26 junio 2012, martes. XII semana Tiempo ordinario

DE LA PALABRA DEL DIA
El rey de Asiria  envió mensajeros a Ezequías para decirle: Decid a Ezequías, rey de Judá: “Que no te engañe tu Dios, en quien confías”[…]. Ezequías tomó la carta de manos  de los mensajeros y la leyó; después subió al templo, la abrió  ante el Señor y oró. 2Reyes 19, 9b-10. 14-15ª.
¿Cómo vivir esta Palabra?
La altanería y la soberbia humanas no se  detienen  ni siquiera ante Dios, al contrario, llegan  hasta  el insulto, tildándolo de embustero  e  incapaz de defender  a quien confía sólo en Él. La historia es de ello, con frecuencia,  un elocuente testimonio, como documentan  estas páginas de la  Sagrada Escritura.  El reino de Judá estaba amenazado  por Asiria,  que quería someterlo. Con este fin, el enemigo hace preceder la  acción militar  de una intervención escrita, tendente a minar la confianza del pueblo en YHWH, cuyo poder  se  ridiculizaba y banalizaba en la misiva.  Ante la muy  justificada situación de angustia y de preocupación, Ezequías, rey de Judá, reacciona abriendo la carta provocadora  ante el Señor y poniéndose totalmente en sus manos, con un acto de total confianza.  Y el enemigo se verá constreñido a alejarse incluso antes  de entablar  batalla.
La verdadera roca fuerte de Dios,  antes todavía que un pueblo, es el corazón  de todo hombre que el príncipe del mal  intenta  estrechar  mediante el asedio, y de intimidar  minándole la confianza en Dios. Pero el enemigo  del bien  sabe que no puede ir mucho más allá mientras la persona permanezca anclada en Dios. El recurso a sólo estrategias humanas, con exclusión de una serena entrega al Señor,  es cuanto puede abrirle una brecha. El  único árbitro de la situación  es la persona que debe decidir  en quien poner  su confianza: en Dios,  en ella, o en cualquier otro ídolo.

Hoy,  en mi pausa contemplativa, miraré de frente  mis miedos para presentarlos  ante el Señor, a quien quiero reconfirmr mi plena  confianza.
Señor, Tú conoces  cuanto  bulle en mi corazón. El conocimiento  de mi fragilidad, me hace temblar con frecuencia  frente a situaciones  que no sé como gestionar. Pero Tú estás siempre conmigo y yo me arrojo  en tus brazos  con plena confianza  y total abandono.

La voz de un testigo
¡No protestes por el abandono de Dios en tu vida! ¡Dios es fiel! No te abandonará nunca, ha puesto en ti su morada. Si las ramas de un árbol esconden los rayos del sol no significa que  el sol se haya apagado. Observa mejor y verás  que el sol volverá  a resplandecer  apenas  caigan las  primeras hojas.   Sergio Jeremías de Souza