13 abril 2012. Viernes de la octava de Pascua

DE LA PALABRA DEL DIA
Pedro y Juan […] enseñaban al pueblo y anunciaban la resurrección de los muertos. Los arrestaron y, como ya era tarde,  los metieron en la cárcel hasta el día siguiente. Muchos de los que  habían oído el discurso, unos cinco mil hombres,  abrazaron la fe. Hechos 4, 1-4
¿Cómo vivir esta Palabra?
Llaman la atención al menos tres cosas: la perseverancia con la que los dos apóstoles (en otro tiempo tan atemorizados) anunciaban con gran valor a Cristo resucitado; la oposición de los jefes que no soportaban que fuese proclamando el nombre de Jesús resucitado y, finalmente, el hecho  de que, a pesar del ambiente de persecución, hasta encarcelar a  Pedro y Juan, muchos se adherían a la fe en Jesucristo.
Quien obra en estas circunstancias es el Espíritu Santo, del que el texto dice que ‘Pedro estaba lleno’. Y es en virtud de la fuerza del Espíritu cómo se hace evidente que no sólo quien había sido curado lo había sido “en el Nombre de Jesucristo Nazareno”, sino que este Jesús, que era “la piedra desechada” por los jefes del pueblo, se había “convertido en piedra angular”, y en el único en cuyo Nombre, se puede alcanzar la salvación.

Hoy, al entrar en mi corazón, pediré que, en virtud del Espíritu Santo que habita en mí, llegue a la total convicción que la salvación de mi vida es Jesús.

Señor, concédeme dar testimonio con mi vida de tu misterio de resurrección, que he sido llamad@ a celebrar en la Fe.  Que yo construya mi vida  en Ti, mi “piedra angular”, “mi salvación”.

La voz del Concilio Vaticano II
Cree la Iglesia que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en el que sea necesario salvarse.
                                                                                                          Gaudium et Spes, 10