Domingo II de cuaresma. 4 marzo 2012: Marcos 9, 2-10.
LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS
LIBERAR LA
FUERZA DEL EVANGELIO
El relato de la "Transfiguración de
Jesús" fue desde el comienzo muy popular entre sus seguidores. No es un
episodio más. La escena, recreada con diversos recursos de carácter simbólico,
es grandiosa. Los evangelistas presentan a Jesús con el rostro resplandeciente
mientras conversa con Moisés y Elías.
Los
tres discípulos que lo han acompañado hasta la cumbre de la montaña quedan
sobrecogidos. No saben qué pensar de todo aquello. El misterio que envuelve a
Jesús es demasiado grande. Marcos dice que estaban asustados.
La
escena culmina de forma extraña: «Se formó una nube que los cubrió y salió
de la nube una voz: Este es mi Hijo amado. Escuchadlo». El movimiento de
Jesús nació escuchando su llamada. Su Palabra, recogida más tarde en cuatro
pequeños escritos, fue engendrando nuevos seguidores. La Iglesia vive
escuchando su Evangelio.
Este
mensaje de Jesús, encuentra hoy muchos obstáculos para llegar hasta los hombres
y mujeres de nuestro tiempo. Al abandonar la práctica religiosa, muchos han
dejado de escucharlo para siempre. Ya no oirán hablar de Jesús si no es de
forma casual o distraída.
Tampoco
quienes se acercan a las comunidades cristianas pueden apreciar fácilmente la
Palabra de Jesús. Su mensaje se pierde entre otras prácticas, costumbres y
doctrinas. Es difícil captar su importancia decisiva. La fuerza liberadora de
su Evangelio queda a veces bloqueada por lenguajes y comentarios ajenos a su
espíritu.
Sin
embargo, también hoy, lo único decisivo que podemos ofrecer los cristianos a la
sociedad moderna es la Buena Noticia proclamada por Jesús, y su proyecto de una
vida más sana y digna. No podemos seguir reteniendo la fuerza humanizadora de
su Evangelio.
Hemos
de hacer que corra limpia, viva y abundante por nuestras comunidades. Que
llegue hasta los hogares, que la puedan conocer quienes buscan un sentido nuevo
a sus vidas, que la puedan escuchar quienes viven sin esperanza.
Hemos
de aprender a leer juntos el Evangelio. Familiarizarnos con los relatos
evangélicos. Ponernos en contacto directo e inmediato con la Buena Noticia de
Jesús. En esto hemos de gastar las energías. De aquí empezará la renovación que
necesita hoy la Iglesia.
Cuando
la institución eclesiástica va perdiendo el poder de atracción que ha tenido
durante siglos, hemos de descubrir la atracción que tiene Jesús, el Hijo amado
de Dios, para quienes buscan verdad y vida. Dentro de pocos años, nos daremos
cuenta de que todo nos está empujando a poner con más fidelidad su Buena
Noticia en el centro del cristianismo.
José Antonio Pagola
Red
evangelizadora BUENAS NOTICIAS
Libera la fuerza del
Evangelio. Pásalo.
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4 de marzo de
2012
2 Cuaresma (B)
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Sábado I semana de cuaresma. 3 marzo 2012
EVANGELIO DEL DÍA
Dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo” y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen.
Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No
hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto». Mt 5, 43-48
Jesús cuestiona la ley y propone dar un paso más allá. Si la ley habla de amar sólo a tu prójimo,
Él invita a amar incluso a tu enemigo y al que te persigue. Porque la naturaleza del amor es expansiva. No se conforma con los logros obtenidos sino que siempre se plantea un paso más, ir siempre más allá. Así lo manifiesta Jesús. El evangelio nos invita a amar sin condiciones. Es una invitación a vivir una experiencia: poner el amor (respeto, colaboración, ayuda…) en el primer lugar de nuestras actuaciones.
Poco a poco podremos ver que este amor nos pide más y más. Es una cualidad del amor: nunca se conforma, no tiene fronteras. Y por ahí entra el evangelio de hoy que nos pide dejarnos arrastrar por esta marea tranquila pero constante que es el amor. Así es el amor, así es Dios.
La invitación de hoy: atravesar alguna frontera y dejar que mi capacidad de servir se amplíe y llegue a alguien que quizá no estaba en mis planes.