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abril 2012, lunes. III semana de Pascua
DE LA PALABRA DEL DIA
Unos
cuantos de la sinagoga llamada de los Libertos, oriundos de Cirene, Alejandría,
Cilicia y Asia, se pusieron a discutir con Esteban; pero no lograban hacer frente a la sabiduría y al espíritu con que hablaba. Hch
6, 8-9
¿Cómo vivir esta Palabra?
En
el arresto de Esteban, el primer mártir, se refleja en cierta medida lo
sucedido a Jesús. Esteban estaba lleno de gracia y ejercía sobre el pueblo aquel poder que es la fascinación de los hombres libres
seguidores de Cristo.
Los
que empezaron la disputa con él, eran gente de religión hebrea y de diversas
nacionalidades. Habrían querido vencer, pero Esteban hablaba con una “sabiduría
inspirada” que revelaba su superioridad
espiritual. El pueblo, evidentemente estaba con él. Y así la envidia y celos se dieron la mano
para que los hombres de la sinagoga se enfurecieran y soliviantaran a la gente fácil
a la acusación engañosa. Y, es de notar, la calumnia surge dentro de su
religiosidad. Esteban, diácono, según ellos era reo de blasfemia
“contra Moisés y contra Dios”. He aquí: Jesús, según sus acusadores, había sido
blasfemo proclamándose Hijo de Dios, Esteban,
según sus opositores, había incurrido en la misma iniquidad.
Es
de observar que, a lo largo de la historia, no han sido pocos los casos en los
que la condena de hombres justos fue motivada mediante acusaciones injustas de
un comportamiento opuesto a la fe en Dios y al honor a Él debido.
Señor,
que ni de pensamiento ni de palabras yo me erija en juez para condenar a nadie. Y, sobre todo, que nunca tu Palabra sea arma contra mi prójimo sino luz y
salvación.
La voz de un doctor de la Iglesia
San Efrén.