sabiduría 13:5

11 noviembre 2011, viernes. XXXII semana Tiempo ordinario

De la Palabra del día
"Por la grandeza y belleza de las criaturas, se percibe por analogía quien les dio el ser". 
Sabiduría 13,5

¿Cómo vivir esta Palabra?
La mirada contemplativa que se posaba sobre la belleza de una naturaleza todavía virginalmente intacta, el tembloroso estupor suscitado por las manifestaciones de grandeza y de fuerza que de ella salían, llevaban al hombre primitivo a doblar reverente la rodilla: manifestaciones de una inconsciente religiosidad, que ha dejado huellas de sí en los hallazgos arqueológicos y que revelan cómo esta dimensión es connatural al ser humano.
Hoy la ciencia nos ha permitido ampliar los conocimientos: sabemos que nuestro universo no es sino una  porción  marginal del extraordinario escenario que se despliega en el espacio, y que no cesa de colmarnos de gozoso asombro  por el orden, la armonía y la belleza que por doquier reinan soberanos.
Pero raramente la maravilla se conjuga con la adoración. En esta inmensidad que nos trasciende, en la que todo aparece regulado por leyes de tal manera lógicas y sabias que la inteligencia humana llega a descubrir y comprender su mecanismo hasta para poder formular hipótesis y previsiones, hay dificultad para leer en ella una Mente ordenadora, suprema,  a la que  dar el nombre de Dios.
Ateísmo declarado, agnosticismo difuso van del brazo con una religiosidad que no se revela sino como un residuo de tradiciones que han perdido el soporte de una fe  convencida y contagiante. Sí, también contagiante, porque allí donde nuestro  declararnos creyentes  no contagia, quiere decir que falta credibilidad, que es una fe asfíxica. La Sabiduría nos  interpela, ante todo y sobre todo a cada uno de nosotros, para que refundamos y relancemos nuestra adhesión a Cristo.  No olvidemos  que tenemos el deber de ser luz para que el mundo no naufrague en las tinieblas, pero una luz floja o  apagada  no ilumina  ni calienta a nadie.
  
Qué hay en mí de pagano y de agnóstico me preguntaré hoy con el deseo de  fortalecer mi fe.

Señor, abre mis ojos, para que yo sepa leer en Ti  cuanto me circunda y vivo.

La voz de un pedagogo
Sé a quien creo. Mi fe en Dios pierde todo límite mediante el conocimiento de mí mismo y, gracias al conocimiento derivado de esta, de las leyes del mundo moral.
                                                                                               Johann Heinrich Pestalozzi