11 abril 2012. Miércoles de la octava de Pascua
DE
LA PALABRA DEL DIA
Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan,
pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron
los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció. Ellos comentaron entre sí: “¿No
ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las
Escrituras?”.
Lucas 4, 30-32
¿Cómo
vivir esta Palabra?
Con
rostro triste y los ojos incapaces de reconocer a Jesús, los dos discípulos -quizás discípulo y discípula, Cleofás y su mujer- de
Emaús habían caminado junto al Maestro sin tomar conciencia de ello. Sólo cuando sentados a la mesa junto a Él, lo
ven “partir el pan”, del que debían alimentarse, cesó la ceguera de sus ojos y reconocen al
Maestro con una alegría que la narración del evangelista no dice pero que se
intuye en el relato. Si el capítulo sexto de san Juan es el mejor tratado de la teología sobre la Eucaristía, este relato de Lucas es el mejor tratado pedagógico sobre ella. El hecho es real, Jesús está presente en la Palabra y en la fracción del Pan compartido. Podemos dialogar y comer con Él en su mesa.
Es
muy importante el acompañamiento de Jesús a los discípulos desvelándoles las Escrituras,
“comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas” hasta su misterio de
muerte y resurrección. Pero ¿no es esto lo que se realiza durante la
celebración eucarística? La Palabra anunciada se convierte en Pan partido y entregado cuando dos o tres se reúnen en su nombre haciendo memoria de él. Sí, es una llamada a dejarnos tocar íntimamente por Jesús. Es entonces cuando los ojos del corazón se abren y
reconocemos que aquel Jesús del que se
nos ha proclamado su Palabra, es ahora Pan partido que alimenta nuestras vidas para que podamos vivir como él, entregando la vida en el servicio a los hermanos y hermanas.
Hoy, en mi pausa
contemplativa, me imaginaré junto a los dos de Emaús. Contemplaré a
Jesús que me desvela el sentido de las
Escrituras y lo reconoceré en la fracción del Pan.
Señor
Jesús, haz que no pierda la gracia del Encuentro real contigo que en cada Eucaristía vivo contigo. Concédeme estar siempre presente contigo, ante Ti, el Presente por esencia.
La
voz de un profeta de nuestros tiempos
Emaús es el
camino de cada uno, porque Él es el “camino”; un camino que continúa también
cuando yo me detengo y trato de detener al Señor donde yo me detengo.
Primo Mazzolari