24 noviembre
2012, sábado. XXXIII semana Tiempo ordinario
Beatificación de sor María Troncatti en Ecuador
Apocalipsis 11,4-12:
Me fue dicho a mí, Juan: «Éstos son mis dos testigos, los dos olivos y los dos candelabros que están en la presencia del Señor de la tierra. Si alguno quiere hacerles daño, echarán fuego por la boca y devorarán a sus enemigos; así, el que intente hacerles daño morirá sin remedio. Tienen poder para cerrar el cielo, de modo que no llueva mientras dura su profecía; tienen también poder para transformar el agua en sangre y herir la tierra a voluntad con plagas de toda especie. Pero, cuando terminen su testimonio, la bestia que sube del abismo les hará la guerra, los derrotará y los matará. Sus cadáveres yacerán en la calle de la gran ciudad, simbólicamente llamada Sodoma y Egipto, donde también su Señor fue crucificado. Durante tres días y medio, gente de todo pueblo y raza, de toda lengua y nación, contemplarán sus cadáveres, y no permitirán que les den sepultura. Todos los habitantes de la tierra se felicitarán por su muerte, harán fiesta y se cambiarán regalos; porque estos dos profetas eran un tormento para los habitantes de la tierra.»Al cabo de los tres días y medio, un aliento de vida mandado por Dios entró en ellos y se pusieron de pie, en medio del terror de todos los que lo veían. Oyeron entonces una voz fuerte que les decía desde el cielo: «Subid aquí.» Y subieron al cielo en una nube, a la vista de sus enemigos.
Salmo 143 Bendito el Señor, mi Roca
Lucas 20,27-40:
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.» Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»Intervinieron unos escribas: «Bien dicho, Maestro.» Y no se atrevían a hacerle más preguntas
DE LA PALABRA DEL DIA
Después de tres
días y medio, un aliento de vida mandado por Dios entró en ellos y se pusieron
de pie… Entonces oyeron una voz fuerte del cielo que les decía: “Subid aquí”.(Ap 11, 11-12)
¿Cómo vivir esta Palabra?
Ciertamente las imágenes apocalípticas de
la experiencia del vidente contadas en Apocalipsis
11 reflejan la historia de los años de la destrucción del templo de
Jerusalén, el patio exterior entregado a los gentiles y pisoteado, el judaísmo sin
la protección de Dios, mientras la comunidad cristiana espiritual o celestial
permanecía protegida en medio de la devastación,
junto a los profetas, junto a aquellos que a causa de su testimonio sufrieron
el martirio. Un aliento de vida,
efectivamente, entró en todos ellos:
el soplo que llega de Dios los levanta y
los hace subir al cielo ante los ojos de
sus enemigos.
Inmediatamente
después sonará la tan esperada séptima trompeta, señal de que el reino del mundo
se ha convertido en el reino de Nuestro Señor y de su Cristo. Reino de Dios que
no es un Dios de muertos, sino de vivos (Lc 20,38). ¡Todos viven para Él! Todos
los hijos de Abrahán, de Isaac y de Jacob, todos aquellos que son juzgados dignos
de la vida futura y de la resurrección de los muertos; porque son hijos de la
resurrección ¡son hijos de Dios! Más allá de las condiciones sociales, de las
prescripciones y de los cambios en la vida terrena, lo que nos hace dignos de
la llamada de “Subir arriba” son las
obras de justicia realizadas aquí, en los espacios de la vida diaria, en
cualquier momento de la historia, con un comportamiento de verdadera adoración y alabanza al Dios viviente.
Como
los mártires de la China vietnamita que hoy recordamos en la liturgia,
siguiendo su ejemplo, nos confiamos a su
intercesión y a su plegaria.
“Muéstrame, Señor, tu poder, ven en mi
ayuda y sálvame, para que en mis debilidades manifieste y
glorifique tu fuerza ante la gente”.
Del epistolario
de san Pablo Le-Bao-Tinh a los alumnos del Seminario de Ke-Vinh en 1843. /(Oficio de lecturas 24
noviembre):
“…en
medio de estos tormentos que de
ordinario hieren y destrozan a los otros, por la gracia de Dios estoy pleno de
gozo y alegría, porque no estoy solo, sino Cristo está conmigo. Él, nuestro
maestro, sostiene todo el peso de la cruz, cargando sobre mí la mínima y última parte…”
Beatificación de Sor María Troncatti,
FMA en Sucúa (Ecuador), hoy 24 noviembre 2012.
Junto con toda la Familia
Salesiana, damos gracias a Dios por haber
suscitado en la Iglesia esta gran misionera, que partió de Italia en
1922. Hablaba con frecuencia del cielo y
de la paciencia en las pruebas y en las dificultades