DE LA PALABRA DEL DIA
Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se
le dará más signo que el signo de Jonás. Lc 11,29
¿Cómo
vivir esta Palabra?
Esta Palabra de Jesús puede causar
asombro, pero es necesario captarla en el contexto de toda la dureza de
corazón que rodeaba al Señor.
No bastaba a
sus enemigos los signos de las curaciones que Jesús realizaba en medio del
pueblo. Ni siquiera la resurrección de los muertos. Escribas, fariseos, doctores
de la ley ponían continuamente a prueba la paciencia de Jesús, pretendiendo cosas estrepitosas. Y el claro rechazo del Señor, agudizaba el
odio que nutrían hacia Él.
Pero ¿cual es
el signo de Jonás al que Jesús se refiere? Jonás es el profeta, primero
reticente y temeroso frente a la voluntad de Dos, que después abraza
fuertemente, tras haber pasado tres días y tres noches en el vientre de la
ballena que finalmente lo lleva a la playa, para que cumpla su decisión de ser y hacer lo que Dios había proyectado que hiciera, en función
de la salvación de los ninivitas, un pueblo pagano.
Lo que en la Biblia se narra a propósito
de Jonás, se ha convertido en el signo por excelencia que es la resurrección de Jesús.
“Si Cristo no hubiese resucitado –dice
san Pablo- vana sería nuestra fe”.
Pero, puesto que esta es la verdad
en la que se apoya nuestra fe,
este gran signo nos basta.
Señor, te pido que yo no debilite
mi plena confianza en Ti (por tanto mi fe), con lamentables peticiones de signos o señales : para esto o
para aquello, para mí o para otros.
Señor Jesús, sé Tú el signo
esplendente de tu humana-divinidad.
La
voz de un pedagogo
Sé a quien creo. Mi fe en Dios
pierde todo límite mediante el conocimiento de mí mismo y gracias al
conocimiento derivado de éste, él de las leyes del mundo moral. El concepto del infinito se enlaza en mi
naturaleza con el concepto de lo eterno y yo siento nacer en mí la esperanza de
una vida eterna. Y cuanto más amo al Eterno, tanto más espero en una vida eterna; y cuanto mayor es
mi fe en Él, cuanto más grato le soy,
cuanto más Lo sigo, tanto más verdadera llega a ser para mi la
convicción de mi inmortalidad.
Johann
Heinrich Pestalozzi