11 mayo 2012, viernes. V semana de Pascua
DE LA PALABRA DEL DIA
Este es mi mandamiento. Que os améis unos a otros como yo os he amado. Jn 15,12
¿Cómo vivir esta Palabra?
El amor al prójimo, semejante al amor a Dios, es con el amor a Dios la síntesis de toda la Biblia, también del Antiguo Testamento. Pero estemos atentos. En lo que Jesús llama “mi mandamiento” hay un enorme salto de calidad.  No se trata de “amar al prójimo como a sí mismo”, que ya es mucho, ¡muchísimo! Aquí el “como” nos introduce, ante todo en una gran intimidad. El texto dice: “Ya no os llamo siervos sino amigos, porque todo lo que he oído  a mi Padre os lo he dado a conocer”.
Amar con amor de amistad en griego tiene un verbo especial “fileo”, que difiere del “eros”, el amor pasión, pero también del “agape”, el amor dictado por la caridad.  Existe en la amistad un recibir y un dar, un delicadísimo intercambio de dones en el que, sin embargo, en el caso del amor-amistad de Jesús hacia nosotros, hay siempre una prioridad: es Él quien primero nos ama. En efecto dice: “No me habéis elegido vosotros a mí, sino yo os he elegido a vosotros”. Y la clave de todo eso está en esto: que precisamente porque nos ama quiere que nuestra vida sea “como” la suya. Se trata de un amor que se dona sin cálculo, hasta identificarse con “el amor más grande”, que “como” en su caso, es dar la vida  por aquellos  a los que se ama.

Hoy, en mi pausa contemplativa, saborearé sus palabras: ”Os he llamado amigos” y “Os he elegido”. Invocando con insistencia al Espíritu Santo, pediré ser introducido en la intimidad de esta divina amistad con Jesús. De la amistad  se ha dicho  que  o encuentra semejantes  o hace semejantes a aquellos  que con tal amor se aman. Y rezaré:
Jesús, Tú me llamas a la más  delicada y fuerte  intimidad contigo. Haz que, dócil al Espíritu, yo entre cada vez más en esta intimidad  hasta convertirme de corazón a tu estilo de amor. Lo que cuenta -¡haz que me persuada!-  no es ser amado (ya lo soy infinitamente por Ti) sino empeñarme seriamente en amar, apostándome como don total en ello.

 La voz de un  Padre de la Iglesia
 Los mandamientos están todos compendiados en la única  caridad y todos forman  un único mandamiento. En efecto, todo lo que se nos manda tiene su fundamento  sólo en la caridad. Como las múltiples ramas de un árbol provienen todas de una sola raíz, así las múltiples virtudes toman su origen sólo de la caridad   Y no tiene  vigor de verde  el ramo del bien obrar, si no permanece unido a la raíz de la caridad. Por esto, los preceptos del Señor son muchos y al mismo tiempo  uno solo: muchos por la diversidad de las obras,  uno por  la raíz dela caridad.                                San Gregorio Magno