31 enero 2012. Fiesta de San Juan Bosco

del evangelio del día
¿Por qué lloráis? La niña no está muerte, está dormida. Mc 5, 39

¿Cómo vivir esta Palabra?
Esta frase de Jesús pertenece a un pasaje del Evangelio en la que se alternan dos episodios dramáticos:
 Se acerca a Jesús un jefe de la sinagoga, llamado Jairo, para decirle que su hija estaba muy enferma, rogándole que fuera a su casa  a curarla. En el camino, una mujer, también con la esperanza de obtener de Jesús la curación de su enfermedad, le tocó por detrás el borde de su manto, sintiendo al punto detenerse el flujo de sangre que desde hacía años debilitaba sus fuerzas. En este momento llegaron a comunicar  al jefe de la sinagoga que ya no era  necesario que fuera Jesús,  pues la niña acababa de morir. No obstante Jesús prosiguió su camino a casa de Jairo.
La decisión de Jesús llevó a la gente a pensar que iría a expresar su participación en el dolor de la familia. La sorpresa de todos se produjo, en primer lugar, por lo que al llegar dijo Jesús y, después, por lo que sucedió a través de su intervención. Jesús afirmó que la niña no estaba muerta sino dormida y la restituyó a la alegría de vivir.
Lo que en este pasaje se subraya es el duelo muerte-vida. Jesús sabe que la muerte es, por excelencia, el primer enemigo del hombre, y le quita el aguijón cambiándole la identidad, hace de ella (de la muerte),  una “dormición”, no un corte de la vida. No al acaso, en las inscripciones de las tumbas antiguas solían poner que  cuantos yacían allí reposaban en Dios, esperando el despertar en la  resurrección final.
  
 Precisamente esta es la verdad  que cuenta Y es necesario dejarse interpelar por ello. Para mí ¿la muerte es el desastre-destrucción inevitable o un sueño en función del  paso a la vida plena y eterna?

Señor, mi fuerza es la certeza de ser también yo, y ya ahora, un resucitado en esperanza. ¡Auméntala en mí!

La voz del Santo de los jóvenes
Quién sabe, decía para mí, si estos jóvenes (visitados en la cárcel) tuviesen fuera un amigo que se preocupase de ellos, los asistiese y los instruyera en la religión en los días  festivos? ¿Quién sabe si con esta ayuda pudieran mantenerse lejos de la ruina o al menos que disminuyera el número de los  que vuelven a la cárcel?                                                                                                              San Juan Bosco