procesión de María Auxiliadora 24 ayo en ALMERIA

Jueves 26 de mayo de 2016.  Octava semana del Tiempo Ordinario


del apóstol san Pedro 2,2-5.9-12:

Como el niño recién nacido ansía la leche, ansiad vosotros la auténtica, no adulterada, para crecer con ella sanos; ya que habéis saboreado lo bueno que es el Señor. Acercándoos al Señor, la piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios, también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo. Vosotros sois una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa. Antes erais «no pueblo», ahora sois «pueblo de Dios»; antes erais «no compadecidos», ahora sois «compadecidos». Queridos hermanos, como forasteros en país extraño, os recomiendo que os apartéis de los deseos carnales que os hacen la guerra. Vuestra conducta entre los gentiles sea buena; así, mientras os calumnian como si fuerais criminales, verán con sus propios ojos que os portáis honradamente y darán gloria a Dios el día que él los visite.


Salmo 99, 2.3.4.5 R/. Entrad en la presencia del Señor con vítores

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

Entrad por sus puertas con acción de gracias,
por sus atrios con himnos,
dándole gracias
y bendiciendo su nombre. R/.

«El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades.» R/.


Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,46-52:

En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí.»
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí.»
Jesús se detuvo y dijo: «Llamadlo.»
Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama.»
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: «¿Qué quieres que haga por ti?»
El ciego le contestó: «Maestro, que pueda ver.»
Jesús le dijo: «Anda, tu fe te ha curado.»
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.


PARA VIVIR ESTA PALABRA

¿Tenemos conciencia, y conciencia gozosa, de la riqueza que supone para nosotros el pertenecer al pueblo de Dios, a la Iglesia del Resucitado?

Las comparaciones pueden hacernos pensar. Deberíamos desear la Palabra de Dios y su cercanía del mismo modo que un niño recién nacido está ávido de la leche materna.

Tendríamos que recordar que entre todos, como piedras vivas, formamos el edificio de la comunidad eclesial. La piedra angular es Cristo. Pero también le dijo a Pedro: «Tú eres roca y sobre esta roca edificaré mi Iglesia». Ahora se nos dice que cada uno de nosotros somos piedras vivas para un edificio vivo.

Además, como pueblo de sacerdotes, unidos por el Bautismo a Cristo Sacerdote, estamos llamados en esta vida, cada uno en su ambiente, a ser mediadores entre Dios y los demás: anunciar su buena noticia a todos los que podamos, ser signos creíbles de su amor(«vuestra conducta entre los gentiles sea buena, así darán gloria a Dios»), «ofrecer sacrificios espirituales que Dios acepta por Jesucristo», «proclamar las hazañas» de Dios y «entrar en su luz maravillosa».

En la Eucaristía ejercitamos este sacerdocio bautismal en momentos muy expresivos: como cuando en la oración universal pedimos por el mundo, o cuando entonamos nuestro canto del Sanctus en unión con los ángeles y los santos, y además como portavoces del cosmos y de la humanidad entera: «por nuestra voz las demás creaturas, aclamamos tu nombre cantando».

2. Marcos 10,46-52

a) Jesús cura al ciego Bartimeo. Es un relato muy sencillo, pero lleno de detalles, y un símbolo claro de la ceguera humana espiritual, que también puede ser curada. Esta vez Marcos dice el nombre del ciego: se ve que tenía testimonios de primera mano, o que el buen hombre, que «recobró la vista y le seguía por el camino», se convirtió luego tal vez en un discípulo conocido.
La gente primero reacciona perdiendo la paciencia con el pobre que grita. Jesús sí le atiende y manda que se lo traigan. El ciego, soltando el manto, de un salto se acerca a Jesús, que después de un breve diálogo en que constata su fe, le devuelve la vista.

b) La ceguera de este hombre es en el evangelio de Marcos el símbolo de otra ceguera espiritual e intelectual más grave. Sobre todo porque sitúa el episodio en medio de escenas en que aparece subrayada la incredulidad de los judíos y la torpeza de entendederas de los apóstoles.
Como cuando vamos al oculista a hacernos un chequeo de nuestra vista, hoy podemos reflexionar sobre cómo va nuestra vista espiritual. ¿No se podría decir de nosotros que estamos ciegos, porque no acabamos de ver lo que Dios quiere que veamos, o que nos conformamos con caminar por la vida entre penumbras, cuando tenemos cerca al médico, Jesús, la Luz del mundo? Hagamos nuestra la oración de Bartimeo: «Maestro, que pueda ver». Soltemos el manto y demos un salto hacia él: será buen símbolo de la ruptura con el pasado y de la acogida de la luz nueva que es él.

También podemos dejarnos interpelar por la escena del evangelio en el sentido de cómo tratamos a los ciegos que están a la vera del camino, buscando, gritando su deseo de ver. Jóvenes y mayores, muchas personas que no ven, que no encuentran sentido a la vida, pueden dirigirse a nosotros, los cristianos, por si les podemos dar una respuesta a sus preguntas. ¿,Perdemos la paciencia como los discípulos, porque siempre resulta incómodo el que pide o formula preguntas? ¿o nos acercamos al ciego y le conducimos a Jesús, diciéndole amablemente: «ánimo, levántate, que te llama»?

Cristo es la Luz del mundo. Pero también nos encargó a nosotros que seamos luz y que la lámpara está para alumbrar a otros, para que no tropiecen y vean el camino. ¿A cuántos hemos ayudado a ver, a cuántos hemos podido decir en nuestra vida: 

«ánimo, levántate, que te llama»?


Miercoles 25 de mayo de 2016.  Octava semana del Tiempo Ordinario


de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 18-25


Queridos hermanos: Ya sabéis con qué os rescataron de ese proceder inútil recibido de vuestros padres: no con bienes efímeros, con oro o plata, sino a precio de la sangre de Cristo, el Cordero sin defecto ni mancha, previsto antes de la creación del mundo y manifestado al final de los tiempos por vuestro bien. Por Cristo vosotros creéis en Dios, que lo resucitó de entre los muertos y le dio gloria, y así habéis puesto en Dios vuestra fe y vuestra esperanza. Ahora que estáis purificados por vuestra obediencia a la verdad y habéis llegado a quereros sinceramente como hermanos, amaos unos a otros de corazón e intensamente. Mirad que habéis vuelto a nacer, y no de una semilla mortal, sino de una inmortal, por medio de la palabra de Dios viva y duradera, porque «toda carne es hierba y su belleza como flor campestre: se agosta la hierba, la flor se cae; pero la palabra del Señor permanece para siempre.» Y esa palabra es el Evangelio que os anunciamos

Salmo 147, 12-13. 14-15. 19-20 R. Glorifica al Señor, Jerusalén.

Glorifica al Señor, Jerusalén;
alaba a tu Dios, Sión:
que ha reforzado los cerrojos de tus puertas,
y ha bendecido a tus hijos dentro de ti. R/.

Ha puesto paz en tus fronteras,
te sacia con flor de harina.
Él envía su mensaje a la tierra,
y su palabra corre veloz. R/.

Anuncia su palabra a Jacob,
sus decretos y mandatos a Israel;
con ninguna nación obró así,
ni les dio a conocer sus mandatos. R/.


Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 32-45

En aquel tiempo, los discípulos iban subiendo camino de Jerusalén, y Jesús se les adelantaba; los discípulos se extrañaban, y los que seguían iban asustados. Él tomó aparte otra vez a los Doce y se puso a decirles lo que le iba a suceder: -«Mirad, estamos subiendo a Jerusalén, y el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas, lo condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles, se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán; y a los tres días resucitará.» Se le acercaron los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: -«Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir.» Les preguntó: -«¿Qué queréis que haga por vosotros?» Contestaron: -«Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. » Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar?» Contestaron: -«Lo somos.» Jesús les dijo: -«El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo; está ya reservado. » Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros, nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos. »


PARA VIVIR ESTA PALABRA

Marcos 10,32-45

a) En el camino hacia Jerusalén -lo cual no es un dato geográfico, sino un símbolo teológico de su marcha hacia la pasión y la muerte- sitúa Marcos varias escenas programáticas. Jesús «sube» a la pasión, muerte y resurrección, y el evangelista quiere dejar bien claro que los discípulos han de seguir el mismo camino. Jesús va decidido y se adelanta un poco a los demás. Marcos dice que «los discípulos se extrañaban y los que seguían iban asustados».

Jesús les anuncia por tercera vez su muerte. Marcos subraya cada vez que los discípulos no querían entender nada. La primera vez fue Pedro el que tomó aparte a Jesús y le echó en cara que hablara de muerte y fracaso. La segunda vez que Jesús anunció su muerte, los discípulos se pusieron a discutir sobre los primeros puestos. En esta tercera, de nuevo Marcos subraya la cerrazón de los apóstoles: nos cuenta la escena de Santiago y Juan, ambiciosos, en búsqueda de grandeza y poder, pidiendo los primeros puestos en el Reino.

Como respuesta Jesús les anuncia la muerte que deberán asumir esos dos discípulos que ahora piden honores: lo hace con las comparaciones de la copa y el bautismo. Beber la copa es sinónimo de asumir la amargura, el juicio de Dios, la renuncia y el sacrificio. Pasar por el bautismo también apunta a lo mismo: sumergirse en el juicio de Dios, como el mundo en el diluvio, dejarse purificar y dar comienzo a una nueva existencia. La pasión de Cristo -la copa amarga y el bautismo en la muerte- les espera también a sus discípulos. Santiago será precisamente el primero en sufrir el martirio por Cristo.

Los otros diez se llenan de indignación, no porque creyeran que la petición hubiera sido inconveniente, sino porque todos pensaban lo mismo y esos dos se les habían adelantado. Jesús aprovecha para dar a todos una lección sobre la autoridad y el servicio. Se pone a sí mismo como el modelo: «El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos».

b) Por si también nosotros ambicionamos, más o menos conscientemente, puestos de honor o intereses personales en nuestro seguimiento a Jesús, nos viene bien su lección.

La autoridad no la tenemos que entender como la de «los que son reconocidos como jefes de los pueblos», porque esos, según la dura descripción de Jesús «los tiranizan y los oprimen». Para nosotros, «nada de eso». Los cristianos tenemos que entender toda autoridad como servicio y entrega por los demás: «el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». Cuando nos examinamos sinceramente sobre este punto, a veces descubrimos que tendemos a dominar y no a servir, que en el pequeño o grande territorio de nuestra autoridad nos comportamos como los que tiranizan y oprimen. Tendríamos que imitar a Jesús, que estaba en medio de los suyos como quien sirve.
Pero además, y yendo a la raíz de la lección, debemos preguntarnos si aceptamos el evangelio de Jesús con todo incluido, también con la cruz y la «subida» a Jerusalén, sólo en sus aspectos más fáciles. El mundo de hoy nos invita a rehuir el dolor y el sufrimiento.

Lo que cuenta es el placer inmediato. Pero un cristiano se entiende que tiene que asumir a Cristo con todas las consecuencias: «que cargue cada día con su cruz y me siga». Ser cristiano es seguir el camino de Cristo e ir teniendo los mismos sentimientos de Cristo. El va hacia Jerusalén. Nosotros no hemos de rehuir esa dirección.
Igual que el amor o la amistad verdadera, también el seguimiento de Cristo exige muchas veces renuncia, esfuerzo, sacrificio. Como tiene que sacrificarse el estudiante para aprobar, el atleta para ganar, el labrador para cosechar, los padres para sacar la familia adelante.

Depende del ideal que se tenga. Para un cristiano el ideal es colaborar con Cristo en la salvación del mundo. Por eso, en la vida de comunidad muchas veces debemos estar dispuestos al trabajo y a la renuncia por los demás, sin pasar factura. La filosofía de la cruz no se basa en la cruz misma, con una actitud masoquista, sino en la construcción de un mundo nuevo, que supone la cruz. Lo que parece una paradoja -buscar los últimos lugares, ser el esclavo de todos- sólo tiene sentido desde esta perspectiva y este ejemplo de Jesús.

«El que quiera ser grande, sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos» (evangelio)
J. ALDAZABAL
ENSÉÑAME TUS CAMINOS 4
Tiempo Ordinario. Semanas 1-9
Barcelona 1997. Págs. 221-226

Martes 24 de mayo de 2016
Fiesta de María Auxiliadora ¡Felicidades Familia Salesiana y devotos de Ella!
Octava semana del Tiempo Ordinario

de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 10-16

Queridos hermanos: La salvación fue el tema que investigaron y escrutaron los profetas, los que predecían la gracia destinada a vosotros. El Espíritu de Cristo, que estaba en ellos, les declaraba por anticipado los sufrimientos de Cristo y la gloria que seguiría; ellos indagaron para cuándo y para qué circunstancia lo indicaba el Espíritu. Se les reveló que aquello de que trataban no era para su tiempo, sino para el vuestro. Y ahora se os anuncia por medio de predicadores que os han traído el Evangelio con la fuerza del Espíritu enviado del cielo. Son cosas que los ángeles ansían penetrar. Por eso, estad interiormente preparados para la acción, controlándoos bien, a la expectativa del don que os va a traer la revelación de Jesucristo. Como hijos obedientes, no os amoldéis más a los deseos que teníais antes, en los días de vuestra ignorancia. El que os llamó es santo; como él, sed también vosotros santos en toda vuestra conducta, porque dice la Escritura: «Seréis santos, porque yo soy santo.»

Sal 97, 1. 2-3ab. 3c-4 R. El Señor da a conocer su victoria.

Cantad al Señor un cántico nuevo,
porque ha hecho maravillas:
su diestra le ha dado la victoria,
su santo brazo. R/.

El Señor da a conocer su victoria,
revela a las naciones su justicia:
se acordó de su misericordia y su fidelidad
en favor de la casa de Israel. R/.

Los confines de la tierra han contemplado
la victoria de nuestro Dios.
Aclamad al Señor, tierra entera;
gritad, vitoread, tocad. R/.


Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 28-31

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús: -«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.» Jesús dijo: -«Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros.»


PARA VIVIR ESTA PALABRA

Los cristianos vivimos entre la memoria y la profecía, entre el ayer y el mañana. Y sobre todo en la vivencia del presente, del hoy, atentos a los valores fundamentales de nuestra salvación, la salvación que nos ofrece Dios por Cristo, la comunión en su vida.
Si miráramos más de dónde venimos y a dónde vamos, viviríamos más lúcidamente nuestro presente. No sólo porque nuestra existencia estaría transida de esperanza, sino también porque asumiríamos con decisión el compromiso de vivir vigilantes, no dormidos ni indolentes, sino con disponibilidad absoluta, guiados por Cristo, con la consigna de no amoldarnos ya a los criterios de este mundo sino a los de Dios.
Cada Eucaristía nos hace ejercitar esta actitud de memoria del pasado, de profecía abierta al futuro y de celebración vivencial del presente: «Cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa (hoy), anunciáis la muerte del Señor (ayer) hasta que venga (mañana)» (I Corintios 11,26).

Por eso la Eucaristía, con la luz de la Palabra y la fuerza de la comunión, nos va ayudando a ordenar nuestros pensamientos, a ir creciendo en la unidad interior de toda la persona, en marcha desde el ayer al mañana, viviendo el hoy con serenidad y empeño. La Eucaristía es nuestro mejor «viático», nuestro alimento para el camino.


Marcos 10,28-31

a) Ayer el joven rico se marchó triste, sin decidirse a seguir a Jesús. Hoy Pedro, que sí le ha seguido, se lo recuerda: «Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido». El resto ya se sobreentiende (y Mateo lo explícita en su evangelio): ¿qué recibiremos en cambio?
La respuesta de Jesús es esperanzadora y misteriosa a la vez: «Recibirá en este tiempo cien veces más y en la edad futura vida eterna». No se trata de cantidades aritméticas y tantos por ciento. La respuesta se refiere a la nueva familia que se crea en torno a Jesús: dejamos un hermano y encontramos cien. Ya habla Jesús cuáles eran los lazos de esta nueva familia: «¿Quién es mi madre y mis hermanos? Quien cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,34s).

b) En el fondo de la interpelación de Pedro está su concepto político e interesado del mesianismo, un concepto todavía muy poco maduro. ¿Pregunta acaso una madre cuánto le van a pagar por su trabajo? ¿pone un amigo precio a un favor? ¿pasó factura Jesús por su entrega en la cruz? Los discípulos buscan puestos de honor, recompensas humanas, soluciones económicas y políticas. Jesús y su Espíritu les irán ayudando a madurar en su fe, hasta que después de la Pascua se entreguen también ellos gratuita y generosamente al servicio de Cristo Jesús y de la comunidad, hasta su muerte.

Una experiencia de ese ciento por uno que promete Jesús la tienen tantos cristianos laicos que desde su condición en la sociedad entregan sus mejores energías a trabajar por el Reino de Dios. Ya saben lo que es la generosidad de Dios en este mundo, a la vez que esperan en el otro la vida eterna prometida al siervo bueno y fiel.
De un modo especial esta experiencia la tienen los que han abrazado la vida religiosa o el ministerio ordenado dentro de la comunidad como estado permanente de vida. Han entrado en la dinámica de este otro género de familia y parentesco: los hermanos y los hijos los cuentan por centenares y miles. No han formado familia propia, pero no por eso han dejado de amar: al contrario, están más plenamente disponibles para todos, movidos de un amor universal, no por una paga a corto plazo.

Unos y otros saben también que sigue siendo verdad una palabra muy breve pero muy realista que Marcos ha añadido a la lista de las ventajas: «con persecuciones». Jesús promete la vida eterna, después, y ya desde ahora una gran satisfacción. Pero no asegura el éxito y la felicidad y el aplauso de todos. En todo caso, la felicidad del que se sacrifica por los demás. Lo que sí promete es la cruz y las persecuciones. Una cruz que estaba incluida también en su programa mesiánico y que varias veces ha asegurado que les tocará llevar también a sus discípulos. Lo que vale cuesta. A la Pascua salvadora se llega por el vía crucis del Viernes Santo. El amor muchas veces supone sacrificio. Pero vale la pena.

«¡feliz dia de María Auxiliadora!» Mi felicitación para ti.

24 mayo 2016 
Queridas hermanas y amigos/as todos,

            ¡Muchísimas felicidades en este gran día de fiesta para todos!
¡Qué suerte tenemos de tenerla a Ella, a María, como madre, maestra, guía y auxiliadora!
            María es el regalo, junto con el Espíritu, de la Pascua. Con Ella nace la Iglesia. En oración con María los discípulos y discípulas reciben el Espíritu y salen valientes a anunciar el modo de vida que Jesús les había enseñado.  
 Jesús en su último aliento no duda en seguir dándolo todo, a pesar de estar sufriendo. Nos da a su misma madre: “Hijo ahí tienes a tu madre. Y el discípulo la recibió como suya”. (Juan 19,25-27).
            Os deseo que cada uno, cada una, renueve en este día la acogida de María en su propia vida como lo hizo el discípulo amado. Sólo así podremos ser comunicadores de este regalo tan grande, sobre todo,  a los niños, niñas y jóvenes, como don Bosco y M. Mazzarello.
            Todo el que entra en una casa salesiana  tiene  “derecho” a este regalo que es la presencia de María. Hemos de ser fieles y dar lo que hemos recibido. Haced que se lleven en el corazón a María Auxiliadora. Es “sello” de haber sido educado/a “en salesiano”. 
            Don Bosco decía a sus jóvenes “uno solo es mi deseo que seáis felices en el tiempo y en la eternidad” y con María tenemos la “fórmula del la felicidad auténtica”: “Feliz la que creyó lo que le fue dicho de parte del Señor” y “feliz porque escuchó y puso en práctica la Palabra de Dios”.
Con María estamos seguros de ser siempre ayudados y, a la vez, poder convertirnos en ayuda para los demás. 

Un abrazo y mi oración con Ella. Confío en la tuya por mí y la Inspectoría
María Dolores Ruiz Pérez FMA
Provincial.


LUNES 23 mayo 2016

 8ª SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO


de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 3-9

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha hecho nacer de nuevo para una esperanza viva, para una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que os está reservada en el cielo. La fuerza de Dios os custodia en la fe para la salvación que aguarda a manifestarse en el momento final. Alegraos de ello, aunque de momento tengáis que sufrir un poco, en pruebas diversas: así la comprobación de vuestra fe -de más precio que el oro, que, aunque perecedero, lo aquilatan a fuego-llegará a ser alabanza y gloria y honor cuando se manifieste Jesucristo. No habéis visto a Jesucristo, y lo amáis; no lo veis, y creéis en él; y os alegráis con un gozo inefable y transfigurado, alcanzando así la meta de vuestra fe: vuestra propia salvación.

Sal 110, 1-2. 5-6. 9ab y 10c R. El Señor recuerda siempre su alianza.

Doy gracias al Señor de todo corazón,
en compañía de los rectos, en la asamblea.
Grandes son las obras del Señor,
dignas de estudio para los que las aman. R/.

El da alimento a sus fieles,
recordando siempre su alianza;
mostró a su pueblo la fuerza de su obrar,
dándoles la heredad de los gentiles. R/.

Envió la redención a su pueblo,
ratificó para siempre su alianza;
la alabanza del Señor dura por siempre. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10, 17-27

En aquel tiempo, cuando salta Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó: -«Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?» Jesús le contestó: -« ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios. Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.» Él replicó: -«Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.» Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo: -«Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.» A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico. Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: -«¡ Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios! » Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió: -«Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por todo.» el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el reino de Dios.» Ellos se espantaron y comentaban: -«Entonces, ¿quién puede salvarse?» Jesús se les quedó mirando y les dijo: -«Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede


PARA VIVIR ESTA PALABRA

En nuestra vida ha sido Dios quien ha tomado la iniciativa. Resucitando a Jesús de entre los muertos y ofreciéndonos después el bautismo como inicio de una nueva vida, nos ha puesto en el mejor y más seguro camino de salvación. Somos herederos de una herencia que está a buen recaudo: nuestra garantía está en el cielo y se llama Cristo Jesús, a quien seguimos como cristianos.
La página de Pedro está llena de optimismo: resurrección, nacimiento nuevo, esperanza, alegría, fuerza, marcha dinámica de la comunidad hacia la salvación final. Que en medio haya momentos de sufrimiento y prueba tiene, en este contexto, menos importancia. Porque con la fuerza de Dios podemos superarlo todo. En verdad podemos decir, con el salmista: «Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea... envió la redención a su pueblo, ratificó para siempre su alianza».
Nos puede resultar estimulante que Pedro nos diga -a nosotros aún con mayor motivo que a los de la segunda generación- que tenemos mérito en amar y seguir a Cristo sin haberle visto ni haber sido contemporáneos suyos.
Los cristianos tendríamos que recordar más nuestro bautismo. Podríamos, por ejemplo, visitar al menos una vez al año la fuente bautismal en que renacimos a la vida de Cristo y fuimos incorporados a su comunidad. Por ejemplo en torno a la Pascua podíamos hacer una oración, personal o comunitaria, junto al baptisterio de la parroquia, dando gracias a Dios porque por medio de este sacramento fuimos hechos coherederos con Cristo de una esperanza que no nos fallará y recibimos la fuerza del Espíritu para emprender el difícil camino de la vida, hasta la alegría final.
2. Marcos 10,17-27
a) Jesús se encuentra con un joven que quiere «heredar la vida eterna» y entabla con él un diálogo lleno de buena intención y de psicología.
El joven parece sincero. ¿Tal vez un poco demasiado seguro de su bondad: «todo eso lo he cumplido desde pequeño»? Jesús le mira con afecto, con esa mirada que tanto impresionó a sus discípulos: la mirada de afecto al joven de hoy o la de ira a los que no querían ayudar al enfermo en sábado, o la de perdón a Pedro después de su negación. Al joven le propone algo muy radical: «una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dalo a los pobres y sígueme». El joven se retira pesaroso. No se atreve a dar el paso.
Jesús saca la lección: los ricos, los que están demasiado apegados a sus bienes, no pueden acoger el Reino: «Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja...».
b) Es una escena simpática: un joven inquieto que busca caminos y quiere dar un sentido más pleno a su vida.
Pero el diálogo, que prometía mucho, acaba en un fracaso. Tampoco Jesús consigue todo lo que quiere en su predicación, porque respeta con delicadeza la libertad de las personas. Algunos le siguen a la primera, dejándolo todo. como los apóstoles. Otros se echan atrás. Jesús se debió quedar triste. Había puesto su cariño en aquel joven. Más tarde mirará con tristeza a la higuera estéril, que es Israel. Y a los que han convertido el Templo en cueva de ladrones. El joven se convirtió en símbolo del pueblo elegido de Dios que, llegado el momento, no quiso aceptar el mensaje del Mesías. No tuvo fácil su misión Jesús de Nazaret. Aunque tal vez así nos anima más a nosotros si tampoco tenemos resultados muy halagüeños en nuestra misión educativa o familiar o eclesial.
Es que Jesús no pide «cosas», sino que pide la entrega absoluta. No se trata de «tener» o no tener, sino de «ser» y «seguir» vitalmente: «que cargue con su cruz cada día y me siga», «el que quiera guardar su vida, la perderá». A todos nos cuesta renunciar a lo que estamos apegados: las riquezas o las ideas o la familia o los proyectos o la mentalidad.
Cuando estamos llenos de cosas, menos agilidad para avanzar por el camino. El atleta que quiera correr con una maleta a cuestas conseguirá pocas medallas. Es el ejemplo que nos dio el mismo Jesús: «el cual, siendo de condición divina, se despojó de sí mismo, tomando la condición de siervo, y se humilló hasta la muerte y muerte de cruz» (Fil 2,6-7).  Era rico y se hizo pobre por nosotros.

Los que han abrazado la vida religiosa han decidido imitar a Jesús más de cerca: han vendido todo y le han seguido. Si han querido hacer los votos de pobreza, celibato y obediencia, ha sido para poder caminar más ágilmente por el camino de las bienaventuranzas, para poder amar más, para estar disponibles para los demás, para ser libres interiormente, como Jesús. Todo ello, fiados no en sus fuerzas, sino en las de Dios: «es imposible para los hombres, no para Dios».

DOMINGO 22 de mayo de 2016. SÉPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO


Santísima Trinidad


Proverbios 8, 22-31

Esto dice la Sabiduría de Dios:
El Señor me estableció al principio de sus tareas 
al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada, 
antes de comenzar la tierra.
Antes de los abismos fui engendrada, 
antes de los manantiales de las aguas.
Todavía no estaban aplomados los montes, 
antes de las montañas fui engendrada.
No había hecho aún la tierra y la hierba, 
ni los primeros terrones del orbe.
Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo;
cuando trazaba la bóveda sobre la faz del Abismo;
cuando sujetaba el cielo en la altura, 
y fijaba las fuentes abismales.
Cuando ponía un límite al mar: 
y las aguas no traspasaban sus mandatos; 
cuando asentaba los cimientos de la tierra,
yo estaba junto a él, como aprendiz, 
yo era su encanto cotidiano, 
todo el tiempo jugaba en su presencia:
jugaba con la bola de la tierra, 
gozaba con los hijos de los hombres.

Sal 8, 4-5. 6-7. 8-9 R. ¡Señor, dueño nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, 
la luna y las estrellas que has creado,
¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, 
el ser humano, para darle poder? R.
Lo hiciste poco inferior a los ángeles, 
lo coronaste de gloria y dignidad, 
le diste el mando sobre las obras de tus manos. R.
Todo lo sometiste bajo sus pies: 
rebaños de ovejas y toros, 
y hasta las bestias del campo,
las aves del cielo, los peces del mar, 
que trazan sendas por el mar. R.


Lectura de la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 5, 1-5

Hermanos:
Ya que hemos recibido la justificación por la fe, 
estamos en paz con Dios, 
por medio de nuestro Señor Jesucristo.
Por él hemos obtenido con la fe 
el acceso a esta gracia en que estamos: 
y nos gloriamos apoyados en la esperanza 
de la gloria de los hijos de Dios.
Más aún, hasta nos gloriamos en las tribulaciones, 
sabiendo que la tribulación produce constancia, 
la constancia, virtud probada, 
la virtud, esperanza, 
y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones 
con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

"ABRIRNOS AL MISTERIO DE DIOS
  
A lo largo de los siglos, los teólogos han realizado un gran esfuerzo por acercarse al misterio de Dios formulando con diferentes construcciones conceptuales las relaciones que vinculan y diferencian a las personas divinas en el seno de la Trinidad. Esfuerzo, sin duda, legítimo, nacido del amor y el deseo de Dios.

Jesús, sin embargo, no sigue ese camino. Desde su propia experiencia de Dios, invita a sus seguidores a relacionarse de manera confiada con Dios Padre, a seguir fielmente sus pasos de Hijo de Dios encarnado, y a dejarnos guiar y alentar por el Espíritu Santo. Nos enseña así a abrirnos al misterio santo de Dios.

Antes que nada, Jesús invita a sus seguidores a vivir como hijos e hijas de un Dios cercano, bueno y entrañable, al que todos podemos invocar como Padre querido. Lo que caracteriza a este Padre no es su poder y su fuerza, sino su bondad y su compasión infinita. Nadie está solo. Todos tenemos un Dios Padre que nos comprende, nos quiere y nos perdona como nadie.

Jesús nos descubre que este Padre tiene un proyecto nacido de su corazón: construir con todos sus hijos e hijas un mundo más humano y fraterno, más justo y solidario. Jesús lo llama "reino de Dios" e invita a todos a entrar en ese proyecto del Padre buscando una vida más justa y digna para todos empezando por sus hijos más pobres, indefensos y necesitados.

Al mismo tiempo, Jesús invita a sus seguidores a que confíen también en él: "No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también en mí". Él es el Hijo de Dios, imagen viva de su Padre. Sus palabras y sus gestos nos descubren cómo nos quiere el Padre de todos. Por eso, invita a todos a seguirlo. Él nos enseñará a vivir con confianza y docilidad al servicio del proyecto del Padre.

Con su grupo de seguidores, Jesús quiere formar una familia nueva donde todos busquen "cumplir la voluntad del Padre". Ésta es la herencia que quiere dejar en la tierra: un movimiento de hermanos y hermanas al servicio de los más pequeños y desvalidos. Esa familia será símbolo y germen del nuevo mundo querido por el Padre.

Para esto necesitan acoger al Espíritu que alienta al Padre y a su Hijo Jesús: "Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros y así seréis mis testigos"Éste Espíritu es el amor de Dios, el aliento que comparten el Padre y su Hijo Jesús, la fuerza, el impulso y la energía vital que hará de los seguidores de Jesús sus testigos y colaboradores al servicio del gran proyecto de la Trinidad santa."  

SABADO 21 de mayo de 2016. SÉPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO


Santiago 5,13-20:

¿Sufre alguno de vosotros? Rece. ¿Está alegre alguno? Cante cánticos. ¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y que recen sobre él, después de ungirlo con óleo, en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo curará, y, si ha cometido pecado, lo perdonará. Así, pues, confesaos los pecados unos a otros, y rezad unos por otros, para que os curéis. Mucho puede hacer la oración intensa del justo. Elías, que era un hombre de la misma condición que nosotros, oró fervorosamente para que no lloviese; y no llovió sobre la tierra durante tres años y seis meses. Luego volvió a orar, y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos. Hermanos míos, si alguno de vosotros se desvía de la verdad y otro lo encamina, sabed que uno que convierte al pecador de su extravío se salvará de la muerte y sepultará un sinfín de pecados.

Sal 140,1-2.3.8 R/. Suba mi oración como incienso en tu presencia, Señor

Señor, te estoy llamando, ven deprisa,
escucha mi voz cuando te llamo.
Suba mi oración como incienso en tu presencia,
el alzar de mis manos como ofrenda de la tarde. R/.

Coloca, Señor, una guardia en mi boca,
un centinela a la puerta de mis labios.
Señor, mis ojos están vueltos a ti,
en ti me refugio, no me dejes indefenso. R/.


Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,13-16:

En aquel tiempo, le acercaban a Jesús niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo: «Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el reino de Dios como un niño, no entrará en él.»
Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.



De nuevo son los niños los protagonistas de la enseñanza de Jesús, en una escena muy breve pero hermosa y esperanzadora.
Los niños eran muy poco considerados en su época. No valÍa la pena gastar tiempo con ellos. Los apóstoles no tienen paciencia y riñen a los padres que los traen. Pero Jesús, que atendía a todos, sobre todo a los pobres y abandonados de la sociedad, tiene tiempo también para los niños, les abraza y bendice: «Dejad que los niños se acerquen a mí».
Además les pone como modelos para los que quieran entrar en el Reino de Dios: «De los que son como ellos es el Reino de Dios».
b) ¿Qué cualidades de los niños tendríamos que copiar nosotros para merecer estas alabanzas y garantías de Jesús?
Porque se nos dice que para salvarnos tendremos que ser como ellos y «aceptar el Reino de Dios como un niño». Ya había dicho Jesús a Nicodemo (Jn 3) que el que no «vuelva a nacer» no entrará en el reino de los cielos, o sea, que hay que «hacerse de nuevo niño».
Jesús ya sabe que los niños no sólo tienen virtudes: también saben ser caprichosos y egoístas. Pero lo importante para Jesús es que los niños viven en una situación de indefensión, son «insignificantes", necesitan de los demás, no son autosuficientes porque carecen de medios. Son receptivos y abiertos a la vida y a los demás.
De igual modo nosotros, si nos sentimos llenos de nuestras propias riquezas y confiados en nuestras fuerzas, seguro que no recurriremos a Dios ni estaremos convencidos de que necesitamos ser salvados, ni aceptaremos el Reino de Dios. Eso sólo sucederá si somos como niños, inseguros de nosotros, convencidos de la necesidad que tenemos de Dios. No se nos invita, claro está, a un infantilismo espiritual. Pero sí a no ser complicados, a tener confianza en Dios, a sentirnos hijos en su familia y estar disponibles y receptivos a su
Palabra y su gracia. Las personas sencillas, sin complicaciones excesivas, son las que saben convivir con los demás y también las que acogen mejor los dones de Dios.
De paso, no estaría mal que copiáramos la actitud de Jesús acogiendo amablemente a los niños, que entonces y ahora también saben poner a prueba la paciencia de los mayores. Una comunidad eclesial que celebra con gozo el bautismo de los niños, que luego les acompaña en su proceso de formación cristiana y les prepara para recibir en la Confirmación el don del Espíritu y para acudir a la mesa eucarística durante toda su vida, es la que imita al Jesús que les atendía y les bendecía: «Dejad que los niños se acerquen a mí».

VIERNES 20 de mayo de 2016. SÉPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

apóstol Santiago 5,9-12:

No os quejéis, hermanos, unos de otros, para no ser condenados. Mirad que el juez está ya a la puerta. Tomad, hermanos, como ejemplo de sufrimiento y de paciencia a los profetas, que hablaron en nombre del Señor. Llamamos dichosos a los que tuvieron constancia. Habéis oído ponderar la paciencia de Job y conocéis el fin que le otorgó el Señor. Porque el Señor es compasivo y misericordioso. Pero ante todo, hermanos míos, no juréis ni por el cielo ni por la, tierra, ni pronunciéis ningún otro juramento; vuestro sí sea un sí y vuestro no un no, para no exponeros a ser juzgados.

Sal 102,1-2.3-4.8-9.11-12 R/. El Señor es compasivo y misericordioso

Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
él rescata tu vida de la fosa
y te colma de gracia y de ternura. R/.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo. R/.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 10,1-12:

En aquel tiempo, Jesús se marchó a Judea y a Transjordania; otra vez se le fue reuniendo gente por el camino, y según costumbre les enseñaba.
Se acercaron unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: «¿Le es licito a un hombre divorciarse de su mujer?»
Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?»
Contestaron: «Moisés permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»
Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios "los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne." De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»


PARA VIVIR ESTA PALABRA

Si ayer oíamos las invectivas de Santiago contra los ricos que faltan a la justicia, esta vez sus palabras van dirigidas a los pobres, a los que son víctimas de los anteriores, y a los que llama con afecto «hermanos».

Les invita a la paciencia y a la constancia, poniéndoles delante el ejemplo de tantos profetas y creyentes -en especial a Job, el prototipo bíblico de la paciencia- que supieron soportar todas las pruebas de la vida fiándose de Dios. Y no quedaron defraudados.
El motivo es que «el juez está ya a la puerta». Es Dios el que da y quita la razón. No vale la pena amargarse la vida con protestas y luchas. Igual que Dios tiene paciencia con nosotros, nosotros la debemos tener en la vida. El no nos fallará.

También invita Santiago a no jurar: basta con el «sí» y el «no».


2. Marcos 10,1-12

La enseñanza de Jesús se refiere hoy a la indisolubilidad del matrimonio, tal como la había pensado Dios y como tendrán que aceptar los que quieran ser sus discípulos.

 El criterio de un cristiano para juzgar sobre las cosas no se puede basar últimamente en las evoluciones sociales o en los datos estadísticos o en las tendencias de una época, sino en la perspectiva de Dios. Respecto al matrimonio, su indisolubilidad no la ha pensado la Iglesia o una escuela de teólogos, sino Dios mismo, desde su proyecto inicial: «Los hizo hombre y mujer, de modo que ya no son dos, sino una sola carne». Nos lo recuerda hoy Jesús.

FIDELIDAD/DIFICIL: Lo que pasa es que en el mundo de hoy encontramos especiales dificultades para una fidelidad duradera. Estamos influidos por una sociedad de consumo que gasta y tira y cambia y busca nuevas sensaciones para satisfacer necesidades nuevas que nosotros mismos vamos creando. Vamos perdiendo así la capacidad de un amor total, de una entrega gratuita y estable, de un compromiso de por vida.

Estaríamos más conformes con una especie de «voluntariado» por tantos años, pero sin comprometernos de por vida.

La tendencia a la infidelidad la refería Jesús ante todo a las veleidades del pueblo de Israel en su historia, abandonando a Yahvé para adorar a otros dioses. Ahora la aplica al amor entre el hombre y la mujer, que hay que entender como estable y debe evitar todo adulterio. Por cierto, Jesús parece reconocer igual derecho en los dos, porque pone el ejemplo tanto del hombre que se divorcia como de la mujer que se separa del marido y se casa con otro. Aunque cometen adulterio si lo hacen.
Una de las razones del deterioro de la fidelidad estable es la poca preparación y la poca madurez humana que algunas personas llevan al matrimonio, hasta el punto de que se pueda dudar seriamente en no pocos casos de la validez del mismo. Lo que explica las muchas declaraciones de nulidad matrimonial que tiene que certificar la Iglesia.



Jueves 19 de mayo de 2016. SÉPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

Santiago 5,1-6:

Ahora, vosotros, los ricos, llorad y lamentaos por las desgracias que os han tocado. Vuestra riqueza está corrompida y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están herrumbrados, y esa herrumbre será un testimonio contra vosotros y devorará vuestra carne como el fuego. ¡Habéis amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final! El jornal defraudado a los obreros que han cosechado vuestros campos está clamando contra vosotros; y los gritos de los segadores han llegado hasta el oído del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste.

Sal 48,14-15ab.15cd-16.17-18.19-20 R/. Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos

Éste es el camino de los confiados,
el destino de los hombres satisfechos:
son un rebaño para el abismo,
la muerte es su pastor. R/.

Y bajan derechos a la tumba;
se desvanece su figura,
y el abismo es su casa. R/.

Pero a mí, Dios me salva,
me saca de las garras del abismo
y me lleva consigo. R/.

No te preocupes si se enriquece un hombre
y aumenta el fasto de su casa:
cuando muera, no se llevará nada,
su fasto no bajará con él. R/.

Aunque en vida se felicitaba:
«Ponderan lo bien que lo pasas»,
irá a reunirse con sus antepasados,
que no verán nunca la luz. R/.


Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,41-50:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y, si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y, si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga. Todos serán salados a fuego. Buena es la sal; pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la sazonaréis? Que no falte entre vosotros la sal, y vivid en paz unos con otros».


PARA VIVIR ESTA PALABRA

Los ricos encausados aquí son aquellos cuya riqueza está corrompida, los aprovechados que han defraudado el jornal del obrero y del segador: los gritos de estos pobres llegan hasta el cielo y serán las pruebas básicas el día del juicio.
Qué sabio -y qué duro- se nos muestra el autor del salmo: «Éste es el camino de los confiados, el destino de los hombres satisfechos: son un rebaño para el abismo, la muerte es su pastor... No te preocupes si se enriquece un hombre y aumenta el fasto de su casa: cuando muera, no se Ilevará nada...». Mientras que Jesús nos ha asegurado: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos».

Aquí quedan descalificados todos los que se encuentran satisfechos de sí mismos y que tal vez para acumular su felicidad propia han pasado por encima de la de los demás. La justicia social es fundamental: sin ella no podemos decir que somos buenos cristianos.
¿Nos sentimos aludidos de alguna manera nosotros? ¿defraudamos a los otros algo que les debemos: nuestro tiempo, nuestro interés, nuestra ayuda desinteresada? ¿tratamos a los demás como a nosotros mismos, según la consigna que nos dio Jesús? ¿les amamos de veras? ¿o bien somos egoístas, encerrados en nuestros planes y en nuestras satisfacciones'? También «los buenos» podemos faltar, no sólo a la caridad y a la solidaridad, sino incluso a la justicia.
¿Dónde nos encontramos mejor retratados en el salmo: en la descripción de los ricos que van al abismo, o en la de los pobres, de los que es el Reino de los cielos?


Marcos 9,40-49

a) El evangelio de hoy nos recuerda una serie de rasgos que deberían presentar los que quieren seguir a Jesús:
- el que dé un vaso de agua a los seguidores de Jesús, tendrá su premio,
- al que escandalizare a «uno de estos pequeñuelos que creen», o sea, a los débiles, más le valdría que le echasen al fondo del mar.
- si la mano o el pie o el ojo nos escandalizan, sería mejor que supiéramos prescindir de ellos, porque es más importante salvarnos y llegar a la vida, aunque sea sin una mano o un pie o un ojo,
- varias frases sobre la sal: la sal que salará al fuego (¿purificando a los fieles y haciéndolos agradables para Dios?), la sal que se vuelve insípida y ya no sirve para nada, y la sal que debemos tener en nuestras relaciones con los demás (sal como símbolo de gracia y humor).
b) Ojalá en nuestra convivencia -familiar o comunitaria- tengamos en cuenta estas cualidades que Cristo quiere para los suyos:
- que sepamos dar un vaso de agua fresca al que la necesita, y no sólo por motivaciones humanas, sino viendo en el prójimo al mismo Cristo («me disteis de beber»); quien dice un vaso de agua dice una cara amable y una mano tendida y una palabra animadora;
- que tengamos sumo cuidado en no escandalizar -o sea, poner tropiezos en el camino, turbar, quitar la fe, hacer caer- a los más débiles e inocentes; Pablo recomendaba en su primera carta a los Corintios una extrema delicadeza de los «fuertes» en relación a los «débiles» de la comunidad, para no herir su sensibilidad; nuestras palabras inoportunas y nuestros malos ejemplos pueden debilitar la voluntad de los demás y ser ocasión de que caigan; es muy dura esta palabra de Jesús para los que escandalizan a los débiles;
- que sepamos renunciar a algo que nos gusta mucho -Ia mano, el pie, el ojo- si nos damos cuenta de que nos hace mal, que nos lleva a la perdición, o sea, nos «escandaliza»; aquí somos nosotros los que nos escandalizamos a nosotros mismos, porque estamos cogiendo costumbres que se convertirán en vicios y porque nos estamos dejando esclavizar por malas tendencias; el sabio es el que corta por lo sano, sin andar a medias tintas, antes que sea tarde; como el buen jardinero es el que sabe podar a tiempo para purificar y dar más fuerza a la planta. El seguimiento de Cristo exige radicalidad: como cuando Jesús le dijo al joven rico que vendiera todo, o cuando dijo que el tesoro escondido merecía venderlo todo para llegarlo a poseer, o cuando afirmó que el que quiere ganar la vida la perderá:

- que seamos sal en la comunidad para crear una convivencia agradable, armoniosa, con humor. El que crea un clima de humor, de serenidad, de gracia, quitando hierro en los momentos de tensión, fijándose en las cosas buenas: ése es para los demás como la sal que da gusto a la carne o la preserva de la corrupción.





Miércoles 18 de mayo de 2016. SÉPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

carta del apóstol Santiago 4,13-17:

Vosotros decís: «Mañana o pasado iremos a esa ciudad y pasaremos allí el año negociando y ganando dinero». y ni siquiera sabéis qué pasará mañana. Pues, ¿qué es vuestra vida? Una nube que aparece un momento y en seguida desaparece. Debéis decir así: «Si el Señor lo quiere y vivimos, haremos esto o lo otro.» En vez de eso, no paráis de hacer grandes proyectos, fanfarroneando; y toda jactancia de ese estilo es mala cosa. Al fin y al cabo, quien conoce el bien que debe hacer y no lo hace es culpable.

Salmo 48,2-3.6-7.8-10.11 R/. Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos

Oíd esto, todas las naciones;
escuchadlo, habitantes del orbe:
plebeyos y nobles, ricos y pobres. R/.

¿Por qué habré de temer los días aciagos,
cuando me cerquen y acechen los malvados,
que confían en su opulencia
y se jactan de sus inmensas riquezas? R/.

Si nadie puede salvarse ni dar a Dios un rescate.
Es tan caro el rescate de la vida,
que nunca les bastará
para vivir perpetuamente sin bajar a la fosa. R/.

Mirad: los sabios mueren,
lo mismo que perecen los ignorantes y necios,
y legan sus riquezas a extraños. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,38-40:

En aquel tiempo,, dijo Juan a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros».
Jesús respondió: «No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mi. El que no está contra nosotros está a favor nuestro».

PARA VIVIR ESTA PALABRA

De esta página de Santiago viene la buena costumbre que nos legaron nuestros mayores: decir siempre, cuando hablamos del futuro, «si Dios quiere».

Estamos en manos de Dios. No vale la pena absolutizar nada: ni los negocios ni los proyectos ni nuestro futuro. La Palabra nos enseña un sano escepticismo, para que no nos entusiasmemos demasiado de las cosas pasajeras. Nos enseña a ser menos autosuficientes y un poco más humildes.

A nosotros tal vez no nos pasa con las riquezas pecuniarias. Pero sí con otras riquezas y actividades, a veces frenéticas, que llevamos entre manos. Tal vez también nosotros proyectamos ampliar graneros para que nos quepan todos nuestros papeles y proyectos y esperanzas humanas. Todo eso será «si Dios quiere».


Marcos 9,37-39

a) Jesús sigue educando a los suyos. Esta vez les enseña que no tienen que ser personas celosas ni caer en la tentación del monopolio de nada.
Ante la acusación de Juan de que hay un exorcista que no es del grupo, o sea, que echa demonios en nombre de Jesús, pero «no es de los nuestros», Jesús reacciona con una magnifica amplitud de miras: «No se lo impidáis... el que no está contra nosotros está a favor nuestro». Y más si, en nombre de Jesús, hace milagros.
Los apóstoles pecaban muchas veces de impaciencia y de celos. Querían arrancar la cizaña del campo. Deseaban que lloviera fuego del cielo porque en un pueblo no les habían querido acoger. Jesús tenía siempre mucha más paciencia y un corazón mucho más generoso.

b) Es otra de las tentaciones de «los buenos»: acaparar a Dios, monopolizar sus dones y sus bienes, sentir celos de que otros hagan cosas buenas que no se les habían encomendado oficialmente. Que puedan surgir en la comunidad movimientos e ideas que no teníamos controlados.

Es un caso muy parecido a lo que cuenta el libro de los Números. En aquella ocasión fue Josué, discípulo fiel de Moisés, el que se quejó a éste de que dos ancianos, Eldad y Medad, no habían acudido a la reunión constituyente del grupo de los setenta, en la que los demás recibieron el espíritu y la misión de colaboradores de Moisés, y sin embargo estaban actuando como profetas. También entonces Moisés reaccionó magnánimamente: «¿Es que estás celoso? Quién me diera que todo el pueblo profetizara porque Yahvé les daba su espíritu!» (Nm 11,29).

¿Se nos puede achacar también a nosotros que somos demasiado celosos de nuestros derechos, derechos de monopolio que tal vez nadie nos ha dado? Eso puede pasar entre sacerdotes y laicos, entre mayores y jóvenes, entre hombres y mujeres, entre miembros de una comunidad, entre la comunidad grande y los movimientos o grupos más pequeños.

Aparte la misión encomendada en la Iglesia, por ejemplo, a los ministros ordenados o a los pastores responsables, ¿no exageramos a veces nuestra tendencia a acaparar la verdad o el poder o la razón? ¿no tendríamos que dejar más espacio a la corresponsabilidad de otros y no monopolizar territorios como posesión nuestra?

No somos los únicos buenos. No somos dueños del Espíritu. Deberíamos saber aceptar la parte de razón de los demás, reconocer sus valores, admitir que también otros actúan al menos tan inteligentemente como nosotros y con la misma buena voluntad, y alegrarnos de sus éxitos. Si otros han logrado expulsar demonios, ¿no debería eso llenarnos de alegría?

Porque no se trata de que el bien lo hagamos nosotros, para que nos aplaudan, sino que el bien se haga, sea quien sea quien lo haga, y que este mundo se vea liberado de sus demonios y opresiones. Y aplaudir nosotros, si han sido otros los que lo han conseguido.

Pablo, escribiendo desde la cárcel a los Filipenses (1,18) reconoce que hay personas que están predicando a Cristo, unas por rivalidad y otras con buena voluntad. Y él se alegra de que el mundo vaya conociendo a Cristo: «¿y qué? al fin y al cabo, por hipocresía o sinceramente, Cristo es anunciado y esto me alegra y seguirá alegrándome». Es la actitud que Cristo nos enseña hoy.

«El que no está contra nosotros está a favor nuestro» (evangelio)


Martes 17 de mayo de 2016. SÉPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

 de la carta del apóstol Santiago 4,1-10:

¿De dónde proceden las guerras y las contiendas entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, que luchan en vuestros miembros? Codiciáis y no tenéis; matáis, ardéis en envidia y no alcanzáis nada; os combatís y os hacéis la guerra. No tenéis, porque no pedís. Pedís y no recibís, porque pedís mal, para dar satisfacción a vuestras pasiones. ¡Adúlteros! ¿No sabéis que amar el mundo es odiar a Dios? El que quiere ser amigo del mundo se hace enemigo de Dios. No en vano dice la Escritura: «El espíritu que Dios nos infundió está inclinado al mal.» Pero mayor es la gracia que Dios nos da. Por eso dice la Escritura: «Dios se enfrenta con los soberbios y da su gracia a los humildes.» Someteos, pues, a Dios y enfrentaos con el diablo, que huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y Dios se acercará a vosotros. Pecadores, lavaos las manos; hombres indecisos, purificaos el corazón, lamentad vuestra miseria, llorad y haced duelo; que vuestra risa se convierta en llanto y vuestra alegría en tristeza. Humillaos ante el Señor, que él os levantará.

Sal 54,7-8.9-10a.10b-11.23 R/. Encomienda a Dios tus afanes, que él te sustentará

Pienso: «¡Quién me diera alas de paloma
para volar y posarme!
Emigraría lejos,
habitaría en el desierto.» R/.

«Me pondría en seguida a salvo de la tormenta,
del huracán que devora, Señor;
del torrente de sus lenguas.» R/.

Violencia y discordia veo en la ciudad:
día y noche hacen la ronda
sobre sus murallas. R/.

Encomienda a Dios tus afanes,
que él te sustentará;
no permitirá jamás que el justo caiga. R/.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9,30-37:

En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se marcharon de la montaña y atravesaron Galilea; no quería que nadie se enterase, porque iba instruyendo a sus discípulos.
Les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará». Pero no entendían aquello, y les daba miedo preguntarle.
Llegaron a Cafarnaún, y, una vez en casa, les preguntó: «¿De qué discutíais por el camino?»
Ellos no contestaron, pues por el camino habían discutido quién era el más importante.
Jesús se sentó, llamó a los Doce y les dijo: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos».
Y, acercando a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo: «El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado».


PARA VIVIR ESTA PALABRA MARTES 17 MAYO

Ayer hablaba Santiago de la verdadera sabiduría. Hoy desenmascara con palabras duras a los que en la comunidad crean división y no paz.

Desde luego, la situación no es muy halagüeña. Se ve que es muy antiguo lo de las tensiones en una comunidad. Santiago habla de guerras y contiendas: «Codiciáis, matáis, ardéis en envidia, os hacéis la guerra». Somos complicados. Él lo atribuye a dos causas: el orgullo que tenemos dentro, con envidias y ambiciones, y a la falta de una buena oración, o sea, a la falta de una perspectiva desde Dios. Estamos de espaldas a Dios y amamos el mundo y sus criterios. Somos adúlteros, según Santiago. Luego no es de extrañar que haya todo lo que hay. Los soberbios no saben hacer otra cosa que engendrar guerras, domésticas o mundiales.

Lo que de veras nos da sabiduría, y por tanto la actitud justa en la vida cara a nosotros mismos y a los demás, es la unión con Dios, nuestra fe en él, nuestra oración sincera, que nos sitúa en los justos términos ante él y ante todos. La oración no puede estar desconectada de nuestras actitudes vitales en general.

Si estamos en armonía y en sintonía con los criterios de Dios, lo demás viene por añadidura: seguro que también irá bien la relación con los demás. Como no podemos ser orgullosos en la presencia de Dios, tampoco lo seremos con los demás. Es Dios el que nos da los mejores dones. Pedírselos a él es reconocer su primacía y relativizar nuestra propia importancia. Pues eso es lo que nos motiva para un trato mucho más humilde con los demás.

¿Cómo podría compaginarse una oración sincera ante Dios, el Padre de todos, con la división y las relaciones de odio con los demás, hermanos nuestros e hijos del mismo Dios? ¿cómo puede ser eficaz la oración ante Dios de uno que está pagado de sí mismo y mal dispuesto para con los demás?
Nuestra oración debe ser humilde: «Someteos...acercaos a Dios... sed sinceros, lamentad vuestra miseria, humillaos ante el Señor, que él os levantará». Una oración que está viciada de raíz por el orgullo y la falta de caridad, no puede ser agradable ante Dios. Si fuéramos más humildes, nos entenderíamos mucho mejor con los demás, nuestra oración sería más eficaz y nosotros mismos seríamos mucho más felices.

evangelio Marcos:
Jesús, en la tranquilidad de casa, les da una lección para que vayan corrigiendo sus miras: «Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos». Y pone a un niño en medio de ellos y dice que el que acoge a un niño le acoge a él. Precisamente a un niño, que en el ambiente social de entonces era más bien marginado de la sociedad y tenido en muy poco.

La lección de la servicialidad la puede dar Cristo porque es el primero que la cumple. Toda su vida está en esa actitud de entrega por los demás: «No he venido a ser servido sino a servir y a dar mi vida por los demás». Es una actitud que manifestará plásticamente cuando le vean ceñirse la toalla y arrodillarse ante ellos para lavarles los pies. Pero sobre todo cuando en la cruz entregue su vida por la salvación del mundo.

También nosotros podemos tener dificultades en querer entender la lección que Jesús dio a los apóstoles. Tendemos a ocupar los primeros lugares, a buscar nuestros propios intereses, a despreciar a las personas que cuentan poco en la sociedad y de las que no podemos esperar gran cosa. Eso de buscar los primeros puestos no pasa sólo en el mundo de la política. También nos puede pasar en nuestro mundillo familiar o comunitario. A nadie le gusta ser «servidor de todos» o «ser el último de todos».

La salvación del mundo vino a través de la cruz de Cristo. Si nosotros queremos colaborar con él y hacer algo válido en la vida, tendremos que contar en nuestro programa con el sufrimiento y el esfuerzo, con la renuncia y la entrega gratuita. Seguimos a un Salvador humilde, aparentemente fracasado, el Siervo de todos, hasta la Cruz. El discípulo no puede ser más que el maestro.


Lunes 16 de mayo de 2016. SÉPTIMA SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO

de la carta del apóstol Santiago 3,13-18:

¿Hay alguno entre vosotros sabio y entendido? Que lo demuestre con una buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría. Pero, si tenéis el corazón amargado por la envidia y las rivalidades, no andéis gloriándoos, porque sería pura falsedad. Esa sabiduria no viene del cielo, sino que es terrena, animal, diabólica. Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males. La sabiduría que viene de arriba ante todo es pura y, además, es amante de la paz, comprensiva, dócil, llena de misericordia y buenas obras, constante, sincera. Los que procuran la paz están sembrando la paz, y su fruto es la justicia.

Salmo 18, 8. 9. 10. 15 R . Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón.

La ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R.

Los mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R.

La voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R.

Que te agraden las palabras de mi boca,
y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,
Señor, roca mía, redentor mío. R.

Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 14-29

En aquel tiempo, cuando Jesús y los tres discípulos bajaron de la montaña, al llegar adonde estaban los demás discípulos, vieron mucha gente alrededor, y a unos escribas discutiendo con ellos. Al ver a Jesús, la gente se sorprendió, y corrió a saludarlo.
Él les preguntó: «¿De qué discutís?»
Uno le contestó: «Maestro, te he traído a mi hijo; tiene un espíritu que no le deja hablar y, cuando lo agarra, lo tira al suelo, echa espumarajos, rechina los dientes y se queda tieso. He pedido a tus discípulos que lo echen, y no han sido capaces».
Él les contestó: «¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo os tendré que soportar? Traédmelo».
Se lo llevaron. El espíritu, en cuanto vio a Jesús, retorció al niño; cayó por tierra y se revolcaba, echando espumarajos.
Jesús preguntó al padre: «¿Cuánto tiempo hace que le pasa esto?»
Contestó él: «Desde pequeño. Y muchas veces hasta lo ha echado al fuego y al agua, para acabar con él. Si algo puedes, ten lástima de nosotros y ayúdanos».
Jesús replicó: «¿Si puedo?
Todo es posible al que tiene fe
Entonces el padre del muchacho gritó: «Tengo fe, pero dudo; ayúdame».
Jesús, al ver que acudía gente, increpó al espíritu inmundo, diciendo: «Espíritu mudo y sordo, yo te lo mando: Vete y no vuelvas a entrar en él».
Gritando y sacudiéndolo violentamente, salió. El niño se quedó como un cadáver, de modo que la multitud decía que estaba muerto. Pero Jesús lo levantó, cogiéndolo de la mano, y el niño se puso en pie.
Al entrar en casa, sus discípulos le preguntaron a solas: «¿Por qué no pudimos echarlo nosotros?»
Él les respondió: «Esta especie sólo puede salir
con oración y ayuno».

PARA VIVIR ESTA PALABRA - LUNES 7º T. ORDINARIO

Con sus palabras, Jesús subraya sobre todo la necesidad de la fe para poder vencer el  mal. Ante los discípulos se queja, con unas palabras que parecen un desahogo: «Gente sin  fe, ¿hasta cuándo estaré con vosotros?». Al padre, que tenía algo de fe («si algo puedes,  ayúdanos») le asegura que «todo es posible al que tiene fe». A los discípulos que aparte le  preguntan por qué ellos no han podido curar al poseso. les dice que «esta especie sólo  puede salir con oración y ayuno». 

Jesús aparece de nuevo como más fuerte que el mal. Tiene la fuerza de Dios. Igual que  en la montaña los tres discípulos han sido testigos de su gloria divina, ahora los demás  presencian asombrados otra manifestación mesiánica: ha venido a librar al mundo de sus  males, incluso de los demoníacos, de la enfermedad y de la muerte. Los verbos que emplea  el evangelista son muy parecidos a los que empleará para la resurrección de Jesús: «Lo  levantó y el niño se puso en pie» (en griego: «égueiren» y «anéste»). 

Nuestra lucha contra el mal, el mal que hay dentro de nosotros y el de los demás, sólo  puede ser eficaz si se basa en la fuerza de Dios. Sólo puede suceder desde la fe y la  oración, en unión con Cristo, el que libera al mundo de todo mal. No se trata de hacer  gestos mágicos o de pronunciar palabras que tienen eficacia por sí solas. El que salva y el  que libera es Dios. Y nosotros, sólo si nos mantenemos unidos a él por la oración. Esta es  la lección que nos da hoy Jesús. 

Lo que pasa es que muchas veces nuestra fe es débil, como la del padre del muchacho  y la de los discípulos. Por eso, puestos a hacer de «exorcistas» para Iiberar a otros de sus  males, fracasamos estrepitosamente, como aquel día los apóstoles. Seguramente porque  hemos confiado en nuestras propias fuerzas y nos hemos olvidado de apoyarnos en Dios.  Cuando nos sentimos débiles en la fe y sumidos en dudas, porque no conseguimos lo  que queremos en nuestra familia o en nuestras actividades de la comunidad, por ejemplo  las relacionadas con los niños y los jóvenes, será la hora de gritar, como el padre del  muchacho enfermo: «Tengo fe, pero dudo, ayúdame». 

En el sacramento del Bautismo hay una «oración de exorcismo» en que suplicamos a  Dios que libere de todo mal al que se va a bautizar: «tú que has enviado tu Hijo al mundo  para librarnos del dominio de Satanás. espíritu del mal»; «tú sabes que estos niños van a  sentir las tentaciones del mundo seductor y van a tener que luchar contra los engaños del  demonio... Arráncalos del poder de las tinieblas y, fortalecidos con la gracia de Cristo,  guárdalos a lo largo del camino de la vida». 

En la guerra continua entre el bien y el mal Cristo se nos muestra como vencedor y nos  invita a que, apoyados en él -con la oración y el ayuno, no con nuestras fuerzas-  colaboremos a que esa victoria se extienda a todos también en nuestro tiempo. 

«Tengo fe, pero dudo, ayúdame» (evangelio)




Domingo 15 mayo. PENTECOSTÉS. fin de la cincuentena pascual. 
san Isidro labrador.


Hechos de los apóstoles 2, 1-11

Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma.
Enormemente sorprendidos, preguntaban:
–«¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Me-sopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»

Sal 103, 1ab y 24ac. 29bc 30. 31 y 34 R. Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor: 
¡Dios mío, qué grande eres! 
Cuántas son tus obras, Señor; 
la tierra está llena de tus criaturas. R.
Les retiras el aliento, y expiran 
y vuelven a ser polvo; 
envías tu aliento, y los creas, 
y repueblas la faz de la tierra. R.
Gloria a Dios para siempre, 
goce el Señor con sus obras. 
Que le sea agradable mi poema, 
y yo me alegraré con el Señor. R.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13

Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bau-tizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.


Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
–«Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
–«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. »
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
–«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.



PARA VIVIR ESTA PALABRA: INVOCACIÓN AL ESPÍRITU


       
Ven Espíritu Creador e infunde en nosotros la fuerza y el aliento de Jesús. Sin tu impulso y tu gracia, no acertaremos a creer en él; no nos atreveremos a seguir sus pasos; la Iglesia no se renovará; nuestra esperanza se apagará. ¡Ven y contágianos el aliento vital de Jesús!

Ven Espíritu Santo y recuérdanos las palabras buenas que decía Jesús. Sin tu luz y tu testimonio sobre él, iremos olvidando el rostro bueno de Dios; el Evangelio se convertirá en letra muerta; la Iglesia no podrá anunciar ninguna noticia buena. ¡Ven y enséñanos a escuchar sólo a Jesús!

Ven Espíritu de la Verdad y haznos caminar en la verdad de Jesús. Sin tu luz y tu guía, nunca nos liberaremos de nuestros errores y mentiras; nada nuevo y verdadero nacerá entre nosotros; seremos como ciegos que pretenden guiar a otros ciegos. ¡Ven y conviértenos en discípulos y testigos de Jesús!

Ven Espíritu del Padre y enséñanos a gritar a Dios "Abba" como lo hacía Jesús. Sin tu calor y tu alegría, viviremos como huérfanos que han perdido a su Padre; invocaremos a Dios con los labios, pero no con el corazón; nuestras plegarias serán palabras vacías. ¡Ven y enséñanos a orar con las palabras y el corazón de Jesús!

Ven Espíritu Bueno y conviértenos al proyecto del "reino de Dios" inaugurado por Jesús. Sin tu fuerza renovadora, nadie convertirá nuestro corazón cansado; no tendremos audacia para construir un mundo más humano, según los deseos de Dios; en tu Iglesia los últimos nunca serán los primeros; y nosotros seguiremos adormecidos en nuestra religión burguesa. ¡Ven y haznos colaboradores del proyecto de Jesús!

Ven Espíritu de Amor y enséñanos a amarnos unos a otros con el amor con que Jesús amaba. Sin tu presencia viva entre nosotros, la comunión de la Iglesia se resquebrajará; la jerarquía y el pueblo se irán distanciando siempre más; crecerán las divisiones, se apagará el diálogo y aumentará la intolerancia. ¡Ven y aviva en nuestro corazón y nuestras manos el amor fraterno que nos hace parecernos a Jesús!

Ven Espíritu Liberador y recuérdanos que para ser libres nos liberó Cristo y no para dejarnos oprimir de nuevo por la esclavitud. Sin tu fuerza y tu verdad, nuestro seguimiento gozoso a Jesús se convertirá en moral de esclavos; no conoceremos el amor que da vida, sino nuestros egoísmos que la matan; se apagará en nosotros la libertad que hace crecer a los hijos e hijas de Dios y seremos, una y otra vez, víctimas de miedos, cobardías y fanatismos. ¡Ven Espíritu Santo y contágianos la libertad de Jesús!"  José Antonio Pagola. 


Sábado 14 de mayo de 2016
San Matías
Séptima Semana de Pascua



Hechos de los apóstoles 1, 15-17. 20-26

Uno de aquellos días, Pedro se puso en pie en medio de los hermanos y dijo (había reunidas unas ciento veinte personas): -«Hermanos, tenía que cumplirse lo que el Espíritu Santo, por boca de David, había predicho, en la Escritura, acerca de Judas, que hizo de guía a los que arrestaron a Jesús. Era uno de nuestro grupo y compartia el mismo ministerio. En el libro de los Salmos está escrito: "Que su morada quede desierta, y que nadie habite en ella", y también: "Que su cargo lo ocupe otro. " Hace falta, por tanto, que uno se asocie a nosotros como testigo de la resurrección de Jesús, uno de los que nos acompañaron mientras convivió con nosotros el Señor Jesús, desde que Juan bautizaba, hasta el día de su ascensión.» Propusieron dos nombres: José, apellidado Barsabá, de sobrenombre Justo, y Matías. Y rezaron así: -«Señor, tú penetras el corazón de todos; muéstranos a cuál de los dos has elegido para que, en este ministerio apostólico, ocupe el puesto que dejó Judas para marcharse al suyo propio.» Echaron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles.

Salmo 112,1-2.3-4.5-6.7-8 R. El Señor lo sentó con los príncipes de su pueblo.

Alabad, siervos del Señor,
alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor,
ahora y por siempre. R/.

De la salida del sol hasta su ocaso,
alabado sea el nombre del Señor.
El Señor se eleva sobre todos los pueblos,
su gloria sobre los cielos. R/.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,
que se eleva en su trono
y se abaja para mirar
al cielo y a la tierra? R/.

Levanta del polvo al desvalido,
alza de la basura al pobre,
para sentarlo con los príncipes,
los príncipes de su pueblo. R/.

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»


PARA VIVIR ESTA PALABRA
Con arresto domiciliario o no, a Pablo nada le impide predicar a Cristo. Ahora da testimonio de Jesús en Roma, como ya le había anunciado el Señor en una visión. Y como había encargado a los discípulos el día de la Ascensión: que dieran testimonio de él empezando en Jerusalén y llegando hasta los confines de la tierra.

Es incansable este apóstol. La fe inquebrantable que tiene en Jesús le mueve en todo momento y da sentido a toda su actuación. Y cuando se trata, no de sus derechos personales, sino de la evangelización, se defiende con inteligencia, para que la Palabra no quede nunca encadenada.

También nosotros, al final de la Pascua, y en vísperas de recibir de nuevo la gracia del Espíritu en la fiesta de Pentecostés, tendríamos que aprender mayor generosidad y decisión en nuestra vida de cristianos, en nuestro seguimiento de Jesús, el Señor Resucitado.

En ciertas ocasiones podemos sentirnos también nosotros en parte coartados por la sociedad o por sus leyes, o mal interpretados en nuestras intenciones. Pero si de veras creemos en el Resucitado, que sigue presente, y confiamos en su Espíritu, que sigue siendo vida, fuego, savia y alegría de la comunidad eclesial, la energía de la Pascua debería durarnos y notársenos a lo largo de todo el año en nuestro estilo de vida.

Juan 21, 20-25
La escena de ayer, con el diálogo de Jesús y Pedro, sigue hoy, a partir de la invitación hecha a Pedro: «sígueme».
Este pasaje probablemente se tuvo que añadir en el evangelio de Juan para salir al paso de unos malentendidos que había sobre Juan, el discípulo amado de Jesús, a quien algunos parecían atribuir la inmortalidad o poco menos, y que a otros resultaría extraño que no le hubieran asignado como sucesor de Pedro cuando éste murió mártir en Roma.
Pedro tiene una intervención poco afortunada sobre si también tenía que seguirles Juan. La respuesta de Jesús fue un tanto seca, volviéndole a decir que él le siguiera, sin preocuparse de Juan.
El evangelio de Juan termina afirmando que Jesús «hizo muchas otras cosas», pero que no caben en los libros.

La escena de Pedro preocupado por Juan, que bien pudo ser debida a unos ciertos celos, nos demuestra que la fe va madurando muy poco a poco. Que todos somos débiles, y tendemos a mezclar en nuestra actuación motivos espirituales y otros muy humanos y no tan confesables.

Pero Pedro maduró por obra del Espíritu, y nos dio más tarde magníficos testimonios de su amor a Jesús. Él todavía no sabe que irá a Roma y que allí, después de un apostolado también lleno de valentía y de entrega, confesará con su vida a Cristo ante las autoridades romanas, él que le había negado ante una criada.

Mientras tanto, el evangelio de Juan parece como si no acabara: hay muchas otras cosas de Cristo que no caben en los libros. Ahí estamos nosotros, los que creemos en Jesús dos mil años después, los que no le hemos visto pero le seguimos. Los que estamos desplegando la Pascua en la historia que nos toca vivir. Los que hemos celebrado estas siete semanas, que concluirán con el don mejor del Resucitado, su Espíritu. Nosotros, que estamos intentando vivir en cristiano y anunciar ante el mundo que Cristo Jesús es el que da sentido a toda la historia y a nuestra vida. Y que nos estamos dejando llevar por el Espíritu de Jesús a la verdad plena, a la verdad encarnada en cada generación.

Porque la finalidad de todo el evangelio, como dice Juan en su primera conclusión, es que todos crean «que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre» (Jn 20,31).

«Concédenos conservar siempre en nuestra vida la alegría de estas fiestas de Pascua» (oración)