VIVE LA PALABRA
24 agosto 2012, viernes. XX semana del tiempo ordinario
Fiesta de san Bartolomé apóstol
Palabra del día
Ap 21,9b-14: Te mostraré la prometida, la esposa del Cordero
Salmo responsorial 144: Tus amigos, Señor, proclamen la gloria
de tu reinado
Jn 1,45-51: Ahí tienen un israelita de verdad, sin falsedad
Juan 1,45-51:
En aquel
tiempo, Felipe encuentra a Natanael (Bartolomé) y le dice: «Aquel de quien
escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo
de José, de Nazaret.»
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: « ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
Natanael le replicó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?»
Felipe le contestó: «Ven y verás.»
Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: «Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.»
Natanael le contesta: «¿De qué me conoces?»
Jesús le responde: «Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.»
Natanael respondió: «Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.»
Jesús le contestó: « ¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has ver cosas mayores.» Y le añadió: «Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
Hoy celebramos a San Bartolomé, uno de los apóstoles de Jesús.
De él se cuenta que marchó a predicar a la India, y después a la Armenia Mayor,
junto con Judas Tadeo. Fue despellejado vivo por sus perseguidores y mandado
decapitar por el rey Astiages rey de Armenia, porque había convertido a su
hermano al cristianismo.
En el Evangelio, llama la atención que sea Felipe el que invita
a su amigo Natanael a ir a Jesús. Nos hace ver que es fundamental la labor
apostólica de anunciar a Jesús. Y aquí entramos todos, de modo especial las
madres, padres, padrinos y madrinas, cuya labor no termina en el momento del
bautismo, ni deriva en los regalos en las fechas señaladas, sino que debe
acompaña toda la vida de nuestro hijo/a y ahijado/a.
El hecho de que el prejuicio acerca de Nazaret y sus gentes
quede superado en el relato también nos ofrece una clave porque es algo por lo
que solemos dejarnos llevar en nuestras relaciones; estamos llamados a superar
la primera impresión ante las personas y las cosas, y la necesidad de implicarnos
y conocer.
Bartolomé es alabado por Jesús por su ser sincero, un hombre sin
engaño, auténtico Israel que Dios quiere. Y porque es auténtico y sincero puede
unirse a la Verdad que es Cristo y seguirlo hasta compartir su muerte y también
su gloria.
La voz de un obispo y hagiógrafo
dominico
Bartolomé se mantuvo ajeno al amor de las cosas en este
mundo, vivió pendiente de los amores celestiales y toda su vida permaneció
apoyado en la gracia y auxilio divino, no sosteniéndose en sus propios méritos
sino sobre la ayuda de Dios. (Santiago de la Voragine, siglo XIII)
VIVE LA PALABRA
23 agosto 2012, jueves. XX semana del tiempo ordinario
Palabra del día
Ez 36,23-28: Les daré un corazón nuevo y les infundiré un
espíritu nuevo
Salmo responsortial 50:
Derramaré sobre ustedes un agua pura y les purificaré de todas sus
inmundicias
Mateo 22,1-14:
En aquel
tiempo, de nuevo tomó Jesús la palabra y habló en parábolas a los sumos
sacerdotes y a los ancianos del pueblo: «El reino de los cielos se parece a un
rey que celebraba la boda de su hijo. Mandó criados para que avisaran a los convidados a la boda, pero no quisieron
ir. Volvió a mandar criados, encargándoles que les dijeran: "Tengo preparado el banquete, he matado
terneros y reses cebadas, y todo está a punto. Venid a la boda." Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios;
los demás les echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos. El
rey montó en cólera, envió sus tropas, que acabaron con aquellos asesinos y
prendieron fuego a la ciudad. Luego dijo a sus criados: "La boda está
preparada, pero los convidados no se la merecían. Id ahora a los cruces de los
caminos, y a todos los que encontréis, convidadlos a la boda." Los criados
salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos.
La sala del banquete se llenó de comensales. Cuando el rey entró a saludar a
los comensales, reparó en uno que no llevaba traje de fiesta y le dijo: "Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin
vestirte de fiesta?" El otro no abrió la boca. Entonces el rey dijo a los
camareros: "Atadlo de pies y manos y arrojadlo fuera, a las tinieblas.
Allí será el llanto y el rechinar de dientes." Porque muchos son los
llamados y pocos los escogidos.»
¿Cómo vivir esta Palabra?
Siempre
hay que tener en cuenta a quién dirige Jesús sus parábolas. La de este
fragmento del evangelio va dirigida a “los sumos sacerdotes y a los senadores
del pueblo”. Es decir a personas que le rechazaban abiertamente. ¿Qué hizo
Jesús ante esta actitud, que ciertamente iba más allá de los sacerdotes y
senadores? Siguió ofreciéndoles el agua limpia y purificadora de sus enseñanza,
de su buena noticia, les invitó al banquete de su amistad, todo ello en vistas
a cambiar su corazón de piedra por uno de carne para que fuesen capaces de
aceptarle a él y al mensaje de salvación que les ofrecía de parte de Dios.
No hay que pasar
por alto el detalle de que Dios repite sus llamadas y sus invitaciones. Dios es paciente y de gran corazón. Dios le da
tiempo a los llamados e incluso les ofrece nuevas posibilidades. Quiere que su
invitación sea aceptada, por eso envía repetidamente a sus servidores, aún
cuando éstos sean rechazados e incluso maltratados.
Al leer
y meditar esta Palabra debemos reflexionar que es una gran alegría estar
invitados a la boda de Dios con su Pueblo, algo anunciado por los profetas y
que llega con Jesucristo. Por la parte que toca a Dios todo está hecho, la boda
está preparada, estás invitado/a, sólo tienes que hacer tu parte: ponerte tu
traje de fiesta y acudir a la cita, feliz y contenta/o, con deseos de dejarte
sorprender, admirar, agradecer y disfrutar. El traje no es otro que la caridad,
las buenas obras.
La voz del filósofo y santo obispo de
Hipona
“¿Cuál será,
entonces, el vestido nupcial? Aquí lo tienen: dice el Apóstol que el fin del
mandamiento es la caridad que brota de un corazón puro, de una buena conciencia
y de una fe sincera (1 Timoteo 1,5). Ése es el vestido nupcial. No una caridad
cualquiera, pues muchas veces vemos amarse a personas que comparten una mala
conciencia… Pero esa no es la caridad que brota de un corazón puro, de una
buena conciencia y de una fe sincera”. (San Agustín, Sermón 90, 5.6)