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abril 2012. Viernes de la octava de Pascua
DE LA PALABRA DEL DIA
Pedro y Juan […] enseñaban al pueblo y anunciaban la
resurrección de los muertos. Los arrestaron y, como ya era tarde, los metieron en la cárcel hasta el día
siguiente. Muchos de los que habían oído
el discurso, unos cinco mil hombres,
abrazaron la fe. Hechos 4, 1-4
¿Cómo
vivir esta Palabra?
Llaman
la atención al menos tres cosas: la
perseverancia con la que los dos apóstoles (en otro tiempo tan
atemorizados) anunciaban con gran valor a Cristo resucitado; la oposición de los jefes que no soportaban que fuese proclamando el nombre de
Jesús resucitado y, finalmente, el hecho de que, a pesar del ambiente de persecución, hasta encarcelar a Pedro y Juan, muchos se
adherían a la fe en Jesucristo.
Quien obra en estas circunstancias es el Espíritu Santo, del que el
texto dice que ‘Pedro estaba lleno’. Y es en virtud de la fuerza del Espíritu cómo se hace
evidente que no sólo quien había sido curado lo había sido “en el Nombre de
Jesucristo Nazareno”, sino que este Jesús, que era “la piedra desechada” por
los jefes del pueblo, se había “convertido en piedra angular”, y en el único en
cuyo Nombre, se puede alcanzar la salvación.
Hoy, al entrar
en mi corazón, pediré que, en virtud del Espíritu Santo que habita en mí, llegue a la total convicción
que la salvación de mi vida es Jesús.
Señor,
concédeme dar testimonio con mi vida de tu misterio de resurrección, que he
sido llamad@ a celebrar en la Fe. Que yo
construya mi vida en Ti, mi “piedra
angular”, “mi salvación”.
La
voz del Concilio Vaticano II
Cree la Iglesia
que Cristo, muerto y resucitado por todos, da al hombre su luz y su fuerza por
el Espíritu Santo, a fin de que pueda responder a su máxima vocación y que no ha sido dado bajo el cielo a la humanidad otro nombre en
el que sea necesario salvarse.
Gaudium et Spes, 10