4
octubre 2012, jueves. San Francisco de Asís
Job. 19, 21-27
¡Piedad, piedad de mí, vosotros mis amigos, que es la mano de Dios la que me ha herido!¿Por qué os cebáis en mí como hace Dios, y no os sentís ya ahítos de mi carne?
¡Ojalá se escribieran mis palabras, ojalá en monumento se grabaran,
y con punzón de hierro y buril, para siempre en la roca se esculpieran!
Yo sé que mi Defensor está vivo, y que él, el último, se levantará sobre el polvo.
Tras mi despertar me alzará junto a él, y con mi propia carne veré a Dios.
Yo, sí, yo mismo le veré, mis ojos le mirarán, no ningún otro. ¡Dentro de mí languidecen mis entrañas!
Salmo 26. R. Espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida.
Escúchame, Señor, que te llamo;ten piedad, respóndeme.
Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro.» R.
Tu rostro buscaré, Señor,
no me escondas tu rostro.
No rechaces con ira a tu siervo,
que tú eres mi auxilio;
no me deseches. R.
Espero gozar de la dicha del Señor
en el país de la vida.
Espera en el Señor, sé valiente,
ten ánimo, espera en el Señor. R.
Evangelio según san Lucas 10, 1-12
En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir él. Y les decía: -«La mies es abundante y los obreros pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os mando como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: "Paz a esta casa". Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa. Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: "Está cerca de vosotros el reino de Dios." Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: "Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el reino de Dios." Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo. »
DE
LA PALABRA DE LA LITURGIA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
Dios me libre
de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo.
Gálatas 6,14
¿Cómo
vivir esta Palabra?
No
sólo porque es patrón de Italia, sino porque es un santo que, a lo largo de los siglos ha ejercido una fuerte
atracción sobre hombre y mujeres de toda clase de sociedad, Francisco de
Asís es un santo de gran estatura.
La
Palabra de hoy, tomada de la Carta de san Pablo a los Gálatas, es en cierta
manera la clave interpretativa de su santidad. Francisco: joven, rico, hijo de
Bernardone, una persona que tenía bienes y dinero en abundancia, dio un cambio:
permuta todas las riquezas de su casa por la Cruz de Jesús: aquella Cruz de tal
manera preciosa que él mismo, Francisco,
la acoge en su vida. Pero no- tengámoslo presente- como causa de triste renuncia, sino como fuente de
libertad y alegría.
Su
novedad fue esta: acoger a Jesús en la propia vida, es decir, decidirse a morir a todo aquello que no es, porque está impregnado
de egoísmo, y atarse (‘colgarse’ propiamente) de lo que realmente es: amor de
entrega con capacidad de prescindir de tantas cosas inútiles para ayudar a los demás.
Señor,
Te ruego que me ilumines momento por momento en las opciones que importan. Dame
valor para prescindir de lo superfluo, crucificando el egoísmo, unido cada vez
más a Ti, mi Dios Crucificado-Resucitado. Sé el Señor de toda mi muerte por
amor, pero sobre todo de esta mi vida en Ti que se abre en esperanza hacia el gozo infinito del Más Allá.
La voz de un apasionado de Dios,
amante –en Él– de todo lo Creado
Alabado
seas, mi Señor, por todas tus criaturas.
San Francisco de Asís