7 ABRIL 2014, lunes de la 5ª semana de cuaresma
Daniel 13,1-9.15-17.19-30.33-62
Vivía en Babilonia un hombre llamado Joaquín. Se había casado con una mujer llamada Susana, hija de Jilquías, que era muy bella y temerosa de Dios; sus padres eran justos y habían educado a su hija según la ley de Moisés. Joaquín era muy rico, tenía un jardín contiguo a su casa, y los judíos solían acudir donde él, porque era el más prestigioso de todos. Aquel año habían sido nombrados jueces dos ancianos, escogidos entre el pueblo, de aquellos de quienes dijo el Señor: «La iniquidad salió en Babilonia de los ancianos y jueces que se hacían guías del pueblo.» Venían éstos a menudo a casa de Joaquín, y todos los que tenían algún litigio se dirigían a ellos. Cuando todo el mundo se había retirado ya, a mediodía, Susana entraba a pasear por el jardín de su marido. Los dos ancianos, que la veían entrar a pasear todos los días, empezaron a desearla. Perdieron la cabeza dejando de mirar hacia el cielo y olvidando sus justos juicios. Mientras estaban esperando la ocasión favorable, un día entró Susana en el jardín como los días precedentes, acompañada solamente de dos jóvenes doncellas, y como hacía calor quiso bañarse en el jardín. No había allí nadie, excepto los dos ancianos que, escondidos, estaban al acecho.
Dijo ella a las doncellas: «Traedme aceite y perfume, y cerrad las puertas del jardín, para que pueda bañarme.»
En cuanto salieron las doncellas, los dos ancianos se levantaron, fueron corriendo donde ella, y le dijeron: «Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve. Nosotros te deseamos; consiente, pues, y entrégate a nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que estaba contigo un joven y que por eso habías despachado a tus doncellas.»
Susana gimió: «¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros. Pero es mejor para mí caer en vuestras manos sin haberlo hecho que pecar delante del Señor.»
Y Susana se puso a gritar a grandes voces. Los dos ancianos gritaron también contra ella, y uno de ellos corrió a abrir las puertas del jardín. Al oír estos gritos en el jardín, los domésticos se precipitaron por la puerta lateral para ver qué ocurría, y cuando los ancianos contaron su historia, los criados se sintieron muy confundidos, porque jamás se había dicho una cosa semejante de Susana. A la mañana siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, llegaron allá los dos ancianos, llenos de pensamientos inicuos contra Susana para hacerla morir.
Y dijeron en presencia del pueblo: «Mandad a buscar a Susana, hija de Jilquías, la mujer de Joaquín.» Mandaron a buscarla, y ella compareció acompañada de sus padres, de sus hijos y de todos sus parientes.
Todos los suyos lloraban, y también todos los que la veían. Los dos ancianos, levantándose en medio del pueblo, pusieron sus manos sobre su cabeza. Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón tenía puesta su confianza en Dios.
Los ancianos dijeron: «Mientras nosotros nos paseábamos solos por el jardín, entró ésta con dos doncellas. Cerró las puertas y luego despachó a las doncellas. Entonces se acercó a ella un joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver esta iniquidad, fuimos corriendo donde ellos. Los sorprendimos juntos, pero a él no pudimos atraparle porque era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta se escapó. Pero a ésta la agarramos y le preguntamos quién era aquel joven. No quiso revelárnoslo. De todo esto nosotros somos testigos.»
La asamblea les creyó como ancianos y jueces del pueblo que eran. Y la condenaron a muerte.Entonces Susana gritó fuertemente: «Oh Dios eterno, que conoces los secretos, que todo lo conoces antes que suceda, tú sabes que éstos han levantado contra mí falso testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí.»
El Señor escuchó su voz y, cuando era llevada a la muerte, suscitó el santo espíritu de un jovencito llamado Daniel, que se puso a gritar: «¡Yo estoy limpio de la sangre de esta mujer!»
Todo el pueblo se volvió hacia él y dijo: «¿Qué significa eso que has dicho?»
Él, de pie en medio de ellos, respondió: «¿Tan necios sois, hijos de Israel, para condenar sin investigación y sin evidencia a una hija de Israel? ¡Volved al tribunal, porque es falso el testimonio que éstos han levantado contra ella!»
Todo el pueblo se apresuró a volver allá, y los ancianos dijeron a Daniel: «Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, ya que Dios te ha dado la dignidad de la ancianidad.»
Daniel les dijo entonces: «Separadlos lejos el uno del otro, y yo les interrogaré.»
Una vez separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: «Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada, dictador de sentencias injustas, que condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, siendo así que el Señor dice: "No matarás al inocente y al justo." Conque, si la viste, dinos bajo qué árbol los viste juntos.» Respondió él: «Bajo una acacia.»
«En verdad –dijo Daniel– contra tu propia cabeza has mentido, pues ya el ángel de Dios ha recibido de él la sentencia y viene a partirte por el medio.»
Retirado éste, mandó traer al otro y le dijo: «¡Raza de Canaán, que no de Judá; la hermosura te ha descarriado y el deseo ha pervertido tu corazón! Así tratabais a las hijas de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a vosotros. Pero una hija de Judá no ha podido soportar vuestra iniquidad. Ahora pues, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste juntos?»
Él respondió: «Bajo una encina.»
«En verdad –dijo Daniel– tú también has mentido contra tu propia cabeza: ya está el ángel del Señor esperando, espada en mano, para partirte por el medio, a fin de acabar con vosotros.»
Entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él.
Luego se levantaron contra los dos ancianos, a quienes, por su propia boca, había convencido Daniel de falso testimonio y, para cumplir la ley de Moisés, les aplicaron la misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo: les dieron muerte, y aquel día se salvó una sangre inocente.
Dijo ella a las doncellas: «Traedme aceite y perfume, y cerrad las puertas del jardín, para que pueda bañarme.»
En cuanto salieron las doncellas, los dos ancianos se levantaron, fueron corriendo donde ella, y le dijeron: «Las puertas del jardín están cerradas y nadie nos ve. Nosotros te deseamos; consiente, pues, y entrégate a nosotros. Si no, daremos testimonio contra ti diciendo que estaba contigo un joven y que por eso habías despachado a tus doncellas.»
Susana gimió: «¡Ay, qué aprieto me estrecha por todas partes! Si hago esto, es la muerte para mí; si no lo hago, no escaparé de vosotros. Pero es mejor para mí caer en vuestras manos sin haberlo hecho que pecar delante del Señor.»
Y Susana se puso a gritar a grandes voces. Los dos ancianos gritaron también contra ella, y uno de ellos corrió a abrir las puertas del jardín. Al oír estos gritos en el jardín, los domésticos se precipitaron por la puerta lateral para ver qué ocurría, y cuando los ancianos contaron su historia, los criados se sintieron muy confundidos, porque jamás se había dicho una cosa semejante de Susana. A la mañana siguiente, cuando el pueblo se reunió en casa de Joaquín, su marido, llegaron allá los dos ancianos, llenos de pensamientos inicuos contra Susana para hacerla morir.
Y dijeron en presencia del pueblo: «Mandad a buscar a Susana, hija de Jilquías, la mujer de Joaquín.» Mandaron a buscarla, y ella compareció acompañada de sus padres, de sus hijos y de todos sus parientes.
Todos los suyos lloraban, y también todos los que la veían. Los dos ancianos, levantándose en medio del pueblo, pusieron sus manos sobre su cabeza. Ella, llorando, levantó los ojos al cielo, porque su corazón tenía puesta su confianza en Dios.
Los ancianos dijeron: «Mientras nosotros nos paseábamos solos por el jardín, entró ésta con dos doncellas. Cerró las puertas y luego despachó a las doncellas. Entonces se acercó a ella un joven que estaba escondido y se acostó con ella. Nosotros, que estábamos en un rincón del jardín, al ver esta iniquidad, fuimos corriendo donde ellos. Los sorprendimos juntos, pero a él no pudimos atraparle porque era más fuerte que nosotros, y abriendo la puerta se escapó. Pero a ésta la agarramos y le preguntamos quién era aquel joven. No quiso revelárnoslo. De todo esto nosotros somos testigos.»
La asamblea les creyó como ancianos y jueces del pueblo que eran. Y la condenaron a muerte.Entonces Susana gritó fuertemente: «Oh Dios eterno, que conoces los secretos, que todo lo conoces antes que suceda, tú sabes que éstos han levantado contra mí falso testimonio. Y ahora voy a morir, sin haber hecho nada de lo que su maldad ha tramado contra mí.»
El Señor escuchó su voz y, cuando era llevada a la muerte, suscitó el santo espíritu de un jovencito llamado Daniel, que se puso a gritar: «¡Yo estoy limpio de la sangre de esta mujer!»
Todo el pueblo se volvió hacia él y dijo: «¿Qué significa eso que has dicho?»
Él, de pie en medio de ellos, respondió: «¿Tan necios sois, hijos de Israel, para condenar sin investigación y sin evidencia a una hija de Israel? ¡Volved al tribunal, porque es falso el testimonio que éstos han levantado contra ella!»
Todo el pueblo se apresuró a volver allá, y los ancianos dijeron a Daniel: «Ven a sentarte en medio de nosotros y dinos lo que piensas, ya que Dios te ha dado la dignidad de la ancianidad.»
Daniel les dijo entonces: «Separadlos lejos el uno del otro, y yo les interrogaré.»
Una vez separados, Daniel llamó a uno de ellos y le dijo: «Envejecido en la iniquidad, ahora han llegado al colmo los delitos de tu vida pasada, dictador de sentencias injustas, que condenabas a los inocentes y absolvías a los culpables, siendo así que el Señor dice: "No matarás al inocente y al justo." Conque, si la viste, dinos bajo qué árbol los viste juntos.» Respondió él: «Bajo una acacia.»
«En verdad –dijo Daniel– contra tu propia cabeza has mentido, pues ya el ángel de Dios ha recibido de él la sentencia y viene a partirte por el medio.»
Retirado éste, mandó traer al otro y le dijo: «¡Raza de Canaán, que no de Judá; la hermosura te ha descarriado y el deseo ha pervertido tu corazón! Así tratabais a las hijas de Israel, y ellas, por miedo, se entregaban a vosotros. Pero una hija de Judá no ha podido soportar vuestra iniquidad. Ahora pues, dime: ¿Bajo qué árbol los sorprendiste juntos?»
Él respondió: «Bajo una encina.»
«En verdad –dijo Daniel– tú también has mentido contra tu propia cabeza: ya está el ángel del Señor esperando, espada en mano, para partirte por el medio, a fin de acabar con vosotros.»
Entonces la asamblea entera clamó a grandes voces, bendiciendo a Dios que salva a los que esperan en él.
Luego se levantaron contra los dos ancianos, a quienes, por su propia boca, había convencido Daniel de falso testimonio y, para cumplir la ley de Moisés, les aplicaron la misma pena que ellos habían querido infligir a su prójimo: les dieron muerte, y aquel día se salvó una sangre inocente.
Salmo 22 R/. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
en verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
evangelio según san Juan 8,1-11:
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.»
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno, Señor.»
Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; tú, ¿qué dices?»
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra.»
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer, en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?, ¿ninguno te ha condenado?» Ella contestó: «Ninguno, Señor.»
Jesús dijo: «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
La justicia humana está expuesta a todas las debilidades del hombre, también a la pasión de los dos ancianos del relato. Pero el Dios de Israel inspira al joven Daniel para poner de manifiesto la mentira y hacer justicia a Susana, víctima de los ancianos sin conciencia. Quienes deberían haber sido un modelo de comportamiento y ejemplaridad, son todo lo contrario, y queda al descubierto que nunca lo han sido, aun cuando hayan tenido cargos importantes.
El joven es capaz de denunciar y sentirse con fuerzas para afrontar la injusticia. Dios está de parte del profeta y de la víctima. ¡Ojalá! fueramos más parecidos a Daniel y ante la injusticia saber reaccionar y proponer soluciones.
En el evangelio Jesús, como Daniel, también toma partido por la mujer adúltera y sabiamente es capaz de interrogar las conciencias de sus acusadores. Si hay una adúltera ¿dónde esta el varón? La mujer ha de cargar con toda la culpa en aquella sociedad patriarcal que se tenía por justa y fundada sobre la Ley de Dios. Dios se revela en Jesús haciendo ver que se condena al pecado, pero hay que salvar a la persona. Cuánto agradecimiento de por vida guardaría esta mujer a Jesús y seguro que no olvidó: "yo tampoco te condeno. Vete y no peques más". Su vida cambió, había nacido de nuevo aquel día, gracias a Jesús.
Sus acusadores se retiraron discretamente en silencio, también aprendieron una gran lección. Las lecciones se aprenden en un momento, pero si son lecciones de vida será la conducta diaria la que pruebe que se aprendió.
LA VOZ DEL PAPA FRANCISCO
Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar “setenta veces siete” (Mt 18,22) (Mt 18,22) nos da ejemplo… Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez (Lc 15,5). Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría.
6 ABRIL 2014, 5º DOMINGO DE CUARESMA
Ezequiel 37,12-14:
Así dice el Señor: «Yo mismo abriré vuestros
sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la
tierra de Israel. Y, cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestros
sepulcros, pueblo mío, sabréis que soy el Señor. Os infundiré mi espíritu, y
viviréis; os colocaré en vuestra tierra y sabréis que yo, el Señor, lo digo y
lo hago.» Oráculo del Señor.
Samol 129 R/. Del Señor viene la misericordia, la
redención copiosa
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz,
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.
Si llevas cuentas de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R/.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.
Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.
Pablo a los Romanos 8,8-11:
Los que viven sujetos a la carne no pueden
agradar a Dios. Pero vosotros no estáis sujetos a la carne, sino al espíritu,
ya que el Espíritu de Dios habita en vosotros. El que no tiene el Espíritu de
Cristo no es de Cristo. Pues bien, si Cristo está en vosotros, el cuerpo está
muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justificación obtenida. Si
el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros,
el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros
cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
san Juan 11,3-7.17.20-27.33b-45:
n aquel
tiempo, las hermanas de Lázaro mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu
amigo está enfermo.»
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no
acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo
de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro.
Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde
estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos
otra vez a Judea.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro
días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su
encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras
estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que
pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la
resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la
vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree
en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó:
«¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
«¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto
los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro.
Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor,
ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees
verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas
siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has
enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro,
ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados
con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de
María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
UN
PROFETA QUE LLORA
Jesús
nunca oculta su cariño hacia tres hermanos que viven en Betania. Seguramente
son los que lo acogen en su casa siempre que sube a Jerusalén. Un día Jesús
recibe un recado: nuestro hermano Lázaro, “tu amigo”, está enfermo. Al poco
tiempo, Jesús se encamina hacia la pequeña aldea.
Cuando se
presenta, Lázaro ha muerto ya. Al verlo llegar, María, la hermana más joven, se
echa a llorar. Nadie la puede consolar. Al ver llorar a su amiga y también a
los judíos que la acompañan, Jesús no puede contenerse. También él “se echa
a llorar” junto a ellos. La gente comenta: “¡Cómo lo quería!“.
Jesús no llora
solo por la muerte de un amigo muy querido. Se le rompe el alma al sentir la
impotencia de todos ante la muerte. Todos llevamos en lo más íntimo de nuestro
ser un deseo insaciable de vivir. ¿Por qué hemos de morir? ¿Por qué la vida no
es más dichosa, más larga, más segura, más vida?
El hombre de
hoy, como el de todas las épocas, lleva clavada en su corazón la pregunta más
inquietante y más difícil de responder: ¿Qué va a ser de todos y cada uno de
nosotros? Es inútil tratar de engañarnos. ¿Qué podemos hacer? ¿Rebelarnos?
¿Deprimirnos?
Sin duda, la
reacción más generalizada es olvidarnos y “seguir tirando”. Pero, ¿no está el
ser humano llamado a vivir su vida y a vivirse a sí mismo con lucidez y
responsabilidad? ¿Solo a nuestro final hemos de acercarnos de forma
inconsciente e irresponsable, sin tomar postura alguna?
Ante el misterio
último de nuestro destino no es posible apelar a dogmas científicos ni
religiosos. No nos pueden guiar más allá de esta vida. Más honrada parece la
postura del escultor Eduardo Chillida al que, en cierta ocasión, le escuché
decir: “De la muerte, la razón me dice que es definitiva. De la razón, la razón
me dice que es limitada”.
Los cristianos
no sabemos de la otra vida más que los demás. También nosotros nos hemos de
acercar con humildad al hecho oscuro de nuestra muerte. Pero lo hacemos con una
confianza radical en la Bondad del Misterio de Dios que vislumbramos en Jesús.
Ese Jesús al que, sin haberlo visto, amamos y, sin verlo aún, le damos nuestra
confianza.
Esta confianza
no puede ser entendida desde fuera. Sólo puede ser vivida por quien ha
respondido, con fe sencilla, a las palabras de Jesús: “Yo soy la
resurrección y la vida. ¿Crees tú esto?”. Recientemente, Hans Küng, el
teólogo católico más crítico del siglo veinte, cercano ya a su final, ha dicho
que para él morirse es “descansar en el misterio de la misericordia de Dios”. (Jose A. Pagola)
La justicia humana está expuesta a todas las debilidades del hombre, también a la pasión de los dos ancianos del relato. Pero el Dios de Israel inspira al joven Daniel para poner de manifiesto la mentira y hacer justicia a Susana, víctima de los ancianos sin conciencia. Quienes deberían haber sido un modelo de comportamiento y ejemplaridad, son todo lo contrario, y queda al descubierto que nunca lo han sido, aun cuando hayan tenido cargos importantes.
El joven es capaz de denunciar y sentirse con fuerzas para afrontar la injusticia. Dios está de parte del profeta y de la víctima. ¡Ojalá! fueramos más parecidos a Daniel y ante la injusticia saber reaccionar y proponer soluciones.
En el evangelio Jesús, como Daniel, también toma partido por la mujer adúltera y sabiamente es capaz de interrogar las conciencias de sus acusadores. Si hay una adúltera ¿dónde esta el varón? La mujer ha de cargar con toda la culpa en aquella sociedad patriarcal que se tenía por justa y fundada sobre la Ley de Dios. Dios se revela en Jesús haciendo ver que se condena al pecado, pero hay que salvar a la persona. Cuánto agradecimiento de por vida guardaría esta mujer a Jesús y seguro que no olvidó: "yo tampoco te condeno. Vete y no peques más". Su vida cambió, había nacido de nuevo aquel día, gracias a Jesús.
LA VOZ DEL PAPA FRANCISCO
Dios no se cansa nunca de perdonar, somos nosotros los que nos cansamos de acudir a su misericordia. Aquel que nos invitó a perdonar “setenta veces siete” (Mt 18,22) (Mt 18,22) nos da ejemplo… Nos vuelve a cargar sobre sus hombros una y otra vez (Lc 15,5). Nadie podrá quitarnos la dignidad que nos otorga este amor infinito e inquebrantable. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar, con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre puede devolvernos la alegría.
6 ABRIL 2014, 5º DOMINGO DE CUARESMA
Señor, escucha mi voz,
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.
Si llevas cuentas de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto. R/.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.
Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.
Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.»
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba.
Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.»
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa.
Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.»
Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.»
Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.»
Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?»
Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»
Jesús sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Dónde lo habéis enterrado?»
Le contestaron: «Señor, ven a verlo.»
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!»
Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?»
Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa.
Dice Jesús: «Quitad la losa.»
Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.»
Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.»
Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera.»
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario.
Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.
5 abril, Sábado, 4ª semana de cuaresma
Jeremías 11, 18-20
El Señor me instruyó, y comprendí, me explicó lo que hacían. Yo, como cordero manso, llevado al matadero, no sabía los planes homicidas que contra mí planeaban: Jalemos el árbol en su lozanía, arranquémoslo de la tierra vital, que su nombre no se pronuncie más.» Pero tú, Señor de los ejércitos, juzgas rectamente, pruebas las entrañas y el corazón; veré mi venganza contra ellos, porque a ti he encomendado mi causa.
Salmo 7 R/. Señor, Dios. mío, a ti me acojo
Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame,
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio. R/.
Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo. R/.
Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día. R/.
san Juan 7, 40-53
En aquel tiempo, algunos de entre la gente, que habían oído los discursos de Jesús, decían: - «Éste es de verdad el profeta.» Otros decían: -«Éste es el Mesías.» Pero otros decían: - «¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén, el pueblo de David?» Y así surgió entre la gente una discordia por su causa. Algunos querían prenderlo, pero nadie le puso la mano encima. Los guardias del templo acudieron a los sumos sacerdotes y fariseos, y éstos les dijeron: - «¿Por qué no lo habéis traído?» Los guardias respondieron: - «Jamás ha hablado nadie como ese hombre.» Los fariseos les replicaron; - «¿También vosotros os habéis dejado embaucar? ¿Hay algún jefe o fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la Ley son unos malditos.» Nicodemo, el que había ido en otro tiempo a visitarlo y que era fariseo, les dijo: - «¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?» Ellos le replicaron: - «¿También tú eres galileo? Estudia y verás que de Galilea no salen profetas.» Y se volvieron cada uno a su casa.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Jeremías relata los planes de aquellos a los que su palabra no agradaba. “Yo, como cordero manso llevado al matadero”. Buscan su muerte y que se calle para siempre. De todas las maneras, confía en el Señor y le encomienda su causa. La vida de un profeta, el que transmite palabras de Dios, siempre es difícil. Muchas veces, le toca poner en evidencia a sus oyentes, recordándoles sus malas acciones, sus caminos torcidos y les exhorta a volver a los caminos trazados por Dios, los que conducen a la alegría de vivir y a estar a bien con Dios y con los hermanos.La vida del profeta Jesús tampoco fue fácil. Jesús con sus palabras, con sus “discursos” casi siempre causaba división de opiniones, como nos relata el evangelio de hoy. Algunos estaban a su favor: “este es de verdad el profeta”, “jamás ha hablado nadie así”. Otros están claramente en contra: “¿Es que de Galilea va a venir el Mesías?”, “algunos querían prenderlo”.
Vemos cómo algunos, entre otros Nicodemo, intentan defenderle ante los que quieren apresarle ya: “¿Acaso nuestra ley permite juzgar a nadie sin escucharlo primero y averiguar lo que ha hecho?”.
Sabemos que al final se saldrán con la suya y condenarán a Jesús. En un primer momento, salieron vencedores sus acusadores y Jesús derrotado, en lo alto de una cruz. Pero de la cruz nació la vida, la gran revelación de que ahí no termina todo. Que el Amor vence y Jesús vive!. La injusticia no tiene futuro, vence la justicia de Dios, no la nuestra.
Un buen momento este sábado de la ya avanzada cuaresma para considerar nuestras condenas, cerrazones, .... hacerle caso a Jesús, estar dispuesto a morir por amor y con amor, antes que a condenar, para seguir sus pasos que siempre desembocan en la “vida y vida abundante”.
LA VOZ DE SAN JUAN DE LA CRUZ.
El que ahora quisiese preguntar a Dios o querer alguna visión o revelación...le podría responder Dios de esta manera, diciendo: “Si te tengo ya habladas todas las cosas en mi Palabra, que es mi Hijo, y no tengo otra, ¿qué te puedo yo ahora responder o revelar que sea más que eso? Pon los ojos sólo en Él, porque en Él te lo tengo todo dicho y revelado, y hallarás en Él aún más de lo que pides y deseas..
4 abril, VIERNES, 4ª semana de cuaresma
Sabiduría 2,1ª.12-22.
Se dijeron los impíos, razonando equivocadamente:
«Acechemos al justo, que nos resulta incómodo: se opone a nuestras acciones, nos echa en cara nuestros pecados, nos reprende nuestra educación errada; declara que conoce a Dios y se da el nombre de hijo del Señor; es un reproche para nuestras ideas y sólo verlo da grima; lleva una vida distinta de los demás, y su conducta es diferente; nos considera de mala ley y se aparta de nuestras sendas como si fueran impuras; declara dichoso el fin de los justos y se gloría de tener por padre a Dios. Veamos si sus palabras son verdaderas, comprobando el desenlace de su vida. Si es el justo hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará del poder de sus enemigos; lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura, para comprobar su moderación y apreciar su paciencia; lo condenaremos a muerte ignominiosa, pues dice que hay quien se ocupa de él.»
Así discurren, y se engañan, porque los ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios, no esperan el premio de la virtud ni valoran el galardón de una vida intachable.
SalMmo 33 R/. El Señor está cerca de los atribulados
El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo librará el Señor. R/.
Él cuida de todos sus huesos,
ni uno solo se quebrará.
EI Señor redime a sus siervos,
el no será castigado quien se acoge a él. R/.
evangelio según san Juan 7,1-2.10,25-30.
En aquel tiempo, recorría Jesús la Galilea, pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las tiendas. Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él también, no abiertamente, sino a escondidas.
Entonces algunos que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene.»
Entonces Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él me ha enviado.»
Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano, porque todavía no había llegado su hora.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Tanto el judío de la diáspora en Alejandría, autor del libro de la Sabiduría, como Jesús, en Galilea y Judea, siendo justos, injustamente son acosados. En realidad, en la Primera Lectura se nos anticipa proféticamente lo que va a suceder con Jesús. Así lo manifiesta él mismo en el Evangelio.
La conducta del justo, su fidelidad, es vista como una acusación para los que viven mal.
Jesús molestaba también. Sus palabras, su vida, su persona agitaban y desplazaban las estructuras que tan minuciosamente habían levantado los escribas y fariseos. Mientras, la gente sufría y su vida era un tanto inhumana. Jesús no sólo no molestaba a la gente sencilla, estaba encantada con lo que decía y hacía. Pero, los jefes no pensaban igual. Creían que si le hacían desaparecer, con él silenciarían también para siempre aquella voz que les hacía sentirse tan profundamente incómodos. Dentro de dos semanas, celebraremos el desenlace: el Viernes Santo.
Se cerraron en banda y su cerrazón les impidió ver a Dios-Amor que tenían delante. Esto nos sigue pasando también hoy. Creemos que Dios no está y sí está, lo que no sabemos es verlo. Por eso hemos de hacer silencio, orar, abrirnos a la acción del Espíritu, despojarnos de nuestro "yo-egoista" y dejar que la Luz de Dios entre y nos ilumine. Y obrar, vivir, en coherencia con ese nuevo conocimiento. Quizá no se trata tanto de cuánto hacer como del modo de hacerlo. Espiritualmente hablando, no se vive más por hacer más cosas sino por hacer mejor las que hacemos. “Jesús pasó por la vida haciendo el bien” (Hch 10,38). De eso se trata, de que se pueda llegar a decir de nosotros algo parecido.
LA VOZ DE UN DRAMATURGO
Al amor lo pintan ciego y con alas. Ciego para no ver los obstáculos y con alas para salvarlos. (Jacinto Benavente)
3 abril, JUEVES, 4ª semana de cuaresma
Éxodo 32, 7-14
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: - «Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto."» Y el Señor añadió a Moisés: - «Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.» Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: - «¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Tendrán que decir los egipcios: "Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra"? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre. Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
En aquellos días, el Señor dijo a Moisés: - «Anda, baja del monte, que se ha pervertido tu pueblo, el que tú sacaste de Egipto. Pronto se han desviado del camino que yo les había señalado. Se han hecho un becerro de metal, se postran ante él, le ofrecen sacrificios y proclaman: "Éste es tu Dios, Israel, el que te sacó de Egipto."» Y el Señor añadió a Moisés: - «Veo que este pueblo es un pueblo de dura cerviz. Por eso, mi ira se va a encender contra ellos hasta consumirlos. Y de ti haré un gran pueblo.» Entonces Moisés suplicó al Señor, su Dios: - «¿Por qué, Señor, se va a encender tu ira contra tu pueblo, que tú sacaste de Egipto, con gran poder y mano robusta? ¿Tendrán que decir los egipcios: "Con mala intención los sacó, para hacerlos morir en las montañas y exterminarlos de la superficie de la tierra"? Aleja el incendio de tu ira, arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo. Acuérdate de tus siervos, Abrahán, Isaac e Israel, a quienes juraste por ti mismo, diciendo: "Multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y toda esta tierra de que he hablado se la daré a vuestra descendencia para que la posea por siempre. Y el Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo.
Salmo 105 R. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R.
Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R.
En Horeb se hicieron un becerro,
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R.
Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R.
adoraron un ídolo de fundición;
cambiaron su gloria por la imagen
de un toro que come hierba. R.
Se olvidaron de Dios, su salvador,
que había hecho prodigios en Egipto,
maravillas en el país de Cam,
portentos junto al mar Rojo. R.
Dios hablaba ya de aniquilarlos;
pero Moisés, su elegido,
se puso en la brecha frente a él,
para apartar su cólera del exterminio. R.
Lectura del santo evangelio según san Juan 5, 31-47
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: - «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?»
En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: - «Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es válido. Hay otro que da testimonio de mí, y sé que es válido el testimonio que da de mí. Vosotros enviasteis mensajeros a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que vosotros os salvéis. Juan era la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan las obras que el Padre me ha concedido realizar; esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado. Y el Padre que me envió, él mismo ha dado testimonio de mí. Nunca habéis escuchado su voz, ni visto su semblante, y su palabra no habita en vosotros, porque al que él envió no le creéis. Estudiáis las Escrituras pensando encontrar en ellas vida eterna; pues ellas están dando testimonio de mí, ¡y no queréis venir a mí para tener vida! No recibo gloria de los hombres; además, os conozco y sé que el amor de Dios no está en vosotros. Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me recibisteis; si otro viene en nombre propio, a ése si lo recibiréis. ¿Cómo podréis creer vosotros, que aceptáis gloria unos de otros y no buscáis la gloria que viene del único Dios? No penséis que yo os voy a acusar ante el Padre, hay uno que os acusa: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
A Israel le cuesta ser fiel a Dios. Ante la ausencia de Moisés se construyen un ídolo de oro. No merecen misericordia, pero Dios se la otorga por Moisés que intercede por ellos. “El Señor se arrepintió de la amenaza que había pronunciado contra su pueblo”. Moisés quiere a su pueblo y sabe que Dios también, por eso intercede por ellos.
Juan, en su Evangelio, nos presenta a Jesús defendiéndose frente a las acusaciones de los judíos, que se escandalizan de sus obras y palabras, porque en su ceguera no lo reconocen como el Mesías enviado por el Padre.
Jesús argumenta su defensa con cuatro testigos: Juan el Bautista, sus propias obras, la voz de Padre y las Escrituras. Utiliza expresiones fuertes y palabras duras para despertar la fe del pueblo, pero todo es en vano. El orgullo ha cerrado sus ojos, sus oídos y su corazón. El texto pone también de manifiesto la incoherencia de la fe de los judíos que confían más en ellos mismos que en Dios. En realidad no confian tampoco en la palabra de Moisés y Jesús se lo dice: Moisés, en quien tenéis vuestra esperanza. Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero, si no dais fe a sus escritos, ¿cómo daréis fe a mis palabras?
Dar fe a las palabras de Jesús, es dar fe a Moisés que recibió la palabra de Dios. No hay dos palabras, sino la misma, y Jesús es la Palabra hecha carne.
Cada día tenemos la oportunidad de confiar en el Señor, en su palabra ante las tentaciones de "idolatría" que nos sobrevienen, y esta tarea no acaba nunca.
LA VOZ DE MARTIN LUTERO
“La superstición, la idolatría, y la hipocresía tienen grandes pagas, pero la verdad tiene que mendigar”
2 abril, MIÉRCOLES, 4ª semana de cuaresma
Isaías 49,8-15
Así dice el Señor: «En tiempo
de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y
constituido alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades
desoladas, para decir a los cautivos: "Salid",
a los que están en tinieblas: "Venid
a la luz." Aun por los caminos pastarán, tendrán praderas en todas las
dunas; no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque
los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua. Convertiré mis
montes en caminos, y mis senderos se nivelarán. Miradlos venir de lejos;
miradlos, del norte y del poniente, y los otros del país de Sin. Exulta, cielo;
alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su
pueblo y se compadece de los desamparados. Sión decía: "Me ha abandonado
el Señor, mi dueño me ha olvidado." ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo
de sus entrañas? Pues, aunque ella se
olvide, yo no te olvidaré.»
Salmo: R. El Señor es clemente y misericordioso.
El Señor es clemente y
misericordioso,
lento a la cólera y rico en
piedad;
el Señor es bueno con
todos,
es cariñoso con todas sus
criaturas. R.
El Señor es fiel a sus
palabras,
bondadoso en todas sus
acciones.
El Señor sostiene a los que van
a caer,
endereza a los que ya se
doblan. R.
El Señor es justo en todos sus
caminos,
es bondadoso en todas sus
acciones;
cerca está el Señor de los que
lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
R.
evangelio según san Juan 5, 17-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a
los judíos: - «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo.» Por eso los judíos
tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también
llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les
dijo: - «Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea
hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre
ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que
ésta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les
da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga
a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren
al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo
envió. Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la
vida eterna y no se le llamará a juicio,-,- porque ha pasado ya de la muerte a
la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán
la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el
Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y
le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda,
porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que
hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el
mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según
le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Varios siglos antes de Jesús, un profeta encuentra las palabras que muchos hubiéramos deseado ser capaces de imaginar, para expresar lo que Dios hace por su pueblo. Con una propiedad, con una riqueza de imágenes, con una fuerza, con una ternura que no nos atrevemos a soñar. Desde la primera a la última línea del texto de Isaías, es suficiente con leerlo, releerlo, escucharlo en el fondo del corazón, dejarse llevar por esa declaración de amor expresada de maneras tan variadas y tan incondicionales. Y además, esa maravillosa noticia es para los presos, los que no ven, los desamparados… es decir, para los necesitados, ¡Dios está de su parte! En rigor somos todos, porque todos somos pobres y limitados, a no ser que la autosuficiencia nos ciegue y no podamos ver lo amados que somos por parte de Dios Padre-Madre. Es un texto sobre la revelación de Dios-Madre, aunque una madre se olvide del hijo de sus entrañas, “yo no te olvido”, dice Dios..
En el Evangelio nos encontramos con parte de uno de los discursos que en el evangelio de Juan expresan el enfrentamiento que Jesús va a mantener con los que supuestamente representan la esencia de la religión, el conocimiento, el dominio y hasta los derechos sobre lo “divino”.
La introducción del texto de hoy es ilustrativa: Los judíos cada día tenían más ganas de matarlo. ¿Explicación? La inmediata es que consideraban que Jesús se hacía igual a Dios, lo cual era impensable y blasfemo para ellos. La de fondo quizá esté más relacionada con la incapacidad de aceptar que alguien pueda poner en cuestión todas nuestras seguridades. Y en aquel contexto, la gran seguridad para aquellos que el evangelio de Juan denomina simplemente “judíos” era poseer el control sobre toda posible manifestación de Dios.
Jesús se salta sistemáticamente sus barreras. Y aunque el discurso que se pone en su boca es realmente difícil de penetrar en toda su profundidad encontramos en medio de él una preciosa perla: “Quien escucha mi palabra y cree en el que me envió posee la vida eterna”. Escuchar y creer supone estar viviendo ya la vida eterna. Se produce aquí una inversión importante de la idea que muchas veces predomina entre la gente según la cual la vida eterna es para después de esta vida. Se "pierden" que empieza aquí, si no, no sería eterna, le faltaría este trocito de tiempo. Y Jesús nos revela cómo vivir aquí ya como en la eternidad: amando siempre.
LA VOZ DE UN POETA
Madre: la palabra más bella pronunciada por el ser humano".(Kahil
Gibran).
1 abril, MARTES, 4ª semana de cuaresma
Ezequiel 47, 1-9. 12
En aquellos días, el ángel me
hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante-.
El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. Me
sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a
levante. El agua iba corriendo por el lado derecho. El hombre que llevaba el
cordel en la mano salió hacia levante. Midió mil codos y me hizo atravesar las
aguas: ¡agua hasta los tobillos! Midió otros mil y me hizo cruzar las aguas:
¡agua hasta las rodillas! Midió otros mil y me hizo pasar: ¡agua hasta la
cintura! Midió otros mil. Era un torrente que no pude cruzar pues habían
crecido las aguas y no se hacía pie; era un torrente que no se podía vadear. Me
dijo entonces: - «¿Has visto, hijo de Adán?» A la vuelta me condujo por la
orilla del torrente. Al regresar, vi a la orilla del río una gran arboleda en
sus dos márgenes. Me dijo: - «Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina,
bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo
sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente,
tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas,
quedará saneado el mar y habrá vida
dondequiera que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas,
crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se
acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque
los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»
Salmo 45: R. El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob
Dios es nuestro refugio y
nuestra fuerza,
poderoso defensor en el
peligro.
Por eso no tememos aunque
tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el
mar. R.
El correr de las acequias
alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no
vacila;
Dios la socorre al despuntar la
aurora. R.
El Señor de los ejércitos está
con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de
Jacob.
Venid a ver las obras del
Señor,
las maravillas que hace en la
tierra. R.
evangelio según san Juan 5, 1-3. 5-16
En aquel tiempo, se celebraba
una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a
la puerta de las ovejas, una piscina
que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban
echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un
hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y
sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: - «¿Quieres quedar sano?» El enfermo le contestó: - «Señor, no tengo a
nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego
yo, otro se me ha adelantado.» Jesús le dice: - «Levántate, toma tu camilla y echa a andar.» Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: -
«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.» Él les contestó: - «El que me
ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar.» Ellos le
preguntaron: - «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a
andar?» Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús,
aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo
encuentra Jesús en el templo y le dice: - «Mira, has quedado sano; no peques
más, no sea que te ocurra algo peor.» Se marchó aquel hombre y dijo a los
judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a
Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
EZEQUIEL presenta una visión con hondo calado para el pueblo de la Biblia, donde el agua es una realidad deseada, buscada y apreciada. Del agua depende la vida, la supervivencia.
Ezequiel hace ver que el agua la vida, es un don de Dios y parte de Él, por eso sale del templo, lugar donde Dios habita. “Vi que salía agua por debajo del umbral del templo…” El agua brota del altar, como un don de Dios. Un agua que nos habla del Paraíso, del amor creador de Dios. Dios cuida de su pueblo y manifiesta su generosidad y gratuidad infinita. El profeta anuncia aquí unos tiempos maravillosos. Volverá a renovar su promesa con el pueblo dándole una tierra fecunda con frutos abundantes. Hace brotar un agua que genera vida, que purifica las aguas estancadas. En el simbolismo del agua se nos ofrece tanto la imagen de purificación como la de fecundidad. Pero sobre todo, se presenta la inmensa bondad de Dios dispuesto a mimar nuestra existencia y darnos una vida fructífera. Hacernos partícipes de su amor infinito y gracioso, para que también nosotros respondamos con la misma generosidad a su amor. “Habrá vida dondequiera que llegue la corriente”.
Y la hay donde llega Jesús, porque de Él mana la corriente de agua que es el Espíritu que sana y vivifica. Juan presenta otro de los signos de su evangelio. El relato es sencillo: Jesús en una de las fiestas judías, se acerca a la piscina de Betesda, donde una multitud de enfermos esperan la agitación del agua para ser curados. Jesús pregunta a uno de ellos paralítico si quiere ser curado; y le cura. Después, pese a ser sábado, le manda cargar su camilla y marchar a su casa, lo que provoca el enfado de los judíos observantes que no entienden que se trabaje en sábado. Finalmente, Jesús se reencuentra con el enfermo y le orienta para que siga con vida plena, con el Espíritu que él le ha infundido, con el que el enfermo ha tenido que colaborar levantándose, tomando su camilla y andando por encima de prescripciones que no generan vida.
LA VOZ DE SAN MÁXIMO DE TURÍN, OBISPO DEL
SIGLO V
Cualquiera que vive
religiosamente la Cuaresma y observa las prescripciones del Señor experimenta
dentro de sí la muerte al pecado y la vida a la gracia
31 MARZO, lunes 4ª semana de cuaresma
Isaías 65,17-21
Así dice el Señor: "Mirad:
yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá
recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá
gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a
Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me
gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya no habrá
allí niños malogrados ni adultos que no colmen sus años, pues será joven el que
muera a los cien años, y el que no los alcance se tendrá por maldito.
Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos."
Salmo Responsorial 29: "Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado."
Te ensalzaré, Señor, porque me
has librado
y no has dejado que mis
enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del
abismo,
me hiciste revivir cuando
bajaba a la fosa. R.
Tañed para el Señor, fieles
suyos,
dad gracias a su nombre
santo;
su cólera dura un
instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el
llanto;
por la mañana, el júbilo.
R.
Escucha, Señor, y ten piedad de
mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en
danzas.
Señor, Dios mío, te daré
gracias por siempre. R.
san Juan
4,43-54
En aquel tiempo, salió Jesús de
Samaría para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: "Un profeta
no es estimado en su propia patria." Cuando llegó a Galilea, los galileos
lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén
durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de
Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que
tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a
Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba
muriéndose. Jesús le dijo: "Como no veáis signos y prodigios, no
creéis." El funcionario insiste: "Señor, baja antes de que se muera
mi niño." Jesús le contesta: "Anda, tu hijo está curado." El
hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando
sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él
les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: "Hoy
a la una lo dejó la fiebre." El padre cayó en la cuenta de que ésa era la
hora cuando Jesús le había dicho: "Tu hijo está curado." Y creyó él
con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a
Galilea.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Isaías anuncia una creación nueva, donde va a reinar el gozo
y la alegría para siempre. Esta misma imagen la retoma el Apocalipsis cuando
dice que ya no habrá más llanto ni lágrimas en la nueva Jerusalén, porque el
Señor hace nueva todas las cosas.
La nueva creación ha ocurrido y está en marcha. Jesús es la
humanidad nueva y María su madre la primera de la raza humana en la que está
realizado el plan de Dios. Verdaderamente es un plan de alegría y gozo, pues ni
el pecado ni el mal con sus consecuencias y secuelas entran para nada,
simplemente no tienen ninguna cabida.
En la creación nueva, que ya está en marcha como una onda
expansiva, cuyo centro es la Encarnación y Pascua de Jesús, la humanidad y todo
es renovado desde dentro para llegar a su plenitud y dar todo su esplendor.
¡Lástima que muchos aun no se enteran de que el mal ha sido
vencido y no tiene futuro! La maldad, lo malo ha sido vencido en Jesucristo en
la cruz. Nos ha enseñado que se puede vivir toda situación con Amor y la maldad
no entra. Lo cual no quiere decir que no duela esta batalla contra el mal y lo
malo; sí duelen las heridas que provoca en quien decide amar y a veces, se “ceba” con
el que decide ser bueno, pero Jesús es nuestro modelo y nuestro guía, con Él y
el Auxilio de su madre ¡vencemos!. No estamos solos. El mal es momentáneo como
nos muestra la Pascua de Cristo. El futuro es la Resurrección la nueva vida en
el amor, la fraternidad y la paz sin límites. Merece la pena pasar las pequeñas
“pascuas” de cada día con valor y amor, así nos vamos preparando a vivir la
definitiva. Tantas personas buenas que han caminado delante nos lo muestran. Es
posible vencer el mal a fuerza de bien.
Los milagros de Jesús, son signos como bien nos dice el
evangelio según san Juan, cuando nos narra el segundo signo de Jesús: la
curación del niño de ese militar de Cafarnaúm que se lo pidió. Creyeron él y
toda su casa. Comenzaron a adherirse a Jesús gente “pagana” porque él no hace diferencia
de personas. El evangelio, la buena noticia y su poder sanador es para todos.
La oración de intercesión puede mucho, no porque el Señor la necesite, sino
nosotros que hemos de aclararnos y saber qué pedir, poner en orden nuestras
prioridades: el bien de los demás antes que el propio.
UNA VOZ ANÓNIMA
Dios no te engaña; el que se engaña es el que
se cree a sí mismo con demasía. Dios anda con los sencillos, se descubre a los
humildes, y “da entendimiento a los pequeños” (Sal 118, 130), alumbra a las
almas puras y esconde su gracia a los curiosos y soberbios. La razón humana es
flaca, y puede engañarse; mas la fe verdadera no puede ser engañada.
(libro la imitación de Cristo, siglo XV)
30 marzo 2014, 4º domingo de cuaresma
“La superstición, la idolatría, y la hipocresía tienen grandes pagas, pero la verdad tiene que mendigar”
2 abril, MIÉRCOLES, 4ª semana de cuaresma
Isaías 49,8-15
Así dice el Señor: «En tiempo
de gracia te he respondido, en día propicio te he auxiliado; te he defendido y
constituido alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir heredades
desoladas, para decir a los cautivos: "Salid",
a los que están en tinieblas: "Venid
a la luz." Aun por los caminos pastarán, tendrán praderas en todas las
dunas; no pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque
los conduce el compasivo y los guía a manantiales de agua. Convertiré mis
montes en caminos, y mis senderos se nivelarán. Miradlos venir de lejos;
miradlos, del norte y del poniente, y los otros del país de Sin. Exulta, cielo;
alégrate, tierra; romped a cantar, montañas, porque el Señor consuela a su
pueblo y se compadece de los desamparados. Sión decía: "Me ha abandonado
el Señor, mi dueño me ha olvidado." ¿Es que puede una madre olvidarse de su criatura, no conmoverse por el hijo
de sus entrañas? Pues, aunque ella se
olvide, yo no te olvidaré.»
Salmo: R. El Señor es clemente y misericordioso.
El Señor es clemente y
misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R.
evangelio según san Juan 5, 17-30
En aquel tiempo, dijo Jesús a
los judíos: - «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo.» Por eso los judíos
tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también
llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios. Jesús tomó la palabra y les
dijo: - «Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada que no vea
hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo, pues el Padre
ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace, y le mostrará obras mayores que
ésta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los muertos y les
da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga
a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para que todos honren
al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo
envió. Os lo aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la
vida eterna y no se le llamará a juicio,-,- porque ha pasado ya de la muerte a
la vida. Os aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán
la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el
Padre dispone de la vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida. Y
le ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda,
porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que
hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el
mal, a una resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por mí mismo; según
le oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la
voluntad del que me envió.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Varios siglos antes de Jesús, un profeta encuentra las palabras que muchos hubiéramos deseado ser capaces de imaginar, para expresar lo que Dios hace por su pueblo. Con una propiedad, con una riqueza de imágenes, con una fuerza, con una ternura que no nos atrevemos a soñar. Desde la primera a la última línea del texto de Isaías, es suficiente con leerlo, releerlo, escucharlo en el fondo del corazón, dejarse llevar por esa declaración de amor expresada de maneras tan variadas y tan incondicionales. Y además, esa maravillosa noticia es para los presos, los que no ven, los desamparados… es decir, para los necesitados, ¡Dios está de su parte! En rigor somos todos, porque todos somos pobres y limitados, a no ser que la autosuficiencia nos ciegue y no podamos ver lo amados que somos por parte de Dios Padre-Madre. Es un texto sobre la revelación de Dios-Madre, aunque una madre se olvide del hijo de sus entrañas, “yo no te olvido”, dice Dios..
En el Evangelio nos encontramos con parte de uno de los discursos que en el evangelio de Juan expresan el enfrentamiento que Jesús va a mantener con los que supuestamente representan la esencia de la religión, el conocimiento, el dominio y hasta los derechos sobre lo “divino”.
La introducción del texto de hoy es ilustrativa: Los judíos cada día tenían más ganas de matarlo. ¿Explicación? La inmediata es que consideraban que Jesús se hacía igual a Dios, lo cual era impensable y blasfemo para ellos. La de fondo quizá esté más relacionada con la incapacidad de aceptar que alguien pueda poner en cuestión todas nuestras seguridades. Y en aquel contexto, la gran seguridad para aquellos que el evangelio de Juan denomina simplemente “judíos” era poseer el control sobre toda posible manifestación de Dios.
Jesús se salta sistemáticamente sus barreras. Y aunque el discurso que se pone en su boca es realmente difícil de penetrar en toda su profundidad encontramos en medio de él una preciosa perla: “Quien escucha mi palabra y cree en el que me envió posee la vida eterna”. Escuchar y creer supone estar viviendo ya la vida eterna. Se produce aquí una inversión importante de la idea que muchas veces predomina entre la gente según la cual la vida eterna es para después de esta vida. Se "pierden" que empieza aquí, si no, no sería eterna, le faltaría este trocito de tiempo. Y Jesús nos revela cómo vivir aquí ya como en la eternidad: amando siempre.
LA VOZ DE UN POETA
Madre: la palabra más bella pronunciada por el ser humano".(Kahil Gibran).
1 abril, MARTES, 4ª semana de cuaresma
Ezequiel 47, 1-9. 12
En aquellos días, el ángel me
hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante -el templo miraba a levante-.
El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. Me
sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a
levante. El agua iba corriendo por el lado derecho. El hombre que llevaba el
cordel en la mano salió hacia levante. Midió mil codos y me hizo atravesar las
aguas: ¡agua hasta los tobillos! Midió otros mil y me hizo cruzar las aguas:
¡agua hasta las rodillas! Midió otros mil y me hizo pasar: ¡agua hasta la
cintura! Midió otros mil. Era un torrente que no pude cruzar pues habían
crecido las aguas y no se hacía pie; era un torrente que no se podía vadear. Me
dijo entonces: - «¿Has visto, hijo de Adán?» A la vuelta me condujo por la
orilla del torrente. Al regresar, vi a la orilla del río una gran arboleda en
sus dos márgenes. Me dijo: - «Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina,
bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo
sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente,
tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas,
quedará saneado el mar y habrá vida
dondequiera que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas,
crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se
acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque
los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»
Salmo 45: R. El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob
Dios es nuestro refugio y
nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra. R.
poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra. R.
evangelio según san Juan 5, 1-3. 5-16
En aquel tiempo, se celebraba
una fiesta de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Hay en Jerusalén, junto a
la puerta de las ovejas, una piscina
que llaman en hebreo Betesda. Ésta tiene cinco soportales, y allí estaban
echados muchos enfermos, ciegos, cojos, paralíticos. Estaba también allí un
hombre que llevaba treinta y ocho años enfermo. Jesús, al verlo echado, y
sabiendo que ya llevaba mucho tiempo, le dice: - «¿Quieres quedar sano?» El enfermo le contestó: - «Señor, no tengo a
nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua; para cuando llego
yo, otro se me ha adelantado.» Jesús le dice: - «Levántate, toma tu camilla y echa a andar.» Y al momento el hombre quedó sano, tomó su camilla y echó a andar.
Aquel día era sábado, y los judíos dijeron al hombre que había quedado sano: -
«Hoy es sábado, y no se puede llevar la camilla.» Él les contestó: - «El que me
ha curado es quien me ha dicho: Toma tu camilla y echa a andar.» Ellos le
preguntaron: - «¿Quién es el que te ha dicho que tomes la camilla y eches a
andar?» Pero el que había quedado sano no sabía quién era, porque Jesús,
aprovechando el barullo de aquel sitio, se había alejado. Más tarde lo
encuentra Jesús en el templo y le dice: - «Mira, has quedado sano; no peques
más, no sea que te ocurra algo peor.» Se marchó aquel hombre y dijo a los
judíos que era Jesús quien lo había sanado. Por esto los judíos acosaban a
Jesús, porque hacía tales cosas en sábado.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
EZEQUIEL presenta una visión con hondo calado para el pueblo de la Biblia, donde el agua es una realidad deseada, buscada y apreciada. Del agua depende la vida, la supervivencia.
Ezequiel hace ver que el agua la vida, es un don de Dios y parte de Él, por eso sale del templo, lugar donde Dios habita. “Vi que salía agua por debajo del umbral del templo…” El agua brota del altar, como un don de Dios. Un agua que nos habla del Paraíso, del amor creador de Dios. Dios cuida de su pueblo y manifiesta su generosidad y gratuidad infinita. El profeta anuncia aquí unos tiempos maravillosos. Volverá a renovar su promesa con el pueblo dándole una tierra fecunda con frutos abundantes. Hace brotar un agua que genera vida, que purifica las aguas estancadas. En el simbolismo del agua se nos ofrece tanto la imagen de purificación como la de fecundidad. Pero sobre todo, se presenta la inmensa bondad de Dios dispuesto a mimar nuestra existencia y darnos una vida fructífera. Hacernos partícipes de su amor infinito y gracioso, para que también nosotros respondamos con la misma generosidad a su amor. “Habrá vida dondequiera que llegue la corriente”.
Y la hay donde llega Jesús, porque de Él mana la corriente de agua que es el Espíritu que sana y vivifica. Juan presenta otro de los signos de su evangelio. El relato es sencillo: Jesús en una de las fiestas judías, se acerca a la piscina de Betesda, donde una multitud de enfermos esperan la agitación del agua para ser curados. Jesús pregunta a uno de ellos paralítico si quiere ser curado; y le cura. Después, pese a ser sábado, le manda cargar su camilla y marchar a su casa, lo que provoca el enfado de los judíos observantes que no entienden que se trabaje en sábado. Finalmente, Jesús se reencuentra con el enfermo y le orienta para que siga con vida plena, con el Espíritu que él le ha infundido, con el que el enfermo ha tenido que colaborar levantándose, tomando su camilla y andando por encima de prescripciones que no generan vida.
LA VOZ DE SAN MÁXIMO DE TURÍN, OBISPO DEL
SIGLO V
Cualquiera que vive
religiosamente la Cuaresma y observa las prescripciones del Señor experimenta
dentro de sí la muerte al pecado y la vida a la gracia
31 MARZO, lunes 4ª semana de cuaresma
Isaías 65,17-21
Así dice el Señor: "Mirad:
yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva: de lo pasado no habrá
recuerdo ni vendrá pensamiento, sino que habrá
gozo y alegría perpetua por lo que voy a crear. Mirad: voy a transformar a
Jerusalén en alegría, y a su pueblo en gozo; me alegraré de Jerusalén y me
gozaré de mi pueblo, y ya no se oirán en ella gemidos ni llantos; ya no habrá
allí niños malogrados ni adultos que no colmen sus años, pues será joven el que
muera a los cien años, y el que no los alcance se tendrá por maldito.
Construirán casas y las habitarán, plantarán viñas y comerán sus frutos."
Salmo Responsorial 29: "Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado."
Te ensalzaré, Señor, porque me
has librado
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.
y no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias por siempre. R.
san Juan
4,43-54
En aquel tiempo, salió Jesús de
Samaría para Galilea. Jesús mismo había hecho esta afirmación: "Un profeta
no es estimado en su propia patria." Cuando llegó a Galilea, los galileos
lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén
durante la fiesta, pues también ellos habían ido a la fiesta.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: "Como no veáis signos y prodigios, no creéis." El funcionario insiste: "Señor, baja antes de que se muera mi niño." Jesús le contesta: "Anda, tu hijo está curado." El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: "Hoy a la una lo dejó la fiebre." El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: "Tu hijo está curado." Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.
Fue Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había un funcionario real que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Oyendo que Jesús había llegado de Judea a Galilea, fue a verle, y le pedía que bajase a curar a su hijo que estaba muriéndose. Jesús le dijo: "Como no veáis signos y prodigios, no creéis." El funcionario insiste: "Señor, baja antes de que se muera mi niño." Jesús le contesta: "Anda, tu hijo está curado." El hombre creyó en la palabra de Jesús y se puso en camino. Iba ya bajando, cuando sus criados vinieron a su encuentro diciéndole que su hijo estaba curado. Él les preguntó a qué hora había empezado la mejoría. Y le contestaron: "Hoy a la una lo dejó la fiebre." El padre cayó en la cuenta de que ésa era la hora cuando Jesús le había dicho: "Tu hijo está curado." Y creyó él con toda su familia. Este segundo signo lo hizo Jesús al llegar de Judea a Galilea.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Isaías anuncia una creación nueva, donde va a reinar el gozo
y la alegría para siempre. Esta misma imagen la retoma el Apocalipsis cuando
dice que ya no habrá más llanto ni lágrimas en la nueva Jerusalén, porque el
Señor hace nueva todas las cosas.
La nueva creación ha ocurrido y está en marcha. Jesús es la
humanidad nueva y María su madre la primera de la raza humana en la que está
realizado el plan de Dios. Verdaderamente es un plan de alegría y gozo, pues ni
el pecado ni el mal con sus consecuencias y secuelas entran para nada,
simplemente no tienen ninguna cabida.
En la creación nueva, que ya está en marcha como una onda
expansiva, cuyo centro es la Encarnación y Pascua de Jesús, la humanidad y todo
es renovado desde dentro para llegar a su plenitud y dar todo su esplendor.
¡Lástima que muchos aun no se enteran de que el mal ha sido
vencido y no tiene futuro! La maldad, lo malo ha sido vencido en Jesucristo en
la cruz. Nos ha enseñado que se puede vivir toda situación con Amor y la maldad
no entra. Lo cual no quiere decir que no duela esta batalla contra el mal y lo
malo; sí duelen las heridas que provoca en quien decide amar y a veces, se “ceba” con
el que decide ser bueno, pero Jesús es nuestro modelo y nuestro guía, con Él y
el Auxilio de su madre ¡vencemos!. No estamos solos. El mal es momentáneo como
nos muestra la Pascua de Cristo. El futuro es la Resurrección la nueva vida en
el amor, la fraternidad y la paz sin límites. Merece la pena pasar las pequeñas
“pascuas” de cada día con valor y amor, así nos vamos preparando a vivir la
definitiva. Tantas personas buenas que han caminado delante nos lo muestran. Es
posible vencer el mal a fuerza de bien.
Los milagros de Jesús, son signos como bien nos dice el
evangelio según san Juan, cuando nos narra el segundo signo de Jesús: la
curación del niño de ese militar de Cafarnaúm que se lo pidió. Creyeron él y
toda su casa. Comenzaron a adherirse a Jesús gente “pagana” porque él no hace diferencia
de personas. El evangelio, la buena noticia y su poder sanador es para todos.
La oración de intercesión puede mucho, no porque el Señor la necesite, sino
nosotros que hemos de aclararnos y saber qué pedir, poner en orden nuestras
prioridades: el bien de los demás antes que el propio.
UNA VOZ ANÓNIMA
Dios no te engaña; el que se engaña es el que
se cree a sí mismo con demasía. Dios anda con los sencillos, se descubre a los
humildes, y “da entendimiento a los pequeños” (Sal 118, 130), alumbra a las
almas puras y esconde su gracia a los curiosos y soberbios. La razón humana es
flaca, y puede engañarse; mas la fe verdadera no puede ser engañada.
(libro la imitación de Cristo, siglo XV)
30 marzo 2014, 4º domingo de cuaresma
del primer libro de Samuel 16,1b.6-7.10-13a:
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.»
Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.»
Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.»
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.»
Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?»
Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.»
Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.»
Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo.
Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.»
Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.
En aquellos días, el Señor dijo a Samuel: «Llena la cuerna de aceite y vete, por encargo mío, a Jesé, el de Belén, porque entre sus hijos me he elegido un rey.»
Cuando llegó, vio a Eliab y pensó: «Seguro, el Señor tiene delante a su ungido.»
Pero el Señor le dijo: «No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón.»
Jesé hizo pasar a siete hijos suyos ante Samuel; y Samuel le dijo: «Tampoco a éstos los ha elegido el Señor.»
Luego preguntó a Jesé: «¿Se acabaron los muchachos?»
Jesé respondió: «Queda el pequeño, que precisamente está cuidando las ovejas.»
Samuel dijo: «Manda por él, que no nos sentaremos a la mesa mientras no llegue.»
Jesé mandó a por él y lo hizo entrar: era de buen color, de hermosos ojos y buen tipo.
Entonces el Señor dijo a Samuel: «Anda, úngelo, porque es éste.»
Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante.
Salmo 22 R/. El Señor es mi pastor, nada me falta
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
Efesios 5,8-14:
En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz –toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz–, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»
En otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz –toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz–, buscando lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues hasta da vergüenza mencionar las cosas que ellos hacen a escondidas. Pero la luz, denunciándolas, las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo será tu luz.»
Juan 9,1.6-9.13-17.34-38:
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: «El mismo.»
Otros decían: «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: «Soy yo.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»
Él contestó: «Que es un profeta.»
Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Es ciego de nacimiento. Ni él ni sus padres tienen culpa alguna, pero su destino quedará marcado para siempre. La gente lo mira como un pecador castigado por Dios. Los discípulos de Jesús le preguntan si el pecado es del ciego o de sus padres. Jesús lo mira de manera diferente. Desde que lo ha visto, solo piensa en rescatarlo de aquella vida desgraciada de mendigo, despreciado por todos como pecador. Él se siente llamado por Dios a defender, acoger y curar precisamente a los que viven excluidos y humillados.
Después de una curación trabajosa en la que también él ha tenido que colaborar con Jesús, el ciego descubre por vez primera la luz. El encuentro con Jesús ha cambiado su vida. Por fin podrá disfrutar de una vida digna, sin temor a avergonzarse ante nadie.
Se equivoca. Los dirigentes religiosos se sienten obligados a controlar la pureza de la religión. Ellos saben quién no es pecador y quién está en pecado. Ellos decidirán si puede ser aceptado en la comunidad religiosa.
El mendigo curado confiesa abiertamente que ha sido Jesús quien se le ha acercado y lo ha curado, pero los fariseos lo rechazan irritados: “Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador”. El hombre insiste en defender a Jesús: es un profeta, viene de Dios. Los fariseos no lo pueden aguantar: “Empecatado naciste de pies a cabeza y, ¿tú nos vas a dar lecciones a nosotros?”.
El evangelista dice que, “cuando Jesús oyó que lo habían expulsado, fue a encontrarse con él”. El diálogo es breve. Cuando Jesús le pregunta si cree en el Mesías, el expulsado dice: “Y, ¿quién es, Señor, para que crea en él?”. Jesús le responde conmovido: No esta lejos de ti. “Lo estás viendo; el que te está hablando, ese es”. El mendigo le dice: “Creo, Señor”.
Así es Jesús. Él viene siempre al encuentro de aquellos que no son acogidos oficialmente por la religión. No abandona a quienes lo buscan y lo aman aunque sean excluidos de las comunidades e instituciones religiosas. Los que no tienen sitio en nuestras iglesias tienen un lugar privilegiado en su corazón.
¿Quien llevará hoy este mensaje de Jesús hasta esos colectivos que, en cualquier momento, escuchan condenas públicas injustas de dirigentes religiosos ciegos; que se acercan a las celebraciones cristianas con temor a ser reconocidos; que no pueden comulgar con paz en nuestras eucaristías; que se ven obligados a vivir su fe en Jesús en el silencio de su corazón, casi de manera secreta y clandestina? Amigos y amigas desconocidos, no lo olvidéis: cuando los cristianos os rechazamos, Jesús os está acogiendo. (José Antonio Pagola. 30 de marzo de 2014. 4 Cuaresma (A). Juan 9,1- 41)
29 marzo, SÁBADO de la 3ª semana de cuaresma
Oseas 6,1-6
Vamos a volver al Señor: él,
que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos
sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él. Esforcémonos por
conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la
luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa
la tierra. - «¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra piedad es
como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por
medio de los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no sacrificios;
conocimiento de Dios, más que holocaustos.»
Salmo 50 R/. Quiero
misericordia, y no sacrificios
Misericordia, Dios mío, por tu
bondad,
por tu inmensa compasión borra
mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia
mi pecado. R/.
Los sacrificios no te
satisfacen:
si te ofreciera un holocausto,
no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu
quebrantado;
un corazón quebrantado y
humillado,
tú no lo desprecias. R/.
Señor, por tu bondad, favorece
a Sión,
reconstruye las murallas de
Jerusalén:
entonces aceptarás los
sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R/.
san Lucas
18, 9-14
En aquel tiempo, a algunos que,
teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los
demás, dijo Jesús esta parábola: - «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno
era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su
interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás:
ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por
semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se
quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba
el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os
digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y
el que se humilla será enaltecido.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
No
se cansa el Señor de repetirnos a través de su Palabra, del Antiguo y Nuevo
Testamento que quiere misericordia, es decir compasión, conversión del corazón más
que ritos y sacrificios que se pueden quedar en pura rutina y representación “teatral”.
Prefiere que uno se examine, se pare a pensar, se de cuenta de sus fallos, de sus faltas de
amor para los suyos y el prójimo, y se corrija mostrando un corazón
arrepentido,”quiero misericordia y no sacrificios”.
Jesús,
Dios con nosotros, sigue la misma línea y no podía ser de otra manera puesto
que es el Hijo de Dios. En Jesús se muestra el rostro invisible de Dios. Su
corazón es el mismo que el del Padre misericordioso. El Papa Francisco en su
exhortación sobre la alegría del evangelio dice: “A los sacerdotes les recuerdo
que el confesonario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la
misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible”.
Todos somos
limitados y pecadores. Ninguno de nosotros puede presentar su hoja en blanco en
pobreza de espíritu, en mansedumbre, en limpieza de corazón, en trabajar por
los pobres y la justicia… Nadie puede pronunciar las orgullosos palabras de
fariseo. Todos, en un grado mayor o menor debemos repetir sinceramente con el
publicano: “¡Oh Dios!, te compasión de este pecador”. Sabiendo que nuestro
Padre Dios está dispuesto a perdonarnos siempre.
LA VOZ DE SANTA TERESA DE JESÚS
Procuremos siempre mirar las
virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros, y tapar sus defectos con
nuestros grandes pecados. Es una manera de obrar que, aunque luego no se haga
con perfección, se viene a ganar una gran virtud, que es tener a todos por
mejores que nosotros, y comiénzase a ganar por aquí el favor de Dios. (Santa Teresa de Jesús, Vida, 13, 6)
28 marzo, VIERNES, 3ª semana de cuaresma
Oseas 14,2-10
Así dice el Señor: «Israel,
conviértete al Señor Dios tuyo, porque tropezaste por tu pecado. Preparad
vuestro discurso, volved al Señor y decidle: Perdona del todo la iniquidad,
recibe benévolo el sacrificio de nuestros labios. No nos salvará Asiria, no montaremos
a caballo, no volveremos a llamar Dios a la obra de nuestras manos. En ti
encuentra piedad el huérfano." Yo curaré sus extravíos, los amaré sin que
lo merezcan, mi cólera se apartará de ellos. Seré para Israel como rocío,
florecerá como azucena, arraigará como el Líbano. Brotarán sus vástagos, será
su esplendor como un olivo, su aroma como el Líbano. Vuelven a descansar a su
sombra: harán brotar el trigo, florecerán como la viña; será su fama como la
del vino del Líbano. Efraín, ¿qué te importan los ídolos? Yo le respondo y le
miro: yo soy como un ciprés frondoso: de mí proceden tus frutos. ¿Quién es el
sabio que lo comprenda, el prudente que lo entienda? Rectos son los caminos del
Señor: los justos andan por ellos, los pecadores tropiezan en ellos.»
Salmo 80 R/. Yo soy el Señor, Dios tuyo: escucha mi voz
Oigo un lenguaje desconocido:
«Retiré sus hombros de la
carga,
y sus manos dejaron la
espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te
libré. R/.
Te respondí oculto entre los
truenos,
te puse a prueba junto a la
fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy
testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel!
R/.
No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de
Egipto. R/.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi
camino!:
te alimentaría con flor de
harina,
te saciaría con miel
silvestre.» R/.
San Marcos 12, 28b-34
En aquel tiempo, un escriba se
acercó a Jesús y le preguntó: - «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: - «El primero es: "Escucha,
Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios,
con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.
" El segundo es éste: "Amarás
a tu prójimo como a ti mismo." No hay mandamiento mayor que éstos.» El
escriba replicó: - «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor
es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con
todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo
vale más que todos los holocaustos y sacrificios.» Jesús, viendo que había
respondido sensatamente, le dijo: - «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie
se atrevió a hacerle más preguntas.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
A través del profeta Oseas, Dios mismo llama a la conversión a su Pueblo y le anuncia todo lo bueno que tendrá como fruto de su conversión. Si vuelve al Señor, su vida será mejor. Todo está en llevar una vida recta - correcta- bajo su mirada, porque haciendo el bien, el mismo Bien que es Dios mismo fluye por las personas buenas ¿quién será el sabio que se de cuenta? ¡tan difícil no debería resultarnos ser buenos!
Jesús
responde a la pregunta del letrado con el shemá Israel, escucha Israel …. Y le
añade el segundo, porque son inseparables. No se puede amar a Dios a quien no
se ve, si no se ama al prójimo a quien se ve
de continuo. El Señor es uno solo, es decir, no hay más dioses, no hay
que irse detrás de los ídolos ni adorar a nadie más. Poniendo a Dios-Amor el
primero todo se reordena en seguida. El fallo nuestro está en que lo posponemos
y también se pospone el amor a los demás. Sin darnos cuenta o dándonos cuenta
ponemos otras cosas en primer lugar: cosas que hacer, situaciones que resolver,
preocupaciones, negocios, …. Cuando nos venimos a dar cuenta hemos perdido las
buenas intenciones o propósitos que a veces hemos hecho.
Cuaresma
es un tiempo favorable para reordenar nuestra vida entorno al principal y
primer mandamiento: AMAR unidos a la fuente del amor. No es amar por nuestra
cuenta y a impulsos, según sienta o no, sino porque estoy unido/a a la fuente
del Amor, Dios que es el único y lo primero, puedo amar a todos y en toda
situación.
LA VOZ DE SAN ANTONIO DE
PADUA
Ama, pues, totalmente y no sólo parcialmente. Porque Dios
no tiene partes; Él está entero en todas partes.
En aquel tiempo, al pasar Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento. Y escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).»
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban: «¿No es ése el que se sentaba a pedir?»
Unos decían: «El mismo.»
Otros decían: «No es él, pero se le parece.»
Él respondía: «Soy yo.»
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista.
Él les contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé, y veo.»
Algunos de los fariseos comentaban: «Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.»
Otros replicaban: «¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?»
Y estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego: «Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?»
Él contestó: «Que es un profeta.»
Le replicaron: «Empecatado naciste tú de pies a cabeza, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?»
Y lo expulsaron.
Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo: «¿Crees tú en el Hijo del hombre?»
Él contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?»
Jesús le dijo: «Lo estás viendo: el que te está hablando, ése es.»
Él dijo: «Creo, Señor.» Y se postró ante él.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Es ciego de nacimiento. Ni él ni sus padres tienen culpa alguna, pero su destino quedará marcado para siempre. La gente lo mira como un pecador castigado por Dios. Los discípulos de Jesús le preguntan si el pecado es del ciego o de sus padres. Jesús lo mira de manera diferente. Desde que lo ha visto, solo piensa en rescatarlo de aquella vida desgraciada de mendigo, despreciado por todos como pecador. Él se siente llamado por Dios a defender, acoger y curar precisamente a los que viven excluidos y humillados.
Después de una curación trabajosa en la que también él ha tenido que colaborar con Jesús, el ciego descubre por vez primera la luz. El encuentro con Jesús ha cambiado su vida. Por fin podrá disfrutar de una vida digna, sin temor a avergonzarse ante nadie.
Se equivoca. Los dirigentes religiosos se sienten obligados a controlar la pureza de la religión. Ellos saben quién no es pecador y quién está en pecado. Ellos decidirán si puede ser aceptado en la comunidad religiosa.
El mendigo curado confiesa abiertamente que ha sido Jesús quien se le ha acercado y lo ha curado, pero los fariseos lo rechazan irritados: “Nosotros sabemos que ese hombre es un pecador”. El hombre insiste en defender a Jesús: es un profeta, viene de Dios. Los fariseos no lo pueden aguantar: “Empecatado naciste de pies a cabeza y, ¿tú nos vas a dar lecciones a nosotros?”.
El evangelista dice que, “cuando Jesús oyó que lo habían expulsado, fue a encontrarse con él”. El diálogo es breve. Cuando Jesús le pregunta si cree en el Mesías, el expulsado dice: “Y, ¿quién es, Señor, para que crea en él?”. Jesús le responde conmovido: No esta lejos de ti. “Lo estás viendo; el que te está hablando, ese es”. El mendigo le dice: “Creo, Señor”.
Así es Jesús. Él viene siempre al encuentro de aquellos que no son acogidos oficialmente por la religión. No abandona a quienes lo buscan y lo aman aunque sean excluidos de las comunidades e instituciones religiosas. Los que no tienen sitio en nuestras iglesias tienen un lugar privilegiado en su corazón.
¿Quien llevará hoy este mensaje de Jesús hasta esos colectivos que, en cualquier momento, escuchan condenas públicas injustas de dirigentes religiosos ciegos; que se acercan a las celebraciones cristianas con temor a ser reconocidos; que no pueden comulgar con paz en nuestras eucaristías; que se ven obligados a vivir su fe en Jesús en el silencio de su corazón, casi de manera secreta y clandestina? Amigos y amigas desconocidos, no lo olvidéis: cuando los cristianos os rechazamos, Jesús os está acogiendo. (José Antonio Pagola. 30 de marzo de 2014. 4 Cuaresma (A). Juan 9,1- 41)
29 marzo, SÁBADO de la 3ª semana de cuaresma
Oseas 6,1-6
Vamos a volver al Señor: él,
que nos despedazó, nos sanará; él, que nos hirió, nos vendará. En dos días nos
sanará; al tercero nos resucitará; y viviremos delante de él. Esforcémonos por
conocer al Señor: su amanecer es como la aurora, y su sentencia surge como la
luz. Bajará sobre nosotros como lluvia temprana, como lluvia tardía que empapa
la tierra. - «¿Qué haré de ti, Efraín? ¿Qué haré de ti, Judá? Vuestra piedad es
como nube mañanera, como rocío de madrugada que se evapora. Por eso os herí por
medio de los profetas, os condené con la palabra de mi boca. Quiero misericordia, y no sacrificios;
conocimiento de Dios, más que holocaustos.»
Salmo 50 R/. Quiero
misericordia, y no sacrificios
Misericordia, Dios mío, por tu
bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R/.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R/.
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado. R/.
Los sacrificios no te satisfacen:
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado;
un corazón quebrantado y humillado,
tú no lo desprecias. R/.
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos. R/.
san Lucas
18, 9-14
En aquel tiempo, a algunos que,
teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los
demás, dijo Jesús esta parábola: - «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno
era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su
interior: "¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás:
ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por
semana y pago el diezmo de todo lo que tengo." El publicano, en cambio, se
quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba
el pecho, diciendo: "¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador." Os
digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y
el que se humilla será enaltecido.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
No
se cansa el Señor de repetirnos a través de su Palabra, del Antiguo y Nuevo
Testamento que quiere misericordia, es decir compasión, conversión del corazón más
que ritos y sacrificios que se pueden quedar en pura rutina y representación “teatral”.
Prefiere que uno se examine, se pare a pensar, se de cuenta de sus fallos, de sus faltas de
amor para los suyos y el prójimo, y se corrija mostrando un corazón
arrepentido,”quiero misericordia y no sacrificios”.
Jesús,
Dios con nosotros, sigue la misma línea y no podía ser de otra manera puesto
que es el Hijo de Dios. En Jesús se muestra el rostro invisible de Dios. Su
corazón es el mismo que el del Padre misericordioso. El Papa Francisco en su
exhortación sobre la alegría del evangelio dice: “A los sacerdotes les recuerdo
que el confesonario no debe ser una sala de torturas sino el lugar de la
misericordia del Señor que nos estimula a hacer el bien posible”.
Todos somos
limitados y pecadores. Ninguno de nosotros puede presentar su hoja en blanco en
pobreza de espíritu, en mansedumbre, en limpieza de corazón, en trabajar por
los pobres y la justicia… Nadie puede pronunciar las orgullosos palabras de
fariseo. Todos, en un grado mayor o menor debemos repetir sinceramente con el
publicano: “¡Oh Dios!, te compasión de este pecador”. Sabiendo que nuestro
Padre Dios está dispuesto a perdonarnos siempre.
LA VOZ DE SANTA TERESA DE JESÚS
Procuremos siempre mirar las
virtudes y cosas buenas que viéremos en los otros, y tapar sus defectos con
nuestros grandes pecados. Es una manera de obrar que, aunque luego no se haga
con perfección, se viene a ganar una gran virtud, que es tener a todos por
mejores que nosotros, y comiénzase a ganar por aquí el favor de Dios. (Santa Teresa de Jesús, Vida, 13, 6)
28 marzo, VIERNES, 3ª semana de cuaresma
«Retiré sus hombros de la carga,
y sus manos dejaron la espuerta.
Clamaste en la aflicción, y te libré. R/.
Te respondí oculto entre los truenos,
te puse a prueba junto a la fuente de Meribá.
Escucha, pueblo mío, doy testimonio contra ti;
¡ojalá me escuchases, Israel! R/.
No tendrás un dios extraño,
no adorarás un dios extranjero;
yo soy el Señor, Dios tuyo,
que te saqué del país de Egipto. R/.
¡Ojalá me escuchase mi pueblo
y caminase Israel por mi camino!:
te alimentaría con flor de harina,
te saciaría con miel silvestre.» R/.
27 marzo, JUEVES, 3ª semana de cuaresma
Jeremías 7,23-28:
Así dice el Señor: «Ésta fue la orden que di a vuestros padres: "Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo; caminad por el camino que os mando, para que os vaya bien." Pero no escucharon ni prestaron oído, caminaban según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado, me daban la espalda y no la frente. Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy les envié a mis siervos, los profetas, un día y otro día; pero no me escucharon ni prestaron oído: endurecieron la cerviz, fueron peores que sus padres. Ya puedes repetirles este discurso, que no te escucharán; ya puedes gritarles, que no te responderán. Les dirás: "Aquí está la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. La sinceridad se ha perdido, se la han arrancado de la boca."»
Así dice el Señor: «Ésta fue la orden que di a vuestros padres: "Escuchad mi voz. Yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo; caminad por el camino que os mando, para que os vaya bien." Pero no escucharon ni prestaron oído, caminaban según sus ideas, según la maldad de su corazón obstinado, me daban la espalda y no la frente. Desde que salieron vuestros padres de Egipto hasta hoy les envié a mis siervos, los profetas, un día y otro día; pero no me escucharon ni prestaron oído: endurecieron la cerviz, fueron peores que sus padres. Ya puedes repetirles este discurso, que no te escucharán; ya puedes gritarles, que no te responderán. Les dirás: "Aquí está la gente que no escuchó la voz del Señor, su Dios, y no quiso escarmentar. La sinceridad se ha perdido, se la han arrancado de la boca."»
Salmo 94 R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón»
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras.»
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras.»
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masa en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba y me tentaron,
aunque habían visto mis obras.»
san Lucas 11,14-23:
En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud Se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: - «Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.» Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. El, leyendo sus pensamientos, les dijo: - «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
En aquel tiempo, Jesús estaba echando un demonio que era mudo y, apenas salió el demonio, habló el mudo. La multitud Se quedó admirada, pero algunos de ellos dijeron: - «Si echa los demonios es por arte de Belzebú, el príncipe de los demonios.» Otros, para ponerlo a prueba, le pedían un signo en el cielo. El, leyendo sus pensamientos, les dijo: - «Todo reino en guerra civil va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si también Satanás está en guerra civil, ¿cómo mantendrá su reino? Vosotros decís que yo echo los demonios con el poder de Belzebú; y, si yo echo los demonios con el poder de Belzebú, vuestros hijos, ¿por arte de quién los echan? Por eso, ellos mismos serán vuestros jueces. Pero, si yo echo los demonios con el dedo de Dios, entonces es que el reino de Dios ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su palacio, sus bienes están seguros. Pero, si otro más fuerte lo asalta y lo vence, le quita las armas de que se fiaba y reparte el botín. El que no está conmigo está contra mí; el que no recoge conmigo desparrama.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
PARA VIVIR ESTA PALABRA
La lectura de hoy comienza con una declaración solemne por parte de Dios: “Esto dice el Señor”, y proclama a continuación los términos de la alianza. Es una manifestación solemne de la voluntad de Dios y esto no admite apelación.
Sin embargo el pueblo, reiteradamente, se aleja de este camino, endureciendo el corazón, no aceptando la voluntad del Señor, conculcando así lo que había dicho en otro tiempo: “Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos” (Ex. 19, 3ss.).
Todas las bendiciones de la Alianza están resumidas en la frase “te irá bien” (Jr. 7,23). A cambio sólo se nos pide obediencia plena y reconocimiento a Dios. Muchas veces vemos en los mandatos del Señor un camino de prescripciones que coartan nuestra libertad, de sometimiento servil, mandamientos que impiden nuestra realización personal.
Nada más lejos de la realidad. Los mandatos del Señor son un camino de felicidad, de libertad, de crecimiento personal porque como dice el Salmo: “los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón”.
Sin embargo el pueblo, reiteradamente, se aleja de este camino, endureciendo el corazón, no aceptando la voluntad del Señor, conculcando así lo que había dicho en otro tiempo: “Haremos todo lo que ha dicho el Señor y le obedeceremos” (Ex. 19, 3ss.).
Todas las bendiciones de la Alianza están resumidas en la frase “te irá bien” (Jr. 7,23). A cambio sólo se nos pide obediencia plena y reconocimiento a Dios. Muchas veces vemos en los mandatos del Señor un camino de prescripciones que coartan nuestra libertad, de sometimiento servil, mandamientos que impiden nuestra realización personal.
Nada más lejos de la realidad. Los mandatos del Señor son un camino de felicidad, de libertad, de crecimiento personal porque como dice el Salmo: “los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón”.
En el evangelio vemos como las acciones de Jesús suscitan reacciones encontradas; unos se admiran, otros se mantienen escépticos y piden una señal del cielo, y otros se ponen radicalmente en contra. La vida del cristiano es así muchas veces, nunca podremos contentar a todos y suscitar la simpatía en todos, ya que el mensaje del Reino no deja indiferente a nadie; la oposición es inevitable.
Dicen los Santos Padres al comentar esta perícopa del Evangelio, que Lucas, nos está presentando a Jesús como el nuevo y más grande profeta que prometió Moisés (Dt. 18,15), que renovaría centuplicados los prodigios del Éxodo; que actuaría –como Moisés- con el poder de Dios (“con el dedo de Dios”) y por eso el Reino de Dios ha llegado a nosotros.
LA VOZ DE SAN AGUSTÍN
Todo hombre cobija en su interior un vacío con forma de Dios que sólo Dios puede llenar plenamente.
26 Marzo, Miércoles de la 3ª semana de cuaresma
Deuteronomio 4,1.5-9:
Moisés habló al pueblo,
diciendo: «Ahora, Israel, escucha los
mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor,
Dios de vuestros padres, os va a dar. Mirad, yo os enseño los mandatos y
decretos que me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar
posesión de ella. Ponedlos por obra, que
ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los
pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: "Cierto que esta
gran nación es un pueblo sabio e
inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga
los dioses tan cerca como lo está el
Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran
nación, cuyos mandatos y decretos sean tan
justos como toda esta ley que hoy os doy? Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los
sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos.»
Salmo 147 R/. Glorifica al Señor, Jerusalén
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos
de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos
dentro de ti. R/.
Él envía su mensaje a la
tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como
ceniza. R/.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a
Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus
mandatos.R/.
evangelio según san Mateo 5,17-19:
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he
venido a abolir, sino a dar plenitud.
Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta
la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos
menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en
el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino
de los cielos.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Deuteronomio es una palabra griega compuesta que quiere decir “segunda-ley”. En el libro del éxodo ya aparece la Ley dada por Dios al pueblo por medio de Moisés. En el libro llamado del Deuteronomio volvemos a encontrar los mandatos de Dios a Israel, es decir, lo mismo, pero dicho con sus matices. Y es que como buen maestro el Espíritu Santo repite y repite lo importante en la Escritura que inspira a los autores sagrados.
Dios, nuestro Dios habla a través de mediaciones cercanas a nosotros, en este caso de Moisés, el profeta, por excelencia. La insistencia está en : “Israel, escucha los mandatos”. Podemos hacer el ejercicio de cambiar “Israel” por nuestro nombre, porque hoy, aquí y ahora, tu y yo somos “Israel” y la Iglesia toda. Se nos pide ESCUCHAR a Dios, que no nos engaña, al contrario está empeñado en que vivamos y entremos en la tierra prometida. Nos envía mediaciones, maestros que nos enseñan. En el Antiguo Testamento Moisés y los profetas, en la plenitud de los tiempos a su Hijo Jesús.
Jesús dice que no viene a anular la Ley sino a darle plenitud, es decir que ahora tenemos uno que es más que Moisés que nos enseña cómo vivir en plenitud, por eso María dice en Caná “lo que él os diga hacedlo”. Jesús nos enseña que la plenitud de la Ley es el Amor. Amar como él amó es practicar la justicia, es ser santos como Él es santo.
Ninguna nación tiene un dios TAN CERCANO, TAN CERCA, decía Moisés y ahora tenemos a Jesús resucitado que camina con nosotros. Guárdate muy bien de olvidar esto, es decir haz ejercicios continuos de la Presencia de Dios, de vivir en su Presencia, esto es ya “el cielo en la tierra”, vivir amando lo que se te presenta, porque nada ni nadie te puede impedir amar cuando has decidido amar con la fuerza del Espíritu que nos habita. Esto es lo sabio e inteligente: no apartarse de Dios sino vivir su cercanía, envueltos (porque lo estamos) en su Amor, en su Presencia. ¡Qué pena que se nos olvide! Bueno, pues a recuperar la memoria: cumple y enseña, serás grande en el reino de los cielos que empieza aquí en la tierra.
LA VOZ DE SAN CIPRIANO
Toda predicación buena y saludable no aprovechará al predicador si la palabra que sale de su boca no se convierte luego en actos.
25 Marzo, MARTES de la 3ª semana de cuaresma
FIESTA DE LA ENCARNACIÓN
Isaías 7, 10-14; 8, 10
En aquel tiempo, el Señor habló
a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto
del cielo.» Respondió Acaz: -«No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces
dijo Dios: -«Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que
cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal:
Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre
Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Salmo 3. R. Aquí estoy,
Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni
ofrendas,
y, en cambio, me abriste el
oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.»
R/.
«Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.
R/.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.
No me he guardado en el pecho
tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu
salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran
asamblea. R/.
carta a los Hebreos 10, 4-10
Hermanos: Es imposible que la
sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando
Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me
has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios,
para hacer tu voluntad." » Primero dice: «No quieres ni aceptas
sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni victimas expiatorias», que se ofrecen
según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo
primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos
santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
evangelio según san Lucas 1, 26-38
A los seis meses, el ángel
Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba Maria. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena
de gracia, el Señor está contigo. » Ella se turbó ante estas palabras y se
preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, María, porque
has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo,
el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de
Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo
será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel,
que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que
llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí
está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra. » Y la dejó el ángel.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
En cada Eucaristia tras la consagración del pan y el vino, el sacerdote nos muestra a Jesús hecho Pan y dice: este es el misterio de nuestra Fe. ¡Y verdaderamente lo es! Parece increíble y ahí entra nuestra fe que se hace experiencia al “comprobar” la cercanía de Jesús en nuestra vida. Se esconde bajo las especies de Pan y Vino, pero está. Hoy la Eucaristía es Encarnación de Jesús, el Invisible que se hace “visible”. En el seno de María tuvo lugar la primera Eucaristía, la Encarnación del Verbo, del que existía antes del tiempo. De ella tomó nuestra naturaleza, la divinidad habitó en la humanidad, puso su tienda entre nosotros.
Pensar y rezar, detenerse ante el misterio de la Encarnación alimenta nuestra fe y nuestra vida. María fue la primera cristiana porque ella cristificó su vida de manera única y singular, y es modelo para cada creyente.
Uno de los primeros teólogos de la Iglesia, san Ireneo, tiene en la Encarnación su núcleo fundamental y dice que el Verbo tomó nuestra carne para reconciliarnos con su Padre, porque anteriormente habíamos perdido la amistad con Dios, por la desobediencia de nuestros primeros padres (Adán y Eva). Dios por su infinita misericordia no pudo resistir al ver que sus hijos iban a perecer en el pecado; es por ello que envía a su Hijo para que asumiendo nuestra carne pudiera redimirnos de todos nuestros pecados y al mismo tiempo reconciliarnos con Dios. Por la encarnación podemos sentirnos asegurados de que seremos salvados, porque sabemos que el mismo Dios se hizo hombre, y de esa manera nos enseñó el verdadero camino para encontrar nuestra santidad. También por medio de la encarnación conocemos al Padre, que el mismo decidió darse a conocer a todos los hombres para que viendo a su Hijo, ningún hombre se pierda y muera en el pecado.
LA VOZ DE SAN IRENEO
El que es Hijo de Dios se hizo hijo del hombre para que, mezclado con el Verbo de Dios, el hombre recibiendo la adopción se haga hijo de Dios. Pues no podíamos de otro modo recibir la incorrupción, si no estuviésemos unidos a la incorrupción y la inmortalidad.
24 marzo 2014, LUNES, 3ª semana de cuaresma
del segundo libro de los Reyes 5,1-15a:
En aquellos días, Naamán,
general del ejército del rey sirio, era un hombre que gozaba de la estima y del
favor de su señor, pues por su medio el Señor había dado la victoria a Siria.
Era un hombre muy valiente, pero estaba enfermo de lepra. En una incursión, una
banda de sirios llevó de Israel a una muchacha, que quedó como criada de la
mujer de Naamán, y dijo a su señora: "Ojalá mi señor fuera a ver al
profeta de Samaría: él lo libraría de su enfermedad." Naamán fue a
informar a su señor: "La muchacha israelita ha dicho esto y esto." El
rey de Siria le dijo: "Ven, que te doy una carta para el rey de
Israel." Naamán se puso en camino, llevando tres quintales de plata, seis
mil monedas de oro y diez trajes. Presentó al rey de Israel la carta, que decía
así: "Cuando recibas esta carta, verás que te envío a mi ministro Naamán
para que lo libres de su enfermedad."
Cuando el rey de Israel leyó la
carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: "¿Soy yo un dios capaz de dar
muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su
enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra
mí." El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado
las vestiduras y le envió este recado: "¿Por qué te has rasgado las vestiduras?
Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel. Naamán llegó con sus
caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno
a decirle: "Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará
limpia." Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: "Yo me
imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie, invocaría al
Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi
enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que
toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?" Dio
media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le
dijeron: "Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo
harías. Cuanto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que
te bañes."
Entonces Naamán bajó al Jordán
y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia
como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo:
"Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de
Israel."
Salmo 41: "Mi alma tiene sed del Dios vivo:
¿cuándo veré el rostro de Dios?"
Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío. R.
Tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios? R.
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte
santo,
hasta tu morada. R.
Que yo me acerque al altar de
Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la
cítara,
Dios, Dios mío. R.
Lucas 4,24-30:
Dicen los Santos Padres al comentar esta perícopa del Evangelio, que Lucas, nos está presentando a Jesús como el nuevo y más grande profeta que prometió Moisés (Dt. 18,15), que renovaría centuplicados los prodigios del Éxodo; que actuaría –como Moisés- con el poder de Dios (“con el dedo de Dios”) y por eso el Reino de Dios ha llegado a nosotros.
LA VOZ DE SAN AGUSTÍN
Todo hombre cobija en su interior un vacío con forma de Dios que sólo Dios puede llenar plenamente.
26 Marzo, Miércoles de la 3ª semana de cuaresma
Deuteronomio 4,1.5-9:
Moisés habló al pueblo,
diciendo: «Ahora, Israel, escucha los
mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor,
Dios de vuestros padres, os va a dar. Mirad, yo os enseño los mandatos y
decretos que me mandó el Señor, mi Dios, para que los cumpláis en la tierra donde vais a entrar para tomar
posesión de ella. Ponedlos por obra, que
ellos son vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de los
pueblos que, cuando tengan noticia de todos ellos, dirán: "Cierto que esta
gran nación es un pueblo sabio e
inteligente." Y, en efecto, ¿hay alguna nación tan grande que tenga
los dioses tan cerca como lo está el
Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos? Y, ¿cuál es la gran
nación, cuyos mandatos y decretos sean tan
justos como toda esta ley que hoy os doy? Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los
sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos.»
Salmo 147 R/. Glorifica al Señor, Jerusalén
Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. R/.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.R/.
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz;
manda la nieve como lana,
esparce la escarcha como ceniza. R/.
Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos.R/.
evangelio según san Mateo 5,17-19:
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: «No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he
venido a abolir, sino a dar plenitud.
Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta
la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno solo de los preceptos
menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en
el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino
de los cielos.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Deuteronomio es una palabra griega compuesta que quiere decir “segunda-ley”. En el libro del éxodo ya aparece la Ley dada por Dios al pueblo por medio de Moisés. En el libro llamado del Deuteronomio volvemos a encontrar los mandatos de Dios a Israel, es decir, lo mismo, pero dicho con sus matices. Y es que como buen maestro el Espíritu Santo repite y repite lo importante en la Escritura que inspira a los autores sagrados.
Dios, nuestro Dios habla a través de mediaciones cercanas a nosotros, en este caso de Moisés, el profeta, por excelencia. La insistencia está en : “Israel, escucha los mandatos”. Podemos hacer el ejercicio de cambiar “Israel” por nuestro nombre, porque hoy, aquí y ahora, tu y yo somos “Israel” y la Iglesia toda. Se nos pide ESCUCHAR a Dios, que no nos engaña, al contrario está empeñado en que vivamos y entremos en la tierra prometida. Nos envía mediaciones, maestros que nos enseñan. En el Antiguo Testamento Moisés y los profetas, en la plenitud de los tiempos a su Hijo Jesús.
Jesús dice que no viene a anular la Ley sino a darle plenitud, es decir que ahora tenemos uno que es más que Moisés que nos enseña cómo vivir en plenitud, por eso María dice en Caná “lo que él os diga hacedlo”. Jesús nos enseña que la plenitud de la Ley es el Amor. Amar como él amó es practicar la justicia, es ser santos como Él es santo.
Ninguna nación tiene un dios TAN CERCANO, TAN CERCA, decía Moisés y ahora tenemos a Jesús resucitado que camina con nosotros. Guárdate muy bien de olvidar esto, es decir haz ejercicios continuos de la Presencia de Dios, de vivir en su Presencia, esto es ya “el cielo en la tierra”, vivir amando lo que se te presenta, porque nada ni nadie te puede impedir amar cuando has decidido amar con la fuerza del Espíritu que nos habita. Esto es lo sabio e inteligente: no apartarse de Dios sino vivir su cercanía, envueltos (porque lo estamos) en su Amor, en su Presencia. ¡Qué pena que se nos olvide! Bueno, pues a recuperar la memoria: cumple y enseña, serás grande en el reino de los cielos que empieza aquí en la tierra.
LA VOZ DE SAN CIPRIANO
Toda predicación buena y saludable no aprovechará al predicador si la palabra que sale de su boca no se convierte luego en actos.
25 Marzo, MARTES de la 3ª semana de cuaresma
FIESTA DE LA ENCARNACIÓN
Isaías 7, 10-14; 8, 10
En aquel tiempo, el Señor habló
a Acaz: -«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto
del cielo.» Respondió Acaz: -«No la pido, no quiero tentar al Señor.» Entonces
dijo Dios: -«Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que
cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal:
Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre
Emmanuel, que significa "Dios-con-nosotros".»
Salmo 3. R. Aquí estoy,
Señor, para hacer tu voluntad.
Tú no quieres sacrificios ni
ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.
«Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea. R/.
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: «Aquí estoy.» R/.
«Como está escrito en mi libro
para hacer tu voluntad.»
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R/.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios:
Señor, tú lo sabes. R/.
No me he guardado en el pecho tu defensa,
he contado tu fidelidad y tu salvación,
no he negado tu misericordia
y tu lealtad ante la gran asamblea. R/.
carta a los Hebreos 10, 4-10
Hermanos: Es imposible que la
sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, cuando
Cristo entró en el mundo dijo: «Tú no quieres sacrificios ni ofrendas, pero me
has preparado un cuerpo; no aceptas holocaustos ni víctimas expiatorias.
Entonces yo dije lo que está escrito en el libro: "Aquí estoy, oh Dios,
para hacer tu voluntad." » Primero dice: «No quieres ni aceptas
sacrificios ni ofrendas, holocaustos ni victimas expiatorias», que se ofrecen
según la Ley. Después añade: «Aquí estoy yo para hacer tu voluntad.» Niega lo
primero, para afirmar lo segundo. Y conforme a esa voluntad todos quedamos
santificados por la oblación del cuerpo de Jesucristo, hecha una vez para siempre.
evangelio según san Lucas 1, 26-38
A los seis meses, el ángel
Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen
se llamaba Maria. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena
de gracia, el Señor está contigo. » Ella se turbó ante estas palabras y se
preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, María, porque
has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un
hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo,
el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de
Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo
será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo
vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el
Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel,
que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que
llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí
está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra. » Y la dejó el ángel.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
En cada Eucaristia tras la consagración del pan y el vino, el sacerdote nos muestra a Jesús hecho Pan y dice: este es el misterio de nuestra Fe. ¡Y verdaderamente lo es! Parece increíble y ahí entra nuestra fe que se hace experiencia al “comprobar” la cercanía de Jesús en nuestra vida. Se esconde bajo las especies de Pan y Vino, pero está. Hoy la Eucaristía es Encarnación de Jesús, el Invisible que se hace “visible”. En el seno de María tuvo lugar la primera Eucaristía, la Encarnación del Verbo, del que existía antes del tiempo. De ella tomó nuestra naturaleza, la divinidad habitó en la humanidad, puso su tienda entre nosotros.
Pensar y rezar, detenerse ante el misterio de la Encarnación alimenta nuestra fe y nuestra vida. María fue la primera cristiana porque ella cristificó su vida de manera única y singular, y es modelo para cada creyente.
Uno de los primeros teólogos de la Iglesia, san Ireneo, tiene en la Encarnación su núcleo fundamental y dice que el Verbo tomó nuestra carne para reconciliarnos con su Padre, porque anteriormente habíamos perdido la amistad con Dios, por la desobediencia de nuestros primeros padres (Adán y Eva). Dios por su infinita misericordia no pudo resistir al ver que sus hijos iban a perecer en el pecado; es por ello que envía a su Hijo para que asumiendo nuestra carne pudiera redimirnos de todos nuestros pecados y al mismo tiempo reconciliarnos con Dios. Por la encarnación podemos sentirnos asegurados de que seremos salvados, porque sabemos que el mismo Dios se hizo hombre, y de esa manera nos enseñó el verdadero camino para encontrar nuestra santidad. También por medio de la encarnación conocemos al Padre, que el mismo decidió darse a conocer a todos los hombres para que viendo a su Hijo, ningún hombre se pierda y muera en el pecado.
LA VOZ DE SAN IRENEO
El que es Hijo de Dios se hizo hijo del hombre para que, mezclado con el Verbo de Dios, el hombre recibiendo la adopción se haga hijo de Dios. Pues no podíamos de otro modo recibir la incorrupción, si no estuviésemos unidos a la incorrupción y la inmortalidad.
24 marzo 2014, LUNES, 3ª semana de cuaresma
Cuando el rey de Israel leyó la carta, se rasgó las vestiduras, exclamando: "¿Soy yo un dios capaz de dar muerte o vida, para que éste me encargue de librar a un hombre de su enfermedad? Fijaos bien, y veréis cómo está buscando un pretexto contra mí." El profeta Eliseo se enteró de que el rey de Israel se había rasgado las vestiduras y le envió este recado: "¿Por qué te has rasgado las vestiduras? Que venga a mí y verá que hay un profeta en Israel. Naamán llegó con sus caballos y su carroza y se detuvo ante la puerta de Eliseo. Eliseo le mandó uno a decirle: "Ve a bañarte siete veces en el Jordán, y tu carne quedará limpia." Naamán se enfadó y decidió irse, comentando: "Yo me imaginaba que saldría en persona a verme, y que, puesto en pie, invocaría al Señor, su Dios, pasaría la mano sobre la parte enferma y me libraría de mi enfermedad. ¿Es que los ríos de Damasco, el Abana y el Farfar, no valen más que toda el agua de Israel? ¿No puedo bañarme en ellos y quedar limpio?" Dio media vuelta y se marchaba furioso. Pero sus siervos se le acercaron y le dijeron: "Señor, si el profeta te hubiera prescrito algo difícil, lo harías. Cuanto más si lo que te prescribe para quedar limpio es simplemente que te bañes."
Entonces Naamán bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había ordenado el profeta, y su carne quedó limpia como la de un niño. Volvió con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo: "Ahora reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel."
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío. R.
Tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios? R.
Envía tu luz y tu verdad:
que ellas me guíen
y me conduzcan hasta tu monte santo,
hasta tu morada. R.
Que yo me acerque al altar de Dios,
al Dios de mi alegría;
que te dé gracias al son de la cítara,
Dios, Dios mío. R.
En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de
Nazaret: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os
garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo
cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el
país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de
Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en
tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que
Naamán, el sirio."
Al oír esto,
todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera
del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con
intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba
PARA VIVIR ESTA PALABRA
La lección más importante del episodio de Naamán es, sin duda, una lección de gratuidad. Naamán es sirio, y las relaciones de su país con Israel son tan tensas como lo son hoy. Naamán sufre de lepra y ni los médicos ni los magos de su país pueden hacer nada. Y he aquí que una pobre esclava le sugiere que se ponga en manos de un profeta hebreo.
Atender las sugerencias de una sierva y aceptar el ponerse en manos de un enemigo: ¡no está mal! Ya es una gran lección. Es verdad que todos experimentamos que la necesidad obliga y cuando de verdad se quiere o aprecia algo, en este caso la salud, se pasa por encima de prejuicios. Ante lo esencial lo accesorio cae. Naamán pagará lo que sea necesario y se hará lo que haya que hacer. Pero he aquí que Eliseo no acepta ningún presente y no pide ninguna prestación de su cliente; le invita a zambullirse unas cuantas veces en el agua del Jordán. Y vaya si le cuesta a Naamán aceptar lo más sencillo y natural. Y es que, a veces, hacer lo más sencillo, obedecer, cuesta.
Dios muestra la gratuidad de su amor con Naamán y que no hace acepción de personas. Y esto le cuesta al pueblo de Israel, como pone de manifiesto el evangelio. Jesús predica el amor de Dios y su bondad para todos y casi lo despeñan en su pueblo. La verdadera relación con Dios Padre-Madre no es difícil: basta con habituarse a recibir y dar Amor. Lo más duro es querer conquistarla a base de acciones meritorias o laboriosas o a costa de sacrificios considerables.
Como Naamán, muchos querrían imponer sus condiciones a Dios, para tomarlo en serio y creer. Pero es Dios quien tiene la palabra. Y Dios no convoca oposiciones, ni valora el curriculum, ni acepta enchufes. Dios sale al encuentro de todos los que le buscan con sincero corazón, y se les muestra en los acontecimientos más insospechados de la vida..
LA VOZ DE SAN AGUSTÍN
Dios no manda cosas imposibles, sino que, al mandar lo que manda, te invita a hacer lo que puedas y pedir lo que no puedas y te ayuda para que puedas.
En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?»
Venid, aclamemos al Señor,
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Bendice, alma mía, al Señor,
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle.
Jesús nos revela cómo el Dios invisible que aún no podemos ver con nuestros pobres y limitados ojos. No nos lo dice con un gran discurso, sino con una parábola sugerente, en la que a través de los personajes y las circunstancias se pueden ver las REACCIONES ante lo que pasa.
Dios es PADRE-MADRE que ama entrañablemente a cada uno por el hecho de ser hechura suya, ¡sus hijos! El grande y el pequeño, los dos. Cada uno tiene su personalidad y hace su vida o la malgasta como es el caso del hijo menor. Porque como nos revela el final de la parábola no es tanto lo material como la propia vida lo que el hijo menor estaba perdiendo. El Padre le dice al hijo mayor "este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido". Ganar vida o perder vida ese es el núcleo, porque el Padre-Madre nos da la vida y no es para perderla. El hijo menor se dio cuenta de que estaba "muriéndose", como vivía entre los cerdos no era vida. Ni tampoco antes malgastando su dinero y juventud. Por lo menos la experiencia le ha servido para reconocer que la vida esta junto a su Padre, aunque ya no tenga ni herencia. Pero por lo menos tendrá vida volviendo a casa. Renuncia en su corazón a su dignidad de hijo que creía unida a la herencia. Y el Padre es genial, lo espera, se alegra, lo abraza, .... ha recuperado la vida este hijo, aunque vengan con andrajos y la dignidad de hijo esa no la pierde nunca como nosotros no perdemos la consangueneidad con nuestro padre o madre por muy mal que nos portemos. Ser hijo o hija es algo más profundo. Ahora este hijo menor valora lo que tiene ¡su padre! aunque ya no tenga dinero. Su padre, su vida, su casa, vale más que todas las herencias y merece la pena vivir con Él. Está dispuesto a que no lo trate como hijo, pero quiere esta con él, cerca de su bondad porque lo conoce y sabe que puede pedirle vivir como criado. Pero el Padre es un derroche de amor y su hijo, es su hijo siempre, como también será el hermano del hermano siempre. La Familia es para siempre. Dios nunca nos retirará su amor. Sabiendo esto no es que haya que alejarse para saberlo, podemos vivirlo y gozarlo en el día a día. Estar con él pero de verdad, no como el hijo mayor que en realidad no vivía esta cercanía de corazón con su padre.
La parábola queda con final abierto y suponemos que el hijo mayor también entró en la fiesta y al final también comprendería que la herencia era lo de menos. Lo mejor es tener tal padre y vivir en su cercanía, en su familiaridad, con su apoyo, con su amor siempre.
Jesucristo, que conoce a fondo a Dios, pues es su Hijo, ha venido a respondernos con mucha claridad a estas cuestiones. En el evangelio de hoy, nos habla de cómo reacciona Dios cuando nosotros nos alejamos de él, le damos la espalda, vamos por otros caminos que no son los que él nos ha indicado… y un día decidimos volver junto a él, al caer en la cuenta de que nos iba mejor gozando de su compañía.
Para ello nos relata esta hermosa parábola que nosotros conocemos como la parábola del “hijo pródigo”, pero que muchos cristianos prefieren llamar la parábola del “amor del Padre bueno”.
¿Cómo reacciona ese buen Padre ante su hijo cuando vuelve arrepentido a su casa, después de haberse marchado a otros lugares buscando la felicidad por un camino equivocado, produciéndole un gran dolor y rasgándole el corazón?
El hijo no sabía que todas las tardes su Padre salía al camino a ver si volvía. Por eso, la tarde que volvió a casa, no tuvo necesidad de llamar a la puerta, porque el Padre, una tarde más, había salido a la calle a ver si volvía… y vio cómo se echó a correr para abrazarle, para cubrirle de besos: “Cuando todavía estaba lejos, su padre, lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo”. Casi no le deja hablar, casi no pudo decirle esas palabras que traía preparadas desde hacía tiempo, amasadas en los momentos de malestar y de decepción, que su aventura le había proporcionado: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. El Padre le acogió, le perdonó, le siguió amando y para celebrarlo preparó un gran banquete.
Pues así es nuestro Dios con todos nosotros, sus hijos. En todo momento, especialmente cuando nos alejamos de él, nos espera pacientemente no con la justicia en la mano para castigarnos, sino con los brazos abiertos para darnos un gran abrazo guiado por su amor desbordante, incondicional, gratuito, guiado por su ternura que no tiene fin.
“José era el preferido de Israel, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo. Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José: Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos.
Llamó al hambre sobre aquella tierra:
“En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: Tendrán respeto a mi hijo. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia. Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?
Dichoso el hombre
La parábola del rico (epulón) y el pobre (lázaro) no es una parábola sobre el más allá, si no sobre el más acá, sobre el fruto de nuestras acciones, como dice Jeremías en la primera lectura. "Según la conducta, según el fruto de las acciones“. No basta decir que uno confia en el Señor, hay que examinar la vida y ver las consecuencias de nuestras acciones. Afinar un poquito más de lo inmediato y no quedarnos en el individualismo. Los seres humanos somos comunitarios, estamos hechos en familia, a imagen de la Trinidad que es una "familia" de personas. Somos seres relacionales y si vivimos sin pensar en los demás, como señala Jesús con Epulón, alguien alrededor sufre las consecuencias. Ahora, en vida, en esta vida tengo que mirar alrededor y ver las consecuencias de mis actos, de mi conducta.
23 marzo 2014, DOMINGO 3º de CUARESMA
Éxodo 17,3-7:
En aquellos días, el pueblo, torturado por la sed, murmuró contra Moisés: «¿Nos has hecho salir de Egipto para hacernos morir de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?»
Clamó Moisés al Señor y dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo? Poco falta para que me apedreen.»
Respondió el Señor a Moisés. «Preséntate al pueblo llevando contigo algunos de los anciano de Israel; lleva también en tu mano el cayado con que golpeaste el río, y vete, que allí estaré yo ante ti, sobre la peña, en Horeb; golpearás la peña, y saldrá de ella agua para que beba el pueblo.»
Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y puso por nombre a aquel lugar Masá y Meribá, por la reyerta de los hijos Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: «¿Está o no está el Señor en medio de nosotros?»
Salmo 94 R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/.
Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/.
Pablo a los Romanos 5,1-2.5-8:
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido con la fe el acceso a esta gracia en que estamos: y nos gloriamos, apoyados en la esperanza de alcanzar la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros todavía estábamos sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos; en verdad, apenas habrá quien muera por un justo; por un hombre de bien tal vez se atrevería uno a morir; mas la prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
Juan 4,5-42:
En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía.
Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida.
La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.
Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.»
La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?»
Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.»
La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla. Veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.»
Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.»
La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.»
Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.»
En aquel pueblo muchos creyeron en él. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»
A gusto con Dios
La escena es cautivadora. Cansado del camino, Jesús se sienta junto al manantial de Jacob. Pronto llega una mujer a sacar agua. Pertenece a un pueblo semipagano, despreciado por los judíos. Con toda espontaneidad, Jesús inicia el diálogo. No sabe mirar a nadie con desprecio, sino con ternura grande. “Mujer, dame de beber”.
La mujer queda sorprendida. ¿Cómo se atreve a entrar en contacto con una samaritana? ¿cómo se rebaja a hablar con una mujer desconocida?. Las palabras de Jesús la sorprenderán todavía más: “Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría del agua de la vida”.
Son muchas las personas que, a lo largo de estos años, se han ido alejando de Dios, sin apenas advertir lo que realmente estaba ocurriendo en su interior. Hoy Dios les resulta un “ser extraño”. Todo lo que está relacionado con él, les parece vacío y sin sentido: un mundo infantil, cada vez más lejano.
Los entiendo. Sé lo que pueden sentir. También yo me he ido alejando poco a poco de aquel “Dios de mi infancia” que despertaba dentro de mí tantos miedos desazón y malestar. Probablemente, sin Jesús nunca me hubiera encontrado con un Dios que hoy es para mí un Misterio de bondad: una presencia amistosa y acogedora en quien puedo confiar siempre.
Nunca me ha atraído la tarea de verificar mi fe con pruebas científicas: creo que es un error tratar el misterio de Dios como si fuera un objeto de laboratorio. Tampoco los dogmas religiosos me han ayudado a encontrarme con Dios. Sencillamente me he dejado conducir por una confianza en Jesús que ha ido creciendo con los años.
No sabría decir exactamente cómo se sostiene hoy mi fe en medio de una crisis religiosa que me sacude también a mí como a todos. Solo diría que Jesús me ha traído a vivir la fe en Dios de manera sencilla desde el fondo de mi ser. Si yo escucho, Dios no se calla. Si yo me abro, él no se encierra. Si yo me confío, él me acoge. Si yo me entrego, él me sostiene. Si yo me hundo, él me levanta.
Creo que la experiencia primera y más importante es encontrarnos a gusto con Dios porque lo percibimos como una “presencia salvadora”. Cuando una persona sabe lo que es vivir a gusto con Dios porque, a pesar de nuestra mediocridad, nuestros errores y egoísmos, él nos acoge tal como somos, y nos impulsa a enfrentarnos a la vida con paz, difícilmente abandonará la fe. Muchas personas están hoy abandonando a Dios antes de haberlo conocido. Si conocieran la experiencia de Dios que Jesús contagia, lo buscarían. (Jose A. Pagola)
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22 marzo, SÁBADO, 2ª semana de cuaresma
de la profecía de Miqueas 7,14-15.18-20:
Señor, pastorea a tu pueblo con el cayado, a las ovejas de tu heredad, a las que habitan apartadas en la maleza, en medio del Carmelo. Pastarán en Basán y Galaatl, como en tiempos antiguos; como cuando saliste de Egipto y te mostraba mis prodigios. ¿Qué Dios como tú, que perdonas el pecado y absuelves la culpa al resto de tu heredad? No mantendrá por siempre la ira, pues se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse y extinguirá nuestras culpas, arrojará a lo hondo del mar todos nuestros delitos. Serás fiel a Jacob, piadoso con Abrahán, como juraste a nuestros padres en tiempos remotos.
Salmo 102 R/. El Señor es compasivo y misericordioso
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.
Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
el rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.
No está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas. R/.
Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.
Lucas 15,1-3.11-32:
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle.
Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Un hombre tenía dos hijos; el menor de ellos dijo a su padre: "Padre, dame la parte que me toca de la fortuna." El padre les repartió los bienes. No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, emigró a un país lejano, y allí derrochó su fortuna viviendo perdidamente. Cuando lo había gastado todo, vino por aquella tierra un hambre terrible, y empezó él a pasar necesidad. Fue entonces y tanto le insistió a un habitante de aquel país que lo mandó a sus campos a guardar cerdos. Le entraban ganas de saciarse de las algarrobas que comían los cerdos; y nadie le daba de comer. Recapacitando entonces, se dijo: "Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan, mientras yo aquí me muero de hambre. Me pondré en camino adonde está mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo: trátame como a uno de tus jornaleros." Se puso en camino adonde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se conmovió; y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo." Pero el padre dijo a sus criados: "Sacad en seguida el mejor traje y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado." Y empezaron el banquete. Su hijo mayor estaba en el campo. Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y el baile, y llamando a uno de los mozos, le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Ha vuelto tu hermano; y tu padre ha matado el ternero cebado, porque lo ha recobrado con salud." Él se indignó y se negaba a entrar; pero su padre salió e intentaba persuadirlo. Y él replicó a su padre: "Mira: en tantos años como te sirvo, sin desobedecer nunca una orden tuya, a mí nunca me has dado un cabrito para tener un banquete con mis amigos; y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado." El padre le dijo: "Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo: deberías alegrarte, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido, y lo hemos encontrado."»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Jesús nos revela cómo el Dios invisible que aún no podemos ver con nuestros pobres y limitados ojos. No nos lo dice con un gran discurso, sino con una parábola sugerente, en la que a través de los personajes y las circunstancias se pueden ver las REACCIONES ante lo que pasa.
Dios es PADRE-MADRE que ama entrañablemente a cada uno por el hecho de ser hechura suya, ¡sus hijos! El grande y el pequeño, los dos. Cada uno tiene su personalidad y hace su vida o la malgasta como es el caso del hijo menor. Porque como nos revela el final de la parábola no es tanto lo material como la propia vida lo que el hijo menor estaba perdiendo. El Padre le dice al hijo mayor "este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido". Ganar vida o perder vida ese es el núcleo, porque el Padre-Madre nos da la vida y no es para perderla. El hijo menor se dio cuenta de que estaba "muriéndose", como vivía entre los cerdos no era vida. Ni tampoco antes malgastando su dinero y juventud. Por lo menos la experiencia le ha servido para reconocer que la vida esta junto a su Padre, aunque ya no tenga ni herencia. Pero por lo menos tendrá vida volviendo a casa. Renuncia en su corazón a su dignidad de hijo que creía unida a la herencia. Y el Padre es genial, lo espera, se alegra, lo abraza, .... ha recuperado la vida este hijo, aunque vengan con andrajos y la dignidad de hijo esa no la pierde nunca como nosotros no perdemos la consangueneidad con nuestro padre o madre por muy mal que nos portemos. Ser hijo o hija es algo más profundo. Ahora este hijo menor valora lo que tiene ¡su padre! aunque ya no tenga dinero. Su padre, su vida, su casa, vale más que todas las herencias y merece la pena vivir con Él. Está dispuesto a que no lo trate como hijo, pero quiere esta con él, cerca de su bondad porque lo conoce y sabe que puede pedirle vivir como criado. Pero el Padre es un derroche de amor y su hijo, es su hijo siempre, como también será el hermano del hermano siempre. La Familia es para siempre. Dios nunca nos retirará su amor. Sabiendo esto no es que haya que alejarse para saberlo, podemos vivirlo y gozarlo en el día a día. Estar con él pero de verdad, no como el hijo mayor que en realidad no vivía esta cercanía de corazón con su padre.
La parábola queda con final abierto y suponemos que el hijo mayor también entró en la fiesta y al final también comprendería que la herencia era lo de menos. Lo mejor es tener tal padre y vivir en su cercanía, en su familiaridad, con su apoyo, con su amor siempre.
Jesucristo, que conoce a fondo a Dios, pues es su Hijo, ha venido a respondernos con mucha claridad a estas cuestiones. En el evangelio de hoy, nos habla de cómo reacciona Dios cuando nosotros nos alejamos de él, le damos la espalda, vamos por otros caminos que no son los que él nos ha indicado… y un día decidimos volver junto a él, al caer en la cuenta de que nos iba mejor gozando de su compañía.
Para ello nos relata esta hermosa parábola que nosotros conocemos como la parábola del “hijo pródigo”, pero que muchos cristianos prefieren llamar la parábola del “amor del Padre bueno”.
¿Cómo reacciona ese buen Padre ante su hijo cuando vuelve arrepentido a su casa, después de haberse marchado a otros lugares buscando la felicidad por un camino equivocado, produciéndole un gran dolor y rasgándole el corazón?
El hijo no sabía que todas las tardes su Padre salía al camino a ver si volvía. Por eso, la tarde que volvió a casa, no tuvo necesidad de llamar a la puerta, porque el Padre, una tarde más, había salido a la calle a ver si volvía… y vio cómo se echó a correr para abrazarle, para cubrirle de besos: “Cuando todavía estaba lejos, su padre, lo vio y se conmovió; y echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo”. Casi no le deja hablar, casi no pudo decirle esas palabras que traía preparadas desde hacía tiempo, amasadas en los momentos de malestar y de decepción, que su aventura le había proporcionado: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. El Padre le acogió, le perdonó, le siguió amando y para celebrarlo preparó un gran banquete.
Pues así es nuestro Dios con todos nosotros, sus hijos. En todo momento, especialmente cuando nos alejamos de él, nos espera pacientemente no con la justicia en la mano para castigarnos, sino con los brazos abiertos para darnos un gran abrazo guiado por su amor desbordante, incondicional, gratuito, guiado por su ternura que no tiene fin.
Querido padre, cansado vuelvo a tí, haz que conozca el don de tu amistad; vivir por siempre el gozo del perdón, y en tu presencia tu fiesta celebrar. Pongo en tus manos, mis culpas Oh Señor, estoy seguro de que eres siempre fiel; dame la fuerza para poder andar, buscando en todo hacer tu voluntad. PADRE YO BUSCO TU AMOR PADRE, VUELVO A TI. MIRA QUE TU HIJO SOY, PADRE VUELVO A TI. Lo reconozco, a veces lo olvidé, que eres mi Padre y que a mi lado estás; que soy tu hijo y me aceptas como soy, sólo me pides: vive en sinceridad. Quiero sentirte cercano a mí Señor, oír tu voz que me habla al corazón; sentirme libre desde tu libertad, ser signo vivo de la fraternidad. PADRE YO BUSCO.....
21 marzo, VIERNES, 2ª semana de cuaresma
Génesis 37,3-4.12-13a.17b-28
“José era el preferido de Israel, porque le había nacido en la vejez, y le hizo una túnica con mangas. Al ver sus hermanos que su padre lo prefería a los demás, empezaron a odiarlo y le negaban el saludo. Sus hermanos trashumaron a Siquén con los rebaños de su padre. Israel dijo a José: Tus hermanos deben estar con los rebaños en Siquén; ven, que te voy a mandar donde están ellos.
José fue tras sus hermanos y los encontró en Datán. Ellos lo vieron desde lejos. Antes de que se acercara, maquinaron su muerte. Se decían unos a otros: Ahí viene el soñador. Vamos a matarlo y a echarlo en un aljibe; luego diremos que una fiera lo ha devorado; veremos en qué paran sus sueños. Oyó esto Rubén, e intentando salvarlo de sus manos, dijo: No le quitemos la vida. Y añadió: No derraméis sangre; echadlo en este aljibe, aquí en la estepa; pero no pongáis las manos en él. Lo decía para librarlo de sus manos y devolverlo a su padre. Cuando llegó José al lugar donde estaban sus hermanos, lo sujetaron, le quitaron la túnica con mangas, lo cogieron y lo echaron en un pozo vacío, sin agua. Y se sentaron a comer. Levantando la vista, vieron una caravana de ismaelitas que transportaban en camellos especias, bálsamo y resina de Galaad a Egipto. Judá propuso a sus hermanos: ¿Qué sacaremos con matar a nuestro hermano y con tapar su sangre? Vamos a venderlo a los ismaelitas y no pondremos nuestras manos en él, que al fin es hermano nuestro y carne nuestra. Los hermanos aceptaron. Al pasar unos comerciantes madianitas, tiraron de su hermano, lo sacaron del pozo y se lo vendieron a los ismaelitas por veinte monedas de plata. Éstos se llevaron a José a Egipto”.
Salmo 104 R/. Recordad las maravillas que hizo el Señor
Llamó al hambre sobre aquella tierra:
cortando el sustento de pan;
por delante había enviado a un hombre,
a José, vendido como esclavo.R/.
Le trabaron los pies con grillos,
le metieron el cuello en la argolla,
hasta que se cumplió su predicción,
y la palabra del Señor lo acreditó. R/.
El rey lo mandó desatar,
el señor de pueblos le abrió la prisión,
lo nombró administrador de su casa,
señor de todas sus posesiones. R/.
Mateo 21,33-43
“En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: Escuchad otra parábola: Había un propietario que plantó una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió sus criados a los labradores, para percibir los frutos que le correspondían. Pero los labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro, y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo otros criados, más que la primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último les mandó a su hijo, diciéndose: Tendrán respeto a mi hijo. Pero los labradores, al ver al hijo, se dijeron: Éste es el heredero: venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia. Y, agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora, cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos labradores?
Le contestaron: Hará morir de mala muerte a esos malvados y arrendará la viña a otros labradores, que le entreguen los frutos a sus tiempos. Y Jesús les dice: ¿No habéis leído nunca en la Escritura: La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente? Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos. Los sumos sacerdotes y los fariseos, al oír sus parábolas, comprendieron que hablaba de ellos. Y, aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente, que lo tenía por profeta”.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
La historia de José, primera Lectura, es la de las infidelidades del pueblo de Israel. Estas infidelidades colectivas y personales tienen una respuesta final por parte de Dios: la compasión y la misericordia. “Aunque vosotros pensasteis hacerme daño –dice José a sus hermanos- Dios lo pensó para el bien, para que un pueblo numeroso sobreviviera”.
En el Evangelio, Jesús habla del primogénito del dueño de una viña, a quien los viñadores matan para quitárselo de en medio, creyendo que de esa forma la viña sería de ellos. Tanto la historia de José como la de los viñadores es la historia de Jesús, amado por su Padre como José lo era del suyo.
Cuando el dueño quita la Viña a los primeros arrendatarios no lo hace porque no produjeran frutos, sino porque estos no eran del agrado del dueño. Por eso, siempre es un buen momento para reflexionar y preguntarnos qué frutos producimos nosotros y, muy en particular, si serán o no del agrado de Dios.
Tenemos un marco de referencia. Los fariseos, escribas y sacerdotes del tiempo de Jesús producían muchos y, según ellos, buenos y seguros frutos: conocimiento de la Ley, observancia estricta de la misma, ayunos, ofrendas y oraciones estipuladas. Unos cumplidores auténticos. Pero, claramente no eran aquellos frutos del agrado de Dios.
El otro marco de referencia es el del mismo Jesús. Conoce la Ley y la observa tanto en cuanto favorece las relaciones con su Padre y con las personas, Pero, su Padre y las personas están por encima de la Ley. Los frutos que Jesús practica y predica son el servicio, la compasión y la misericordia. Estos son los auténticos frutos teologales que agradan a Dios, validados por la dedicación a los hermanos.
La voz de un filósofo sobre la coherencia
Cuando uno no vive como piensa, acaba pensando como vive.
(Gabriel Marcel(1889-1973) Filósofo católico, dramaturgo y crítico francés).
20 marzo, JUEVES, 2ª semana de cuaresma
Jeremías 17,5-10:
Así habla el Señor: ¡Maldito el hombre que confía en el hombre y busca su apoyo en la carne, mientras su corazón se aparta del Señor! El es como un matorral en la estepa que no ve llegar la felicidad; habita en la aridez del desierto, en una tierra salobre e inhóspita. ¡Bendito el hombre que confía en el Señor y en él tiene puesta su confianza! El es como un árbol plantado al borde de las aguas, que extiende sus raíces hacia la corriente; no teme cuando llega el calor y su follaje se mantiene frondoso; no se inquieta en un año de sequía y nunca deja de dar fruto. Nada más tortuoso que el corazón humano y no tiene arreglo: ¿quién puede penetrarlo? Yo, el Señor, sondeo el corazón y examino las entrañas, para dar a cada uno según su conducta, según el fruto de sus acciones.
Salmo 1 R/. Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lucas 16,19-31:
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas. El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado. En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él. Entonces exclamó: 'Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan'. 'Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento. Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí'. El rico contestó: 'Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento'. Abraham respondió: 'Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen'. 'No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán'. Pero Abraham respondió: 'Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'".
PARA VIVIR ESTA PALABRA
La parábola del rico (epulón) y el pobre (lázaro) no es una parábola sobre el más allá, si no sobre el más acá, sobre el fruto de nuestras acciones, como dice Jeremías en la primera lectura. "Según la conducta, según el fruto de las acciones“. No basta decir que uno confia en el Señor, hay que examinar la vida y ver las consecuencias de nuestras acciones. Afinar un poquito más de lo inmediato y no quedarnos en el individualismo. Los seres humanos somos comunitarios, estamos hechos en familia, a imagen de la Trinidad que es una "familia" de personas. Somos seres relacionales y si vivimos sin pensar en los demás, como señala Jesús con Epulón, alguien alrededor sufre las consecuencias. Ahora, en vida, en esta vida tengo que mirar alrededor y ver las consecuencias de mis actos, de mi conducta.
Nuestro modelo es Jesús, el hombre para los demás, como lo definió algún teólogo. Con quienes encontramos en el camino de la vida hemos de hacer camino, no dejarlo en la orilla o al margen. A lo mejor no podemos solucionar su vida, pero sí ayudarnos. Ayudando al otro te ayudas a ti mismo, a desplegar lo mejor de ti mismo, aunque te parezca que no haces nada, estás siendo humano.
Como vemos no es cuestión del más allá, es del más acá: de convertir en ti lo que haya que cambiar para estar más atento con quien te encuentras.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
«No te reprocho tus sacrificios ,
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Señor, Dios grande y terrible, que guardas la alianza y eres leal con los que te aman y cumplen tus mandamientos. Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos, los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, padres y terratenientes.
No recuerdes contra nosotros
El reconocimiento de la propia responsabilidad, de la sana autocrítica es algo buenísimo. Quiere decir que la persona se da cuenta, es inteligente y sabe poner las cosas en su justa medida. Quien se cree perfecto y va echando la culpa a los demás de todo está ciego.
Pararse y darse cuenta de lo que está ocurriendo con lo que uno está realizando es el primer requisito para la conversión. Pensar en las consecuencias de nuestros actos. Y esto puede ser una vez que han sido hechos por los efectos causados, o mejor aún si lo pensamos antes, así seremos preventivos y prudentes.
La experiencia es la vida reflexionada, la vida aprendida. Si se vive con "el piloto automático" uno no conduce su propia vida; en realidad no está viviendo como un ser humano. Los seres humanos hemos sido creados con libertad y capacidad de tomar decisiones. Hago esto o lo otro. Si hago esto y me he equivocado, lo primero es reconocerlo, con lo cual podré rectificar para cuando se presente otra ocasión y "reparar" el mal causado en lo que ya ha acontecido. Pedir perdón, reparar, ... es sano ¡es humano! Y Dios siempre perdona y da nuevas oportunidades. Y tu vas viviendo creciendo en humanidad y sabiduría como Daniel, también proclamando la compasión del Señor, que es lo que hace Jesús.
Sed compasivos, ... perdonad... también a nosotros mismos y, por supuesto, a los demás, y ayudar a reflexionar. El mal es malo, hace daño, reconozcámoslo y apártemonos de él y parezcámonos cada vez más a nuestro Padre-Madre del Cielo.
LA VOZ DE SAN AGUSTÍN
Aprended a ser ricos y pobres tanto los que tenéis algo en este mundo, como los que no tenéis nada. Pues también encontráis al mendigo que se ensoberbece y al acaudalado que se humilla. Dios resiste a los soberbios, ya estén vestidos de seda o de andrajos; pero da su gracia a los humildes ya tengan algunos haberes mundanos, ya carezcan de ellos. Dios mira al interior; allí pesa, allí examina.
19 MARZO, martes FIESTA DE SAN JOSÉ
segundo libro de Samuel 7, 4-5a. 12-14a. 16
En aquellos días, recibió Natán la siguiente palabra del Señor: -«Ve y dile a mi siervo David: "Esto dice el Señor: Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré su realeza. Él construirá una casa para mi nombre, y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre. Yo seré para él padre, y él será para mí hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre." »
Salmo 88 R. Su linaje será perpetuo.
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad.» R.
Sellé una alianza con mi elegido,
jurando a David, mi siervo:
«Te fundaré un linaje perpetuo,
edificaré tu trono para todas las edades.» R.
Él me invocará:
«Tú eres mi padre, mi Dios, mi Roca salvadora.»
Le mantendré eternamente mi favor,
y mi alianza con él será estable. R.
Pablo a los Romanos 4, 13. 16-18. 22
Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal, sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros. Así, dice la Escritura: «Te hago padre de muchos pueblos.» Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia lo que, no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había dicho: «Así será tu descendencia.» Por lo cual le valió la justificación.
Mateo 1, 16. 18-21. 24a
Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera: Maria, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo: -«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados.» Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
A José le cambió la vida Jesús. José es el padre adoptivo de Jesús y a todos los efectos su padre legal y su educador junto con María. Ambos lo educaron en la fe de Israel y en su cultura. María insertó a Jesús en nuestra raza, dándole su "carne" y siendo su madre, no sólo biológica sino como todas las madres, siempre madres de sus hijos e hijas. Lo acompañó siempre hasta la cruz. José, según la tradición murió mucho antes. Hasta el episodio del encuentro de Jesús en el templo, en el que Jesús tenía unos 12-13 años está José, seguramente después de unos años murió. Cumplió su misión en la tierra y su vida ha quedado unida para siempre al Señor. Así es Él. No deja a nadie a un lado, al contrario José tiene un puesto eminente en la Iglesia junto con María.
José es el hombre de la acción en silencio. Sin muchas palabras. Ninguna en el evangelio. Son de esas vidas que hablan por si solas, es el ejemplo que arrastra o mejor que va delante. José era un buen hebreo, cumplidor de la Ley, con su oficio de carpintero, es decir que sabía arreglar casi todo y enseño a Jesús la Ley y su profesión para ganarse la vida honradamente.
Tenemos mucho que aprender de José. Basta detenerse a reflexionar en lo que tuvo que ser la vida de este buen hombre y surge un sentimiento de admiración y sintonía, porque vivió sin comprender mucho, pero amando mucho y dispuesto a hacer la voluntad de Dios que se le manifestó en la propia vida. Fue un hombre libre, que supo tomar decisiones arriesgadas, incluso "saltándose la Ley" porque Dios está por encima de la Ley, pero la vivió y enseñó a Jesús, orientándolo en la formación de su conciencia en fidelidad a la ley de Dios con creatividad y pensando siempre en el bien del otro, antes que en uno mismo.
LA VOZ DE SAN FRANCISCO DE SALES
San José fue más valiente que David y que tuvo más sabiduría que Salomón; no obstante, viéndole reducido al ejercicio de carpintero ¿quién hubiera juzgado esto, sino fuera alumbrado con la luz celestial? tan encubiertos tenía los dones singulares de que Dios le había hecho merced. Pero ¿qué sabiduría no tuvo, pues Dios le dio el cargo de su Hijo gloriosísimo… Príncipe universal de cielo y tierra?… y no obstante, por otra parte, veréis cuánto estuvo abatido y humillado, más de lo que se puede decir ni imaginar…
San José fue más valiente que David y que tuvo más sabiduría que Salomón; no obstante, viéndole reducido al ejercicio de carpintero ¿quién hubiera juzgado esto, sino fuera alumbrado con la luz celestial? tan encubiertos tenía los dones singulares de que Dios le había hecho merced. Pero ¿qué sabiduría no tuvo, pues Dios le dio el cargo de su Hijo gloriosísimo… Príncipe universal de cielo y tierra?… y no obstante, por otra parte, veréis cuánto estuvo abatido y humillado, más de lo que se puede decir ni imaginar…
18 MARZO, martes 2ª semana de cuaresma
Isaías 1,10.16-20:
Oíd la palabra del Señor, príncipes de Sodoma, escucha la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: "Lavaos, purificaos, apartad de mi vista vuestras malas acciones. Cesad de obrar mal, aprended a obrar bien; buscad el derecho, enderezad al oprimido; defended al huérfano, proteged a la viuda. Entonces, venid y litigaremos -dice el Señor-. Aunque vuestros pecados sean como púrpura, blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana. Si sabéis obedecer, lo sabroso de la tierra comeréis; si rehusáis y os rebeláis, la espada os comerá. Lo ha dicho el Señor
Salmo 49 R/. Al que sigue buen camino le haré ver la salvación de Dios
«No te reprocho tus sacrificios ,
pues siempre están tus holocaustos ante mí.
pero no aceptaré un becerro de tu casa,
ni un cabrito de tus rebaños. R/.
¿Por qué recitas mis preceptos y
tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos? R/.
Esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú;
El que me ofrece acción de gracias, ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios.» R/.
Mateo 23,1-12:
En aquel tiempo, Jesús habló a la gente y a sus discípulos, diciendo: "En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y los fariseos: haced y cumplid lo que os digan; pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no hacen lo que dicen. Ellos lían fardos pesados e insoportables y se los cargan a la gente en los hombros, pero ellos no están dispuestos a mover un dedo para empujar. Todo lo que hacen es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las franjas del manto; les gustan los primeros puestos en los banquetes y los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la calle y que la gente los llame maestros.
Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar maestro, porque uno solo es vuestro maestro, y todos vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. No os dejéis llamar consejeros, porque uno solo es vuestro consejero, Cristo. El primero entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido."
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Isaías, hombre sabio y culto, profeta consejero en la corte del rey, no se calla ante el mal, sino que denuncia las maldades que a su alrededor se están cometiendo y da soluciones, dice lo que hay que hacer, el camino para comenzar a actuar justamente. A aquellos que ya se creían poderosos y que lo sabían todo, incluso de la ley del Señor, él les dice que "aprendan a hacer el bien". Y es que se pueden tener muchas ideas y teorías, pero la vida es la que hace ver la profundidad y sabiduría que se tiene. El bien es un camino y todos somos aprendices, pero hay que dar pasos concretos en ese aprendizaje. Como una lengua, que vas aprendiendo poco a poco en la medida que practicas y la hablas. También el Bien hay que aprender a hacerlo, por eso nos educaron y ahora nos toca a nosotros seguir aprendiendo y también enseñando, aunque sin creernos maestros, porque ya dice Jesús que maestro solo hay uno, Él.
Nuestra vida cristiana, nuestra forma de vivir en el día a día nos pide coherencia, sabiendo que no estamos solos en esta tarea. Tenemos a Dios padre, a Cristo como consejero y maestro. También miramos a los demás como hermanos y hermanas, sin ser nadie más que nadie. Todos somos familia y aprendices. ¿Qué lecciones para hacer el bien sigues aprendiendo y practicando?
LA VOZ DE MADRE TERESA DE CALCUTA
Sé sincero en tus oraciones. La sinceridad es humildad y ésta solo se consigue aceptando las humillaciones. Todo lo que se ha dicho y hemos leído sobre la humildad no es suficiente para enseñarnos la humildad. La humildad solo se aprende aceptando las humillaciones, a las que nos enfrentamos durante toda la vida. Y la mayor de ellas es saber que uno no es nada. Este conocimiento se adquiere cuando uno se enfrenta a Dios en la oración. Por lo general, una profunda y ferviente mirada a Cristo es la mejor oración: yo le miro y Él me mira. Y en el momento en que te encuentras con Él cara a cara adviertes sin poderlo evitar que no eres nada, que no tienes nada.
17 MARZO, lunes 2ª semana de cuaresma
Daniel 9,4b-10:
Señor, Dios grande y terrible, que guardas la alianza y eres leal con los que te aman y cumplen tus mandamientos. Hemos pecado, hemos cometido crímenes y delitos, nos hemos rebelado apartándonos de tus mandatos y preceptos. No hicimos caso a tus siervos, los profetas, que hablaban en tu nombre a nuestros reyes, a nuestros príncipes, padres y terratenientes.
Tú, Señor, tienes razón, a nosotros nos abruma hoy la vergüenza: a los habitantes de Jerusalén, a judíos e israelitas, cercanos y lejanos, en todos los países por donde los dispersaste por los delitos que cometieron contra ti. Señor, nos abruma la vergüenza: a nuestros reyes, príncipes y padres, porque hemos pecado contra ti. Pero, aunque nosotros nos hemos rebelado, el Señor, nuestro Dios, es compasivo y perdona. No obedecimos al Señor, nuestro Dios, siguiendo las normas que nos daba por sus siervos, los profetas.
Sal 78,8.9.11.13 R/. Señor, no nos trates como merecen nuestros pecados
No recuerdes contra nosotros
las culpas de nuestros padres;
que tu compasión nos alcance pronto,
pues estamos agotados. R.
Socórrenos, Dios, salvador nuestro,
por el honor de tu nombre;
líbranos y perdona nuestros pecados
a causa de tu nombre. R.
Llegue a tu presencia el gemido del cautivo:
con tu brazo poderoso,
salva a los condenados a muerte. R.
Mientras, nosotros, pueblo tuyo,
ovejas de tu rebaño,
te daremos gracias siempre,
contaremos tus alabanzas
de generación en generación. R.
Lucas 6,36-38:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con vosotros."
PARA VIVIR ESTA PALABRA
El reconocimiento de la propia responsabilidad, de la sana autocrítica es algo buenísimo. Quiere decir que la persona se da cuenta, es inteligente y sabe poner las cosas en su justa medida. Quien se cree perfecto y va echando la culpa a los demás de todo está ciego.
Pararse y darse cuenta de lo que está ocurriendo con lo que uno está realizando es el primer requisito para la conversión. Pensar en las consecuencias de nuestros actos. Y esto puede ser una vez que han sido hechos por los efectos causados, o mejor aún si lo pensamos antes, así seremos preventivos y prudentes.
La experiencia es la vida reflexionada, la vida aprendida. Si se vive con "el piloto automático" uno no conduce su propia vida; en realidad no está viviendo como un ser humano. Los seres humanos hemos sido creados con libertad y capacidad de tomar decisiones. Hago esto o lo otro. Si hago esto y me he equivocado, lo primero es reconocerlo, con lo cual podré rectificar para cuando se presente otra ocasión y "reparar" el mal causado en lo que ya ha acontecido. Pedir perdón, reparar, ... es sano ¡es humano! Y Dios siempre perdona y da nuevas oportunidades. Y tu vas viviendo creciendo en humanidad y sabiduría como Daniel, también proclamando la compasión del Señor, que es lo que hace Jesús.
Sed compasivos, ... perdonad... también a nosotros mismos y, por supuesto, a los demás, y ayudar a reflexionar. El mal es malo, hace daño, reconozcámoslo y apártemonos de él y parezcámonos cada vez más a nuestro Padre-Madre del Cielo.