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octubre 2012, lunes. XXX semana Tiempo ordinario
Efesios 4,32–5,8:
Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor. Por otra parte, de inmoralidad, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de santos. Y nada de chabacanerías, estupideces o frases de doble sentido; todo eso está fuera de sitio. Lo vuestro es alabar a Dios. Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con argumentos especiosos; estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos; porque en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz.Salmo 1 R/ Seamos imitadores de Dios, como hijos queridos
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lucas 13,10-17:
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.»
Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.
DE LA PALABRA DEL DIA
Al
verla, Jesús la llamó y le dijo; “Mujer, quedas libre de tu enfermedad”. Lc
13,12
¿Cómo vivir esta Palabra?
Con
frecuencia Jesús daba sus enseñanzas en lugares abiertos. Esta vez el pasaje
tiene lugar dentro de la sinagoga, que podemos imaginar, como de costumbre, llena
de gente. Además era sábado, el día por
excelencia de dar culto a Dios.
Allí,
en medio del gentío, había una mujer que desde hacía diecioho años estaba
encorvada sin poderse enderezar. Ella no había pedido nada ni se había puesto
delante, pero Jesús la vio, se apiadó de su mal, la llamó ante Él y la libró de
su enfermedad. Y estas son las personas que nos interesan hoy.
El
pasaje presenta un itinerario progresivo de acercamiento a la persona, como
enseñanza, por parte de Jesús. Un aumento progresivo de comprensión, de amor, de
voluntad de salvación que es la liberación. La mujer estaba al principio
encorvada y por la intervención de Jesús se yergue, está derecha. Ahora es
libre con la novedad de poder extender su mirada, una mirada que inaugura el
poder abrazar toda su amplitud visual.
Así se convierte en un icono elocuente, también para ti, para mí,
para cada persona que acepte ser liberado
por Jesús. En otras palabras: la enseñanza radica en que el handicap, el impedimento de fondo es
siempre el egoísmo, que nos tiene encorvados cundo nos clava, nos inmoviliza,
para querer, con demasiada frecuencia,
sólo cosas de la tierra.
Señor,
mi libertador, haz que deseemos la libertad verdadera que es estar erguidos
para ver, conocer, querer todo aquello que
mejor nos connote como mujer,
como hombre, como criaturas.
La voz de un gran teólogo santo
La omnipotencia de Dios
se manifiesta en el perdón y en la
misericordia.
Santo Tomás de Aquino