Viernes 02 de diciembre de 2016
Isaías 29, 17-24:
Esto dice el Señor: Pronto, muy pronto, el Líbano se convertirá en vergel, el vergel parecerá un bosque; aquel día oirán los sordos las palabras del libro; sin tinieblas ni oscuridad verán los ojos de los ciegos. Los oprimidos volverán a alegrarse con el Señor y los pobres gozarán con el Santo de Israel; porque se acabó el opresor, terminó el cínico; y serán aniquilados los despiertos para el mal, los que van a coger a otro en el hablar, y al que defienden en el tribunal con trampas y por nada hunden al inocente.
Así dice a la casa de Jacob el Señor, que rescató a Abrahán: Ya no se avergonzará Jacob, ya no se sonrojará su cara, pues cuando vea mis acciones en medio de él santificará mi nombre, santificará al Santo de Jacob y temerá al Dios de Israel. Los que habían perdido la cabeza comprenderán, y los que protestaban aprenderán la enseñanza.
Salmo. 26, 1.4.13-14 R. El Señor es mi luz y mi salvación
El Señor es mi luz y mi salvación;
¿A quién temeré? Una cosa pido al Señor,
eso buscaré: Habitar en la casa del Señor
por los días de mi vida. R.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor.R.
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 9,27-31
Dos ciegos seguían a Jesús, gritando: «Ten compasión de nosotros, hijo de David». Al llegar a la casa se le acercaron los ciegos, y Jesús les dijo: «¿Creéis que puedo hacerlo?». Contestaron: «Sí, Señor». Entonces les tocó los ojos, diciendo: «Que os suceda conforme a vuestra fe».Y se les abrieron los ojos. Jesús les ordenó severamente: «¡Cuidado con que lo sepa alguien!». Pero ellos, al salir, hablaron de él por toda la comarca.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Es una estampa muy propia de Adviento la de los dos ciegos que están esperando, y cuando se enteran que viene Jesús, le siguen gritando: «ten compasión de nosotros, Hijo de David».
Dos ciegos que desean, buscan y piden a gritos su curación.
Tal vez no conocen bien a Jesús, ni saben qué clase de Mesías es. Pero le siguen y se encuentran con el auténtico Salvador, quedan curados y se marchan hablando a todos de Jesús.
Como tantas otras personas que a lo largo de la vida de Jesús encontraron en él el sentido de sus vidas.
Una vez más se demuestra la verdad de la gran afirmación: «yo soy la luz del mundo: el que me sigue no andará en tinieblas».
El Adviento lo estamos viviendo desde una historia concreta. Feliz o desgraciada. Y las lecturas nos están diciendo que este mundo nuestro tiene remedio: éste, con sus defectos y calamidades, no otros mundos posibles.
Que Dios nos quiere liberar de las injusticias que existen ahora, como en tiempos del profeta. De las opresiones. De los miedos.
Cuántas personas están ahora mismo clamando desde su interior, esperando un Salvador que no saben bien quién es: y lo hacen desde la pobreza y el hambre, la soledad y la enfermedad, la injusticia y la guerra. Los dos ciegos tienen muchos imitadores, aunque no todos sepan que su deseo de curación coincide con la voluntad de Dios que les quiere salvar.
Pero nos podemos hacer a nosotros mismos la pregunta: ¿en verdad queremos ser salvados? ¿nos damos cuenta de que necesitamos ser salvados? ¿seguimos a ese Jesús como los ciegos suplicándole que nos ayude? ¿de qué ceguera nos tiene que salvar? Hay cegueras causadas por el odio, por el interés materialista de la vida, por la distracción, por la pasión, el egoísmo, el orgullo o la cortedad de miras. ¿No necesitamos de veras que Cristo toque nuestros ojos y nos ayude a ver y a distinguir lo que son valores y lo que son contravalores en nuestro mundo de hoy? ¿o preferimos seguir ciegos, permanecer en la oscuridad o en la penumbra, y caminar por la vida desorientados, sin profundizar en su sentido, manipulados por la última ideología de moda?
El Adviento nos invita a abrir los ojos, a esperar, a permanecer en búsqueda continua, a decir desde lo hondo de nuestro ser «ven, Señor Jesús», a dejarnos salvar y a salir al encuentro del verdadero Salvador, que es Cristo Jesús. Sea cual sea nuestra situación personal y comunitaria, Dios nos alarga su mano y nos invita a la esperanza, porque nos asegura que él está con nosotros.
La Iglesia peregrina hacia delante, hacia los tiempos definitivos, donde la salvación será plena. Por eso durante el Adviento se nos invita tanto a vivir en vigilancia y espera, exclamando «Marana tha», «Ven, Señor Jesús».
Al inicio de la Eucaristía, muchas veces repetimos -ojalá desde dentro, creyendo lo que decimos- la súplica de los ciegos: «Kyrie, eleison. Señor, ten compasión de nosotros». Para que él nos purifique interiormente, nos preste su fuerza, nos cure de nuestros males y nos ayude a celebrar bien su Eucaristía. Es una súplica breve e intensa que muy bien podemos llamar oración de Adviento, porque estamos pidiendo la venida de Cristo a nuestras vidas, que es la que nos salva y nos fortalece. La que nos devuelve la luz.
En este Adviento se tienen que encontrar nuestra miseria y la respuesta salvadora de Jesús.
Jueves 01 de diciembre de 2016.
Primera semana de Adviento
Isaías 26,1-6:
Aquel día, se cantará este canto en el país de Judá: «Tenemos una ciudad fuerte, ha puesto para salvarla murallas y baluartes: Abrid las puertas para que entre un pueblo justo, que observa la lealtad; su ánimo está firme y mantiene la paz, porque confía en ti. Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua: doblegó a los habitantes de la altura y a la ciudad elevada; la humilló, la humilló hasta el suelo, la arrojó al polvo, y la pisan los pies, los pies del humilde, las pisadas de los pobres.»
Salmo 117,1.8-9.19-21.25-27a R/. Bendito el que viene en nombre del Señor
Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.
Mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los hombres,
mejor es refugiarse en el Señor
que fiarse de los jefes. R/.
Abridme las puertas del triunfo,
y entraré para dar gracias al Señor.
Ésta es la puerta del Señor:
los vencedores entrarán por ella.
Te doy gracias porque me escuchaste
y fuiste mi salvación. R/.
Señor, danos la salvación;
Señor, danos prosperidad.
Bendito el que viene en nombre del Señor,
os bendecimos desde la casa del Señor;
el Señor es Dios, él nos ilumina. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 7,21.24-27:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre aren Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
El profeta y el evangelio hablan de edificar sobre roca.
Jesús -al final del sermón de la montaña- nos asegura que está edificando sobre roca, y por tanto su edificio está garantizado, aquél que no sólo oye la Palabra sino que la pone por obra. Edifica sobre arena, y por tanto se expone a un derrumbamiento lastimoso, el que se contenta con oír la Palabra o con clamar en sus oraciones ¡Señor, Señor!
Cuando Jesús compara la oración con las obras, la liturgia con la vida, siempre parece que muestra su preferencia por la vida. Lo que quedan descalificadas son las palabras vacías, el culto no comprometido, sólo exterior.
¿Cómo estamos construyendo nosotros el edificio de nuestra vida, de nuestra persona, de nuestro futuro? ¿cómo edificamos nuestra familia, nuestra comunidad, nuestra Iglesia y sociedad?
La imagen de las dos lecturas es clara y nos interpela en este Adviento, para que reorientemos claramente nuestra vida.
Si en la construcción de nuestra propia personalidad o de la comunidad nos fiamos de nuestras propias fuerzas, o de unas instituciones, o unas estructuras, o unas doctrinas, nos exponemos a la ruina. Es como si una amistad se basa en el interés, o un matrimonio se apoya sólo en un amor romántico, o una espiritualidad se deja dirigir por la moda o el gusto personal, o una vocación sacerdotal o religiosa no se fundamenta en valores de fe profunda. Eso sería construir sobre arena. La casa puede que parezca de momento hermosa y bien construida, pero es puro cartón, que al menor viento se hunde.
Debemos construir sobre la Palabra de Dios escuchada y aceptada como criterio de vida.
Seguramente todos tenemos ya experiencia, y nuestra propia historia ya nos va enseñando la verdad del aviso de Isaías y de Jesús. Porque buscamos seguridades humanas, o nos dejamos encandilar por mesianismos fugaces que siempre nos fallan. Como tantas personas que no creen de veras en Dios, y se refugian en los horóscopos o en las religiones orientales o en las sectas o en los varios mesías falsos que se cruzan en su camino.
El único fundamento que no falla y da solidez a lo que intentamos construir es Dios.
Seremos buenos arquitectos si en la programación de nuestra vida volvemos continuamente nuestra mirada hacia él y hacia su Palabra, y nos preguntamos cuál es su proyecto de vida, cuál es su voluntad, manifestada en Cristo Jesús, y obramos en consecuencia. Si no sólo decimos oraciones y cantos bonitos, ¡Señor, Señor!, sino que nuestra oración nos compromete y estimula a lo largo de la jornada. Si no nos contentamos con escuchar la Palabra, sino que nos esforzamos porque sea el criterio de nuestro obrar.
Entonces sí que serán sólidos los cimientos y las murallas y las puertas de la ciudad o de la casa que edificamos.
Tenemos un modelo admirable, sobre todo estos días de Adviento, en María, la Madre de Jesús. Ella fue una mujer de fe, totalmente disponible ante Dios, que edificó su vida sobre la roca de la Palabra. Que ante el anuncio de la misión que Dios le encomendaba, respondió con una frase que fue la consigna de toda su vida, y que debería ser también la nuestra: «hágase en mí según tu Palabra». Es nuestra maestra en la obediencia a la Palabra.
En este 2º dia de la Novena de La Inmaculada, aprendamos de ella su escucha y práctica concreta de la Palabra.
Miércoles 30 de noviembre de 2016
San Andrés
Primera semana de Adviento
Romanos 10, 9-18
Si tus labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la justificación,- y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.»Porque no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del Señor se salvará.» Ahora bien, ¿cómo van a invocarlo, si no creen en él?; ¿cómo van a creer, si no oyen hablar de él?; y ¿cómo van a oír sin alguien que proclame?; y ¿cómo van a proclamar si no los envían? Lo dice la Escritura: « ¡Qué hermosos los pies de los que anuncian el Evangelio! » Pero no todos han prestado oído al Evangelio; como dice Isaías: «Señor, ¿quién ha dado fe a nuestro mensaje?» Así, pues, la fe nace del mensaje, y el mensaje consiste en hablar de Cristo. Pero yo pregunto: «¿Es que no lo han oído?» Todo lo contrario: «A toda la tierra alcanza su pregón, y hasta los limites del orbe su lenguaje. »
Sal 18, 2-3. 4-5 R. A toda la tierra alcanza su pregón.
El cielo proclama la gloria de Dios,el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R
Mateo 4, 18-22
En aquel tiempo, pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo:-«Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Qué hermosos son los pies del que anuncia el Evangelio
El apóstol realiza un considerable esfuerzo pedagógico para aclarar su mensaje acerca de la salvación que, para todos, nos viene de Cristo Jesús. Cierto que aduce pasajes del Antiguo Testamento con bastante libertad y viene a decirnos que la vieja economía salvadora era relativamente eficaz porque parecía suficiente con el cumplimiento de la Ley para lograr tal salvación. Pablo viene a decirnos que ahora, Cristo mediante, es aún más fácil lograr este objetivo. Suficiente es aceptar la condición de resucitado que ostenta Cristo Jesús, triunfador de la muerte; basta con que aceptemos su dimensión divina, o lo que es lo mismo que decir, basta con tener fe, y ésta no es ni privilegio ni monopolio de nadie: todos, judíos y griegos ricos y pobres, somos iguales en esta prodigiosa aventura de la salvación. Y para disfrutar de ésta el creyente tiene que trabajar no sólo por la confesión exterior de su fe, sino también por su adhesión interior: invocar el nombre del Señor y, en consecuencia, dejar que Él dé unidad a nuestra vida. Concluye nuestro texto trasladándonos una consecuencia: se necesitan fieles evangelizadores, pies y corazones que lleven por toda la rosa de los vientos la palabra salvadora de Cristo. Bueno sería que nuestras comunidades se sientan sabedoras de este privilegio para no dejar pasar esta salvadora condición: que en el anuncio y aceptación del evangelio del Señor Jesús está la razón de ser de nuestra vida creyente.
Los llamó, dejaron la barca y a su padre y lo siguieron
Tras el arresto de Juan Bautista, Jesús se establece en Cafarnaúm como centro de operaciones evangelizadoras con sello de universalidad: desde aquí, recorrerá la región de Galilea y a lo largo y ancho de su geografía anunciará el mensaje del Reino, porque, como nos recordarán las primeras comunidades, la cosa comenzó en Galilea. Es aquí donde el Maestro llama a sus primeros colaboradores, símbolos de la nueva humanidad que acoge la buena noticia del Reino y se dejan enamorar por la fuerza de esta noticia. El esquema de este inicio o discipulado es, amén de claro, revelador: la iniciativa es siempre del Señor; la labor del Reino urge, por lo que la respuesta para enrolarse en su servicio se espera sea rápida e incondicional; y el programa de esta llamada y seguimiento es el propio Jesús de Nazaret, su vida, su palabra y su misión. Los que secundan esta llamada se verán facultados para ser pescadores de hombres, es decir, servidores y predicadores de humanidad, y al exclusivo servicio de humanizar nuestro mundo, según la voluntad del que llama. Y prueba de ello es el remate de este breve texto evangélico: Jesús transmite su mensaje –proyecto del Reino de Dios- y se acerca al mundo dolorido curando las enfermedades
En este primer miércoles de adviento, hacemos memoria agradecida del primer llamado por el Maestro de Galilea, el apóstol San Andrés, hermano de Pedro. La tradición nos deja su martirial icono en la cruz aspada que de él ha tomado su nombre.
MARTES 29 de noviembre de 2016. Primera semana de Adviento
Isaías 11, 1-10
Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor.
No juzgará por apariencias ni sentenciará sólo de oídas; juzgará a los pobres con justicia, con rectitud a los desamparados. Herirá al violento con la vara de su boca, y al malvado con el aliento de sus labios. La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas.
Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.
Sal 71,1-2.7-8.12-13.17 R/. Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente
Dios mío, confía tu juicio al rey,
tu justicia al hijo de reyes,
para que rija a tu pueblo con justicia,
a tus humildes con rectitud. R/.
Que en sus días florezca la justicia
y la paz hasta que falte la luna;
que domine de mar a mar,
del Gran Río al confín de la tierra. R/.
Él librará al pobre que clamaba,
al afligido que no tenía protector;
él se apiadará del robre y del indigente,
y salvará la vida de los pobres. R/.
Que su nombre sea eterno,
y su fama dure como el sol:
que él sea la bendición de todos los pueblos,
y lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10, 21-24
En aquel tiempo, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó Jesús:
- "Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar." Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte: "¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron"
La hermosa imagen del tronco y del renuevo le sirve a Isaias, el profeta de la esperanza, para anunciar que, a pesar de que el pueblo de Israel parece un tronco seco y sin futuro (en tiempos del rey Acaz), Dios le va a infundir vida y de él va a brotar un retoño que traerá a todos la salvación.
Jesé era el padre del rey David. Por tanto el «tronco de Jesé» hace referencia a la familia y descendencia de David, que será la que va a alegrarse de este nuevo brote, empezando por las esperanzas puestas en el rey Ezequías. La «raíz de Jesé» se erguirá como enseña y bandera para todos los pueblos.
Esta página del profeta fue siempre interpretada, por los mismos judíos -y mucho más por nosotros, que la escuchamos dos mil años después de la venida de Cristo Jesús- como un anuncio de los planes salvadores de Dios para los tiempos mesiánicos.
El cuadro no puede ser más optimista. El Espíritu de Dios reposará sobre el Mesías y 1e llenará de sus dones. Por eso será siempre justo su juicio, y trabajará en favor de la justicia, y doblegará a los violentos. En su tiempo reinará la paz. Las comparaciones, tomadas del mundo de los animales, son poéticas y expresivas. Los que parecen más irreconciliables, estarán en paz: el lobo y el cordero.
Son motivos muy válidos para mirar al futuro con ánimos y con esperanza. El Salmo 71 hace eco a este anuncio alabando el programa de justicia y de paz de un rey bueno, destacando sobre todo que en sus intenciones entra la atención y la defensa del pobre y del afligido.
2. En Cristo Jesús se cumplieron estas esperanzas.
Así como en la escena de su bautismo en el Jordán apareció el Espíritu, en forma de paloma, que se posaba sobre él, proclamando su mesianidad, del mismo modo en la página que hemos escuchado el Espíritu le llena de alegría. Jesús se deja contagiar del buen humor de los suyos, que vuelven de un viaje apostólico y cuentan lo que han hecho en su nombre.
Y lleno de esta alegría y de esta sabiduría del Espíritu, pronuncia una de sus frases llenas de paradoja e ironía: sólo a los sencillos de corazón les revela Dios los secretos del Reino. Los que se creen sabios, resulta que no entienden nada. En Jerusalén había doctores de la ley, pero Jesús, un buen día, alabó el gesto de aquella mujer anónima, pobre, que echaba unos céntimos en el cepillo del Templo. Los sencillos de corazón son en verdad los sabios a los ojos de Dios. Es lo que también dirá María de Nazaret en su canto del Magníficat: a ella la ha mirado Dios con predilección porque es humilde y es la sierva del Señor, del mismo modo que llenará de sus bienes a los pobres, y a los ricos los despedirá vacíos.
3. a) También ahora, en un mundo autosuficiente, orgulloso de los progresos de la ciencia y la técnica, sólo entran de veras en el espíritu del Adviento los sencillos de corazón. No se trata de gestos solemnes o de discursos muy preparados. Sino de abrirse al don de Dios y alegrarse de su salvación. Y esto no lo hacen los que ya están llenos de sí mismos.
La alegría profunda de la Navidad la vivirán los humildes, los que saben apreciar el amor que Dios nos tiene. Ellos serán los que llegarán a conocer en profundidad al Hijo, porque se lo concederá el Padre. No se contentarán de una alegría exterior y superficial: sabrán reconocer la venida de Dios a nuestra historia. Mientras que habrá muchos «sabios» para los que pasará el Adviento y la Navidad y no habrán visto nada, saturados de su propia riqueza riqueza que no conduce a la salvación. O le seguirán buscando en los libros o en los hechos milagrosos.
b) ¿Seremos nosotros de esas personas sencillas que saben descubrir la presencia de Dios y salirle al encuentro? ¿mereceremos la bienaventuranza de Jesús: «dichosos los ojos que ven lo que véis?». Cristo Jesús quiere seguir «viniendo» este año, a nuestra vida personal y a la sociedad, para seguir cumpliendo el programa mesiánico de paz y justicia que está en marcha desde su venida primera, pero que todavía tiene mucho por recorrer, hasta el final de los tiempos. Porque la salvación «ya» está entre nosotros, pero a la vez se puede decir que «todavía no» está del todo.
c) En el mundo de hoy hay muchas personas que esperan, muchos corazones que sufren y buscan: ¿cómo notarán que el Salvador ya ha venido, y que es Cristo Jesús? ¿quién se lo dirá? ¿qué profeta Isaías les abrirá el corazón a la esperanza verdadera?
Lunes 28 de noviembre de 2016
Primera semana de Adviento
Isaías 2,1-5:
Visión de Isaías, hijo de Amos, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos.
Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén, la palabra del Señor.»
Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.
Sal 121,1-2.4-5.6-7.8-9 R/. Vamos alegres a la casa del Señor
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.» R/.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 8,5-11:
En aquel tiempo, al entrar Jesús en Cafarnaún, un centurión se le acercó rogándole: «Señor, tengo en casa un criado que está en cama paralítico y sufre mucho.»
Jesús le contestó: «Voy yo a curarlo.»
Pero el centurión le replicó: «Señor, no soy quien para que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y m¡ criado quedará sano. Porque yo también vivo bajo disciplina y tengo soldados a mis órdenes; y le digo a uno: "Ve", y va; al otro: "Ven", y viene; a mi criado: "Haz esto", y lo hace.»
Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que le seguían: «Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Empezamos con una proclama misionera y universalista. El profeta, que ve la historia desde los ojos de Dios, anuncia la luz y la salvación para todos los pueblos. Jerusalén será como el faro que ilumina a todos los pueblos. Un faro situado en una montaña alta, para que todos lo vean desde lejos. Dios quiere enseñar desde aquí sus caminos, y los pueblos se sentirán contentos y estarán dispuestos a seguir los planes de Dios, la palabra salvadora que brotará de Jerusalén. Tanto judíos como paganos «caminarán a la luz del Señor» y formarán un solo pueblo. Otro rasgo positivo: habrá paz cuando suceda esto. De las espadas se forjarán arados; de las lanzas, podaderas. Son comparaciones que entiende bien el hombre del campo. Y nadie levantará la espada contra nadie. No habrá guerra. Y esto lo entendemos todos, con cierta envidia, porque tenemos experiencia de espadas levantadas, más o menos lejos de nosotros, en guerras fratricidas.
Luz. Orientación. Paz. Buena perspectiva. Empezamos con anuncios que alimentan nuestra confianza. Podemos cantar, con más razón que los mismos judíos, amantes de Jerusalén, su capital: «qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor». Si a ellos les produce alegría dirigir su mirada a la ciudad bien construida, a nosotros esa ciudad nos recuerda la comunidad eclesial y en definitiva a la Jerusalén del cielo, que encierra ahora todos los valores que Dios ha querido dar a la humanidad por su Hijo Jesús: paz, justicia, seguridad, cobijo.
2. Los milagros de Jesús son signos de que ya está irrumpiendo el Reino de Dios.
La curación del criado -o del hijo- del centurión es un ejemplo de unas personas paganas que reciben la luz. Lo que el profeta había anunciado, lo cumple Jesús. Él es la verdadera Luz, el vastago que esperaba el pueblo de Israel, el Mesías que trae paz y serenidad, la Palabra eficaz y salvadora que Dios dirige a la humanidad. El centurión era pagano. No pertenecía al pueblo elegido. Más aún, era romano y militar: o sea, pertenecía a la nación que dominaba a Israel. Pero tenía buenas cualidades humanas. Era honrado, consecuente, razonable. Se preocupaba de la salud de su criado. En el fondo, ya tenía fe y Dios estaba actuando en él. Su formación militar y disciplinar, aunque no era exactamente la mejor clave para interpretar el estilo de Jesús, se demostró que era un buen punto de partida para la salvación: «Señor, no soy digno», buena expresión de humildad y de confianza. Jesús le alaba por su actitud y su fe:
encontró en él más fe que en muchos de Israel. Jesús siempre aprovecha las disposiciones que encuentra en las personas, aunque de momento sean defectuosas. Desde ahí las ayudará a madurar y llegar a lo que él quiere transmitirles en profundidad.
encontró en él más fe que en muchos de Israel. Jesús siempre aprovecha las disposiciones que encuentra en las personas, aunque de momento sean defectuosas. Desde ahí las ayudará a madurar y llegar a lo que él quiere transmitirles en profundidad.
3. Este Adviento ha empezado como un tiempo de gracia para todos, los cercanos y los alejados.
Adviento y Navidad son un pregón de confianza. Dios quiere salvar a todos, sea cual sea su estado anímico, su historia personal o comunitaria. En medio del desconcierto general de la sociedad, él quiere orientar a todas las personas de buena voluntad y señalarles los caminos de la verdadera salvación. El faro es -debe ser- ahora la Iglesia, la comunidad de Jesús, si en verdad sabe anunciar al mundo la Buena Noticia de su Evangelio.
Hoy también, muchas personas, aunque nos parezcan alejadas, muestran como el centurión buenos sentimientos. Tienen buen corazón. ¿Sucederá también este año que esas personas tal vez respondan mejor a la salvación de Jesús que nosotros? ¿estarán más dispuestas a pedirle la salvación, porque sienten su necesidad, mientras que nosotros no la sentimos con la misma urgencia? ¿tendrá que decir otra vez Jesús que ha encontrado más fe en esas personas de peor fama pero mejores sentimientos que entre los cristianos «buenos»? ¿Vendrán de Oriente y Occidente -o sea, de ámbitos que nosotros no esperaríamos, porque estamos un poco encerrados en nuestros círculos oficialmente buenos- personas que celebrarán mejor la Navidad que nosotros? ¿O nos creemos ya santos, merecedores de los dones de Dios?
Si en nuestra vida decidimos bajar la espada y no atacar a nadie, estamos dando testimonio de que los tiempos mesiánicos ya han llegado. Bienaventurados los que obran la paz. Los que trabajan para que haya más justicia en este mundo y se vayan corrigiendo las graves situaciones de injusticia, son los que mejor celebrarán el Adviento. No es que Jesús vay a ahacer milagros, sino que seremos nosotros, sus seguidores, los que trabajemos por llevar a cabo su programa de justicia y de paz.
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R/.
Sábado 26 de noviembre de 2016
viernes 25 noviembre 2016. 34ª semana del T. ordinario
los atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R/.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R/.
Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza:
caminan de baluarte en baluarte. R/.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Jueves 24 noviembre 2016. 34ª semana del T. ordinario
Gritó a pleno pulmón: «¡Cayó, cayó la gran Babilonia! Se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu impuro, en guarida de todo pájaro inmundo y repugnante.»
Un ángel vigoroso levantó una piedra grande como una rueda de molino y la tiró al mar, diciendo: «Así, de golpe, precipitarán a Babilonia, la gran metrópoli, y desaparecerá. El son de arpistas y músicos, de flautas y trompetas, no se oirá más en ti. Artífices de ningún arte habrá más en ti, ni murmullo de molino se oirá más en ti; ni luz de lámpara brillará más en ti, ni voz de novio y novia se oirá más en ti, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra, y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones.»
Oí después en el cielo algo que recordaba el vocerío de una gran muchedumbre; cantaban: «Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha condenado a la gran prostituta que corrompía a la tierra con sus fornicaciones, y le ha pedido cuenta de la sangre de sus siervos.»
Y repitieron: «Aleluya. El humo de su incendio sube por los siglos de los siglos.»
Luego me dice: «Escribe: "Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero."»
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Miércoles 23 de noviembre de 2016
Trigésimo cuarta semana del Tiempo Ordinario
Cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! ¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.»
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. R/.
Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.
Martes 22 de noviembre de 2016
Santa Cecilia
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Lunes 21 de noviembre de 2016
más que todas las riquezas. R/.
Tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros. R/.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca! R/.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón. R/.
Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. R/.
Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Jueves 17 de noviembre de 2016. Santa Isabel de Hungría
Yo, Juan, a la derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso, gritando a grandes voces: «¿Quién es digno de abrir el rollo y soltar sus sellos?»
Cantad al Señor un cántico nuevo,
Miércoles 16 de noviembre de 2016
Yo, Juan, en la visión vi en el cielo una puerta abierta; la voz con timbre de trompeta que oí al principio me estaba diciendo: «Sube aquí, y te mostraré lo que tiene que suceder después.» Al momento cal en éxtasis. En el cielo había un trono y uno sentado en el trono. El que estaba sentado en el trono brillaba como jaspe y granate, y alrededor del trono había un halo que brillaba como una esmeralda. En círculo alrededor del trono había otros veinticuatro tronos, y sentados en ellos veinticuatro ancianos con ropajes blancos y coronas de oro en la cabeza. Del trono salían relámpagos y retumbar de truenos; ante el trono ardían siete lámparas, los siete espíritus de Dios, y delante se extendía una especie de mar transparente, parecido al cristal. En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás: El primero se parecía a un león, el segundo a un novillo, el tercero tenía cara de hombre y el cuarto parecía un águila en vuelo. Los cuatro seres vivientes, cada uno con seis alas, estaban cubiertos de ojos por fuera y por dentro. Día y noche cantan sin pausa: «Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo: el que era y es y viene. » Y cada vez que los cuatro seres vivientes dan gloria y honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, adorando al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas ante el trono, diciendo:
Alabad al Señor en su templo,
Martes 15 de noviembre de 2016,
El que procede honradamente
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Dichoso el hombre
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno.»
ardiente como un horno:
malvados y perversos serán la paja,
y los quemaré el día que ha de venir
–dice el Señor de las Huestes–,
y no quedará de ellos ni rama ni raíz.
Pero a los que honran mi nombre
los iluminará un sol de justicia
que lleva la salud en las alas.
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan,
aplaudan los ríos, aclamen los montes,
al Señor que llega para regir la tierra. R.
Regirá el orbe con justicia,
y los pueblos con rectitud. R.
Ya sabéis cómo tenéis que imitar mi ejemplo:
No viví entre vosotros sin trabajar,
nadie me dio de balde el pan que comí,
sino que trabajé y me cansé día y noche,
a fin de no ser carga para nadie.
No es que no tuviera derecho para hacerlo,
pero quise daros un ejemplo que imitar.
Cuando viví con vosotros os lo dije:
el que no trabaja, que no coma.
Porque me he enterado de que algunos
viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada.
Pues a esos les digo y les recomiendo,
por el Señor Jesucristo,
que trabajen con tranquilidad
para ganarse el pan.
–Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.
Ellos le preguntaron:
–Maestro, ¿cuándo va a ser éso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?
El contestó:
–Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mi nombre diciendo: «Yo soy» o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.
Luego les dijo:
–Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
Sábado 12 de noviembre de 2016. San Josafat
Trigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R/.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
Viernes 11 de noviembre de 2016
San Martín de Tours
Trigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario
camina en la voluntad del Señor. R/.
Dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R/.
Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos. R/.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti. R/.
Haz bien a tu siervo: viviré
y cumpliré tus palabras. R/.
Ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu voluntad. R/.
Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?»
Él contestó: «Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»
Jueves 10 de noviembre de 2016
San León I Magno
Trigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario
que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»
Miércoles 09 de noviembre de 2016. Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
Trigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario
DOMINGO I ADVIENTO, 27.11.2016
del libro de Isaías 2,1-5:
Visión de Isaías, hijo de Amós, acerca de Judá y de Jerusalén: Al final de los días estará firme el monte de la casa del Señor en la cima de los montes, encumbrado sobre las montañas. Hacia él confluirán los gentiles, caminarán pueblos numerosos. Dirán: «Venid, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob: él nos instruirá en sus caminos y marcharemos por sus sendas; porque de Sión saldrá la ley, de Jerusalén la palabra del Señor.» Será el árbitro de las naciones, el juez de pueblos numerosos. De las espadas forjarán arados, de las lanzas, podaderas. No alzará la espada pueblo contra pueblo, no se adiestrarán para la guerra. Casa de Jacob, ven, caminemos a la luz del Señor.Salmo 121 R/. Vamos alegres a la casa del Señor
Qué alegría cuando me dijeron:«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Desead la paz a Jerusalén:
«Vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios». R/.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «La paz contigo».
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien. R/.
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 13,11-14:
Daos cuenta del momento en que vivís; ya es hora de despertaros del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca que cuando empezamos a creer. La noche está avanzada, el día se echa encima: dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz. Conduzcámonos como en pleno día, con dignidad. Nada de comilonas ni borracheras, nada de lujuria ni desenfreno, nada de riñas ni pendencias. Vestíos del Señor Jesucristo.Lectura del santo Evangelio según san Mateo 24,37-44:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
"SIGNOS DE LOS TIEMPOS
Los evangelios han recogido, de diversas formas, la llamada insistente de Jesús a vivir despiertos y vigilantes, muy atentos a los signos de los tiempos. Al principio, los primeros cristianos dieron mucha importancia a esta "vigilancia" para estar preparados ante la venida inminente del Señor. Más tarde, se tomó conciencia de que vivir con lucidez, atentos a los signos de cada época, es imprescindible para mantenernos fieles a Jesús a lo largo de la historia.
Así recoge el Vaticano II esta preocupación: "Es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de esta época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y futura...".
Entre los signos de estos tiempos, el Concilio señala un hecho doloroso: "Crece de día en día el fenómeno de masas que, prácticamente, se desentienden de la religión". ¿Cómo estamos leyendo este grave signo? ¿Somos conscientes de lo que está sucediendo? ¿Es suficiente atribuirlo al materialismo, la secularización o el rechazo social a Dios? ¿No hemos de escuchar en el interior de la Iglesia una llamada a la conversión?
La mayoría se ha ido marchando silenciosamente, sin sacar ruido alguno. Siempre han estado mudos en la Iglesia. Nadie les ha preguntado nada importante. Nunca han pensado que podían tener algo que decir. Ahora se marchan calladamente. ¿Qué hay en el fondo de su silencio? ¿Quién los escucha? ¿Se han sentido alguna vez acogidos, escuchados y acompañados en nuestras comunidades?
Muchos de los que se van eran cristianos sencillos, acostumbrados a cumplir por costumbre sus deberes religiosos. La religión que habían recibido se ha desmoronado. No han encontrado en ella la fuerza que necesitaban para enfrentarse a los nuevos tiempos. ¿Qué alimento han recibido de nosotros? ¿Dónde podrán ahora escuchar el Evangelio? ¿Dónde podrán encontrarse con Cristo?
Otros se van decepcionados. Cansados de escuchar palabras que no tocan su corazón ni responden a sus interrogantes. Apenados al descubrir el "escándalo permanente" de la Iglesia. Algunos siguen buscando a tientas. ¿Quién les hará creíble la Buena Noticia de Jesús?
Benedicto XVI insistió en que el mayor peligro para la Iglesia no viene de fuera, sino que está dentro de ella misma, en su pecado e infidelidad. Es el momento de reaccionar. La conversión de la Iglesia es posible, pero empieza por nuestra conversión, la de cada uno." (j.A. Pagola)
Sábado 26 de noviembre de 2016
Trigésimo cuarta semana del Tiempo Ordinario
Apocalipsis 22,1-7:
El ángel del Señor me mostró a mí, Juan, el río de agua viva, luciente como el cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. A mitad de la calle de la ciudad, a ambos lados del río, crecía un árbol de la vida; da doce cosechas, una cada mes del año, y las hojas del árbol sirven de medicina a las naciones. Allí no habrá ya nada maldito. En la ciudad estarán el trono de Dios y el del Cordero, y sus siervos le prestarán servicio, lo verán cara a cara y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá más noche, ni necesitarán luz de lámpara o del sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos, y reinarán por los siglos de los siglos.
Me dijo: «Estas palabras son ciertas y verdaderas. El Señor Dios, que inspira a los profetas, ha enviado su ángel para que mostrase a sus siervos lo que tiene que pasar muy pronto. Mira que estoy para llegar. Dichoso quien hace caso del mensaje profético contenido en este libro.»
Me dijo: «Estas palabras son ciertas y verdaderas. El Señor Dios, que inspira a los profetas, ha enviado su ángel para que mostrase a sus siervos lo que tiene que pasar muy pronto. Mira que estoy para llegar. Dichoso quien hace caso del mensaje profético contenido en este libro.»
Sal 94 R/. ¡Marana tha! Ven, Señor Jesús
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos. R/.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.
Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes;
suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos. R/.
Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,34-36:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y los agobios de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra. Estad siempre despiertos, pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir y manteneros en pie ante el Hijo del hombre.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Apocalipsis 22,1-7
a) La visión final del Apocalipsis sigue ofreciéndonos una escenografía triunfal, esperanzadora.
El trono de Dios, el Cordero delante, vencedor, un río de agua viva que brota del trono (el Espíritu Santo: cf. Jn 7,37-39), el árbol de la vida que da doce cosechas al año y cuyas hojas son medicinales. Allí no hay noche ni oscuridad, todo es luz, y los salvados por Cristo gozarán de alegría perpetua, y le prestarán servicio, "y lo verán cara a cara y llevarán su nombre en la frente".
b) Es como el retorno al paraíso terrenal. La última página de la Biblia -y, para nosotros, de este Año Litúrgico- es un calco de la primera, de la visión idílica del Génesis hasta que entró el pecado en el mundo.
Terminamos el ciclo de este año con una página tan luminosa. Lástima que no hayan añadido en el Leccionario -lo podemos hacer nosotros- los últimos versículos de este libro del Apocalipsis: "El Espíritu y la Novia (el Espíritu presente en la Iglesia, la esposa de Cristo) dicen: ¡Ven! Y el que oiga, diga: ¡ ven! Y el que tenga sed, que se acerque, y el que quiera, reciba gratis agua de vida... Y el que da testimonio de todo esto (Cristo Jesús) dice: sí, vengo pronto. Amén. Ven, Señor Jesús. Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén".
Ya tenemos la puerta abierta para celebrar, desde mañana, con igual mirada profética, el Adviento. Nuestra oración y nuestro canto, hoy, es "Maranatha. Ven, Señor Jesús". Con una perspectiva llena de futuro: "Y lo verán cara a cara".
2. Lucas 21,34-36
a) Ultima recomendación de Jesús en su "discurso escatológico", último consejo del año litúrgico, que enlazará con los primeros del Adviento: "estad siempre despiertos".
Lo contrario del estar despiertos es que se "nos embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero". Y el medio para mantener en tensión nuestra espera es la oración: "pidiendo fuerza para escapar de todo lo que está por venir".
La consigna final es corta y expresiva: "manteneos en pie ante el Hijo del Hombre".
b) "Manteneos en pie ante el Hijo del Hombre".
Todos necesitamos un despertador, porque tendemos a dormirnos, a caer en la pereza, bloqueados por las preocupaciones de esta vida, y no tenemos siempre desplegada la antena hacia los valores del espíritu.
Estar de pie, ante Cristo, es estar en vela y en actitud de oración, mientras caminamos por este mundo y vamos realizando las mil tareas que nos encomienda la vida. No importa si la venida gloriosa de Jesús está próxima o no: para cada uno está siempre próxima, tanto pensando en nuestra muerte como en su venida diaria a nuestra existencia, en los sacramentos, en la Eucaristía, en la persona del prójimo, en los pequeños o grandes hechos de la vida.
Los cristianos tenemos memoria: miramos muchas veces al gran acontecimiento de hace dos mil años, la vida y la Pascua de Jesús. Tenemos un compromiso con el presente, porque lo vivimos con intensidad, dispuestos a llevar a cabo una gran tarea de evangelización y liberación. Pero tenemos también instinto profético, y miramos al futuro, la venida gloriosa del Señor y la plenitud de su Reino, que vamos construyendo animados por su Espíritu.
En la Eucaristía se concentran las tres direcciones, como nos dijo Pablo (1 Co 11,26): "cada vez que coméis este pan y bebéis este vino (momento privilegiado del "hoy"), proclamáis la muerte del Señor (el "ayer" de la Pascua) hasta que venga (el "mañana" de la manifestación del Señor)". Por eso aclamamos en el momento central de la Misa: "Anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección, ven, Señor Jesús".
Apocalipsis 20,1-4.11-15:
Luego vi a un Angel que bajaba del cielo y tenía en su mano la llave del Abismo y una gran cadena. Dominó al Dragón, la Serpiente antigua –que es el Diablo y Satanás– y lo encadenó por mil años. Lo arrojó al Abismo, lo encerró y puso encima los sellos, para que no seduzca más a las naciones hasta que se cumplan los mil años. Después tiene que ser soltado por poco tiempo. Luego vi unos tronos, y se sentaron en ellos, y se les dio el poder de juzgar; vi también las almas de los que fueron decapitados por el testimonio de Jesús y la Palabra de Dios, y a todos los que no adoraron a la Bestia ni a su imagen, y no aceptaron la marca en su frente o en su mano; revivieron y reinaron con Cristo mil años. Luego vi un gran trono blanco, y al que estaba sentado sobre él. El cielo y la tierra huyeron de su presencia sin dejar rastro. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono; fueron abiertos unos libros, y luego se abrió otro libro, que es el de la vida; y los muertos fueron juzgados según lo escrito en los libros, conforme a sus obras. Y el mar devolvió los muertos que guardaba, la Muerte y el Hades devolvieron los muertos que guardaban, y cada uno fue juzgado según sus obras. La Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego –este lago de fuego es la muerte segunda– y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue arrojado al lago de fuego.Sal 83 R/. Ésta es la morada de Dios con los hombres
Mi alma se consume y anhelalos atrios del Señor,
mi corazón y mi carne
retozan por el Dios vivo. R/.
Hasta el gorrión ha encontrado una casa;
la golondrina, un nido
donde colocar sus polluelos:
tus altares, Señor de los ejércitos,
Rey mío y Dios mío. R/.
Dichosos los que viven en tu casa,
alabándote siempre.
Dichosos los que encuentran en ti su fuerza:
caminan de baluarte en baluarte. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,29-33:
En aquel tiempo puso Jesús una comparación a sus discípulos: «Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que la primavera está cerca. Pues cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el Reino de Dios. Os aseguro que, antes que pase esta generación, todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»PARA VIVIR ESTA PALABRA
Apocalipsis 20,1-4 -21,2
a) Siguen las visiones enigmáticas y llenas de fantasía. El "dragón, que es la antigua serpiente, el diablo o Satanás", es arrojado al abismo, aunque luego estará "suelto por un poco de tiempo".
No sabemos qué significan esos "mil años" en que reinará Cristo con los suyos. Pero sí aparece claro, y es el mensaje principal, que el juicio va a ser serio y universal, por parte del que está sentado en el gran trono blanco. Cada uno será juzgado "según sus obras, escritas en los libros".
Los que han sido seguidores del Malo, serán "arrojados al lago de fuego, junto con la Muerte y el Abismo". Pero los que han dado testimonio de Jesús y "no han rendido homenaje a la bestia y a su imagen y no llevan su señal", pasarán a la vida, formando parte del "cielo nuevo y la tierra nueva, la ciudad santa, la nueva Jerusalén", a la que el vidente contempla como "enviada de Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo".
b) De nuevo la sentencia final, después de la gran batalla entre el bien y el mal. Ha llegado el tiempo de separar el trigo de la cizaña.
Los números -mil años- no son importantes. En una carta de Pedro se dice que "ante el Señor un día es como mil años y mil años, como un día" (2 P 3,8). Lo decisivo es que el juicio será sobre si hemos sabido ser fieles, si no nos hemos dejado contaminar por la corrupción del mal, si no hemos apostatado de nuestra fe por las mil tentaciones del maligno. Y que nos espera el gran triunfo en los cielos nuevos, como comunidad festiva del Señor.
Nuestro destino es la Jerusalén nueva, si hemos vencido, con la ayuda de Cristo, en nuestra lucha contra el mal. Ojalá se cumpla en nosotros la visión optimista del salmo: "ésta es la morada de Dios con los hombres... mi alma se consume y anhela los atrios del Señor... dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre".
2. Lucas 21,29-33
a) Jesús toma una comparación de la vida del campo para que sus oyentes entiendan la dinámica de los tiempos futuros: cuando la higuera empieza a echar brotes, sabemos que la primavera está cercana.
Así, los que estén atentos comprenderán a su tiempo "que está cerca el Reino de Dios", porque sabrán interpretar los signos de los tiempos. Algunas de las cosas que anunciaba Jesús, como la ruina de Jerusalén, sucederán en la presente generación. Otras, mucho más tarde. Pero "sus palabras no pasarán".
b) Jesús inauguró ya hace dos mil años el Reino de Dios. Pero todavía está madurando, y no ha alcanzado su plenitud.
Eso nos lo ha encomendado a nosotros, a su Iglesia, animada en todo momento por el Espíritu. Como el árbol tiene savia interior, y recibe de la tierra su alimento, y produce a su tiempo brotes y luego hojas y flores y frutos, así la historia que Cristo inició.
No hace falta que pensemos en la inminencia del fin del mundo. Estamos continuamente creciendo, caminando hacia delante. Cayó Jerusalén. Luego cayó Roma. Más tarde otros muchos imperios e ideologías. Pero la comunidad de Jesús, generación tras generación, estamos intentando transmitir al mundo sus valores, evangelizarlo, para que el árbol dé frutos y la salvación alcance a todos.
Permanezcamos vigilantes. En el Adviento, que empezamos mañana por la tarde, en vísperas del primer domingo, se nos exhortará a que estemos atentos a la venida del Señor a nuestra historia. Porque cada momento de nuestra vida es un "kairós", un tiempo de gracia y de encuentro con el Dios que nos salva.
Apocalipsis 18,1-2.21-23;19,1-3.9a:
Yo, Juan, vi un ángel que bajaba del cielo; venía con gran autoridad y su resplandor iluminó la tierra.Gritó a pleno pulmón: «¡Cayó, cayó la gran Babilonia! Se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo espíritu impuro, en guarida de todo pájaro inmundo y repugnante.»
Un ángel vigoroso levantó una piedra grande como una rueda de molino y la tiró al mar, diciendo: «Así, de golpe, precipitarán a Babilonia, la gran metrópoli, y desaparecerá. El son de arpistas y músicos, de flautas y trompetas, no se oirá más en ti. Artífices de ningún arte habrá más en ti, ni murmullo de molino se oirá más en ti; ni luz de lámpara brillará más en ti, ni voz de novio y novia se oirá más en ti, porque tus mercaderes eran los magnates de la tierra, y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones.»
Oí después en el cielo algo que recordaba el vocerío de una gran muchedumbre; cantaban: «Aleluya. La salvación y la gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y justos. Él ha condenado a la gran prostituta que corrompía a la tierra con sus fornicaciones, y le ha pedido cuenta de la sangre de sus siervos.»
Y repitieron: «Aleluya. El humo de su incendio sube por los siglos de los siglos.»
Luego me dice: «Escribe: "Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero."»
Salmo 99,2.3.4.5 R/. Dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero
Aclama al Señor, tierra entera,servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,20-28:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, sabed que está cerca su destrucción. Entonces, los que estén en Judea, que huyan a la sierra; los que estén en la ciudad, que se alejen; los que estén en el campo, que no entren en la ciudad; porque serán días de venganza en que se cumplirá todo lo que está escrito. ¡Ay de las que estén encinta o criando en aquellos días! Porque habrá angustia tremenda en esta tierra y un castigo para este pueblo. Caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones, Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que a los gentiles les llegue su hora. Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, enloquecidas por el estruendo del mar y el oleaje. Los hombres quedarán sin aliento por el miedo y la ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues los astros se tambalearán. Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y majestad. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»PARA VIVIR ESTA PALABRA
Apocalipsis 18,1-2.21-23;19,1-3.9
a) La grandiosa escena de hoy resume toda la lucha entre el bien y el mal, entre Cristo y la Bestia.
Describe la ruina de Babilonia, o sea, Roma, a la que llama "la gran prostituta", porque ha embaucado con sus brujerías a todas las naciones y las ha hecho apostatar. La imagen de una gran piedra que es lanzada al fondo del mar es muy expresiva para describir la destrucción de la Bestia. En su territorio ya no habrá música ni fiesta ni luz de lámparas ni voz de novio o de novia. El silencio. La oscuridad. La ruina. La muerte.
Por el otro lado, la victoria. Con vocerío de una gran muchedumbre que canta himnos y aleluyas que también nosotros cantamos en Vísperas. Mientras el humo del incendio en que ha ardido el mal sube desde el silencio del oscuro abismo hasta el cielo, los salvados no cesan en sus cantos de alegría en la luz de Cristo.
b) Es la clave para interpretar la historia desde Dios: "derriba a los poderosos, enaltece a los humildes", como dijo María en su Magníficat.
El Apocalipsis no es un libro dulce, sino guerrero y valiente, que nos da ánimos en la lucha y nos hace mirar hacia el futuro confiados en el triunfo de Cristo y los suyos. La "ciudad orgullosa", las fuerzas del mal, caen al fondo del mar como el gran pedrusco y desaparecen. La comunidad del Cordero, los que no han apostatado ni se han dejado manchar por la corrupción, siguen en pie y no dejan de cantar.
Cuando entonamos Aleluyas a Dios y a Cristo, no lo hacemos con orgullo, ni satisfechos de nuestros méritos, ni vengándonos de los enemigos de Cristo, sino humildemente, y con el deseo de que esta salvación sea universal, que nadie sea tan insensato de quedar fuera de este cortejo que, en el día del juicio, pasarán a gozar para siempre de la vida de Dios.
Los entonamos, eso sí, con alegría agradecida, con la cabeza erguida, con las arpas en la mano y cantando "a pleno pulmón", como el ángel de la escena de hoy.
Cada vez que participamos en la Eucaristía, somos invitados a la comunión con las palabras que aquí dice el ángel: "dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero".
Eso es lo que dice la frase del Misal en latín, aunque nosotros la hayamos traducido a un nivel más sencillo y pobre: "la cena del Señor", o simplemente "la mesa del Señor". No se nos llama felices sólo por ser invitados a esta Eucaristía, sino porque esta Eucaristía es la garantía y la pregustación de un banquete más definitivo al que también estamos invitados: el banquete de bodas del Cordero, Cristo Jesús, con su Esposa, la Iglesia, en el cielo.
Es lo que el salmo nos ha hecho repetir, intercalando esta bienaventuranza, "dichosos los invitados al banquete de bodas del Cordero", entre las estrofas del salmo: "aclama al Señor, tierra entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores".
2. Lucas 21,20-28
a) Es la tercera vez que Jesús anuncia, con pena, la destrucción de Jerusalén: "serán días de venganza... habrá angustia tremenda, caerán a filo de espada, los llevarán cautivos a todas las naciones: Jerusalén será pisoteada por los gentiles".
También aquí Lucas mezcla dos planos: éste de la caída de Jerusalén -que probablemente ya había sucedido cuando él escribe- y la del final del mundo, la segunda venida de Cristo, precedida de signos en el sol y las estrellas y el estruendo del mar y el miedo y la ansiedad "ante lo que se le viene encima al mundo".
Pero la perspectiva es optimista: "entonces verán al Hijo del Hombre venir con gran poder y gloria". El anuncio no quiere entristecer, sino animar: "cuando suceda todo esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación".
b) Las imágenes se suceden una tras otra para describirnos la seriedad de los tiempos futuros: la mujer encinta, la angustia ante los fenómenos cósmicos, la muerte a manos de los invasores, la ciudad pisoteada. Esta clase de lenguaje apocalíptico no nos da muchas claves para saber adivinar la correspondencia de cada detalle.
Pero por encima de todo, está claro que también nosotros somos invitados a tener confianza en la victoria de Cristo Jesús: el Hijo del Hombre viene con poder y gloria. Viene a salvar. Debemos "alzar la cabeza y levantarnos", porque "se acerca nuestra liberación".
Sea en el momento de nuestra muerte, que no es final, sino comienzo de una nueva manera de existir, mucho más plena. Sea en el momento del final de la historia, venga cuando venga (mil años son como un día a los ojos de Dios). Entonces la venida de Cristo no será en humildad y pobreza, como en Belén, sino en gloria y majestad.
Levantaos, alzad la cabeza. Nuestra espera es dinámica, activa, comprometida.
Tenemos mucho que trabajar para bien de la humanidad, llevando a cabo la misión que iniciara Cristo y que luego nos encomendó a nosotros. Pero nos viene bien pensar que la meta es la vida, la victoria final, junto al Hijo del Hombre: él ya atravesó en su Pascua la frontera de la muerte e inauguró para sí y para nosotros la nueva existencia, los cielos nuevos y la tierra nueva.
Miércoles 23 de noviembre de 2016
Trigésimo cuarta semana del Tiempo Ordinario
Apocalipsis 15,1-4:
Yo, Juan, vi en el cielo otra señal, magnífica y sorprendente: siete ángeles que llevaban siete plagas, las últimas, pues con ellas se puso fin al furor de Dios. Vi una especie de mar de vidrio veteado de fuego; en la orilla estaban de pie los que habían vencido a la fiera, a su imagen y al número que es cifra de su nombre; tenían en la mano las arpas que Dios les había dado.Cantaban el cántico de Moisés, el siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: «Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente, justos y verdaderos tus caminos, ¡oh Rey de los siglos! ¿Quién no temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Porque tú solo eres santo, porque vendrán todas las naciones y se postrarán en tu acatamiento, porque tus juicios se hicieron manifiestos.»
Sal 97,1.2-3ab.7-8.9 R/. Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios omnipotente
Cantad al Señor un cántico nuevo,porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan;
aplaudan los ríos, aclamen los montes. R/.
Al Señor, que llega para regir la tierra.
Regirá el orbe con justicia
y los pueblos con rectitud. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,12-19:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Apocalipsis 15,1-4
a) Se repite la Pascua. Se repite el éxodo de Moisés y los suyos, ahora con el nuevo pueblo guiado por Cristo Jesús, el Gran Libertador.
Junto al mar de fuego, "los que han vencido a la Bestia" entonan cantos acompañados de sus liras. Es un himno que decimos cada semana en Vísperas: "Grandes y maravillosas son tus obras, Señor, Dios soberano de todo...".
No es de extrañar que el salmo sea también eufórico: "Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas, el Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia". Con un estribillo del Apocalipsis: "grandes y maravillosas son tus obras".
b) A los cristianos que estaban en situación dramática, perseguidos por el emperador romano, a fines del siglo I, el vidente de Palmos les quiere convencer de que la victoria es segura, que el Cordero y sus seguidores, aunque tengan que pasar por mil penalidades, van a terminar cantando himnos victoriosos y pascuales.
A los del siglo I y a los que pasamos del XX al XXI: porque todos sabemos de fatigas y dificultades en nuestro seguimiento de Cristo, y necesitamos palabras de ánimo. Cuando cantamos este himno en Vísperas, lo tendríamos que hacer con voz alta -además de afinada-, expresando nuestra alegría, que nunca debería quedar ahogada por la rutina, por haber sido incorporados al triunfo de Cristo contra el mal y por habernos mantenido libres, con su ayuda, en medio de la corrupción general.
No se repetirá cada tarde la escenografía del Apocalipsis. Pero su contenido y su mensaje, sí. Y eso nos tiene que hacer dirigir una mirada pascual y esperanzada a la historia del mundo y a la nuestra personal. A pesar de que la lucha sigue.
2. Lucas 21,12-19
a) Jesús avisa a los suyos de que van a ser perseguidos, que serán llevados a los tribunales y a la cárcel. Y que así tendrán ocasión de dar testimonio de él.
Jesús no nos ha engañado: nunca prometió que en esta vida seremos aplaudidos y que nos resultará fácil el camino. Lo que sí nos asegura es que salvaremos la vida por la fidelidad, y que él dará testimonio ante el Padre de los que hayan dado testimonio de él ante los hombres.
b) Cuando Lucas escribía su evangelio, la comunidad cristiana ya tenía mucha experiencia de persecuciones y cárceles y martirios, por parte de los enemigos de fuera, y de dificultades, divisiones y traiciones desde dentro.
A lo largo de dos mil años, la Iglesia ha seguido teniendo esta misma experiencia: los cristianos han sido calumniados, odiados, perseguidos, llevados a la muerte. ¡Cuántos mártires, de todos los tiempos, también del nuestro, nos estimulan con su admirable ejemplo! Y no sólo mártires de sangre, sino también los mártires callados de la vida diaria, que están cumpliendo el evangelio de Jesús y viven según sus criterios con admirable energía y constancia.
Jesús nos lo ha anunciado, en el momento en que él mismo estaba a punto de entregarse en la cruz, no para asustarnos, sino para darnos confianza, para animarnos a ser fuertes en la lucha de cada día: "con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas".
El amor, la amistad y la fortaleza -y nuestra fe- no se muestran tanto cuando todo va bien, sino cuando se ponen a prueba.
Nos lo avisó: "si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros" (Jn 15,20), pero también nos aseguró: "os he dicho estas cosas para que tengáis paz en mí; en el mundo tendréis tribulación, pero ¡ánimo! yo he vencido al mundo" (Jn 16,33).
Martes 22 de noviembre de 2016
Santa Cecilia
Trigésimo cuarta semana del Tiempo Ordinario
Apocalipsis 14,14-19:
Yo, Juan, miré y en la visión apareció una nube blanca; estaba sentado encima uno con aspecto de hombre, llevando en la cabeza una corona de oro y en la mano una hoz afilada. Del santuario salió otro ángel y gritó fuerte al que estaba sentado en la nube: «Arrima tu hoz y siega; ha llegado la hora de la siega, pues la mies de la tierra está más que madura.» Y el que estaba sentado encima de la nube acercó su hoz a la tierra y la segó. Otro ángel salió del santuario celeste llevando él también una hoz afilada. Del altar salió otro, el ángel que tiene poder sobre el fuego, y le gritó fuerte al de la hoz afilada: «Arrima tu hoz afilada y vendimia los racimos de la viña de la tierra, porque las uvas están en sazón.» El ángel acercó su hoz a la tierra y vendimió la viña de la tierra y echó las uvas en el gran lagar del furor de Dios. Pisotearon el lagar fuera de la ciudad, y del lagar corrió tanta sangre, que subió hasta los bocados de los caballos en un radio de sesenta leguas.
Sal 95,10.11-12.13 R/. El Señor llega a regir la tierra
Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R/.
Alégrese el cielo, goce la tierra,
retumbe el mar y cuanto lo llena;
vitoreen los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen los árboles del bosque. R/.
Delante del Señor, que ya llega,
ya llega a regir la tierra:
regirá el orbe con justicia
y los pueblos con fidelidad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,5-11:
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?» Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: "Yo soy", o bien "El momento está cerca"; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.» Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.»
Apocalipsis 14,14-20
a) La mies está ya madura. La uva, en sazón. El Cordero, Cristo, es el Juez de la historia. El Apocalipsis le llama con el mismo nombre que Daniel en su profecía: "uno con aspecto de hombre", "el Hijo del Hombre", como se le llama repetidamente en el evangelio.
Viene sobre una nube blanca, símbolo de la divinidad. Con la corona ceñida sobre la cabeza. Con una hoz afilada para la siega. Y otra hoz afilada para la vendimia. Ha llegado el momento del juicio de Dios, la hora de la verdad. Ahora se verá quién vence y quién es derrotado. El salmo lo había anunciado: "delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra, regirá el orbe con justicia y los pueblos con fidelidad".
b) En la parábola de la cizaña había avisado Jesús: "dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega, y al tiempo de la siega, diré a los segadores: recoged la cizaña y atadla en gavillas para quemarla".
El Apocalipsis nos pone delante la imagen grandiosa de la siega cósmica, para castigo de los adoradores de la Bestia, los idólatras, el castigo "en el gran lagar de la ira de Dios", que se describe con una evidente exageración literaria, para expresar la seriedad y universalidad del juicio de Dios.
La intención es animar a los creyentes para que sigan fieles: el tono de todo el libro es de victoria y fiesta para los seguidores del Cordero.
Nos hace bien a todos -y particularmente en estos últimos días del año- pensar que al final habrá un examen sobre nuestra vida. Es de sabios mirar hacia delante, para recordar a dónde se dirige nuestro viaje y verificar si el camino que estamos recorriendo lleva al destino elegido. No es para meternos miedo en el cuerpo. Pero si para infundirnos seriedad. Al final de la vida hay salvación o hay fracaso total. Es nuestro negocio más importante.
2. Lucas 21,5-11
a) A partir de hoy, y hasta el sábado, leemos el "discurso escatológico" de Jesús, el que nos habla de los acontecimientos futuros y los relativos al fin del mundo. Lo que es coherente con esta semana, la última del Año Litúrgico, que hemos iniciado con la solemnidad de Cristo Rey del Universo.
Escuchamos el segundo lamento de Jesús sobre su ciudad, Jerusalén anunciando su próxima ruina. Pero Lucas lo cuenta mezclando planos con otro acontecimiento más lejano, el final de los tiempos. Es difícil deslindar los dos.
La perspectiva futura la anuncia Jesús con un lenguaje apocalíptico y misterioso: guerras y revoluciones, terremotos, epidemias, espantos y grandes signos en el cielo. Pero "el final no vendrá en seguida", y no hay que hacer caso de los que vayan diciendo "yo soy", o "el momento está cerca"
b) La ruina de Jerusalén ya sucedió en el año 70, cuando las tropas romanas de Vespasiano y Tito, para aplastar una revuelta de los judíos, destruyeron Jerusalén y su templo, y "no quedó piedra sobre piedra". Nos hace humildes el ver qué caducas son las instituciones humanas en las que tendemos a depositar nuestra confianza, con los sucesivos desengaños y disgustos. Los judíos estaban orgullosos -y con razón- de la belleza de su capital y de su templo, el construido por el rey Herodes. Pero estaba próximo su fin.
El otro plano, el final de los tiempos, está por llegar. No es inminente, pero sí es serio. El mirar hacia ese futuro no significa aguarnos la fiesta de esta vida, sino hacernos sabios, porque la vida hay que vivirla en plenitud, sí, pero responsablemente, siguiendo el camino que nos ha señalado Dios y que es el que conduce a la plenitud. Lo que nos advierte Jesús es que no seamos crédulos cuando empiecen los anuncios del presunto final. Al cabo de dos mil años, ¿cuántas veces ha sucedido lo que él anticipó, de personas que se presentan como mesiánicas y salvadoras, o que asustaban con la inminente llegada del fin del mundo? "Cuidado con que nadie os engañe: el final no vendrá en seguida".
Esta semana, y durante el Adviento, escuchamos repetidamente la invitación a mantenernos vigilantes. Que es la verdadera sabiduría. Cada día es volver a empezar la historia. Cada día es tiempo de salvación, si estamos atentos a la cercanía y a la venida de Dios a nuestras vidas.
Lunes 21 de noviembre de 2016
Presentación de la Santísima Virgen
Trigésimo cuarta semana del Tiempo Ordinario
Apocalipsis 14,1-3.4b-5:
Yo, Juan, miré y en la visión apareció el Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban grabado en la frente el nombre del Cordero y el nombre de su Padre. Oí también un sonido que bajaba del cielo, parecido al estruendo del océano, y como el estampido de un trueno poderoso; era el son de arpistas que tañían sus arpas delante del trono, delante de los cuatro seres vivientes y los ancianos, cantando un cántico nuevo. Nadie podía aprender el cántico fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil, los adquiridos en la tierra. Éstos son los que siguen al Cordero adondequiera que vaya; los adquirieron como primicias de la humanidad para Dios y el Cordero. En sus labios no hubo mentira, no tienen falta.
Sal 23,1-2.3-4ab.5-6 R/. Este es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.
el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 21,1-4:
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: «Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»
PARA VIVIR LA PALABRA
Memoria de la Presentación de María.
En aquel tiempo, alzando Jesús los ojos, vio unos ricos que echaban donativos en el arca de las ofrendas; vio también una viuda pobre que echaba dos reales, y dijo: «Sabed que esa pobre viuda ha echado más que nadie, porque todos los demás han echado de lo que les sobra, pero ella, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»
PARA VIVIR LA PALABRA
Memoria de la Presentación de María.
Los datos sobre la presentación de Nuestra Señora se incorporaron a la tradición cristiana a través de los evangelios apócrifos, que a su vez deben apoyarse en un relato más antiguo. A partir del siglo V los Santos Padres hacen referencia a este acontecimiento, y después los teólogos, santos y oradores sagrados lo han comentado de muchas maneras.
El pueblo cristiano pronto hizo suya esta fiesta. En Oriente parece que se conmemoraba desde el siglo vi en algunos puntos de forma particular, hasta que en 1143 Miguel Comneno la declaró obligatoria para todo su imperio. En Occidente fue introduciéndose por diferentes vías. Se sabe que en el siglo XII ya se celebraba en el sur de Italia y en algunos partes de Inglaterra. En 1372, un gentil hombre francés, canciller en la corte del rey de Chipre, fue enviado a Aviñón como embajador ante el papa Gregorio XI y contó a éste la magnificencia con que en Grecia se celebraba esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón. En España fue implantada por el cardenal Cisneros. San Pío V mandó suprimirla al hacer la reforma del calendario, pero fue restablecida por Sixto V en vista de las pruebas que sobre su antigüedad presentó el jesuita español padre Francisco Torres.
Los artistas han contribuido a hacer esta fiesta más popular, representándola gráficamente en imágenes. La más antigua que se conoce actualmente está en un manuscrito del siglo xi que se conserva en la Biblioteca Nacional de París. Los primitivos italianos fijaron definitivamente la escena, que luego repitieron, cada vez en un ambiente más fastuoso, los pintores más famosos del Renacimiento. La Virgen niña sube decidida y rápidamente los escalones del templo, a lo alto de los cuales el sumo sacerdote, revestido con ornamentos de gran ceremonia, recibe la ofrenda. Al pie de la escalinata, respetuosamente distanciados, los padres de María contemplan el acto de la presentación. Los artistas, como los apócrifos, han añadido detalles ciertamente poco verosímiles, pero esto no quita ni pone al fondo del asunto.
LO MÁS IMPORTANTE DE LA VIDA DE MARÍA es el haber sido la Madre de Jesús. Dios la fue preparando desde su niñez. María “guardó en su corazón” todo lo que no entendía y, poco a poco, Dios fue despertando en Ella el deseo de amarlo incondicionalmente y de vivir con disponibilidad hacía Él y hacia las personas.
La viuda pobre:
No importa la cantidad de lo que damos, sino el amor con que lo damos. A veces apreciamos más un regalo pequeño que nos hace una persona que uno más costoso que nos hacen otras, porque reconocemos la actitud con que se nos ha hecho.
La buena mujer dio poco, pero lo dio con humildad y amor. Y, además, dio todo lo que tenía, no lo que le sobraba. Mereció la alabanza de Jesús. Aunque no sepamos su nombre, su gesto está en el evangelio y ha sido conocido por todas las generaciones. Y si no estuviera en el evangelio, Dios sí la conoce y aplaude su amor.
¿Qué damos nosotros: lo que nos sobra o lo que necesitamos? ¿lo damos con sencillez o con ostentación, gratuitamente o pasando factura? ¿ponemos, por ejemplo, nuestras cualidades y talentos a disposición de la comunidad, de la familia, de la sociedad, o nos reservamos por pereza o interés? No todos tienen grandes dones: pero es generoso el que da lo poco que tiene, no el que tiene mucho y da lo que le sobra.
Dios se nos ha dado totalmente: nos ha enviado a su Hijo, que se ha entregado por todos, y que se nos sigue ofreciendo como alimento en la Eucaristía. ¿Podremos reservarnos nosotros en la entrega a lo largo del día de hoy?
Al final de una jornada, al hacer durante unos momentos ese sabio examen de conciencia con que vamos ritmando nuestra vida, ¿podemos decir que hemos sido generosos, que hemos echado nuestros dos reales para el bien común? Más aún, ¿se puede decir que nos hemos dado a nosotros mismos? Teníamos dolor de cabeza, estábamos cansados, pero hemos seguido trabajando igual, y hasta hemos echado una mano para ayudar a otros. Nadie se ha dado cuenta ni nos han aplaudido. Pero Dios sí lo ha visto, y ha sonreído, y lo ha escrito en su evangelio.
Domingo
Solemnidad de Cristo Rey del Universo
Domingo
Solemnidad de Cristo Rey del Universo
segundo libro de Samuel 5,1-3:
En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y le dijeron: «Hueso tuyo y carne tuya somos; ya hace tiempo, cuando todavía Saúl era nuestro rey, eras tú quien dirigías las entradas y salidas de Israel. Además el Señor te ha prometido: "Tú serás el pastor de mi pueblo Israel, tú serás el jefe de Israel."» Todos los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver al rey, y el rey David hizo con ellos un pacto en Hebrón, en presencia del Señor, y ellos ungieron a David como rey de Israel.
Sal 121,1-2.4-5 R/. Vamos alegres a la casa del Señor
Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses 1,12-20:
Damos gracias a Dios Padre, que nos ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido, por cuya sangre hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él es imagen de Dios invisible, primogénito de toda criatura; porque por medio de él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres, visibles e invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades; todo fue creado por él y para él. Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él. Él es también la cabeza del cuerpo: de la Iglesia. El es el principio, el primogénito de entre los muertos, y así es el primero en todo. Porque en él quiso Dios que residiera toda la plenitud. Y por él quiso reconciliar consigo todos los seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su cruz.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 23,35-43:
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.» Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.» Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.» Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.» Pero el otro lo increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.» Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.» Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
"CARGAR CON LA CRUZ
El relato de la crucifixión, proclamado en la fiesta de Cristo Rey, nos recuerda a los seguidores de Jesús que su reino no es un reino de gloria y de poder, sino de servicio, amor y entrega total para rescatar al ser humano del mal, el pecado y la muerte.
Habituados a proclamar la "victoria de la Cruz", corremos el riesgo de olvidar que el Crucificado nada tiene que ver con un falso triunfalismo que vacía de contenido el gesto más sublime de servicio humilde de Dios hacia sus criaturas. La Cruz no es una especie de trofeo que mostramos a otros con orgullo, sino el símbolo del Amor crucificado de Dios que nos invita a seguir su ejemplo.
Cantamos, adoramos y besamos la Cruz de Cristo porque en lo más hondo de nuestro ser sentimos la necesidad de dar gracias a Dios por su amor insondable, pero sin olvidar que lo primero que nos pide Jesús de manera insistente no es besar la Cruz sino cargar con ella. Y esto consiste sencillamente en seguir sus pasos de manera responsable y comprometida, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso.
No nos está permitido acercarnos al misterio de la Cruz de manera pasiva, sin intención alguna de cargar con ella. Por eso, hemos de cuidar mucho ciertas celebraciones que pueden crear en torno a la Cruz una atmósfera atractiva pero peligrosa, si nos distraen del seguimiento fiel al Crucificado haciéndonos vivir la ilusión de un cristianismo sin Cruz. Es precisamente al besar la Cruz cuando hemos de escuchar la llamada de Jesús: «Si alguno viene detrás de mí... que cargue con su cruz y me siga».
Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde sólo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo.
El teólogo católico Johann Baptist Metz viene insistiendo en el peligro de que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de quienes viven hoy crucificados. En el cristianismo de los países del bienestar está ocurriendo, según él, un fenómeno muy grave: "La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad, sino que descarga de ella".
¿No hemos de revisar todos cuál es nuestra verdadera actitud ante el Crucificado? ¿No hemos de acercarnos a él de manera más responsable y comprometida?" (J.A Pagola)
Sábado 19 de noviembre de 2016
Trigésimo tercera semana del Tiempo Ordinario
PARA VIVIR ESTA PALABRA
"CARGAR CON LA CRUZ
El relato de la crucifixión, proclamado en la fiesta de Cristo Rey, nos recuerda a los seguidores de Jesús que su reino no es un reino de gloria y de poder, sino de servicio, amor y entrega total para rescatar al ser humano del mal, el pecado y la muerte.
Habituados a proclamar la "victoria de la Cruz", corremos el riesgo de olvidar que el Crucificado nada tiene que ver con un falso triunfalismo que vacía de contenido el gesto más sublime de servicio humilde de Dios hacia sus criaturas. La Cruz no es una especie de trofeo que mostramos a otros con orgullo, sino el símbolo del Amor crucificado de Dios que nos invita a seguir su ejemplo.
Cantamos, adoramos y besamos la Cruz de Cristo porque en lo más hondo de nuestro ser sentimos la necesidad de dar gracias a Dios por su amor insondable, pero sin olvidar que lo primero que nos pide Jesús de manera insistente no es besar la Cruz sino cargar con ella. Y esto consiste sencillamente en seguir sus pasos de manera responsable y comprometida, sabiendo que ese camino nos llevará tarde o temprano a compartir su destino doloroso.
No nos está permitido acercarnos al misterio de la Cruz de manera pasiva, sin intención alguna de cargar con ella. Por eso, hemos de cuidar mucho ciertas celebraciones que pueden crear en torno a la Cruz una atmósfera atractiva pero peligrosa, si nos distraen del seguimiento fiel al Crucificado haciéndonos vivir la ilusión de un cristianismo sin Cruz. Es precisamente al besar la Cruz cuando hemos de escuchar la llamada de Jesús: «Si alguno viene detrás de mí... que cargue con su cruz y me siga».
Para los seguidores de Jesús, reivindicar la Cruz es acercarse servicialmente a los crucificados; introducir justicia donde se abusa de los indefensos; reclamar compasión donde sólo hay indiferencia ante los que sufren. Esto nos traerá conflictos, rechazo y sufrimiento. Será nuestra manera humilde de cargar con la Cruz de Cristo.
El teólogo católico Johann Baptist Metz viene insistiendo en el peligro de que la imagen del Crucificado nos esté ocultando el rostro de quienes viven hoy crucificados. En el cristianismo de los países del bienestar está ocurriendo, según él, un fenómeno muy grave: "La Cruz ya no intranquiliza a nadie, no tiene ningún aguijón; ha perdido la tensión del seguimiento a Jesús, no llama a ninguna responsabilidad, sino que descarga de ella".
¿No hemos de revisar todos cuál es nuestra verdadera actitud ante el Crucificado? ¿No hemos de acercarnos a él de manera más responsable y comprometida?" (J.A Pagola)
Trigésimo tercera semana del Tiempo Ordinario
Apocalipsis 11,4-12:
Me fue dicho a mí, Juan: «Éstos son mis dos testigos, los dos olivos y los dos candelabros que están en la presencia del Señor de la tierra. Si alguno quiere hacerles daño, echarán fuego por la boca y devorarán a sus enemigos; así, el que intente hacerles daño morirá sin remedio. Tienen poder para cerrar el cielo, de modo que no llueva mientras dura su profecía; tienen también poder para transformar el agua en sangre y herir la tierra a voluntad con plagas de toda especie. Pero, cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los derrotará y los matará. Sus cadáveres yacerán en la calle de la gran ciudad, simbólicamente llamada Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. Durante tres días y medio, gente de todo pueblo y raza, de toda lengua y nación, contemplarán sus cadáveres, y no permitirán que les den sepultura. Todos los habitantes de la tierra se felicitarán por su muerte, harán fiesta y se cambiarán regalos; porque estos dos profetas eran un tormento para los habitantes de la tierra.»
Al cabo de los tres días y medio, un aliento de vida mandado por Dios entró en ellos y se pusieron de pie, en medio del terror de todos los que lo veían. Oyeron entonces una voz fuerte que les decía desde el cielo: «Subid aquí.» Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.
Al cabo de los tres días y medio, un aliento de vida mandado por Dios entró en ellos y se pusieron de pie, en medio del terror de todos los que lo veían. Oyeron entonces una voz fuerte que les decía desde el cielo: «Subid aquí.» Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.
Sal 143 R/. Bendito el Señor, mi Roca
endito el Señor, mi Roca,
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R/.
Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R/.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo. R/.
que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R/.
Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R/.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 20,27-40:
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Apocalipsis 11,4-12
a) Los expertos no se ponen de acuerdo sobre quiénes son los "dos testigos", "los dos olivos", "las dos lámparas", a quienes se refiere el Apocalipsis en el enigmático pasaje de hoy. En la profecía de Zacarías (Za 4) se hablaba de dos olivos y dos ungidos, y parece que entonces se refería a dos personajes de la época: Josué y Zorobabel. Aquí no podemos saber a quién está aludiendo: ¿a Moisés y Elías, como en la escena de la transfiguración? ¿a Pedro y Pablo, sacrificados en Roma por Nerón pero luego glorificados en el recuerdo y el culto de la comunidad?
Lo importante es que la Bestia les declara la guerra. Las fuerzas del mal -en concreto, el emperador romano Domiciano- declaran guerra total e intentan destruir la comunidad de Cristo. El simbolismo sigue con los números, porque la muerte de los dos testigos, y por tanto el triunfo de los malvados, dura "tres días y medio", o sea, la mitad de siete, lo que equivale a decir un número imperfecto, no definitivo. Al cabo de esos días resurgen y triunfan delante de todos, animados de nuevo por la vida de Dios.
b) La lucha entre el bien y el mal sigue, aunque no sea con esas características tan espectaculares como a finales del siglo I.
A veces parece que prevalece el mal, pero es por poco tiempo. Van pasando los enemigos de Cristo y él sigue. Se suceden los imperios y las ideologías hostiles, pero la comunidad del Resucitado sigue viva, animada por su Espíritu. La Iglesia lleva dos mil años luchando contra el mal externo y el interno, sufriendo, muriendo y resucitando, como su Guía y Esposo Jesús, soportando con frecuencia -también ahora- persecuciones crueles y organizadas.
Nosotros, en nuestra vida personal, experimentamos esa misma historia dinámica, hecha de cruz y de vida, de fracasos y éxitos. A veces nos puede el mal. Pero el triunfador, Jesús, nos tiende su mano para volvernos a llenar de su fuerza vital. Esa mano tendida son su Palabra, sus Sacramentos, su Iglesia, su Gracia, su Espíritu. Para que nunca demos por perdida la guerra, sino que sigamos luchando para vencer al mal en nosotros y en torno nuestro.
La mejor fuerza y las mejores armas las tenemos en la Eucaristía que recibimos, en la que comulgamos con "el que quita el pecado del mundo". Ahí está "el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo".
2. Lucas 20,27-40
a) Se suele llamar "trampa saducea" a las preguntas que no están hechas con sincera voluntad de saber, sino para tender una "emboscada" para que el otro quede mal, responda lo que responda.
Los saduceos pertenecían a las clases altas de la sociedad. Eran liberales en algunos aspectos sociales -eran conciliadores con los romanos-, pero se mostraban muy conservadores en otros. Por ejemplo, de los libros del AT sólo aceptaban los libros del Pentateuco (la Torá), y no las tradiciones de los rabinos. No creían en la existencia de los ángeles y los demonios, y tampoco en la resurrección. Al contrario de los fariseos, que sí creían en todo esto y se oponían a la ocupación romana. Por tanto, no nos extraña que cuando Jesús confunde con su respuesta a los saduceos, unos letrados le aplauden: "bien dicho, Maestro".
El caso que los saduceos presentan a Jesús, un tanto extremo y ridículo, está basado en la "ley del levirato" (cf. Deuteronomio 25), por la que si una mujer queda viuda sin descendencia, el hermano del esposo difunto se tiene que casar con ella para darle hijos y perpetuar así el apellido de su hermano.
b) La respuesta de Jesús es un prodigio de habilidad en sortear trampas.
Lo primero que afirma es la resurrección de los muertos, su destino de vida, cosa que negaban los saduceos: Dios nos tiene destinados a la vida, no a la muerte, a los que "sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos". "No es Dios de muertos, sino de vivos".
Pero la vida futura será muy distinta de la actual. Es vida nueva, en la que no hará falta casarse, "pues ya no pueden morir, son como ángeles, son hijos de Dios, porque participan en la resurrección". Ya no hará falta esa maravillosa fuerza de la procreación, porque la vida y el amor y la alegría no tendrán fin.
Aunque la "otra vida", que es la transformación de ésta, siga siendo también para nosotros misteriosa, nuestra visión está ayudada por la luz que nos viene de Cristo. Él no nos explica el "cómo" sucederán las cosas, pero sí nos asegura que la muerte no es la última palabra, que Dios nos quiere comunicar su misma vida, para siempre, que estamos destinados a "ser hijos de Dios y a participar en la resurrección".
Viernes 18 de noviembre de 2016. Santa Isabel de Hungría
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Apocalipsis 11,4-12
a) Los expertos no se ponen de acuerdo sobre quiénes son los "dos testigos", "los dos olivos", "las dos lámparas", a quienes se refiere el Apocalipsis en el enigmático pasaje de hoy. En la profecía de Zacarías (Za 4) se hablaba de dos olivos y dos ungidos, y parece que entonces se refería a dos personajes de la época: Josué y Zorobabel. Aquí no podemos saber a quién está aludiendo: ¿a Moisés y Elías, como en la escena de la transfiguración? ¿a Pedro y Pablo, sacrificados en Roma por Nerón pero luego glorificados en el recuerdo y el culto de la comunidad?
Lo importante es que la Bestia les declara la guerra. Las fuerzas del mal -en concreto, el emperador romano Domiciano- declaran guerra total e intentan destruir la comunidad de Cristo. El simbolismo sigue con los números, porque la muerte de los dos testigos, y por tanto el triunfo de los malvados, dura "tres días y medio", o sea, la mitad de siete, lo que equivale a decir un número imperfecto, no definitivo. Al cabo de esos días resurgen y triunfan delante de todos, animados de nuevo por la vida de Dios.
b) La lucha entre el bien y el mal sigue, aunque no sea con esas características tan espectaculares como a finales del siglo I.
A veces parece que prevalece el mal, pero es por poco tiempo. Van pasando los enemigos de Cristo y él sigue. Se suceden los imperios y las ideologías hostiles, pero la comunidad del Resucitado sigue viva, animada por su Espíritu. La Iglesia lleva dos mil años luchando contra el mal externo y el interno, sufriendo, muriendo y resucitando, como su Guía y Esposo Jesús, soportando con frecuencia -también ahora- persecuciones crueles y organizadas.
Nosotros, en nuestra vida personal, experimentamos esa misma historia dinámica, hecha de cruz y de vida, de fracasos y éxitos. A veces nos puede el mal. Pero el triunfador, Jesús, nos tiende su mano para volvernos a llenar de su fuerza vital. Esa mano tendida son su Palabra, sus Sacramentos, su Iglesia, su Gracia, su Espíritu. Para que nunca demos por perdida la guerra, sino que sigamos luchando para vencer al mal en nosotros y en torno nuestro.
La mejor fuerza y las mejores armas las tenemos en la Eucaristía que recibimos, en la que comulgamos con "el que quita el pecado del mundo". Ahí está "el Señor, mi Roca, que adiestra mis manos para el combate, mi bienhechor, mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo".
2. Lucas 20,27-40
a) Se suele llamar "trampa saducea" a las preguntas que no están hechas con sincera voluntad de saber, sino para tender una "emboscada" para que el otro quede mal, responda lo que responda.
Los saduceos pertenecían a las clases altas de la sociedad. Eran liberales en algunos aspectos sociales -eran conciliadores con los romanos-, pero se mostraban muy conservadores en otros. Por ejemplo, de los libros del AT sólo aceptaban los libros del Pentateuco (la Torá), y no las tradiciones de los rabinos. No creían en la existencia de los ángeles y los demonios, y tampoco en la resurrección. Al contrario de los fariseos, que sí creían en todo esto y se oponían a la ocupación romana. Por tanto, no nos extraña que cuando Jesús confunde con su respuesta a los saduceos, unos letrados le aplauden: "bien dicho, Maestro".
El caso que los saduceos presentan a Jesús, un tanto extremo y ridículo, está basado en la "ley del levirato" (cf. Deuteronomio 25), por la que si una mujer queda viuda sin descendencia, el hermano del esposo difunto se tiene que casar con ella para darle hijos y perpetuar así el apellido de su hermano.
b) La respuesta de Jesús es un prodigio de habilidad en sortear trampas.
Lo primero que afirma es la resurrección de los muertos, su destino de vida, cosa que negaban los saduceos: Dios nos tiene destinados a la vida, no a la muerte, a los que "sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos". "No es Dios de muertos, sino de vivos".
Pero la vida futura será muy distinta de la actual. Es vida nueva, en la que no hará falta casarse, "pues ya no pueden morir, son como ángeles, son hijos de Dios, porque participan en la resurrección". Ya no hará falta esa maravillosa fuerza de la procreación, porque la vida y el amor y la alegría no tendrán fin.
Aunque la "otra vida", que es la transformación de ésta, siga siendo también para nosotros misteriosa, nuestra visión está ayudada por la luz que nos viene de Cristo. Él no nos explica el "cómo" sucederán las cosas, pero sí nos asegura que la muerte no es la última palabra, que Dios nos quiere comunicar su misma vida, para siempre, que estamos destinados a "ser hijos de Dios y a participar en la resurrección".
Viernes 18 de noviembre de 2016. Santa Isabel de Hungría
Trigésimo tercera semana del Tiempo Ordinario
Apocalipsis 10,8-11:
Yo, Juan, oí cómo la voz del cielo que había escuchado antes se puso a hablarme de nuevo, diciendo: «Ve a coger el librito abierto de la mano del ángel que está de pie sobre el mar y la tierra.» Me acerqué al ángel y le dije: «Dame el librito.» Él me contestó: «Cógelo y cómetelo; al paladar será dulce como la miel, pero en el estómago sentirás ardor.» Cogí el librito de mano del ángel y me lo comí; en la boca sabía dulce como la miel, pero, cuando me lo tragué, sentí ardor en el estómago. Entonces me dijeron: «Tienes que profetizar todavía contra muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.»Sal 118 R/. ¡Qué dulce al paladar tu promesa!
Mi alegría es el camino de tus preceptos,más que todas las riquezas. R/.
Tus preceptos son mi delicia,
tus decretos son mis consejeros. R/.
Más estimo yo los preceptos de tu boca
que miles de monedas de oro y plata. R/.
¡Qué dulce al paladar tu promesa:
más que miel en la boca! R/.
Tus preceptos son mi herencia perpetua,
la alegría de mi corazón. R/.
Abro la boca y respiro,
ansiando tus mandamientos. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19,45-48:
En aquel tiempo, entró Jesús en el templo y se puso a echar a los vendedores, diciéndoles: «Escrito está: "Mi casa es casa de oración"; pero vosotros la habéis convertido en una "cueva de bandidos."»Todos los días enseñaba en el templo. Los sumos sacerdotes, los escribas y los notables del pueblo intentaban quitarlo de en medio; pero se dieron cuenta de que no podían hacer nada, porque el pueblo entero estaba pendiente de sus labios.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Apocalipsis 10, 8-11
a) Al comienzo de otra sección del Apocalipsis (saltando del capítulo 5 al 10), hoy leemos un gesto simbólico: el vidente tiene que comer el rollo, el libro, antes de transmitir su contenido.
PD/DULCE-AMARGA: Es un gesto muy expresivo, que ya encontramos en Ezequiel, 3,1. El profeta, el que habla de parte de Dios, primero tiene que comer él lo que anunciará después. El libro que come -la Palabra de Dios- es en parte dulce y en parte amargo: "en la boca sabia dulce como la miel, pero cuando me lo tragué, sentí ardor en el estómago".
b) Los cristianos, y sobre todo los que de alguna manera transmiten a otros la Palabra de Dios -sacerdotes, educadores, catequistas, padres, misioneros- deberíamos primero asimilarla nosotros. Comerla -interiorizarla, personalizarla- y luego comunicarla. Entonces será más creíble nuestro testimonio y nuestra palabra. Para que no caigamos en el reproche de Jesús a los fariseos, "que decían pero no hacían".
También nosotros experimentamos que la Palabra de Dios es agridulce. Muchas veces es consoladora. Otras muchas, exigente. Ni para nosotros ni para los demás debemos caer en la tentación de hacer selección a nuestra medida, censurando el Libro Santo y eligiendo sólo lo que nos gusta.
En el salmo 118, el creyente que medita desde la sabiduría de Dios se alegraba de encontrar en la Palabra su mejor alimento y gozo: "tus preceptos son mi delicia, qué dulce al paladar tu promesa, más que miel en la boca". Aunque los que escuchamos con frecuencia la Palabra de Dios sabemos que a veces nos produce un gusto suave, pero otras nos provoca y nos juzga y nos amenaza, para que tomemos en serio la vida. En ambos casos debemos acogerla nosotros. Así estaremos preparados para poder hablar a los demás.
2. Lucas 19,45-48
a) Jesús ya está en Jerusalén. Ayer lloró sobre su ciudad, triste por la ruina que se le avecina. Hoy realiza un gesto profético valiente: "se puso a echar a los vendedores", diciéndoles: "vosotros habéis convertido mi casa en una cueva de bandidos". Lucas no habla, como hace Juan, del látigo que esgrimió Jesús en este momento.
Y así Jesús, con una libertad que hacia el final de su vida se acentúa y se hace más atrevida, sigue enseñando en el Templo, suscitando, naturalmente, la ira de sus enemigos, "que intentaban quitarlo de en medio".
b) Isaías (Is 56,7) había dicho que el Templo tenía que ser "casa de oración para todos los pueblos". Jeremías (Jr 7,11) se quejaba de que, por el contrario, algunos lo convertían en cueva de ladrones.
Jesús une las dos citas en la misma queja. Probablemente el clima de feria de negocios que reinaba en los atrios del Templo, con la venta de animales para los sacrificios y el cambio de monedas para los que venían del extranjero, es lo que él desautorizó, aunque todo ello se hiciera con el consentimiento de las autoridades.
¿Necesita la Iglesia de hoy purificarse de alguna adherencia similar? Ciertamente es legítima la aportación económica de los fieles para el culto y para la ayuda de los pobres.
Recordemos la alabanza de Jesús a aquella pobre viuda que echaba lo que tenía en el cepillo del Templo. Pero ¿no sería necesario alejar de nuestros lugares de culto todo "ruido de dinero", toda apariencia de negocio dudoso? ¿tendría que defender Jesús nuestros templos para que sean en verdad casas de oración, abiertas a todos, y lugar donde él sigue enseñando con la fuerza salvadora de su Palabra?
Jueves 17 de noviembre de 2016. Santa Isabel de Hungría
Trigésimo tercera semana del Tiempo Ordinario
Apocalipsis 5,1-10:
Yo, Juan, a la derecha del que estaba sentado en el trono vi un rollo escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. Y vi a un ángel poderoso, gritando a grandes voces: «¿Quién es digno de abrir el rollo y soltar sus sellos?»
Y nadie, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el rollo y ver su contenido. Yo lloraba mucho, porque no se encontró a nadie digno de abrir el rollo y de ver su contenido.
Pero uno de los ancianos me dijo: «No llores más. Sábete que ha vencido el león de la tribu de Judá, el vástago de David, y que puede abrir el rollo y sus siete sellos.»
Entonces vi delante del trono, rodeado por los seres vivientes y los ancianos, a un Cordero en pie; se notaba que lo hablan degollado, y tenía siete cuernos y siete ojos –son los siete espíritus que Dios ha enviado a toda la tierra–. El Cordero se acercó, y el que estaba sentado en el trono le dio el libro con la mano derecha. Cuando tomó el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante él; teman cítaras y copas de oro llenas de perfume –son las oraciones de los santos–.
Y entonaron un cántico nuevo: «Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nuestro Dios un reino de sacerdotes, y reinan sobre la tierra.»
Salmo 149 R/. Has hecho de nosotros para nuestro Dios un reino de sacerdotes
Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su Creador,
los hijos de Sión por su Rey. R/.
Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes. R/.
Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca;
es un honor para todos sus fieles. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19,41-44:
En aquel tiempo, al acercarse Jesús a Jerusalén y ver la ciudad, le dijo llorando: «¡Si al menos tú comprendieras en este día lo que conduce a la paz! Pero no: está escondido a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán, apretarán el cerco, te arrasarán con tus hijos dentro, y no dejarán piedra sobre piedra. Porque no reconociste el momento de mi venida
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Apocalipsis 5,1-10
a) La solemne liturgia de ayer no estaba completa. El autor del Apocalipsis escenifica muy bien la entrada en escena de Cristo.
¿Quién abrirá los sellos del libro de la historia? ¿quién será capaz de interpretarlo? La respuesta apunta al "león de Judá" que ha vencido, "el vástago de David". El vidente descubre entonces delante del trono a un Cordero, que ha sido degollado, pero ahora vive y está de pie. A este Cordero, Cristo Jesús, el triunfador de la muerte, se le da el libro para que lo abra, y entonces los cuatro seres y los veinticuatro ancianos le rinden homenaje entonando himnos de gloria.
b) Cristo es el centro de toda la liturgia. De la del cielo y de la de la tierra. Él es el Sacerdote y el Maestro y la Palabra y el Cantor y el Orante y el Templo. Él da sentido a la historia: abre los sellos del libro que resulta misterioso para los demás. Tiene los siete cuernos del poder y los siete ojos de la sabiduría.
Unidos a él rezamos y alabamos al Padre y le elevamos nuestras súplicas, que concluimos siempre diciendo: "por Cristo Nuestro Señor". Unidos a él, somos también nosotros mediadores y sacerdotes: "has hecho de ellos una dinastía sacerdotal". Hoy podemos cantar con más sentido la aclamación del Santo, y las súplicas en que llamamos a Cristo "Cordero de Dios". En el momento en que se nos invita a participar de la comida eucarística, que es anticipo y garantía del banquete festivo del cielo, el "banquete de bodas del Cordero", se nos dice: "Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo".
El himno de los veinticuatro privilegiados, "Eres digno de tomar el libro", lo cantamos en Vísperas una vez por semana. Tendríamos que imitar el entusiasmo de esa asamblea de los salvados en el cielo, rindiendo homenaje a Jesús Salvador.
Sería bueno leer hoy una breve página del Catecismo (nn. 1136-1139). Se pregunta: "¿quién celebra?", y responde: el "Cristo total", no sólo nosotros, los que nos reunimos aquí abajo para la Eucaristía o para Vísperas, sino todos los salvados, unidos a Cristo. Para ello comenta precisamente este pasaje del Apocalipsis y se recrea describiendo la gran asamblea de los bienaventurados. Los que celebramos aquí abajo, "participamos ya de la liturgia del cielo, allí donde la celebración es enteramente comunión y fiesta".
2. Lucas 19,41-44
a) Jesús lloró una vez por la muerte de su amigo Lázaro. Hoy nos lo describe Lucas llorando por Jerusalén, previendo su ruina. Después del largo camino desde Galilea a la capital, en vez de prorrumpir en cantos de gozo -"¡qué alegría cuando me dijeron, vamos a la casa del Señor!"-, a Jesús se le saltan las lágrimas.
Su ciudad preferida no ha sabido "comprender en este día lo que conduce a la paz", "no reconociste el momento de mi venida", y no sabe que se acerca la gran desgracia. La destrucción que, en efecto, le acarrearon las tropas de Vespasiano y Tito el año 70.
b) ¿Qué resumen podría hacer Jesús de nuestra historia? ¿tendría que lamentarse porque tampoco nosotros hemos "reconocido el momento de su venida"? ¿o nos alabaría porque le hemos sido fieles?
Todos podríamos aprovechar mejor las gracias que nos concede Dios. Ayer se nos decía lo de las monedas de oro que deben producir beneficios. Hoy se nos pone delante, para escarmiento, la imagen de un pueblo que no ha sabido abrir los ojos y comprender el momento de la gracia de Dios.
Dentro de pocos días iniciaremos un nuevo año con el Adviento. Una y otra vez se nos dirá que hemos de estar vigilantes, porque Dios viene continuamente a nuestras vidas, y es una pena que nos encuentre dormidos, bloqueados por preocupaciones sin importancia, distraídos en valores que no son decisivos.
¿Dejaremos escapar tantas oportunidades como nos pone Dios en nuestro camino, oportunidades que nos traerían la verdadera felicidad? No pensemos tanto en si Jesús lloraría hoy por la situación de nuestro mundo. Pensemos más bien en si cada uno de nosotros le estamos correspondiendo como él quisiera, o le estamos defraudando.
Miércoles 16 de noviembre de 2016
Trigésimo tercera semana del Tiempo Ordinario
Apocalipsis 4, 1-11
Yo, Juan, en la visión vi en el cielo una puerta abierta; la voz con timbre de trompeta que oí al principio me estaba diciendo: «Sube aquí, y te mostraré lo que tiene que suceder después.» Al momento cal en éxtasis. En el cielo había un trono y uno sentado en el trono. El que estaba sentado en el trono brillaba como jaspe y granate, y alrededor del trono había un halo que brillaba como una esmeralda. En círculo alrededor del trono había otros veinticuatro tronos, y sentados en ellos veinticuatro ancianos con ropajes blancos y coronas de oro en la cabeza. Del trono salían relámpagos y retumbar de truenos; ante el trono ardían siete lámparas, los siete espíritus de Dios, y delante se extendía una especie de mar transparente, parecido al cristal. En el centro, alrededor del trono, había cuatro seres vivientes cubiertos de ojos por delante y por detrás: El primero se parecía a un león, el segundo a un novillo, el tercero tenía cara de hombre y el cuarto parecía un águila en vuelo. Los cuatro seres vivientes, cada uno con seis alas, estaban cubiertos de ojos por fuera y por dentro. Día y noche cantan sin pausa: «Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo: el que era y es y viene. » Y cada vez que los cuatro seres vivientes dan gloria y honor y acción de gracias al que está sentado en el trono, que vive por los siglos de los siglos, los veinticuatro ancianos se postran ante el que está sentado en el trono, adorando al que vive por los siglos de los siglos, y arrojan sus coronas ante el trono, diciendo:
«Eres digno, Señor, Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.»
Salmo 150, 1-2. 3-4. 5 R. Santo, Santo, Santo es el Señor, soberano de todo.
Alabad al Señor en su templo,
alabadlo en su fuerte firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,
alabadlo por su inmensa grandeza.R.
Alabadlo tocando trompetas,
alabadlo con arpas y cítaras,
alabadlo con tambores y danzas,
alabadlo con trompas y flautas. R.
Alabadlo con platillos sonoros,
alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta alabe al Señor. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19, 11-28:
En aquel tiempo, dijo Jesús una parábola; el motivo era que estaba cerca de Jerusalén, y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro. Dijo, pues: -«Un hombre noble se marchó a un país lejano para conseguirse el título de rey, y volver después. Llamó a diez empleados suyos y les repartió diez onzas de oro, diciéndoles: “Negociad mientras vuelvo.” Sus conciudadanos, que lo aborrecían, enviaron tras él una embajada para informar: “No queremos que él sea nuestro rey.” Cuando volvió con el título real, mandó llamar a los empleados a quienes había dado el dinero, para enterarse de lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y dijo: “Señor, tu onza ha producido diez.” Él le contestó: “Muy bien, eres un empleado cumplidor; como has sido fiel en una minucia, tendrás autoridad sobre diez ciudades.” El segundo llegó y dijo: “Tu onza, señor, ha producido cinco.” A ése le dijo también: “Pues toma tú el mando de cinco ciudades.” El otro llegó y dijo: “Señor, aquí está tu onza; la he tenido guardada en el pañuelo; te tenía miedo, porque eres hombre exigente, que reclamas lo que no prestas y siegas lo que no siembras.” Él le contestó: “Por tu boca te condeno, empleado holgazán. ¿Conque sabías que soy exigente, que reclamo lo que no presto y siego lo que no siembro? Pues, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco? Al volver yo, lo habría cobrado con los intereses.” Entonces dijo a los presentes: “Quitadle a éste la onza y dádsela al que tiene diez.” Le replicaron: “Señor, si ya tiene diez onzas.” “Os digo: ‘Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.’ Y a esos enemigos míos, que no me querían por rey, traedlos acá y degolladlos en mi presencia.”» Dicho esto, echó a andar delante de ellos, subiendo hacia Jerusalén.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Apocalipsis 4,1-11
a) Es admirable la imaginación poética y la fuerza descriptiva del autor del Apocalipsis.
Después del examen de conciencia que suponían las cartas a las siete Iglesias, hoy empieza a dibujarnos el grandioso ambiente del trono de Dios y la solemne liturgia del cielo.
Se suceden las imágenes, en el estilo de profetas como Isaías, Ezequiel o Daniel: el trono y el que está sentado en él, el arcoiris, los veinticuatro ancianos con vestidos blancos y corona en la cabeza, las siete lámparas o espíritus, el mar transparente como de cristal, los cuatro seres vivientes que día y noche cantan "Santo, Santo, Santo es el Señor".
Los cuatro seres misteriosos tienen figura de león, de toro, de hombre y de águila: son símbolos que ya habían aparecido en el profeta Ezequiel, y que más tarde la catequesis de los Santos Padres aplicó a los cuatro evangelistas, Lucas, Marcos, Mateo y Juan.
b) Uno de los aspectos que más deberíamos recordar, cada vez que participamos en la Eucaristía o en otras reuniones de oración, es que estamos unidos a la comunidad de los salvados en el cielo, que están ya celebrando en la presencia de Dios la verdadera liturgia, entonando himnos y lanzando al aire sus coronas.
No celebramos solos. Lo hacemos unidos a los ángeles, a la Virgen, a los santos, a nuestros seres queridos. La liturgia del cielo y la de la tierra están íntimamente relacionadas.
No importa mucho encontrar la clave simbólica para interpretar a quién corresponden esos seres misteriosos o esos personajes que están en torno a Dios, ni el sentido que puedan tener los números de esta magnífica escena: siete, veinticuatro, cuatro. Lo importante es que se nos pone delante una imagen de triunfo, de cantos jubilosos, de una liturgia festiva de los que ya están salvados: y eso es un mensaje de esperanza para los que vamos caminando un poco cansinamente por la vida, cuesta arriba hacia Jerusalén.
2. Lucas 19,11-28
a) La parábola de las diez onzas de oro que hay que hacer fructificar tiene, según Lucas, una intención: "estaban cerca de Jerusalén y se pensaban que el reino de Dios iba a despuntar de un momento a otro".
Lo del tiempo concreto de la vuelta no tiene importancia. Lo que sí la tiene es que, mientras llegue ese momento -la vuelta del rey. no parece inminente-, se trabaje: "negociad mientras vuelvo". Tampoco es decisivo si con las diez monedas uno ha conseguido otras diez, 0 sólo cinco. Lo que no hay que hacer es "guardarlas en un pañuelo", dejándolas improductivas.
La lectura de hoy es difícil de interpretar, porque la parábola de las monedas está entremezclada con otra, la del pretendiente al trono que no es bien visto por sus súbditos y luego se venga de sus enemigos: una alusión, tal vez, al episodio de Arquelao, hijo de Herodes el Grande, que había vivido una experiencia similar. Es difícil deslindar las dos, y tal vez aquí lo más conveniente será seguir el filón de las onzas que Dios nos ha encomendado y de las que tendremos que dar cuenta.
b) Los talentos que cada uno de nosotros hemos recibido -vida, salud, inteligencia, dotes para el arte o el mando o el deporte: todos tenemos algún don- los hemos de trabajar, porque somos administradores, no dueños.
Es de esperar que el Juez, al final, no nos tenga que tachar de "empleado holgazán" que ha ido a lo fácil y no ha hecho rendir lo que se le había encomendado. La vida es una aventura y un riesgo, y el Juez premiará sobre todo la buena voluntad, no tanto si hemos conseguido diez o sólo cinco. Lo que no podemos hacer es aducir argumentos para tapar nuestra pereza (el siervo holgazán poco menos que echa la culpa al mismo rey de su inoperancia).
¿Qué estamos haciendo de la fe, del Bautismo, de la Palabra, de la Eucaristía? ¿qué fruto estamos sacando, en honor de Dios y bien de la comunidad, de esa moneda de oro que es nuestra vida, la humana y la cristiana? Ojalá al final todos oigamos las palabras de un Juez sonriente: "muy bien, siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor".
Martes 15 de noviembre de 2016,
Trigésimo tercera semana del Tiempo Ordinario
Apocalipsis 3,1-6.14-22:
Yo, Juan, oí cómo el Señor me decía: «Al ángel de la Iglesia de Sardes escribe así: "Esto dice el que tiene los siete espíritus de Dios y las siete estrellas: Conozco tus obras; tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto. Ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir. Pues no he encontrado tus obras perfectas a los ojos de mi Dios. Acuérdate, por tanto, de cómo recibiste y oíste mi palabra: guárdala y arrepiéntete. Porque, si no estás en vela, vendré como ladrón, y no sabrás a qué hora vendré sobre ti. Ahí en Sardes tienes unos cuantos que no han manchado su ropa; ésos irán conmigo vestidos de blanco, pues se lo merecen. El que salga vencedor se vestirá todo de blanco, y no borraré su nombre del libro de la vida, pues ante mi Padre y ante sus ángeles reconoceré su nombre. Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias." Al ángel de la Iglesia de Laodicea escribe así: "Habla el Amén, el testigo fidedigno y veraz, el principio de la creación de Dios: Conozco tus obras, y no eres frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente, pero como estás tibio y no eres frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca. Tú dices: 'Soy rico, tengo reservas y nada me falta'. Aunque no lo sepas, eres desventurado y miserable, pobre, ciego y desnudo. Te aconsejo que me compres oro refinado en el fuego, y así serás rico; y un vestido blanco, para ponértelo y que no se vea tu vergonzosa desnudez; y colirio para untártelo en los ojos y ver. A los que yo amo los reprendo y los corrijo. Sé ferviente y arrepiéntete. Estoy a la puerta llamando: si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí; lo mismo que yo, cuando vencí, me senté en el trono de mi Padre, junto a él. Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu a las Iglesias."»
Sal 14,2-3ab.3cd-4ab.5 R/. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí
El que procede honradamente
y practica la justicia,
el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. R/.
El que no hace mal a su prójimo
ni difama al vecino,
el que considera despreciable al impío
y honra a los que temen al Señor. R/.
El que no presta dinero a usura
ni acepta soborno contra el inocente.
El que así obra nunca fallará. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 19,1-10:
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo: «Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.»
Él bajó en seguida y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.»
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor: «Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.»
Jesús le contestó: «Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Apocalipsis 3,1-6.14-22
a) De las cartas a las siete Iglesias del Asia -todas en la actual Turquía-, leemos tres en la selección que hace el Leccionario de la misa: ayer, la dirigida a los Efesios, y hoy otras dos.
Una va para "el ángel de la Iglesia de Sardes", lo que puede significar al pastor responsable o a la comunidad entera. Sardes era una ciudad comercial muy viva. La carta echa en cara a la comunidad cristiana: "tienes nombre como de quien vive, pero estás muerto". Y les exhorta a convertirse: "ponte en vela, reanima lo que te queda y está a punto de morir... arrepiéntete, porque si no estás en vela, vendré como ladrón". Eso sí, en esa comunidad hay algunos "que no han manchado su ropa" y han vencido a las tentaciones del mundo. Ésos participarán en la victoria de Cristo: "ante mi Padre y ante sus ángeles reconoceré su nombre".
La otra carta va dirigida a la comunidad de Laodicea, ciudad cercana a Colosas, con fuentes termales, rica en industria textil y famosa por una escuela de medicina ocular. Las palabras de la carta son muy duras: "no eres ni frío ni caliente, voy a escupirte de mi boca".
Si los de Laodicea estaban orgullosos de su riqueza, aquí les tacha de pobres y miserables; si tenían telares, les acusa de que están desnudos; si eran famosos sus médicos oculistas, pero en lo fundamental están ciegos. Irónicamente les aconseja que compren oro refinado y un vestido blanco y colirio para los ojos.
b) No hace falta mucho esfuerzo para verse reflejado en estas cartas. Son una buena ocasión para que nos examinemos, ahora que estamos a finales del Año Litúrgico.
¿Cómo va nuestra vida cristiana? ¿llena de vitalidad o tibia y mediocre? ¿somos de los que el autor de las cartas alaba porque "no se han manchado la ropa" por la corrupción de este mundo y han vencido? ¿o bien tendríamos que incluirnos en las quejas de Jesús, porque "tenemos nombre como de quien vive, pero estamos muertos", porque "no somos fríos ni calientes" y, creyéndonos ricos y bien vestidos, andamos por la vida pobres y desnudos a los ojos de Dios?
Es la actitud que Jesús más fustigaba en los fariseos: a las apariencias brillantes no correspondía dentro nada sustancioso, eran sepulcros muy adornados por fuera y por dentro llenos de corrupción. Tomemos en serio, en vísperas del Adviento, las recomendaciones del Apocalipsis: "acuérdate de cómo recibiste y oíste mi palabra, y guárdala y arrepiéntete", "sé ferviente y conviértete".
En el momento de participar en la Eucaristía, reconozcamos la voz de Jesús: "estoy a la puerta llamando; si alguien oye y me abre, entraré y comeremos juntos". Si lo hacemos así, nos incorporará al cortejo de los que participan de su victoria: "a los vencedores los sentaré en mi trono, junto a mí".
2. Lucas 19,1-10
a) Lucas es el único evangelista que nos cuenta la famosa escena de la conversión de Zaqueo. Es, en verdad, el evangelista de la misericordia y del perdón.
Como publicano -recaudador de impuestos, y además para la potencia ocupante, los romanos-, Zaqueo era despreciado y sus negocios debieron ser un tanto dudosos ("si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más"). Pero Jesús, con elegancia, se hace invitar a su casa y consigue lo que quería, lo que había venido a hacer a este mundo: "hoy ha sido la salvación de esta casa, porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido". Los demás excomulgan a Zaqueo. Jesús va a comer con él.
La de cosas que sucedieron en aquella sobremesa. Si ayer Jesús devolvió la vista a un ciego, hoy devuelve la paz a una persona de vida complicada.
b) ¿Cómo actuamos nosotros en casos semejantes? ¿como Jesús, que no tiene inconveniente en ir a comer a casa de Zaqueo, o como los fariseos, que murmuraban porque "ha entrado en casa de un pecador"?
Deberíamos ser capaces de conceder un margen de confianza a todos, como hacía Jesús. Deberíamos hacer fácil la rehabilitación de las personas que han tenido momentos malos en su vida, sabiendo descubrir que, por debajo de una posible mala fama, tienen muchas veces valores interesantes. Pueden ser "pequeños de estatura", como Zaqueo, pero en su interior -¡quién lo diría!- hay el deseo de "ver a Jesús", y pueden llegar a ser auténticos "hijos de Abrahán".
¿Nos alegramos del acercamiento de los alejados? ¿tenemos corazón de buen pastor, que celebra la vuelta de la oveja o del hijo pródigo? ¿o nos encastillamos en la justicia, como el hermano mayor o como los fariseos, intransigentes ante las faltas de los demás? Si Jesús, nuestro Maestro, vino "a buscar y a salvar lo que estaba perdido", ¿quiénes somos nosotros para desesperar de nadie?
Lunes 14 de noviembre de 2016. Trigésimo tercera semana del Tiempo Ordinario
Apocalipsis 1,1-4;2,1-5a:
Ésta es la revelación que Dios ha entregado a Jesucristo, para que muestre a sus siervos lo que tiene que suceder pronto. Dio la señal enviando su ángel a su siervo Juan. Éste, narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo. Dichoso el que lee y dichosos los que escuchan las palabras de esta profecía y tienen presente lo que en ella está escrito, porque el momento está cerca. Juan, a las siete Iglesias de Asia: Gracia y paz a vosotros de parte del que es y era y viene, de parte de los siete espíritus que están ante su trono. Oí cómo el Señor me decía: «Al ángel de la Iglesia de Éfeso escribe así: "Esto dice el que tiene las siete estrellas en su mano derecha y anda entre los siete candelabros de oro: Conozco tus obras, tu fatiga y tu aguante; sé que no puedes soportar a los malvados, que pusiste a prueba a los que se llamaban apóstoles sin serlo y descubriste que eran unos embusteros. Eres tenaz, has sufrido por mi y no te has rendido a la fatiga; pero tengo en contra tuya que has abandonado el amor primero. Recuerda de dónde has caldo, arrepiéntete y vuelve a proceder como antes."»
Salmo 1,1-2.3.4.6 R/. Al que salga vencedor le daré a comer del árbol de la vida
Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol,
plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón
y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18,35-43:
En aquel tiempo, cuando se acercaba Jesús a Jericó, había un ciego sentado al borde del camino, pidiendo limosna. Al oír que pasaba gente, preguntaba qué era aquello; y le explicaron: «Pasa Jesús Nazareno.»
Entonces gritó: «¡Jesús, hijo de David, ten compasión de mí!»
Los que iban delante le regañaban para que se callara, pero él gritaba más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»
Jesús se paró y mandó que se lo trajeran. Cuando estuvo cerca, le preguntó: «¿Qué quieres que haga por ti?»
Él dijo: «Señor, que vea otra vez.»
Jesús le contestó: «Recobra la vista, tu fe te ha curado.»
En seguida recobró la vista y lo siguió glorificando a Dios. Y todo el pueblo, al ver esto, alababa a Dios.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Apocalipsis 1,1-4; 2,1-5
Durante las dos últimas semanas del Año Litúrgico, antes del Adviento, la lectura que nos va a acompañar es el Apocalipsis, el último libro del NT y, por tanto, de la Biblia. Apocalipsis significa en griego "revelación". Los libros "apocalípticos" tiene unas características muy especiales, y usan un lenguaje misterioso, lleno de imágenes y símbolos, no fáciles de entender. Se nos hablará de dragones y caballos, de trompetas y cataclismos cósmicos, del simbolismo de los colores y de los números, y sobre todo de la lucha entre la Bestia y el Cordero.
El autor se llama a sí mismo Juan, pero es dudoso que se trate del mismo Juan al que se atribuye el cuarto evangelio y las cartas. Estas visiones las tuvo, dice él, en la isla de Palmos (por eso se le llama "el vidente de Palmos"), y precisamente en "el día señorial", el día del Señor, el domingo. Lo cual acentúa el carácter "pascual" de todo el libro, con la clave de la lucha, la muerte y la resurrección del Cordero, que acaba triunfando contra el mal y la muerte. Se nos hablará de luchas cruentas en la tierra y liturgias gozosas en el cielo.
Probablemente se escribe este libro a fines del siglo I, y por tanto la clave en que hay que interpretarlo es la situación que pasa la Iglesia en esta época, duramente perseguida por el emperador Domiciano (81-96), y marcada también por crisis internas de cansancio, herejías y divisiones. Así se puede entender la dramática batalla que se libra entra el dragón y el Cordero, entre el mal y el bien. El libro transmite un claro mensaje de esperanza, porque la Bestia fracasa estrepitosamente y el Cordero triunfa, asociando a toda la comunidad eclesial en su alegría.
a) La primera parte de la lectura de hoy es el inicio del libro, "la revelación que Dios ha entregado a Jesucristo para que muestre a sus siervos lo que tiene que suceder pronto". Cristo, por medio de un ángel, se la comunica al "siervo Juan", el cual, "narrando lo que ha visto, se hace testigo de la palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo".
A los que iniciamos hoy esta lectura con fe, se nos felicita ya desde la primera página: "dichosos los que escuchan las palabras de esta profecía y tienen presente lo que en ella está escrito".
Pero en seguida, el Apocalipsis pasa, en los capítulos 2 y 3, a transcribir siete cartas a otras tantas Iglesias del Asia Menor. Hoy leemos la dirigida a la comunidad cristiana de Éfeso, a la que "la voz del cielo" alaba por su entereza -"has sufrido por mí y no te has rendido a la fatiga"- y además por haber sabido discernir quiénes eran los falsos profetas en su seno. Pero le recrimina que "ha abandonado el amor primero".
2. Lucas 18,35-43
a) La curación del ciego está contada por Lucas con detalles muy expresivos.
Alguien explica al ciego que el que está pasando es Jesús. Él grita una y otra vez su oración: "Jesús, hijo de David, ten compasión de mí". La gente se enfada por esos gritos, pero Jesús "se paró y mandó que se lo trajeran". La gente no le quiere ayudar, pero Jesús sí. El diálogo es breve: "Señor, que vea otra vez", "recobra tu vista, tu fe te ha curado". Y el buen hombre le sigue lleno de alegría, glorificando a Dios.
b) Nosotros no podemos devolver la vista corporal a los ciegos. Pero en esta escena podemos vernos reflejados de varias maneras.
Ante todo, porque también nosotros recobramos la luz cuando nos acercamos a Jesús.
El que le sigue no anda en tinieblas. Y nunca agradeceremos bastante la luz que Dios nos ha regalado en Cristo Jesús. Con su Palabra, que escuchamos tan a menudo, él nos enseña sus caminos e ilumina nuestros ojos para que no tropecemos. ¿O tal vez estamos en un período malo de nuestra vida en que nos sale espontánea la oración: "Señor, que vea otra vez"?
También podemos preguntarnos qué hacemos para que otros recobren la vista: ¿somos de los que ayudan a que alguien se entere de que está pasando Jesús? ¿o más bien de los que no quieren oír los gritos de los que buscan luz y ayuda? Si somos seguidores de Jesús, ¿no tendríamos que imitarle en su actitud de atención a los ciegos que hay al borde del camino? ¿sabemos pararnos y ayudar al que está en búsqueda, al que quiere ver? ¿o sólo nos interesamos por los sanos y los simpáticos y los que no molestan?
Esos "ciegos" que buscan y no encuentran tal vez estén más cerca de lo que pensamos: pueden ser jóvenes desorientados, hijos o hermanos con problemas, amigos que empiezan a ir por malos caminos. ¿Les ayudamos? ¿les llevamos hacia Jesús, que es la Luz del mundo?
DOMINGO 33 DEL TIEMPO ORDINARIO. 13 NOVIEMBRE 2016
del Profeta Malaquías 4, 1-2a
Mirad que llega el día,ardiente como un horno:
malvados y perversos serán la paja,
y los quemaré el día que ha de venir
–dice el Señor de las Huestes–,
y no quedará de ellos ni rama ni raíz.
Pero a los que honran mi nombre
los iluminará un sol de justicia
que lleva la salud en las alas.
Salmo 97, 5-6 7-8. 9 R. El Señor llega para regir la tierra con justicia.
Tocad la cítara para el Señor,suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R.
Retumbe el mar y cuanto contiene,
la tierra y cuantos la habitan,
aplaudan los ríos, aclamen los montes,
al Señor que llega para regir la tierra. R.
Regirá el orbe con justicia,
y los pueblos con rectitud. R.
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 3, 7-12
Hermanos:Ya sabéis cómo tenéis que imitar mi ejemplo:
No viví entre vosotros sin trabajar,
nadie me dio de balde el pan que comí,
sino que trabajé y me cansé día y noche,
a fin de no ser carga para nadie.
No es que no tuviera derecho para hacerlo,
pero quise daros un ejemplo que imitar.
Cuando viví con vosotros os lo dije:
el que no trabaja, que no coma.
Porque me he enterado de que algunos
viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada.
Pues a esos les digo y les recomiendo,
por el Señor Jesucristo,
que trabajen con tranquilidad
para ganarse el pan.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 21, 5-19
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:–Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.
Ellos le preguntaron:
–Maestro, ¿cuándo va a ser éso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?
El contestó:
–Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usando mi nombre diciendo: «Yo soy» o bien «el momento está cerca»; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico.
Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.
Luego les dijo:
–Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre.
Habrá también espantos y grandes signos en el cielo.
Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a los tribunales y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores por causa de mi nombre: así tendréis ocasión de dar testimonio.
Haced propósito de no preparar vuestra defensa: porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro.
Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa de mi nombre.
Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá: con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.
"PARA TIEMPOS DIFÍCILES
Los profundos cambios socioculturales que se están produciendo en nuestros días y la crisis religiosa que sacude las raíces del cristianismo en occidente, nos han de urgir más que nunca a buscar en Jesús la luz y la fuerza que necesitamos para leer y vivir estos tiempos de manera lúcida y responsable.
Llamada al realismo. En ningún momento augura Jesús a sus seguidores un camino fácil de éxito y gloria. Al contrario, les da a entender que su larga historia estará llena de dificultades y luchas. Es contrario al espíritu de Jesús cultivar el triunfalismo o alimentar la nostalgia de grandezas. Este camino que a nosotros nos parece extrañamente duro es el más acorde a una Iglesia fiel a su Señor.
No a la ingenuidad. En momentos de crisis, desconcierto y confusión no es extraño que se escuchen mensajes y revelaciones proponiendo caminos nuevos de salvación. Éstas son las consignas de Jesús. En primer lugar, «que nadie os engañe»: no caer en la ingenuidad de dar crédito a mensajes ajenos al evangelio, ni fuera ni dentro de la Iglesia. Por tanto, «no vayáis tras ellos»: No seguir a quienes nos separan de Jesucristo, único fundamento y origen de nuestra fe.
Centrarnos en lo esencial. Cada generación cristiana tiene sus propios problemas, dificultades y búsquedas. No hemos de perder la calma, sino asumir nuestra propia responsabilidad. No se nos pide nada que esté por encima de nuestras fuerzas. Contamos con la ayuda del mismo Jesús: «Yo os daré palabras y sabiduría»… Incluso en un ambiente hostil de rechazo o desafecto, podemos practicar el evangelio y vivir con sensatez cristiana.
La hora del testimonio. Los tiempos difíciles no han de ser tiempos para los lamentos, la nostalgia o el desaliento. No es la hora de la resignación, la pasividad o la dimisión. La idea de Jesús es otra: en tiempos difíciles «tendréis ocasión de dar testimonio». Es ahora precisamente cuando hemos de reavivar entre nosotros la llamada a ser testigos humildes pero convincentes de Jesús, de su mensaje y de su proyecto.
Paciencia. Ésta es la exhortación de Jesús para momentos duros: «Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas». El término original puede ser traducido indistintamente como "paciencia" o "perseverancia". Entre los cristianos hablamos poco de la paciencia, pero la necesitamos más que nunca. Es el momento de cultivar un estilo de vida cristiana, paciente y tenaz, que nos ayude a responder a nuevas situaciones y retos sin perder la paz ni la lucidez." (J.A Pagola)
Sábado 12 de noviembre de 2016. San Josafat
Trigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario
tercera carta del apóstol san Juan 5-8:
Querido amigo Gayo, te portas con plena lealtad en todo lo que haces por los hermanos, y eso que para ti son extraños. Ellos han hablado de tu caridad ante la comunidad de aquí. Por favor, provéelos para el viaje como Dios se merece; ellos se pusieron en camino para trabajar por él sin aceptar nada de los gentiles. Por eso debemos nosotros sostener a hombres como éstos, cooperando así en la propagación de la verdad.Sal 111 R/. Dichoso quien teme al Señor
Dichoso quien teme al Señory ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.
En su casa habrá riquezas y abundancia,
su caridad es constante, sin falta.
En las tinieblas brilla como una luz
el que es justo, clemente y compasivo. R/.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 18,1-8:
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
3 Juan 5-8
a) Después de leer ayer la segunda carta de Juan, y antes de pasar, a partir del lunes próximo, a escuchar durante las dos últimas semanas del año el libro del Apocalipsis, leemos hoy unos pocos versículos de la tercera carta de Juan.
Esta vez va dirigida a Gayo, un cristiano que nos resulta desconocido. Pero el autor de la breve carta habla bien de él: se ve que atendía a los misioneros itinerantes que pasaban por su comunidad y les proveía de lo necesario, "cooperando así en la propagación de la verdad".
b) Hay maneras y maneras de colaborar en la evangelización. A unos les encomendó Cristo el ministerio de apóstoles. En una ocasión envió a setenta y dos discípulos a predicar. Pero aparecen otras muchas personas, hombres y mujeres, que ayudaban a Jesús y al grupo de los apóstoles, o luego a la comunidad cristiana, con su hospitalidad, con su apoyo económico, con su disponibilidad también misionera. Todos trabajan por el Reino, todos contribuyen a la evangelización del mundo.
Y eso, en tiempos de la comunidad apostólica y a lo largo de los dos mil años de la Iglesia. También hoy, ¡cuántos laicos y laicas realizan una labor humilde, sencilla, pero meritoria: con su trabajo de misioneros o catequistas o voluntarios! Cuántos cristianos colaboran con su ayuda al trabajo de los misioneros o al sostenimiento de las obras de la Iglesia -iglesias, seminarios, mantenimiento del personal- y lo hacen calladamente!
Este buen hombre Gayo, al que alaba la carta de Juan, puede considerarse el representante de todas estas personas anónimas que también "cooperan en la propagación de la verdad". Y reciben la bienaventuranza del salmo: "dichoso el que se apiada y presta ... su caridad es constante, sin falta".
2. Lucas 18,1-18
a) Lucas es el evangelista de la oración. Es el que más veces describe a Jesús orando y más nos transmite su enseñanza sobre cómo debemos orar.
Hoy lo hace con la parábola de la viuda insistente. El juez no tiene más remedio que concederle la justicia que la buena mujer reivindica. No se trata de comparar a Dios con aquel juez, que Jesús describe como corrupto e impío, sino nuestra conducta con la de la viuda, seguros de que, si perseveramos, conseguiremos lo que pedimos.
b) Jesús dijo esta parábola "para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse".
Dios siempre escucha nuestra oración. Él quiere nuestro bien y nuestra salvación más que nosotros mismos. Nuestra oración es una respuesta, no es la primera palabra. Nuestra oración se encuentra con la voluntad de Dios, que deseaba lo mejor para nosotros.
El Catecismo lo expresa con el ejemplo del encuentro de Jesús con la mujer samaritana, junto a la boca del pozo. "Nosotros vamos a buscar nuestra agua", pero resulta que ya estaba allí Jesús: "Cristo va al encuentro de todo ser humano, es el primero en buscarnos y el que nos pide de beber. Jesús tiene sed, su petición llega desde las profundidades de Dios que nos desea. La oración, sepámoslo o no, es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de él" (CEC 1560).
A veces esta oración la tenemos que expresar a gritos, día y noche, como dice Jesús, porque hay momentos en nuestra vida de turbulencia y de dolor intenso. Nos debe salir desde una actitud de humildad, no de autosuficiencia, desde una actitud de apertura confiada a Dios. O sea, desde la fe, como la del centurión que pedía por su criado, como la de la pobre viuda que insistía para conseguir justicia. La pregunta final de Jesús, en la página que hoy leemos, es provocativa: "cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?".
Viernes 11 de noviembre de 2016
San Martín de Tours
Trigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario
segunda carta del apóstol san Juan 4-9:
Señora elegida: Me alegré mucho al enterarme de que tus hijos caminan en la verdad, según el mandamiento que el Padre nos dio. Ahora tengo algo que pedirte, señora. No pienses que escribo para mandar algo nuevo, sino sólo para recordaros el mandamiento que tenemos desde el principio, amarnos unos a otros. Y amar significa seguir los mandamientos de Dios. Como oísteis desde el principio, éste es el mandamiento que debe regir vuestra conducta. Es que han salido en el mundo muchos embusteros, que no reconocen que Jesucristo vino en la carne. El que diga eso es el embustero y el anticristo. Estad en guardia, para que recibáis el pleno salario y no perdáis vuestro trabajo. Todo el que se propasa y no permanece en la doctrina de Cristo no posee a Dios; quien permanece en la doctrina posee al Padre y al Hijo.Sal 118 R/. Dichoso el que camina en la voluntad del Señor
Dichoso el que, con vida intachable,camina en la voluntad del Señor. R/.
Dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón. R/.
Te busco de todo corazón,
no consientas que me desvíe de tus mandamientos. R/.
En mi corazón escondo tus consignas,
así no pecaré contra ti. R/.
Haz bien a tu siervo: viviré
y cumpliré tus palabras. R/.
Ábreme los ojos, y contemplaré
las maravillas de tu voluntad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,26-37:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre: comían, bebían y se casaban, hasta el día que Noé entró en el arca; entonces llegó el diluvio y acabó con todos. Lo mismo sucedió en tiempos de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, sembraban, construían; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió fuego y azufre del cielo y acabó con todos. Así sucederá el día que se manifieste el Hijo del hombre. Aquel día, si uno está en la azotea y tiene sus cosas en casa, que no baje por ellas; si uno está en el campo, que no vuelva. Acordaos de la mujer de Lot. El que pretenda guardarse su vida la perderá; y el que la pierda la recobrará. Os digo esto: aquella noche estarán dos en una cama: a uno se lo llevarán y al otro lo dejarán; estarán dos moliendo juntas: a una se la llevarán y a la otra la dejarán.»Ellos le preguntaron: «¿Dónde, Señor?»
Él contestó: «Donde se reúnen los buitres, allí está el cuerpo.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
“Recordaros el mandamiento… amarnos unos a otros”
El fragmento de esta carta tiene dos momentos. Un momento de alegría y otro de preocupación. El autor se muestra alegre porque los cristianos a quien se dirige viven en la verdad y en la autenticidad y, por eso, se mantienen en “el mandamiento que el Padre nos dio”. Un mandamiento que no es otro que el conocido y repetido del amor fraterno. Quien vive el amor fraterno, quien ama al hermano, tiene una gran recompensa, vive en unión con Dios, con “el Padre y el Hijo”, porque Dios es Amor. Esta insistencia en el amor fraterno va en contra de los gnósticos de aquella época que descuidaban este precepto fundamental cristiano y propugnaban un conocimiento de Dios abstracto, sin vinculación a la tierra y a los hombres.
Por otra parte, el autor se muestra preocupado por el peligro que corren los cristianos de entonces, porque han aparecido “muchos embusteros” que “no reconocen que Jesucristo vino en un cuerpo de carne”, veían en él solo un ser espiritual. Tal error desvirtúa por completo la encarnación de Jesús, la humanidad de Jesús. “Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Este Jesús espiritual no tiene que ver nada con el Jesús, hombre y Dios verdadero, que nos presenta el evangelio.
“El día que se manifieste el Hijo del hombre”
Jesús habla a sus discípulos del “día de la manifestación del Hijo del Hombre”. Es un pasaje un tanto oscuro, del que se pueden entresacar algunas verdades claras. Existirá ese día, llegará de improviso, como un relámpago, por lo que hay que estar preparados y vigilantes. En tal día se producirá un juicio sobre la humanidad entera, hombres y mujeres.
Los seguidores de Jesús, a los que nos ha convencido de que su camino es el mejor para vivir nuestro paso por la tierra, el camino del amor, de la entrega, del perdón, de la honradez, de la sencillez, de la ternura, de la justicia… si caminamos por él, aun en medio de nuestros fallos, no hemos de tener ningún miedo a ese día. Al contrario, para nosotros será un día glorioso, de gran alegría, el día en que Jesús saldrá a nuestro encuentro para decirnos: “Venid benditos de mi Padre a tomar posesión del reino preparado para vosotros desde la creación del mundo”.
Jueves 10 de noviembre de 2016
San León I Magno
Trigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario
san Pablo a Filemón 7-20:
Me alegró y animó mucho tu caridad, hermano, porque tú has aliviado los sufrimientos de los santos. Por eso, aunque tengo plena libertad en Cristo para mandarte lo que conviene hacer, prefiero rogártelo apelando a tu caridad, yo, Pablo, anciano y prisionero por Cristo Jesús. Te recomiendo a Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión, que antes era tan inútil para ti, y ahora, en cambio, es tan útil para ti y para mí; te lo envío como algo de mis entrañas. Me hubiera gustado retenerlo junto a mí, para que me sirviera en tu lugar, en esta prisión que sufro por el Evangelio; pero no he querido retenerlo sin contar contigo; así me harás este favor, no a la fuerza, sino con libertad. Quizá se apartó de ti para que lo recobres ahora para siempre; y no como esclavo, sino mucho mejor: como hermano querido. Si yo lo quiero tanto, cuánto más lo has de querer tú, como hombre y como cristiano. Si me consideras compañero tuyo, recíbelo a él como a mí mismo. Si en algo te ha perjudicado y te debe algo, ponlo en mi cuenta; yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño y letra, para no hablar de que tú me debes tu propia persona. Por Dios, hermano, a ver si me das esta satisfacción en el Señor; alivia mi ansiedad, por amor a Cristo.Salmo 145 R/. Dichoso a quien auxilia el Dios de Jacob
Que mantiene su fidelidad perpetuamente,que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
El Señor liberta a los cautivos. R/.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos.
El Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta al huérfano y a la viuda
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17,20-25:
En aquel tiempo, a unos fariseos que le preguntaban cuándo iba a llegar el reino de Dios Jesús les contestó: «El reino de Dios no vendrá espectacularmente, ni anunciarán que está aquí o está allí; porque mirad, el reino de Dios está dentro de vosotros.»Dijo a sus discípulos: «Llegará un tiempo en que desearéis vivir un día con el Hijo del hombre, y no podréis. Si os dicen que está aquí o está allí no os vayáis detrás. Como el fulgor del relámpago brilla de un horizonte a otro, así será el Hijo del hombre en su día. Pero antes tiene que padecer mucho y ser reprobado por esta generación.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Filemón 7-20
a) Esta carta de Pablo a Filemón es breve y entrañable. El esclavo Onésimo, perteneciente a Filemón, un cristiano de la comunidad de Colosas, había huido, con evidente enfado de su amo.
Por esas casualidades de la vida, este esclavo, que debía ser una buena pieza, se encontró con Pablo en la cárcel (¿de Éfeso? ¿de Roma?), y se convirtió al cristianismo.
Pablo le llama "Onésimo, mi hijo, a quien he engendrado en la prisión". Y ahora intercede con esta carta ante Filemón para que le perdone y le acepte de nuevo, más aún, que lo acepte "no como esclavo, sino como hermano querido", ya que ahora los dos, el amo y el esclavo, son cristianos. Pablo apela al amor y la gratitud que Filemón siente por el apóstol, para que reciba bien a Onésimo: "si te debe algo, ponlo en mi cuenta: yo, Pablo, te firmo el pagaré de mi puño" (claro que Filemón no esperaría que Pablo se lo pagara).
b) El tema no es tanto la esclavitud y su supresión. Al igual que Cristo con las cuestiones políticas y económicas, tampoco Pablo ni la primera comunidad pueden cambiar de golpe la situación social: por ejemplo el grado de marginación del niño o de la mujer y ahora del esclavo. Eso sí, Pablo, implícitamente, parece que le está pidiendo a Filemón que conceda la libertad a Onésimo. Y, sobre todo, da consignas que, a su tiempo, harán evolucionar desde dentro la situación social y llegarán a suprimir la esclavitud.
A nosotros esta carta nos interpela sobre el trato que damos a los demás, libres 0 esclavos, familiares o extraños, hombres o mujeres, niños o mayores.
¿Qué es lo primero que se nos ocurre esgrimir: nuestros derechos, los agravios que nos han hecho, la justicia? ¿o tenemos sentimientos de misericordia y tolerancia? Los que nos sabemos gratuitamente perdonados y salvados por Dios, ¿tenemos luego con los demás sólo exigencia e intransigencia, como aquel empleado de la parábola de Jesús, al que se le perdonó una suma enorme de dinero y luego no supo perdonar una pequeña cantidad a su compañero?
Cada vez que celebramos la Eucaristía, recibiendo al "Cristo que se entrega por nosotros", deberíamos hacer el propósito de conceder alguna amnistía a nuestro alrededor, sabiendo olvidar agravios, "liberando" a alguien de nuestros juicios condenatorios, cerrando un ojo ante sus defectos, mostrándonos disponibles y serviciales: todo ello "no por la fuerza, sino con toda libertad", sin darnos importancia ni pregonar nuestra generosidad. Entre padres e hijos, empresarios y trabajadores, pastores y fiele
2. Lucas 17,20-25
a) Una de las curiosidades más comunes es la de querer saber cuándo va a suceder algo tan importante como la llegada del Reino. Es lo que preguntan los fariseos, obsesionados por la llegada de los tiempos que había anunciado el profeta Daniel.
Jesús nunca contesta directamente a esta clase de preguntas (por ejemplo, a la que oíamos hace unos días: ¿cuántos se salvarán?). Aprovecha, eso sí, para aclarar algunos aspectos. Por ejemplo, "que el Reino de Dios no vendrá espectacularmente" y que "el Reino de Dios está dentro de vosotros".
Por tanto, no hay que preocuparse, ni creer en profecías y en falsas alarmas sobre el fin. "Antes tiene que padecer mucho".
b) El Reino -los cielos nuevos y la tierra nueva que anunciaba Jesús- no tiene un estilo espectacular. Jesús lo ha comparado al fermento que actúa en lo escondido, a la semilla que es sepultada en tierra y va produciendo su fruto.
Rezamos muchas veces la oración que Jesús nos enseñó: "venga a nosotros tu Reino".
Pero este Reino es imprevisible, está oculto, pero ya está actuando: en la Iglesia, en su Palabra, en los sacramentos, en la vitalidad de tantos y tantos cristianos que han creído en el evangelio y lo van cumpliendo. Ya está presente en los humildes y sencillos: "bienaventurados los pobres, porque de ellos es el Reino de los cielos".
Seguimos teniendo una tendencia a lo solemne, a lo llamativo, a nuevas apariciones y revelaciones y signos cósmicos. Y no acabamos de ver los signos de la cercanía y de la presencia de Dios en lo sencillo, en lo cotidiano. Al impetuoso Elías, Dios le dio una lección y se le apareció, no en el terremoto ni en el estruendo de la tormenta ni en el viento impetuoso, sino en una suave brisa.
El Reino está "dentro de vosotros", o bien, "en medio de vosotros", como también se puede traducir, o "a vuestro alcance" (en griego es "entós hymón", y en latín "intra vos"). Y es que el Reino es el mismo Jesús. Que, al final de los tiempos, se manifestará en plenitud, pero que ya está en medio de nosotros. Y más, para los que celebramos su Eucaristía: "el que me come, permanece en mí y yo en él".
Miércoles 09 de noviembre de 2016. Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán
Trigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario
Ezequiel 47,1-2.8-9.12:
En aquellos días, el ángel me hizo volver a la entrada del templo. Del zaguán del templo manaba agua hacia levante –el templo miraba a levante–. El agua iba bajando por el lado derecho del templo, al mediodía del altar. Me sacó por la puerta septentrional y me llevó a la puerta exterior que mira a levante. El agua iba corriendo por el lado derecho.Me dijo: «Estas aguas fluyen hacia la comarca levantina, bajarán hasta la estepa, desembocarán en el mar de las aguas salobres, y lo sanearán. Todos los seres vivos que bullan allí donde desemboque la corriente, tendrán vida; y habrá peces en abundancia. Al desembocar allí estas aguas, quedará saneado el mar y habrá vida dondequiera que llegue la corriente. A la vera del río, en sus dos riberas, crecerán toda clase de frutales; no se marchitarán sus hojas ni sus frutos se acabarán; darán cosecha nueva cada luna, porque los riegan aguas que manan del santuario; su fruto será comestible y sus hojas medicinales.»
Sal 45 R/. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada
Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,poderoso defensor en el peligro.
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra,
y los montes se desplomen en el mar. R/.
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora. R/.
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe. R/.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios (3,9-11.16-17):
Sois edificio de Dios. Conforme al don que Dios me ha dado, yo, como hábil arquitecto, coloqué el cimiento, otro levanta el edificio. Mire cada uno cómo construye. Nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo. ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros? Si alguno destruye el templo de Dios, Dios lo destruirá a él; porque el templo de Dios es santo: ese templo sois vosotros.Lectura del santo evangelio según san Juan 2,13-22:
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén.Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.»
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?»
Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.»
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?»
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
PARA VIVIR ESTA PALABRA 9NOVIEMBRE
En la Nueva Alianza, el verdadero templo ya no está hecho por manos de hombres: es la santa Humanidad de Jesús la que en adelante es el Templo de Dios por excelencia. Él mismo había dicho: Destruid este Templo y en tres días lo levantaré. Y explica el Evangelista: Él hablaba del Templo de su Cuerpo.
Y si el Cuerpo físico de Jesús es el nuevo Templo de Dios, también lo es la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, en el que el mismo Jesucristo es la piedra angular, sobre la que está cimentada la nueva edificación. "Rechazado, desechado, dejado a un lado, dado por muerto entonces como ahora, el Padre lo hizo y lo hace siempre la base sólida e inconmovible de la nueva construcción. Y lo hace tal por su resurrección gloriosa (...).
"El nuevo templo, Cuerpo de Cristo, espiritual, invisible, está construido por todos y cada uno de los bautizados sobre la viva piedra angular, Cristo, en la medida en que a Él se adhieren y en Él crecen hasta la plenitud de Cristo. En este templo y por él, morada de Dios en el Espíritu, Él es glorificado, en virtud del sacerdocio santo que ofrece sacrificios espirituales (1 Pdr 2, 5), y su Reino se establece en este mundo" (15). San Pablo lo recordaba frecuentemente a los primeros cristianos: ¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu Santo habita en vosotros?.
Hemos de considerar frecuentemente que la Santísima Trinidad "por medio de la gracia de Dios inhabita en el alma justa como en un templo, de un modo íntimo y singular". La meditación de esta realidad maravillosa nos ayuda a ser más conscientes de la transcendencia que tiene vivir en gracia de Dios, y el profundo horror que hemos de tener al pecado, "que destruye el templo de Dios", privando al alma de la gracia y de la amistad divinas. Mediante esta inhabitación, podemos gozar de un anticipo de lo que será la visión beatífica en el Cielo, ya que "esta admirable unión sólo en la condición y estado se diferencia de aquella en que Dios llena a los bienaventurados beatificándolos".
La presencia de Dios en nosotros nos invita a procurar un trato más personal y directo con el Señor, al que en todo momento buscamos en el fondo de nuestras almas.
MARTES 08 de noviembre de 2016. Trigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario
Pablo a Tito 2,1-8.11-14:
Habla de lo que es conforme a la sana doctrina. Di a los ancianos que sean sobrios, serios y prudentes; que estén robustos en la fe, en el amor y en la paciencia. A las ancianas, lo mismo: que sean decentes en el porte, que no sean chismosas ni se envicien con el vino, sino maestras en lo bueno, de modo que inspiren buenas ideas a las jóvenes, enseñándoles a amar a los maridos y a sus hijos, a ser moderadas y púdicas, a cuidar de la casa, a ser bondadosas y sumisas a los maridos, para que no se desacredite la palabra de Dios. A los jóvenes, exhórtalos también a ser prudentes, presentándote en todo como un modelo de buena conducta. En la enseñanza sé íntegro y grave, con un hablar sensato e intachable, para que la parte contraria se abochorne, no pudiendo criticarnos en nada. Porque ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres, enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad y para prepararse un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.Salmo 36,3-4.18.23.27.29 R/. El Señor es quien salva a los justos
Confía en el Señor y haz el bien,habita tu tierra y practica la lealtad;
sea el Señor tu delicia,
y él te dará lo que pide tu corazón. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 17, 7-10:
En aquel tiempo, dijo el Señor: «Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: "En seguida, ven y ponte a la mesa"? ¿No le diréis: "Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú"? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: "Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer."»PARA VIVIR ESTA PALABRA. 8.11.2016
Tito, como pastor de la comunidad de Creta, debe saber enseñar oportunamente a todos. Pablo le dicta unas consignas que debe transmitir a diversas clases de personas de su comunidad y, sobre todo, cómo debe comportarse él mismo.
A los ancianos: que sean sobrios, serios y bienpensados, robustos en el amor y la paciencia. A las ancianas, que sean decentes en el porte, no chismosas ni dadas al vino (los vinos de Creta eran y son famosos) y que den buen ejemplo a todos, a los familiares y a los más jóvenes. A los jóvenes, que tengan ideas justas y se presenten como modelos de buena conducta.
Y él, Tito, el obispo de la comunidad, que sea íntegro y sensato, intachable, de manera que nadie pueda achacarle nada.
Aunque las recomendaciones parezcan de virtudes humanas, la motivación que pone Pablo siempre es de fe: en el tiempo intermedio que transcurre entre la "aparición de la gracia de Dios" hasta "la aparición gloriosa de nuestro Salvador Jesucristo", los cristianos debemos llevar una vida, no según "los deseos mundanos", sino "sobria, honrada y religiosa", de modo que seamos un "pueblo purificado, dedicado a las buenas obras", ya que Jesús se entregó por nosotros "para rescatarnos de toda impiedad".
Tanto la motivación como los ejemplos siguen siendo válidos. Creer en Cristo Jesús tiene consecuencias en nuestra vida. Al examen que ayer nos invitaba a hacer Pablo, hoy se añaden nuevos matices. Nos podemos preguntar si en verdad somos "robustos en la fe, en el amor y en la paciencia", "sobrios y serios", "bondadosos y sumisos" unos a otros, "modelos de buena conducta" para los que nos ven, de casa y de fuera de casa.
O si, por el contrario, se nos tendrá que recordar que no seamos chismosos, malpensados, dados al vino, ni nos dejemos llevar por "los deseos mundanos", o sea, por los criterios de este mundo, muchas veces opuestos a los del evangelio de Cristo.
Desde el obispo hasta el último bautizado hemos de llevar una vida digna de nuestra identidad cristiana, "un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras", con la mirada puesta en Jesús. Unos a otros hemos de ser de buen ejemplo, los ancianos para los jóvenes y los jóvenes para los ancianos, los responsables para la comunidad, y todos para la sociedad que nos rodea, de modo que no puedan criticarnos por ninguna conducta inconveniente.
Sólo a partir de esa base de las virtudes humanas, podremos avanzar en otros aspectos más elevados. De nuevo el salmo insiste en las cualidades básicas: "haz el bien, practica la lealtad, sea el Señor tu delicia, apártate del mal y haz el bien".
A Pablo le preocupa la ortodoxia de la doctrina que Tito enseñe ("habla lo que es conforme a la sana enseñanza", "en la enseñanza sé íntegro y grave"), pero sobre todo quiere que el mismo pastor de la diócesis dé un ejemplo intachable a todos.
2. Lucas 17,7-10
a) El pasaje de hoy es un poco extraño: parece como si Jesús defendiera una actitud tiránica del amo con su empleado. Cuando éste vuelve del trabajo del campo, todavía le exige que le prepare y le sirva la cena.
Jesús no está hablando aquí de las relaciones laborales ni alabando un trato caprichoso.
Lo que le interesa subrayar es la actitud de sus discípulos ante Dios, que no tiene que ser como la de los fariseos, que parecen exigir el premio, sino la humildad de los que, después de haber trabajado, no se dan importancia y son capaces de decir: "somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer".
b) Tenemos que servir a Dios, no con el propósito de hacer valer luego unos derechos adquiridos, sino con amor gratuito de hijos.
Y lo que decimos en nuestra relación con Dios, también se podría aplicar a nuestro trabajo comunitario, eclesial o familiar. Si hacemos el bien, que no sea llevando cuenta de lo que hacemos, ni pasando factura, ni pregonando nuestros méritos. Que no recordemos continuamente a la familia o a la comunidad todo lo que hacemos por ella y los esfuerzos que nos cuesta.
Sino gratuitamente, como lo hacen los padres en su entrega total a su familia. Como lo hacen los verdaderos amigos, que no llevan contabilidad de los favores hechos. Con la reacción que describe Jesús: "hemos hecho lo que teníamos que hacer: somos unos pobres siervos". ¡Cuántas veces nos ha enseñado Jesús que trabajemos gratuitamente, por amor! Eso sí, seguros de que Dios no se dejará ganar en generosidad: "alegraos y saltad de gozo, que vuestra recompensa será grande en el cielo" (Lc 6,23), "porque con la medida con que midáis se os medirá" (Lc 6,38).
Si al final de la jornada nos sentimos cansados por el trabajo realizado, seguro que también estaremos satisfechos, porque nada produce más alegría que lo que se ha logrado con sacrificio. Pero sin darnos importancia ni ir diciendo a todo el mundo lo cansados que estamos. Entre otras cosas, porque también los otros trabajan. Y además, si hemos recibido gratis de Dios, es justo que demos gratis, sin quejarnos demasiado si nadie nos alaba ni nos aplaude. Dios seguro que sí nos está aplaudiendo, si hemos dado con amor.
Lunes 07 de noviembre de 2016. Trigésimo segunda semana del Tiempo Ordinario
Tito 1,1-9:
Pablo, siervo de Dios y apóstol de Jesucristo, para promover la fe de los elegidos de Dios, y el conocimiento de la verdad, según la piedad apoyada en la esperanza de la vida eterna. Dios, que no miente, había prometido esa vida desde tiempos inmemoriales; al llegar el momento, la ha manifestado abiertamente con la predicación que se me ha confiado, según lo dispuso Dios, nuestro salvador. Querido Tito, verdadero hijo mío en la fe que compartimos; te deseo la gracia y la paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, salvador nuestro. Mi intención al dejarte en Creta era que pusieras en regla lo que faltaba y establecieses presbíteros en cada ciudad, siguiendo las instrucciones que te di. El candidato, que sea un hombre sin tacha, fiel a su única mujer, con hijos creyentes, que no sean indóciles ni acusados de mala conducta. Porque el obispo, siendo administrador de Dios, tiene que ser intachable, no arrogante ni colérico, no dado al vino ni pendenciero, ni tampoco ávido de ganancias. Al contrario, ha de ser hospitalario, amigo de lo bueno, prudente, justo, fiel, dueño de sí. Debe mostrar adhesión a la doctrina cierta, para ser capaz de predicar una enseñanza sana y de rebatir a los adversarios.Salmo 23 R/. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Evangelio según san Lucas 17,1-6:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca! Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar. Tened cuidado. Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: "Lo siento", lo perdonarás.»Los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: "Arráncate de raíz y plántate en el mar." Y os obedecería.»
Tito 1,1-19
a) A partir de hoy, y durante tres días, leemos una de las cartas pastorales de Pablo: la que escribió a su discípulo Tito.
Tito había sido pagano y, una vez convertido por Pablo, le acompañó muchas veces en sus viajes y era uno de sus hombres de confianza: le llama "verdadero hijo mío en la fe que compartimos". Pablo le había puesto como responsable -hoy diríamos como obispo- de la comunidad cristiana de Creta, la isla del Mediterráneo.
En esta carta le encomienda que organice la vida de la comunidad, estableciendo presbíteros en cada ciudad. Las cualidades de estos presbíteros son sobre todo de carácter humano: "sin tacha, fieles a su única mujer, no arrogante ni colérico, no dado al vino ni pendenciero, ni tampoco ávido de ganancias poco limpias". Al contrario, "hospitalario, justo, dueño de sí". Y también fiel a la fe recibida, mostrando "adhesión a la doctrina cierta".
b) Cuando aparecen listas de este género en los escritos de Pablo -aquí y en las cartas a Timoteo, sobre todo-, es como si nos interpelara a cada uno de nosotros, poniéndonos ante un espejo, tanto a los que tienen alguna clase de responsabilidad como a los demás.
El hecho de que estas virtudes sean ante todo humanas es también un recordatorio de que a veces fallamos, no en altas teologías y en virtudes sublimes, sino en lo más elemental. ¿Somos fieles a las personas, justos, sobrios, hospitalarios, dueños de nosotros mismos, intachables? ¿o nos toca alguno de los aspectos negativos que señala Pablo: coléricos, amigos de ganancias injustas, arrogantes, pendencieros?
La motivación es que somos "administradores de Dios" y que la misión que hemos recibido -"promover la fe de los elegidos y el conocimiento de la verdad", "para ser capaz de predicar una enseñanza sana"- exige en los cristianos unas cualidades que no hagan perder credibilidad a la Buena Noticia de Dios. Si hemos de ser luz y sal y fermento en medio del mundo, debemos mostrar el estilo de vida que nos ha enseñado Jesús ante todo en nuestra propia existencia, antes que en nuestras palabras.
El salmo apunta también a las virtudes humanas: "¿quién puede subir al monte del Señor?: el hombre de manos inocentes y puro corazón... Éste es el grupo que busca al Señor".
2. Lucas 17,1-6
a) Escuchamos hoy varias recomendaciones breves de Jesús sobre el escándalo, el perdón y la fe.
Sobre el escándalo dice palabras muy duras: el que escandaliza a los débiles -o sea, el que les hace caer, el que les sirve de tropiezo- más le valdría que lo arrojaran al fondo del mar. Además nos enseña a tener corazón generoso y saber perdonar al hermano, hasta siete veces en un día.
Los apóstoles, un poco asustados de un estilo tan exigente de vida, le piden a Jesús que aumente su fe.
b) En los tres aspectos podemos aplicar el pensamiento de Jesús a nuestra vida.
Podemos ser ocasión de escándalo para los demás, con nuestra conducta. No somos islas. Influimos en bien o en mal en los que conviven con nosotros. Si hay personas débiles, que a duras penas tienen ánimos para ser fieles, y nos ven a nosotros claudicar, contribuimos a que también ellas caigan. Si no acudo a la oración de la comunidad, también otros se sentirán dispensados y no irán. Al revés, si participo, a otros les estoy dando ánimos para que no falten. Y quien dice de la oración, dice de la conducta moral: si una familia está dando testimonio de vivir en cristiano, contra corriente de la mayoría, está influyendo en los ánimos de los demás. Mientras que, si cede a los criterios de este mundo, también a otros se les debilitarán los argumentos y fallarán.
La corrección fraterna, que es un buen acto de caridad si se realiza con delicadeza y amor, tiene que conjugarse con el saber perdonar y con el tener un corazón generoso. A todos nos cuesta perdonar. Se nos da mucho mejor lo de juzgar, condenar y echar en cara. Jesús nos dice que tenemos que saber perdonar, aunque se repita el motivo siete veces en un día.
Desde luego, para cumplir esto, tendremos que decirle al Señor, como los apóstoles: "Auméntanos la fe". Tendremos que rezar fuerte y apoyarnos en la gracia de Dios. Porque con criterios meramente humanos no tendremos fuerzas para evitar todo escándalo y para cumplir lo del perdón al hermano.
Cuando, preparándonos a comulgar, rezamos en el Padrenuestro lo de "perdónanos como nosotros perdonamos", nos parece imposible. Pero con la fuerza de la Eucaristía sí podrá suceder que a lo largo del día perdonemos al hermano. Que será algo tan sorprendente, al menos, como lo de la morera transplantada al mar.
XXXII Domingo del tiempo ordinario. 06/11/2016
Macabeos 7, 1-2. 9-14
En aquellos días, arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley.
El mayor de ellos habló en nombre de los demás:
–¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres.
El segundo, estando para morir, dijo:
–Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero, cuando hayamos muerto por su ley, el rey del universo nos resucitará para una vida eterna.
Después se divertían con el tercero. Invitado a sacar la lengua, lo hizo en seguida y alargó las manos con gran valor. Y habló dignamente:
–De Dios las recibí y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo Dios.
El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos.
Cuando murió éste, torturaron de modo semejante al cuarto. Y cuando estaba a la muerte, dijo:
–Vale la pena morir a manos de los hombres cuando se espera que Dios mismo nos resucitará. Tú en cambio no resucitarás para la vida.
Salmo 16, 1. 5-6. 8b y 15 R. Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor.
Señor, escucha mi apelación,
atiende a mis clamores,
presta oído a mi súplica,
que en mis labios no hay engaño. R.
Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,
y no vacilaron mis pasos.
Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío,
inclina el oído y escucha mis palabras. R.
A la sombra de tus alas escóndeme.
Yo con mi apelación vengo a tu presencia,
y al despertar me saciaré de tu semblante. R.
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 2, 15 - 3, 5
Hermanos:
Que Jesucristo nuestro Señor
y Dios nuestro Padre
–que nos ha amado tanto
y nos ha regalado un consuelo permanente
y una gran esperanza–
os consuele internamente y os dé fuerza
para toda clase de palabras y de obras buenas.
Por lo demás, hermanos,
rezad por nosotros,
para que la palabra de Dios siga el avance glorioso
que comenzó entre vosotros,
y para que nos libre de los hombres perversos y malvados;
porque la fe no es de todos.
El Señor que es fiel os dará fuerzas
y os librará del malo.
Por el Señor, estamos seguros de que ya cumplís
y seguiréis cumpliendo
todo lo que os hemos enseñado.
Que el Señor dirija vuestro corazón,
para que améis a Dios y esperéis en Cristo.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 20, 27-38
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección y le preguntaron:
Maestro, Moisés nos dejó escrito: «Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano.» Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.
Jesús les contestó:
–En esta vida hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos, no se casarán. Pues ya no pueden morir., son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob.» No es Dios de muertos sino de vivos: porque para él todos están vivos.
"A DIOS NO SE LE MUEREN SUS HIJOS
Jesús ha sido siempre muy sobrio al hablar de la vida nueva después de la resurrección. Sin embargo, cuando un grupo de aristócratas saduceos trata de ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos, Jesús reacciona elevando la cuestión a su verdadero nivel y haciendo dos afirmaciones básicas.
Antes que nada, Jesús rechaza la idea pueril de los saduceos que imaginan la vida de los resucitados como prolongación de esta vida que ahora conocemos. Es un error representarnos la vida resucitada por Dios a partir de nuestras experiencias actuales.
Hay una diferencia radical entre nuestra vida terrestre y esa vida plena, sustentada directamente por el amor de Dios después de la muerte. Esa Vida es absolutamente "nueva". Por eso, la podemos esperar pero nunca describir o explicar.
Las primeras generaciones cristianas mantuvieron esa actitud humilde y honesta ante el misterio de la "vida eterna". Pablo les dice a los creyentes de Corinto que se trata de algo que "el ojo nunca vio ni el oído oyó ni hombre alguno ha imaginado, algo que Dios ha preparado a los que lo aman".
Estas palabras nos sirven de advertencia sana y de orientación gozosa. Por una parte, el cielo es una "novedad" que está más allá de cualquier experiencia terrestre, pero, por otra, es una vida "preparada" por Dios para el cumplimiento pleno de nuestras aspiraciones más hondas. Lo propio de la fe no es satisfacer ingenuamente la curiosidad, sino alimentar el deseo, la expectación y la esperanza confiada en Dios.
Esto es, precisamente, lo que busca Jesús apelando con toda sencillez a un hecho aceptado por los saduceos: a Dios se le llama en la tradición bíblica «Dios de Abrahán, Isaac y Jacob». A pesar de que estos patriarcas han muerto, Dios sigue siendo su Dios, su protector, su amigo. La muerte no ha podido destruir el amor y la fidelidad de Dios hacia ellos.
Jesús saca su propia conclusión haciendo una afirmación decisiva para nuestra fe: «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos». Dios es fuente inagotable de vida. La muerte no le va dejando a Dios sin sus hijos e hijas queridos. Cuando nosotros los lloramos porque los hemos perdido en esta tierra, Dios los contempla llenos de vida porque los ha acogido en su amor de Padre.
Según Jesús, la unión de Dios con sus hijos no puede ser destruida por la muerte. Su amor es más fuerte que nuestra extinción biológica. Por eso, con fe humilde nos atrevemos a invocarlo: "Dios mío, en Ti confío. No quede yo defraudado" (salmo 25,1-2)." (J.A. Pagola)
Jesús ha sido siempre muy sobrio al hablar de la vida nueva después de la resurrección. Sin embargo, cuando un grupo de aristócratas saduceos trata de ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos, Jesús reacciona elevando la cuestión a su verdadero nivel y haciendo dos afirmaciones básicas.
Antes que nada, Jesús rechaza la idea pueril de los saduceos que imaginan la vida de los resucitados como prolongación de esta vida que ahora conocemos. Es un error representarnos la vida resucitada por Dios a partir de nuestras experiencias actuales.
Hay una diferencia radical entre nuestra vida terrestre y esa vida plena, sustentada directamente por el amor de Dios después de la muerte. Esa Vida es absolutamente "nueva". Por eso, la podemos esperar pero nunca describir o explicar.
Las primeras generaciones cristianas mantuvieron esa actitud humilde y honesta ante el misterio de la "vida eterna". Pablo les dice a los creyentes de Corinto que se trata de algo que "el ojo nunca vio ni el oído oyó ni hombre alguno ha imaginado, algo que Dios ha preparado a los que lo aman".
Estas palabras nos sirven de advertencia sana y de orientación gozosa. Por una parte, el cielo es una "novedad" que está más allá de cualquier experiencia terrestre, pero, por otra, es una vida "preparada" por Dios para el cumplimiento pleno de nuestras aspiraciones más hondas. Lo propio de la fe no es satisfacer ingenuamente la curiosidad, sino alimentar el deseo, la expectación y la esperanza confiada en Dios.
Esto es, precisamente, lo que busca Jesús apelando con toda sencillez a un hecho aceptado por los saduceos: a Dios se le llama en la tradición bíblica «Dios de Abrahán, Isaac y Jacob». A pesar de que estos patriarcas han muerto, Dios sigue siendo su Dios, su protector, su amigo. La muerte no ha podido destruir el amor y la fidelidad de Dios hacia ellos.
Jesús saca su propia conclusión haciendo una afirmación decisiva para nuestra fe: «Dios no es un Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos». Dios es fuente inagotable de vida. La muerte no le va dejando a Dios sin sus hijos e hijas queridos. Cuando nosotros los lloramos porque los hemos perdido en esta tierra, Dios los contempla llenos de vida porque los ha acogido en su amor de Padre.
Según Jesús, la unión de Dios con sus hijos no puede ser destruida por la muerte. Su amor es más fuerte que nuestra extinción biológica. Por eso, con fe humilde nos atrevemos a invocarlo: "Dios mío, en Ti confío. No quede yo defraudado" (salmo 25,1-2)." (J.A. Pagola)
Sábado 05 de noviembre de 2016
Trigésimo primera semana del Tiempo Ordinario
Filipenses 4,10-19:
Me alegré muchísimo en Cristo de que ahora por fin pudierais expresar el interés que sentís por mí; siempre lo habíais sentido, pero os faltaba la ocasión. Aunque ando escaso de recursos, no lo digo por eso; yo he aprendido a arreglarme en toda circunstancia. Sé vivir en pobreza y abundancia. Estoy entrenado para todo y en todo: la hartura y el hambre, la abundancia y la privación. Todo lo puedo en aquel que me conforta. En todo caso, hicisteis bien en compartir mi tribulación. Vosotros, los filipenses, sabéis además que, desde que salí de Macedonia y empecé a predicar el Evangelio, ninguna Iglesia, aparte de vosotros, me abrió una cuenta de haber y debe. Ya a Tesalónica, me mandasteis más de una vez un subsidio para aliviar mi necesidad; no es que yo busque regalos, busco que los intereses se acumulen en vuestra cuenta. Éste es mi recibo: por todo y por más todavía. Estoy plenamente pagado al recibir lo que me mandáis con Epafrodito: es un incienso perfumado, un sacrificio aceptable que agrada a Dios. En pago, mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su espléndida riqueza en Cristo Jesús.
Sal 111 R/. Dichoso quien teme al Señor
Dichoso quien teme al Señor
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.
Su corazón está, seguro, sin temor.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R/.
y ama de corazón sus mandatos.
Su linaje será poderoso en la tierra,
la descendencia del justo será bendita. R/.
Dichoso el que se apiada y presta,
y administra rectamente sus asuntos.
El justo jamás vacilará,
su recuerdo será perpetuo. R/.
Su corazón está, seguro, sin temor.
Reparte limosna a los pobres;
su caridad es constante, sin falta,
y alzará la frente con dignidad. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 16,9-15:
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado. Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»
Oyeron esto los fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él.
Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres Dios la detesta.»
Oyeron esto los fariseos, amigos del dinero, y se burlaban de él.
Jesús les dijo: «Vosotros presumís de observantes delante de la gente, pero Dios os conoce por dentro. La arrogancia con los hombres Dios la detesta.»
Filipenses 4,10-19
a) La última página de la carta a los Filipenses la dedica Pablo a agradecerles la ayuda material que le han facilitado por medio de Epafrodito a la prisión donde está detenido.
No es la primera vez que lo hacen y Pablo se lo agradece sinceramente. Estas líneas quiere que sean "como un recibo" para que el Señor se lo apunte en su haber y les premie hasta "los intereses que se acumulan en la cuenta de los Filipenses".
Pero el apóstol aprovecha también para mostrar su actitud ante los bienes materiales: "he aprendido a arreglarme en toda circunstancia: sé vivir en pobreza y abundancia", siempre apoyado en Cristo: "todo lo puedo en aquél que me conforta".
b) Por una parte, esta carta de Pablo nos sirve para valorar los favores que otros nos hacen, y para que aprendamos a ayudar a los demás, cuando los vemos en necesidad. Una de las cosas que más agradecemos es que nos visiten y nos echen una mano cuando estamos enfermos o en alguna situación como la de Pablo en la cárcel.
La alabanza del salmo se nos tendría que aplicar de lleno a nosotros: "dichoso el que se apiada y presta... reparte limosna a los pobres, su caridad es constante, sin falta". Dios no se dejará ganar en generosidad: "Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza en Cristo Jesús".
Para el apóstol, esta caridad es verdadera liturgia, culto que agrada a Dios más que los cantos y las fiestas: lo que han hecho los Filipenses mandándole esa ayuda "es un incienso perfumado, un sacrificio agradable que agrada a Dios".
A la vez, esta página que leemos hoy es también una lección para que tengamos una actitud de una cierta indiferencia ante los bienes materiales: que sepamos "arreglarnos" con poco y con mucho, "en pobreza y abundancia, en hartura y en hambre". Igual que Pablo no buscó nunca aprovecharse de su ministerio para que las comunidades le mantuvieran a su costa, los cristianos -sobre todo los ministros de la comunidad- también deberíamos buscar lo necesario para la vida y para el ministerio, pero sin mostrar en ningún momento ni codicia ni avaricia ni afán de poseer, conformándonos con lo que nos va deparando la vida.
¿No es ése el secreto de la verdadera felicidad y de la credibilidad ante los demás? Ni riquezas, ni miseria. No servir a dos señores. Considerar a Cristo como el valor fundamental, y todo lo demás, como nos decía ayer Pablo, pérdida y basura.
2. Lucas 16,9-15
a) La página de hoy es continuación de la parábola de ayer, la del administrador injusto.
Jesús nos enseña cómo actuar con el dinero.
Jesús no le tiene simpatía al dinero. No le da importancia. Le llama "el dinero injusto", "lo menudo", "el vil dinero". No quiere que nos dejemos esclavizar por él: "nadie puede servir a Dios y al dinero".
Se ve que no les gustó nada este discurso a sus oyentes, en concreto a unos fariseos, que eran "amantes del dinero, y se burlaban de él".
b) El dinero y todos los demás bienes de este mundo son buenos. Para la familia, para la comunidad, para las obras de la Iglesia, necesitamos apoyos materiales. Pero depende del uso que hagamos de ellos. Nos pueden ayudar a conseguir nuestras metas fundamentales, o nos pueden estorbar.
Jesús nos dice que debemos "ganarnos amigos con el dinero injusto, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas". En el caso del administrador, entendemos bien la alusión, por las trampas que hizo en las cuentas a favor de los clientes. Pero no se nos explica aquí en qué puede consistir para los cristianos este "ganarse amigos" con el dinero.
Pero según el tono de todo el evangelio de Lucas, este buen uso que tenemos que hacer del dinero es compartirlo con los demás. Lo contrario de lo que hicieron el terrateniente que soñaba con ampliar sus graneros o el rico Epulón que ignoraba al pobre que tenía a la puerta de su casa.
El dinero no lo tenemos que convertir en fin. Es un medio y, como tal, relativo, no absoluto. No podemos participar en la desenfrenada carrera que existe en este mundo por poseer cada vez más dinero. La ambición, la codicia y la avaricia no deben darse en un cristiano, y menos en la comunidad eclesial. No podemos "servir al dinero", porque entonces descuidaremos las cosas de Dios. No podemos servir a dos señores.
De Jesús se burlaron los fariseos. No entendían ese desapego del dinero que él predicaba. También se podrán burlar de nosotros si renunciamos, por conciencia ética y cristiana, a hacer los negocios sucios y las trampas que otros hacen, al parecer impunemente.
Recordemos el aviso que Jesús repite sobre el peligro de las riquezas: nos bloquean para las cosas del espíritu, de modo que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino. Los que aceptan el Reino son los que no están llenos de sí mismos ni de ambiciones humanas. Esto puede pasar a los ricos, como al joven que no acogió la invitación de Jesús y se marchó triste, "porque era muy rico", y también a los demás, porque uno puede estar lleno de sí mismo, cosa que también estorba para el Reino.
Viernes 04 de noviembre de 2016. San Carlos Borromeo
Trigésimo primera semana del Tiempo Ordinario
Filipenses 3,17–4,1:
Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros.Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mí corona, manteneos así, en el Señor, queridos.
Sal 121,1-2.4-5 R/. Vamos alegres a la casa del Señor
«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Allá suben las tribus, las tribus del Señor,
según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 16,1-8:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: "¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido." El administrador se puso a echar sus cálculos: "¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa." Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: "¿Cuánto debes a mi amo?" Éste respondió: "Cien barriles de aceite." Él le dijo: "Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta." Luego dijo a otro: "Y tú, ¿cuánto debes?" Él contestó: "Cien fanegas de trigo." Le dijo: "Aquí está tu recibo, escribe ochenta." Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que habla procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Filipenses 3,17- 4,1
a) Si ayer se puso Pablo como ejemplo de los que han sabido descubrir a Cristo en su vida y dejar por él otras posibilidades que tenían, hoy se vuelve a poner como ejemplo, en cuanto al estilo de vida.
En la comunidad de Filipos, como en todas, hay algunos que "andan como enemigos de la cruz de Cristo", que "sólo aspiran a cosas terrenas", más aún, "su dios es el vientre y su gloria, sus vergüenzas". No han sacado las consecuencias de su fe en Jesús.
Un cristiano debe considerarse "ciudadano del cielo" y tener la mirada fija en el futuro, "de donde aguardamos un Salvador, el Señor Jesucristo, que transformará nuestra condición humilde en condición gloriosa, como la suya".
b) Ser cristiano no es sólo cuestión de algunos rezos o prácticas religiosas: afecta a la manera de vivir, al estilo de conducta.
En dos direcciones lo concreta hoy Pablo. La primera es la moralidad de las costumbres: los cristianos no podemos tener "como dios a nuestro vientre", lo que Pablo en otras ocasiones llama "bajos instintos". Aunque el mundo parece ofrecernos como criterio primario de la vida la satisfacción de nuestros instintos y el placer de los sentidos, un cristiano sabe que hay otros valores superiores a los que dar prioridad en su vida. No podemos ser "enemigos de la cruz de Cristo", o sea, aceptar a Cristo en todo lo suave y consolador, y esquivar lo que suponga sacrificio.
Otra dirección es la actitud de esperanza y vigilancia hacia el futuro. Un cristiano tiene memoria: recuerda el acontecimiento pascual de Cristo, que perdura todavía y se nos comunica, sobre todo en los sacramentos. Un cristiano tiene también visión profética y mira al futuro: aguarda la manifestación final del Señor Jesús y sabe que estamos destinados a una transformación gloriosa, a ser semejantes a Jesús, que ahora está en su existencia glorificada, desde la que quiere salvarnos "con esa energía que posee para sometérselo todo".
Mientras tanto, entre el ayer y el mañana, un cristiano vive el hoy con alegría, con coherencia, con vigilancia. Y así es como puede dar ejemplo a los demás, no poniendo su meta en "las cosas terrenas" -¿dinero, placer, prestigio, eficacia?-, sino sintiéndose "ciudadano del cielo" y destinado a compartir con Cristo su mismo destino de gloria y felicidad definitiva.
2. Lucas 16,1-8
a) La parábola del administrador infiel pero listo, puede parecernos un poco extraña.
Parece como si Jesús -o el amo del relato- alabara la actuación de ese empleado injusto.
No alaba su infidelidad: por eso le despide. Lo que le interesa a Jesús subrayar aquí es la inteligencia de ese gerente que, sabiéndose despedido, consigue, con nuevas trampas, granjearse amigos para cuando se quede sin trabajo.
Jesús no nos cuenta esta parábola para criticar las diversas trampas del mundo de la economía que también ahora se dan: las dobles contabilidades o los desvíos de capital o el cobro de comisiones ilegales que hace el gerente de esa empresa. Sino para que los cristianos seamos tan espabilados para nuestras cosas como ese gerente lo fue para las suyas: "los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz".
b) ¿Somos igual de sabios y sagaces nosotros para las cosas del espíritu?
En nuestra vida personal, debemos hacer los oportunos cálculos para conseguir nuestros objetivos. Hace unos días nos ponía Jesús el ejemplo del que hace presupuestos para la edificación de una casa o para la batalla que piensa librar contra el enemigo. Hoy nos amonesta con el ejemplo de este administrador, para que sepamos dar importancia a lo que la tiene de veras y, cuando nos toque dar cuentas de nuestra gestión al final de nuestra vida, ser ricos en lo que vale la pena, en lo que nos llevaremos con nosotros, no en lo que tenemos que dejar aquí abajo.
También en nuestra vida misionera -evangelización, catequesis, construcción de la comunidad- debemos mantenernos despiertos, ser inteligentes para buscar los medios mejores. Al menos con la misma diligencia que ponemos para nuestros negocios materiales.
Para que vaya bien el negocio nos sentamos y hacemos números para ver cómo reducir gastos, mejorar la producción, tener contentos a los clientes. ¿Cuidamos así nuestra tarea evangelizadora?
Los hijos de este mundo se esfuerzan por ganar más, por tener más, por mandar más. Y nosotros, los seguidores de Jesús, los que hemos recibido el encargo de ser luz y sal y fermento de este mundo, ¿ponemos igual empeño y esfuerzo para ser eficaces en nuestra misión? ¿somos hijos de la luz que iluminan a otros, o escondemos esa luz bajo la mesa?
Jueves 03 de noviembre de 2016. San Martín de Porres
Trigésimo primera semana del Tiempo Ordinario
Fílipenses 3,3-8a:
Los circuncisos somos nosotros, que damos culto con el Espíritu de Dios, y que ponemos nuestra gloria en Cristo Jesús, sin confiar en la carne. Aunque, lo que es yo, ciertamente tendría motivos para confiar en la carne, y si algún otro piensa que puede hacerlo, yo mucho más, circuncidado a los ocho días de nacer, israelita de nación, de la tribu de Benjamín, hebreo por los cuatro costados y, por lo que toca a la ley, fariseo; si se trata de intransigencia, fui perseguidor de la Iglesia, si de ser justo por la ley, era irreprochable. Sin embargo, todo eso que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo; más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo.Sal 104,2-3.4-5.6-7 R/. Que se alegren los que buscan al Señor
Cantadle al son de instrumentos,hablad de sus maravillas;
gloriaos de su nombre santo,
que se alegren los que buscan al Señor. R/.
Recurrid al Señor y a su poder,
buscad continuamente su rostro.
Recordad las maravillas que hizo,
sus prodigios, las sentencias de su boca. R/.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo;
hijos de Jacob, su elegido!
El Señor es nuestro Dios,
él gobierna toda la tierra. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 15,1-10:
En aquel tiempo, solían acercarse a Jesús todos los publicanos y los pecadores a escucharle.Y los fariseos y los escribas murmuraban entre ellos: «Ése acoge a los pecadores y come con ellos.»
Jesús les dijo esta parábola: «Si uno de vosotros tiene cien ovejas y se le pierde una, ¿no deja las noventa y nueve en el campo y va tras la descarriada, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, se la carga sobre los hombros, muy contento; y, al llegar a casa, reúne a los amigos y a los vecinos para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la oveja que se me había perdido." Os digo que así también habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. Y si una mujer tiene diez monedas y se le pierde una, ¿no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado, hasta que la encuentra? Y, cuando la encuentra, reúne a las amigas y a las vecinas para decirles: "¡Felicitadme!, he encontrado la moneda que se me había perdido." Os digo que la misma alegría habrá entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA 3.11. 2016
Filipenses 3,3-8
a) Se ve que también en Filipos habla problemas con los judaizantes, que, provenientes del pueblo de Israel, se aferraban a la necesidad de seguir la ley de Moisés, además del evangelio de Jesús. Pablo se pone a sí mismo como ejemplo de una persona que antes también pensaba igual, pero ha cambiado. Si él predica la liberación de la ley antigua, no es porque no sea o no se sienta judío.
Está orgulloso de pertenecer al pueblo de Israel: de haber sido circuncidado a los ocho días de nacer, como los buenos judíos, de pertenecer a la tribu de Benjamín, de ser "hebreo por los cuatro costados" y, en concreto, de ser fariseo, y como buen fariseo, haber sido irreprochable en el cumplimiento de la ley, como luego fue intransigente en la persecución de los cristianos. (Esta lista de "títulos" de los que Pablo está orgulloso ya la leímos en otra carta, 2 Co 11: cf. el viernes de la semana 11ª).
Pero ha pasado algo decisivo en su vida: se encontró con Cristo Jesús, y entonces todo lo anterior, "que para él era ganancia, lo consideró pérdida comparado con Cristo". Todo lo demás lo dejó a un lado, "lo estimó basura", "con tal de ganar a Cristo".
b) Los que ven nuestro estilo de vida tendrían que notar que los cristianos hemos hecho una opción por los valores de Cristo, por encima de otros valores humanos.
¿Podríamos decir que todo lo que se considera "ganancia" según los criterios del mundo, lo hemos dejado en segundo término, porque hemos descubierto a Cristo en nuestra vida?
Si uno se hace, por ejemplo, religioso, o sacerdote, no es porque no pueda formar una familia o triunfar en los diversos campos de la vida social. Sino porque encuentra otro "tesoro" que le parece superior, por el que vale la pena dejar todo lo demás, para dedicarse a dar testimonio de Cristo y de su evangelio en este mundo: "todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo".
Si el salmista reflejaba la alegría de los creyentes del AT: "que se alegren los que buscan al Señor, buscad continuamente su rostro", los cristianos tenemos todavía más títulos para dedicar nuestras mejores energías a la causa de Cristo. "Ponemos nuestra gloria en Cristo Jesús, sin confiar en lo exterior".
2. Lucas 15,1-10
a) El capítulo 15 de san Lucas ha sido llamado "el corazón del evangelio". Nos transmite unas parábolas muy características, las de la misericordia: hoy leemos la de la oveja descarriada y la de la moneda perdida. La del hijo pródigo, la más famosa, la leemos en Cuaresma.
La ocasión se la brindan a Jesús los fariseos y los letrados, que murmuraban porque él acogía a los publicanos y pecadores y comía con ellos. La lección, por tanto, va para estas personas que no tienen misericordia. Lo contrario de Jesús, y de Dios, que sienten gran alegría cuando la oveja que se había descarriado vuelve al redil y cuando la moneda que se había perdido, ha sido recuperada.
Son hermosas las imágenes del pastor que, lleno de alegría, se carga sobre los hombros a la oveja perdida, y la de la mujer que reúne a sus vecinas para comunicarles su alegría por la moneda encontrada. Así es la alegría de Dios de "los ángeles de Dios"- "por un solo pecador que se convierta".
b) Dios es rico en misericordia. Su corazón está lleno de comprensión y clemencia. A pesar de que nosotros, a veces, nos alejemos de él, nos busca hasta encontrarnos y se alegra aún más que el pastor por la oveja y la mujer por la moneda.
Esta misericordia la emplea, ante todo, con nosotros mismos, que también tenemos nuestros momentos de alejamiento y despiste. Y también con todos los demás pecadores.
La Virgen María, en su Magníficat, cantaba a Dios porque "acogió a Israel su siervo acordándose de su misericordia". Si al pueblo elegido de Israel le tuvo que perdonar, también a nosotros, que no somos mucho mejores.
Pero la lección se orienta a nuestra actitud con los demás, cuando fallan. Sería una pena que estuviéramos retratados en los fariseos que murmuran por el perdón que Dios da a los pecadores, o en la figura del hermano mayor del hijo pródigo que no quería participar en la fiesta que el padre organizó por la vuelta del hermano pequeño. ¿Tenemos corazón mezquino o corazón de buen pastor?
Las parábolas nos las narra Jesús para que aprendamos a imitar la actitud de ese Dios que busca a los que han fallado, uno por uno, que les hace fácil el camino de vuelta, que les acoge, que se alegra y hace fiesta cuando se convierten. ¿Acogemos nosotros así a los demás cuando han fallado y se arrepienten? ¿qué cara les ponemos? ¿quisiéramos que recibieran un castigo ejemplar? ¿les echamos en cara su fallo una y otra vez? ¿les damos margen para la rehabilitación, como Jesús a Pedro después de su grave fallo?
Si somos tolerantes y sabemos perdonar con elegancia, entonces sí nos podemos llamar discípulos de Jesús. La imagen de Jesús como Buen Pastor que carga sobre sus hombros a la oveja descarriada (la famosa estatua del siglo III que se conserva en el Museo de Letrán en Roma), debería ser una de nuestras preferidas: nos enseña a ser buenos pastores y a no comportarnos como los fariseos puritanos que se creen justos, sino como seguidores de Jesús, que no vino a condenar sino a perdonar y a salvar.
Miércoles 2 de noviembre de 2016. Conmemoración de los fieles difuntos
Trigésimo primera semana del Tiempo Ordinario
Job 19,1.23-27a:
Respondió Job a sus amigos: «¡Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá se grabaran en cobre, con cincel de hierro y en plomo se escribieran para siempre en la roca! Yo sé que está vivo mi Redentor, y que al final se alzará sobre el polvo: después que me arranquen la piel, ya sin carne, veré a Dios; yo mismo lo veré, y no otro, mis propios ojos lo verán.»Sal 24 R/. A ti, Señor, levanto mi alma
Recuerda, Señor, que tu ternuray tu misericordia son eternas;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor. R/.
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados. R/.
Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti. R/.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 3,20-21:
Hermanos: Nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo.Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-7
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios: creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas; si no, os lo habría dicho; porque voy a prepararos un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y adonde yo voy sabéis el camino».Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?». Le dice Jesús: «Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre; desde ahora lo conocéis y lo habéis visto».
La conmemoración de los fieles difuntos es la ocasión para una reflexión existencial sobre la muerte. En la Escritura leemos esta solemne declaración: «No fue Dios quien hizo la muerte ni se recrea en la destrucción de los vivientes... Dios creó al hombre para la inmortalidad; le hizo imagen de su misma naturaleza; mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo» (Sb 1, 13-15. 2, 23-24). Comprendemos de ahí por qué la muerte suscita en nosotros tanta repulsión. El motivo es que ésta no nos es «natural»; así como la experimentamos en el presente orden de las cosas, hay algo ajeno a nuestra naturaleza, fruto de la «envidia del diablo». Por eso luchamos contra ella con todas nuestras fuerzas. Este insuprimible rechazo nuestro hacia la muerte es la mejor prueba de que no hemos sido hechos para ella y de que no puede tener la última palabra. Precisamente sobre esto nos aseguran las palabras de la primera lectura de la Misa: «Las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno».
El temor a la muerte es conflicto en lo más profundo de todo ser humano. Hay quien ha querido reconducir toda actividad humana al instinto sexual y explicar todo con él, también el arte y la religión. Pero más poderoso que el instinto sexual es el del rechazo a la muerte, del que la propia sexualidad no es sino una manifestación. Si se pudiera oír el grito silencioso que brota de la humanidad entera, se oiría un bramido tremendo: «¡No quiero morir!».
¿Por qué, entonces, invitar a los hombres a pensar en la muerte, si ya está tan presente? Es sencillo. Porque nosotros, los hombres, hemos elegido suprimir el pensamiento de la muerte. Fingir que no existe, o que existe sólo para los demás, no para nosotros. Hacemos proyectos, corremos, nos exasperamos por nada, como si en cierto momento no tuviéramos que dejar todo y partir.
Pero el pensamiento de la muerte no se deja arrinconar o suprimir con estas pequeñas tretas. Así que no queda más que reprimirlo o huir de su gravedad con paliativos. Los hombres nunca han dejado de buscar remedios a la muerte. Uno de estos se llama la prole: sobrevivir en los hijos. Otro es la fama. En nuestros días se va difundiendo un pseudo-remedio: la doctrina de la reencarnación. La doctrina de la reencarnación es incompatible con la fe cristiana, que en su lugar profesa la resurrección de la muerte. «Está establecido que los hombres mueran una sola vez, y luego el juicio» (Hb 9,27).
La forma en que se propone entre nosotros, en Occidente, la reencarnación es fruto, entre otras cosas, de un gigantesco equívoco. En su origen la reencarnación no significa un suplemento de vida, sino de sufrimiento; no es motivo de consuelo, sino de terror. Con ella se viene a decir al hombre: «¡Ten cuidado, que si haces el mal, tendrás que renacer para expiarlo!». Es como decir a un encarcelado, al final de su detención, que su pena se ha prolongado y todo debe empezar de nuevo.
El cristianismo tiene algo bien distinto que ofrecer sobre el problema de la muerte. Anuncia que «uno ha muerto por todos», que la muerte ha sido vencida; ya no es un abismo que engulle todo, sino un puente que lleva a la otra vida, la de la eternidad. Y, con todo, reflexionar sobre la muerte hace bien también a los creyentes.
Ayuda sobre todo a vivir mejor. ¿Estás angustiado por problemas, dificultades, conflictos? Ve hacia delante, contempla estas cosas como te parecerán en el momento de la muerte y verás cómo se redimensionan. No se cae en la resignación ni en la inactividad; al contrario, se hacen más cosas y se hacen mejor, porque se está más sereno y más desprendido. Contando nuestros días, dice un salmo, se llega «a la sabiduría del corazón» (Sal 89, 12).
Todos los Santos. Martes 01/11/2016
Mateo 5, 1-12a
En aquel tiempo, al ver Jesús el gentio, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:–«Dichosos los pobres en el espíritu,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos los sufridos,
porque ellos heredarán la tierra.
Dichosos los que lloran,
porque ellos serán consolados.
Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia,
porque ellos quedarán saciados.
Dichosos los misericordiosos,
porque ellos alcanzarán misericordia.
Dichosos los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque de ellos es el reino de los cielos.
Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.»
Benedicto XVI: Todo cristiano, todo hombre, está llamado a la santidad
Intervención en el Ángelus de la solemnidad de Todos los Santos
CIUDAD DEL VATICANO, viernes, 2 noviembre 2007
Queridos hermanos y hermanas:
En la esta solemnidad de Todos lo Santos, nuestro corazón, sobrepasando los confines del tiempo y del espacio, se amplía hacia las dimensiones del Cielo. En los inicios del cristianismo, los miembros de la Iglesia también eran llamados «los santos». En la Primera Carta a los Corintios, por ejemplo, san Pablo escribe «a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con cuantos en cualquier lugar invocan el nombre de Jesucristo, Señor nuestro» (1 Corintios 1,2). El cristiano, de hecho, ya es santo, pues el Bautismo le une a Jesús y a su misterio pascual, pero al mismo tiempo tiene que llegar a ser santo, conformándose con Él cada vez más íntimamente.
A veces se piensa que la santidad es un privilegio reservado a unos pocos elegidos. En realidad, ¡llegar a ser santo es la tarea de cada cristiano, es más, podríamos decir, de cada hombre!
Escribe el apóstol que Dios nos ha bendecido desde siempre y nos ha elegido en Cristo «para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor» (Efesios 1, 3-4). Todos los seres humanos están llamados a la santidad que, en última instancia, consiste en vivir como hijos de Dios, en esa «semejanza» a Él, según la cual, han sido creados.
Todos los seres humanos son hijos de Dios, y todos tienen que llegar a ser lo que son, a través del camino exigente de la libertad. Dios les invita a todos a formar parte de su pueblo santo. El «Camino» es Cristo, el Hijo, el Santo de Dios: nadie puede llegar al Padre si no por Él (Cf. Juan 14,6).
Sabiamente la Iglesia ha establecido la inmediata sucesión de la fiesta de Todos los Santos con la de la conmemoración de todos los fieles difuntos. A nuestra oración de alabanza a Dios y de veneración a los espíritus bienaventurados, que nos presenta hoy la liturgia como «una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas» (Apocalipsis 7,9), se une la oración de sufragio por quienes nos han precedido en el paso de este mundo a la vida eterna. A ellos les dedicaremos de manera especial mañana nuestra oración y por ellos celebraremos el sacrificio eucarístico. En verdad, cada día, la Iglesia nos invita a rezar por ellos, ofreciendo también los sufrimientos y los cansancios cotidianos para que, completamente purificados, puedan gozar para siempre de la luz y la paz del Señor.
En el centro de la asamblea de los santos, resplandece la virgen María, «humilde y la más alta criatura» (Dante, «Paraíso», XXXIII, 2). Al darle la mano, nos sentimos animados a caminar con más empuje por el camino de la santidad. A ella encomendamos nuestro compromiso cotidiano y le encomendamos hoy a nuestros queridos difuntos, con la íntima esperanza de volvernos a encontrar un día todos juntos en la comunión gloriosa de los santos.
Lunes 31 de octubre de 2016. Trigésimo primera semana del Tiempo Ordinario
Pablo a los Filipenses 2,1-4:
Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás.
Sal 130,1.2.3 R/. Guarda mi alma en la paz junto a ti, Señor
Señor, mi corazón no es ambicioso,
ni mis ojos altaneros;
no pretendo grandezas
que superan mi capacidad. R/.
Sino que acallo y modero mis deseos,
como un niño en brazos de su madre. R/.
Espera Israel en el Señor
ahora y por siempre. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,12-14:
En aquel tiempo, dijo Jesús a uno de los principales fariseos que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Durante toda esta semana seguiremos leyendo la carta de Pablo a los cristianos de Filipos, que comenzamos el viernes pasado.
Es una carta llena de cariño por parte de Pablo, que correspondía así al afecto que le tenía aquella comunidad. Hoy les pide encarecidamente que le den esta gran alegría: "manteneos unánimes y concordes, con un mismo amor y un mismo sentir".
La comunidad de Filipos, como todas las demás, debían tener motivos de tensión y divisiones. Por eso la recomendación.
b) Recomendación que nos viene bien a todos, los de entonces y los de ahora. La de Filipos, en este sentido, era una comunidad normal.
Los motivos para esta unidad no son sólo humanos -la convivencia civilizada- sino que, para Pablo, se apoyan sobre todo en la fe: "nos une el mismo Espíritu". Y detalla las condiciones que ayudarán a mantener esta unanimidad. Los consejos valen exactamente igual para nosotros: "no obréis por envidia ni por ostentación", "considerad siempre superiores a los demás", "no os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás".
Bastante mejor nos iría en la vida de comunidad si cultiváramos esas actitudes. Si pudiéramos cantar con verdad el salmo: "mi corazón no es ambicioso, ni mis ojos altaneros".
Nuestras divisiones vienen de que cada uno se cree superior a los demás y se preocupa de lo suyo, sin prestar apenas atención a lo que interesa a los demás.
Pablo asegura a sus lectores que le darán una gran alegría si se entera de que van mejorando en caridad fraterna. También nosotros alegraremos el corazón de Dios, y nosotros mismos seremos más felices, si hoy hacemos lo posible por reprimir nuestras envidias y pretensiones, y nos decidimos a "considerar superiores a los demás".
Lucas 14,12-14
a) El sábado pasado leíamos la recomendación de Jesús sobre no ir buscando los primeros puestos al ser invitados. Hoy sigue con el tema, pero esta vez diciéndonos a quién deberíamos invitar preferentemente a comer.
Puede resultar paradójico el consejo: "no invites a tus amigas ni a los vecinos ricos". El motivo es que, si lo hacemos así, lo que estamos buscando en el fondo es que luego ellos nos inviten: "ellos corresponderán invitándote y quedarás pagado".
Mientras que si seguimos el criterio de Jesús, invitando "a pobres, lisiados, cojos y ciegos", estas personas no podrán pagarnos, y entonces el que nos premiará será Dios, "cuando resuciten los justos".
b) El evangelio se nos presenta muchas veces opuesto a nuestros criterios espontáneos y a las directrices de este mundo.
Cuando hacemos un favor a otro, sería bueno que examináramos nuestras intenciones profundas: ¿lo hacemos por amor a Dios y por amor a la persona en sí misma, o bien buscamos que nos pueda corresponder? ¿nos gusta convidar a los ricos (y así estaríamos invitándonos a nosotros mismos) o hacemos la opción de invitar a los pobres, que no nos pagarán? Jesús, en el sermón de la montaña, nos enseñó que no tenemos que buscar el premio o el aplauso de las personas, sino hacer el bien discretamente, sin pregonarlo (él decía gráficamente, que nuestra mano izquierda no sepa el bien que hace la derecha), y entonces Dios, que sí ve en lo escondido, nos premiará.
Si hacemos un favor a una persona porque ya nos lo ha hecho ella antes a nosotros, o porque esperamos que nos lo haga, eso no es amor gratuito, sino comercio: "te doy para que me des". Jesús nos había dicho, y lo leímos el jueves de la semana 23: "si amas sólo al que te ama, ¿qué mérito tienes?; si haces el bien sólo a los que te hacen bien, ¿qué mérito tienes?" (Lc 6,32). Nuestro amor ha de ser desinteresado, sin pasar factura por el bien que hacemos. Si hacemos favores a quienes "no pueden pagarnos", ya nos lo pagará él: "conmigo lo hicisteis". Y él es buen pagador.
Hoy podríamos tener con alguien un detalle de amor gratuito, sin que se note, sin pasar factura. Y que se convierta en costumbre...
XXXI Domingo del tiempo ordinario
30/10/2016
Sabiduría 11, 23 - 12, 2
Señor, el mundo entero es ante ti como un grano de arena en la balanza, como gota de rocío mañanero que cae sobre la tierra.Te compadeces de todos, porque todo lo puedes,
cierras los ojos a los pecados de los hombres,
para que se arrepientan.
Amas a todos los seres y no odias nada de lo que has hecho;
si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías creado.
Y ¿cómo subsistirían las cosas si tú no lo hubieses querido?
¿Cómo conservarían su existencia, si tú no las hubieses llamado?
Pero a todos perdonas, porque son tuyos, Señor, amigo de la vida.
En todas las cosas está tu soplo incorruptible.
Por eso corriges poco a poco a los que caen; a los que pecan les recuerdas su pecado, para que se conviertan y crean en ti, Señor.
Sal 144, 1-2. 8-9. 10-11. 13cd-14 R. Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey.
Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey,bendeciré tu nombre por siempre jamás.
Día tras día te bendeciré,
y alabaré tu nombre por siempre jamás. R.
El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad,
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas. R.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R.
Lectura de la segunda carta del Apóstol San Pablo a los Tesalonicenses 1, 11 - 2, 2
Hermanos:Siempre rezamos por vosotros, para que nuestro Dios
os considere dignos de vuestra vocación;
para que con su fuerza os permita cumplir
buenos deseos y la tarea de la fe;
y para que así Jesús nuestro Señor sea vuestra gloria
y vosotros seáis la gloria de él,
según la gracia de Dios y del Señor Jesucristo.
Os rogamos a propósito de la última venida
de nuestro Señor Jesucristo
y de nuestro encuentro con él,
que no perdáis fácilmente la cabeza
ni os alarméis por supuestas revelaciones,
dichos o cartas nuestras:
como si afirmásemos que el día del Señor está encima.
Lectura del santo Evangelio según San Lucas 19, 1-10
En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad.Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quién era Jesús, pero la gente se lo impedía, porque era bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera, para verlo, porque tenía que pasar por allí.
Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:
–Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.
El bajó en seguida, y lo recibió muy contento.
Al ver ésto, todos murmuraban diciendo:
–Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.
Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor:
–Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.
Jesús le contestó:
–Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán.
Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido
"¿PUEDO CAMBIAR?
Lucas narra el episodio de Zaqueo para que sus lectores descubran mejor lo que pueden esperar de Jesús: el Señor al que invocan y siguen en las comunidades cristianas «ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido». No lo han de olvidar.
Al mismo tiempo, su relato de la actuación de Zaqueo ayuda a responder a la pregunta que no pocos llevan en su interior: ¿Todavía puedo cambiar? ¿No es ya demasiado tarde para rehacer una vida que, en buena parte, la he echado a perder? ¿Qué pasos puedo dar?
Zaqueo viene descrito con dos rasgos que definen con precisión su vida. Es «jefe de publicanos» y es «rico». En Jericó todos saben que es un pecador. Un hombre que no sirve a Dios sino al dinero. Su vida, como tantas otras, es poco humana.
Sin embargo, Zaqueo «busca ver a Jesús». No es mera curiosidad. Quiere saber quién es, qué se encierra en este Profeta que tanto atrae a la gente. No es tarea fácil para un hombre instalado en su mundo. Pero éste deseo de Jesús va a cambiar su vida.
El hombre tendrá que superar diferentes obstáculos. Es «bajo de estatura», sobre todo porque su vida no está motivada por ideales muy nobles. La gente es otro impedimento: tendrá que superar prejuicios sociales que le hacen difícil el encuentro personal y responsable con Jesús.
Pero Zaqueo prosigue su búsqueda con sencillez y sinceridad. Corre para adelantarse a la muchedumbre, y se sube a un árbol como un niño. No piensa en su dignidad de hombre importante. Sólo quiere encontrar el momento y el lugar adecuado para entrar en contacto con Jesús. Lo quiere ver.
Es entonces cuando descubre que también Jesús le está buscando a él pues llega hasta aquel lugar, lo busca con la mirada y le dice: "El encuentro será hoy mismo en tu casa de pecador". Zaqueo se baja y lo recibe en su casa lleno de alegría. Hay momentos decisivos en los que Jesús pasa por nuestra vida porque quiere salvar lo que nosotros estamos echando a perder. No los hemos de dejar escapar.
Lucas no describe el encuentro. Sólo habla de la transformación de Zaqueo. Cambia su manera de mirar la vida: ya no piensa sólo en su dinero sino en el sufrimiento de los demás. Cambia su estilo de vida: hará justicia a los que ha explotado y compartirá sus bienes con los pobres.
Tarde o temprano, todos corremos el riesgo de "instalarnos" en la vida renunciando a cualquier aspiración de vivir con más calidad humana. Los creyentes hemos de saber que un encuentro más auténtico con Jesús puede hacer nuestra vida más humana y, sobre todo, más solidaria." José Antonio Pagola.
Sábado 29 de octubre de 2016. Trigésima semana del Tiempo Ordinario
Pablo a los Filipenses 1,18b-26:
De la manera que sea, con segundas intenciones o con sinceridad, se anuncia a Cristo, y yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al Espíritu de Jesucristo que me socorre. Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario, ahora, como siempre, Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo que sentís por mí en Jesucristo rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros.Sal 41 R/. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
Como busca la cierva corrientes de agua,así mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.
Recuerdo como marchaba a la cabeza del grupo
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 14,1.7-11:
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Filipenses 1,18-26
a) Pablo está en la cárcel. No sabe cómo acabará. No sabe si le espera la muerte. Pero en todo el pasaje de hoy muestra su disponibilidad total para su misión: quiere colaborar con todas sus fuerzas en la evangelización de este mundo.
Su destino personal no importa: "con tal que se anuncie a Cristo, yo me alegro". Tanto si vive como si le llevan a la muerte, "Cristo será glorificado en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte".
Por una parte, desearía "partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor". Pero si seguir viviendo "supone trabajo fructífero", "no sé qué escoger: quedarme en esta vida, veo que es más necesario para vosotros".
b) Es admirable la convicción de este gran hombre: toda su vida está orientada a dar a conocer a Cristo Jesús. "Con tal de que se anuncie a Cristo, yo me alegro". "Para que avancéis alegres en la fe".
Esto nos interpela a todos. ¿Estamos disponibles a vivir o a morir, con tal de buscar el bien de los demás? ¿miramos a nuestra propia muerte como a un estar con Cristo, "que es con mucho lo mejor", y podemos decir como él: "para mi es una ganancia el morir"? Y si deseamos seguir viviendo, ¿es precisamente para continuar haciendo el bien y cooperando en la salvación de la humanidad?
La afirmación central de Pablo tal vez no nos atreveríamos a hacerla nosotros con sinceridad: "para mi la vida es Cristo". Nada ni nadie es capaz de apagar el fuego sagrado que Pablo tiene encendido dentro de sí: el amor a Cristo, la unión con él, el afán de que todos lo conozcan y le acepten por la fe.
2. Lucas 14,1.7-11
a) Invitado a comer en casa de un fariseo, Jesús aprovecha para darles una lección plástica de humildad.
No sabíamos decir si se trata de una parábola, o sencillamente, de un hecho observado en la vida. Lo de buscar los primeros puestos era, se ve, un defecto característico de los fariseos. Hace pocos días leíamos cómo Jesús se lo echaba en cara: "Ay de vosotros, que os encantan los asientos de honor en las sinagogas" (Lc 11,43). Hoy les invita a elegir los lugares más humildes. La lección se resume al final: "porque el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido".
b) No hace falta que seamos fariseos para merecer la reprimenda de Jesús. Porque a todos nos gusta aparecer y ser vistos y alabados por la gente. Eso no pasa sólo en los actos políticos y sociales, en que se sigue un riguroso orden protocolario, sino también en nuestra vida de cada día, en que cada uno intenta deslumbrar a los otros mostrando un nivel de vida y unas cualidades, que a veces son nada más apariencia, pero que provocan la admiración y la envidia.
Jesús nos ha enseñado una y otra vez que su estilo y, por tanto, el de sus discípulos, debe ser el contrario: la humildad y la sencillez de corazón. Aunque eso de ser humildes no esté de moda en el mundo de hoy. A los seguidores de Jesús no les tendría que importar ocupar los últimos lugares. Y no como un truco, para que luego nos inviten a subir, sino con sinceridad, por imitación del Maestro, que no vino a ser servido sino a servir.
¿O somos como los apóstoles, que no acababan de entender la lección de humildad, y discutían sobre quién iba a ocupar los puestos de honor? ¿no tendríamos que moderar nuestro afán de protagonismo y de aparecer?
Si fuéramos humildes, seríamos más felices: nos llevaríamos menos disgustos. Seríamos más aceptados por los demás: a los vanidosos nadie les quiere. Y más agradables a los ojos de Dios: él prefiere a los humildes.
Un ejemplo muy cercano lo tenemos en la Virgen Marta, la madre de Jesús. Humilde y discreta, ella pudo decir, resumiendo también el estilo de Dios en la historia: "enaltece a los humildes y a los ricos los despide vacíos". Y, hablando de sí misma, "ha mirado la pequeñez de su sierva".
Viernes 28 de octubre de 2016. FIESTA DE SAN SIMÓN Y SAN JUDAS TADEO APOSTOLES
Trigésima semana del Tiempo Ordinario
Efesios 2,19-22:
Ya no sois extranjeros ni forasteros, sino que sois ciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros os vais integrando en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu.
Sal 18 R/. A toda la tierra alcanza su pregón
El cielo proclama la gloria de Dios,
el firmamento pregona la obra de sus manos:
el día al día le pasa el mensaje,
la noche a la noche se lo susurra. R/.
Sin que hablen, sin que pronuncien,
sin que resuene su voz,
a toda la tierra alcanza su pregón
y hasta los límites del orbe su lenguaje. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 6,12-19:
En aquel tiempo, subió Jesús a la montaña a orar, y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago Alfeo, Simón, apodado el Celotes, Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Bajó del monte con ellos y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.
PARA VIVIR ESTA PALABRA 28.10.2016
San Pablo, dirigiéndose a los efesios, nos recuerda nuestra identidad, nuestro carnet de identidad. Nosotros, por encima de ser del pueblo español, guatemalteco, colombiano… somos del “pueblo de Dios” y, más aún, somos de “la familia de Dios”. Dios, así es nuestro Dios, no se desentiende de nosotros, quiere entrar en relaciones con nosotros, nos invita a todos los hombres a vivir en amistad con Él, a formar parte de su pueblo, un pueblo que le acepte y le reconozca, no puede ser de otra manera, como lo que es, nuestro Dios.
Dios no tiene nada que ver con los jefes y señores de la tierra, que con frecuencia tiranizan a sus súbditos y quieren que todos les sirvan. Nada de eso. Dios nos invita, ni más ni menos, a formar parte no solo de su pueblo, sino también de su familia. Nos ofrece el regalo de su propia vida divina, nos hace no sus vasallos, sino sus hijos. Por lo que las relaciones con nuestro Dios no son las de un siervo con su señor, sino la de un hijo con su padre. “Padre nuestro…”. Como consecuencia de nuestra filiación divina está la fraternidad entre todas las personas humanas. En el pueblo de Dios, en la familia de Dios, todos somos hermanos unos de otros. Y, por supuesto, la ley suprema es la ley del amor. El pueblo de Dios es un pueblo de hijos y hermanos, donde nadie, en dignidad, es superior a nadie.
En este proyecto que Dios tiene sobre toda la humanidad, “el pueblo de Dios”, Dios se ha valido principalmente de Cristo Jesús para hacérnoslo llegar y ponerlo en marcha. “Tanto amó Dios al mundo que le envió a su Hijo Unigénito”. Cristo gastó y desgastó su vida en explicarnos cómo es realmente Dios y su proyecto sobre nosotros, un Dios siempre amoroso, donde todos seamos hijos y hermanos y nos amemos como tales. Cristo fundó la comunidad de sus seguidores, que se identifican con los miembros del pueblo de Dios, que tendrá su plenitud después de nuestra muerte, cuando Dios sea todo en todos, y todos sus enemigos queden derrotados para siempre.
Cristo Jesús, en su estancia en la tierra para difundir y establecer esta buena noticia del pueblo de Dios, eligió a un grupo de amigos más cercanos, a los apóstoles, para que continuasen con su obra y fueran ellos mismos pasando el testigo del proyecto de Dios a otros hombres, a lo largo de la historia. “Cuando se hizo de día, llamó a su discípulos, escogió a doce de ellos, y los nombró apóstoles” Hoy la iglesia celebra la fiesta de dos de esos testigos que eligió Jesús directamente: san Simón y san Judas Tadeo, que como su Maestro, dedicaron su vida a difundir la buena notica de esa sociedad querida por Dios. “Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular”.
Jueves 27 de octubre de 2016.
Trigésima semana del Tiempo Ordinario
Buscad vuestra fuerza en el Señor y en su invencible poder. Poneos las armas que Dios os da, para poder resistir a las estratagemas del diablo, porque nuestra lucha no es contra hombres de carne y hueso, sino contra los principados, autoridades y poderes que dominan este mundo de tinieblas, contra las fuerzas sobrehumanas y supremas del mal. Por eso, tomad las armas de Dios, para poder resistir en el día fatal y, después de actuar a fondo, mantener las posiciones. Estad firmes, repito: abrochaos el cinturón de la verdad, por coraza poneos la justicia; bien calzados para estar dispuestos a anunciar el Evangelio de la paz. Y, por supuesto, tened embrazado el escudo de la fe, donde se apagarán las flechas incendiarias del malo. Tomad por casco la salvación y por espada la del Espíritu, es decir, la palabra de Dios, insistiendo y pidiendo en la oración. Orad en toda ocasión con la ayuda del Espíritu. Tened vigilias en que oréis con constancia por todos los santos. Pedid también por mí, para que Dios abra mi boca y me conceda palabras que anuncien sin temor el misterio contenido en el Evangelio, del que soy embajador en cadenas. Pedid que tenga valor para hablar de él como debo.
Sal 143,1.2.9-10 R/. Bendito el Señor, mi Roca
Bendito el Señor, mi Roca,que adiestra mis manos para el combate,
mis dedos para la pelea. R/.
Mi bienhechor, mi alcázar,
baluarte donde me pongo a salvo,
mi escudo y mi refugio,
que me somete los pueblos. R/.
Dios mío, te cantaré un cántico nuevo,
tocaré para ti el arpa de diez cuerdas:
para ti que das la victoria a los reyes,
y salvas a David, tu siervo. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,31-35:
En aquella ocasión, se acercaron unos fariseos a decirle: «Márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte.»Él contestó: «ld a decirle a ese zorro: "Hoy y mañana seguiré curando y echando demonios; pasado mañana llego a mi término." Pero hoy y mañana y pasado tengo que caminar, porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén. ¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como la clueca reúne a sus pollitos bajo las alas! Pero no habéis querido. Vuestra casa se os quedará vacía. Os digo que no me volveréis a ver hasta el día que exclaméis: "Bendito el que viene en nombre del Señor."»
PARA VIVIR ESTA PALABRA jueves 30 semana T.ordinario (año par)
Efesios 6,10-20
a) Hoy es el último día que leemos la carta a los Efesios, que nos ha acompañado durante más de dos semanas. Y lo hacemos con una página bastante "guerrera": "poneos las armas que Dios os da, para poder resistir a las estratagemas del diablo".
No importa tanto identificar las diversas piezas de la armadura del guerrero de aquel tiempo, aunque es interesante: cinturón, coraza, calzado, escudo, casco, espada. Ni tampoco la correspondencia metafórica de cada una de ellas con las armas espirituales que nombra Pablo.
Lo que sí es interesante es la lista de cuáles son estas armas para un cristiano, porque siguen siendo las mismas que ahora: la verdad, la justicia, la paz, la fe, el Espíritu, la palabra de Dios, la oración...
Pablo pide que en esta oración, además de pedir por sí mismos, recen por todos los demás y también por él, que está encadenado. Pero no necesariamente por su libertad, sino para que la Palabra salvadora de Dios pueda seguir anunciándose en el mundo.
b) Estamos empeñados, hoy como entonces, en una lucha encarnizada entre el bien y el mal. Pablo habla de las "fuerzas sobrehumanas y supremas del mal" que "dominan este mundo de tinieblas".
Los cristianos tenemos que luchar, con las armas de Dios, contra esas fuerzas del mal.
Lo que pedimos en el Padrenuestro, "mas líbranos del mal (o del Malo)", no sólo lo pedimos para nosotros, sino para toda la humanidad. Y no sólo lo pedimos, sino que nos mostramos disponibles para luchar para que triunfe el bien y no el mal a nuestro alrededor.
Las armas de Dios las ha enumerado Pablo. Somos conscientes que no podemos triunfar sin la fe ni la oración ni la ayuda del Espíritu de Dios. Si celebramos bien la Eucaristía, escuchando la Palabra de Dios y recibiendo en alimento el Cuerpo y Sangre de Cristo, estaremos pertrechados para el combate de cada día y para "mantener las posiciones".
No tenemos que asustarnos. Eso de que el mal actúa con fuerza y echa mano de estratagemas es muy antiguo. Pero con la ayuda de Dios -y los cristianos sabemos más que nadie de eso- podemos vencer: "buscad vuestra fuerza en el Señor, poneos las armas que Dios os da". El salmo sigue siendo estimulante: "Bendito el Señor, mi roca, que adiestra mis manos para el combate... mi alcázar, baluarte donde me pongo a salvo".
2. Lucas 13,31-35
a) No sabemos si la advertencia que hicieron a Jesús los fariseos era sincera, para que escapara a tiempo del peligro que le acechaba: "márchate de aquí, porque Herodes quiere matarte".
Herodes, el que había encarcelado y dado muerte al Bautista (como antes, su padre Herodes el Grande había mandado matar a los inocentes de Belén cuando nació Jesús), quiere deshacerse de Jesús.
Jesús responde con palabras duras, llamando "zorro" al virrey y mostrando que camina libremente hacia Jerusalén a cumplir allí su misión. No morirá a manos de Herodes: no es ése el plan de Dios.
La idea de su muerte le entristece, sobre todo por lo que supone de ingratitud por parte de Jerusalén, la capital a la que él tanto quiere. Es entrañable que se compare a sí mismo con la gallina que quiere reunir a sus pollitos bajo las alas.
b) Jesús aprovecha la amenaza de Herodes para dar sentido a su marcha hacia Jerusalén y a su muerte, que él mismo ha anunciado y que no va a depender de la voluntad de otros, sino que sucederá porque él la acepta, por solidaridad, y además cuando él considere que ha llegado "su hora". Mientras tanto, sigue su camino con decisión y firmeza.
El lamento de Jesús -"Jerusalén, Jerusalén"- es parecido al dolor que siente luego Pablo (Rm 9-11) al ver la obstinación del pueblo judío que no ha querido aceptar, al menos en su mayoría, la fe en el Mesías Jesús.
El amor de Dios a veces se describe ya en el AT con un lenguaje parecido al de la gallina y sus pollitos: el águila que juega con sus crías y les enseña a volar (Deuteronomio 32,11), o el salmista que pide a Dios: "guárdame a la sombra de tus alas" (Ps 17,8), y otras con un lenguaje materno y femenino: "en brazos seréis llevados y sobre las rodillas seréis acariciados, como uno a quien su madre le consuela, así yo os consolaré" (Is 66,12-13).
¿Estamos dispuestos a una entrega tan decidida como la de Jesús? ¿incluso si aquellos por los que nos entregamos se nos vuelven contra nosotros? ¿tenemos un corazón paterno o materno, un corazón bueno, lleno de misericordia y de amor, para seguir trabajando y dándonos día a día, por el bien de los demás? ¿o nos influyen los Herodes de turno para cambiar nuestro camino, por miedo o por cansancio?
MIÉRCOLES 26 DE OCTUBRE. 30 semana del tiempo ordinario
Efesios 6,1-9:
Hijos, obedeced a vuestros padres como el Señor quiere, porque eso es justo. «Honra a tu padre y a tu madre» es el primer mandamiento al que se añade una promesa: «Te irá bien y vivirás largo tiempo en la tierra.» Padres, vosotros no exasperéis a vuestros hijos; criadlos educándolos y corrigiéndolos como haría el Señor. Esclavos, obedeced a vuestros amos según la carne con temor y temblor, de todo corazón, como a Cristo. No por las apariencias, para quedar bien, sino como esclavos de Cristo que hacen lo que Dios quiere; con toda el alma, de buena gana, como quien sirve al Señor y no a hombres. Sabed que lo que uno haga de bueno, sea esclavo o libre se lo pagará el Señor. Amos, correspondedles dejándoos de amenazas; sabéis que ellos y vosotros tenéis un amo en el cielo y que ése no es parcial con nadie.Salmo 144 R/. El Señor es fiel a sus palabras
Que todas tus criaturas te den gracias,Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
El Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso en todas sus acciones.
El Señor sostiene a los que van a caer,
endereza a los que ya se doblan. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,22-30:
En aquel tiempo, Jesús, de camino hacia Jerusalén, recorría ciudades y aldeas enseñando.Uno le preguntó: «Señor, ¿serán pocos los que se salven?»
Jesús les dijo: «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha. Os digo que muchos intentarán entrar y no podrán. Cuando el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis a la puerta, diciendo: "Señor, ábrenos"; y él os replicará: "No sé quiénes sois." Entonces comenzaréis a decir: "Hemos comido y bebido contigo, y tú has enseñado en nuestras plazas." Pero él os replicará: "No sé quiénes sois. Alejaos de mí, malvados." Entonces será el llanto y el rechinar de dientes, cuando veáis a Abrahán, Isaac y Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros os veáis echados fuera. Y vendrán de oriente y occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios. Mirad: hay últimos que serán primeros, y primeros que serán últimos.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Si ayer veíamos que ha cambiado notablemente la relación del marido y de la mujer, hacia una mayor igualdad y complementariedad, también hay que reconocer que ahora es muy distinta la relación de los hijos con los padres desde el tiempo de Pablo (y, dentro de nuestra historia, de unos pocos decenios a esta parte).
Pablo no se dedica a cambiar la sociedad en sus estructuras, pero sí a predicar unos criterios que la transformarán desde dentro. A los hijos les inculca obediencia y respeto, y a los padres tolerancia y amabilidad: que ejerzan cuando haga falta la corrección, pero "como haría el Señor".
Tanto en el seno de una familia, como en cualquier otro grupo humano, siguen válidas las consignas de Pablo. El que tiene una responsabilidad sobre los demás, no tiene que hacer sentir el peso de su autoridad caprichosamente, sino con diálogo y respeto. Y la obediencia tiene que estar hecha de sinceridad y de corresponsabilidad. Tanto a los hijos como a los padres, nos recuerda Pablo un criterio básico, el ejemplo de Cristo Jesús: "como el Señor quiere", "como haría el Señor". ¿No está ahí, para todo cristiano, el principio fundamental de la dignidad de la persona humana y de su compromiso de fraternidad?
En toda relación con los demás, tengamos presente esta consigna de Pablo: ¿cómo lo haría Jesús? ¿cómo querría él que tratara a esta persona? O, de nuevo, el principio que Pablo establece en la carta a los de Galacia: "todos sois hijos por la fe en Cristo Jesús: ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre; todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Ga 3,27-28). Con esta clave, seguro que trataremos bien a todos.
2. Lucas 13, 22-30
a) Lucas nos recuerda que "Jesús va de camino hacia Jerusalén". Y, mientras tanto, nos va enseñando cuál es el camino que sus seguidores tienen que recorrer.
La pregunta tiene su origen en una curiosidad que siempre ha existido: "¿serán pocos los que se salven?". En la mentalidad del que preguntaba, la respuesta lógica hubiera sido: "sólo se salvarán los que pertenecen al pueblo judío". Pero a Jesús no le gusta contestar a esta clase de preguntas, y sí aprovecha para dar su lección: "esforzaos en entrar por la puerta estrecha". El Reino es exigente, no se gana cómodamente. En otra ocasión dirá que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que no un rico, uno lleno de sí mismo, entre en el Reino.
Y puede pasar que algunos de los de casa no puedan entrar, a pesar de que "han comido y bebido con el Señor" y que Jesús "ha predicado en sus plazas". No basta, no es automático. Otros muchos, que no han tenido esos privilegios, "vendrán de Oriente y de Occidente y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios". O sea, hay personas que parecían últimas y serán primeras, y otras que se consideraban primeras -el pueblo de Israel, ¿o nosotros mismos?- serán últimas.
b) Esta clase de advertencias no sólo resultaba incómoda para los judíos que escuchaban a Jesús, sino también para nosotros.
En el sermón de la montaña ya nos había avisado: "entrad por la entrada estrecha, porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la vida!" (Mt 7,13-14). El Reino es exigente y, a la vez, abierto a todos. No se decidirá por la raza o la asociación a la que uno pertenezca, sino por la respuesta de fe que hayamos dado en nuestra vida. Al final del evangelio de Mateo se nos dice cuál va a ser el criterio para evaluar esa conversión: "me disteis de comer... me visitasteis". Ahí se ve en qué sentido es estrecha la puerta del cielo, porque la caridad es de lo que más nos cuesta.
El Apocalipsis nos dice que es incontable el número de los que se salvan: "una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar" (Ap 7), gritando la victoria de Cristo y participando de su alegría. La puerta es estrecha pero, con la ayuda de Dios, muchos logran atravesarla. Los que han seguido a Cristo "entrarán por las puertas en la Ciudad" (Ap 22,14).
Martes 25 de octubre de 2016
Trigésima semana del Tiempo Ordinario
Efesios 5,21-33:
Sed sumisos unos a otros con respeto cristiano. Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a sí mismo por ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne.» Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia. En una palabra, que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido.Sal 18 R/. Dichosos los que temen al Señor
Dichoso el que teme al Señory sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo,
serás dichoso, te irá bien. R/.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R/.
Esta es la bendición del hombre que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,18-21:
En aquel tiempo, decía Jesús: «¿A qué se parece el reino de Dios? ¿A qué lo compararé? Se parece a un grano de mostaza que un hombre toma y siembra en su huerto; crece, se hace un arbusto y los pájaros anidan en sus ramas.»Y añadió: «¿A qué compararé el reino de Dios? Se parece a la levadura que una mujer toma y mete en tres medidas de harina, hasta que todo fermenta.»
Efesios 5,21-33
a) Sigue Pablo con las recomendaciones sobre la vida de cada día: esta vez en las relaciones entre marido y mujer.
La invitación al mutuo amor se basa en la voluntad originaria de Dios en el Génesis, cuando creó al hombre y la mujer y quiso que los dos fueran "una sola carne". Por eso: "que cada uno de vosotros ame a su mujer como a sí mismo, y que la mujer respete al marido".
Esta página de Pablo se leía antes mucho en las bodas, pero ahora no tanto, porque refleja la situación social de su tiempo, e invita a las mujeres a "someterse a sus maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia". Aunque luego urja a los maridos a que "amen a sus mujeres como Cristo amó a su Iglesia y se entregó a si mismo por ella", parece que no se arregla la primera impresión.
b) Hoy se subraya mucho más la igualdad entre hombre y mujer en su vida matrimonial.
Pero Pablo, hombre de su tiempo en cuanto a la constitución de las familias -lo cual se notará mañana también en cuanto a la esclavitud-, hay que reconocer que propone aquí valientemente unas consignas que para su tiempo eran revolucionarias.
La unión entre hombre y mujer la entiende desde la perspectiva de Dios, y por tanto afirma que "amar a su mujer es amarse a sí mismo", porque "es la propia carne". Pero sobre todo, la relaciona con el amor que se tienen mutuamente Cristo y la Iglesia: "es éste un gran misterio y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia". El amor de Cristo a su Iglesia no es precisamente romántico: lo demostró en la entrega de la cruz. Ahí está, para Pablo, la razón de ser del mutuo amor. No habla de igualdad entre hombres y mujeres, impensable en su tiempo, pero sí da los criterios que más tarde llevarán a esa conclusión. En otra carta dirá que "ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús" (Ga 3,28).
2. Lucas 13,18-21
a) Dos breves comparaciones le sirven a Jesús para explicarnos cómo actúa el Reino de Dios en este mundo: el grano de mostaza que sembró un hombre y la levadura con la que una mujer quiso fabricar pan para su familia.
La semilla de la mostaza, aunque aquí no lo recuerde Lucas, es en verdad pequeñísima.
Y, sin embargo, tiene una fuerza interior que la llevará a ser un arbusto de los más altos.
Un poco de levadura es capaz de transformar tres medidas de harina, haciéndola fermentar.
b) A nosotros nos suelen gustar las cosas espectaculares, solemnes y, a ser posible, rápidas.
No es ése el estilo de Dios. ¡Cuántas veces, tanto en el AT como en el NT y en la historia de la Iglesia, Dios se sirve de medios que humanamente parecen insignificantes, pero consigue frutos muy notables! La Iglesia empezó en Israel, pueblo pequeño en el concierto político de su tiempo, animada por unos apóstoles que eran personas muy sencillas, en medio de persecuciones que parecía que iban a ahogar la iniciativa. Pero, como el grano de mostaza y como la pequeña porción de levadura, la fe cristiana fue transformando a todo el mundo conocido y creció hasta ser un árbol en el que anidan generaciones y generaciones de creyentes.
Así crecen las iniciativas de Dios. Esa es la fuerza expansiva que posee su Palabra, como la que ha dado en el orden cósmico a la humilde semilla que se entierra y muere.
Estas palabras de Jesús corrigen nuestras perspectivas. Nos enseñan a tener paciencia y a no precipitarnos, a recordar que Dios tiene predilección por los humildes y sencillos, y no por los que humanamente son aplaudidos por su eficacia. Su Reino -su Palabra, su evangelio, su gracia- actúa, también hoy, humildemente, desde dentro, vivificado por el Espíritu.
No nos dejemos desalentar por las apariencias de fracaso o de lentitud: la Iglesia sigue creciendo con la fuerza de Dios. En silencio. Un árbol seco que cae estrepitosamente hace mucho ruido, y puede provocar un escándalo en la Iglesia. Fijémonos más bien en tantos y tantos árboles que, silenciosamente, viven y están creciendo. Abunda más el bien que el mal, aunque éste se vea más.
Lo que sí tenemos que cuidar es el no caer nosotros mismos en la pereza y en el conformismo. Estamos destinados a crecer y a producir fruto, a ser levadura en el ambiente en que vivimos, ayudando a este mundo a transformarse en un cielo nuevo y en una tierra nueva.
Lunes 24 de octubre de 2016
San Antonio Mª Claret
Trigésima semana del Tiempo Ordinario
Efesios 4,32–5,8:
Sed buenos, comprensivos, perdonándoos unos a otros como Dios os perdonó en Cristo. Sed imitadores de Dios, como hijos queridos, y vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros a Dios como oblación y víctima de suave olor. Por otra parte, de inmoralidad, indecencia o afán de dinero, ni hablar; es impropio de santos. Y nada de chabacanerías, estupideces o frases de doble sentido; todo eso está fuera de sitio. Lo vuestro es alabar a Dios. Meteos bien esto en la cabeza: nadie que se da a la inmoralidad, a la indecencia o al afán de dinero, que es una idolatría, tendrá herencia en el reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con argumentos especiosos; estas cosas son las que atraen el castigo de Dios sobre los rebeldes. No tengáis parte con ellos; porque en otro tiempo erais tinieblas, ahora sois luz en el Señor. Caminad como hijos de la luz.
Sal 1 R/ Seamos imitadores de Dios, como hijos queridos
Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos,
ni entra por la senda de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los cínicos;
sino que su gozo es la ley del Señor,
y medita su ley día y noche. R/.
Será como un árbol plantado al borde de la acequia:
da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas;
y cuanto emprende tiene buen fin. R/.
No así los impíos, no así;
serán paja que arrebata el viento.
Porque el Señor protege el camino de los justos,
pero el camino de los impíos acaba mal. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,10-17:
Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacia dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.»
Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.
Efesios 4,32 -5,1-8
a) En la parte exhortativa de la carta a los Efesios, que empezamos a leer el viernes pasado, toca hoy Pablo dos aspectos básicos: la caridad fraterna y la llamada a evitar la inmoralidad reinante en la sociedad de la época.
Para el amor a los demás tenemos dos buenos maestros, Dios Padre y Cristo Jesús: "como Dios os perdonó en Cristo, sed imitadores de Dios, como hijos queridos", "vivid en el amor, como Cristo os amó y se entregó por nosotros".
Hay otros aspectos que los cristianos deben evitar en su vida: "de inmoralidad, indecencia o afán de dinero, ni hablar". Esas cosas "son las que atraen el castigo de Dios".
Los cristianos han cambiado de vida y se les tiene que notar: "por algo sois un pueblo santo", "antes erais tinieblas, pero ahora, como cristianos, sois luz: vivid como gente hecha a la luz".
b) Buen programa para nuestra jornada. Si lo tenemos en cuenta, seguro que mejorará la calidad de nuestra vida personal y el clima de la familia o de la comunidad.
Ante todo, que seamos "buenos, comprensivos" y nos perdonemos unos a otros "como Dios nos ha perdonado". El ejemplo más cercano lo tenemos en Cristo Jesús, que se ha entregado por todos: así tenemos que actuar nosotros. Eso es vivir como hijos de la luz.
Además, los cristianos hemos de evitar toda indecencia e inmoralidad en las conversaciones y en la vida. Parece como si Pablo estuviera viendo, no las costumbres de su época, sino las de ahora: el lenguaje de los medios de comunicación y los espectáculos.
Es antigua la cosa: se ve que lo que agrada a los "bajos instintos" siempre ha sido comercial y se tiende a fomentar. A lo mejor tendría que repetirnos la advertencia: "que nadie os engañe con argumentos especiosos". Porque se invoca la libertad de expresión y la adultez de las personas y la realidad pluralista del mundo, y así se abre el campo; sin casi limites, a la inmoralidad de las costumbres. Junto a esta indecencia, Pablo sitúa otro de los defectos de entonces y de ahora: "el afán de dinero, que es una idolatría".
Los cristianos, "pueblo santo", debemos mostrar, con sencillez pero con valentía, que no queremos ser como la mayoría, si esa mayoría está abandonando valores fundamentales.
Aunque la mayoría estadística sea egoísta, un cristiano no lo debe ser. Si la mayoría ha caído en el deterioro ético de las costumbres, un cristiano debe luchar contra corriente y saber defender la limpieza de corazón en medio de la permisividad reinante. A pesar de que sea general en este mundo, un cristiano evita la carrera por enriquecerse a toda costa.
De nuevo el salmo primero nos pone en el camino de la verdadera sabiduría: "dichoso el que no sigue el consejo de los impíos ni entra por la senda de los pecadores... será como un árbol plantado al borde de la acequia, que da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas".
2. Lucas 13,10-17
a) En su camino hacia Jerusalén, Jesús realiza otro gesto de "curación en sábado", sanando milagrosamente a una mujer encorvada que no se podía enderezar.
Parece como si Jesús provocara escenas como la presente, que realiza en sábado: quiere mostrar que la fuerza curativa de Dios ya está presente y actúa eficazmente en el mundo.
Llama "hipócritas" a los que se escandalizan de que él haya hecho este gesto en sábado, cuando ellos sí se permitían ayudar a un animal propio llevándolo a abrevar, aunque fuera en sábado. ¡Cuánto más no se podrá ayudar a esta pobre mujer, "que es hija de Abrahán" y que desde hace diez y ocho años "Satanás tiene atada"!
b) Jesús se dedica a curar, a salvar, a transmitir vida. El sábado -para nosotros, con mayor razón, el domingo- es el día semanal que recuerda a los creyentes la victoria de Dios contra todo mal y toda esclavitud.
Nos enseña que la caridad con las personas es superior a muchas otras cosas: sobre todo a unas leyes exageradas que nos hemos inventado nosotros mismos, y que invocamos oportunamente cuando no queremos gastar nuestro tiempo en beneficio de los demás. Con los muchos "trabajos" que no se podían hacer en sábado, las escuelas más rigoristas de la época lo habían convertido, no en un día de liberación y alegría, sino de preocupación escrupulosa. Se puede ser esclavo también de una ley mal entendida. Jesús se opone a este legalismo exagerado.
Pensemos si también nosotros necesitamos que nos recuerden que "no es el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre", si en vez de predicar y practicar una religión de hijos la hemos convertido en un ritualismo de esclavos.
XXX Domingo del tiempo ordinario. 23/10/2016
Lectura del santo evangelio según San Lucas 18, 9-14
En aquel tiempo, dijo Jesús esta parábola por algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos, y despreciaban a los demás:–Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era un fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: ¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.
El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: ¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.
Os digo que éste bajó a su casa justificado y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.
"LA POSTURA JUSTA
Según Lucas, Jesús dirige la parábola del fariseo y el publicano a algunos que presumen de ser justos ante Dios y desprecian a los demás. Los dos protagonistas que suben al templo a orar representan dos actitudes religiosas contrapuestas e irreconciliables. Pero, ¿cuál es la postura justa y acertada ante Dios? Ésta es la pregunta de fondo.
El fariseo es un observante escrupuloso de la ley y un practicante fiel de su religión. Se siente seguro en el templo. Ora de pie y con la cabeza erguida. Su oración es la más hermosa: una plegaria de alabanza y acción de gracias a Dios. Pero no le da gracias por su grandeza, su bondad o misericordia, sino por lo bueno y grande que es él mismo.
En seguida se observa algo falso en esta oración. Más que orar, este hombre se contempla a sí mismo. Se cuenta su propia historia llena de méritos. Necesita sentirse en regla ante Dios y exhibirse como superior a los demás.
Este hombre no sabe lo que es orar. No reconoce la grandeza misteriosa de Dios ni confiesa su propia pequeñez. Buscar a Dios para enumerar ante él nuestras buenas obras y despreciar a los demás es de imbéciles. Tras su aparente piedad se esconde una oración "atea". Este hombre no necesita a Dios. No le pide nada. Se basta a sí mismo.
La oración del publicano es muy diferente. Sabe que su presencia en el templo es mal vista por todos. Su oficio de recaudador es odiado y despreciado. No se excusa. Reconoce que es pecador. Sus golpes de pecho y las pocas palabras que susurra lo dicen todo: «¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador».
Este hombre sabe que no puede vanagloriarse. No tiene nada que ofrecer a Dios, pero sí mucho que recibir de él: su perdón y su misericordia. En su oración hay autenticidad. Este hombre es pecador, pero está en el camino de la verdad.
El fariseo no se ha encontrado con Dios. Este recaudador, por el contrario, encuentra en seguida la postura correcta ante él: la actitud del que no tiene nada y lo necesita todo. No se detiene siquiera a confesar con detalle sus culpas. Se reconoce pecador. De esa conciencia brota su oración: «Ten compasión de este pecador».
Los dos suben al templo a orar, pero cada uno lleva en su corazón su imagen de Dios y su modo de relacionarse con él. El fariseo sigue enredado en una religión legalista: para él lo importante es estar en regla con Dios y ser más observante que nadie. El recaudador, por el contrario, se abre al Dios del Amor que predica Jesús: ha aprendido a vivir del perdón, sin vanagloriarse de nada y sin condenar a nadie." (José Antonio Pagola.)
Sábado 22 de octubre de 2016
Vigésimo novena semana del Tiempo Ordinario
Pablo a los Efesios 4,7-16:
A cada uno de nosotros se le ha dado la gracia según la medida del don de Cristo. Por eso dice la Escritura: «Subió a lo alto llevando cautivos y dio dones a los hombres.» El «subió» supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos para llenar el universo. Y él ha constituido a unos, apóstoles, a otros, profetas, a otros, evangelizadores, a otros, pastores y maestros, para el perfeccionamiento de los santos, en función de su ministerio, y para la edificación del cuerpo de Cristo; hasta que lleguemos todos a la unidad en la fe y en el conocimiento del Hijo de Dios, al hombre perfecto, a la medida de Cristo en su plenitud. Para que ya no seamos niños sacudidos por las olas y llevados al retortero por todo viento de doctrina, en la trampa de los hombres, que con astucia conduce al error; sino que, realizando la verdad en el amor, hagamos crecer todas las cosas hacia él, que es la cabeza: Cristo, del cual todo el cuerpo, bien ajustado y unido a través de todo el complejo de junturas que lo nutren, actuando a la medida de cada parte, se procura el crecimiento del cuerpo, para construcción de sí mismo en el amor.Sal 121 R/. Vamos alegres a la casa del Señor
¡Qué alegría cuando me dijeron:«Vamos a la casa del Señor»!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R/.
Jerusalén está fundada
como ciudad bien compacta.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor. R/.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 13,1-9:
En una ocasión, se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos cuya sangre vertió Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.Jesús les contestó: «¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos, porque acabaron así? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. Y aquellos dieciocho que murieron aplastados por la torre de Siloé, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera.»
Y les dijo esta parábola: «Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: "Ya ves: tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a ocupar terreno en balde?" Pero el viñador contestó: "Señor, déjala todavía este año; yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto. Si no, la cortas."»
PARA VIVIR ESTA PALABRA S.22.10.2016
Lucas 13,1-9
a) Dos hechos de la vida son interpretados aquí por Cristo, sacando de ellos una lección para el camino de fe de sus seguidores. Se pueden considerar como ejemplos prácticos de la invitación que nos hacía ayer, a saber interpretar los signos de los tiempos.
No conocemos nada de esa decisión que tomó Pilato de aplastar una revuelta de galileos cuando estaban sacrificando en el Templo, mezclando su sangre con la de los animales que ofrecían. Sí sabemos por Flavio Josefo que lo había hecho en otras ocasiones, con métodos expeditivos, pero no es seguro que sea el mismo caso. Tampoco sabemos más de ese accidente, el derrumbamiento de un muro de la torre de Siloé, que aplastó a dieciocho personas.
Jesús ni aprueba ni condena la conducta de Pilato, ni quiere admitir que el accidente fuera un castigo de Dios por los pecados de aquellas personas. Lo que sí saca como consecuencia que, dado lo caducos y frágiles que somos, todos tenemos que convertirnos, para que así la muerte, sea cuando sea, nos encuentre preparados.
También apunta a esta actitud de vigilancia la parábola de la higuera que al amo le parecía que ocupaba terreno en balde. Menos mal que el viñador intercedió por ella y consiguió una prórroga de tiempo para salvarla. La parábola se parece mucho a la queja poética por la viña desagradecida, en Isaías 5 y en Jeremías 8.
b) ¡Cuántas veces, como consecuencia de enfermedades imprevistas o de accidentes o de cataclismos naturales, experimentamos dolorosamente la pérdida de personas cercanas a nosotros! La lectura cristiana que debemos hacer de estos hechos no es ni fatalista, ni de rebelión contra Dios. La muerte es un misterio, y no es Dios quien la manda como castigo de los pecados ni "la permite" a pesar de su bondad. En su plan no entraba la muerte, pero lo que sí entra es que incluso de la muerte saca vida, y del mal, bien. Desde la muerte de Cristo, también trágica e injusta, toda muerte tiene un sentido misterioso pero salvador.
Jesús nos enseña a sacar de cada hecho de estos una lección de conversión, de llamada a la vigilancia (en términos deportivos, podríamos hablar de una "tarjeta amarilla" que nos enseña el árbitro, por esta vez en la persona de otros). Somos frágiles, nuestra vida pende de un hilo: tengamos siempre las cosas en regla, bien orientada nuestra vida, para que no nos sorprenda la muerte, que vendrá como un ladrón, con la casa en desorden.
Lo mismo nos dice la parábola de la higuera estéril. ¿Podemos decir que damos a Dios los frutos que esperaba de nosotros? ¿que si nos llamara ahora mismo a su presencia tendríamos las manos llenas de buenas obras o, por el contrario, vacías?
Una última reflexión: ¿tenemos buen corazón, como el de aquel viñador que "intercede" ante el amo para que no corte el árbol? ¿nos interesamos por la salvación de los demás, con nuestra oración y con nuestro trabajo evangelizador? ¿Somos como Jesús, que no vino a condenar, sino a salvar? Con nosotros mismos, tenemos que ser exigentes: debemos dar fruto. Con los demás, debemos ser tolerantes y echarles una mano, ayudándoles en la orientación de su vida.
Viernes 21 de octubre de 2016. Vigésimo novena semana del Tiempo Ordinario
Pablo a los Efesios 4,1-6:
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.Salmo 23 R/. Éste es el grupo que viene a tu presencia, Señor
Del Señor es la tierra y cuanto la llena,el orbe y todos sus habitantes:
él la fundó sobre los mares,
él la afianzó sobre los ríos. R/.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón,
que no confía en los ídolos. R/.
Ése recibirá la bendición del Señor,
le hará justicia el Dios de salvación.
Éste es el grupo que busca al Señor,
que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,54-59:
En aquel tiempo, decía Jesús a la gente: «Cuando veis subir una nube por el poniente, decís en seguida: "Chaparrón tenemos", y así sucede. Cuando sopla el sur, decís: "Va a hacer bochorno", y lo hace. Hipócritas: si sabéis interpretar el aspecto de la tierra y del cielo, ¿cómo no sabéis interpretar el tiempo presente? ¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos lo que se debe hacer? Cuando te diriges al tribunal con el que te pone pleito, haz lo posible por llegar a un acuerdo con él, mientras vais de camino; no sea que te arrastre ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y el guardia te meta en la cárcel. Te digo que no saldrás de allí hasta que no pagues el último céntimo.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA. v.21.10 2016
Lucas 12,54-59
a) Con un ejemplo tomado de la naturaleza y de la sabiduría popular, Cristo se queja de la poca vista de sus contemporáneos: no ven o no quieren ver que han llegado ya los tiempos mesiánicos.
Los hombres del campo y del mar, mirando el color y la forma de las nubes y la dirección del viento, tienen un arte especial, a veces mejor que los meteorólogos de profesión, para conocer el tiempo que va a hacer.
Pero los judíos no tenían vista para "interpretar el tiempo presente" y reconocer en Jesús al Enviado de Dios, a pesar de los signos milagrosos que les hacía. Jesús les llama "hipócritas": porque sí que han visto, pero no quieren creer.
Otra recomendación se refiere a los dos adversarios que se ponen de acuerdo entre ellos, antes de ir a los tribunales, que se ve que sería peor para los dos. También eso es tener buena vista y ser previsores.
b) La ofuscación no era exclusiva de los contemporáneos de Jesús. Hay algunos -¿nosotros mismos?- muy hábiles en algunas cosas y necios y ciegos para las importantes. Espabilados para lo humano y obtusos para lo espiritual. Cuando Jesús se queja de esta ceguera voluntaria, emplea la palabra "kairós" para designar "el tiempo presente". "Kairós" significa tiempo oportuno, ocasión de gracia, momento privilegiado que, si se deja escapar, ya no vuelve.
Nosotros ya reconocemos en Jesús al Mesías. Pero seguimos, tal vez, sin reconocer su presencia en tantos "signos de los tiempos" y en tantas personas y acontecimientos que nos rodean, y que, si tuviéramos bien la vista de la fe, serían para nosotros otras tantas voces de Dios.
El Concilio invitó a la iglesia a que supiera interpretar los signos de los tiempos (GS 4). Nos daría más ánimos y nos interpelaría saludablemente si supiéramos ver como "voces de Dios" y signos de su presencia en este mundo, por ejemplo, las ansias de libertad que tienen los pueblos, la solidaridad con los más injustamente tratados, la defensa de los valores ecológicos de la naturaleza, el respeto a los derechos humanos, la revalorización de la mujer en la sociedad y de los laicos en la Iglesia...
Podríamos preguntarnos hoy si tenemos una "visión cristiana" de la historia, de los tiempos, de los grandes hechos de la humanidad y de la Iglesia, viendo en todo un "kairós", una ocasión de crecimiento en nuestra fe. Por ejemplo en el acontecimiento, sencillo, pero profundo y transformador de comportamientos ecológicos como la ha puesto de manifiesto el Papa Francisco en la Laudato Si; la misma figura del Papa con sus opciones por la misericordia, los pobres, los desplazados-migrantes,...
JUEVES 20 de octubre de 2016. // 29ª semana del Tiempo Ordinario
Efesios 3,14-21:
Doblo las rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda familia en el cielo y en la tierra, pidiéndole que, de los tesoros de su gloria, os conceda por medio de su Espíritu robusteceros en lo profundo de vuestro ser, que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento; y así, con todos los santos, lograréis abarcar lo ancho, lo largo, lo alto y lo profundo, comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor cristiano. Así llegaréis a vuestra plenitud, según la plenitud total de Dios. Al que puede hacer mucho más sin comparación de lo que pedimos o concebimos, con ese poder que actúa entre nosotros, a él la gloria de la Iglesia y de Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos. Amén.Sal 32 R/. La misericordia del Señor llena la tierra
Aclamad, justos, al Señor,que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Pero el plan del Señor subsiste por siempre,
los proyectos de su corazón, de edad en edad.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad. R/.
Los ojos del Señor están puestos en sus fieles,
en los que esperan en su misericordia,
para librar sus vidas de la muerte
y reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,49-53:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «He venido a prender fuego en el mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, sino división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA jueves 20.10.2016
Efesios 3,14-21
a) Termina Pablo la primera parte de la carta, la más teológica, con una oración y una doxología final de alabanza al Dios Trino.
La oración es muy sentida: "doblando las rodillas ante el Padre", pide, para los Efesios, que se afiancen más en las actitudes de fe que ya tienen:
"robusteceros en lo profundo de vuestro ser",
"que Cristo habite por la fe en vuestros corazones"
"que el amor sea vuestra raíz y cimiento",
"comprendiendo lo que trasciende toda filosofía: el amor"
"y así llegaréis a la plenitud, según la plenitud de Dios".
Todo apunta a lo que la fe y la vida cristiana de los Efesios se arraigue cada vez en profundidad y se vigorice con la fuerza de Dios.
b) Necesitamos que Pablo rece también por nosotros, para que lleguemos a esa mayor profundidad y fuerza en nuestra vida de fe.
Él está tan convencido de la riqueza del plan de Dios, que quiere a toda costa que se cumpla en los Efesios. La catequesis y la teología se han convertido, en su carta, en oración. ¿Rezamos nosotros así por nuestra comunidad, por nuestra familia, pidiendo a Dios que conceda a todos mayores ánimos y alegría para vivir su fe? ¿tenemos confianza en el poder de la oración, y en ese Dios "que puede hacer mucho más de lo que pedimos, con ese poder que actúa entre nosotros"?
Otra lección: tanto para nuestra fe personal como para nuestra evangelización a los demás, el centro de todo, la plenitud de todo, la clave para entender la historia y las personas, es el amor. El amor "trasciende toda filosofía".. No hay fuerza más eficaz para transformarlo todo. De otras cosas podemos olvidarnos, pero del amor, no. Si vamos creciendo en el amor, iremos madurando hacia la plenitud de la vida que Dios nos ha concedido.
2. Lucas 12,49-53
a) Jesús hace hoy unas afirmaciones que pueden parecernos un tanto paradójicas: desea prender fuego a la tierra y pasar por el bautismo de su muerte; no ha venido a traer paz, sino división.
El fuego del que habla aquí Cristo no es, ciertamente, el fuego destructor de un bosque o de una ciudad, no es el fuego que Santiago y Juan querían hacer bajar del cielo contra los samaritanos, no es tampoco el fuego del juicio y del castigo de Dios, como solía ser en los profetas del AT.
Está diciendo con esta imagen tan expresiva que tiene dentro un ardiente deseo de llevar a cabo su misión y comunicar a toda la humanidad su amor, su alegría, su Espíritu. El Espíritu que, precisamente en forma de lenguas de fuego, descendió el día de Pentecostés sobre la primera comunidad.
Lo mismo pasa con la paz y la división. La paz es un gran bien y fruto del Espíritu. Pero no puede identificarse con una tranquilidad a cualquier precio. Cristo es -ya lo dijo el anciano Simeón en el Templo- "signo de contradicción": optar por él puede traer división en una familia o en un grupo humano.
b) A veces son las paradojas las que mejor nos transmiten un pensamiento, precisamente por su exageración y por su sentido sorprendente a primera vista.
El Bautista anunció, refiriéndose a Jesús: "yo os bautizo con agua, pero viene el que es más fuerte que yo: él os bautizará en Espíritu Santo y fuego" (Lc 3,16). El fuego con el que Jesús quiere incendiar el mundo es su luz, su vida, su Espíritu. Ése es el Bautismo al que aquí se refiere: pasar, a través de la muerte, a la nueva existencia e inaugurar así definitivamente el Reino.
Ésa es también la "división", porque la opción que cada uno haga, aceptándole o no, crea situaciones de contradicción en una familia o en un grupo. Decir que no ha venido a traer la paz no es que Jesús sea violento. Él mismo nos dirá: "mi paz os dejo, mi paz os doy". La paz que él no quiere es la falsa: no quiere ánimos demasiado tranquilos y mortecinos. No se puede quedar uno neutral ante él y su mensaje. El evangelio es un programa para fuertes, y compromete. Si el Papa o los Obispos o un cristiano cualquiera sólo hablara de lo que gusta a la gente, les dejarían en paz. Serían aplaudidos por todos. ¿Pero es ése el fuego que Jesús ha venido a traer a la tierra, la evangelización que nos ha encargado?
Jesús aparece manso y humilde de corazón, pero lleva dentro un fuego que le hace caminar hacia el cumplimiento de su misión y quiere que todos se enteren y se decidan a seguirle. Jesús es humilde, pero apasionado. No es el Cristo acaramelado y dulzón que a veces nos han presentado. Ama al Padre y a la humanidad, y por eso sube decidido a Jerusalén, a entregarse por el bien de todos.
¿Nos hemos dejado nosotros contagiar ese fuego? Cuando los dos discípulos de Emaús reconocieron finalmente a Jesús, en la fracción del pan, se decían: "¿no ardía nuestro corazón cuando nos explicaba las Escrituras?". La Eucaristía que celebramos y la Palabra que escuchamos, ¿nos calientan en ese amor que consume a Cristo, o nos dejan apáticos y perezosos, en la rutina y frialdad de siempre? Su evangelio, que a veces compara con la semilla o con la luz o la vida, es también fuego.
Miércoles 19 de octubre de 2016. Vigésimo novena semana del Tiempo Ordinario
Efesios 3,2-12:
Habéis oído hablar de la distribución de la gracia de Dios que se me ha dado en favor vuestro. Ya que se me dio a conocer por revelación el misterio, del que os he escrito arriba brevemente. Leedlo y veréis cómo comprendo yo el misterio de Cristo, que no había sido manifestado a los hombres en otros tiempos, como ha sido revelado ahora por el Espíritu a sus santos apóstoles y profetas: que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y participes de la promesa de Jesucristo, por el Evangelio, del cual yo soy ministro por la gracia que Dios me dio con su fuerza y su poder. A mí, el más insignificante de todos los santos, se me ha dado esta gracia: anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo, aclarar a todos la realización del misterio, escondido desde el principio de los siglos en Dios, creador de todo. Así, mediante la Iglesia, los Principados y Potestades en los cielos conocen ahora la multiforme sabiduría de Dios, según el designio eterno, realizado en Cristo Jesús, Señor nuestro, por quien tenemos libre y confiado acceso a Dios, por la fe en él.
Is 12,2-3.4bcd.5-6 R/. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes del Salvador
Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré,
porque mi fuerza y mi poder es el Señor,
él fue mi salvación.
Y sacaréis aguas con gozo
de las fuentes de la salvación. R/.
Dad gracias al Señor,
invocad su nombre,
contad a los pueblos sus hazañas,
proclamad que su nombre es excelso. R/.
Tañed para el Señor, que hizo proezas,
anunciadlas a toda la tierra;
gritad jubilosos, habitantes de Sión:
«Qué grande es en medio de ti el santo de Israel.» R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,39-48:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora viene el ladrón, no le dejaría abrir un boquete. Lo mismo vosotros, estad preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Pedro le preguntó: «Señor, ¿has dicho esa parábola por nosotros o por todos?»
El Señor le respondió: «¿Quién es el administrador fiel y solícito a quien el amo ha puesto al frente de su servidumbre para que les reparta la ración a sus horas? Dichoso el criado a quien su amo, al llegar, lo encuentre portándose así. Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero si el empleado piensa: "Mi amo tarda en llegar", y empieza a pegarles a los mozos y a las muchachas, a comer y beber y emborracharse, llegará el amo de ese criado el día y a la hora que menos lo espera y lo despedirá, condenándolo a la pena de los que no son fieles. El criado que sabe lo que su amo quiere y no está dispuesto a ponerlo por obra recibirá muchos azotes; el que no lo sabe, pero hace algo digno de castigo, recibirá pocos. Al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA miércoles 19.10.2016
Efesios 3,2-12
a) Pablo no puede ocultar el orgullo que siente por haber recibido la misión de anunciar el misterio de Cristo a los paganos.
Ésa es "la gracia de Dios que se le ha dado", anunciar "que también los paganos son coherederos, miembros del mismo cuerpo y participes de la promesa en Jesucristo".
Hasta entonces podía parecer que los únicos herederos de la promesa de Dios eran los judíos. Ahora Pablo tiene la alegría de "anunciar a los gentiles la riqueza insondable que es Cristo" y proclamar que todos los que creen en Jesús, vengan del judaísmo o del paganismo, "tenemos libre y confiado acceso a Dios por la fe en Cristo".
b) Al igual que Pablo, todos nosotros deberíamos sentirnos satisfechos, no sólo por la suerte de creer nosotros mismos, sino de poder comunicar, a todos los que nos quieran oír, la Buena Noticia de que todos somos "coherederos", que no hay privilegiados ante Dios.
Que sea uno de la raza y de la edad y de la cultura que sea, si cree en Jesús, es coheredero, o sea, está llamado a compartir con los creyentes y los santos de todos los tiempos la vida que Dios nos tiene preparada.
Por eso el salmo que hace eco a la lectura es eufórico: "dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas, gritad jubilosos". Lo podemos decir cantando, pero todavía mejor con nuestra vida y con nuestra cara de convicción y de alegría.
2. Lucas 12,39-48
a) Debemos estar dispuestos a la venida del Señor como solemos estar alerta para que no entre un ladrón en casa. La comparación no está, claro está, en lo del ladrón, sino en lo de "a qué hora viene el ladrón".
Pedro quiere saber si esta llamada a la vigilancia se refiere a todos, o a ellos, los apóstoles. Jesús le toma la palabra y les dice otra parábola, en la que los protagonistas son los administradores, los responsables de los otros criados. La lección se condensa en la afirmación final: "al que mucho se le confió, más se le exigirá".
b) Todos tenemos el peligro de la pereza en nuestra vida de fe. O del amodorramiento, acuciados como por tantas preocupaciones.
Hoy nos recuerdan que debemos estar vigilantes. Las comparaciones del ladrón que puede venir en cualquier momento, o el amo que puede presentarse improvisamente, nos invitan a que tengamos siempre las cosas preparadas. No a que vivamos con angustia, pero sí con una cierta tensión, con sentido de responsabilidad, sin descuidar ni la defensa de la casa ni el arreglo y el buen orden en las cosas que dependen de nosotros.
Si se nos ha confiado alguna clase de responsabilidad, todavía más: no podemos caer en la fácil tentación de aprovecharnos de nuestra situación para ejercer esos modos tiránicos que Jesús describe tan vivamente.
La "venida del Hijo del Hombre" puede significar, también aquí, tanto el día del juicio final como la muerte de cada uno, como también esas pequeñas pero irrepetibles ocasiones diarias en que Dios nos manifiesta su cercanía, y que sólo aprovechamos si estamos "despiertos", si no nos hemos quedado dormidos en las cosas de aquí abajo. El Señor no sólo nos "visita" en la hora de la muerte, sino cada día, a lo largo del camino, si sabemos verle.
En el Apocalipsis, el ángel les dice a los cristianos que vivan atentos, porque podrían desperdiciar el momento de la visita del Señor: "mira que estoy a la puerta y llamo: si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo" (Ap 3,20). Sería una lástima que no le abriéramos al Señor y nos perdiéramos la cena con él.
18 OCTUBRE. SAN LUCAS EVANGELISTA
de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4,9-17a:
Dimas me ha dejado, enamorado de este mundo presente, y se ha marchado a Tesalónica; Crescente se ha ido a Galacia; Tito, a Dalmacia; sólo Lucas está conmigo. Coge a Marcos y tráetelo contigo, ayuda bien en la tarea. A Tíquico lo he mandado a Éfeso.El abrigo que me dejé en Troas, en casa de Carpo, tráetelo al venir, y los libros también, sobre todo los de pergamino. Alejandro, el metalúrgico, se ha portado muy mal conmigo; el Señor le pagará lo que ha hecho. Ten cuidado con él también tú, porque se opuso violentamente a mis palabras. La primera vez que me defendí, todos me abandonaron, y nadie me asistió. Que Dios los perdone. Pero el Señor me ayudó y me dio salud para anunciar íntegro el mensaje, de modo que lo oyeran los gentiles.
Salmo 144,10-11.12-13ab.17-18 R/. Que tus fieles, Señor, proclamen la gloria de tu reinado
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres,
la gloria y majestad de tu reinado.
Tu reinado es un reinado perpetuo,
tu gobierno va de edad en edad. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 10,1-9:
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él.Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa." Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios."»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
2Tim. 4, 9-17. El anuncio del Evangelio debe hacerse a tiempo y a destiempo. Y ha de realizarse con gran paciencia y conforme a la enseñanza, dedicados plenamente al Ministerio que Dios nos ha confiado. A pesar de que tengamos que sufrir oposición de muchos, no hemos de dar marcha atrás en aquello que Dios nos ha confiado: proclamar su Nombre salvador a toda la humanidad. El Señor siempre estará a nuestro lado animándonos y fortaleciéndonos para que su Mensaje de salvación llegue a todos los pueblos. La Iglesia de Cristo no sólo ha de evangelizarse continuamente a sí misma, para vivir más conforme a las enseñanzas del Señor y llegar a la madurez en Él; además ha de evangelizar a todos los pueblos, pues esa es la Misión que el Señor le confió al enviarla a todas las gentes de todos los tiempos y lugares. Al final, libres del pecado y de la muerte, a pesar de que hayamos sufrido por anunciar y vivir el Evangelio en ambientes hostiles al mismo, el Señor nos dará la salvación en su Reino celestial de un modo definitivo a quienes, ya desde ahora, lo tuvimos como Señor y Salvador de nuestra vida.
Lc. 10, 1-9. El verdadero discípulo de Cristo no puede guardarse para sí mismo el Mensaje de salvación del que ha sido testigo, y que el Señor ha proclamado con palabras y obras realizadas con poder. Jesús envía a sus discípulos delante de Él. Cuando ahora el Señor se dirige decididamente hacia Jerusalén para cumplir con su Misión Pascual, parecen volver a resonar aquellas palabras del anciano Zacarías pronunciadas sobre Juan: Y a ti niño, te llamarán profeta del Altísimo, pues irás delante de Él para preparar sus caminos. El Señor ahora y siempre ordena a su Iglesia ponerse en camino para prepararle su llegada a todas y cada una de las personas de todos los lugares y tiempos. Cumplir con esta misión con eficacia es consecuencia de vivir en intimidad con el Señor y no tanto del contar con medios externos y métodos de planeación. Es cierto que todo eso puede contribuir para que todos conozcan y reconozcan a Dios como Señor en sus vidas; sin embargo la eficacia no viene de ahí, sino de Dios que es Quien salva, que es el que nos recibe como hijos suyos. Tomemos conciencia de que iremos siempre, no en nombre propio, sino en Nombre de Cristo, de tal forma que quien nos escuche lo escucha a Él, y quien nos rechace lo rechaza a Él. A Él sea dado todo honor y toda gloria ahora y siempre.
La riqueza más grande que lleva el que proclama el Evangelio es el Señor, que es anunciado a los demás y que ha hecho suyo por la fe en Él. Mediante el Bautismo la Vida Divina se ha hecho nuestra; así hemos sido elevados a la dignidad de hijos de Dios, unidos a Cristo Jesús. Cuando acudimos a la Celebración Eucarística, entramos en comunión de vida con Cristo. Él nos ilumina y nos fortalece con su Espíritu. Así, hechos uno con el Hijo de Dios, también nosotros somos enviados por Él para proclamar su Evangelio de salvación a todos, en la misma forma en Él fue enviado, como Evangelio Viviente del Padre, a nosotros. Por eso la Eucaristía no sólo nos une a Cristo; en ella no sólo escuchamos la Palabra del Señor; sino que, además, en ella participamos de la misma Misión Salvadora que le confió el Padre. Vivamos, pues, conscientes de la Misión que se nos confía. En esta Eucaristía se nos recuerda que, siendo portadores de Cristo, como Él hemos de estar dispuestos, incluso, a dar nuestra vida con tal de colaborar en la salvación de todos.
La Vida Divina que hemos recibido de Dios mediante nuestra fe en Cristo y mediante nuestro Bautismo, no podemos guardarla cobardemente en nuestro interior, sino que la hemos de proclamar a todos aquellos con quienes entramos en contacto en nuestra vida diaria. El Señor envía a su Iglesia para que, en plena comunión con sus Pastores, signos de Cristo Cabeza entre nosotros, proclame la Buena Nueva del amor que Dios nos tiene, a todos los hombres de todos los tiempos, razas y lugares. Quienes creemos en Cristo no podemos decir que lo amamos sólo porque oramos piadosamente ante Él; es necesario que, además de nuestra oración, sepamos escuchar la Palabra de Dios, hacerla nuestra y, desde nuestra propia experiencia y convertidos en testigos de Cristo, lo anunciemos no sólo con los labios sino con nuestra vida de cada día, siendo constructores de una vida más fraterna y solidaria; entonces, realmente, será expulsado de entre nosotros el mal y el egoísmo que nos ata y que nos lleva a vivir divididos, o a aprovecharnos de los demás, o a causarles daño, o a ser injustos con ellos. Si en verdad hemos sido revestidos de Cristo, manifestémoslo con una vida recta de amor y de servicio no sólo a Dios, sino también a nuestro prójimo.
Lc. 10, 1-9. El verdadero discípulo de Cristo no puede guardarse para sí mismo el Mensaje de salvación del que ha sido testigo, y que el Señor ha proclamado con palabras y obras realizadas con poder. Jesús envía a sus discípulos delante de Él. Cuando ahora el Señor se dirige decididamente hacia Jerusalén para cumplir con su Misión Pascual, parecen volver a resonar aquellas palabras del anciano Zacarías pronunciadas sobre Juan: Y a ti niño, te llamarán profeta del Altísimo, pues irás delante de Él para preparar sus caminos. El Señor ahora y siempre ordena a su Iglesia ponerse en camino para prepararle su llegada a todas y cada una de las personas de todos los lugares y tiempos. Cumplir con esta misión con eficacia es consecuencia de vivir en intimidad con el Señor y no tanto del contar con medios externos y métodos de planeación. Es cierto que todo eso puede contribuir para que todos conozcan y reconozcan a Dios como Señor en sus vidas; sin embargo la eficacia no viene de ahí, sino de Dios que es Quien salva, que es el que nos recibe como hijos suyos. Tomemos conciencia de que iremos siempre, no en nombre propio, sino en Nombre de Cristo, de tal forma que quien nos escuche lo escucha a Él, y quien nos rechace lo rechaza a Él. A Él sea dado todo honor y toda gloria ahora y siempre.
La riqueza más grande que lleva el que proclama el Evangelio es el Señor, que es anunciado a los demás y que ha hecho suyo por la fe en Él. Mediante el Bautismo la Vida Divina se ha hecho nuestra; así hemos sido elevados a la dignidad de hijos de Dios, unidos a Cristo Jesús. Cuando acudimos a la Celebración Eucarística, entramos en comunión de vida con Cristo. Él nos ilumina y nos fortalece con su Espíritu. Así, hechos uno con el Hijo de Dios, también nosotros somos enviados por Él para proclamar su Evangelio de salvación a todos, en la misma forma en Él fue enviado, como Evangelio Viviente del Padre, a nosotros. Por eso la Eucaristía no sólo nos une a Cristo; en ella no sólo escuchamos la Palabra del Señor; sino que, además, en ella participamos de la misma Misión Salvadora que le confió el Padre. Vivamos, pues, conscientes de la Misión que se nos confía. En esta Eucaristía se nos recuerda que, siendo portadores de Cristo, como Él hemos de estar dispuestos, incluso, a dar nuestra vida con tal de colaborar en la salvación de todos.
La Vida Divina que hemos recibido de Dios mediante nuestra fe en Cristo y mediante nuestro Bautismo, no podemos guardarla cobardemente en nuestro interior, sino que la hemos de proclamar a todos aquellos con quienes entramos en contacto en nuestra vida diaria. El Señor envía a su Iglesia para que, en plena comunión con sus Pastores, signos de Cristo Cabeza entre nosotros, proclame la Buena Nueva del amor que Dios nos tiene, a todos los hombres de todos los tiempos, razas y lugares. Quienes creemos en Cristo no podemos decir que lo amamos sólo porque oramos piadosamente ante Él; es necesario que, además de nuestra oración, sepamos escuchar la Palabra de Dios, hacerla nuestra y, desde nuestra propia experiencia y convertidos en testigos de Cristo, lo anunciemos no sólo con los labios sino con nuestra vida de cada día, siendo constructores de una vida más fraterna y solidaria; entonces, realmente, será expulsado de entre nosotros el mal y el egoísmo que nos ata y que nos lleva a vivir divididos, o a aprovecharnos de los demás, o a causarles daño, o a ser injustos con ellos. Si en verdad hemos sido revestidos de Cristo, manifestémoslo con una vida recta de amor y de servicio no sólo a Dios, sino también a nuestro prójimo.
Lunes 17 de octubre de 2016. San Ignacio de Antioquía
Vigésimo novena semana del Tiempo Ordinario
Efesios 2,1-10:
Hubo un tiempo en que estabais muertos por vuestros delitos y pecados, cuando seguíais la corriente del mundo presente, bajo el jefe que manda en esta zona inferior, el espiritu que ahora actúa en los rebeldes contra Dios. Antes procedíamos nosotros también así; siguiendo los deseos de la carne, obedeciendo los impulsos de la carne y de la imaginación; y, naturalmente, estábamos destinados a la reprobación, como los demás. Pero Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir con Cristo por pura gracia estáis salvados , nos ha resucitado con Cristo Jesús y nos ha sentado en el cielo con él. Así muestra a las edades futuras la inmensa riqueza de su gracia, su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque estáis salvados por su gracia y mediante la fe. Y no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios; y tampoco se debe a las obras, para que nadie pueda presumir. Somos, pues, obra suya. Nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que él nos asignó para que las practicásemos.Salmo 99,2.3.4.5 R/. El Señor nos hizo y somos suyos
Aclama al Señor, tierra entera,servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias y bendiciendo su nombre. R/.
«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,13-21:
En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»
Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes.»
Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos: "¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha." Y se dijo: "Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida." Pero Dios le dijo: "Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?" Así será el que amasa riquezas para si y no es rico ante Dios.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Efesios 2,1-10
a) Toda esta semana y parte de la siguiente continuamos con nuestra lectura de la carta a los Efesios.
Pablo ya ha descrito cuál es el admirable misterio que Dios nos ha revelado en Jesús. Hoy nos presenta el contraste:
- antes estábamos muertos, "siguiendo la corriente del mundo presente, las tendencias sensuales: destinados a la reprobación",
- pero ahora Dios, "por el gran amor con que nos amó", "nos ha hecho vivir con Cristo, nos ha resucitado con Cristo, nos ha sentado en el cielo con él"; Pablo tiene que inventar neologismos que puedan expresar nuestra íntima comunión con Cristo: "convivir, conresucitar, contentarse".
b) Esta convicción nos tendría que llenar de alegría. Dios nos ha amado antes de que lo mereciéramos -"no se debe a vosotros, sino que es un don de Dios"- y nos ha llenado de su vida.
Hemos muerto y resucitado con Cristo en nuestro Bautismo, vivimos con él, ya estamos con él sentados en el cielo junto a Dios. Y todo eso tiene como consecuencia que nuestra vida debe ser coherente con este misterio: "nos ha creado en Cristo Jesús para que nos dediquemos a las buenas obras".
Dios ha intervenido en la vida de cada uno de nosotros. Nunca se lo agradeceremos bastante. Pero es bueno que recordemos el peligro de nuestra frágil fe. El mundo de hoy sigue estando, como en tiempos de Pablo, "bajo el jefe que domina en la zona inferior". El mal sigue existiendo y nos obliga a una lucha permanente, de manera que ya no recaigamos en una vida "según las tendencias sensuales, obedeciendo los impulsos del instinto y de la imaginación". Ya cada uno somos débiles, pero encima el mundo nos tienta en todas direcciones.
Nosotros seguimos a Cristo. Le hemos admitido decididamente en nuestra vida, tratando de actuar según su mentalidad. Pero sigamos pidiendo a Dios su fuerza, para que podamos perseverar en ese camino. Para que no estemos unidos a Cristo sólo teológicamente, por el Bautismo, sino de hecho, también en nuestro estilo de vida.
2. Lucas 12,13-21
a) Alguien le pide a Jesús que intervenga en una cuestión de herencias. Jesús contesta que no ha venido a eso: él siempre rehusa hacer de árbitro en asuntos de política o de economía. Lo que le interesa es evangelizar y llamar la atención sobre los valores más profundos, como en este caso, en que la pregunta le sirve para dar su lección: "guardaos de toda clase de codicia".
La codicia o la avaricia, el afán inmoderado de dinero, o los peligros de la riqueza, es uno de los aspectos que Lucas más veces trata en su evangelio (y en el libro de los Hechos). Tal vez, cuando él los escribía, en la comunidad habían entrado personas en buena posición social, creando algunos inconvenientes, y por eso Lucas resalta el contraste con la pobreza radical, evangélica, que Jesús practicó y enseñó a los suyos.
La parábola es sencilla pero muy expresiva. Uno se imagina al buen terrateniente gordo y satisfecho con su cosecha, haciendo planes para el futuro. Jesús le llama "necio". Su estupidez consiste en que ha almacenado cosas no importantes, que le pueden ser quitadas hoy mismo, e Irán a parar a otros. Mientras que él se quedará en la presencia de Dios con las manos vacías. ¿De qué le habrá valido sacrificarse y trabajar tanto?
b) Una de las idolatrías que sigue siendo actual, en la sociedad y también en la Iglesia, es la del dinero.
No hace falta, para aplicarnos la lección, que seamos ricos y que la cosecha de este año no nos quepa en los graneros. La codicia puede ser de dinero, y también de fama, poder, placer, ideologías, afán organizativo, éxitos... Pero siempre es idolatría, porque ponemos nuestra confianza en algo frágil y caduco, y no en los valores duraderos, y eso nos bloquea para otras cosas más importantes. No nos deja ser libres, ni ser solidarios con los demás, ni estar abiertos ante Dios.
Se trata de que no nos dejemos apegar a las riquezas. Hay cosas más importantes que el dinero, en la vida humana y cristiana.
Aunque ya estemos bien orientados en la vida de fe y centrados en los valores de Dios, podemos preguntarnos si de alguna manera no se nos pega también la idolatría del dinero que reina en el mundo, y si no tendríamos que relativizar algo nuestras preocupaciones materiales.
Domingo 16 de octubre de 2016 // 29 del Tiempo Ordinario
Evangelio según San Lucas 18, 1-8
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
–Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario»; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara».
Y el Señor respondió:
–Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche? ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a los discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
–Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario»; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara».
Y el Señor respondió:
–Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche? ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
–Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres.
En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: «Hazme justicia frente a mi adversario»; por algún tiempo se negó, pero después se dijo: «Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esa viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara».
Y el Señor respondió:
–Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche? ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
"EL CLAMOR DE LOS QUE SUFREN
La parábola de la viuda y el juez sin escrúpulos es, como tantos otros, un relato abierto que puede suscitar en los oyentes diferentes resonancias. Según Lucas, es una llamada a orar sin desanimarse, pero es también una invitación a confiar que Dios hará justicia a quienes le gritan día y noche. ¿Qué resonancia puede tener hoy en nosotros este relato dramático que nos recuerda a tantas víctimas abandonadas injustamente a su suerte?
En la tradición bíblica la viuda es símbolo por excelencia de la persona que vive sola y desamparada. Esta mujer no tiene marido ni hijos que la defiendan. No cuenta con apoyos ni recomendaciones. Sólo tiene adversarios que abusan de ella, y un juez sin religión ni conciencia al que no le importa el sufrimiento de nadie.
Lo que pide la mujer no es un capricho. Sólo reclama justicia. Ésta es su protesta repetida con firmeza ante el juez:«Hazme justicia». Su petición es la de todos los oprimidos injustamente. Un grito que está en la línea de lo que decía Jesús a los suyos: "Buscad el reino de Dios y su justicia".
Es cierto que Dios tiene la última palabra y hará justicia a quienes le gritan día y noche. Ésta es la esperanza que ha encendido en nosotros Cristo, resucitado por el Padre de una muerte injusta. Pero, mientras llega esa hora, el clamor de quienes viven gritando sin que nadie escuche su grito, no cesa.
Para una gran mayoría de la humanidad la vida es una interminable noche de espera. Las religiones predican salvación. El cristianismo proclama la victoria del Amor de Dios encarnado en Jesús crucificado. Mientras tanto, millones de seres humanos sólo experimentan la dureza de sus hermanos y el silencio de Dios. Y, muchas veces, somos los mismos creyentes quienes ocultamos su rostro de Padre velándolo con nuestro egoísmo religioso.
¿Por qué nuestra comunicación con Dios no nos hace escuchar por fin el clamor de los que sufren injustamente y nos gritan de mil formas: "Hacednos justicia"? Si, al orar, nos encontramos de verdad con Dios, ¿cómo no somos capaces de escuchar con más fuerza las exigencias de justicia que llegan hasta su corazón de Padre?
La parábola nos interpela a todos los creyentes. ¿Seguiremos alimentando nuestras devociones privadas olvidando a quienes viven sufriendo? ¿Continuaremos orando a Dios para ponerlo al servicio de nuestros intereses, sin que nos importen mucho las injusticias que hay en el mundo? ¿Y si orar fuese precisamente olvidarnos de nosotros y buscar con Dios un mundo más justo para todos?
"EL CLAMOR DE LOS QUE SUFREN
SABADO 15 de octubre de 2016. SANTA TERESA DE JESÚS
Eclesiástico 15,1-6:
El que teme al Señor obrará así, observando la ley, alcanzará la sabiduría. Ella le saldrá al encuentro como una madre y lo recibirá como la esposa de la juventud; lo alimentará con pan de sensatez y le dará a beber agua de prudencia; apoyado en ella no vacilará y confiado en ella no fracasará; lo ensalzará sobre sus compañeros, para que abra la boca en la asamblea; lo llena de sabiduría e inteligencia, lo cubre con vestidos de gloria; alcanzará gozo y alegría, le dará un nombre perdurable.
Salmo 88,2-3.6-7.8-9.16-17.18-19 R/. Contaré tu fama a mis hermanos, en medio de la asamblea te alabaré
Cantaré eternamente las misericordias del Señor,
anunciaré tu fidelidad por todas las edades.
Porque dije: «Tu misericordia es un edificio eterno,
más que el cielo has afianzado tu fidelidad. R/.
El cielo proclama tus maravillas, Señor,
y tu fidelidad, en la asamblea de los ángeles.
¿Quién sobre las nubes se compara a Dios?
¿Quién como el Señor entre los seres divinos? R/.
Dios es temible en el consejo de los ángeles,
es grande y terrible para toda su corte.
Señor de los ejércitos, ¿quién como tú?
El poder y la fidelidad te rodean. R/.
Dichoso el pueblo que sabe aclamarte:
caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro;
tu nombre es su gozo cada día,
tu justicia es su orgullo. R/.
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11,25-30:
En aquel tiempo, exclamó Jesús: «Te doy gracias, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, así te ha parecido mejor. Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Aprender de SANTA TERESA DE JESÚS.
Indudablemente Santa Teresa fue una mujer excepcional.
Su bondad natural, su ternura de corazón y su imaginación chispeante de gracia, equilibradas por una extraordinaria madurez de juicio y una profunda intuición, le ganaban generalmente el cariño y el respeto de todos.
Razón tenía el poeta Crashaw al referirse a Santa Teresa bajo los símbolos aparentemente opuestos de "el águila" y "la paloma". Cuando le parecía necesario, la santa sabía hacer frente a las más altas autoridades civiles o eclesiásticas, y los ataques del mundo no le hacían doblar la cabeza.
Las palabras que dirigió al P. Salazar: "Guardaos de oponeros al Espíritu Santo", no fueron el reto de una histérica sino la verdad. Y no fue un abuso de autoridad lo que la movió a tratar con dureza implacable a una superiora que se había incapacitado a fuerza de hacer penitencia. Pero el águila no mata a la paloma, como puede verse por la carta que escribió a un sobrino suyo que llevaba una vida alegre y disipada: "Bendito sea Dios porque os ha guiado en la elección de una mujer tan buena y ha hecho que os caséis pronto, pues habíais empezado a disiparos desde tan joven, que temíamos mucho por vos. Esto os mostrará el amor que os profeso". La santa tomó a su cargo a la hija ilegítima y a la hermana del joven, la cual tenía entonces siete años: "Las religiosas deberíamos tener siempre con nosotras a una niña de esa edad".
El ingenio y la franqueza de Teresa jamás sobrepasaban la medida, ni siquiera cuando los empleaba como un arma. En cierta ocasión en que un caballero indiscreto alabó la belleza de sus pies descalzos, Teresa se echó a reír y le dijo que los mirase bien porque jamás volvería a verlos.
En la fundación del convento de Burgos, que fue la última, las dificultades no escasearon. En julio de 1582, cuando el convento estaba ya en marcha, Santa Teresa tenía la intención de retornar a Avila, pero se vio obligada a modificar sus planes para ir a Alba de Tormes a visitar a la duquesa María Henríquez. La Beata Ana de San Bartolomé refiere que el viaje no estuvo bien proyectado y que Santa Teresa se hallaba ya tan débil, que se desmayó en el camino. Una noche sólo pudieron comer unos cuantos higos. Al llegar a Alba de Tormes, la santa tuvo que acostarse inmediatamente. Tres días más tarde, dijo a la Beata Ana: "Por fin, hija mía, ha llegado la hora de mi muerte". El P. Antonio de Heredia le dio los últimos sacramentos y le preguntó donde quería que la sepultasen. Teresa replicó sencillamente: "¿Tengo que decidirlo yo? ¿Me van a negar aquí un agujero para mi cuerpo?" Cuando el P. de Heredia le llevó el viático, la santa consiguió erguirse en el lecho, y exclamó: "¡Oh, Señor, por fin ha llegado la hora de vernos cara a cara!" Santa Teresa de Jesús, visiblemente transportada por lo que el Señor le mostraba, murió en brazos de la Beata Ana a las 9 de la noche del 4 de octubre de 1582.
Precisamente al día siguiente, entró en vigor la reforma gregoriana del calendario, que suprimió diez días, de suerte que la fiesta de la santa fue fijada, más tarde, el 15 de octubre.
Santa Teresa fue sepultada en Alba de Tormes, donde reposan todavía sus reliquias.
Su canonización tuvo lugar en 1622.
El 27 de septiembre de 1970 Pablo VI le reconoció el título de Doctora de la Iglesia.
Precisamente al día siguiente, entró en vigor la reforma gregoriana del calendario, que suprimió diez días, de suerte que la fiesta de la santa fue fijada, más tarde, el 15 de octubre.
Santa Teresa fue sepultada en Alba de Tormes, donde reposan todavía sus reliquias.
Su canonización tuvo lugar en 1622.
El 27 de septiembre de 1970 Pablo VI le reconoció el título de Doctora de la Iglesia.
Viernes 14 de octubre de 2016
Vigésimo octava semana del Tiempo Ordinario
Efesios 1,11-14:
Por medio de Cristo hemos heredado también nosotros, los israelitas. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que ya esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria. Y también vosotros, que habéis escuchado la palabra de verdad, el Evangelio de vuestra salvación, en que creísteis, habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido, el cual es prenda de nuestra herencia, para liberación de su propiedad, para alabanza de su gloria.Salmo 32,1-2.4-5.12-13 R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad
Aclamad, justos, al Señor,que merece la alabanza de los buenos.
Dad gracias al Señor con la cítara,
tocad en su honor el arpa de diez cuerdas. R/.
Que la palabra del Señor es sincera,
y todas sus acciones son leales;
él ama la justicia y el derecho,
y su misericordia llena la tierra. R/.
Dichosa la nación cuyo Dios es el Señor,
el pueblo que él se escogió como heredad.
El Señor mira desde el cielo,
se fija en todos los hombres. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 12,1-7:
En aquel tiempo, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos:«Cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía. Nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, nada hay escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis de noche se repetirá a pleno día, y lo que digáis al oído en el sótano se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden hacer más. Os voy a decir a quién tenéis que temer: temed al que tiene poder para matar y después echar al infierno. A éste tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco gorriones por dos cuartos? Pues ni de uno solo se olvida Dios. Hasta los pelos de vuestra cabeza están contados. Por lo tanto, no tengáis miedo: no hay comparación entre vosotros y los gorriones.»
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Efesios 1,11-14
a) En este admirable plan salvador de Dios, por medio de Cristo Jesús, dice Pablo que están comprendidos tanto los judíos como los paganos.
Los judíos, "los que ya esperábamos en Cristo", son los primeros en heredar su gracia.
Pero también los paganos, "los que habéis escuchado la extraordinaria noticia de que habéis sido salvados y habéis creído", tienen la misma suerte.
Todos han recibido la marca del Espíritu, que es "prenda de nuestra herencia" final.
b) El denso pasaje, que todavía pertenece al entusiasta himno inicial de la carta, está lleno de motivos de esperanza:
- aparece el Dios Trino en acción: el Padre nos ha destinado a ser su pueblo y propiedad suya, en Cristo hemos sido salvados, y hemos recibido el Espíritu como sello y marca;
- ¿quién pertenece al pueblo de Dios?: los que nos hemos enterado de la Buena Noticia y la hemos creído, y la Buena Noticia es que hemos sido salvados por el amor de Dios;
- ya estamos heredando y ya somos salvados: pero todavía está por llegar la salvación definitiva; y "mientras llega la redención completa", el Espíritu es la garantía de la herencia que nos espera al final.
Es una "lectura cristiana" de la vida y de la historia. Una lectura que tendríamos que tener muy a mano, sin dejarnos contagiar con la visión únicamente humana, "de tejas abajo", que nos ofrece este mundo. Es una perspectiva que cambiaría mucho el ánimo con el que afrontar la existencia y la tarea que tenemos que realizar en ella.
No estamos solos. Dios nos está muy cerca y nos ha incluido en su proyecto de vida: "la palabra del Señor es sincera y todas sus acciones son leales... dichosa la nación cuyo Dios es el Señor, el pueblo que él se escogió como heredad".
2. Lucas 12,1-7
a) Ante la gente que se agolpa a su alrededor, Jesús hace una serie de recomendaciones:
- que tengan "cuidado con la levadura de los fariseos, o sea, con su hipocresía"; la levadura hace fermentar a toda la masa; puede ser buena, como en el pan y en la repostería, y entonces todo queda beneficiado; pero si es mala, todo queda corrompido;
- que la verdad siempre acabará por saberse: "lo que digáis al oído en el sótano, se pregonará desde la azotea"; al menos, Dios siempre la conoce;
- que no tengan miedo de dar testimonio de Cristo ante el mundo: lo peor que les puede pasar no es la muerte corporal, hasta el martirio, porque en ese caso el premio de Dios será grande, sino la muerte espiritual, el que alguien nos incite a la apostasía, porque entonces sí que la ruina es definitiva;
- el motivo de tener confianza y no dejarse dominar por el miedo es que Dios se preocupa de cada uno de nosotros, mucho más que de los pajarillas y hasta de los cabellos de nuestra cabeza: "ni de uno solo se olvida Dios".
b) Tenemos que ir madurando en nuestra fe y creciendo en nuestra imitación de Cristo.
A medida que vamos leyendo, día tras día, la Palabra de Dios, nos damos cuenta de lo mucho que hay que transformar todavía en nuestra vida.
Podría ser que en nuestro caso también pudiera existir esa "levadura de la hipocresía", que inficiona todo lo que decimos y hacemos. Para otros, el fermento maligno puede ser la vanidad o la sensualidad o el materialismo o el odio. Estas actitudes interiores pueden estropear nuestra relación con los demas, nuestra paz interior y nuestra oración. Lo que tenemos que atacar es la raíz de todo, la levadura interior. Si en nuestro ordenador hay un virus, ya podemos hacer lo posible por extirparlo, porque de lo contrario destruirá todos nuestros archivos.
Por el contrario, nosotros mismos deberíamos ser buen fermento e ir contagiando a otros la mentalidad cristiana, la esperanza y la paz, la amabilidad, el humor. Todos somos levadura: buena o mala. Nuestra vida no deja indiferentes a los que nos rodean. Influye en bien o en mal. En vez de dejarnos inficionar por la levadura sensual y materialista de este mundo, los cristianos debemos mantener nuestra identidad con valentía y además influir en los demás. En vez de acomodarnos a lo que piensa la mayoría, si es que no va de acuerdo con el evangelio de Jesús, debemos ser minoría decidida y eficaz, que da testimonio profético de los valores en que creemos.
¿Que habrá dificultades? Jesús ya nos lo avisa, y nos da también la motivación para no perder los ánimos: Dios no se olvida de nosotros. Como cuida de las aves y las flores, y "tiene contados los cabellos de nuestra cabeza", ¿cómo va a dejar que queden sin recompensa nuestros esfuerzos por vivir en cristiano y por ayudar a los demás? Jesús nos muestra su propia cercanía y nos asegura la ayuda de Dios: "a vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo... pues ni de uno solo se olvida Dios".
Jueves 13 de octubre de 2016
Vigésimo octava semana del Tiempo Ordinario
Pablo a los Efesios 1,1-10:
Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús, que residen en Éfeso. Os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.
Salmo 97,1.2-3ab.3cd-4.5-6 R/. El Señor da a conocer su victoria
Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.
El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia
y su fidelidad en favor de la casa de Israel. <R/.
Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.
Tañed la cítara para el Señor,
suenen los instrumentos:
con clarines y al son de trompetas,
aclamad al Rey y Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,47-54):
En aquel tiempo, dijo el Señor: «¡Ay de vosotros, que edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron! Así sois testigos de lo que hicieron vuestros padres, y lo aprobáis; porque ellos los mataron, y vosotros les edificáis sepulcros. Por algo dijo la sabiduría de Dios: "Les enviaré profetas y apóstoles; a algunos los perseguirán y matarán"; y así, a esta generación se le pedirá cuenta de la sangre de los profetas derramada desde la creación del mundo; desde la sangre de Abel hasta la de Zacarías, que pereció entre el altar y el santuario. Sí, os lo repito: se le pedirá cuenta a esta generación. ¡Ay de vosotros, maestros de la Ley, que os habéis quedado con la llave del saber; vosotros, que no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar!»
Al salir de allí, los escribas y fariseos empezaron a acosarlo y a tirarle de la lengua con muchas preguntas capciosas, para cogerlo con sus propias palabras.
PARA VIVIR ESTA PALABRA
Terminada la carta a los Gálatas, leeremos durante más de dos semanas Efesios.
Pablo había evangelizado aquella ciudad, la capital de la provincia romana de Asia, famosa por su cultura, su comercio y sus templos paganos, en sus viajes segundo y tercero. En total pudo haber estado allí unos dos años.
El apóstol les escribe esta carta hacia el año 62, desde Roma, donde está cautivo. La carta es amable y llena de intención teológica. Les presenta cuál es el plan salvador de Dios Padre y sobre todo la riqueza del misterio de Cristo y de la Iglesia, su comunidad.
a) El comienzo de la carta es un himno entusiasta al plan salvador de Dios: una gran bendición tanto en sentido ascendente como en el descendente. Bendecimos a Dios, porque él nos ha bendecido antes con toda clase de bendiciones, en Cristo Jesús.
Todo es iniciativa de Dios, que nos ha predestinado desde la eternidad a ser sus hijos, a ser salvados por Cristo. Todo eso, según la densa fórmula de Pablo, sucede siempre "en la persona de Cristo", o sea, porque estamos unidos a su Hijo Jesús, en quien Dios piensa "recapitular todas las cosas del cielo y de la tierra".
b) Este himno lo cantamos en Vísperas cada lunes y nunca lo diremos con suficiente gratitud y alegría. Es un cántico parecido al Benedictus de Zacarías que decimos en Laudes, pero esta vez en boca de Pablo.
En pocas líneas dice cuál es la riqueza del proyecto de Dios, centrado en Cristo Jesús, que representa para nosotros la mayor suerte: nada menos que ser hijos en el Hijo. Si en verdad creemos esto -que Dios nos quiere, que ha pensado en nosotros antes que existiéramos, que nos ha incorporado al destino de su Hijo, que nos ha perdonado, que nos ha hecho por tanto también hijos en su familia, y que nos destina a la salvación plena- ¿no tendría que cambiar la cara con que vivimos cada jornada?
Claro que esto nos compromete, porque él espera una respuesta: "nos eligió en la persona de Cristo para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor".
El tono eufórico de Pablo es recogido también por el Catecismo de la Iglesia Católica, que, cuando empieza a presentar el misterio de la celebración cristiana, entona precisamente esta solemne bendición de Pablo, y se entretiene luego brevemente en describir en qué consiste esta bendición que Dios nos ha hecho a nosotros y que nosotros le dirigimos a él: ver el Catecismo num.1077-1083.
2. Lucas 11,47-54
a) Sigue el ataque implacable de Jesús contra las actitudes de los fariseos y los juristas.
Ante todo, porque "edificáis mausoleos a los profetas, después que vuestros padres los mataron". O sea, los fariseos están dispuestos a honrar a los profetas muertos, haciendo la comedia de edificarles monumentos. Pero no hacen caso a los profetas vivos. Los tratan igual que sus antepasados a los profetas de antes.
Nombra a dos, Abel, sacrificado por su hermano Caín (Gn 4) y Zacarías, el hijo del sacerdote Yoyadá, a quien mataron por encargo del rey Joás (cf. 2 Crónicas 24). Jesús los nombra como primero y último de una serie de profetas que acabaron igual. Es lo que van a hacer con él también, porque presenta una fe y un Dios muy distintos del que ellos están acostumbrados.
Otra acusación, esta vez para los doctores de la ley, que tienen la llave del saber y de la interpretación de la ley. No han hecho buen uso de esa llave: "no habéis entrado y habéis cerrado el paso a los que intentaban entrar". ¿Para eso tantas llaves?
b) Es valiente Jesús, al desenmascarar las actitudes de las clases dirigentes de su época.
Pero sus palabras nos ponen interrogantes también a nosotros, seamos dirigentes o no. ¿Caemos en la trampa de honrar a los profetas que fueron, reconociendo sus méritos y la injusticia del trato que recibieron, pero luego resulta que no hacemos caso de los profetas actuales, y les hacemos la vida imposible, porque no estamos dispuestos a escuchar su mensaje, que nos es incómodo?
Esto puede pasar en la sociedad, en la que pueden estorbar a los poderosos las voces proféticas que se levantan contra sus injusticias. Puede pasar en la Iglesia, en la que a veces se hace callar a los que tienen un espíritu más libre y crítico, aunque más tarde a veces se les rehabilite o incluso se les canonice. Pero puede pasar también a nuestro alrededor, cuando nos sentimos molestos cuando somos criticados, y hacemos lo posible por desacreditar -¡no llegaremos a eliminar!- a esos "profetas" que se abreven a llevarnos la contra. A todos nos pasa que nos estorban los profetas vivos, no los muertos.
Además podemos merecer también las palabras de Jesús a los juristas. ¿Nos sentimos "propietarios de la verdad", guardando sus llaves, de modo que los demás tengan que pasar la aduana de nuestra interpretación? ¿nos creemos los únicos que tenemos razón en todas las discusiones, sean importantes en el ámbito eclesial o más cotidianas en nuestra familia o círculo comunitario? Sería una lástima que los que podemos decir una palabra en el ámbito de la catequesis o de la predicación no comuniquemos esperanza y alegría, sino angustia y miedo. Seríamos malos guías.
Miércoles 12 de octubre de 2016
Nuestra Señora del Pilar
Lectura del santo evangelio según san Lucas 11,27-28:
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba a la gente, una mujer de entre el gentío levantó la voz, diciendo: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te criaron.»Pero él repuso: «Mejor, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.»
Es una muy antigua, venerada y tierna tradición, según la cual la Santísima Virgen se apareció al apóstol Santiago, a orillas del Ebro, en Zaragoza. Según esa misma tradición, Santiago se encontraba en aquel momento abatido y un tanto cansado y desilusionado, por no encontrar la respuesta deseada en los evangelizados. María se da cuenta y le conforta y anima a proseguir el camino emprendido de evangelización; y le mandó construir un templo, al principio algo tan sencillo como una ermita, que, con el correr de los siglos, se convierte en la Basílica inmensa y grandiosa que podemos contemplar hoy.
María se apareció y, luego, desapareció otra vez; pero quedó el “pilar”, como una señal dejada allí por ella, para recordar a todos entonces, y a partir de entonces, lo que pocos años antes había dicho en las Bodas de Caná: “Haced lo que él os diga”.
Esto es lo que sienten tantísimos peregrinos y devotos que acuden ante su imagen, para encontrarse al través de ella, con su Madre. Y no sólo devotos de España, sino de todas las naciones de Hispanoamérica que la veneran con una devoción que no desdice nada de la nuestra.
Y cuando, deseándolo, no se puede acudir, existe la costumbre de pedir a quien sí tiene esa suerte, una “Salve” o “una Ave-María”, por él o ella y en su nombre, sabedores de que nosotros nos despistamos con frecuencia, pero María cumple siempre.
Significado cristiano de la Virgen del Pilar
Significa o, al menos, debe significar, lo que dice con toda claridad y belleza la Oración Colecta que rezamos al comienzo de la misa: Dirigiéndose a Dios todopoderoso, la Iglesia pide hoy, por intercesión de la Virgen del Pilar:
Fortaleza en la fe
Seguridad en la esperanza
Constancia en el amor
No se puede decir de forma más bella y compendiada lo que debe significar la Virgen del Pilar para sus devotos. Porque está muy bien que sigamos acudiendo a sus santuarios a hablar con María, a contarle pormenorizadamente las novedades de nuestra vida. Pero, nunca debemos olvidar guardar, al final, silencio para que hable ella. Si así lo hacemos y caemos en la cuenta de lo que la Virgen fue y sigue siendo en la vida de la Iglesia y en la nuestra propia, acabaremos nosotros también haciendo las tres peticiones que hoy nos ha propuesto la misma Iglesia.
Fe, esa elección personal e intransferible por la que nos hemos embarcado en la misma aventura que vivió María, y que hoy necesita, quizá como nunca, de una gran fortaleza.
Esperanza, como generadora de paz, que nos hace superar el desánimo inevitable que los acontecimientos propios o próximos nos producen.
Y la constancia en el amor, que envuelto en compasión y misericordia, es el mejor, y, quizá, más urgente regalo que podemos ofrecer al mundo en general y a cuantos contacten con nosotros en particular.
¡Feliz día de la Virgen! ¡Felicidades Pilar!
Seguridad en la esperanza
Constancia en el amor
"Después de la Pasión y resurrección del salvador y de su ascensión al Cielo, la Virgen María quedó encomendada al apóstol San Juan. De ella recibieron los apóstoles el impulso para salir a anunciar el evangelio en todo el mundo. El apóstol Santiago, hermano de Juan e Hijo de Zebedeo, movido por el Espíritu Santo se dirigió a las provincias de España. Antes de partir besó las manos de la Virgen y pidió su bendición.
Ella lo despidió con estas palabras: "Ve, hijo, cumple el mandato del Maestro y por El te ruego que en aquella ciudad de España en que mayor número de hombres conviertas a la fe, edifiques una Iglesia en mi memoria, como yo te lo mostraré". Saliendo de Jerusalén, Santiago llegó a España y pasando por Asturias llegó a la ciudad de Oviedo, donde sólo pudo bautizar a un hombre. Luego, entrando por Galicia, predicó en la ciudad de Padrón. De allí volviendo por Castilla se dirigió a Aragón, donde se encuentra Zaragoza, a orillas del Ebro. En esta ciudad, luego de predicar muchos días, bautizó a ocho varones con quienes conversaba durante el día del reino de Dios. Por la noche, solo y descorazonado, se encamina por la ribera del río para descansar y orar en silencio. Durante la oración, una de esas noches oyó voces de ángeles que cantaban: "Ave María llena de gracia..." al oírlos se postró de rodillas y vio sobre un pilar de mármol a la Virgen que le decía: "He aquí, Santiago, el lugar donde edificarás un templo en mi memoria. Mira bien este pilar en que estoy, al que mi Hijo y Maestro tuyo trajo de lo alto por mano de los ángeles. Alrededor de él harás el altar de la capilla, en este lugar obrará la virtud del altísimo portentos y maravillas por mi intersección por aquellos que, en sus necesidades imploren mi patrocinio. Este pilar permanecerá en este sitio hasta el fin del mundo y nunca faltarán en esta ciudad verdaderos cristianos". Confortado por esta presencia de María, edificó un templo. Es la primera iglesia del mundo dedicada a la Virgen".
Las palabras de este escrito que recogen una tradición oral, quedan respaldadas por la experiencia, ya que nunca faltaron en Zaragoza verdaderos cristianos, y son el documento más antiguo de esta arraigada tradición española.
Tres rasgos particulares de la Virgen del Pilar
- Se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal. A diferencia de las otras apariciones la Virgen viene cuando todavía vive en Palestina: "Con ninguna nación hizo cosa semejante", cantará con razón la liturgia del 2 de enero, fiesta de la Venida de la Virgen.
- La Columna o Pilar que la misma Señora trajo para que, sobre él se construyera la primera capilla que, de hecho, sería el primer Templo Mariano de toda la Cristiandad.
- La vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de la patria española.
- Se trata de una venida extraordinaria de la Virgen durante su vida mortal. A diferencia de las otras apariciones la Virgen viene cuando todavía vive en Palestina: "Con ninguna nación hizo cosa semejante", cantará con razón la liturgia del 2 de enero, fiesta de la Venida de la Virgen.
- La Columna o Pilar que la misma Señora trajo para que, sobre él se construyera la primera capilla que, de hecho, sería el primer Templo Mariano de toda la Cristiandad.
- La vinculación de la tradición pilarista con la tradición jacobea (del Santuario de Santiago de Compostela). Por ello, Zaragoza y Compostela, el Pilar y Santiago, han constituido dos ejes fundamentales, en torno a los cuales ha girado durante siglos la espiritualidad de la patria española.