3 noviembre, sábado. XXX semana del Tiempo ordinario
Memoria de san Martín de Porres
Filipenses 1,18b-26:
De la manera que sea, con segundas intenciones o con sinceridad, se anuncia a Cristo, y yo me alegro; y me seguiré alegrando, porque sé que esto será para mi bien, gracias a vuestras oraciones y al Espíritu de Jesucristo que me socorre. Lo espero con impaciencia, porque en ningún caso saldré derrotado; al contrario, ahora, como siempre, Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en este dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Convencido de esto, siento que me quedaré y estaré a vuestro lado, para que avancéis alegres en la fe, de modo que el orgullo que sentís por mí en Jesucristo rebose cuando me encuentre de nuevo entre vosotros.Salmo 41 R/. Mi alma tiene sed del Dios vivo.
Como busca la cierva corrientes de agua,así mi alma te busca a ti, Dios mío. R/.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios? R/.
Evangelio según san Lucas 14,1.7-11:
Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal, no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: "Cédele el puesto a éste." Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: "Amigo, sube más arriba." Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»DE LA PALABRA DEL DÍA
"Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir"
¿Cómo vivir esta Palabra?
Si a ti o a mi nos preguntan hoy, ¿qué es para ti la vida? ¿Qué respondemos?
Pablo lo tiene claro: Para mi la vida es Cristo. Antes ha sido muchas cosas: una buena familia, unos estudios de la Ley que sacó con nota, un orgullo por ser de los mejores Fariseos, ... Todo eso quedó atrás.
En Filipenses nos encontramos con un Pablo maduro, que ha corrido mucho, pero no en vano, que sabe ya lo que es esencial en la vida: el amor. Y no un amor cualquiera, sino el más grande, el de Cristo, por quien se sintió alcanzado cuando era perseguidor de la Iglesia naciente. Ahora, con la madurez que dan la experiencia y los años, sigue sintiendo cercano a Jesús Resucitado, cada vez más cerca, porque se va configurando con Él y sabe que ha cambiado y sigue cambiando, acercándose a la meta del encuentro cara a cara con Él. El amor de Cristo es su centro, ¡su vida!
Por eso, Pablo a pesar de su situación, de estar encarcelado, no pierde en ningún momento la alegría y la felicidad interiro. Le ha entregado su vida y la seguirá entregando con inmenso gozo.
Como Pablo, también para ti y para mi, compartir la alegría de quien es el centro de nuestra vida y nuestra fe, es la mejor misión, el mejor testimonio y el mejor anuncio. Transmitir, contagiar nuestra Pasión por Cristo y, por tanto, por la humanidad que Él ha asumido en toda su profundidad.
También tenemos otro precioso ejemplo de en san Martin de Porres de quien hoy celebramos su fiesta.
“Para Martin no había diferencia entre limpiar los baños o atender a las necesidades del arzobispo enfermo… así era la manera de ser sencilla y transparente de Martín. Vivió plenamente el momento presente con serenidad y ecuanimidad, sin preocuparse demasiado de lo que pensaban los demás acerca de su vida espiritual. Así era Martín, humilde, terco y asombrosamente LIBRE” (del libro SAN MARTIN DE PORRES, Un Santo de las Américas Brian J. Pierce).
Thimothy Radcliffe nos dice de Martín:
“Como una flor que nace y se abre gracias a las lluvias de primavera, así también pasó Martin: creció y floreció en la gracia de la Libertad de los hijos de Dios (Rm 8, 21). Su vida nos enseña a ser hermanos y hermanas”.