VIVE LA PALABRA
28 julio 2012, sábado. XVI semana Tiempo ordinario
Lecturas del día
Jer 7,1-11: ¿Creen ustedes que es una cueva de bandidos el
templo que lleva mi nombre?
Salmo responsorial 83: ¡Qué deseables son tus moradas, Señor de
los ejércitos!
Mt 13,24-30: Dejadlos crecer juntos hasta la siega
Mateo 13,24-30: En aquel tiempo, Jesús propuso
otra parábola a la gente: «El reino de los cielos se parece a un hombre que
sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, su enemigo
fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y
se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a
decirle al amo: "Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde
sale la cizaña?" Él les dijo: "Un enemigo lo ha hecho." Los
criados le preguntaron: "¿Quieres que vayamos a arrancarla?" Pero él
les respondió: "No, que, al arrancar la cizaña, podríais
arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y, cuando llegue la siega, diré
a los segadores: 'Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para
quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.'»
¿Cómo vivir esta Palabra?
Trigo y cizaña juntos, todo un misterio: el bien y el mal en la
historia universal y en la historia personal de cada uno/a. El misterio del mal
está sin resolver. Sabemos que el Señor no es el causante de él, sólo lo
permite y por un bien mayor. Hasta ahí llegamos.
Jesús mismo ha sufrido las consecuencias del mal, es una de su víctimas
inocentes, ¡la más inocente!. Nos revela con su propia vida que el mal no tiene
la última palabra sobre la historia, sobre ninguna historia. El amor vence.
¡Ánimo! Yo he vencido al mundo, dice san Juan.
Ante el mal hay que ser lúcidos. Saber reconocerlo porque todo no da
igual. El mal es malo y hace daño. No tiene futuro, pero bien que hace sufrir
en el presente. En el Padre nuestro rezamos a Dios que no nos deje entrar por
las oscuras vías del mal que pueden seducirnos.
Para los que aman a Dios todo coopera para su bien, dice san Pablo a
los Romanos (Rom 8,28).
Hoy pediré al Señor saber
reconocer el mal, la cizaña que tengo cerca, no sólo a mi alrededor, sino también
dentro. Rezaré para crecer como una espiga buena que a su tiempo de su fruto y
no quede nunca ahogada por la cizaña. Tendré presente a todo el mundo y lo
miraré con los ojos de Jesús, con paciencia y esperanza, ofreciendo y
repitiendo “no nos dejes entrar en la tentación”.
La voz de un teólogo de Oxford
Existe, pues sin cesar, en la historia y en la vida de los
católicos, el juego de hechos ampliamente contradictorios... Pero no nos
avergonzamos, ni escondemos el rostro entre las manos, al contrario, levantamos
nuestras manos y nuestra cara hacia nuestro Redentor. (John Henry Newman).