José, a quien no
podemos olvidar tampoco, por su gran servicio a Dios y a la humanidad. Y es que
no hay servicio sólo para Dios. Él no se queda con nada para sí, todo nos lo ha
entregado en su Hijo, hasta su madre.
VIERNES 19 de diciembre de
2014
Tercera semana de Adviento
El ángel le dijo: Alégrate.
Lucas narra el anuncio del nacimiento de Jesús en estrecho paralelismo con el del Bautista. El contraste entre ambas escenas es tan sorprendente que nos permite entrever con luces nuevas el Misterio del Dios encarnado en Jesús.
El anuncio del nacimiento del Bautista sucede en «Jerusalén», la grandiosa capital de Israel, centro político y religioso del pueblo judío. El nacimiento de Jesús se anuncia en un pueblo desconocido de las montañas de Galilea. Una aldea sin relieve alguno, llamada «Nazaret», de donde nadie espera que pueda salir nada bueno. Años más tarde, estos pueblos humildes acogerán el mensaje de Jesús anunciando la bondad de Dios. Jerusalén por el contrario lo rechazará. Casi siempre, son los pequeños e insignificantes los que mejor entienden y acogen al Dios encarnado en Jesús.
El anuncio del nacimiento del Bautista tiene lugar en el espacio sagrado del «templo». El de Jesús en una casa pobre de una «aldea». Jesús se hará presente allí donde las gentes viven, trabajan, gozan y sufren. Vive entre ellos aliviando el sufrimiento y
ofreciendo el perdón del Padre. Dios se ha hecho carne, no para permanecer en los templos, sino para «poner su morada entre los hombres» y compartir nuestra vida.
El anuncio del nacimiento del Bautista lo escucha un «varón» venerable, el sacerdote Zacarías, durante una solemne celebración ritual. El de Jesús se le hace a María, una «joven» de unos doce años. No se indica donde está ni qué está haciendo. ¿A quién puede interesar el trabajo de una mujer? Sin embargo, Jesús, el Hijo de Dios encarnado, mirará a las mujeres de manera diferente, defenderá su dignidad y las acogerá entre sus discípulos.
Por último, del Bautista se anuncia que nacerá de Zacarías e Isabel, una pareja estéril, bendecida por Dios. De Jesús se dice algo absolutamente nuevo. El Mesías nacerá de María, una joven virgen. El Espíritu de Dios estará en el origen de su aparición en el mundo. Por eso, «será llamado Hijo de Dios». El Salvador del mundo no nace como fruto del amor de unos esposos que se quieren mutuamente. Nace como fruto del Amor de Dios a toda la humanidad. Jesús no es un regalo que nos hacen María y José. Es un regalo que nos hace Dios.
José Antonio Pagola
4 Domingo de Adviento – B
(Lucas 1,26-38)
(Lucas 1,26-38)
Sábado 20 de diciembre 2014
Tercera semana de Adviento (B)
Isaías
7,10-14:
En aquellos días, el Señor
habló a Acaz: «Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo
alto del cielo.»
Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Respondió Acaz: «No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios: «Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Salmo 23 R/. Va a entrar el Señor, él es el Rey de
la gloria
Del Señor es la tierra y cuanto
la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 1,26-38:
A los seis meses, el ángel
Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, Maria, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.
El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, Maria, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.»
Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y la dejó el ángel.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Maria pronunció desde el fondo de su corazón un SÍ alegre y
confiado a Dios, su Dios y Dios de Israel!
¡El único!. Cada día rezaba el Shemá Israel sintiéndolo de veras,
sintiéndose ella misma Israel. La conciencia del hebreo es muy fuerte en este
sentido de pertenencia “Él nos hizo y somos suyos” y eso le alegraba el alma en
medio de muchas penurias y dificultades. Sabe que Alguien la quiere y está por encima
de todo lo puramente terreno.
Cuando Dios se dirige a Ella en aquella experiencia-vocación tan
sorprendente e inesperada, aún cuando ya ella tenía sus propios planes, se pone en total disponibilidad al querer de Dios, al sueño de Dios sobre ella, pregunta, reflexiona y se entrega con gozo diciendo :
“¡He
aquí la sierva del Señor! Hágase en mí según su Palabra”.
Maria se autodefine con el título de Sierva del Señor. Este
título viene de Isaías. Israel se sabe “siervo del Señor”. Es un título que
presenta la misión del pueblo de Israel no como un privilegio, sino como un servicio a los
otros pueblos (Is 42,1-9; 49,3-6).
Más tarde, Jesús definirá también su misión como un servicio: “No
vine para ser servido, sino para servir” (Mt 20,28). Jesús tuvo
una buena “escuela” ¡Aprendió de su Madre! Y también de san José, a quien no
podemos olvidar tampoco, por su gran servicio a Dios y a la humanidad. Y es que
no hay servicio sólo para Dios. Él no se queda con nada para sí, todo nos lo ha
entregado en su Hijo, hasta su madre.
VIERNES 19 de diciembre de 2014
Tercera semana de Adviento
Jueces 13, 2-7. 24-25
En
aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su
mujer era estéril y no había tenido hijos.
El ángel del Señor se
apareció a la mujer y le dijo: «Eres estéril y no has tenido hijos. Pero
concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni
comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja
por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él
empezará a salvar a Israel de los filisteos.»
La mujer fue a decirle a su
marido: «Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía
un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre.
Sólo me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo: ten cuidado de no beber
vino ni licor, ni comer nada impuro; porque el niño estará consagrado a Dios
desde antes de nacer hasta el día de su muerte."»
La mujer de Manoj dio a luz
un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el
espíritu del Señor comenzó a agitarlo.
En
aquellos días, había en Sorá un hombre de la tribu de Dan, llamado Manoj. Su
mujer era estéril y no había tenido hijos.
El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: «Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos.»
La mujer fue a decirle a su marido: «Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo: ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro; porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte."»
La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo.
El ángel del Señor se apareció a la mujer y le dijo: «Eres estéril y no has tenido hijos. Pero concebirás y darás a luz un hijo; ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro, porque concebirás y darás a luz un hijo. No pasará la navaja por su cabeza, porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer. Él empezará a salvar a Israel de los filisteos.»
La mujer fue a decirle a su marido: «Me ha visitado un hombre de Dios que, por su aspecto terrible, parecía un mensajero divino; pero no le pregunté de dónde era, ni él me dijo su nombre. Sólo me dijo: "Concebirás y darás a luz un hijo: ten cuidado de no beber vino ni licor, ni comer nada impuro; porque el niño estará consagrado a Dios desde antes de nacer hasta el día de su muerte."»
La mujer de Manoj dio a luz un hijo y le puso de nombre Sansón. El niño creció y el Señor lo bendijo. Y el espíritu del Señor comenzó a agitarlo.
Salmo 70 R/. Que mi boca esté llena de tu
alabanza y cante tu gloria
Sé tú
mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar
eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano
perversa. R/.
Porque tú, Dios mío, fuiste
mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde
mi juventud.
En el vientre materno ya me
apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías.
R/.
Contaré tus proezas, Señor
mío,
narraré tu victoria, tuya
entera.
Dios mío, me instruiste
desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus
maravillas. R/.
Sé tú
mi roca de refugio,
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R/.
Contaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R/.
el alcázar donde me salve,
porque mi peña y mi alcázar eres tú.
Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.
Porque tú, Dios mío, fuiste mi esperanza
y mi confianza, Señor, desde mi juventud.
En el vientre materno ya me apoyaba en ti,
en el seno tú me sostenías. R/.
Contaré tus proezas, Señor mío,
narraré tu victoria, tuya entera.
Dios mío, me instruiste desde mi juventud,
y hasta hoy relato tus maravillas. R/.
evangelio según san Lucas 1, 5-25
En
tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del
turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos
eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del
Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad
avanzada. Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según
el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a
ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la
ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha
del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de
temor.
Pero el ángel le dijo: «No
temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo,
y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de
su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor;
se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos
israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de
Elías, para convertir los corazones de los padres hacía los hijos, y a los
desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo
bien dispuesto.»
Zacarías replicó al ángel:
«¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad
avanzada.»
El ángel le contestó: «Yo
soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para
darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta
el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se
cumplirán en su momento.»
El pueblo estaba aguardando
a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía
hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario.
Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su
servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y
estuvo sin salir cinco meses, diciendo: «Así me ha tratado el Señor cuando se
ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.»
En
tiempos de Herodes, rey de Judea, había un sacerdote llamado Zacarías, del
turno de Abías, casado con una descendiente de Aarón llamada Isabel. Los dos
eran justos ante Dios, y caminaban sin falta según los mandamientos y leyes del
Señor. No tenían hijos, porque Isabel era estéril, y los dos eran de edad
avanzada. Una vez que oficiaba delante de Dios con el grupo de su turno, según
el ritual de los sacerdotes, le tocó a él entrar en el santuario del Señor a
ofrecer el incienso; la muchedumbre del pueblo estaba fuera rezando durante la
ofrenda del incienso. Y se le apareció el ángel del Señor, de pie a la derecha
del altar del incienso. Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de
temor.
Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacía los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto.»
Zacarías replicó al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.»
El ángel le contestó: «Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.»
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: «Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.»
Pero el ángel le dijo: «No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Te llenarás de alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento. Pues será grande a los ojos del Señor: no beberá vino ni licor; se llenará de Espíritu Santo ya en el vientre materno, y convertirá muchos israelitas al Señor, su Dios. Irá delante del Señor, con el espíritu y poder de Elías, para convertir los corazones de los padres hacía los hijos, y a los desobedientes, a la sensatez de los justos, preparando para el Señor un pueblo bien dispuesto.»
Zacarías replicó al ángel: «¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer es de edad avanzada.»
El ángel le contestó: «Yo soy Gabriel, que sirvo en presencia de Dios; he sido enviado a hablarte para darte esta buena noticia. Pero mira: te quedarás mudo, sin poder hablar, hasta el día en que esto suceda, porque no has dado fe a mis palabras, que se cumplirán en su momento.»
El pueblo estaba aguardando a Zacarías, sorprendido de que tardase tanto en el santuario. Al salir no podía hablarles, y ellos comprendieron que había tenido una visión en el santuario. Él les hablaba por señas, porque seguía mudo. Al cumplirse los días de su servicio en el templo volvió a casa. Días después concibió Isabel, su mujer, y estuvo sin salir cinco meses, diciendo: «Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.»
Medita la Palabra como MARÍA
El evangelio de hoy nos habla de la visita del ángel Gabriel a
Zacarías. El evangelio de mañana nos habla de la visita a María. Lucas coloca las dos visitas la una al lado de la otra, para que
nosotros, leyendo los dos textos con atención, percibamos las pequeñas y
significativas diferencias entre las dos visitas, entre el Antiguo y el Nuevo
Testamento. Trata de descubrir las diferencias entre las visitas del ángel
Gabriel a Zacarías y a María por medio de las siguientes preguntas: ¿Dónde
aparece el ángel? ¿A quién aparece? ¿Cuál es el anuncio? ¿Cuál es la respuesta?
¿Cuál es la reacción de la persona visitada después e la visita? etc.
El primer mensaje del ángel de Dios a Zacarías es: “¡No temas!” Hasta hoy, Dios
sigue causando miedo a mucho gente y hasta hoy el mensaje sigue siendo válido:
“¡No temas!” Inmediatamente después, el ángel dice: “¡Tu oración ha sido
escuchada!” En la vida, ¡todo es fruto de oración!
Zacarías representa el Antiguo Testamento. El cree, pero su fe es débil.
Después de la visita, se queda mudo, incapaz de comunicar con los demás. La
economía anterior, revelada en Zacarías, estaba en el final de sus capacidades,
había agotado sus recursos. La nueva economía de Dios estaba por llegar en
María.
•En el anuncio del ángel aparece la importancia de la misión del niño que va a
nacer y cuyo nombre será Juan: “No beberá vino ni licor, y estará lleno de
Espíritu Santo ya desde el seno de su madre”, esto es, Juan será una persona
enteramente consagrada a Dios y a su misión.“Por él muchos hijos de Israel
volverán al Señor su Dios, pues el abrirá el camino al Señor con el espíritu y
el poder del profeta Elías para reconciliar a los padres con los hijos. Hará
que los rebeldes vuelvan a la sabiduría de los buenos, con el fin de preparar
al Señor un pueblo bien dispuesto.", esto es, en el niño Juan acontecerá
el esperado retorno del profeta Elías que vendrá a realizar la reconstrucción
de la vida comunitaria: reconciliar a los padres con los hijos y hacer que los
rebeldes vuelvan a la sabiduría de los buenos.
Convertir el corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia los
padres, esto es, reconstruir el tejido de relaciones humanas en la base y
rehacer la vida en comunidad. Esta es la misión de Juan. Fue también la misión
de Jesús y sigue siendo hoy la misión más importante. ¿Cómo contribuyo en esta
misión?
Jueves 18 de diciembre de 2014
Tercera semana de Adviento
Jeremías 23,5-8:
«Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que suscitaré
a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho
en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo
llamarán con este nombre: "El-Señor-nuestra-justicia". Por eso, mirad
que llegan días –oráculo del Señor– en que no se dirá: "Vive el Señor, que
sacó a los israelitas de Egipto", sino que se dirá: "Vive el Señor,
que sacó a la raza de Israel del país del Norte y de los países adonde los
expulsó, y los trajo para que habitaran en sus campos."»
Salmo 71 R/. Que en sus días florezca la
justicia, y la paz abunde eternamente
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén! R/.
Evangelio según san Mateo 1,18-24:
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su
madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba
un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería
denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta
resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José,
hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la
criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le
pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el
Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por
nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se
llevó a casa a su mujer.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
En el Evangelio de Lucas, la historia de la infancia de Jesús (capítulos 1 y 2 de Lucas) está centrada entorno a la persona de María. Aquí en el Evangelio de Mateo, la infancia de Jesús (capítulos 1 y 2 de Mateo) está centrada alrededor de la persona de Josés, el prometido esposo de María. José era de la descendencia de David. A través de él Jesús pertenece a la raza de David. Así, en Jerusalén, se realizan las promesas hechas por Dios a David y a su descendencia.
Como vimos en el evangelio de ayer, en la cuatro mujeres de la genealogía de Jesús, había algo "anormal", en: Tamar, Raab, Ruth y Betsabé. El evangelio de hoy nos muestra que también en María había algo "anormal". A los ojos del pueblo de Nazaret, ella quedó embarazada antes de convivir con José. Ni la gente, ni José, su futuro marido, sabían el origen de su embarazo. Si José hubiese sido justo según la justicia de los escribas y de los fariseos, hubiera tenido que denunciar a María, y la pena para ella hubiera sido la muerte por apedreamiento.
José era justo, ¡sí!, pero su justicia era diferente. Y se adelanta a practicar lo que Jesús enseñaría más tarde: “Si vuestra justicia no supera la justicia de los escribas y de los fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt 5,20).
José llegó a percibir el significado de lo que estaba ocurriendo a María a través de un "sueño". Al despertar, tomó una decisión: acoger a María a su hijo como suyo. Las habladurías en el pueblo estarían.
¿Qué mensaje nos transmite a nosotros? ¿Sabemos obrar en conciencia? ¿Asumimos las consecuencias de nuestras decisiones en conciencia?
¿Cómo descubres la llamadas de la Palabra de Dios en los hechos de tu vida?
Miércoles 16 de diciembre de 2014
Tercera semana de Adviento
Génesis 49,1-2.8-10:
En aquellos días, Jacob llamó a
sus hijos y les dijo: «Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en
el futuro; agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel: A
ti, Judá, te alabarán tus hermanos, pondrás la mano sobre la cerviz de tus
enemigos, se postrarán ante ti los hijos de tu padre. Judá es un león
agazapado, has vuelto de hacer presa, hijo mío; se agacha y se tumba como león
o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo? No se apartará de Judá el cetro,
ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está
reservado, y le rindan homenaje los pueblos.»
Salmo 71 R/. Que en sus días florezca la
justicia, y la paz abunde eternamente
Dios mío, confía tu juicio al
rey,
tu justicia al hijo de
reyes,
para que rija a tu pueblo con
justicia,
a tus humildes con rectitud.
R/.
Que los montes traigan
paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes
del pueblo,
socorra a los hijos del pobre.
R/.
Que en sus días florezca la
justicia
y la paz hasta que falte la
luna;
que domine de mar a mar,
el Gran Río al confín de la
tierra. R/.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el
sol;
que él sea la bendición de
todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas
las razas de la tierra. R/.
Evangelio según san Mateo 1,1-17:
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá
engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a
Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a
Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el
rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam
a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a
Joatán, Joatán a Acaz, Acaz al Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a
Amás, Amos a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el
destierro de Babilonia. Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a
Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaguín, Eliaquín a
Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquirn, Aquim a Eflud, Eliud a Eleazar, Eleazar a
Matan, Matan a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual
nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron
en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y
desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.
PARA VIVIR ESTA
PALABRA
La genealogía define la identidad de Jesús. El es el "hijo de David y el hijo de Abrahán” (Mt 1,1; cf 1,17). Como hijo de David, es la respuesta de Dios a las expectativas del pueblo judío (2Sam 7,12-16). Como hijo de Abrahán, es una fuente de bendición para todas las naciones (Gn 12,13). Judíos y paganos ven realizadas sus esperanzas en Jesús.
• En la sociedad patriarcal de los judíos, las genealogías traían a menudo nombres de hombres. Sorprende el que Mateo coloque a cinco mujeres entre los antenatos de Jesús: Tamar, Raab, Ruth, la mujer de Urías y María. ¿Por qué Mateo escoge precisamente a estas cuatro mujeres como compañeras de María? A ninguna reina, a ninguna matriarca, a ninguna de las mujeres luchadoras del Éxodo: ¿Por qué? Es ésta la pregunta que el Evangelio de Mateo nos deja en la cabeza.
• En la vida de las cuatro mujeres compañeras de María hay algo anormal. Las cuatro son extranjeras, concebirán a sus hijos fuera de los patrones normales y no cumplirán con las exigencias de las leyes de pureza del tiempo de Jesús. Tamar, una Cananea, viuda, se viste de prostituta para obligar al patriarca Judá a que sea fiel a la ley y a que le dé un hijo (Gn 38,1-30). Raab, una Cananea de Jericó, era una prostituta que ayudó a los Israelitas a entrar en la Tierra Prometida (Js 2,1-21). Ruth, una Moabita, viuda y pobre, optó por quedarse al lado de Noemí y adherir al Pueblo de Dios (Rt 1,16-18). Tomó la iniciativa de imitar a Tamar y de pasar la noche en la era, junto con Booz, obligándolo a observar la ley y a darle un hijo. De la relación entre los dos nació Obed, el abuelo del rey David (Rt 3,1-15; 4,13-17). Betsabé, una Hitita, mujer de Urías, fue seducida, violentada y quedó embarazada por el rey David, quien, además mandó matar a su marido (2Sm 11,1-27). La forma de actuar de estas cuatro mujeres estaba en desacuerdo con las normas tradicionales. Y sin embargo fueron estas iniciativas poco convencionales las que dieron continuidad al linaje de Jesús y trajeron la salvación de Dios a todo el pueblo. Todo esto nos hace pensar y nos cuestiona cuando damos demasiado valor a la rigidez de las normas.
• El cálculo de 3 x 14 generaciones (Mt 1,17) tiene un significado simbólico. Tres es el número de la divinidad. Catorce es el doble de siete. Siete es el número de la perfección. Por medio de este simbolismo, Mateo expresa la convicción de los primeros cristianos según la cual Jesús aparece en el tiempo establecido por Dios. Con su llegada la historia llega a su plenitud.
¿Cuál es el mensaje que tú descubres en la genealogía de Jesús?
Martes 16 de diciembre de 2014
Tercera semana de Adviento
de la profecía de Sofonías 3,1-2.9-13:
Así dice el Señor: «¡Ay de la
ciudad rebelde, manchada y opresora! No obedeció ni escarmentó, no aceptaba la
instrucción, no confiaba en el Señor, no se acercaba a su Dios. Entonces daré a
los pueblos labios puros, para que invoquen todos el nombre del Señor, para que
le sirvan unánimes. Desde más allá de los ríos de Etiopia, mis fieles dispersos
me traerán ofrendas. Aquel día no te avergonzarás de las obras con que me
ofendiste, porque arrancaré de tu interior tus soberbias bravatas, y no
volverás a gloriarte sobre mi monte santo. Dejaré en medio de ti un pueblo
pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor. El resto de Israel no
cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua
embustera; pastarán y se tenderán sin sobresaltos.»
Salmo 33,2-3.6-7.17-18.19.23 R/. Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha
Bendigo al Señor en todo
momento,
su alabanza está siempre en mi
boca;
mi alma se gloría en el
Señor:
que los humildes lo escuchen y
se alegren. R/.
Contempladlo, y quedaréis
radiantes,
vuestro rostro no se
avergonzará.
Si el afligido invoca al
Señor,
él lo escucha y lo salva de sus
angustias. R/.
Pero el Señor se enfrenta con
los malhechores,
para borrar de la tierra su
memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo
escucha
y lo libra de sus angustias.
R/.
El Señor está cerca de los
atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus
siervos,
no será castigado quien se
acoge a él. R/.
Evangelio según san Mateo 21,28-32:
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a ancianos
del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó primero y le
dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No
quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo
mismo. Él le contestó: "Voy, señor. " Pero no fue. ¿Quién de los dos
hizo lo que quería el padre?»
Contestaron: «El primero.»
Jesús les dijo: «Os aseguro que
los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino
de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no
le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun
después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»
PARA VIVIR ESTA
PALABRA
Jesús, con su estilo directo y comprometedor, interpela a sus
oyentes para que sean ellos los que decidan: ¿quién de los dos hijos hizo lo
que tenía que hacer, el que dijo sí pero no fue, o el que dijo no, pero luego
de hecho sí fue a trabajar?
Al Bautista le hicieron caso los pobres y humildes, la gente
sencilla, los pecadores, los que parecía que decían que no. Los otros, los
doctos y los poderosos, los piadosos, parecía que decían que sí, pero no fue
sincera su afirmativa.
Muchas veces en el evangelio Jesús critica a los «oficialmente
buenos» y alaba a los que tienen peor fama, pero en el fondo son buenas
personas y cumplen la voluntad de Dios. El fariseo de la parábola no bajó
santificado, y el publicano, sí. Los viñadores primeros no merecían tener
arrendada la viña, y les fue dada a otros que no eran del pueblo. Los leprosos
judíos no volvieron a dar las gracias por la curación, mientras que sí lo hizo
el tenido por pecador, el samaritano.
Aquí Jesús llega a afirmar, cosa que no gustaría nada a los
sacerdotes y fariseos, que «los publicanos y prostitutas os llevan la delantera
en el camino del Reino de Dios», porque sí creyeron al Bautista.
Jesús no nos está invitando a ser pecadores, o a decir que no.
Sino a decir sí, pero siendo luego consecuentes con ese sí. Y esto, también en
tiempos de Jesús, lo hace mejor el pueblo «pobre, sencillo y humilde» que se
está reuniendo en torno a Jesús, siguiendo su invitación: «venid a mí, que soy
sencillo y humilde de corazón».
Ahora puede pasar lo mismo, y es bueno que recojamos esta
llamada a la autocrítica sincera.
Nosotros, ante la oferta de salvación por parte de Dios en este
Adviento, ¿dónde quedamos retratados? ¿somos de los autosuficientes, que ponen
su confianza en sí mismos, de los «buenos» que no necesitan la salvación? ¿o
pertenecemos al pueblo pobre y humilde, el resto de Israel de Sofonías, el que
acogió el mensaje del Bautista?
La voz de Benedicto XVI
Con esta parábola Jesús reafirma su predilección por los pecadores que se convierten y nos enseña que se requiere HUMILDAD para acoger el DON la salvación
Lunes 15 de diciembre de 2014
Tercera
semana de Adviento
Números 24,2-7.15-17a:
En aquellos días, Balaán, tendiendo la vista, divisó a Israel
acampado por tribus.
El espíritu de Dios vino sobre él, y entonó sus versos: «Oráculo, de Balaán,
hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha
palabras de Dios, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos
abiertos: ¡Qué bellas las tiendas de Jacob y las moradas de Israel! Como vegas
dilatadas, como jardines junto al río, como áloes que plantó el Señor o cedros
junto a la corriente; el agua fluye de sus cubos, y con el agua se multiplica
su simiente. Su rey es más alto que Agag, y su reino descuella.»
Y entonó sus versos: «Oráculo de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de
ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios y conoce los planes
del Altísimo, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos
abiertos: Lo veo, pero no es ahora, lo contemplo, pero no será pronto: Avanza
la constelación de Jacob, y sube el cetro de Israel.»
Salmo 24,4-5ab.6-7bc.8-9 R/. Señor, instrúyeme en tus sendas
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.
El Señor es bueno y es recto,
enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Evangelio según san Mateo 21,23-27:
En
aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los
sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: «¿Con qué
autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»
Jesús les replicó: «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la
contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan
¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»
Ellos se pusieron a deliberar: «Si decimos "del cielo", nos dirá:
"¿Por qué no le habéis creído?" Si le decimos "de los
hombres", tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.» Y
respondieron a Jesús: «No sabemos.» Él, por su parte, les dijo: «Pues tampoco
yo os digo con qué autoridad hago esto.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Curiosa figura la de Balaán. El rey de Moab le encarga, por su fama de vidente, que maldiga al pueblo de Israel y sus campamentos. Pero Dios toca su corazón, y el adivino pagano se convierte en uno de los mejores profetas del futuro mesiánico. En sus poemas breves, llenos de admiración, en vez de maldecir, bendice el futuro de Israel. Ve su estrella y su cetro y anuncia la aparición de un héroe que dominará sobre todos los pueblos.
Sorpresas de Dios, que no se deja manipular ni entra en nuestros cálculos. Somos nosotros los que debemos ver y oír lo que él quiere.
Es una profecía que en un primer momento se interpretó como cumplida en el rey David, pero que luego los mismos israelitas dirigieron a la espera del Mesías.
Admiramos las sorpresas de Dios en el pasado -elige a un vidente pagano para anunciar su salvación, como luego elegirá al perseguidor Saulo para convertirlo en el apóstol Pablo- pero tendríamos que estar dispuestos a saberlas reconocer también en el presente.
El testimonio de la presencia de Dios en nuestra historia no nos viene siempre a través de personas importantes y solemnes. Otras mucho más sencillas, de las que menos nos lo podamos esperar, que nos dan ejemplo con su vida de valores auténticos del Evangelio, pueden ser los profetas que Dios nos envía para que entendamos sus intenciones de salvación. Pueden ser mayores o jóvenes, hombres o mujeres, laicos o religiosos, personas de poca cultura o grandes doctores, creyentes o alejados de la Iglesia.
La voz de Dios nos puede venir de las direcciones más inesperadas, como en el caso de Balaán, si sabemos estar atentos. Al Bautista le entendió el pueblo sencillo, y las autoridades no.
¿Qué velos o intereses tapan nuestros ojos para impedirnos ver lo que Dios nos está queriendo decir a través del ejemplo de generoso sacrificio de un familiar nuestro, o de la fidelidad alegre de un miembro de nuestra comunidad? o a través de …
El Dios del ayer es el Dios del hoy y el Dios del mañana. El que vino, el que viene, el que vendrá. Cada día, no sólo en la Eucaristía, sino a lo largo de la jornada, en esos pequeños encuentros personales y acontecimientos, sucede una continuada venida de Dios a nuestra vida, un Adviento, si estamos despiertos y sabemos interpretar la historia.
Domingo 14
de diciembre de 2014
Tercera Semana de Adviento
Isaías 61,
1-2a. 10-11
El Espíritu del Señor
está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad,
para proclamar el año de gracia del Señor.
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.
Lc 1, 46-48. 49-50.
53-54 R. Me alegro con mi Dios.
Proclama mi alma la
grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. R.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R.
A los hambrientos los colma de bienes
y los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R.
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5, 16-24
Hermanos:
Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión:
ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo
todo, quedándoos con lo bueno.
Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre
totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin
reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.
Lectura del
santo evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28
Surgió un hombre
enviado por Dios,
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz,
sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén
sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:
– «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas:
– «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron:
– «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
El dijo:
– «No lo soy.»
– «¿Eres tú el Profeta?»
Respondió:
– «No.»
Y le dijeron:
– «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado,
¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó:
– «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del
Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
– «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el
Profeta?»
Juan les respondió:
– «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que
viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan
bautizando.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Juan
Bautista viene para ayudar al pueblo a descubrir esta presencia luminosa de la
Palabra de Dios en la vida. Juan Bautista, el hijo de Zacarías e Isabel, fue una persona que suscitó interrogantes. ¿QUIÉN ERES? Le preguntaron.
-Yo soy la voz que grita.
¿Puede haber una vocaciòn más humilde y más grande? No se presenta como Mesías, ni quiere serlo. Es una voz, un mensaje, una llamada. Está hecho para
gritar, para proclamar, para anunciar y para denunciar. Si deja de hablar, se
muere. Si deja de gritar, deja de ser. Si deja de anunciar su mensaje, se
condena. Una voz, pero hija del viento, del Espíritu. Una voz solamente, pero
que no se puede acallar, y que empezará a renovar el mundo. ¡Cuánto vale su
palabra! Cuando falten estas voces, el mundo habrá perdido su conciencia.
-Tú, ¿quién eres? Una pregunta que todos tenemos que hacernos.
¿Cuál es nuestra verdadera vocación? ¿Quién eres?, sin caretas ni tapujos. No
lo que piensan, o dicen, o esperan de ti. Ni lo que tú mismo has llegado quizá
a creerte. ¿Quién eres, de verdad? ¿Podrías adivinar el nombre escrito en la
piedra blanca que al fin te darán según dice el Apocalipsis?
Y el evangelista dice que Juan es el “Testigo de la luz”. No era la luz sino su testigo enamorado.
¿Puede haber vocación más bonita? Decir a las gentes que no siempre es de noche
ni todo es tinieblas. Llevar un rayo de esperanza a los corazones
entristecidos. Una sonrisa gratuita en una sociedad violenta.
Pronosticar que la verdad terminará imponiéndose. Descubrir
valores ocultos y carismas no apreciados. Apreciar el lado bueno de las cosas y
personas. Entender que no todo es relativo. Encontrar el sentido de la vida.
Testigo de todas las luces. Testigo del que es todo luz.
En
medio de vosotros está uno a quien no conocéis. Esta afirmación de
Juan Bautista se refiere a Jesús, presente en la muchedumbre. En el tiempo en
el que Juan escribía su evangelio, Jesús seguía estando presente en las
comunidades y en las personas, sobre todo en los pobres con los cuales se
identificaba. Hoy Él está en medio de nosotros y también hoy, muchas veces,
nosotros no lo conocemos.
Juan era la voz, Cristo es la Palabra
(De los sermones de san Agustín,
(Sermón 293, 3: PL 38, 1328-1329):
Juan era la voz, pero el Señor es
la Palabra que en el principio
ya existía. Juan era una voz
provisional; Cristo, desde el principio, es la Palabra eterna.
Quita la palabra, ¿y qué es la
voz? Si no hay concepto, no hay más que un ruido vacío. La voz sin la palabra
llega al oído, pero no edifica el corazón.
Pero veamos cómo suceden las
cosas en la misma edificación de nuestro corazón. Cuando pienso lo que voy a
decir, ya está la palabra presente en mi corazón; pero, si quiero hablarte,
busco el modo de hacer llegar a tu corazón lo que está ya en el mío.
Al intentar que llegue hasta ti y
se aposente en tu interior la palabra que hay ya en el mío, echo mano de la voz
y, mediante ella, te hablo: el sonido de la voz hace llegar hasta ti el
entendimiento de la palabra; y una vez que el sonido de la voz ha llevado hasta
ti el concepto, el sonido desaparece, pero la palabra que el sonido condujo
hasta ti está ya dentro de tu corazón, sin haber abandonado el mío.
Cuando la palabra ha pasado a ti,
¿no te parece que es el mismo sonido el que está diciendo: Ella tiene que crecer y yo tengo
que menguar? El sonido de la
voz se dejó sentir para cumplir su tarea y desapareció, como si dijera: Esta alegría mía está colmada. Retengamos
la palabra, no perdamos la palabra concebida en la médula del alma.
¿Quieres ver cómo pasa la voz,
mientras que la divinidad de la Palabra permanece? ¿Qué ha sido del bautismo de
Juan? Cumplió su misión y desapareció. Ahora el que se frecuenta es el bautismo
de Cristo. Todos nosotros creemos en Cristo, esperamos la salvación en Cristo:
esto es lo que la voz hizo sonar.
Y precisamente porque resulta
difícil distinguir la palabra de la voz, tomaron a Juan por el Mesías. La voz
fue confundida con la palabra: pero la voz se reconoció a sí misma, para no ofender
a la palabra. Dijo: No soy el Mesías, ni Elías, ni el Profeta.
Y cuando le preguntaron: ¿Quién eres?, respondió: Yo soy la voz que grita en el
desierto: «Allanad el camino del Señor. » La voz que grita en el desierto, la voz que rompe el silencio. Allanad el camino del Señor, como si dijera: «Yo resueno para
introducir la palabra en el corazón; pero ésta no se dignará venir a donde yo
trato de introducirla, si no le allanáis el camino.»
¿Qué quiere decir: Allanad el camino, sino: «Suplicad debidamente»? ¿Qué
significa: Allanad el camino, sino: «Pensad con humildad»?
Aprended del mismo Juan un ejemplo de humildad. Le tienen por el Mesías, y
niega serlo; no se le ocurre emplear el error ajeno en beneficio propio.
Si hubiera dicho: «Yo soy el Mesías», ¿cómo no lo hubieran creído
con la mayor facilidad, si ya le tenían por tal antes de haberlo dicho? Pero no
lo dijo: se reconoció a si mismo, no permitió que lo confundieran, se humilló a
si mismo.
Comprendió dónde tenía su salvación; comprendió que no era más que
una antorcha, y temió que el viento de la soberbia la pudiese apagar.
Juan Bautista, que
meditamos en este domingo de Adviento, nos ayuda a prepararnos para el
encuentro con Jesús en la próxima fiesta de Navidad. ¿Cómo te ayuda a ti ?
Sabado 13
de diciembre de 2014
Segunda Semana de Adviento
Eclesiástico
48,1-4.9-11:
Surgió Elías, un
profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Les quitó el
sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo
e hizo bajar tres veces el fuego. ¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te
compara en gloria? Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego,
hacia el cielo. Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira
antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las
tribus de Israel. Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que
vives.
Salmo 79 R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos
salve
Pastor de Israel,
escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece;
despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R/.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.
Evangelio
según san Mateo 17,10-13:
Cuando bajaban de la
montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que
primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha
venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el
Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
De nuevo la persona
de Juan el Bautista, del que Jesús hablará en el evangelio, es prefigurada por
el profeta Elías, uno de los personajes más importantes del A.T.
El libro del
Eclesiástico le describe como «un fuego». Su temperamento era vivo, enérgico.
Sus palabras, «un horno encendido». Anunció sequías como castigo de Dios, luchó
incansablemente contra la idolatría de su pueblo, fue insobornable en su
denuncia de los atropellos de las autoridades, hizo bajar fuego sobre las
ofrendas de Yahvé en su reto con los dioses falsos, y al final desapareció
misteriosamente en un carro de fuego, arrebatado por un torbellino que le llevó
a la altura.
Pero en el fondo
Elías, que vivió nueve siglos antes de Cristo, fue el profeta de la esperanza
escatológica, el que por tradición popular iba a volver para preparar
inmediatamente el día del Señor. Su misión entonces seria «aplacar la ira» de
Dios, «reconciliar a padres con hijos» y «restablecer las tribus de Israel».
Por eso en el salmo de hoy cantamos: «Oh Dios, restáuranos».
Jesús, al bajar del
monte de la Transfiguración, donde los discípulos le han visto acompañado de
Elías y de Moisés, les dice que Elías ya ha venido «a renovarlo todo», aunque
muchos no le han sabido reconocer.
Los discípulos
entienden que habla de Juan Bautista. Y en efecto, Juan es el Precursor, el
predicador de la justicia y la conversión, el que prepara con su ejemplo y su
voz recia la inmediata venida y luego señala la presencia del Mesías en medio
de su pueblo, el que denuncia la situación irregular del rey Herodes y muere mártir
por su entereza y coherencia.
Pero muchos no le
aceptan, como hicieron con Elías y como harán con el mismo Jesús, «que padecerá
a manos de ellos». La dureza del pueblo es grande. No saben leer los signos de
los tiempos. Son «lentos y tardos de corazón», como tuvo que reprochar Jesús a
los discípulos de Emaús. O como oró en la cruz, «no saben lo que hacen». Tanto
Elías como el Bautista y Jesús son incómodos en su testimonio personal y en su
mensaje: aceptarles es aceptar los planes de Dios en la propia existencia, y
eso es comprometedor.
Las lecturas de hoy
nos sitúan a todos ante una alternativa. ¿Sabemos leer los signos de los
tiempos, sabemos distinguir la presencia de los profetas y de Jesús mismo en
nuestra vida? ¿y la aceptamos?
A nuestro alrededor hay
muchos testigos de Dios, hombres y mujeres que nos dan testimonio de Cristo y
de su Evangelio, personas fieles que sin actitudes espectaculares nos están
demostrando que sí es posible vivir según las bienaventuranzas de Cristo. Lo
que pasa es que tal vez no queremos verlas.
El Adviento no son sólo hojas del
calendario que van pasando, tenemos que decir
desde lo profundo de nuestro ser: «Oh Dios, restáuranos», «que amanezca en
nuestros corazones tu Unigénito, y su venida ahuyente las tinieblas del pecado
y nos transforme en hijos de la luz». Y decirlo con voluntad sincera
de dejar que Dios cambie algo en nuestra vida.
Viernes 12
de diciembre de 2014
Segunda Semana de Adviento
Isaías
48,17-19:
Así
dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: «Yo, el Señor, tu Dios, te
enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues. Si hubieras atendido a
mis mandatos, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar; tu
progenie sería como arena, como sus granos, los vástagos de tus entrañas; tu
nombre no sería aniquilado ni destruido ante mí.»
Salmo 1,1-2.3.4.6 R/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida
Dichoso
el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Evangelio según san Mateo 11,16-19:
En aquel tiempo, dijo
Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños
sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no
habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado." Porque
vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino
el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y
borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la
sabiduría de Dios.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Jesús echa
en cara a su generación que no reciben a los enviados de Dios, ni al Bautista
ni a Jesús mismo.
Ya en la
primera lectura el profeta se lamenta con tristeza de que el pueblo era rebelde
y no había querido obedecer a Dios. No eligió el camino del bien, sino el del
propio capricho. Y así le fue. Si hubiera sido fiel a Dios, hubiera gozado de
bienes abundantes, que el profeta describe con un lenguaje cósmico lleno de
poesía:
- la paz sería como un río,
- la justicia rebosante como las olas del mar,
- los hijos abundantes como la arena.
Tampoco
hicieron caso al Bautista muchos de sus contemporáneos, ni al mismo Jesús, que
acreditaba sobradamente que era el Enviado de Dios. «Vino al mundo y los suyos
no le recibieron».
Esta vez la
queja está en labios de Jesús, con la gráfica comparación de los juegos y la
música en la plaza. Un grupo de niños invita a otro a bailar con música alegre,
y los otros no quieren. Les cambian entonces la música, y ponen una triste,
pero tampoco. En el fondo, es que no aceptan al otro grupo, por el motivo que
fuera. Tal vez por mero capricho o tozudez.
La
aplicación de Jesús es clara. El Bautista, con su estilo austero de vida, es
rechazado por muchos. Viene Jesús, que es mucho más humano, pero también le
rechazan: «es un comilón y un borracho». En el fondo, no quieren cambiar. Se
encuentran bien como están, y hay que desprestigiar como sea al profeta.
Hay
personas insatisfechas crónicas, que se refugian en su crítica, o ven sólo lo
malo en la historia y en las personas, y siempre se están quejando. Esta
actitud les resulta, tal vez sin pensarlo explícitamente, la mejor excusa para
su voluntad de no cambiar.
¿Cuántos
Advientos hemos vivido ya en nuestra historia? ¿De veras acogemos al Señor que
viene?
Cada año se
nos invita a una opción: dejar entrar a Dios en nuestra vida, con todas las
consecuencias. En vez de decir o cantar tantas veces el «ven, Señor Jesús»,
podríamos decir con sinceridad este año: «voy,
Señor Jesús».
Jueves 11 de diciembre de 2014
Segunda
Semana de Adviento
Isaías 41,13-20:
Yo, el Señor, tu Dios, te agarro de la diestra y te digo: «No
temas, yo mismo te auxilio.» No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel, yo
mismo te auxilio –oráculo del Señor–. Tu redentor es el Santo de Israel. Mira,
te convierto en trillo aguzado, nuevo, dentado: trillarás los montes y los
triturarás; harás paja de las colinas; los aventarás, y el viento los
arrebatará, el vendaval los dispersará; y tú te alegrarás con el Señor, te
gloriarás del Santo de Israel. Los pobres y los indigentes buscan agua, y no la
hay; su lengua está reseca de sed. Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de
Israel, no los abandonaré. Alumbraré ríos en cumbres peladas; en medio de las
vaguadas, manantiales; transformaré el desierto en estanque y el yermo en
fuentes de agua; pondré en el desierto cedros, y acacias, y mirtos, y olivos;
plantaré en la estepa cipreses, y olmos y alerces, juntos. Para que vean y
conozcan, reflexionen y aprendan de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho,
que el Santo de Israel lo ha creado.
Salmo 144,1.9.10-11.12-13ab R/. El Señor es clemente y
misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
El Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que té bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas; R/.
explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
Evangelio según san Mateo 11,11-15:
En aquel
tiempo, dijo Jesús a la gente: «Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más
grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos
es más grande que él. Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace
violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo. Los
profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que
tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que
escuche.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
A partir de hoy, y hasta el día 17, el hilo conductor de las
lecturas lo llevará el evangelio de cada día, con la figura de Juan Bautista,
el precursor de Jesús, y las lecturas del A.T. irán completando el
cuadro de los pasajes evangélicos.
Si Isaías había sido hasta ahora quien nos ayudaba a
alegrarnos con la gracia del Adviento, como admirable profeta de la esperanza,
ahora es el Bautista quien, tanto en los domingos como entre semana, nos
anuncia que se acaba el A.T. y el tiempo de los profetas, que con Jesús de
Nazaret empiezan los tiempos definitivos. Más tarde será María de Nazaret quien
nos presente a su Hijo, el Mesías enviado por Dios.
1. Dios asegura
de nuevo que estará cerca de su pueblo, con un lenguaje lleno de ternura: «yo,
el Señor, tu Dios, te cojo de la mano y
te digo: no temas, yo mismo te auxilio», «y tú te alegrarás con el
Señor». Las imágenes que usa el profeta para dibujar esta salvación mesiánica
están llenas de poesía y de futuro. Dará de beber a los sedientos, responderá a
todo el que le invoque, hará surgir ríos en terrenos áridos, transformará el
desierto llenándolo de árboles de toda especie. Es, de nuevo, la escenografía
paradisíaca: la vuelta a la felicidad inicial estropeada por el pecado del
hombre.
En la página que leemos hoy es a todo el pueblo de Israel a
quien se dirige Dios diciéndole que le convertirá en trillo aguzado, o sea, en
instrumento eficaz de preparación a los tiempos mesiánicos, roturando y
preparando el terreno para la salvación. Dios cuida de su pueblo y a su vez
éste es llamado a ser instrumento de salvación para los demás.
2. Ese Dios
volcado hacia su pueblo decidió, al cumplirse la plenitud de los tiempos,
enviar a su Hijo al mundo. Y quiso también que su venida estuviera
preparada por un precursor, Juan Bautista.
Hemos escuchado cómo Jesús alaba a Juan. Dice de él que es el
profeta a quien se había anunciado cuando se decía que Elías volvería. Ya ha
venido, aunque algunos no le quieran reconocer. Y es el más grande de los
nacidos de mujer.
El Bautista es el último de los profetas del A.T., el que
establece el puente a los tiempos nuevos, los definitivos. Por eso dice también
Jesús que «el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él»:
ahora que viene el Profeta verdadero, todos los demás quedan relativizados; ahora
que se congrega el nuevo Pueblo en torno al Mesías, ha llegado a la plenitud el
pueblo primero, la primera alianza.
Aprovecha Jesús para decir que su Reino supone esfuerzo, que
hace violencia. Sólo los esforzados se apoderan de él. Es un orden nuevo de cosas
exigente y radical. El Bautista ya anunció que el hacha estaba dispuesta para
cortar el árbol. El Reino es gracia y es alternativa: salvación y juicio a la
vez.
Él, el Bautista, hombre recio donde los haya, fue de los que
recibieron con entereza este Reino. Supo mantenerse en su lugar, humilde:
«conviene que yo mengüe y que él crezca», porque no era él el Salvador, sino el
que le preparaba el camino. Vivió en la austeridad y predicó sin recortes el
mensaje de conversión. Fue la voz que clama en el desierto para preparar la
venida del Mesías. Además, encaminó a sus discípulos hacia Jesús, el nuevo y
definitivo Maestro: «éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo».
3. a) Juan el
Bautista nos invita a un Adviento activo, exigente.
Celebrar la venida de Dios, en la próxima Navidad, no es sólo
cosa de sentimiento y de poesía. La gracia del Adviento, de la Navidad y de la
Epifanía pide disponibilidad plena, apertura a la vida que Dios nos quiere
comunicar. Supone, como predicaba Isaías y repetía el Precursor, preparar
caminos, allanar, rellenar, enderezar, compartir con los demás lo que tenemos,
hacer penitencia, o sea, cambiar de mentalidad.
Si la Navidad no nos cuesta ningún esfuerzo, será seguramente
porque no hemos profundizado en su significado sacramental. El don de Dios es
siempre a la vez tarea y compromiso. Es palabra de consuelo y de conversión.
b) En la Plegaria Eucarística IV del Misal se alaba a Dios
por cómo ha tratado siempre a los débiles y pecadores: «cuando por
desobediencia perdió tu amistad, no le abandonaste al poder de la muerte, sino
que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te
busca». Como decía Isaías de Yahvé y su pueblo Israel, «yo te cojo de la mano y
te digo: no temas».
En el Adviento se deberían encontrar esas dos manos: la
nuestra que se eleva hacia Dios pidiendo salvación, y la de Dios, que nos
ofrece mucho más de lo que podemos imaginar. No es tanto que Dios salga al
encuentro de nuestra mano suplicante, sino nosotros los que nos damos cuenta
con gozo de la mano tendida por Dios hacia nosotros. Adviento es antes gracia
de Dios que esfuerzo nuestro. Aunque ambos se encuentran en el misterio que
celebramos. Ojalá todos, como prometía Isaías, «veamos y conozcamos,
reflexionemos y aprendamos de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho»
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
Miércoles 10 de diciembre de 2014
Segunda
Semana de Adviento
Isaías 40,25-31
«¿A quién podéis compararme,
que me asemeje?», dice el Santo. Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿Quién creó
aquello? El que cuenta y despliega su ejército y a cada uno lo llama por su
nombre; tan grande es su poder, tan robusta su fuerza, que no falta ninguno.
Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel: «Mi suerte está oculta al
Señor, mi Dios ignora mi causa»? ¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno y
creó los confines del orbe. No se cansa, no se fatiga, es insondable su
inteligencia. Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido; se
cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que
esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas corno las águilas, corren
sin cansarse, marchan sin fatigarse.
Salmo 102,1-2.3-4.8.10
R/. Bendice, alma mía, al Señor
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo
nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.
R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de
ternura. R/.
El Señor es compasivo y
misericordioso,
lento a la ira y rico en
clemencia;
no nos trata como merecen
nuestros pecados
ni nos paga según nuestras
culpas. R/.
Evangelio según san Mateo 11,28-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad
con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
PARA
VIVIR ESTA PALABRA
1º. En nuestra vida las
dificultades nos vienen a veces de fuera. Y otras muchas veces, de dentro: el
cansancio, la desilusión, la desorientación.
Las dos lecturas de hoy nos
hablan de los que están cansados, y tanto el profeta como Jesús nos aseguran
que Dios quiere ayudar a los desfallecidos comunicándoles su fuerza. Podría
haber una duda: Dios es todopoderoso, eterno y creador de los confines del orbe.
¿A quién le podemos comparar?
Por tanto, podríamos pensar que, perfecto en su omnipotencia, seguramente
estará muy lejano. El pueblo de Israel tiene la tentación de pensar: «mi suerte
está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa».
Pero el profeta nos dice lo
contrario: Dios está cerca, nos conoce, no ignora nuestros problemas. Está
siempre dispuesto a dar fuerza a los débiles y a los cansados. Incluso los
jóvenes quedan a veces rendidos, y los guerreros tropiezan y caen: pero el que
se fía de Dios renueva sus fuerzas, le nacen alas como de águila, y podrá
correr sin cansarse, y marchar sin fatigarse.
Esta imagen la completa
poéticamente el salmo: Dios se preocupa de los suyos, perdona, cura, rescata de
la fosa, está lleno de gracia y ternura. En este salmo encontramos una de las
mejores definiciones de Dios que se repite en el A.T.: «el Señor es compasivo y
misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia».
2º Pero la cercanía de Dios
ha quedado todavía más manifiesta en Cristo Jesús: una cercanía llena de
misericordia y comprensión, como en el anuncio del profeta.
Las palabras de Jesús son un
pregón de esperanza: «venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y
yo os aliviaré». Es el aspecto principal de la figura de Jesús. Hace milagros,
predica maravillosamente, anuncia el Reino: pero sobre todo atiende a los que
sufren, a los desorientados, a los que buscan, a los pobres y débiles, a los
pecadores y marginados de la sociedad. Tiene buen corazón. Quiere liberar a
todos de sus males. Nunca pasa al lado de una persona que sufre sin atenderla.
«Venid a mí, yo os aliviaré». Es lo suyo: libera de angustias y da confianza
para vivir. Ofrece paz y serenidad a los que han sido zarandeados de cualquier
manera por la vida. A él le tuvo que ayudar un día el Cireneo a llevar la cruz.
Pero él había ayudado y sigue ayudando a otros muchos a cargar con la cruz que
les ha tocado llevar.
3º. Quién más quién menos, todos andamos un poco
agobiados por la vida. Somos débiles y sentimos el cansancio de tantas cosas como
llevamos entre manos. La enfermedad del «estrés» es la que más caracteriza al
hombre moderno, juntamente con la soledad y la desorientación. Y además nos
sentimos muchas veces bloqueados por el pesimismo, el materialismo, la búsqueda
de la comodidad, la intransigencia, los rencores, las pasiones, la sensualidad.
EL ADVIENTO nos invita a no dudar nunca de Dios. Nos hace el
anuncio cargado de confianza: Cristo Jesús vino y sigue viniendo a nuestra
historia para curarnos y fortalecernos, para liberarnos de miedos y
esclavitudes, de agobios y angustias. No nos sucederán milagros. Pero si de
veras acudimos a él, siguiendo su invitación, encontraremos paz interior y
serenidad, y fuerza para seguir caminando.
El Adviento es escuela de
esperanza y espacio de paz interior. Porque Dios es un Dios que siempre viene,
en Cristo Jesús, y está cerca de nosotros y conoce nuestra debilidad.
Esta imagen acogedora de
Cristo debería ser también la que ofreciera a todos la Iglesia, su comunidad, o
sea, cada uno de nosotros. Este tiempo de Adviento nos invita a que seamos
personas que acogen, que al dolor o a la búsqueda de las personas no responden
con legalismos y exigencias, sino con comprensión; personas que infunden paz y
regalan ánimos a tantos y tantos que están desfallecidos por el camino;
testigos y heraldos de esperanza, que es lo que más falta hace a este mundo.
Martes 9 de diciembre de 2014
Segunda
Semana de Adviento
Isaías 40,1-11:
«Consolad, consolad a mi
pueblo, –dice vuestro Dios–; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se
ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha
recibido doble paga por sus pecados.»
Una voz grita: «En el desierto
preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro
Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo
torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor,
y la verán todos los hombres juntos –ha hablado la boca del Señor–.»
Dice una voz: «Grita.»
Respondo: «¿Qué debo gritar?»
«Toda carne es hierba y su
belleza corno flor campestre: se agosta la hierba, se marchita la flor, cuando
el aliento del Señor sopla sobre ellos; se agosta la hierba, se marchita la
flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece por siempre.»
Súbete a un monte elevado,
heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di
a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con
poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo
precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en
brazos los corderos y hace recostar a las madres.»
Salmo 95,1-2.3.10ac.11-12.13-14 R/. Nuestro Dios llega con poder
Cantad al Señor un cántico
nuevo,
cantad al Señor, toda la
tierra;
cantad al Señor, bendecid su
nombre,
proclamad día tras día su
victoria. R/.
Contad a los pueblos su
gloria,
sus maravillas a todas las
naciones.
Decid a los pueblos: «El Señor
es rey,
él gobierna a los pueblos
rectamente.» R/.
Alégrese el cielo, goce la
tierra,
retumbe el mar y cuanto lo
llena;
vitoreen los campos y cuanto
hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque.
R/.
Delante del Señor, que ya
llega,
ya llega a regir la
tierra:
regirá el orbe con
justicia
y los pueblos con fidelidad.
R/.
Evangelio según san Mateo 18,12-14:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «¿Qué os parece?
Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las
noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os
aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían
extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de
estos pequeños.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
En medio de una historia
bien triste para el pueblo de Israel en el exilio, resuena un pregón de
esperanza, describiendo con fuerza literaria y plástica los caminos que a
través del desierto van a conducir al pueblo de vuelta a Jerusalén, como
sucedería en efecto después por decisión del rey Ciro de Persia.
Se dibuja aquí como una
repetición del éxodo desde Egipto, camino de la tierra prometida. Ahora es la
vuelta del destierro de Babilonia. En ambas ocasiones es Dios quien conduce y
protege a su pueblo. Pero exigirá esfuerzo por parte de todos: han de ir
construyendo el camino, allanando, rellenando, enderezando, como recordará más
tarde el Bautista. Un buen símbolo de la colaboración del hombre y mujer en la
salvación, en la historia de felicidad, que le ofrece Dios.
El anuncio más consolador
es que Dios llega, que llega con poder, que perdona a su pueblo sus pecados
anteriores, que quiere reunir a todos los dispersos, como el pastor a sus
ovejas. Es un retrato poético y amable de Dios como Pastor: «lleva en brazos
los corderos, cuida de las madres». Tiene entrañas de misericordia para con su
pueblo. No quiere que permanezcan más tiempo en la aflicción.
No es extraño que el
salmo nos haga cantar sentimientos de alegría por la cercanía mostrada en todo
tiempo por Dios a su pueblo: «cantad al Señor, bendecid su nombre, delante del
Señor que ya llega, ya llega a regir la tierra».
Es un mensaje que
nosotros acogemos con más motivos todavía al escuchar el evangelio. También
Jesús hace un retrato del «Padre del cielo», y lo describe como Pastor con un
corazón bueno, comprensivo, que va en busca de la oveja descarriada y se llena
de alegría cuando la encuentra. «No quiere que se pierda ni uno de estos
pequeños».
Jesús ha manifestado con
su propia vida el rostro de su Padre Dios. A imitación de su Padre, él se
preocupa de todas las ovejas, de modo especial por las más débiles, las que se
escapan del redil y corren peligros. Es lo que hoy continuamente nos recuerda
el Papa Francisco. Él mismo intenta mostrar con sus gestos y palabras este rostro
del Buen Pastor. Todos nosotros también. Basta estar un poquito más pendiente
de los demás en el día a día. Asi preparamos el camino del Señor en esta
segunda semana de adviento.
8 diciembre 2014. Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María
El evangelio de hoy nos habla de la visita del ángel Gabriel a
Zacarías. El evangelio de mañana nos habla de la visita a María. Lucas coloca las dos visitas la una al lado de la otra, para que
nosotros, leyendo los dos textos con atención, percibamos las pequeñas y
significativas diferencias entre las dos visitas, entre el Antiguo y el Nuevo
Testamento. Trata de descubrir las diferencias entre las visitas del ángel
Gabriel a Zacarías y a María por medio de las siguientes preguntas: ¿Dónde
aparece el ángel? ¿A quién aparece? ¿Cuál es el anuncio? ¿Cuál es la respuesta?
¿Cuál es la reacción de la persona visitada después e la visita? etc.
El primer mensaje del ángel de Dios a Zacarías es: “¡No temas!” Hasta hoy, Dios sigue causando miedo a mucho gente y hasta hoy el mensaje sigue siendo válido: “¡No temas!” Inmediatamente después, el ángel dice: “¡Tu oración ha sido escuchada!” En la vida, ¡todo es fruto de oración!
Zacarías representa el Antiguo Testamento. El cree, pero su fe es débil. Después de la visita, se queda mudo, incapaz de comunicar con los demás. La economía anterior, revelada en Zacarías, estaba en el final de sus capacidades, había agotado sus recursos. La nueva economía de Dios estaba por llegar en María.
•En el anuncio del ángel aparece la importancia de la misión del niño que va a nacer y cuyo nombre será Juan: “No beberá vino ni licor, y estará lleno de Espíritu Santo ya desde el seno de su madre”, esto es, Juan será una persona enteramente consagrada a Dios y a su misión.“Por él muchos hijos de Israel volverán al Señor su Dios, pues el abrirá el camino al Señor con el espíritu y el poder del profeta Elías para reconciliar a los padres con los hijos. Hará que los rebeldes vuelvan a la sabiduría de los buenos, con el fin de preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.", esto es, en el niño Juan acontecerá el esperado retorno del profeta Elías que vendrá a realizar la reconstrucción de la vida comunitaria: reconciliar a los padres con los hijos y hacer que los rebeldes vuelvan a la sabiduría de los buenos.
Convertir el corazón de los padres hacia los hijos y de los hijos hacia los padres, esto es, reconstruir el tejido de relaciones humanas en la base y rehacer la vida en comunidad. Esta es la misión de Juan. Fue también la misión de Jesús y sigue siendo hoy la misión más importante. ¿Cómo contribuyo en esta misión?
Jueves 18 de diciembre de 2014
Tercera semana de Adviento
Jeremías 23,5-8:
«Mirad que llegan días –oráculo del Señor– en que suscitaré
a David un vástago legítimo: reinará como rey prudente, hará justicia y derecho
en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y lo
llamarán con este nombre: "El-Señor-nuestra-justicia". Por eso, mirad
que llegan días –oráculo del Señor– en que no se dirá: "Vive el Señor, que
sacó a los israelitas de Egipto", sino que se dirá: "Vive el Señor,
que sacó a la raza de Israel del país del Norte y de los países adonde los
expulsó, y los trajo para que habitaran en sus campos."»
Salmo 71 R/. Que en sus días florezca la
justicia, y la paz abunde eternamente
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén! R/.
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del pobre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.
Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
el único que hace maravillas;
bendito por siempre su nombre glorioso;
que su gloria llene la tierra. ¡Amén, amén! R/.
Evangelio según san Mateo 1,18-24:
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: María, su
madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba
un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería
denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta
resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: «José,
hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la
criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le
pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta: «Mirad: la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
En el Evangelio de Lucas, la historia de la infancia de Jesús (capítulos 1 y 2 de Lucas) está centrada entorno a la persona de María. Aquí en el Evangelio de Mateo, la infancia de Jesús (capítulos 1 y 2 de Mateo) está centrada alrededor de la persona de Josés, el prometido esposo de María. José era de la descendencia de David. A través de él Jesús pertenece a la raza de David. Así, en Jerusalén, se realizan las promesas hechas por Dios a David y a su descendencia.
Como vimos en el evangelio de ayer, en la cuatro mujeres de la genealogía de Jesús, había algo "anormal", en: Tamar, Raab, Ruth y Betsabé. El evangelio de hoy nos muestra que también en María había algo "anormal". A los ojos del pueblo de Nazaret, ella quedó embarazada antes de convivir con José. Ni la gente, ni José, su futuro marido, sabían el origen de su embarazo. Si José hubiese sido justo según la justicia de los escribas y de los fariseos, hubiera tenido que denunciar a María, y la pena para ella hubiera sido la muerte por apedreamiento.
José era justo, ¡sí!, pero su justicia era diferente. Y se adelanta a practicar lo que Jesús enseñaría más tarde: “Si vuestra justicia no supera la justicia de los escribas y de los fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos” (Mt 5,20).
José llegó a percibir el significado de lo que estaba ocurriendo a María a través de un "sueño". Al despertar, tomó una decisión: acoger a María a su hijo como suyo. Las habladurías en el pueblo estarían.
¿Qué mensaje nos transmite a nosotros? ¿Sabemos obrar en conciencia? ¿Asumimos las consecuencias de nuestras decisiones en conciencia?
¿Cómo descubres la llamadas de la Palabra de Dios en los hechos de tu vida?
Miércoles 16 de diciembre de 2014
Tercera semana de Adviento
Génesis 49,1-2.8-10:
En aquellos días, Jacob llamó a
sus hijos y les dijo: «Reuníos, que os voy a contar lo que os va a suceder en
el futuro; agrupaos y escuchadme, hijos de Jacob, oíd a vuestro padre Israel: A
ti, Judá, te alabarán tus hermanos, pondrás la mano sobre la cerviz de tus
enemigos, se postrarán ante ti los hijos de tu padre. Judá es un león
agazapado, has vuelto de hacer presa, hijo mío; se agacha y se tumba como león
o como leona, ¿quién se atreve a desafiarlo? No se apartará de Judá el cetro,
ni el bastón de mando de entre sus rodillas, hasta que venga aquel a quien está
reservado, y le rindan homenaje los pueblos.»
Salmo 71 R/. Que en sus días florezca la
justicia, y la paz abunde eternamente
Dios mío, confía tu juicio al
rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R/.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
el Gran Río al confín de la tierra. R/.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
Que los montes traigan paz,
y los collados justicia;
que él defienda a los humildes del pueblo,
socorra a los hijos del pobre. R/.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
el Gran Río al confín de la tierra. R/.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol;
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.
Evangelio según san Mateo 1,1-17:
Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abrahán.
Abrahán engendró a Isaac, Isaac a Jacob, Jacob a Judá y a sus hermanos. Judá
engendró, de Tamar, a Farés y a Zará, Farés a Esrón, Esrón a Aram, Aram a
Aminadab, Aminadab a Naasón, Naasón a Salmón, Salmón engendró, de Rahab, a
Booz; Booz engendró, de Rut, a Obed; Obed a Jesé, Jesé engendró a David, el
rey. David, de la mujer de Urías, engendró a Salomón, Salomón a Roboam, Roboam
a Abías, Abías a Asaf, Asaf a Josafat, Josafat a Joram, Joram a Ozías, Ozías a
Joatán, Joatán a Acaz, Acaz al Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés a
Amás, Amos a Josías; Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando el
destierro de Babilonia. Después del destierro de Babilonia, Jeconías engendró a
Salatiel, Salatiel a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud a Eliaguín, Eliaquín a
Azor, Azor a Sadoc, Sadoc a Aquirn, Aquim a Eflud, Eliud a Eleazar, Eleazar a
Matan, Matan a Jacob; y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual
nació Jesús, llamado Cristo. Así, las generaciones desde Abrahán a David fueron
en total catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y
desde la deportación a Babilonia hasta el Mesías, catorce.
PARA VIVIR ESTA
PALABRA
La genealogía define la identidad de Jesús. El es el "hijo de David y el hijo de Abrahán” (Mt 1,1; cf 1,17). Como hijo de David, es la respuesta de Dios a las expectativas del pueblo judío (2Sam 7,12-16). Como hijo de Abrahán, es una fuente de bendición para todas las naciones (Gn 12,13). Judíos y paganos ven realizadas sus esperanzas en Jesús.
• En la sociedad patriarcal de los judíos, las genealogías traían a menudo nombres de hombres. Sorprende el que Mateo coloque a cinco mujeres entre los antenatos de Jesús: Tamar, Raab, Ruth, la mujer de Urías y María. ¿Por qué Mateo escoge precisamente a estas cuatro mujeres como compañeras de María? A ninguna reina, a ninguna matriarca, a ninguna de las mujeres luchadoras del Éxodo: ¿Por qué? Es ésta la pregunta que el Evangelio de Mateo nos deja en la cabeza.
• En la vida de las cuatro mujeres compañeras de María hay algo anormal. Las cuatro son extranjeras, concebirán a sus hijos fuera de los patrones normales y no cumplirán con las exigencias de las leyes de pureza del tiempo de Jesús. Tamar, una Cananea, viuda, se viste de prostituta para obligar al patriarca Judá a que sea fiel a la ley y a que le dé un hijo (Gn 38,1-30). Raab, una Cananea de Jericó, era una prostituta que ayudó a los Israelitas a entrar en la Tierra Prometida (Js 2,1-21). Ruth, una Moabita, viuda y pobre, optó por quedarse al lado de Noemí y adherir al Pueblo de Dios (Rt 1,16-18). Tomó la iniciativa de imitar a Tamar y de pasar la noche en la era, junto con Booz, obligándolo a observar la ley y a darle un hijo. De la relación entre los dos nació Obed, el abuelo del rey David (Rt 3,1-15; 4,13-17). Betsabé, una Hitita, mujer de Urías, fue seducida, violentada y quedó embarazada por el rey David, quien, además mandó matar a su marido (2Sm 11,1-27). La forma de actuar de estas cuatro mujeres estaba en desacuerdo con las normas tradicionales. Y sin embargo fueron estas iniciativas poco convencionales las que dieron continuidad al linaje de Jesús y trajeron la salvación de Dios a todo el pueblo. Todo esto nos hace pensar y nos cuestiona cuando damos demasiado valor a la rigidez de las normas.
• El cálculo de 3 x 14 generaciones (Mt 1,17) tiene un significado simbólico. Tres es el número de la divinidad. Catorce es el doble de siete. Siete es el número de la perfección. Por medio de este simbolismo, Mateo expresa la convicción de los primeros cristianos según la cual Jesús aparece en el tiempo establecido por Dios. Con su llegada la historia llega a su plenitud.
¿Cuál es el mensaje que tú descubres en la genealogía de Jesús?
Martes 16 de diciembre de 2014
Tercera semana de Adviento
de la profecía de Sofonías 3,1-2.9-13:
Así dice el Señor: «¡Ay de la
ciudad rebelde, manchada y opresora! No obedeció ni escarmentó, no aceptaba la
instrucción, no confiaba en el Señor, no se acercaba a su Dios. Entonces daré a
los pueblos labios puros, para que invoquen todos el nombre del Señor, para que
le sirvan unánimes. Desde más allá de los ríos de Etiopia, mis fieles dispersos
me traerán ofrendas. Aquel día no te avergonzarás de las obras con que me
ofendiste, porque arrancaré de tu interior tus soberbias bravatas, y no
volverás a gloriarte sobre mi monte santo. Dejaré en medio de ti un pueblo
pobre y humilde, que confiará en el nombre del Señor. El resto de Israel no
cometerá maldades, ni dirá mentiras, ni se hallará en su boca una lengua
embustera; pastarán y se tenderán sin sobresaltos.»
Salmo 33,2-3.6-7.17-18.19.23 R/. Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha
Bendigo al Señor en todo
momento,
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.
Pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.
su alabanza está siempre en mi boca;
mi alma se gloría en el Señor:
que los humildes lo escuchen y se alegren. R/.
Contempladlo, y quedaréis radiantes,
vuestro rostro no se avergonzará.
Si el afligido invoca al Señor,
él lo escucha y lo salva de sus angustias. R/.
Pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
El Señor redime a sus siervos,
no será castigado quien se acoge a él. R/.
Evangelio según san Mateo 21,28-32:
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a ancianos
del pueblo: «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó primero y le
dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No
quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo
mismo. Él le contestó: "Voy, señor. " Pero no fue. ¿Quién de los dos
hizo lo que quería el padre?»
Contestaron: «El primero.»
Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»
Contestaron: «El primero.»
Jesús les dijo: «Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis.»
PARA VIVIR ESTA
PALABRA
Jesús, con su estilo directo y comprometedor, interpela a sus
oyentes para que sean ellos los que decidan: ¿quién de los dos hijos hizo lo
que tenía que hacer, el que dijo sí pero no fue, o el que dijo no, pero luego
de hecho sí fue a trabajar?
Al Bautista le hicieron caso los pobres y humildes, la gente
sencilla, los pecadores, los que parecía que decían que no. Los otros, los
doctos y los poderosos, los piadosos, parecía que decían que sí, pero no fue
sincera su afirmativa.
Muchas veces en el evangelio Jesús critica a los «oficialmente
buenos» y alaba a los que tienen peor fama, pero en el fondo son buenas
personas y cumplen la voluntad de Dios. El fariseo de la parábola no bajó
santificado, y el publicano, sí. Los viñadores primeros no merecían tener
arrendada la viña, y les fue dada a otros que no eran del pueblo. Los leprosos
judíos no volvieron a dar las gracias por la curación, mientras que sí lo hizo
el tenido por pecador, el samaritano.
Aquí Jesús llega a afirmar, cosa que no gustaría nada a los
sacerdotes y fariseos, que «los publicanos y prostitutas os llevan la delantera
en el camino del Reino de Dios», porque sí creyeron al Bautista.
Jesús no nos está invitando a ser pecadores, o a decir que no.
Sino a decir sí, pero siendo luego consecuentes con ese sí. Y esto, también en
tiempos de Jesús, lo hace mejor el pueblo «pobre, sencillo y humilde» que se
está reuniendo en torno a Jesús, siguiendo su invitación: «venid a mí, que soy
sencillo y humilde de corazón».
Ahora puede pasar lo mismo, y es bueno que recojamos esta
llamada a la autocrítica sincera.
Nosotros, ante la oferta de salvación por parte de Dios en este
Adviento, ¿dónde quedamos retratados? ¿somos de los autosuficientes, que ponen
su confianza en sí mismos, de los «buenos» que no necesitan la salvación? ¿o
pertenecemos al pueblo pobre y humilde, el resto de Israel de Sofonías, el que
acogió el mensaje del Bautista?
La voz de Benedicto XVI
Con esta parábola Jesús reafirma su predilección por los pecadores que se convierten y nos enseña que se requiere HUMILDAD para acoger el DON la salvación
Lunes 15 de diciembre de 2014
Tercera semana de Adviento
Números 24,2-7.15-17a:
En aquellos días, Balaán, tendiendo la vista, divisó a Israel
acampado por tribus.
El espíritu de Dios vino sobre él, y entonó sus versos: «Oráculo, de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos: ¡Qué bellas las tiendas de Jacob y las moradas de Israel! Como vegas dilatadas, como jardines junto al río, como áloes que plantó el Señor o cedros junto a la corriente; el agua fluye de sus cubos, y con el agua se multiplica su simiente. Su rey es más alto que Agag, y su reino descuella.»
Y entonó sus versos: «Oráculo de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios y conoce los planes del Altísimo, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos: Lo veo, pero no es ahora, lo contemplo, pero no será pronto: Avanza la constelación de Jacob, y sube el cetro de Israel.»
El espíritu de Dios vino sobre él, y entonó sus versos: «Oráculo, de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos: ¡Qué bellas las tiendas de Jacob y las moradas de Israel! Como vegas dilatadas, como jardines junto al río, como áloes que plantó el Señor o cedros junto a la corriente; el agua fluye de sus cubos, y con el agua se multiplica su simiente. Su rey es más alto que Agag, y su reino descuella.»
Y entonó sus versos: «Oráculo de Balaán, hijo de Beor, oráculo del hombre de ojos perfectos; oráculo del que escucha palabras de Dios y conoce los planes del Altísimo, que contempla visiones del Poderoso, en éxtasis, con los ojos abiertos: Lo veo, pero no es ahora, lo contemplo, pero no será pronto: Avanza la constelación de Jacob, y sube el cetro de Israel.»
Salmo 24,4-5ab.6-7bc.8-9 R/. Señor, instrúyeme en tus sendas
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.
El Señor es bueno y es recto,
enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.
El Señor es bueno y es recto,
enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes. R/.
Evangelio según san Mateo 21,23-27:
En
aquel tiempo, Jesús llegó al templo y, mientras enseñaba, se le acercaron los
sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo para preguntarle: «¿Con qué
autoridad haces esto? ¿Quién te ha dado semejante autoridad?»
Jesús les replicó: «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»
Ellos se pusieron a deliberar: «Si decimos "del cielo", nos dirá: "¿Por qué no le habéis creído?" Si le decimos "de los hombres", tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.» Y respondieron a Jesús: «No sabemos.» Él, por su parte, les dijo: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.
Jesús les replicó: «Os voy a hacer yo también una pregunta; si me la contestáis, os diré yo también con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan ¿de dónde venía, del cielo o de los hombres?»
Ellos se pusieron a deliberar: «Si decimos "del cielo", nos dirá: "¿Por qué no le habéis creído?" Si le decimos "de los hombres", tememos a la gente; porque todos tienen a Juan por profeta.» Y respondieron a Jesús: «No sabemos.» Él, por su parte, les dijo: «Pues tampoco yo os digo con qué autoridad hago esto.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Curiosa figura la de Balaán. El rey de Moab le encarga, por su fama de vidente, que maldiga al pueblo de Israel y sus campamentos. Pero Dios toca su corazón, y el adivino pagano se convierte en uno de los mejores profetas del futuro mesiánico. En sus poemas breves, llenos de admiración, en vez de maldecir, bendice el futuro de Israel. Ve su estrella y su cetro y anuncia la aparición de un héroe que dominará sobre todos los pueblos.
Sorpresas de Dios, que no se deja manipular ni entra en nuestros cálculos. Somos nosotros los que debemos ver y oír lo que él quiere.
Es una profecía que en un primer momento se interpretó como cumplida en el rey David, pero que luego los mismos israelitas dirigieron a la espera del Mesías.
Admiramos las sorpresas de Dios en el pasado -elige a un vidente pagano para anunciar su salvación, como luego elegirá al perseguidor Saulo para convertirlo en el apóstol Pablo- pero tendríamos que estar dispuestos a saberlas reconocer también en el presente.
El testimonio de la presencia de Dios en nuestra historia no nos viene siempre a través de personas importantes y solemnes. Otras mucho más sencillas, de las que menos nos lo podamos esperar, que nos dan ejemplo con su vida de valores auténticos del Evangelio, pueden ser los profetas que Dios nos envía para que entendamos sus intenciones de salvación. Pueden ser mayores o jóvenes, hombres o mujeres, laicos o religiosos, personas de poca cultura o grandes doctores, creyentes o alejados de la Iglesia.
La voz de Dios nos puede venir de las direcciones más inesperadas, como en el caso de Balaán, si sabemos estar atentos. Al Bautista le entendió el pueblo sencillo, y las autoridades no.
¿Qué velos o intereses tapan nuestros ojos para impedirnos ver lo que Dios nos está queriendo decir a través del ejemplo de generoso sacrificio de un familiar nuestro, o de la fidelidad alegre de un miembro de nuestra comunidad? o a través de …
El Dios del ayer es el Dios del hoy y el Dios del mañana. El que vino, el que viene, el que vendrá. Cada día, no sólo en la Eucaristía, sino a lo largo de la jornada, en esos pequeños encuentros personales y acontecimientos, sucede una continuada venida de Dios a nuestra vida, un Adviento, si estamos despiertos y sabemos interpretar la historia.
Domingo 14 de diciembre de 2014
Tercera Semana de Adviento
Isaías 61,
1-2a. 10-11
El Espíritu del Señor
está sobre mí,
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad,
para proclamar el año de gracia del Señor.
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.
porque el Señor me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los que sufren,
para vendar los corazones desgarrados,
para proclamar la amnistía a los cautivos,
y a los prisioneros la libertad,
para proclamar el año de gracia del Señor.
Desbordo de gozo con el Señor,
y me alegro con mi Dios:
porque me ha vestido un traje de gala
y me ha envuelto en un manto de triunfo,
como novio que se pone la corona,
o novia que se adorna con sus joyas.
Como el suelo echa sus brotes,
como un jardín hace brotar sus semillas,
así el Señor hará brotar la justicia
y los himnos ante todos los pueblos.
Lc 1, 46-48. 49-50.
53-54 R. Me alegro con mi Dios.
Proclama mi alma la
grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. R.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R.
A los hambrientos los colma de bienes
y los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R.
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. R.
Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación. R.
A los hambrientos los colma de bienes
y los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia. R.
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 5, 16-24
Hermanos:
Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno.
Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.
Estad siempre alegres. Sed constantes en orar. Dad gracias en toda ocasión: ésta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto de vosotros.
No apaguéis el espíritu, no despreciéis el don de profecía; sino examinadlo todo, quedándoos con lo bueno.
Guardaos de toda forma de maldad. Que el mismo Dios de la paz os consagre totalmente, y que todo vuestro espíritu, alma y cuerpo, sea custodiado sin reproche hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.
El que os ha llamado es fiel y cumplirá sus promesas.
Lectura del
santo evangelio según san Juan 1, 6-8. 19-28
Surgió un hombre
enviado por Dios,
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz,
sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:
– «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas:
– «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron:
– «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
El dijo:
– «No lo soy.»
– «¿Eres tú el Profeta?»
Respondió:
– «No.»
Y le dijeron:
– «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó:
– «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
– «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió:
– «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
que se llamaba Juan:
éste venía como testigo,
para dar testimonio de la luz,
para que por él todos vinieran a la fe.
No era él la luz,
sino testigo de la luz.
Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran:
– «¿Tú quién eres?»
Él confesó sin reservas:
– «Yo no soy el Mesías.»
Le preguntaron:
– «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?»
El dijo:
– «No lo soy.»
– «¿Eres tú el Profeta?»
Respondió:
– «No.»
Y le dijeron:
– «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices de ti mismo?»
Él contestó:
– «Yo soy la voz que grita en el desierto: "Allanad el camino del Señor", como dijo el profeta Isaías.»
Entre los enviados había fariseos y le preguntaron:
– «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?»
Juan les respondió:
– «Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de la sandalia.»
Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Juan
Bautista viene para ayudar al pueblo a descubrir esta presencia luminosa de la
Palabra de Dios en la vida. Juan Bautista, el hijo de Zacarías e Isabel, fue una persona que suscitó interrogantes. ¿QUIÉN ERES? Le preguntaron.
-Yo soy la voz que grita.
¿Puede haber una vocaciòn más humilde y más grande? No se presenta como Mesías, ni quiere serlo. Es una voz, un mensaje, una llamada. Está hecho para
gritar, para proclamar, para anunciar y para denunciar. Si deja de hablar, se
muere. Si deja de gritar, deja de ser. Si deja de anunciar su mensaje, se
condena. Una voz, pero hija del viento, del Espíritu. Una voz solamente, pero
que no se puede acallar, y que empezará a renovar el mundo. ¡Cuánto vale su
palabra! Cuando falten estas voces, el mundo habrá perdido su conciencia.
-Tú, ¿quién eres? Una pregunta que todos tenemos que hacernos.
¿Cuál es nuestra verdadera vocación? ¿Quién eres?, sin caretas ni tapujos. No
lo que piensan, o dicen, o esperan de ti. Ni lo que tú mismo has llegado quizá
a creerte. ¿Quién eres, de verdad? ¿Podrías adivinar el nombre escrito en la
piedra blanca que al fin te darán según dice el Apocalipsis?
Y el evangelista dice que Juan es el “Testigo de la luz”. No era la luz sino su testigo enamorado.
¿Puede haber vocación más bonita? Decir a las gentes que no siempre es de noche
ni todo es tinieblas. Llevar un rayo de esperanza a los corazones
entristecidos. Una sonrisa gratuita en una sociedad violenta.
Pronosticar que la verdad terminará imponiéndose. Descubrir
valores ocultos y carismas no apreciados. Apreciar el lado bueno de las cosas y
personas. Entender que no todo es relativo. Encontrar el sentido de la vida.
Testigo de todas las luces. Testigo del que es todo luz.
En
medio de vosotros está uno a quien no conocéis. Esta afirmación de
Juan Bautista se refiere a Jesús, presente en la muchedumbre. En el tiempo en
el que Juan escribía su evangelio, Jesús seguía estando presente en las
comunidades y en las personas, sobre todo en los pobres con los cuales se
identificaba. Hoy Él está en medio de nosotros y también hoy, muchas veces,
nosotros no lo conocemos.
Juan era la voz, Cristo es la Palabra
(De los sermones de san Agustín,
(Sermón 293, 3: PL 38, 1328-1329):
Juan era la voz, pero el Señor es
la Palabra que en el principio
ya existía. Juan era una voz
provisional; Cristo, desde el principio, es la Palabra eterna.
Quita la palabra, ¿y qué es la
voz? Si no hay concepto, no hay más que un ruido vacío. La voz sin la palabra
llega al oído, pero no edifica el corazón.
Pero veamos cómo suceden las
cosas en la misma edificación de nuestro corazón. Cuando pienso lo que voy a
decir, ya está la palabra presente en mi corazón; pero, si quiero hablarte,
busco el modo de hacer llegar a tu corazón lo que está ya en el mío.
Al intentar que llegue hasta ti y
se aposente en tu interior la palabra que hay ya en el mío, echo mano de la voz
y, mediante ella, te hablo: el sonido de la voz hace llegar hasta ti el
entendimiento de la palabra; y una vez que el sonido de la voz ha llevado hasta
ti el concepto, el sonido desaparece, pero la palabra que el sonido condujo
hasta ti está ya dentro de tu corazón, sin haber abandonado el mío.
Cuando la palabra ha pasado a ti,
¿no te parece que es el mismo sonido el que está diciendo: Ella tiene que crecer y yo tengo
que menguar? El sonido de la
voz se dejó sentir para cumplir su tarea y desapareció, como si dijera: Esta alegría mía está colmada. Retengamos
la palabra, no perdamos la palabra concebida en la médula del alma.
¿Quieres ver cómo pasa la voz,
mientras que la divinidad de la Palabra permanece? ¿Qué ha sido del bautismo de
Juan? Cumplió su misión y desapareció. Ahora el que se frecuenta es el bautismo
de Cristo. Todos nosotros creemos en Cristo, esperamos la salvación en Cristo:
esto es lo que la voz hizo sonar.
Y precisamente porque resulta
difícil distinguir la palabra de la voz, tomaron a Juan por el Mesías. La voz
fue confundida con la palabra: pero la voz se reconoció a sí misma, para no ofender
a la palabra. Dijo: No soy el Mesías, ni Elías, ni el Profeta.
Y cuando le preguntaron: ¿Quién eres?, respondió: Yo soy la voz que grita en el
desierto: «Allanad el camino del Señor. » La voz que grita en el desierto, la voz que rompe el silencio. Allanad el camino del Señor, como si dijera: «Yo resueno para
introducir la palabra en el corazón; pero ésta no se dignará venir a donde yo
trato de introducirla, si no le allanáis el camino.»
¿Qué quiere decir: Allanad el camino, sino: «Suplicad debidamente»? ¿Qué
significa: Allanad el camino, sino: «Pensad con humildad»?
Aprended del mismo Juan un ejemplo de humildad. Le tienen por el Mesías, y
niega serlo; no se le ocurre emplear el error ajeno en beneficio propio.
Si hubiera dicho: «Yo soy el Mesías», ¿cómo no lo hubieran creído
con la mayor facilidad, si ya le tenían por tal antes de haberlo dicho? Pero no
lo dijo: se reconoció a si mismo, no permitió que lo confundieran, se humilló a
si mismo.
Comprendió dónde tenía su salvación; comprendió que no era más que
una antorcha, y temió que el viento de la soberbia la pudiese apagar.
Juan Bautista, que
meditamos en este domingo de Adviento, nos ayuda a prepararnos para el
encuentro con Jesús en la próxima fiesta de Navidad. ¿Cómo te ayuda a ti ?
Sabado 13 de diciembre de 2014
Segunda Semana de Adviento
Eclesiástico
48,1-4.9-11:
Surgió Elías, un
profeta como un fuego, cuyas palabras eran horno encendido. Les quitó el
sustento del pan, con su celo los diezmó; con el oráculo divino sujetó el cielo
e hizo bajar tres veces el fuego. ¡Qué terrible eras, Elías!; ¿quién se te
compara en gloria? Un torbellino te arrebató a la altura; tropeles de fuego,
hacia el cielo. Está escrito que te reservan para el momento de aplacar la ira
antes de que estalle, para reconciliar a padres con hijos, para restablecer las
tribus de Israel. Dichoso quien te vea antes de morir, y más dichoso tú que
vives.
Salmo 79 R/. Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos
salve
Pastor de Israel,
escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece;
despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R/.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.
tú que te sientas sobre querubines, resplandece;
despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.
Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña,
la cepa que tu diestra plantó,
y que tú hiciste vigorosa. R/.
Que tu mano proteja a tu escogido,
al hombre que tú fortaleciste.
No nos alejaremos de ti:
danos vida, para que invoquemos tu nombre. R/.
Evangelio
según san Mateo 17,10-13:
Cuando bajaban de la
montaña, los discípulos preguntaron a Jesús: «¿Por qué dicen los escribas que
primero tiene que venir Elías?»
Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.
Él les contestó: «Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido, y no lo reconocieron, sino que lo trataron a su antojo. Así también el Hijo del hombre va a padecer a manos de ellos.»
Entonces entendieron los discípulos que se refería a Juan el Bautista.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
De nuevo la persona
de Juan el Bautista, del que Jesús hablará en el evangelio, es prefigurada por
el profeta Elías, uno de los personajes más importantes del A.T.
El libro del Eclesiástico le describe como «un fuego». Su temperamento era vivo, enérgico.
Sus palabras, «un horno encendido». Anunció sequías como castigo de Dios, luchó incansablemente contra la idolatría de su pueblo, fue insobornable en su denuncia de los atropellos de las autoridades, hizo bajar fuego sobre las ofrendas de Yahvé en su reto con los dioses falsos, y al final desapareció misteriosamente en un carro de fuego, arrebatado por un torbellino que le llevó a la altura.
Pero en el fondo
Elías, que vivió nueve siglos antes de Cristo, fue el profeta de la esperanza
escatológica, el que por tradición popular iba a volver para preparar
inmediatamente el día del Señor. Su misión entonces seria «aplacar la ira» de
Dios, «reconciliar a padres con hijos» y «restablecer las tribus de Israel».
Por eso en el salmo de hoy cantamos: «Oh Dios, restáuranos».
Jesús, al bajar del
monte de la Transfiguración, donde los discípulos le han visto acompañado de
Elías y de Moisés, les dice que Elías ya ha venido «a renovarlo todo», aunque
muchos no le han sabido reconocer.
Los discípulos
entienden que habla de Juan Bautista. Y en efecto, Juan es el Precursor, el
predicador de la justicia y la conversión, el que prepara con su ejemplo y su
voz recia la inmediata venida y luego señala la presencia del Mesías en medio
de su pueblo, el que denuncia la situación irregular del rey Herodes y muere mártir
por su entereza y coherencia.
Pero muchos no le
aceptan, como hicieron con Elías y como harán con el mismo Jesús, «que padecerá
a manos de ellos». La dureza del pueblo es grande. No saben leer los signos de
los tiempos. Son «lentos y tardos de corazón», como tuvo que reprochar Jesús a
los discípulos de Emaús. O como oró en la cruz, «no saben lo que hacen». Tanto
Elías como el Bautista y Jesús son incómodos en su testimonio personal y en su
mensaje: aceptarles es aceptar los planes de Dios en la propia existencia, y
eso es comprometedor.
Las lecturas de hoy
nos sitúan a todos ante una alternativa. ¿Sabemos leer los signos de los
tiempos, sabemos distinguir la presencia de los profetas y de Jesús mismo en
nuestra vida? ¿y la aceptamos?
A nuestro alrededor hay
muchos testigos de Dios, hombres y mujeres que nos dan testimonio de Cristo y
de su Evangelio, personas fieles que sin actitudes espectaculares nos están
demostrando que sí es posible vivir según las bienaventuranzas de Cristo. Lo
que pasa es que tal vez no queremos verlas.
El Adviento no son sólo hojas del
calendario que van pasando, tenemos que decir
desde lo profundo de nuestro ser: «Oh Dios, restáuranos», «que amanezca en
nuestros corazones tu Unigénito, y su venida ahuyente las tinieblas del pecado
y nos transforme en hijos de la luz». Y decirlo con voluntad sincera
de dejar que Dios cambie algo en nuestra vida.
Viernes 12
de diciembre de 2014
Segunda Semana de Adviento
Segunda Semana de Adviento
Isaías
48,17-19:
Así
dice el Señor, tu redentor, el Santo de Israel: «Yo, el Señor, tu Dios, te
enseño para tu bien, te guío por el camino que sigues. Si hubieras atendido a
mis mandatos, sería tu paz como un río, tu justicia como las olas del mar; tu
progenie sería como arena, como sus granos, los vástagos de tus entrañas; tu
nombre no sería aniquilado ni destruido ante mí.»
Salmo 1,1-2.3.4.6 R/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida
Dichoso
el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Evangelio según san Mateo 11,16-19:
En aquel tiempo, dijo
Jesús a la gente: «¿A quién se parece esta generación? Se parece a los niños
sentados en la plaza, que gritan a otros: "Hemos tocado la flauta, y no
habéis bailado; hemos cantado lamentaciones, y no habéis llorado." Porque
vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: "Tiene un demonio." Vino
el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: "Ahí tenéis a un comilón y
borracho, amigo de publicanos y pecadores." Pero los hechos dan razón a la
sabiduría de Dios.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Jesús echa
en cara a su generación que no reciben a los enviados de Dios, ni al Bautista
ni a Jesús mismo.
Ya en la
primera lectura el profeta se lamenta con tristeza de que el pueblo era rebelde
y no había querido obedecer a Dios. No eligió el camino del bien, sino el del
propio capricho. Y así le fue. Si hubiera sido fiel a Dios, hubiera gozado de
bienes abundantes, que el profeta describe con un lenguaje cósmico lleno de
poesía:
- la paz sería como un río,
- la justicia rebosante como las olas del mar,
- los hijos abundantes como la arena.
Tampoco
hicieron caso al Bautista muchos de sus contemporáneos, ni al mismo Jesús, que
acreditaba sobradamente que era el Enviado de Dios. «Vino al mundo y los suyos
no le recibieron».
Esta vez la
queja está en labios de Jesús, con la gráfica comparación de los juegos y la
música en la plaza. Un grupo de niños invita a otro a bailar con música alegre,
y los otros no quieren. Les cambian entonces la música, y ponen una triste,
pero tampoco. En el fondo, es que no aceptan al otro grupo, por el motivo que
fuera. Tal vez por mero capricho o tozudez.
La
aplicación de Jesús es clara. El Bautista, con su estilo austero de vida, es
rechazado por muchos. Viene Jesús, que es mucho más humano, pero también le
rechazan: «es un comilón y un borracho». En el fondo, no quieren cambiar. Se
encuentran bien como están, y hay que desprestigiar como sea al profeta.
Hay
personas insatisfechas crónicas, que se refugian en su crítica, o ven sólo lo
malo en la historia y en las personas, y siempre se están quejando. Esta
actitud les resulta, tal vez sin pensarlo explícitamente, la mejor excusa para
su voluntad de no cambiar.
¿Cuántos
Advientos hemos vivido ya en nuestra historia? ¿De veras acogemos al Señor que
viene?
Cada año se
nos invita a una opción: dejar entrar a Dios en nuestra vida, con todas las
consecuencias. En vez de decir o cantar tantas veces el «ven, Señor Jesús»,
podríamos decir con sinceridad este año: «voy,
Señor Jesús».
Jueves 11 de diciembre de 2014
Segunda Semana de Adviento
Isaías 41,13-20:
Yo, el Señor, tu Dios, te agarro de la diestra y te digo: «No
temas, yo mismo te auxilio.» No temas, gusanito de Jacob, oruga de Israel, yo
mismo te auxilio –oráculo del Señor–. Tu redentor es el Santo de Israel. Mira,
te convierto en trillo aguzado, nuevo, dentado: trillarás los montes y los
triturarás; harás paja de las colinas; los aventarás, y el viento los
arrebatará, el vendaval los dispersará; y tú te alegrarás con el Señor, te
gloriarás del Santo de Israel. Los pobres y los indigentes buscan agua, y no la
hay; su lengua está reseca de sed. Yo, el Señor, les responderé; yo, el Dios de
Israel, no los abandonaré. Alumbraré ríos en cumbres peladas; en medio de las
vaguadas, manantiales; transformaré el desierto en estanque y el yermo en
fuentes de agua; pondré en el desierto cedros, y acacias, y mirtos, y olivos;
plantaré en la estepa cipreses, y olmos y alerces, juntos. Para que vean y
conozcan, reflexionen y aprendan de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho,
que el Santo de Israel lo ha creado.
Salmo 144,1.9.10-11.12-13ab R/. El Señor es clemente y
misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad
Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
El Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que té bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas; R/.
explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
bendeciré tu nombre por siempre jamás.
El Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que té bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas; R/.
explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
Evangelio según san Mateo 11,11-15:
En aquel
tiempo, dijo Jesús a la gente: «Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más
grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos
es más grande que él. Desde los días de Juan, el Bautista, hasta ahora se hace
violencia contra el reino de Dios, y gente violenta quiere arrebatárselo. Los
profetas y la Ley han profetizado hasta que vino Juan; él es Elías, el que
tenía que venir, con tal que queráis admitirlo. El que tenga oídos que
escuche.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
A partir de hoy, y hasta el día 17, el hilo conductor de las
lecturas lo llevará el evangelio de cada día, con la figura de Juan Bautista,
el precursor de Jesús, y las lecturas del A.T. irán completando el
cuadro de los pasajes evangélicos.
Si Isaías había sido hasta ahora quien nos ayudaba a
alegrarnos con la gracia del Adviento, como admirable profeta de la esperanza,
ahora es el Bautista quien, tanto en los domingos como entre semana, nos
anuncia que se acaba el A.T. y el tiempo de los profetas, que con Jesús de
Nazaret empiezan los tiempos definitivos. Más tarde será María de Nazaret quien
nos presente a su Hijo, el Mesías enviado por Dios.
1. Dios asegura
de nuevo que estará cerca de su pueblo, con un lenguaje lleno de ternura: «yo,
el Señor, tu Dios, te cojo de la mano y
te digo: no temas, yo mismo te auxilio», «y tú te alegrarás con el
Señor». Las imágenes que usa el profeta para dibujar esta salvación mesiánica
están llenas de poesía y de futuro. Dará de beber a los sedientos, responderá a
todo el que le invoque, hará surgir ríos en terrenos áridos, transformará el
desierto llenándolo de árboles de toda especie. Es, de nuevo, la escenografía
paradisíaca: la vuelta a la felicidad inicial estropeada por el pecado del
hombre.
En la página que leemos hoy es a todo el pueblo de Israel a
quien se dirige Dios diciéndole que le convertirá en trillo aguzado, o sea, en
instrumento eficaz de preparación a los tiempos mesiánicos, roturando y
preparando el terreno para la salvación. Dios cuida de su pueblo y a su vez
éste es llamado a ser instrumento de salvación para los demás.
2. Ese Dios
volcado hacia su pueblo decidió, al cumplirse la plenitud de los tiempos,
enviar a su Hijo al mundo. Y quiso también que su venida estuviera
preparada por un precursor, Juan Bautista.
Hemos escuchado cómo Jesús alaba a Juan. Dice de él que es el
profeta a quien se había anunciado cuando se decía que Elías volvería. Ya ha
venido, aunque algunos no le quieran reconocer. Y es el más grande de los
nacidos de mujer.
El Bautista es el último de los profetas del A.T., el que
establece el puente a los tiempos nuevos, los definitivos. Por eso dice también
Jesús que «el más pequeño en el Reino de los cielos es más grande que él»:
ahora que viene el Profeta verdadero, todos los demás quedan relativizados; ahora
que se congrega el nuevo Pueblo en torno al Mesías, ha llegado a la plenitud el
pueblo primero, la primera alianza.
Aprovecha Jesús para decir que su Reino supone esfuerzo, que
hace violencia. Sólo los esforzados se apoderan de él. Es un orden nuevo de cosas
exigente y radical. El Bautista ya anunció que el hacha estaba dispuesta para
cortar el árbol. El Reino es gracia y es alternativa: salvación y juicio a la
vez.
Él, el Bautista, hombre recio donde los haya, fue de los que
recibieron con entereza este Reino. Supo mantenerse en su lugar, humilde:
«conviene que yo mengüe y que él crezca», porque no era él el Salvador, sino el
que le preparaba el camino. Vivió en la austeridad y predicó sin recortes el
mensaje de conversión. Fue la voz que clama en el desierto para preparar la
venida del Mesías. Además, encaminó a sus discípulos hacia Jesús, el nuevo y
definitivo Maestro: «éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo».
3. a) Juan el
Bautista nos invita a un Adviento activo, exigente.
Celebrar la venida de Dios, en la próxima Navidad, no es sólo
cosa de sentimiento y de poesía. La gracia del Adviento, de la Navidad y de la
Epifanía pide disponibilidad plena, apertura a la vida que Dios nos quiere
comunicar. Supone, como predicaba Isaías y repetía el Precursor, preparar
caminos, allanar, rellenar, enderezar, compartir con los demás lo que tenemos,
hacer penitencia, o sea, cambiar de mentalidad.
Si la Navidad no nos cuesta ningún esfuerzo, será seguramente
porque no hemos profundizado en su significado sacramental. El don de Dios es
siempre a la vez tarea y compromiso. Es palabra de consuelo y de conversión.
b) En la Plegaria Eucarística IV del Misal se alaba a Dios
por cómo ha tratado siempre a los débiles y pecadores: «cuando por
desobediencia perdió tu amistad, no le abandonaste al poder de la muerte, sino
que, compadecido, tendiste la mano a todos, para que te encuentre el que te
busca». Como decía Isaías de Yahvé y su pueblo Israel, «yo te cojo de la mano y
te digo: no temas».
En el Adviento se deberían encontrar esas dos manos: la
nuestra que se eleva hacia Dios pidiendo salvación, y la de Dios, que nos
ofrece mucho más de lo que podemos imaginar. No es tanto que Dios salga al
encuentro de nuestra mano suplicante, sino nosotros los que nos damos cuenta
con gozo de la mano tendida por Dios hacia nosotros. Adviento es antes gracia
de Dios que esfuerzo nuestro. Aunque ambos se encuentran en el misterio que
celebramos. Ojalá todos, como prometía Isaías, «veamos y conozcamos,
reflexionemos y aprendamos de una vez, que la mano del Señor lo ha hecho»
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 1
Adviento y Navidad día tras día
Miércoles 10 de diciembre de 2014
Segunda Semana de Adviento
Segunda Semana de Adviento
Isaías 40,25-31
«¿A quién podéis compararme,
que me asemeje?», dice el Santo. Alzad los ojos a lo alto y mirad: ¿Quién creó
aquello? El que cuenta y despliega su ejército y a cada uno lo llama por su
nombre; tan grande es su poder, tan robusta su fuerza, que no falta ninguno.
Por qué andas hablando, Jacob, y diciendo, Israel: «Mi suerte está oculta al
Señor, mi Dios ignora mi causa»? ¿Acaso no lo sabes, es que no lo has oído?
El Señor es un Dios eterno y creó los confines del orbe. No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia. Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido; se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas corno las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse.
El Señor es un Dios eterno y creó los confines del orbe. No se cansa, no se fatiga, es insondable su inteligencia. Él da fuerza al cansado, acrecienta el vigor del inválido; se cansan los muchachos, se fatigan, los jóvenes tropiezan y vacilan; pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas corno las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse.
Salmo 102,1-2.3-4.8.10
R/. Bendice, alma mía, al Señor
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Evangelio según san Mateo 11,28-30
En aquel tiempo, exclamó Jesús:
«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad
con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y
encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
PARA
VIVIR ESTA PALABRA
1º. En nuestra vida las
dificultades nos vienen a veces de fuera. Y otras muchas veces, de dentro: el
cansancio, la desilusión, la desorientación.
Las dos lecturas de hoy nos
hablan de los que están cansados, y tanto el profeta como Jesús nos aseguran
que Dios quiere ayudar a los desfallecidos comunicándoles su fuerza. Podría
haber una duda: Dios es todopoderoso, eterno y creador de los confines del orbe.
¿A quién le podemos comparar?
Por tanto, podríamos pensar que, perfecto en su omnipotencia, seguramente
estará muy lejano. El pueblo de Israel tiene la tentación de pensar: «mi suerte
está oculta al Señor, mi Dios ignora mi causa».
Pero el profeta nos dice lo
contrario: Dios está cerca, nos conoce, no ignora nuestros problemas. Está
siempre dispuesto a dar fuerza a los débiles y a los cansados. Incluso los
jóvenes quedan a veces rendidos, y los guerreros tropiezan y caen: pero el que
se fía de Dios renueva sus fuerzas, le nacen alas como de águila, y podrá
correr sin cansarse, y marchar sin fatigarse.
Esta imagen la completa
poéticamente el salmo: Dios se preocupa de los suyos, perdona, cura, rescata de
la fosa, está lleno de gracia y ternura. En este salmo encontramos una de las
mejores definiciones de Dios que se repite en el A.T.: «el Señor es compasivo y
misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia».
2º Pero la cercanía de Dios
ha quedado todavía más manifiesta en Cristo Jesús: una cercanía llena de
misericordia y comprensión, como en el anuncio del profeta.
Las palabras de Jesús son un
pregón de esperanza: «venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y
yo os aliviaré». Es el aspecto principal de la figura de Jesús. Hace milagros,
predica maravillosamente, anuncia el Reino: pero sobre todo atiende a los que
sufren, a los desorientados, a los que buscan, a los pobres y débiles, a los
pecadores y marginados de la sociedad. Tiene buen corazón. Quiere liberar a
todos de sus males. Nunca pasa al lado de una persona que sufre sin atenderla.
«Venid a mí, yo os aliviaré». Es lo suyo: libera de angustias y da confianza
para vivir. Ofrece paz y serenidad a los que han sido zarandeados de cualquier
manera por la vida. A él le tuvo que ayudar un día el Cireneo a llevar la cruz.
Pero él había ayudado y sigue ayudando a otros muchos a cargar con la cruz que
les ha tocado llevar.
3º. Quién más quién menos, todos andamos un poco
agobiados por la vida. Somos débiles y sentimos el cansancio de tantas cosas como
llevamos entre manos. La enfermedad del «estrés» es la que más caracteriza al
hombre moderno, juntamente con la soledad y la desorientación. Y además nos
sentimos muchas veces bloqueados por el pesimismo, el materialismo, la búsqueda
de la comodidad, la intransigencia, los rencores, las pasiones, la sensualidad.
EL ADVIENTO nos invita a no dudar nunca de Dios. Nos hace el
anuncio cargado de confianza: Cristo Jesús vino y sigue viniendo a nuestra
historia para curarnos y fortalecernos, para liberarnos de miedos y
esclavitudes, de agobios y angustias. No nos sucederán milagros. Pero si de
veras acudimos a él, siguiendo su invitación, encontraremos paz interior y
serenidad, y fuerza para seguir caminando.
El Adviento es escuela de
esperanza y espacio de paz interior. Porque Dios es un Dios que siempre viene,
en Cristo Jesús, y está cerca de nosotros y conoce nuestra debilidad.
Esta imagen acogedora de
Cristo debería ser también la que ofreciera a todos la Iglesia, su comunidad, o
sea, cada uno de nosotros. Este tiempo de Adviento nos invita a que seamos
personas que acogen, que al dolor o a la búsqueda de las personas no responden
con legalismos y exigencias, sino con comprensión; personas que infunden paz y
regalan ánimos a tantos y tantos que están desfallecidos por el camino;
testigos y heraldos de esperanza, que es lo que más falta hace a este mundo.
Martes 9 de diciembre de 2014
Segunda Semana de Adviento
Segunda Semana de Adviento
Isaías 40,1-11:
«Consolad, consolad a mi
pueblo, –dice vuestro Dios–; hablad al corazón de Jerusalén, gritadle, que se
ha cumplido su servicio, y está pagado su crimen, pues de la mano del Señor ha
recibido doble paga por sus pecados.»
Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos –ha hablado la boca del Señor–.»
Dice una voz: «Grita.»
Respondo: «¿Qué debo gritar?»
«Toda carne es hierba y su belleza corno flor campestre: se agosta la hierba, se marchita la flor, cuando el aliento del Señor sopla sobre ellos; se agosta la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece por siempre.»
Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.»
Una voz grita: «En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios; que los valles se levanten, que montes y colinas se abajen, que lo torcido se enderece y lo escabroso se iguale. Se revelará la gloria del Señor, y la verán todos los hombres juntos –ha hablado la boca del Señor–.»
Dice una voz: «Grita.»
Respondo: «¿Qué debo gritar?»
«Toda carne es hierba y su belleza corno flor campestre: se agosta la hierba, se marchita la flor, cuando el aliento del Señor sopla sobre ellos; se agosta la hierba, se marchita la flor, pero la palabra de nuestro Dios permanece por siempre.»
Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda. Mirad, viene con él su salario, y su recompensa lo precede. Como un pastor que apacienta el rebaño, su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres.»
Salmo 95,1-2.3.10ac.11-12.13-14 R/. Nuestro Dios llega con poder
Cantad al Señor un cántico
nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R/.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.
Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre,
proclamad día tras día su victoria. R/.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones.
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.
Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.
Evangelio según san Mateo 18,12-14:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «¿Qué os parece?
Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las
noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os
aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían
extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de
estos pequeños.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
En medio de una historia
bien triste para el pueblo de Israel en el exilio, resuena un pregón de
esperanza, describiendo con fuerza literaria y plástica los caminos que a
través del desierto van a conducir al pueblo de vuelta a Jerusalén, como
sucedería en efecto después por decisión del rey Ciro de Persia.
Se dibuja aquí como una
repetición del éxodo desde Egipto, camino de la tierra prometida. Ahora es la
vuelta del destierro de Babilonia. En ambas ocasiones es Dios quien conduce y
protege a su pueblo. Pero exigirá esfuerzo por parte de todos: han de ir
construyendo el camino, allanando, rellenando, enderezando, como recordará más
tarde el Bautista. Un buen símbolo de la colaboración del hombre y mujer en la
salvación, en la historia de felicidad, que le ofrece Dios.
El anuncio más consolador
es que Dios llega, que llega con poder, que perdona a su pueblo sus pecados
anteriores, que quiere reunir a todos los dispersos, como el pastor a sus
ovejas. Es un retrato poético y amable de Dios como Pastor: «lleva en brazos
los corderos, cuida de las madres». Tiene entrañas de misericordia para con su
pueblo. No quiere que permanezcan más tiempo en la aflicción.
No es extraño que el
salmo nos haga cantar sentimientos de alegría por la cercanía mostrada en todo
tiempo por Dios a su pueblo: «cantad al Señor, bendecid su nombre, delante del
Señor que ya llega, ya llega a regir la tierra».
Es un mensaje que
nosotros acogemos con más motivos todavía al escuchar el evangelio. También
Jesús hace un retrato del «Padre del cielo», y lo describe como Pastor con un
corazón bueno, comprensivo, que va en busca de la oveja descarriada y se llena
de alegría cuando la encuentra. «No quiere que se pierda ni uno de estos
pequeños».
Jesús ha manifestado con
su propia vida el rostro de su Padre Dios. A imitación de su Padre, él se
preocupa de todas las ovejas, de modo especial por las más débiles, las que se
escapan del redil y corren peligros. Es lo que hoy continuamente nos recuerda
el Papa Francisco. Él mismo intenta mostrar con sus gestos y palabras este rostro
del Buen Pastor. Todos nosotros también. Basta estar un poquito más pendiente
de los demás en el día a día. Asi preparamos el camino del Señor en esta
segunda semana de adviento.
8 diciembre 2014. Solemnidad de la Inmaculada Concepción de María
Génesis 3, 9-15. 20
Después que Adán comió del árbol, el Señor llamó al hombre: «¿Dónde estás?». Él contestó: «Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí». El Señor le replicó: «¿Quién te informó de que estabas desnudo? ¿Es que has comido del árbol del que te prohibí comer?». Adán respondió: «La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto, y comí». El Señor dijo a la mujer: «¿Qué es lo que has hecho?». Ella respondió: «La serpiente me engañó, y comí». El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, serás maldita entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; establezco hostilidades entre ti y la mujer, entre tu estirpe y la suya; ella te herirá en la cabeza cuando tú la hieras en el talón». El hombre llamó a su mujer Eva, por ser la madre de todos los que viven.
Salmo 97, 1-4: Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclama al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R.
Efesios 1, 3-6. 11-12.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.
Evangelio según san Lucas 1, 26-38:
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por su medio hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria.
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra».Y la dejó el ángel.
PARA VIVIR ESTA FIESTA
La Inmaculada concepción de María es un hecho eclesial madurado en la conciencia de los creyentes a lo largo de los siglos cristianos y se ha impuesto en la iglesia superando obstáculos de orden teológico y la oposición de prestigiosos teólogos medievales como santo Tomás de Aquino.
No se puede negar que la atribución de la concepción inmaculada a María armoniza con su maternidad divina y santa lo mismo que con su función de colaboradora en la obra del Hijo, único redentor.
Por su intima comunión de vida y de destino con Cristo, María se ha visto rodeada desde el primer momento de su existencia por el amor del Padre, por la gracia del Hijo y por la comunicación del Espíritu. Consiguientemente, ha sido preservada de toda connivencia con el mal, tanto interior como estructural.
La Inmaculada es redención preventiva, por pura gracia, que sin embargo no permanece inerte en ella, sino que provoca una respuesta de fe total al Dios santo que la ha santificado. Ella manifiesta la plenitud y perfección del amor de Cristo, porque muestra su eficacia retroactiva y preservativa. Precisamente por eso la Inmaculada no obstaculiza el movimiento de la historia hacia la unificación y la perfección en Cristo, sino que lo promueve, convirtiéndose a su vez en comunicadora de salvación.
La inmaculada concepción es el comienzo de un mundo nuevo animado por el Espíritu: es plenitud de amor, superávit de realidad cristiana, belleza y salud plena en Cristo. María "es el fruto no envenenado por la serpiente, el paraíso ya concretado en el tiempo histórico, la primavera cuyas flores no experimentarán ya el peligro de la contaminación y la putrefacción" (Leonardo Boff).
En ella la iglesia encuentra su modelo, su imagen más santa después de Cristo, su ser y deber ser de "esposa inmaculada". El privilegio de María no la separa de la humanidad ni de la iglesia, porque la Inmaculada tiene una función tipológica para la comunidad cristiana y cada uno de sus miembros.
La inmaculada concepción es un privilegio no aristocrático, sino popular y participable porque la gracia se nos ofrece a todos en el Bautismo. Ciertamente, incluso dentro del esplendor del Espíritu, María permanece anclada en la tierra, en la historia, en la concreción de la condición humana.
Si se ha visto inmune del pecado y de la "contaminación" que conduce al mal, la Inmaculada no ha estado exenta de los sentimientos humanos más intensos y vitales, de los límites y condicionamientos culturales, del sufrimiento, del camino de la maduración y de la peregrinación en la fe. A diferencia de nosotros, pecadores, María bajo el influjo de la gracia ha puesto sus impulsos y tendencias al servicio de un proyecto santo. ¡Bendita sea tu pureza!
Ciclo B: II Domingo de Adviento
07/12/2014
Isaías 40, 1-5. 9-11
«Consolad, consolad a mi pueblo,
–dice vuestro Dios–;
hablad al corazón de Jerusalén,
gritadle,
que se ha cumplido su servicio,
y está pagado su crimen,
pues de la mano del Señor ha recibido
doble paga por sus pecados.»
Una voz grita:
«En el desierto preparadle
un camino al Señor;
allanad en la estepa
una calzada para nuestro Dios;
que los valles se levanten,
que montes y colinas se abajen,
que lo torcido se enderece
y lo escabroso se iguale.
Se revelará la gloria del Señor,
y la verán todos los hombres juntos
–ha hablado la boca del Señor–.»
Súbete a un monte elevado,
heraldo de Sión;
alza fuerte la voz,
heraldo de Jerusalén; álzala, no temas,
di a las ciudades de Judá:
«Aquí está vuestro Dios.
Mirad, el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario,
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.»
Salmo 84, 9ab 10. 11-12. 13-14 R. Muéstranos, Señor, tu
misericordia y danos tu salvación.
Voy a escuchar lo que dice el Señor:
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.
de la segunda carta del apóstol san Pedro 3, 8-14
Queridos hermanos:
No perdáis de vista una cosa: para el Señor un
día es como mil años, y mil años como un día.
El Señor no tarda en cumplir su promesa, como
creen algunos.
Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con
vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.
El día del Señor llegará como un ladrón.
Entonces el cielo desaparecerá con gran
estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados, y la tierra con todas sus
obras se consumirá.
Si todo este mundo se va a desintegrar de este
modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida!
Esperad y apresurad la venida del Señor,
cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los
elementos.
Pero nosotros, confiados en la promesa del
Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia.
Por tanto, queridos hermanos, mientras
esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él,
inmaculados e irreprochables.
evangelio según san Marcos 1, 1-8
Comienza
el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío mi mensajero delante de ti
para que te prepare el camino.
Una voz grita en el desierto:
"Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos."»
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que
se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía
la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en
el jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una
correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y proclamaba:
–«Detrás de mí viene el que puede más que yo,
y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os
bautizará con Espíritu Santo.»
UN CAMINO
EN EL DESIERTO
“En el desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la
estepa una calzada para nuestro Dios” (Is 40,3). En la segunda parte del libro
de Isaías encontramos ese vibrante pregón que el profeta recoge y repite como
un oráculo de lo alto. Es la voz de Dios que declara terminado el tiempo del
exilio de su pueblo en Babilonia.
Para los hebreos ha sonado la hora de recuperar la ansiada
libertad, de regresar a las tierras de Judá, y de reconstruir el templo
del Señor. Ningún tirano es eterno. A todos los imperios les llega, tarde o
temprano, la hora de su ocaso. Y ese momento, que para unos significa un
desastre, para otros es el reencuentro con su dignidad.
El desierto es tierra de desolación. Los deportados de Israel lo
habían atravesado como prisioneros destinados a la esclavitud. Ahora la voz del
Altísimo los convoca a rehacer ese mismo camino como hombres y mujeres libres.
Con la certeza de que el camino de los liberados es el camino del mismo Dios.
Allanar la calzada para el Señor equivale a facilitar la libertad a sus hijos.
El camino del hombre es el camino de Dios.
UN PERSONAJE QUE NOS INTERPELA
En este segundo domingo del tiempo de Adviento se nos presenta la
figura de Juan Bautista. Aparece en los linderos del desierto de Judá con la
misma apariencia y el mismo espíritu religioso que siglos atrás movía al
profeta Elías. Uno y otro invitan al pueblo a volver su atención al Dios de la
santidad y de la libertad.
El tema de la predicación del Bautista no es el pecado, sino la
conversión y el perdón de los pecados. Eran aquellos tiempos de crisis social,
política y religiosa. Y, por eso mismo, eran tiempos de esperanza. Pero Juan
sabe que no se cumplirá la esperanza de la liberación si las gentes no se
liberan de sus hábitos egoístas.
Juan no trata de atraer las gentes hacia sí mismo. Él no es el
esperado. Es el mensajero que es enviado a prepararle el camino. Su dedo señala
al que había de venir: “Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no
merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua,
pero él os bautizará con Espíritu Santo” (Mc 1, 7-8).
En ese anuncio se introduce todo un juego de contraposiciones.
Juan es el que va delante, pero anuncia al personaje importante que le sigue.
Juan es el débil, pero el Mesías es el poderoso. Juan es el esclavo, pero el
Mesías es el Señor. Juan bautiza con agua, pero el Mesías bautiza con el viento
de Dios, es decir con el Espíritu de su santidad.
UN MENSAJE QUE NOS HONRA
“Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos” (Mc 1-3).
Juan Bautista repite el oráculo que había quedado recogido en el rollo de
Isaías y que se encuentra también en los manuscritos de Qumran.
Evidentemente, el Precursor no quiere que se olvide aquella exhortación divina.
·
“Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos”. Ese mensaje
se dirige a cada uno de nosotros. Jesús llama a nuestra puerta, como un
peregrino que nos trae la salvación. Hay en nuestra existencia diaria
demasiados altibajos que han de ser nivelados para que pueda llegar hasta
nosotros. Eso nos pide nuestra fe.
·
“Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos”. Ese mensaje
compromete a toda la Iglesia. En todos los lugares de la tierra y en cualquier
situación social y política la Iglesia está llamada a anunciar la presencia de
Dios y la venida de su Reino. Eso le exige el ministerio profético de anunciar
la esperanza.
·
“Preparadle el camino al Señor, allanad sus senderos”. Ese mensaje
ha sido pronunciado para toda la humanidad. Con él no es humillada sino
enaltecida. Creyentes y no creyentes son responsables de mejorar las
condiciones de este mundo. De preparar un mundo mejor para todos. Esa es la
gran tarea confiada al amor.
(Jose A. Pagola=
- Señor Jesús, danos tu luz para preparar los caminos por los que
ha de llegar a nuestra vida y a nuestra sociedad el resplandor de tu verdad.
Amén.
El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».Y María dijo al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?». El ángel le contestó: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios.Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: «Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra».Y la dejó el ángel.
PARA VIVIR ESTA FIESTA
La Inmaculada concepción de María es un hecho eclesial madurado en la conciencia de los creyentes a lo largo de los siglos cristianos y se ha impuesto en la iglesia superando obstáculos de orden teológico y la oposición de prestigiosos teólogos medievales como santo Tomás de Aquino.
No se puede negar que la atribución de la concepción inmaculada a María armoniza con su maternidad divina y santa lo mismo que con su función de colaboradora en la obra del Hijo, único redentor.
Por su intima comunión de vida y de destino con Cristo, María se ha visto rodeada desde el primer momento de su existencia por el amor del Padre, por la gracia del Hijo y por la comunicación del Espíritu. Consiguientemente, ha sido preservada de toda connivencia con el mal, tanto interior como estructural.
La Inmaculada es redención preventiva, por pura gracia, que sin embargo no permanece inerte en ella, sino que provoca una respuesta de fe total al Dios santo que la ha santificado. Ella manifiesta la plenitud y perfección del amor de Cristo, porque muestra su eficacia retroactiva y preservativa. Precisamente por eso la Inmaculada no obstaculiza el movimiento de la historia hacia la unificación y la perfección en Cristo, sino que lo promueve, convirtiéndose a su vez en comunicadora de salvación.
La inmaculada concepción es el comienzo de un mundo nuevo animado por el Espíritu: es plenitud de amor, superávit de realidad cristiana, belleza y salud plena en Cristo. María "es el fruto no envenenado por la serpiente, el paraíso ya concretado en el tiempo histórico, la primavera cuyas flores no experimentarán ya el peligro de la contaminación y la putrefacción" (Leonardo Boff).
En ella la iglesia encuentra su modelo, su imagen más santa después de Cristo, su ser y deber ser de "esposa inmaculada". El privilegio de María no la separa de la humanidad ni de la iglesia, porque la Inmaculada tiene una función tipológica para la comunidad cristiana y cada uno de sus miembros.
La inmaculada concepción es un privilegio no aristocrático, sino popular y participable porque la gracia se nos ofrece a todos en el Bautismo. Ciertamente, incluso dentro del esplendor del Espíritu, María permanece anclada en la tierra, en la historia, en la concreción de la condición humana.
Si se ha visto inmune del pecado y de la "contaminación" que conduce al mal, la Inmaculada no ha estado exenta de los sentimientos humanos más intensos y vitales, de los límites y condicionamientos culturales, del sufrimiento, del camino de la maduración y de la peregrinación en la fe. A diferencia de nosotros, pecadores, María bajo el influjo de la gracia ha puesto sus impulsos y tendencias al servicio de un proyecto santo. ¡Bendita sea tu pureza!
Ciclo B: II Domingo de Adviento
07/12/2014
07/12/2014
–dice vuestro Dios–;
hablad al corazón de Jerusalén,
gritadle,
que se ha cumplido su servicio,
y está pagado su crimen,
pues de la mano del Señor ha recibido
doble paga por sus pecados.»
Una voz grita:
«En el desierto preparadle
un camino al Señor;
allanad en la estepa
una calzada para nuestro Dios;
que los valles se levanten,
que montes y colinas se abajen,
que lo torcido se enderece
y lo escabroso se iguale.
Se revelará la gloria del Señor,
y la verán todos los hombres juntos
–ha hablado la boca del Señor–.»
Súbete a un monte elevado,
heraldo de Sión;
alza fuerte la voz,
heraldo de Jerusalén; álzala, no temas,
di a las ciudades de Judá:
«Aquí está vuestro Dios.
Mirad, el Señor Dios llega con poder,
y su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario,
y su recompensa lo precede.
Como un pastor que apacienta el rebaño,
su brazo lo reúne,
toma en brazos los corderos
y hace recostar a las madres.»
«Dios anuncia la paz
a su pueblo y a sus amigos.»
La salvación está ya cerca de sus fieles,
y la gloria habitará en nuestra tierra. R.
La misericordia y la fidelidad se encuentran,
la justicia y la paz se besan;
la fidelidad brota de la tierra,
y la justicia mira desde el cielo. R.
El Señor nos dará la lluvia,
y nuestra tierra dará su fruto.
La justicia marchará ante él,
la salvación seguirá sus pasos. R.
No perdáis de vista una cosa: para el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.
El Señor no tarda en cumplir su promesa, como creen algunos.
Lo que ocurre es que tiene mucha paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan.
El día del Señor llegará como un ladrón.
Entonces el cielo desaparecerá con gran estrépito; los elementos se desintegrarán abrasados, y la tierra con todas sus obras se consumirá.
Si todo este mundo se va a desintegrar de este modo, ¡qué santa y piadosa ha de ser vuestra vida!
Esperad y apresurad la venida del Señor, cuando desaparecerán los cielos, consumidos por el fuego, y se derretirán los elementos.
Pero nosotros, confiados en la promesa del Señor, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia.
Por tanto, queridos hermanos, mientras esperáis estos acontecimientos, procurad que Dios os encuentre en paz con él, inmaculados e irreprochables.
Está escrito en el profeta Isaías:
«Yo envío mi mensajero delante de ti
para que te prepare el camino.
Una voz grita en el desierto:
"Preparad el camino del Señor,
allanad sus senderos."»
Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el jordán.
Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba:
–«Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias.
Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo.»
Sábado 6 de diciembre de 2014
Primera
semana de Adviento
Isaías 30,19-21.23-26:
Así dice el Señor, el Santo de
Israel: «Pueblo de Sión, que habitas en Jerusalén, no tendrás que llorar,
porque se apiadará a la voz de tu gemido: apenas te oiga, te responderá. Aunque
el Señor te dé el pan medido y el agua tasada, ya no se esconderá tu Maestro,
tus ojos verán a tu Maestro. Si te desvías a la derecha o a la izquierda, tus
oídos oirán una palabra a la espalda: "Éste es el camino, camina por
él." Te dará lluvia para la semilla que siembras en el campo, y el grano
de la cosecha del campo será rico y sustancioso; aquel día, tus ganados pastarán
en anchas praderas; los bueyes y asnos que trabajan en el campo comerán forraje
fermentado, aventado con bieldo y horquilla. En todo monte elevado, en toda
colina alta, habrá ríos y cauces de agua el día de la gran matanza, cuando
caigan las torres. La luz de la Cándida será como la luz del Ardiente, y la luz
del Ardiente será siete veces mayor, cuando el Señor vende la herida de su
pueblo y cure la llaga de su golpe.»
Salmo 146,1-2.3-4.5-6 R/. Dichosos los que esperan en el Señor
Alabad al Señor, que la música
es buena;
nuestro Dios merece una
alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de
Israel. R/.
Él sana los corazones
destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las
estrellas,
a cada una la llama por su
nombre. R/.
Nuestro Señor es grande y
poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los
humildes,
humilla hasta el polvo a los
malvados. R/.
evangelio según san Mateo 9,35–10,1.6-8:
En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas,
enseñando en sus sinagogas, anunciando el Evangelio del reino y curando todas
las enfermedades y todas las dolencias. Al ver a las gentes, se compadecía de
ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen
pastor.
Entonces dijo a sus discípulos:
«La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor
de la mies que mande trabajadores a su mies.»
Y llamando a sus doce
discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda
enfermedad y dolencia.
A estos doce los envió con
estas instrucciones: «Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad
que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos,
limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»
PARA
VIVIR ESTA PALABRA
Toda la semana estamos escuchando a Isaías, el maestro de la
esperanza. Él nos va proponiendo el programa que tiene Dios, lleno de gracia
salvadora. Nos sigue llamando cada día a dejar el pesimismo y mirar con ilusión
hacia el futuro.
El profeta nos asegura que nuestro Dios es un Dios cercano, que
nos escucha y nos conoce por nuestro nombre: «Apenas te oiga, te responderá».
Si andamos desorientados, oiremos muy cerca su voz que nos dice: «éste es el
camino, caminad por él». «No se esconderá tu Maestro». «Cuenta el número de las
estrellas, a cada una la llama por su nombre» (salmo). Y si estamos heridos, o
nuestros corazones están destrozados, él vendará nuestras heridas y
reconstruirá lo que estaba destruido.
El profeta tiene permiso para soñar. Habla a un pueblo que está
desanimado, destrozado política y religiosamente. Es a los pobres y a los
afligidos a quienes se dirige su palabra de ánimo, para anunciarles que Dios no
les olvida, que se apiada de ellos, porque es rico en misericordia.
El anuncio de esperanza del profeta se cumple en Cristo Jesús.
Como en tantas otras páginas del evangelio, en la de hoy se ve cómo él está muy
cercano y camina con su pueblo, ayuda a todos, no sólo a los que están llenos
de vida, sino a los cansados, a los sumergidos en enfermedades y dolencias, a
los que andan como ovejas sin pastor, y de modo particular si se trata de
ovejas perdidas. Como su Padre, Jesús es rico en misericordia. Su corazón se
compadece de los que sufren.
No pretende aportar soluciones políticas ni económicas: lo que da
Jesús a los que se encuentran con él es esperanza, sentido de la vida. Les
predica la Buena Noticia. Orienta a los desorientados, como prometía Isaías.
Y es éste precisamente el encargo que transmite a sus discípulos:
les envía como trabajadores a la mies para que hagan lo mismo que él, que
expulsen demonios, curen enfermedades y proclamen a todos la Buena Nueva de la
salvación. Y que lo hagan gratis, como gratis lo han recibido. Que comuniquen
esperanza a los que la han perdido.
Ese Dios que sana corazones destrozados, ese Cristo que se apiada
de los que sufren, es quien hoy nos invita a nosotros a tener y a repartir
esperanza.
La humanidad sigue igual, hambrienta, desorientada, desilusionada.
Si estamos desanimados, o más o menos hundidos en una situación de pecado o de
tibieza, la llamada del Adviento, o sea, el anuncio de la venida de Jesús a
nuestra historia, va dirigida preferentemente a nosotros. Son nuestras lágrimas
las que quiere enjugar, y nuestras heridas las que quiere vendar con solicitud.
Eso es Adviento y eso es Navidad. Que se repite año tras año. Si
Isaías podía decir que Dios está cerca, ahora, con Cristo, esta cercanía es
mucho mayor.
Primera semana de Adviento
nuestro Dios merece una alabanza armoniosa.
El Señor reconstruye Jerusalén,
reúne a los deportados de Israel. R/.
Él sana los corazones destrozados,
venda sus heridas.
Cuenta el número de las estrellas,
a cada una la llama por su nombre. R/.
Nuestro Señor es grande y poderoso,
su sabiduría no tiene medida.
El Señor sostiene a los humildes,
humilla hasta el polvo a los malvados. R/.
Entonces dijo a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies.»
Y llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia.
A estos doce los envió con estas instrucciones: «Id a las ovejas descarriadas de Israel. Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios. Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»
Viernes 05 de diciembre de 2014
Primera semana de Adviento
Isaías 29, 17-24:
Esto dice el Señor: Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá en vergel, el vergel parecerá un bosque; aquel día oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos. Los oprimidos volverán a alegrarse con el Señor y los pobres gozarán con el Santo de Israel; porque se acabó el opresor, terminó el cínico; y serán aniquilados los despiertos para el mal, los que van a coger a otro en el hablar, y al que defienden en el tribunal con trampas y por nada hunden al inocente.Así dice a la casa de Jacob el Señor, que rescató a Abrahán: Ya no se avergonzará Jacob, ya no se sonrojará su cara, pues cuando vea mis acciones en medio de él santificará mi nombre, santificará al Santo de Jacob y temerá al Dios de Israel. Los que habían perdido la cabeza comprenderán, y los que protestaban aprenderán la enseñanza.
Salmo 26, 1.4.13-14 R. El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mi luz y mi salvación;¿A quién temeré? Una cosa pido al Señor,
eso buscaré: Habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida. R.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.R.
Evangelio según San Mateo 9,27-31
Dos ciegos seguían a Jesús, gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David». Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: «¿Creéis que puedo hacerlo?». Contestaron: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe».Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Cuidado con que lo sepa alguien!». Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.PARA VIVIR ESTA PALABRA
Qué hermoso el panorama que nos presenta el profeta ISAIAS. Dios quiere salvar a su pueblo, y lo hará pronto. Los sordos oirán. Lo que estaba seco se convertirá en un jardín.
Los que se sentían oprimidos se verán liberados, mientras que los violentos recibirán su castigo. Ya no tendremos que avergonzarnos de ser buenos y seguir al Señor. ¡Qué buena noticia para los pobres de todos los tiempos!
Los ciegos verán y la oscuridad dejará paso a la luz.
Es una página muy optimista la que hoy leemos. Nos puede parecer increíble y utópica. Pero los planes de Dios son así, y no sólo hace dos mil quinientos años, para el pueblo de Israel, sino para nosotros, que también sabemos lo que es sequedad, oscuridad y opresión.
Cuando leemos los anuncios de Isaías los leemos desde nuestra historia, y nos dejamos interpelar por él. Hoy podemos proclamar las páginas del profeta al menos con igual motivo que en la época de su primer anuncio. Porque seguimos necesitando esa salvación de Dios. También nosotros, con las palabras del salmo, decimos con confianza: «el Señor es mi luz y mi salvación», y eso es lo que nos da ánimos y mantiene nuestra esperanza.
Es una estampa muy propia de Adviento la de los dos ciegos que están esperando, y cuando se enteran que viene Jesús, le siguen gritando: «ten compasión de nosotros, Hijo de David».
Dos ciegos que desean, buscan y piden a gritos su curación.
Tal vez no conocen bien a Jesús, ni saben qué clase de Mesías es. Pero le siguen y se encuentran con el auténtico Salvador, quedan curados y se marchan hablando a todos de Jesús. Como tantas otras personas que a lo largo de la vida de Jesús encontraron en él el sentido de sus vidas.
Una vez más se demuestra la verdad de la gran afirmación: «yo soy la luz del mundo: el que me sigue no andará en tinieblas».
El Adviento lo estamos viviendo desde una historia concreta. Y las lecturas nos están diciendo que este mundo nuestro tiene remedio: éste, con sus defectos y calamidades, no otros mundos posibles. Que Dios nos quiere liberar de las injusticias que existen ahora, como en tiempos del profeta. De las opresiones. De los miedos.
Cuántas personas están ahora mismo clamando desde su interior, esperando un Salvador que no saben bien quién es: y lo hacen desde la pobreza y el hambre, la soledad y la enfermedad, la injusticia y la guerra. Los dos ciegos tienen muchos imitadores, aunque no todos sepan que su deseo de curación coincide con la voluntad de Dios que les quiere salvar.
nos podemos hacer estas preguntas: ¿en verdad queremos ser salvados? ¿nos damos cuenta de que necesitamos ser salvados? ¿seguimos a ese Jesús como los ciegos suplicándole que nos ayude? ¿de qué ceguera nos tiene que salvar? Hay cegueras causadas por el odio, por el interés materialista de la vida, por la distracción, por la pasión, el egoísmo, el orgullo o la cortedad de miras. ¿No necesitamos de veras que Cristo toque nuestros ojos y nos ayude a ver y a distinguir lo que son valores y lo que son contravalores en nuestro mundo de hoy? ¿o preferimos seguir ciegos, permanecer en la oscuridad o en la penumbra, y caminar por la vida desorientados, sin profundizar en su sentido, manipulados por la última ideología de moda?
El Adviento nos invita a abrir los ojos, a esperar, a permanecer en búsqueda continua, a decir desde lo hondo de nuestro ser «ven, Señor Jesús», a dejarnos salvar y a salir al encuentro del verdadero Salvador, que es Cristo Jesús. Sea cual sea nuestra situación personal y comunitaria, Dios nos alarga su mano y nos invita a la esperanza, porque nos asegura que él está con nosotros.
La Iglesia peregrina hacia delante, hacia los tiempos definitivos, donde la salvación será plena. Por eso durante el Adviento se nos invita tanto a vivir en vigilancia y espera, exclamando «Marana tha», «Ven, Señor Jesús».
El Adviento nos invita a abrir los ojos, a esperar, a permanecer en búsqueda continua, a decir desde lo hondo de nuestro ser «ven, Señor Jesús», a dejarnos salvar y a salir al encuentro del verdadero Salvador, que es Cristo Jesús. Sea cual sea nuestra situación personal y comunitaria, Dios nos alarga su mano y nos invita a la esperanza, porque nos asegura que él está con nosotros.
La Iglesia peregrina hacia delante, hacia los tiempos definitivos, donde la salvación será plena. Por eso durante el Adviento se nos invita tanto a vivir en vigilancia y espera, exclamando «Marana tha», «Ven, Señor Jesús».