25 abril 2012, miércoles. San Marcos evangelista

DE LA PALABRA DEL DIA
Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda criatura. Mc 16,15
¿Cómo vivir esta Palabra?
En la gloria de su resurrección, Jesús se aparece a los once apóstoles, (Judas se había marchado la noche de la traición) y una vez más  se muestra interesado por nuestra salvación: la que coincide con el alegre anuncio del evangelio no sólo a todos los hombres sino a toda criatura, es decir, a todo el universo.
Precisamente en este tiempo pascual, en el que el despertar de la naturaleza coincide con el canto del Alleluia, vale la pena detenernos en el significado profundo de las palabras. Por ello ¿qué significa predicar el evangelio a toda criatura? Ya la invitación de Jesús sería universal si hubiese dicho: predicad el evangelio a todos los  hombres.  En cambio dice “a toda criatura”.
Es muy bella esta total inmersión de cada realidad creada, en la vida renovada del misterio de Aquel que, resucitando, venció a la muerte.  Es una urgente invitación a vivir el asombro más allá del que proporciona la naturaleza que nos rodea. Es una invitación a promoverla,  a protegerla, a evitar  toda explotación  abusiva y egoísta.

Anunciar el evangelio quiere decir hacer conscientes a todos y a todo que somos amados; que quien nos ha creado también nos ha salvado, que tenemos un destino de gloria para siempre. Sí, a toda criatura es anunciada  la salvación: ante todo a ti  que eres  hombre, mujer, anciano, niño, pero después también al perro, al gato a la oveja, al pajarillo,  a los árboles y a las flores y a la hierba.
Señor,  vivo  con alegría la conciencia de ser una criatura tuya evangelizada, y te pido poder evangelizar  lo que vive dando amor y alegría.

La voz de la Iglesia
“Así, pues,  incumbe a todos  lo laicos la preclara empresa de colaborar  para que el divino designio de salvación alcance más y más a todos los hombres de todos los tiempos y en todas las partes de la tierra. Por consiguiente, ábraseles por doquier el camino para que, conforme a sus posibilidades y según las necesidades de los tiempos,  también ellos  participen celosamente en la obra salvífica de la Iglesia”.
Lumen  gentium 33