VIVE LA PALABRA
15 agosto 2012, miércoles.  XIX semana Tiempo ordinario
Fiesta de la Asunción de la Virgen María al Cielo
Lecturas del día
Ap 11,19a–12,1.3-6a10ab: Una mujer revestida del sol, la luna bajo sus pies
Salmo responsorial 44: De pie, a tu derecha, está la reina, enjoyada con oro
1 Cor 15,20-27ª: El primero es Cristo, después los cristianos
Lc 1,39-56: El Poderoso ha hecho grandes cosas por mí
Lucas 1, 39-56:  En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
–« ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!
¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.»
María dijo:
–«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
 
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
 
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
 
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
 
de generación en generación.
El hace proezas con su brazo:
 
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
 
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
 
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
 
acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.»
María se quedó con Isabel unos tres meses y después volvió a su casa.

¿Cómo vivir esta Palabra?
Esta fiesta celebra que «la Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste» (Constitución apostólica Munificentissimus Deus de Pío XII del 1/11/1950). En muchos pueblos se celebraba desde antiguo este misterio.
Desde antiguo, la muerte de María fue vista como una «dormición», su paso a la vida eterna de la mano de su Hijo. La unión de la Madre y el Hijo mantenida siempre, sin interrupción.  Así expresaban que la muerte de María no tenía la condición trágica que nosotros experimentamos, sino que había sido un paso imperceptible: se había dormido, pero estaba viva, toda ella: en cuerpo y alma.
María, la Madre de Dios, fue objeto de glorificación corporal después de su muerte y en ella se manifiesta el fin y la plenitud de toda la creación.

La declaración oficial y solemne del dogma de la Asunción por el Papa llegó veinte siglos después, proclamando el misterio de fe sobre el destino de María e iluminando el  de todos nosotros. María está resucitada con su Hijo para siempre y goza de la plenitud de la salvación. La unidad de la persona (cuerpo y alma) es plenificada. María está resucitada y es una mujer universal con una maternidad que alcanza a todos los miembros del Cuerpo de Cristo, la Iglesia. María es la representante de la Iglesia triunfante, la que preside la comunión de los santos y santas del Cielo.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones. Desde la encarnación, desde su participación junto a Jesús en llevar adelante el proyecto de Dios y ahora en su exaltación y glorificación. En la asunción de María se nos invita a cantar de forma singular el Magnificat porque exalta esos atributos de Dios presentes, principalmente, en la muerte y resurrección de Jesús y en la glorificación de su madre. La Iglesia tiene motivos para cantar con los primeros cristianos y con María: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador.

La voz de  ..  interrogatorio de Trajano a Ignacio de Antioquía
Trajano: "¿Quién eres tú, espíritu malvado, que osas desobedecer mis órdenes e incitas a otros a su perdición?"
Ignacio: -"Nadie llama a Teóforo espíritu malvado", respondió el santo.
-"¿Quién es Teóforo?.
Ignacio:  -"El que lleva a Cristo dentro de sí".
-"¿Quiere eso decir que nosotros no llevamos dentro a los dioses que nos ayudan contra nuestros enemigos?", preguntó el emperador.
Ignacio:  -"Te equivocas cuando llamas dioses a los que no son sino diablos", replicó Ignacio. "Hay un solo Dios que hizo el cielo y la tierra y todas las cosas; y un solo Jesucristo, en cuyo reino deseo ardientemente ser admitido".
-"¿Te refieres al que fue crucificado bajo Poncio Pilato?".
Ignacio -"Sí, a Aquél que con su muerte crucificó el pecado y a su autor, y que proclamó que toda malicia diabólica ha de ser hollada por quienes lo llevan en el corazón".
-"¿Entonces tú llevas a Cristo dentro de ti?
Ignacio: -"Sí, porque está escrito, viviré con ellos y caminaré con ellos".