12 noviembre 2012, lunes. XXXII semana  Tiempo ordinario

Comienzo de la carta del apóstol san Pablo a Tito 1,1-9:

Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, para promover la fe de los elegidos de Dios, y el conocimiento de la verdad, según la piedad apoyada en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, había prometido esa vida desde tiempos inmemoriales; al llegar el momento, la ha manifestado abiertamente con la predicación que se me ha confiado, según lo dispuso Dios, nuestro salvador. Querido Tito, verdadero hijo mío en la fe que compartimos; te deseo la gracia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, salvador nuestro. Mi intención al dejarte en Creta era que pusieras en regla lo que faltaba y establecieses presbíteros en cada ciudad, siguiendo las instrucciones que te di. El candidato, que sea un hombre sin tacha, fiel a su única mujer, con hijos creyentes, que no sean indóciles ni acusados de mala conducta. Porque el obispo, siendo administrador de Dios, tiene que ser intachable, no arrogante ni colérico, no dado al vino ni pendenciero, ni tampoco ávido de ganancias. Al contrario, ha de ser hospitalario, amigo de lo bueno, prudente, justo, fiel, dueño de sí. Debe mostrar adhesión a la doctrina cierta, para ser capaz de predicar una enseñanza sana y de rebatir a los adversarios.

Salmo  23                         R/. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor

Del Señor es la tierra y cuanto la llena, 
el orbe y todos sus habitantes: 
él la fundó sobre los mares, 
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor? 
¿Quién puede estar en el recinto sacro? 
El hombre de manos inocentes y puro corazón, 
que no confía en los ídolos. R/.




Evangelio según san Lucas 17,1-6:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás.»
Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería.»

DE LA PALABRA DEL DIA
Es inevitable que sucedan escándalos, per ¡ay del que los provoca! Lucas 17,1

¿Cómo vivir esta Palabra?
Jesús continúa su enseñanza a los discípulos. Él acepta que el escándalo sea a veces inevitable en las relaciones humanas por nuestra fragilidad y por el mal uso  de nuestra libertad. La libertad es un don precioso que nos permite tener una relación íntima con el Dios  que nos ha creado y redimido y nos guía  en el camino de la vida si nos abrimos a Él; es un don que nos hace capaces de opciones nobles pero también de  otras equivocadas.
Somos libres y no autónomos en las manos de Dios. No obstante, si  una persona usa su libertad de forma equivocada pero después se arrepiente, la misericordia  de Dios  está siempre allí para acogerla, perdonarla y sanarla. Por ello, lo que Jesús condena  fuertemente es un estado  querido y habitual de pecado que lleve también al hermano al mal. Esta situación llega a ser más grave cuando hay por medio niños inocentes, frágiles,  indefensos: éste  es el verdadero escándalo.
Mientras reconocemos y damos gracias  por el don de la libertad, debemos gestionarla con  responsabilidad. Nuestra libertad nunca debe herir la conciencia de otros.

Señor, hazme firme en la fe para que pueda difundir  tu verdad  con palabras y obras. Concédeme un fuerte sentido de responsabilidad hacia todos, con un cuidado especial  hacia los más pequeños.  Haz que yo no sea nunca  motivo de escándalo para nadie.

Palabras de un conocido estudioso bíblico
No existe una llave capaz de abrir todas las dimensiones de la vida  frente a Dios y con Dios, sino solamente las diversas llaves de los diferentes testimonios bíblicos, colocadas juntas por el anillo del canon y ofrecidas a nosotros por la benevolencia divina           
                     Erich Zenger